Argentina
La apertura al mundo
j\MAPFRE
roentina exhibia un Estado naelnal eonselidack
Luna economia capitalista en exparsi¢ny ilaSaeledlad ding
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pulsada por la inmigracién y expresada SOUR ERdesta pe
ro cierta modernizacién cultural y Un Sist@RRIBBIES que
la democracia, La in
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bién ella, portadora de crisis €conGAteaa egBOIBSIESS, Ic
La coleccién Américo Latina en a Histor e@ntemporanes
es uno de los proyectos editorials MBs IMBortantes dels
sitimas décadas y una aportaci@n efiginal ¥ novedOsa 2 io
historiografa sobre América Latinajen a/GUe Fan partici
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to una vision plural y accesible 6 la fistoris eontempors
vos de os naciones latinoameeanas =ineluyendo aqvelas
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MERICA LATINA TOMO 3 _ 1880/1930
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La apertura al mundo
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Argentina
TOMO 3_1880/1830
La apertura al mundo
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UNMACMARP ERE vEl proceso econémico
Andrés M. Regalsky
La gran expansién (1880-1914)
El comercio y las finanzas internacionales: una fuente
de oportunidades para la nueva Argentina
Entre 1880 y 1914 la economfa argentina registré una for-
midable expansién, superior ala de cualquier otro periodo
de su historia. En esos affos, en los que la poblacién se tri-
plied holgadamente, el valor de las exportaciones aumen-
té nueve veces, la red ferroviaria catorce veces y el producto
bruto estimado se multiplieé por més de diez. Este desem-
peo, sélo comparable con lo que por entonces ocurria en
algunas regiones de asentamiento reciente (Canada, Austra-
liay, anteriormente, Estados Unidos), tuvo en comin con esos
paises la puesta en explotacién de una amplia superficie de
tierras, recientemente incorporadas al orden politico y eco-
rnémieo establecido.
En cualquier caso, estas experiencias no pueden expli
sin una referencia al contexto internacional en el que
tuvieron lugar, signado por una ampliacin sin preeedentes
en el comercio y las finanzas mundiales, en lo que se ha ten-
ido a reconoeer como la primera era de la «globalizacién.Entre 1850 y las visperas del estallido de la | Guerra Mun-
dial, la suma de exportaciones e importaciones aument6 de
1.000 a 50.000 millones, superando con ereces el propio
vance dela produccién mundial de bienes, mientras que la
cexportacién anual de capitales pasé de 120 a 1.200 millones
anuales, acumulando un total de 45.000 millones hacia 1914,
Uno de los aspectos mAs significativos fue el cambio en
Jacomposicién de los bienes comercializados. Si el motor del
comercio siguié siendo, como en la primera mitad del siglo
xix, 1 intercambio entre las manufacturas provistas por los
paises industrializados de Europa, y una gama de produe-
tos primarios provenientes de una
lua buena parte de las otras regiones del globo, las mayores
diferencias se verificaron en el interior de ambas categorias.
De un lado por la ineidencia, entre las manufacturas, de
los bienes intermedios y de capital, antes ausentes; del otro,
por la aparicién en un primer plano, entre los productos pri-
ratios, de una serie de bienes agi
Tanas, carnes), asi como minerales de uso indus-
trial, en reemplazo de los que antes eran objeto de la mayor
demanda, fundamentalmente aquellos de los que Europa no
podia ahastecerse localmente (productos agricolas de clima
célido, metales preciosos)..
rmplia periferia, que in-
colas de elima templado
(coreale
Estas transformaciones pueden relacionarse sin duda
con los efectos de lango pkazo de la Revolucidn Industral ini-
iad a fines del siglo xvu, ELavanee de la industrializacion,
alapar de la urbanizaci6n, primero en Inglaterra y luego en
otra serie de naciones europeas (Alemania, Bélgiea, Franc’
entre los mais destacados), fue inerementando sus necesid
des de materias primas y alimentos en una medida tal, que
lossllevé a ampliar el radio de los abastecimientos externos,
\ =
afin de complementary Inego sustituir, la produecién
cola interna, cada vez més insuficiente. Detras de este fend-
meno hubo otro que lo hizo posible: el abaratamiento en el
costo del transporte, producto de las innovaciones que la
aplicacién del vapor y la mejora en los medios tradiciona-
les acarreé en ka navegacién de ultramar y en el transporte
terrestre (los ferrocartiles). Esto tornaba por primera ver via~
ble la movilizacién a grandes distancias de bienes de bajo
valor unitario y consumo masivo.
Al mismo tiempo, la puesta en produccin de las nuevas
sgiones mas alejadas, en un lapso relativamente breve, re=
quirié un enorme esfuerzo de financiamiento que fue aporta-
do por los paises més preeozmente industrializados (sobre
todo Inglaterray Francia), a través de una vigorosa corrien-
te deexportacién de capitales, en una escala superior a todo
o conocido. Y en la medida en que se trataba de regiones
relativamente despobladas, dio lugar a un flujo migratorio
para la provisién de mano de obra,en tna escala igualmente
inédita. Entre 1880 y 1913 se estima que emigr6 de Europa,
principalmente con destino a estas regiones, una media
demas de 900.000 personas, frentea un promedio de
0.000 que lo habian hecho en los treinta afios previos,
Yy unos 110,000 entre 1820 y 1850.
n cuanto a la exportacion de capitales, la magnitud de
su escala se vio posibilitada por el grado de acurnulacién de
capital que el propio proceso de industrializacién haba po-
sibilitado en los paises que mis tempranamente hab
didoala Revolucién Industrial, particularmente Inglaterra
construccién de ferrocarriles en Europa entre
anu
2
y Francia. Li
los decenios de 1830 y 1850 fue un hito decisivo, en tanto
ros hasta
‘que sirvié para consolidar unos mereados finan
Ans Ress 2entonees restringidos a unas pocas operaciones con papeles
piiblicos. Estos mereados se volvieron disponibles para las
nuevas operaciones en ultramar en cuanto los requerimien-
‘os internos de inversién en los paises involucrados y en las
naciones vecinas eomenzaron a desacelerarse, hacia las dé-
cadas de 1860 y 1870.
Esto acarred un cambio en las regiones de destino de los
capitales europeos, que fue iniciado por Gran Bretaiia, el
pais con mayor vocacién ultramarina, y luego acompaiia-
do por los otros grandes exportadores (Francia y Alemania)
desde fines de los afios ochenta y més acentuadamente en
los eomienzos del siglo xx. Fueron las éreas de «nuevo asen-
tamiento», particularmente en el continente americano,
aunque también en algunas regiones de Asia y Oceania, vel
propio «lejano» este europeo (la construceién de ferrocarti-
les en Rusia) los que pasaron a absorber el grueso de los
nuevos fondos.
El escenario de la expansién: el avance de la frontera
y la formacién de! mercado nacional
El escenario en el que se verificé el crecimiento econdmico de
la Argentina en este periodo estuvo sustentado en dos pila-
res principales: el avance de la frontera sobre las zonas oct
padas por las poblaciones originarias y la unificacién de los
fragmentados espacios provinciales en un mercado nacio-
nal, todo lo cual redund6 en una geograffa econ6mica en
permanente ampliaci¢
El avance sobre la frontera con los pueblos originarios
eran proceso de vieja data que habia registrado sus prime-
ros hitos, en lo que al periodo independiente respecta, con
las campafias de Martin Rodriguez en la déeada de 1820
y las coordinadas por Rosas en 1833, basieamente en rela~
ci6n a los territorios pampeano-patagénicos ubicados al sur
de Buenos Aires, Luego de la caida de Rosas, en 1852, sobre-
vino una era de gran inestabilidad, y una serie de retrocesos
yrecuperaciones que, al cabo de dos decenios, dejé la inea
de fronteras casi en los mismos términos que hia
zo, Fue en la década de 1870 cuando el avance territorial se
torné arrollador, hasta culminar con la campatia dirigida
por Roca en 1879, que liquidé los restos del poder militar
indigena. Unos afios mais tarde esto se hizo extensivo a los
territorios del norte, en la regién chaquefia
Sin duda, un elemento clave para este avance final fie
iaelcon
la consolidacién del Estado nacional ocurrida en los aftos
previos, de la Organizacién Nacional, y que tuvo como uno
de sus instrumentos principales al ejéeito argentino. Esta
fuerza militar, fortalecida enormemente (en términos de
equipamiento y disciplina) durante el desarrollo de la gue-
ra del Paraguay (1865-1870), puda romper el equilibrio de
fuerzas que hasta entonces se mantenia en la frontera indi-
‘gena, a la par que avanzar en la represién y diseiplinamien-
to de las tiltimas rebeldfas provineiales (cuyo episodio final
fue el levantamiento portefio de 1880; ver eapftulo «La vida
politica»)
De todos modos la ocupacién militar fue el punto de par-
tida de un proceso de puesta en explotacién de los nue-
\os territorios, que no se habria de completar hasta las vis
peras de la I Guerra Mundial (y en algunas areas, hasta los
aiios posteriores a esa gran conflagraciGn).
fue la acclerada y masiva privatizaciOn de las tietras por par~
tedel Estado, que a comienzos de los afios ochenta practi-
camente ya habia finalizado. La financiacién de la tiltima
primer paso
Ane M. Reg 1campatia mili fn de honos con derechos
sobre las nuevas tierras, fue uno de sus capitulos més lama-
tivos, que permits la concentracién de enormes superficies
atin sin ocupar en muy pocas manos. Sila gran propiedad
era ya predominante en la zona adyacente a la frontera des-
dde mucho antes, su peso (yes
la ineorporacién de los nuevos territorios.
