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Argentina La apertura al mundo j\MAPFRE roentina exhibia un Estado naelnal eonselidack Luna economia capitalista en exparsi¢ny ilaSaeledlad ding mica, Los cincuenta afios subsiguientes MafesfeR leares aur recimiento econdmie@ eles mayore \undo, la vertisinosa diversificacksmde la soeledad im pulsada por la inmigracién y expresada SOUR ERdesta pe ro cierta modernizacién cultural y Un Sist@RRIBBIES que la democracia, La in sercion en e! mundo fue el motor de est ISRFBS Ber® tam bién ella, portadora de crisis €conGAteaa egBOIBSIESS, Ic La coleccién Américo Latina en a Histor e@ntemporanes es uno de los proyectos editorials MBs IMBortantes dels sitimas décadas y una aportaci@n efiginal ¥ novedOsa 2 io historiografa sobre América Latinajen a/GUe Fan partici is de 400 historiadones dé Alvets08 Baise Presen to una vision plural y accesible 6 la fistoris eontempors vos de os naciones latinoameeanas =ineluyendo aqvelas otras, europeas o americanasyauemas Ran aportado 4 sy oe evalzacisn y evel as elaves BOllESS; S0ces, eco nomicas y culturales ue am determinado su trayectoria + on el muntdo.gue hey @20B=- ado mi MERICA LATINA TOMO 3 _ 1880/1930 NLA HISTORIA (ON TEMPORANEA eae tir L Argentina La apertura al mundo entina dirigido po ween Ly eer ee Need elt taurus \MAPFRE | AMERICA LATINA EN LA HISTORIA, JCONTEMPORANEA Argentina TOMO 3_1880/1830 La apertura al mundo taurus UNMACMARP ERE v El proceso econémico Andrés M. Regalsky La gran expansién (1880-1914) El comercio y las finanzas internacionales: una fuente de oportunidades para la nueva Argentina Entre 1880 y 1914 la economfa argentina registré una for- midable expansién, superior ala de cualquier otro periodo de su historia. En esos affos, en los que la poblacién se tri- plied holgadamente, el valor de las exportaciones aumen- té nueve veces, la red ferroviaria catorce veces y el producto bruto estimado se multiplieé por més de diez. Este desem- peo, sélo comparable con lo que por entonces ocurria en algunas regiones de asentamiento reciente (Canada, Austra- liay, anteriormente, Estados Unidos), tuvo en comin con esos paises la puesta en explotacién de una amplia superficie de tierras, recientemente incorporadas al orden politico y eco- rnémieo establecido. En cualquier caso, estas experiencias no pueden expli sin una referencia al contexto internacional en el que tuvieron lugar, signado por una ampliacin sin preeedentes en el comercio y las finanzas mundiales, en lo que se ha ten- ido a reconoeer como la primera era de la «globalizacién. Entre 1850 y las visperas del estallido de la | Guerra Mun- dial, la suma de exportaciones e importaciones aument6 de 1.000 a 50.000 millones, superando con ereces el propio vance dela produccién mundial de bienes, mientras que la cexportacién anual de capitales pasé de 120 a 1.200 millones anuales, acumulando un total de 45.000 millones hacia 1914, Uno de los aspectos mAs significativos fue el cambio en Jacomposicién de los bienes comercializados. Si el motor del comercio siguié siendo, como en la primera mitad del siglo xix, 1 intercambio entre las manufacturas provistas por los paises industrializados de Europa, y una gama de produe- tos primarios provenientes de una lua buena parte de las otras regiones del globo, las mayores diferencias se verificaron en el interior de ambas categorias. De un lado por la ineidencia, entre las manufacturas, de los bienes intermedios y de capital, antes ausentes; del otro, por la aparicién en un primer plano, entre los productos pri- ratios, de una serie de bienes agi Tanas, carnes), asi como minerales de uso indus- trial, en reemplazo de los que antes eran objeto de la mayor demanda, fundamentalmente aquellos de los que Europa no podia ahastecerse localmente (productos agricolas de clima célido, metales preciosos).. rmplia periferia, que in- colas de elima templado (coreale Estas transformaciones pueden relacionarse sin duda con los efectos de lango pkazo de la Revolucidn Industral ini- iad a fines del siglo xvu, ELavanee de la industrializacion, alapar de la urbanizaci6n, primero en Inglaterra y luego en otra serie de naciones europeas (Alemania, Bélgiea, Franc’ entre los mais destacados), fue inerementando sus necesid des de materias primas y alimentos en una medida tal, que lossllevé a ampliar el radio de los abastecimientos externos, \ = afin de complementary Inego sustituir, la