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22 de agosto
TEXTO 2
4 de diciembre
TEXTO 3
29 de julio
No, todo est en orden! Todo est de maravilla! Yo, su marido! Oh, Dios
mo, si me hubieras destinado tanta dicha, mi vida slo habra sido una
adoracin continua! No quiero discutir. Perdname las lgrimas; perdname
los deseos ilusorios. Ella mi esposa! Estrechar en mis brazos a la criatura
ms peregrina que vive bajo el Sol! Un temblor mortal se apodera de m,
Guillermo, cuando Alberto se permite ceir con su brazo su cintura pequea.
Y me atrever a decirlo? Por qu no? S, amigo mo, ella haba sido ms
feliz conmigo de lo que es con l. Oh! No es hombre propicio para
satisfacer todos los anhelos de un corazn como el de ella. Carece de cierta
sensibilidad, no tiene Tmalo como quieras! Su corazn no simpatiza con
los nuestros al leer el pasaje de un libro querido, en que el mo y el de
Carlota se unen y laten al mismo tiempo juntos, ni en otros cien casos en
que llegamos a decir nuestros sentimientos sobre la accin de un tercero.
Pero, Guillermo, es verdad que l la ama con toda el alma y que no merece
semejante amor? Un hombre insoportable ha venido a interrumpir. Mi llanto
se ha agotado. Estoy trastornado. Adis, amigo.
TEXTO 4
26 de julio
Mi abuela nos contaba la historia de la montaa Imn; todos los barcos que
pasaban cerca de ella perdan su herraje; los clavos, como si tuvieran alas,
volaban hacia la montaa, se desunan de la madera y los pobres marineros
quedaban perdidos y sin ms remedio que tomarse de los tablones
flotantes.
TEXTO 5
18 de julio
Cuentan que la piedra de Bolonia, cuando se pone el sol, absorbe los rayos y
puede luego alumbrar parte de la noche; en este caso se hallaba mi criado
para m. La idea de que los ojos de Carlota se haban fijado en su cara, en
sus mejillas, en los botones de su casaca y en el cuello de su abrigo haca
todo esto tan sagrado y tan precioso para m, que en aquel momento no
hubiera yo dado mi sirviente por mil escudos.