En cualquier caso la explotacién econdinica de estas tie-
rras iba a ser un proceso mucho mas paulatino, en el que
ta llegada de los pobladores y la construcei6n de las vias f6-
n comuni s mercados
fueron los fuetores decisivos. Este proceso sentaria las ba~
ses para la constitucién de una nueva regién econémiea re-
Tevante, la pampeana, sobre la base de las provineias que
conformaban el antiguo «litoral de los ros» (Buenos Aires,
Entre Rios y Santa Fe), alas que se sumaban ahora la pro-
vincia de Cérdoba y el territorio de La Pampa. La superficie
incorporada gracias al fin de la frontera indigena habia mas
‘que duplicado su extensién original
Laconstrucein de ferrocartiles en los nuevos territorios
tendria lugar a partir de fines de los aftos ochenta y a prin-
cipios del siglo xx. Antes de eso, el ferrocarril tuvo un papel
igualmente decisivo en otro proceso crucial, el de la unifica-
ci6n de los espacios provinciales. Uno de los factores en esta
unificacion —a la vez que el correlato institucional— fue, sin
duda, la articulacién de los poderes provinciales en torno
al gobierno nacional, dentro de un federalismo restringi
do, Diversas medidas, algunas tomadas muy tempranamen=
te, como la supresién de las aduanas interiores (en la década
de 1850), y otras mas tardias, como la Ley de Creacién del
ala) se vio incrementado con
reas que aseguraran i6n con ly
Banco Nacional, en 1872, y la unifieacién monetaria de
1881, tuvieron también sn parte. Sin embargo, lo mas deci
sivo fue la ruptura del aislamiento geografico que impontan
las grandes distancias a través de las nuevas vias férreas.
A partir de 1870 esta red ferroviaria fue interconectando
las diversas eapitales provinciales, y enlazéndolas con los
mercados del litoral. Desde el primer emprendimiento, el
del Ferrocartil Central Argentino, destinado a unir Cordoba
con la ciudad y puerto del Rosario (y disefiado en tiempos de
Urquiza, cuando Parané era todavia la capital de la Confede-
racién), el papel del Estado nacional fue decisivo. En el caso
de esta linea, lo fue por la euantia de los beneficios promo-
cionales otorgados para asegurar su ejecucién (que inclufa
asimismo la suseripeién de una parte del capital necesario).
En los sucesivos ferrocarriles, el Andino, habilitado a partir
de 1873, yel Central Norte (de Cérdoba a Tucumén), en 1876,
1 Fstado asumié directamente el costo desu financiamiento,
y luego de algunas hesitaciones, también se ocupé de su ex-
plotacién. El proceso se completé a mediados de la déeada
de 1880 con lalllegada del Andino a Mendoza y San Juat
con las prolongaciones y ramales del Central Norte
0 del Estero, Catamarea, La Rioja, Salta y Jujuy. Para enton~
ces, dos lineas inglesas (Buenos Aires y Rosario, Buenos Aires
al Pacifico) permitian Ia conexién de estos dos sistemas (has-
taentonces tributarios de Rosario) con la capital portefia.
Las herramientas de la expansién: la «migracién de fac-
tores», el papel de las inversiones y la puesta en marcha
de una infraestructura basica
De las lineas anteriores puede entenderse el papel decisivo
‘que la migracién de «factores» (capital y trabajo) desempe-
6 en la puesta en explotacién de los nuevos territorios,
AndhésM. Regaly caDesde entonees, la aflnencia de una inmigracién masiva, de
pobladores mayoritariamente europeos, fue uno de los fe-
némenos salientes no s6lo en la economia, sino en la vida
social, politica y cultural de la Argentina de todo el periodo,
En lo que aqui concierne, es importante destacar su inci-
dencia en dos planos: en la formacién y ampliacién de un
mereado de trabajo, y en el de un mercado de consumo ma-
sivo en los grandes centros urbanos y en todo el territorio
nacional. En el primer aspecto, baste decir que la Argentina,
a diferencia de otras economias latinoamericanas curacteri-
zadas por la presencia de una poblaeién trabajadora «exce~
dentaria» que presionaba hacia abajo el nivel salarial y las
condiciones de trabajo, present6 a lo largo de east todo el
periodo una escasez.relativa de mano de obra que contribu-
‘y6.a mantener elevados niveles salariales y que, consiguien-
temente, estimulé la inmigracién
Esto no obsta para que hubiera excedentes de mano de
,y aun desocupacién lisa y Ilana en algunos momentos
del periodo, coincidentes con agudas crisis (1890-1891,
1916-1917), y notables fhuetuaciones estacionales, vincula-
das en este caso con la coneentracién de la campaia agricola
en unos pocos meses del aio.
Algunas de estas alternativas pueden visualizarse en la
historia del movimiento obrero y en la historia socal agrara.
Al comienzo del periodo, eran notables las dificultades para
organizar a los obreros urbanos, que rapidamente perdian
su condicién de tales por las facilidades para establecerse
por cuenta propia y adquirir la propiedad de un terreno, so-
bre todo entre los que disponfan de un oficio, También es
sez y carestia de mano de obra permanen-
in influy6 en la difusién de relaciones
sabido que la es
tey de cierta calif
contractuales que sustituycron a las salariales en buena par-
te del agro pampeano: los contratos de aparceria y medieria
cen laerfa de ovinos, desde los alos sesenta, yen la agricultu-
radesde fines de los aifos och
No obstante, ya a partir de la crisis de 1890 algunos pa
metros empezaban a cambiar. La paralizacién de obras
piiblicas y privadas a partir de ese ato trajo una gran deso-
cupacién, que contribuyé a frenar la inmigracién luego de
varios afios de afluencia en una escala jams vista (en 1889
hubo un saldo neto de 220.000 inmigrantes, sobre una po-
blacién total que no debia exceder en mucho los tres mi-
Hones de habitantes). Al mismo tiempo, la inflacion interna
que derivé de la gran depreciacién monetaria no pudo ser
seguida sino con retraso por los salarios: hacia mediados de
Jos afios noventa el indice salarial apenas superaba el de co-
mienzos dela década anterior. A eomienzos del siglo xx, otra
oleada de inmigraci6n masiva (un millon y medio de perso-
nas entre 1904, 1913)
real, que hacia 1912 habrfan superado en no més de un 60
por ciento os de treintaaffosatras, y denotaban yan merea-
do de trabajo suficientemente abastecido, Finalmente, el ci-
‘olvi6 a contener los indices del salario
clo de crisis ¢ inflacién durante la guerra, junto a un ene
recimiento del costo de vida, redujo el poder adquisitivo de
Jas remuneraciones en un 50 por ciento, mientras que la reac
tivacién econémica y una cierta deflacién en los aiios veinte
lev a un aumento de los salarios reales por sobre el nivel
de 1912, eetimado en alrededor de un 30 por ciento, en un
contexto en el que los flujos migratorios retomaban su im-
pulso (cerca de un millén de personas en la década de 1920)
En cuanto ala escala del mereado de bienes de consumo,
baste decir que estos flujos migratorios permitieron duplicar
AM, Rega wyJa poblacién total entre 1870 y 1895, y nuevamente en los
veinte afios subsiguientes, en tanto los valores del ingreso
nacional per capita, de acuerdo a las estimaciones disponi-
bles, habrian subido sostenidamente en esos mismos afios
(en alrededor de un 100 por ciento y un 50 por ciento, res-
pectivamente). Sumado a esto, el aumento en la tasa de ur
banizacién (a la que la inmigracién contribuys, por su ma~
‘yor propensién a afincarse en el Ambito urbano), que lev a
a constitucién de densos mereados urbanos alli donde an~
tes haba una escasa poblacién dispersa, fue otro compo-
rnente esencial del crecimiento econdémico de este periodo,
El andlisis que del fenémeno migratorio se hace en el capf-
tuo «Poblacién y sociedad» nos exime de seguir extendién-
donosen el tema.
En Jo que respecta ala «migracion» de capitales, es decir,
la inversion extranjera, su papel es imposible de minimizar.
En las fases de mayor afluencia (segunda mitad de la déca-
dda de 1880 y los aitos previos a la I Guerra Mundial) aport6
una fraccién mayoritaria de la inversin bruta anual. Hacia
1914 el stock de capital extranjero colocado directamente,
através de empréstitos al sector piblico, equivalia, sein
céleulos de la CEPAL (Comisién Econémica para Amé
Latinay el Caribe dela ONU), ala mitad del capital fijo total
existente en el pat
El ingreso de estos capitales tuvo un mareado cardeter
ico, fuertemente dependiente de las coyunturas de auge en
iacionales, asi como de la si
ruuicieros inte
los mereados
tuacién politica y econémica local. De esta manerase pueden
identificar tres grandes fases ascendentes: la primera, desde
1862 (de cuando datan las primeras compaitias britinicas
constituidas para operar en la Argentina) hasta el momento
wo 1 pc onto
en que la crisis de 1873-1876 comend a ejercer sus efectos
la segunda, desde comienzos de la década de 1880 y hasta la
crisis de 1890, y la tercera desde principios del siglo xx y
hasta las visperas de la I Guerra Mundial. En la primera fase
seestima que ingress el equivalente a poco mas de unos 100
millones de délares corrientes, procedentes exclusivamente
ado britinico, y colocados en un 60 por ciento en
titulos piblicos (nacionales y provinciales) yen un 30 por
ciento en valores de compaias ferroviarias.