produecién cola interna, cada vez més insuficiente. Detras de este fend- meno hubo otro que lo hizo posible: el abaratamiento en el costo del transporte, producto de las innovaciones que la aplicacién del vapor y la mejora en los medios tradiciona- les acarreé en ka navegacién de ultramar y en el transporte terrestre (los ferrocartiles). Esto tornaba por primera ver via~ ble la movilizacién a grandes distancias de bienes de bajo valor unitario y consumo masivo. Al mismo tiempo, la puesta en produccin de las nuevas sgiones mas alejadas, en un lapso relativamente breve, re= quirié un enorme esfuerzo de financiamiento que fue aporta- do por los paises més preeozmente industrializados (sobre todo Inglaterray Francia), a través de una vigorosa corrien- te deexportacién de capitales, en una escala superior a todo o conocido. Y en la medida en que se trataba de regiones relativamente despobladas, dio lugar a un flujo migratorio para la provisién de mano de obra,en tna escala igualmente inédita. Entre 1880 y 1913 se estima que emigr6 de Europa, principalmente con destino a estas regiones, una media demas de 900.000 personas, frentea un promedio de 0.000 que lo habian hecho en los treinta afios previos, Yy unos 110,000 entre 1820 y 1850. n cuanto a la exportacion de capitales, la magnitud de su escala se vio posibilitada por el grado de acurnulacién de capital que el propio proceso de industrializacién haba po- sibilitado en los paises que mis tempranamente hab didoala Revolucién Industrial, particularmente Inglaterra construccién de ferrocarriles en Europa entre anu 2 y Francia. Li los decenios de 1830 y 1850 fue un hito decisivo, en tanto ros hasta ‘que sirvié para consolidar unos mereados finan Ans Ress 2 entonees restringidos a unas pocas operaciones con papeles piiblicos. Estos mereados se volvieron disponibles para las nuevas operaciones en ultramar en cuanto los requerimien- ‘os internos de inversién en los paises involucrados y en las naciones vecinas eomenzaron a desacelerarse, hacia las dé- cadas de 1860 y 1870. Esto acarred un cambio en las regiones de destino de los capitales europeos, que fue iniciado por Gran Bretaiia, el pais con mayor vocacién ultramarina, y luego acompaiia- do por los otros grandes exportadores (Francia y Alemania) desde fines de los afios ochenta y més acentuadamente en los eomienzos del siglo xx. Fueron las éreas de «nuevo asen- tamiento», particularmente en el continente americano, aunque también en algunas regiones de Asia y Oceania, vel propio «lejano» este europeo (la construceién de ferrocarti- les en Rusia) los que pasaron a absorber el grueso de los nuevos fondos. El escenario de la expansién: el avance de la frontera y la formacién de! mercado nacional El escenario en el que se verificé el crecimiento econdmico de la Argentina en este periodo estuvo sustentado en dos pila- res principales: el avance de la frontera sobre las zonas oct padas por las poblaciones originarias y la unificacién de los fragmentados espacios provinciales en un mercado nacio- nal, todo lo cual redund6 en una geograffa econ6mica en permanente ampliaci¢ El avance sobre la frontera con los pueblos originarios eran proceso de vieja data que habia registrado sus prime- ros hitos, en lo que al periodo independiente respecta, con las campafias de Martin Rodriguez en la déeada de 1820 y las coordinadas por Rosas en 1833, basieamente en rela~ ci6n a los territorios pampeano-patagénicos ubicados al sur de Buenos Aires, Luego de la caida de Rosas, en 1852, sobre- vino una era de gran inestabilidad, y una serie de retrocesos yrecuperaciones que, al cabo de dos decenios, dejé la inea de fronteras casi en los mismos términos que hia zo, Fue en la década de 1870 cuando el avance territorial se torné arrollador, hasta culminar con la campatia dirigida por Roca en 1879, que liquidé los restos del poder militar indigena. Unos afios mais tarde esto se hizo extensivo a los territorios del norte, en la regién chaquefia Sin duda, un elemento clave para este avance final fie iaelcon la consolidacién del Estado nacional ocurrida en los aftos previos, de la Organizacién Nacional, y que tuvo como uno de sus instrumentos principales al ejéeito argentino. Esta fuerza militar, fortalecida enormemente (en términos de equipamiento y disciplina) durante el desarrollo de la gue- ra del Paraguay (1865-1870), puda romper el equilibrio de fuerzas que hasta entonces se mantenia en la