En
ddimensién tal que la Argentina se transtorm6 en tno de los
grandes receptores internacionales. En 1888, particular-
mente, fue el principal destino de las emisiones extranjeras
del m
aijos ochenta la entrada de capitales asuinid una
en el mayor mercado del mundo, el de Londres. Se estima
que en todo el decenio ingresaron unos 800 millones de
délares corrientes, provenientes sobre todo de Inglaterra,
pero con una participacién no desdefiable (entre el 15 y el
20 porciento) de otros paises europeos, sobre todo de Fran-
cia, Nuevamente las colocaciones en titulos piblicos fueron
las mas importante
ahora con poco mis del 40 por ciento
del total, seguidas de cerca por las ferroviarias, que absorbie-
ron algo mis de un tervio,
Finalmente, en los dace afios previos a la I Guerra Mun-
dal, y luego de un prolongado paréntesis por la crisis de
1890 ysuseonseeteneias a afluencia de fondos internacio-
nales volvi.a tomar intensidad, estimsindose en unos 2.000
millones, lo que volvig a ubicar a ha Argentina como el prin-
cipal receptor de inversiones externas en Amétiea Latina y
uno de los 4.0 5 mas importantes del mundo, Entre los prin~
ran Bretatia, que
dlaba cuenta de ms del 50 por ciento del stock de eapitales
cipales paises de origen seguia estando G
Adis Regainvertidos hasta 1913, seguida por Franeia, que poset casi
el 20 por ciento del total, Alemania y Bélgica. También co-
‘menzaba a apreciarse, a partir del primer decenio del siglo xx,
un flujo de capitales desde Estados Unidos. El primer rubro
de inversiones pasé a ser el de los ferrocarriles, con algo me-
nos del 40 por ciento del total, mientras que las colocaciones
cn titulos bajaban a poco mas del 25 por ciento. Un abiga-
rrado segmento de compafifas tertitoriales y finan
servicios ptiblicos urbanos y de manufacturas daba
del 39 por clento restante. En rigor era clara una divisiou de
esferas de acuerdo alas procedencias. Mientras os eapitales
ingleses tenfan una posieién dominante en los ferrocartiles,
yalgo mas compartida (sobre todo con los franceses) en el
campo delos empréstitas pablicos, los franceses y belgas pre~
dominaban en el rubro de compaiias teritoriales yfinanci
12s, los alemanes en la generacién de electricidad y servicios
urbanos conexos, y los estadounidenses se hacian presen-
tes con vigor en la industria frigorifica.
En definitiva esta corrente de capitales fue la que finan-
cié la instalacién de una infraestructura basica, sobre todo:
en el sector de transportes y comunicaciones, imprescindi-
ble para la puesta en produecién de las nuevas tierras. Ast,
no es de extrafiar la importancia que aleanz6 la inversion
ferroviaria, Para apreciar su verdadero peso deberia sumar~
se, ala participacién que le cupo a las compatifas ferrovia~
rias extranjeras en la inversi6n total (un 96-97 por ciento en
Jas dos tiltimas fases), buena parte de lo contabllizado en er
préstitos piblicos, que estaban mayormente destinados a las
obras piiblicas y, sobre todo, ala construceidin de ferrocar
les. Esto equivaldria a alrededor de un 50 por ciento de los
capitales externos colocados en el pats.
ws lpr connie
Enenantoa su localizaviin y earacteritiens generales, en
l period inicial se caracterizaron por su reducida magnitud
y su implantacién en zonas bien diferenciadas, donde res-
pondieron a distintas situaciones: el desarrollo de la produc
ibn lanera en el sur de Buenos Aires (Ferrocarril del Sud), el
Lrafico entre el litoral ye interior y las perspectivas de coloni-
zacién agricola (Central Argentino), el surgimiento de rutas
-sen torno las grandes vias fluviales del Parandiy
Uruguay (Este Argentino y Ferrocarrl a Campana) el creci~
miento del mercado urbano de Buenos Aires (Ferrocarriles
Norte y Ensenada). Hacia 1880, la ongitud total de la re fe-
rroviaria era de unos 2.500 kilometros, de los que la mitad
correspondian a las Kneas construidas por el gobiemo nacio-
nal yel de la provincia de Buenos Aires (el Ferrocarril Oeste).
Enla segunda fase, la magnitud de as inversiones se incre
‘menté sensiblemente, y hacia 1892 la longitud total de la red
aleanzaba los 12.500 kilémetros, de los cuales menos del 10
porciento correspondlian a
so de privatizaciones habia enajenado las principales lineas
no, y de una demanda no menos significativa impulsada por
el gran dinamismo de la obra piiblica y la construccién.
Bl caracter de los empresarios del sector ha sido objeto
de atencién y polémica, Es notable al respecto la presencia
de los inmigrantes, més del 80 por ciento en el censo de 1895,
y del 60 por ciento en el de 1914. Asimismo, debe destacarse
el peso de los pequeiios talleres, que legaban, aiin en 1914,
a un promedio de 8 trabajadores por empresa. De hecho
se ha tendido a contrastar el conjunto de grandes
agroindustriales del interior del pais, eontrolado por inte~
grantes de las lites tradicionales,y un abigarrado emprest~
viado de origen inmigrante en las grandes ciudades, a cargo
de pequefios talleres manufactureros, y sin un equivalente
mpresas
peso politico y social. Este diltimo sector era sin embargo
mucho mis heterogénco: del amplio universo de pequefios
empresarios inmigrantes, habia emergido un niicleo que
logré realizar un sendero de acumulacién hasta constituir
grandes establecimientos, como el de la metalirgica de Pe-
dro Vasena. Tambien se asistié al desembarco de empresa-
rios o inversores externos, eventualmente asociados eon
‘otros locales, como en las textiles Dell’Acqua y Alpargatas
cada vez més, ala transferencia de capitales desde m
actividad comercial y financiera previa que, en los casos de
Devoto, Torquist, y Bunge y Born, daria lugar a poderosos
grupos econdmicos diversificados.
La politica paiblica ejereié una gran influencia en el de-
sempefio del sector. En ese sentido, debe hacerse notar que
ie el viraje en la politica arancelaria dispuesto bajo el
gobiemo de Avellaneda, en 1876-1877, ya no hubo més re~
torno a una politica librecambista, que habia predominado
cn su expresién mis neta en los afios sesenta. Aunque ori-
ncertidumbres que Ia erisis de 187:
s posibilidades
sginado en las dudas
1876 habia generado respe
de Ia orientacién agroexportadora en curso,
bria de perdurar aiin bajo el cambio de clima econémico
I viraje ha-de Ins afios achenta. En parte, esto era fruto de las alianzas
sociales y regionales sobre las que se habia construido el
gobernante Partido Autonomista Nacional, y que tuvo entre
sus balluartes a las éites de Tucunin y Mendoza, pero tam-
bién lo era de las necesidades fiscales de un Estado en ex-
samente con los re-
pansidin, que se financiaba casi exclus
cursos aduaneros.
Por otro lado un nuevo ingrediente pasuba a integrar el
baguje de las politica piblicas: In depreciacién que a partir
de 1885 acompatio la decision del gobierno de salir del r
men de convertibilidad monetaria a tasa fija, y que se acen
tuaria desde 1889 con los nuevos avatares monetarios y del
sector externo, Lacotizacién del peso oro, fluctuante en tor-
no a 140 pesos papel entre 1885 y 1888, llegé a ubicarse por
encima de los 3 pesos a partir de 1891 y hasta 1896. El des-
censo del oro en los titimos aos de la deada desemboca~
hhora.a la paridad de
ria en un retorno ala convertibilidad, a
2,27 pesos papel. Mientras tanto, las gravosos compromisos
externos obligaron, desde 1891, a la ereacién de unos nue-
vos «impuestos internos», a la vez que llevaron a un fuerte
aumento de los araneeles aduaneros en wn amplio abani~
co de productos. Luego de algunos altibajos que hicieron
disminuir el nivel arancelario, aunque sin levarlo alos valo-
politica aduanera se habria de estabilizar con
en cuya elabora-
‘adas con el sector
res previo
la sanei6n de la Ley de Aduanas de 1905,
cid participaron algunas figuras identi
industrial. Esto no implica suscebit la caractervacion de la
politica aduanera vigente como globalmente proteccionis
ta, aunque si como una zona gris que inclufa cléusulas f
vorables a diversas actividades industriales, y no s6lo a las
del scetor agroindustrial del interior.
Al servicio de la modernizacién: la moneda, el crédito
y los bancos. Entre la expansién y la ortodoxia
En el plano monetario y financiero, la evolucidn en este pe~
riodo disté de presentar el comportamiento lineal y ascen-
dente con el que aparecen otros parimetros. En términos
gencrales pueden sefialarse dos grandes etapas: la de la déca
da de 1880 y In que se abrié a partir de la crisis de 1890 y sus
secuelas. En la primera, predominé una tendencia expansiva
en materia monetaria,ligada inieialmente a un ordenamien-
to general del sistema, pero que tendié a desligarse de las ba-
ses ortodoxas del patrén oro que constituian el fandamen-
todoctrinario de la época, Lo mismo ocurrié en el sistema de
crédito, fuertemente apoyado en la banca estatal y mista, y
«que priorizaba la accién de fomento por sobre los tradiciona-
les preceptos de liquider.y solvencia. A partir de la crisis, laes-
tampida del premio del oro y la cafda de la banea oficial y de
‘buena parte de la privada, sobrevino una etapa de acentuada
ortodoxia por parte de los establecimientos supervivientes, y
de fuerte restrieeién monetaria en los noventa, hasta el res-
tablecimiento de la convertibilidad en 1899. No obstante,
desde 1902-1903 y bajo el nuevo contexto expansivo gene
«do porel boom de las exportaciones y aoleada de inversiones
amplia
externas, esta ortodoxia pudo convivircon un
la base monetaria y una mayor oferta y flexibilidad en las con-
iciones de los eréditos. La crisis, que empezé a ineubarse en
el sector financiero hacia 1911 y que estallé en 1914, acarred
ores dificultades para el sector de la banea privada,
Y un aumento sin precedentes en el peso de la banea oficial,
que habria de ser el signo distintivo en el siguiente periodo.
Fl punto de partida de esta evolucién puede fijarse en la
Ley de Unificacién Monetaria de 1881, que fijaba una nuevaUnidad, el peso moneda nacional, v ponta fin —al menos le-
galmente— a la pluralidad de monedas vigente. El contraste
era marcado entre una provincia, la de Buenos Aires, tem
pranamente adscripta al régimen fiduciario, y un interior
apegado a la vieja moneda de plata colonial, reemplazada
luego por las procedentes de Bolivia y Chile, y por emisio-
nes de billetes expresados en dichas monedas. La nueva
cemisi6n era otorgada a una serie de bancos, oficiales y mix-
tos, que combinaban las fanciones monetarias con las del
crédito comercial. Esta earacteristiea habria sido una de las
principales fuentes de problemas, ya que al efectuarse la
conversién por oro de los billetes, éstos entraban nueva-
‘mente ala circulacién a través del crédito, al contrario deo
que indicaba la doctrina. Sea por este mecanismo o, tam-
bién, por el rapido deterioro de la balanza de pagos, la con-
vertibilidad tuvo una breve vida, hasta fines de 1884, y fue
suspendida a pedido de los propios bancos.
A partir de 1885 fue el gohierno nacianal ol que autorizé
las nuevas emisiones, siempre inconvertibles. La expansién
monetaria fue significativa (un 50 por ciento en los siguien-
tes tres afi), pero més lo fue su distribueién, que beneticié
al Banco Nacional, dependiente del poder central, en des.
medro del hasta entonces mucho mAs fuerte Banco de la
Provincia de Buenos Aires. La emisién constituia una parte
importante de la masa prestable de los bancos, ademas de
Jos depésitos del piblico. ¥ el Banco Nacional ibaa desarro-
Hast aceién de fomento en el interior, donde el volumen de
depésitos era sumamente exiguo.
A fines de 1887 se implanté un nuevo régimen, de los
denominados «Bancos Libres» 0 «Garantidos», que autori
vaba la formacién de nuevos establecimientos que podian
« emitir contra un depésito equivalente en oro
ante el Banco Nacional. El sistema, que amplié enormen
tela emisién y el crédito en el interior del pais, fe anu
do como un instrumento para un ulterior retorno a la con-
vertibilidad, a medida que los depésitos de oro aumentaran
Sin embargo, en la medida en que los billetes segufan siendo
inconvertibles, su emisin (que se aceleré respecto de los
ailos previos) no haefa mas que aumentar la masa de me-
dios de pagos que presionaban al alza el premio del oro. Si
ceslu no ucuttid en el primer aiio (en 1888 el oro aumenté
s6lo un 10 por ciento y la emisién, un 50 por ciento) fixe por
la enorme afluencia de capital extranjero que hubo enton-
ces, cuya magnitud (unos 250 millones de pesos oro) inere-
ment6 la oferta de divisas frente a la masa de blletes circu-
ante (unos 90 millones de pesos or0).
‘A partir de 1889 el premio del oro aumenté cada ver. més,
al mismo tiempo que una menor entrada de capitales exter-
nos mostraba la desconfianza reciente de los mercados
financieros internacionales. Ese fue el telon de fondo de la
crisis politica que llevé, en julio de 1890, a la Revolucién
del Parque y ala renuncia del presidente Judrez,Celman. Un
nuevo hito ocurri6 en noviembre, cuando Baring Brothers,
con una cartera lena de titulos argentinos invendibles, debi6
ser sostenida por un consorcio de bancos formado a instan-
cias del ministro del ‘Tesoro y del Banco de Inglaterra. Ante
Ja caida de la institucién que se esperaba fuera a salvar
situaci6n local, la devaluaciGn monetaria se aveler6, acvii-
pafiada de un creciente retiro de depésitos durante el primer
semestre de 1891, que oblig6 a cerrar sus puertas a los dos
sigantes oficiales, Banco Provincia y Banco Nacional, y luego
‘is entidades. En los afios previos se
a casi todas las dkhabian multiplicado las firmas bancarias, muchas de ellas
cereadas para especular en los mercados bursitil e inmobi~
liario, y algunas otras (Baneo de Italia, Nuevo Banco Italia-
no, Banco Espafiol, Banco Francés, etcétera), fruto de la
iniciativa de elementos mercantiles de las prineipales comu-
nidades migratorias. Las mas fuertes de estas iltimas ha-
brian de sobrevivir y serian, junto a los bancos extranjeros
(sobre todo britanieos), las principales fuentes de erédito en
losaftos siguientes.
El nuevo gobierno, de Carlos Pellegrini, causcelé ul siste=
made los baneos garantidos y lo reemplazé por un organis-
mo estatal, a Caja de Conversion, que en los primeros afios
slo pudo hi
cl colapso del sistema bai
de depésitos que quedaron indisponibles, hubo una feno-
menal contraccin monctaria y erediticia que ayud6 a ponerle
cmisiones sin respaldo, No obstante, como
ario esteriliz6 una enorme masa
un freno a la crisis eambiaria, qi
¢ habfa levado al peso oro
por encima de los + pesos papel en oetubre de 1891. Dentro
de un panorama fuertemente restrictivo, el mejoramiento de
la balanza de pagos yl
regociacién de los compromisos
con los aereedores externos, permitirfan a partir de 1895 un
descenso paulatino del tipo de cambio.
Estos arreglos con los aereedores, como se vio en el api
tulo sobre relaciones externas, que ineluyeron por unos afios
tuna moratoria de intereses y amortivaciones, acarrearon fi-
nalmente nn aumento sustancial de la deudi externa cuyo
servicio volvera a incidie pesadamente et las finanzas paibli-
cas, Esto motivé un firus
aco intento de unificaciin de toda
s,en 1901, negoeiado por Pelle-
sviniy rechazado por el presidente Roca, que habria implica-
la deuda a un menor inte
do laafectaciin especial de todos los recursos de aduana, En
‘clo caso, el aumento de las exportaciones e importaciones,
jemente de los ingresos fiscales, Fue reduciendo
‘el peso de la deuda en la primera década del siglo xx a limi
tes tolerables. A ello también ayudé el retiro de unos bonos
«cle consolidacién» emitidos en 1891 por un primer arre
slo con los acreedores externos, que por su elevado interés
tra considerado ruinoso para las finanzas piiblicas.
Elaumento de las exportaciones y kt entrada de capitales
externos a partir de 1903 coadyuvé, con el retorno a la con-
99, en un nuevo escenario carac
vertibilidad dispuesto en 1
terizado porlos erecientes saldos favorables de la balanza de
pagos. Estos saldos, que la Caja de Conversién convertia en
billetes, permitieron un aumento de la emisién del orden del
150 porciento, comparable al de los afios ochenta, pero ahora
con un pleno respaldo metilico. El erecimiento de los depé-
sitosy los eréditos bancarios fue aiin mayor, ylos que mis se
cexpandieron fixeron aquellos que eneararon ese camino mas
resueltamente: los bancos privados nacionales, ereados en
su mayaria por las coleetividades extranjeras en los atios
ochenta, Desde 1911, este segmento empez6 averse afeetado
por la desaceleracién de los flujos financieros externos, la
menor liquide y un deerecimiento de los depésitos. Estos
Ultimos se desplazaron hacia el gran establecimiento oficial
creado después de la crisis, cl Banco de la Nacién Argentina,
que durante mucho tiempo habia tenido un desemperio li
mitado, pero que haba comenzado a expandir sus sucurs
les por todo el pats y a Mexibilizar sus condiciones de erédi
to, En 1914, tras la crisis banearia, Meg a detentar el 50 por
ciento de los depdsitos de todo el sisterna
Algunos cambios en las modalidades del erédito baneario
centre la primera etapa de auge y esta tiltima son dignos deresaltar. En los afios ochenta, la banca oficial —el Banco Na~
cional y el Banco dela Provincia de Buenos Aires— disponia
de una gran flexibilidad que le permitia legar, através de sus
sucursales, directamente_a los produetores, aun alos més pe~
quefios. Las condiciones de amortizacién de largo plazo con
vertfan a una parte importante de su cartera en crédito «de
habilitacién, al tiempo que los bancos Hipotecario de la Pro-
vincia e Hipotecario Nacional provefan —a través de la emi-
sidn de cédulas, muchas de ellas colocadas en el exterior —
de fondos a més largo plazo ain para los propietarios rurales
y urbanos, En la década de 1900, la renovada banca oficial
fue mucho més rigurosa en sus condiciones y, aunque volvi6
a cubrir de sucursales el territorio nacional (y especialmente
el bonaerense), sus préstamos fueron dirigidos al comercio,
yeventualmente a la ganaderfa. Una actividad emergente
como la agricultura debié financiarse a través del erédito
formal de las casas comerciales esparcidas por toda la cam-
paia que, teniendo acceso al crédito bancario o al de grandes
mayoristas, oficiaba de redistribuidor al tiempo que asumia
tuna porcién no despreciable de los riesgos. Lo mismo tendié
a ocurriren el mbito urbano con el sector industrial, que en
todo caso tuvo acceso al crédito por la magnitud de su giro
comercial antes que por su actividad manufacturera.