frontera indi- ‘gena, a la par que avanzar en la represién y diseiplinamien- to de las tiltimas rebeldfas provineiales (cuyo episodio final fue el levantamiento portefio de 1880; ver eapftulo «La vida politica») De todos modos la ocupacién militar fue el punto de par- tida de un proceso de puesta en explotacién de los nue- \os territorios, que no se habria de completar hasta las vis peras de la I Guerra Mundial (y en algunas areas, hasta los aiios posteriores a esa gran conflagraciGn). fue la acclerada y masiva privatizaciOn de las tietras por par~ tedel Estado, que a comienzos de los afios ochenta practi- camente ya habia finalizado. La financiacién de la tiltima primer paso Ane M. Reg 1 campatia mili fn de honos con derechos sobre las nuevas tierras, fue uno de sus capitulos més lama- tivos, que permits la concentracién de enormes superficies atin sin ocupar en muy pocas manos. Sila gran propiedad era ya predominante en la zona adyacente a la frontera des- dde mucho antes, su peso (yes la ineorporacién de los nuevos territorios. En cualquier caso la explotacién econdinica de estas tie- rras iba a ser un proceso mucho mas paulatino, en el que ta llegada de los pobladores y la construcei6n de las vias f6- n comuni s mercados fueron los fuetores decisivos. Este proceso sentaria las ba~ ses para la constitucién de una nueva regién econémiea re- Tevante, la pampeana, sobre la base de las provineias que conformaban el antiguo «litoral de los ros» (Buenos Aires, Entre Rios y Santa Fe), alas que se sumaban ahora la pro- vincia de Cérdoba y el territorio de La Pampa. La superficie incorporada gracias al fin de la frontera indigena habia mas ‘que duplicado su extensién original Laconstrucein de ferrocartiles en los nuevos territorios tendria lugar a partir de fines de los aftos ochenta y a prin- cipios del siglo xx. Antes de eso, el ferrocarril tuvo un papel igualmente decisivo en otro proceso crucial, el de la unifica- ci6n de los espacios provinciales. Uno de los factores en esta unificacion —a la vez que el correlato institucional— fue, sin duda, la articulacién de los poderes provinciales en torno al gobierno nacional, dentro de un federalismo restringi do, Diversas medidas, algunas tomadas muy tempranamen= te, como la supresién de las aduanas interiores (en la década de 1850), y otras mas tardias, como la Ley de Creacién del ala) se vio incrementado con reas que aseguraran i6n con ly Banco Nacional, en 1872, y la unifieacién monetaria de 1881, tuvieron también sn parte. Sin embargo, lo mas deci sivo fue la ruptura del aislamiento geografico que impontan las grandes distancias a través de las nuevas vias férreas. A partir de 1870 esta red ferroviaria fue interconectando las diversas eapitales provinciales, y enlazéndolas con los mercados del litoral. Desde el primer emprendimiento, el del Ferrocartil Central Argentino, destinado a unir Cordoba con la ciudad y puerto del Rosario (y disefiado en tiempos de Urquiza, cuando Parané era todavia la capital de la Confede- racién), el papel del Estado nacional fue decisivo. En el caso de esta linea, lo fue por la euantia de los beneficios promo- cionales otorgados para asegurar su ejecucién (que inclufa asimismo la suseripeién de una parte del capital necesario). En los sucesivos ferrocarriles, el Andino, habilitado a partir de 1873, yel Central Norte (de Cérdoba a Tucumén), en 1876, 1 Fstado asumié directamente el costo desu financiamiento, y luego de algunas hesitaciones, también se ocupé de su ex- plotacién. El proceso se completé a mediados de la déeada de 1880 con lalllegada del Andino a Mendoza y San Juat con las prolongaciones y ramales del Central Norte 0 del Estero, Catamarea, La Rioja, Salta y Jujuy. Para enton~ ces, dos lineas inglesas (Buenos Aires y Rosario, Buenos Aires al Pacifico) permitian Ia conexién de estos dos sistemas (has- taentonces tributarios de Rosario) con la capital portefia. Las herramientas de la expansién: la «migracién de fac- tores», el papel de las inversiones y la puesta en marcha de una infraestructura basica De las lineas anteriores puede entenderse el papel decisivo ‘que la migracién de «factores» (capital y trabajo) desempe- 6 en la puesta en explotacién de los nuevos territorios, AndhésM. Regaly ca Desde entonees, la aflnencia de una inmigracién masiva, de pobladores mayoritariamente europeos, fue uno de los fe- némenos salientes no s6lo en la economia, sino en la vida