La economia argentina en tiempos inciertos (1914-1930)
Un contexto internacional turbulento: la | Guerra Mundial
y la inestabilidad econémica y financiera de posguerra
El stallido de a I Guerra Mundial en agosto de 1914 impli-
6 una ruptura del orden econémico y financiero vigente
hasta entonces, que habria de demorar todo un decenio en
restaurarse. Al mismo tiempo implie6 una serie de nove~
dades, sobre todo en lo que respecta a la intervencién del
Estado en los asuntos eeonémicos, llamados a perdurar. F
nalmente el orden restablecido en la segunda mitad de los
\s veinte habria de revelarse sumamente frégil einesta-
ble, como se pondria en evidencia a partir de los sucesos
desencadenados en octubre de 1925
En lo inmediato, lairrupeidn de la guerra trajo varias no-
ppensién del patron oro en casi todos los pat-
ento de los mercados cambiarios y la res
vedades: la
ses, el dislocam
triccién de los movimientos internacionales de capitales,
que pronto pasaron a depender de un solo pais prestamis-
ta: Estados Unidos. También las migraciones internaciona~
Jes bajaron enormemente desde que los prineipales paises
de procedencia pasaron a estar involucrados en el contlie-
10, El eomercio internacional result6 sumamente afectado,
de nna parte por la retraecién de la oferta de manufacturas de
una serie de paises que encaminaban su esfuerzo industrial
ala fabricacién de material de guerra, yla desaparicién de
ciertas regiones que pasaban a ser escenario de las operacio~
nes bélicas, pero, sobre todo, por las restricciones de la na~
; que de un lado transfirié parte de st.
militares, y del otro, el de las
vegacion de ultrama
capacidad de bodega a us
potencias centroeuropeas, result6 blogus
municaciones.
laen todas sus co-
Lugo del conthieto, el desempeno del eomereio interna-
cional distarfa de ser el de preguerra y, particularmente
después de la crisis de 1920, estaria caracterizado por los
altibajos y una tendencia deflacionista generalizada. Uno de
los rubros en los que esto se visualizaba con més agudeza era
Asis M Realy wrsobreexpansién en
guerra por parte de los grandes paises produc
el de los bienes agricolas, objeto de una
losafios de
tores, como Canad y Estados Unidos.
En Jo que respecta al flujo de capitales, éste retomaria su
vigor después de la guerra, aunque ahora el principal pres-
tamista, como en los afios del eonflicto, seguiria siendo Es
tados Unidos. Sin embargo, como repetidamente se ha di-
cho, sus exportaiones de capital ban aunadas a una
estructura econdmica mucho menos abierta que lade Ingle
terra cuando ostentaba el liderazgo, lo que impedtia que los
de
pa
afrontar sus pagos, Esto aventuaba la dependencia de gran
parte de los paises respecto de la continuidad de los flujos
financieros estadounidenses. Bl retorno de la libra ala pari-
dad de preguerra protendié generar, através del mercado de
Londres, un contrapeso en el sistema financiero intern
dores, a través de la colocacién de sus productos en el,
acreedor, se procurasen los medios suficientes para
nal. Sin embargo, el deteriora del entarno macrnecondmico,
las altas tasas de interés y una recurrente volatilidad de los
capitales fueron los rasgos mis visibles de una frgil arqui-
tectura que no iba a poder sobrevivir al estallido del crack
bursatil de Estados Unidos en 192
Elescenario econémico y los sectores productives: el fin
de la expansién horizontal y la alternancia de los ciclos
ganadero y agricola
Sil contexto internacional
gentina a partir de 1914 se presi
el que se desenvolvi6 la At-
t6 particularmente inesta-
bley con una restauracién precaria e incompleta de los me
canismos que habian operado en el periodo previo, el marco
territorial, que antes habia coadyuvadoa la expansién, ahora
también dejé de tener un papel tan distintivo, La puesta en
explotacién de la regién pampeana, que habfa sustentado el
boom agroexportador de preguerra, ya haba llegudo —en
opinién de diversos autores— a los limites de su frontera
1 términos de superticie,
enesta region
productiva, incluso antes de 1914.
el érea dedicada a la agricultura ya ganad
se mantenia —diez aflos después del estallido de la | Guerra
Laconstruceién
Mundial— en torno a los mismos valon
ferroviaria en esta regién, que habi
men de eapitales en el periodo previo, se redujoa niveles m
ada o complementada por
atraido el mayor volu-
‘nimos, sin ser tampoco reempl
clevancia
‘matizada, Por una parte,
truccién caminera de al
una cor
No obstante, esta vision debe s
porque la superficie de uso agropecuario volvié a aumentar
cn la region pampeana, en los tiltimos afios de la década de
1920, en alrededor del 20 por ciento. Por otro lado, porque la
expansién —mucho mayor— del érea ocupada por los culti-
vos cerealeros mostraba un uso més intensivo de la tierra
Finalmente, porque hubo cambios fuera de la regién pam-
peana, o en su periferia, que mostraban la ampliacién de le
frontera agropecuaria hacia otras zonas, como el nordeste,
sobre la base de los cultivos industriales,o la Patagonia, con
tun mayor desarrollo de la erfa del lanar y el cultivo de fru-
tales. De algiin modo, esto se expresé en el volumen fisieo de
las exportaciones, que aument6 sostenidamente hasta ubi-
carse en la segunda mitad de los aifos veinte en un 50 por
ciento porsobre el nivel maximo de preguerra. En lo relative
al transporte, algunas inversiones ferroviarias, sobre todo en
dl nordeste y en la Patagonia, levadas adelante por el Estado
I desemp
nacional, habrian de tener relevancia pro:
ductivo, yen la propia regién pampeana hubo mejoras en lainfraestructura ya existente y en términos de mayor equipa-
miento. ‘también el aumento del parque de automotores,
‘que a fines de los alos veinte aleanzaba guarismos muy ele-
vvados, aunque en lo inmediato repercutié sobre todo en el
transporte urbano (iniciando una activa eompetencia con
el medio tranviario), habria de redundar en una oferta mas
diversificada para el transporte agrario.
Blimpacto inmediato dela I Guerra Mundial en el sector
‘agropecuario vino a profundizar una tendeneia esbozadaen
los aftos previas, can mn aumento del stock ganadero —s0-
bre todo vacuno— y de las tierras de pastoreo, en desmedro
del sector cerealero, Fsa tendencia, motivada entonces por
el mayor aumento de los precios ganaderos respecto de los
agricolas, se acentué a raiz de la guerra por la reduecién y el
encarecimiento de la bodega disponible. Esto favoreci6 el em-
banque de los productos de més alto valor unitario, como las
cares y otros subproductos ganaderos, en tanto el trifico in-
ternacional de cereales tendié a reorientarse en favor de Esta~
dos Unidos y Canad, ubicados a una distancia més corta.
si, Jos embarques de carne vacuna congelada, que en
1914 alearzaban las 830.000 toneladas, llegaron en 1918
‘su méximo histérico de casi 500.000, con valores superio-
res al dable de los del afio inieial. Los de lanas, aun mante-
niendo sus voldmenes, también aumentaban sus valores en
la misma proporcién, En conjunto el sector ganadero, que
aportaba poco mas del 40 por ciento en los afios dela inme-
diata pregquerra, pasé a casi el 50 por eiento entre 1918 y 1920,
constituyéndose en el polo mas dindmico de la economia,
En tanto los cereales, que habfan llegado a casi el 55 porcien-
to, retrocedan unos diez. puntos de participacién. Entre los
rubros menores hubo cambios similares: en el sector forestal,
lpr eons
Ta-eseasez de bodegas coadyuvé al reemplazo de las exporta-
ciones de rollizs por las de extracto de quebnacho, que au-
mentaron de 80.000 a 130,000 toneladas, y tres veces en
términos de valor.
Esta situacin repereutié en el uso de la superficie culti-
vada, con el traspaso de alrededor de un millén de hectéreas
sembradas con cereales en favor de la alfalfa, que con 8,4 mi-
llones aleanzé su maximo histérico, yen el aumento del sock
devacunos en la regin pampeana, en nada menos que el 60
por ciento entre 1914 y 1922. Este cambio hacia una activ
dad mas extensiva que la agricultura, sumado a otros facto:
res como la interrupcién de las inversiones extranjeras yla
caida del erédito, que ocasionaron el descenso abrupto de las
construeciones (las urbanas, pero también las de obras pii-
blicas y ferrocarriles), asi como del eomercio y los servicio
engendraron un ascenso inédito del desempleo y un efecto
‘macroecon6mico global negativo. Las estimaciones del pro~
ducto bruto de esos afios indican una eaida del orden del
10 por ciento como minimo, quese profundiz6 al doble en 1917
por el fracaso de las cosechas, y fue acompafiada de una des-
‘ocupacién urbana muy préxima, en ese aio, al 20 porciento.
La recuperaciin de la actividad econémica fue igualmen-
terapida, y en 1919 los niveles de produeto bruto se estima-
ban en paridad con los méximos de preguerra, aunque en
términos per cépita, dado el crecimiento poblacional, la
equiparacién habria de demorarse. Esta recuperacién vino
asociadaa un nuevo cambio de escenario. A partir de la cri-
sis internacional abierta en 1920, los elevados valores obt
nidos con los productos eémicos se desplomaron, y el seetor
ganadeto volvié a retroceder en favor del retorno a un ma-
yor protagonismo de la actividad agricola. Los embarquesde carne congelada, que en 1918 habian redituado mas de
140 millones de pesos oro, bajaron en 1922 aapenas 20 mi-
ones, en tanto los de lana descendian a menos de la mitad,
Los valores totales de exportacién, que en 1920 habfan Ile~
gado alla inédita cifra de los 1,000 millones de délares, des-
cendieron al afo siguiente a la mitad, como resultado eom-
binado de una baja en los volfimenes yen los precios.
fsta.era la expresion de uno delos endmentos me nota
bles en el sector externo en esos afios, la elevada inestabili-
dad en los voliimenes y en los precios de las exportaciones,
que se imbricaba a su vez.con otro fenémeno, crucial para
na economia abierta como la de Argentina: los vaivenes en,
los términos de intercambio,y su marcado deterioro respec
to de los niveles de preguerra, Este deterioro, con la consi
guiente pérdida de capacidad adquisitiva, eomen76 a apre-
ciarse hacia 1916 por el mayor aumento de precios de las
manufacturas ¢ insumos que la Argentina importaba. Ad~
«quirié su contorno mas agudo en 1921-1922, cuando se ubi
«¢6 en menos del 60 por eiento det nivel de 1913, por la cai
dade los precios agropecuarios, mucho mas aguda e intensa
que la de lasimportaciones. Esta diltima seria mas bien suave
y persistente a todo lo largo de la década, lo que permiti-
rfa, hacia 192% tun retorno a los términos de preguerra,
A partir de 1930, sin embargo, la nueva crisis internacional
volverfa a acarrear un derrumbe, que habria de signar toda
ladéeada entrante
Después de 1920, emo quedé dicho, ba economia agri
cola y los cereales retomarian la delantera en el comercio
exterior, aleanzando el 5¢ por ciento del valor total de las ex-
portaciones en 1922-1924 y el 60 por ciento en 1927-1929.
El volumen miximo de 1927 (un 80 por ciento por encima
del nivel de 1912 y 1913) marearfa el mayor registro de las
exportaciones argentinas hasta la déeada de 160. Sumado
aun nuevo repunte de los precios agropecuarios, llevar otra
vera perforar la barrera de los 1.000 millones de délares en
1928. Esta expansidn se reflej6 en la superficie ocupada por
estos cultivos, que pasé de 13 2 19 millones de heetéreas ha-
cia 1929-1930, en parte a expensas de la ocupada por la al=
falfa, pero también en base a una ampliaci6n de la fronte-
a agropecuaria, El stock de vacunos se redujo, aunque en tuna
medida menor que su ampliacién previa (un 22 por ciento),
y también se redujo el de los evinos. Havia 1930, los rebaiios
‘extrapampeanos superaban por primera vez el 50 por cien:
to del total nacional, localizéndose principalmente en la re-
sin patagéniea, Algunas zonas caracteristicas de la erfa del
vino en la etapa anterior, como el sudeste de la provincia de
Buenos Aires, eran ganaidas por el eultivo del trigo.
Enel interior de la ganaderia vacuna, algunos cambios
importantes tomaban forma, Luego de la caida de las expor
taciones de bovinos congelados en 1920-1922, un nuevo
‘tem ocupaba el primer lugar, la carne enfriada o chilled
beef, destinada exclusivamente al mercado britinico, y ean
precios mas remunerativos. Todavia en 1924-1925 hubo un
repunte en los embarques del congelado, que aleanzaron a
‘equiparar en volumen, pero no ya en valor, alos del entiado,
En 1927-1928 iniciaron un dristico descenso que los ubica-
ra por debajo de la mitad, y luego de la tercera parte, de los
del chilled.
Elnuevo producto reunfa caracteristicas que determina
ron cambios importantes en los procesos previos: por st
menor duracién (45 dias hasta su consumo final) requeria del
abastecimiento continuo de vacunos engordados durantetodo el affo, lo que obligaba a una mayor especializacién,
Aquellos estancieros con los mejores campos de invernada,
capaces de sostener los forrajes durante la estacién recesi-
va, se convirtieron en los proveedores obligados. Por cierto,
se trataba en buena medida de los més grandes propietarios
rurales de la regién, muchos de ellos duefios también de ea-
bafias de reproductores y de los campos de cria donde se
iniciaba el proceso. El resto de los productores, sino tenia
capacidad para arrendar campos de invernada para comple-
tar el ciclo, debia vender su ganado a los invernadores para
su terminacién, o destinarlo al congelado o al consumo in-
temo, Este iiltimo aumenté mucho en los afios veinte, y se-
guia superando en volumen a la exportacién, aunque sus
precios desde ya eran bien inferiores.
La estructura concentrada de la propiedad de la tierra
que esta situacién expresaba puede ilustrarse con los datos
de una encuesta realizada por Gregorio Edelberg en 1923
en la provineia de Buenos Aires. De la superficie total ocu-
pada, cerca de 27 millones de hectareas eon casi 15.000 pro-
piedades, un 67,9 por ciento correspondia a las de mas de
2.500 hectireas,y un 50,6 por ciento, alas de més de 5.000
hheetéreas, cuyo niimeto era de poco més de un millar. 71 pro-
pietarios de més de 0.000 heetdreas constitufan la capula
del sector, con el 14 por ciento de la superficie total de la pro~
vincia. En su mayor parte, conformaban grupos familiares
xylos cinco primeros (Anchorena, Unzué, Pradere, Luro y Pe~
reyra lraola) sustiaban eerea de 1.600.000 heetireas. La mat
yorfa desarrollaba en sus miiltiples campos actividades diver-
sificadas. Un 40 por ciento inclufa entre ellas la invernada,
pero mayor era el néimero de los que integraban la crfa, un
50 por ciento de los easos. Notablemente, la combinacién
mas alta era la de la erfaen el eentro con la agricultura en el
sur, aspecto sobre el que volveremos més adelante
Esta estructura de propiedad presentaba una coneentra~
cin notablemente més alta que la de las explotaciones in-
formadas por los censos. En 1914, en toda la region pampea-
na, las unidades de més de 5.000 heetéreas absorbian el 33
por ciento de la superficie total, y solo incluyendo las de mas
de 1.000 se superaba el 50 por ciento, En Ja muestra de
Edelberg, un ejercicio similar darfa cerca del 80 por ciento
del total. En todo caso, era entre las explotaciones inferiores
1.000 hectareas (la mayoria de ellas, formando parte de
propiedades mis grandes) donde se afineaba la agricultura.
El 61 por ciento de Ia superficie comprendida en ese rango
correspondia a unidades de 100 le produe-
tores que usaban mano de obra familiar: Las de 500 a 1.000
hectireas, con un estatus socioeconémico superior, abarea~
ban otro 25 por ciento. En el censo de 1987, que recogia en
la.déeada anterior, ol imero
itegorias habia
parte los eambios ocurridos
de explotaciones correspondiente a ambas ¢
aumentado en un 40 por ciento y su superficie en un 46 por
ciento, aexpensas de una reduccién muy fuerte en el nvime-
ro de unidades de més de 1.000 heet ;
Esta desconcentracién relativa de las explotaciones fue
acompafiada de un cambio, mas tenue, en la estructura de la
propiedad. Unos relevamientos oficiales de chaecras dedicadas
al trigo yal lino en la regién pampeana mostraban, entre 1912~
1913 y 1928-1929, un fuerte aumento en ef ndimero de unida-
des de 83.800 a mas de 151.000. Las explotadas por propie~
tarios pasaron de representar el 32,7 por ciento en el primer
aiio, al 38,6 por ciento en el segundo, Por otro lado, un deta-
le de las ventas de tierra realizadas a partir de 1916 en lamisma region mostraba que un 45 por ciento de la superfi-
Cie habia sido adquirida en parcelas inferiores a 1.000 hee-
tiireas, No puede dejar de verse en esto los resultados de una
cierta capacidad de acumulacién por parte de las catego-
rfas de chaeareros aludidas més arriba, asi como de las nue-
vas facilidades otongidas por el gobierno radical para acceder
sala propiedad mediante créditos hipotecarios oficiales, En
los afi subsiguientes ala crisis el porcentaje de propietarios
agricolas retnocedié y, de acuerdo al eenso de 1937, se ubiea-
ban la regién pampeana en el 35,¢ por viento,
Un trabajo sobre el sudeste de Buenos Aires permite avi
vorar algunas caracteristicas de estos productores, En su
gran mayorfa arrendatarios, la mitad tomaban superficies
mayores de 250 heetéreas, y presentaban un perfil niti-
damente empresarial: solian contar con un importante ca-
pital propio, sobre todo en maquinaria, yestrategias produc-
tivas que podian incluir actividades ganaderas, por un lado,
yl combinacién de arriendo con pequetia propiedad, por el
otro, La conversion de este distrito desde la ganaderia ovina
al trigo trajo una lgica distinta que la gutada por la estan-
cia vacuna mixta, y era posible encontrar, de hecho, una
gran continuidad de estos chaeareros en las mismas paree-
Jas, La importante inversién en maquinarias mosteuba el
peso que seguia teniendo la mecanizacién en el desempe-
ho agricola, particularmente en lo que a la recoleccién se
refiere, En este periodo, algunos implementos, como la cor-
tadora, illadora y espigadora, fueron reemplavados por
Ta cosechadora para el trigo y el lino. A su difusién vino uni-
da la introduccién de una cantidad similar de tractores
20.000 unidades), lo que, juntamente con la difusion del
camién y el automdvil, permitié atender las necesidades de
traceién de una superficie cultivada que se habia expandido
en. un 50 por ciento, sin aumentar easi el stock de equinos,
y ahorrando tierra que de otro modo habria debido asignarse
{su pastoreo.
Fuera de la regin pampeana, es dable destacar el ere-
ciente papel de los cultivos industriales, La superficie ocu~
pada entre 1914-y 1929 se incrementé en ttn 80 por cient
xy mis atin los rendimientos, de modo que su partieipacién
en el valor de la produecién agricola nacional ascendié del
25 al 35 por cient, Los 1nds destacados segutan siendo la
vitivinicultura y la cafta de azticar, En ambos casos la super-
ficie se amplié ligeramente, pero la produccién prctica-
mente se duplied. La vitivinicultura,localizada centralmen-
teen Mendoza y San Juan, luego de haber alcanzado los tes
millones de hectolitros en 1911, aleanzé nuevas mareas en
los aitos veinte, con un miximo de més de ocho millones de
hectolitrosen 1929. La produecién de azticar, aunque siguid
‘eniendo su centro de gravedad en ‘Tucumsn, mostri una ma-
yor participaeién de los grandes y mis modernos ingenios
crigidos recientemente en Salta y Jujuy (Leach, Ledesma, et-
cétera), La tucumana afront6 en 1914 una seria enfermedad
de la caf criolla que obligé a una sustitucién casi com:
pleta por la de Java. Los mayores rendimientos de esta tilti-
ma llevaron en 1926 a una situacién de sobreproduceién,
yala interveneién del gobierno nacional (laudo Alvear) afin
de regular el enfrentamiento entre plantadores (caiieros
‘ius Ue ingenio.
Entre los nevas cultivos merece destacarseel del algodsn,
que se expandié en el Chaco sobre terrenos dejados libres
por una actividad forestal que iba mermando a medida que
taban los quebrachales. La superficie cultivada pasé
Ande M, Rehde tan sélo 3.900 heetreas en 1914-1915 a 13.400 en 1919-
1929 ya.122,000 en 1929-1980. Junto con los nuevos plantios
de Corrientes y Misiones (tabaco, yerba, té, tung), constituyé
tuna suerte de iltima frontera agraria hacia la que se despla-
26, a plétora de colonos de
origen inmigrante. Finalmente, también debe sefialarse el
surgimiento de un polo fruticola en el alto valle del Rio Ne-
gro, La zona, que habia sido dotada de conexién ferroviaria
‘con Buenos Aires ya a fines de la década de 1890, por raz
nies militares, debié esperar a la realizacién de una serie de
obras de embalse e irrigacién para su puesta en valor. Los
agricultores radicados en pequefias explotaciones contaron
con el apoyo del Ferrocarril de Sud para la comercializacion,
y hubo también una experiencia de colonizacién desarrolla-
da por una serie de entidades financieras, con el apoyo del
gobiemo italiano.
n busca de tierras nuevas,
El sector industrial y el despegue de la sustitucin de
importaciones
Los afios de la 1 Guerra Mundial y la década de 1920 han
sido objeto de un animado debate, en lo que ataite al desem-
pefio del sector industrial. La te
aya poralgunos contemporineos, como Alejandro Bunge,
Planteaba que los afios veinte fueron una oportunidad per-
dida para impulsar la industrializacién por sustitucién de
importaciones, luego del ambiente favorable creado por
1a guerra, que hizo desparecer por unos afios la provision
europea de manufacturas. Esa tesis, retomada por algunos
autores en los afios sesenta, fue pronto puesta en cuestién,
de la «demora», sosteni-
Una de las primeras objecioues es que Ia I Guerra Mun-
dial tuvo un efecto ambiguo sobre la industria, en tanto
ocasion6 un desabastecimiento agudo de combustible, asi
como de la maquinaria e insumos necesarios. La caida de
actividades como la construccién urbana y las obras ferro-
Viarias acarreé el derrumbe de las ramas mas vineuladas, en-
tre elias la metahirgica. Hubo, por cierto, rubros, sobre todo
del sector agroalimentario y textiles, que tuvieron fuertes be-
neficios. Las exportaciones de los frigorificos crecieron enor-
+ y los lavaderos de lana, que s6lo abastecian a la
equefia industria local, pudieron procesar lana para expor-
tacién, que permitfa ahorrar bodega. Por el mismo factor,
como se dijo, se expandieron también las fabricas de extra
to de quebracho. En la industria textil, la rama de mejor
desempefio fue la lanera, que proveia frazadas y todo tipo de
Pafios al mercado interno, y pudo ahora exportar. También
se beneficiaron las pocas fabricas algodoneras establecidas,
algunas de ellas como subproducto de otras actividades (por
caso, la Compaii
ban a incentivar la explotacién agricola en el Chaco para
roveerse de una materia prima hasta entonces importada.
inel mismo sentido, dio comienzo la fabricacién de aceites,
partir de la produeeién de oleaginocas disponible. En eon
junto, de todos modos, el sector industrial retrocedié en If-
nea con el nivel de actividad general, aunque ya en 1918
habia recuperado los niveles de 1913,
Diversas estimaciones estadisticas sobre los afios veinte
sugieren que el crecimiento industrial fue enérgico, del orden
del 100 por ciento en relacién a 1913. Su participacién en el
producto total, estimada en un 15,5 porciento para 1911-1914,
habria aumentado a un 18,4 por ciento hacia 1928-1930.
(Otras estimaciones, basadas mayormente en el sector agroali-
‘menticio, plantean un crecimiento més moderado y similar
mement
feneral de Fésforos), y que comenza-
Ads M. Repayal del producto general. Sin duda, el sector de alimentos,
bebidas y abacus era con mucho el mais importante, pero log
datos disponibles del eenso de 1935 sugieren que en ese
Lervalo el mayor dinamismo pasé a otras areas, Una deellas
fie lt text algodonera, que aunque de mucho menor por=
te que en otros paises latinoamericanos (Brasil, México
continud su proceso de integracin ereando las prim
hilanderfas, a ta par que se ampliaban las tejedurias, Otra
fuela metalmeviniea, que se recuperé de su eaida y superd
ampliamente los niveles de preguerra, Su participacién en
el valor bruto de la produceién industrial pasé del 5 al 14
Por ciento, en tanto todo el sector indumentaria (ineluyen-
do las confecciones) aumenté del 11 al 21 por ciento.
Hubo, ademas, una serie de nuevos rubros, desarrollados
partir de la radicacién de filiales de compaiifas extranje~
as, en parte europeas peto sobre todo provenientes de Estax
dos Unidos. Una estimacién eontabilizaba 43 de esas radi:
caciones en la déeada de 1920, frente a 13 en los weinte aos
previos. Mas de la mitad correspondfa al sector de quimi-
a, perfumerfa y farmacéutica, asi como de articulos elée-
ticos y metdlieos. Se trataba de una nueva generacién de
articulos de consumo, que estas compaiiias buseaban im=
plantar en el mercado intemo, primero através de filales co-
mereializadoras y luego realizando localmente las iltimas
fases de la claboracién, De todos modos, ls inversiones ex-
tranjeras més cuantiosas se loealizaron, por un lado, en la
industria frigorifics y, por el otro, en rubros come plantas
de armado de automéviles, extraceidn y destilactin de pe~
Urdleo y fabricacién de eomento Portland. En estas dos tilti-
mas ramas, hacia fines de losaiios veinte, la produccién local
bhabfa logrado cubrir el 50 por ciento de la demanda interna,
aunque en cl caso del petréleu el inayor aporve fue el de una
mpresa pablica nacional, Yacimientos Petroliferos Fiscales,
que inauguré su destilerfa en 192.
Parte de los debates se originan en las politicas pablicas,
queadolecieron en estos aiios de cierto nivel de ambiggivedad
1.1 politica arancelaria, que era con mucho la més relevan-
te, estaba regida por una ley de 1905 que fijaba los precios
dereferencia, oaforos, de los bienes importados sobre los que
se aplicaban las tasas. Sin embargo, el aumento de precios
luego de 1914 provoes que esos aforos quedaran desactual
zaudos, Asi, la reeaudacién aduanera sobre el valor real de las
importaciones pas6 de un 17,5 por ciento en 1913 a s6lo un
7.5 por ciento en 1920. Ese afio se dispuso un primer reajus
tc, completado en 1923 con otro del 60 por ciento, que pe
mitié comenzar a cerrarla brecha. De todos modos, no fue
hasta 1927-1928 cuando el poreentaje sobre el valor real
de las importaciones volvi6 alos niveles de preguerra. Algu-
ws autores hau sevialado que el problema de los gobiernos
radicales fue que una elevacién de los derechos aduane-
vos iba a acarrear un encarecimiento de los consumos de st
principal clectorado, la vasta clase media de las ciudades y el
‘agro, Otros han planteado a ese respecto que el reajuste de
1923 entraiié desde entonces un viraje més industrialist,
que no seria ajeno al boom de inversiones que sobrevino en
adelante, Sin embargo, ese mismo afio se designé un nuevo
inistro de Hacienda, partidario de una politica librecam-
bista que tampoco ibaa poder abrirse paso, bisicamente por
|i oposicién parlamentaria, Finalmente, se han hecho notat
nlzos aspectos, no necesiriamente de la politica offeial, que
habrfan incidido junto alos aranceles en el nivel de protec
ci6n efectiva, Por un lado la relativa alzat de precios de lospaises proveedores de manufacturas, en relacién a la Argen=
tina, sumamente ostensible hasta 1920 pero que se mantu-
vo luego, de modo decreciente, hasta el final de la déeada.
Enseguida, la devaluacién del peso en relaci6n al délar y la
libra, que oscilé de 1921 a 192: Sy un 30 por ciento.
Por diltimo, el cambio de precios relativos de manufacturas
y productos prim
los primeros durante gran parte de los alos veinte, yere6 un
lima més propicio para su produceién local
Sentreun
arios, que implicé un enearecimiento de
Lacrisis de 1914, los problemas de las finanzas publicas
y el efimero retorno de la convertibilidad
stalido dela I Guerra Mundial, en agosto de 1914, entra-
lasuspensién de facto del funcionamiento del patron oro
por espacio de trece afios, hasta septiembre de 1927 en que
fue reestablecido efimeramente, pues habria de ser nueva~
mente suspendido al cabo de dos afios. E] mecanismo de la
convertibilidad implicaba, en el easo de una salida neta de
oro, una contraccién de la masa de papel eirculante y es0 fue lo
que sucedié en los meses previos a la primera suspension de
1914. El peso del endeudamiento externo, puiblico y privado,
cea tal que la falta de nuevos flujos de capital habia torna~
do negativo el saldode la balanza de pagos. De hecho lasitua~
cién acarred, en 1913 y 1914, una retraccién de los depésitos
bancarios, una contracei6n ain mayor de los eréditos, un
alza de las tasas de interés y un crecimiento geométrico de las
quiiebras como no habria de conocerse hasta la crisis de 1930.
El descenso de los precios de la propiedad rafz, sobr
se habian tomado eréditos en la fase ascendente, dejé a mu-
lacual
chos deudores en completa situacién de insolvencia.
aoe Xp
‘Sin embargo, y contrariando los temores de los efrculos
irigentes, la situacién del sector externo durante los afios de
la guerra resulté excedentaria, basicamente por la restric-
cién obligada en el nivel de importaciones, debido al desa~
bastecimiento externo, y al aumento de los precios de las
cexportaciones, que fue lieuando el peso de los servicios finan-
cieros, Esta situacién permitié aumentar la base monetaria
del sistema, que pas6 a funcionar d odo
con un mecanismo de convertibilidad a medias, monetizan-
do los aumentos de reservas que posibilitaban los superivit,
pero sin hacer lo opuesto cuando el sector externo cambiaba
de signo. De hecho, la ola de quebrantos disminuy6 répida
mente a partir de 1915. Sin embargo, los duros contrastes
experimentados llevaron a que el sistema bancario opera-
se con altos niveles de encaje, y menor capacidad prestable
que anteriormente,
Esto se habria de acentuar, por lo que concierne a la ban-
ca privada, cuando el cambio de la coyuntura externa a fines
‘de 1920 acarreé el cambio de signo de la balanza de pagos,
yuna severa crisis en los sectores productivos més involu
crados, particularmente el ganadero. En ese contexto, fue la
banca piblica, que a través del Banco de la Nacion Argen-
tina habfa adquirido un peso incontrastable en el sistema
(entre el 45 y el 50 por ciento de los depésitos totales en el
periodo), la qne asumié un papel més activo en el aumen-
to de la capacidad erediticia, y con nuevas lineas como la
del crédito agrario, que se implementaron por disposicién del
gobierno nacional. También el Banco Hipotecario Nacio-
nal fue asumiendo buena parte del crédito de esa indole que
en el periodo previo habfan otorgado compaiifas europeas,
ahora en una etapa de franco repliegue. Hse crédito, que
}e un largo pet
Anis M, Regaly 209‘én de cédulas sobre
anteriormente se basaba en la colo
Jos mercados externos, ahora se nutria mayoritariamente del
uy liquide mereado local.
Otro aspecto significativo concierne a la imbricacién que
fue ganando el mereado financiero local con las finanzas
luanera, porel
puiblicas. La brusca caida de la recaudacién
descenso de las importaciones durante losafios dela guerra,
acarreé un enorme déficit presupuestario en una coyuntura
que tornaba imposible finaneiarlo en el exterior, como se
hacfa antes de 1914. Cierto es que en 1914-1916 se obtuvie-
ron algunos eréditos de corto y mediano plazo, sobre todo
en Estados Unidos. Empero, el grueso del défieit debié ser
cubierto mediante la emisién de una deuda flotante local
(letras de tesorerfa) que, entregada a los proveedores del
Estado o a las propias reparticiones piblicas, que fue lleva
da.a la banca privada local para su deseuento, y redeseon-
tada por ésta ante el Banco de Ia Nacién, De este modo, un
igantesco sistema de financiamiento priblicy a través cel
sistema bancario tomaba forma. A partir de 1924, una parte
de esa deuda comenzé a ser reembolsada mediante emprés~
titos de largo plazo, emitidos prineipalmente por los grandes
baneos de Nueva York (Citibank, J. P. Morgan), que ayuda~
in externa y prepararon
ron también a mejorar la situ
el retorno ala convertibilidad, Asimismo comen7é una eo~
Jocacién de titulos internos, en pesos papel, que habria de
tener su desemboque en el publico ahorrista local, asi como
en nuevos clientes institucionales: las cajas de jubilaciones,
ereadas en cl sector piblico y el de servicios, y los propios
bancos locales. La relacién de la banca con los scetores pro-
ductivos pasaba sobre todo por el crédito comercial de cor-
to plazo, renovable indefinidamente pero pasible de ser
interrumpido ante cualquier cambio de la coyuntura, ¥ que
a juicio de observadores asemejaba a los grandes bazares
eutropeos, que propendian mecénicamentea la continuidad
de los grandes mimeros, pero no al seguimiento individua
lizado de los clientes y sus necesidades.
Elretorno a la convertibilidad fue precedido por los ilti-
mos grandes empréstitos externos del gobierno de Alvear,
cuyo producto, ala par que reembolsaba créditos del Banco
Nacidn, aportaba a ese baneo una reserva de divisas estraté
ssica para asegurar el funcionamiento del sistema Esa reser-
va, por de pronto, debia permitirle esta
cl mereado cambiario, sujetaa fuertes variaciones estaciona
sirvié de una suerte de coleh6n amortiguador al
lizarlademandaen
les,
comenzar a producirse un fuerte movimiento de salida de
oro, estimulado por las altas tasas de interés del Banco de la
Reserva Federal, que buscaba frenar la especulacién alcista
en el mercado de valores de Nueva York. Una vez agota-
du esa reserva, y antes de que comenzaran a afcetarse las de
Ta Caja de Conversién (lo que habria obligado a una con
traveién dl circulante) el gobierno de Vrigoyen declard nue~
vyamente la inconversién, Ya se habia producido el crack de
Wall Street, y aunque oficialmente se auguraba una prota
normalizacién del mereado, las noticias mostraban el eo-
mienzo de una cadena de quebrantos en ascenso.
La politica del gobierno de Yrigoyen en los meses restan-
tes hasta st detrocamiento buseé mantener el nivel de acti
Vidad econémica, impulsando al Banco Nacién a aumentar
su masa prestable, y ampliando las inversiones en obras pt
blicas atin al precio de Hevar el défcitfiseal a su nivel més
alto desde los afios de la Gran Guerra. Los funeionarios ceo
néimicos del négimen que lo sustituy6, en septiembre de 1930,habrian de intentar un retorno a los preceptos de Ia orto-
doxia monetatia y el equilibrio presupuestario, apostando
Por una vuelta al patrén oro que en pocos meses la propia
situacién internacional habria de mostrar ilusoria. La sa~
lida de Inglaterra de la convertibilidad, en julio de 1931,
abrirfa el comienzo de una nueva era de muchas incerti-
dumbres, y de profundos cambios en las reglas de juego.
Ely niin
Poblacién y sociedad
Eduardo José Miguer
Poco después de su desembareo en Buenos Aires en 1850 el
viajero francés Xavier Marmier observaba la estampa de un
gaucho a caballo que circulaba por la ciudad. En 18
mezcla de nostalgia y euforia, el diario La Nacién anuncia-
ba, en un articulo titulado «El diltimo gaucho», la gradual
desaparicin de esta figura en el espacio urbano,e incluso en
la campatia eercana, Siete afios después, cumpliendo su
anuncio de la «Campaiia al Desierto», el general Julio Roca
condujo los festejos del 25 de mayo en las orillas del rfo Ne
¢gro. Daba fin con ello a més de tres afios de intensa persecu-
cidn a los grupos araucanos independientes de las pampas,
Desaparecia la antigua frontera sur. En cierto sentido, cerra-
ba asf definitivamente una etapa de transicién para la so-
ciedad argentina, dando inicio a otra en la que las transfor-
maciones serfan aiin més intensas. En los poco mas de
treinta afios que van desde el otofio rosista hasta la llegada
de Roa a la presidencia de la Repiblica en 1880, la trans-
formacién dela integracién demogrificay del orden socioeco-
némico pampeano fue arrinconando a la vieja sociedad
criolla, simbolizada por el personaje gauchesco. El desa-
rrollo ovino en Buenos Aires, sur de Santa Fe yde Entre Rios