social, politica y cultural de la Argentina de todo el periodo, En lo que aqui concierne, es importante destacar su inci- dencia en dos planos: en la formacién y ampliacién de un mereado de trabajo, y en el de un mercado de consumo ma- sivo en los grandes centros urbanos y en todo el territorio nacional. En el primer aspecto, baste decir que la Argentina, a diferencia de otras economias latinoamericanas curacteri- zadas por la presencia de una poblaeién trabajadora «exce~ dentaria» que presionaba hacia abajo el nivel salarial y las condiciones de trabajo, present6 a lo largo de east todo el periodo una escasez.relativa de mano de obra que contribu- ‘y6.a mantener elevados niveles salariales y que, consiguien- temente, estimulé la inmigracién Esto no obsta para que hubiera excedentes de mano de ,y aun desocupacién lisa y Ilana en algunos momentos del periodo, coincidentes con agudas crisis (1890-1891, 1916-1917), y notables fhuetuaciones estacionales, vincula- das en este caso con la coneentracién de la campaia agricola en unos pocos meses del aio. Algunas de estas alternativas pueden visualizarse en la historia del movimiento obrero y en la historia socal agrara. Al comienzo del periodo, eran notables las dificultades para organizar a los obreros urbanos, que rapidamente perdian su condicién de tales por las facilidades para establecerse por cuenta propia y adquirir la propiedad de un terreno, so- bre todo entre los que disponfan de un oficio, También es sez y carestia de mano de obra permanen- in influy6 en la difusién de relaciones sabido que la es tey de cierta calif contractuales que sustituycron a las salariales en buena par- te del agro pampeano: los contratos de aparceria y medieria cen laerfa de ovinos, desde los alos sesenta, yen la agricultu- radesde fines de los aifos och No obstante, ya a partir de la crisis de 1890 algunos pa metros empezaban a cambiar. La paralizacién de obras piiblicas y privadas a partir de ese ato trajo una gran deso- cupacién, que contribuyé a frenar la inmigracién luego de varios afios de afluencia en una escala jams vista (en 1889 hubo un saldo neto de 220.000 inmigrantes, sobre una po- blacién total que no debia exceder en mucho los tres mi- Hones de habitantes). Al mismo tiempo, la inflacion interna que derivé de la gran depreciacién monetaria no pudo ser seguida sino con retraso por los salarios: hacia mediados de Jos afios noventa el indice salarial apenas superaba el de co- mienzos dela década anterior. A eomienzos del siglo xx, otra oleada de inmigraci6n masiva (un millon y medio de perso- nas entre 1904, 1913) real, que hacia 1912 habrfan superado en no més de un 60 por ciento os de treintaaffosatras, y denotaban yan merea- do de trabajo suficientemente abastecido, Finalmente, el ci- ‘olvi6 a contener los indices del salario clo de crisis ¢ inflacién durante la guerra, junto a un ene recimiento del costo de vida, redujo el poder adquisitivo de Jas remuneraciones en un 50 por ciento, mientras que la reac tivacién econémica y una cierta deflacién en los aiios veinte lev a un aumento de los salarios reales por sobre el nivel de 1912, eetimado en alrededor de un 30 por ciento, en un contexto en el que los flujos migratorios retomaban su im- pulso (cerca de un millén de personas en la década de 1920) En cuanto ala escala del mereado de bienes de consumo, baste decir que estos flujos migratorios permitieron duplicar AM, Rega wy Ja poblacién total entre 1870 y 1895, y nuevamente en los veinte afios subsiguientes, en tanto los valores del ingreso nacional per capita, de acuerdo a las estimaciones disponi- bles, habrian subido sostenidamente en esos mismos afios (en alrededor de un 100 por ciento y un 50 por ciento, res- pectivamente). Sumado a esto, el aumento en la tasa de ur banizacién (a la que la inmigracién contribuys, por su ma~ ‘yor propensién a afincarse en el Ambito urbano), que lev a a constitucién de densos mereados urbanos alli donde an~ tes haba una escasa poblacién dispersa, fue otro compo- rnente esencial del crecimiento econdémico de este periodo, El andlisis que del fenémeno migratorio se hace en el capf- tuo «Poblacién y sociedad» nos exime de seguir extendién- donosen el tema. En Jo que respecta ala «migracion» de capitales, es decir, la inversion extranjera, su papel es imposible de minimizar. En las fases de mayor afluencia (segunda mitad de la déca- dda de 1880 y los aitos previos a la I Guerra Mundial) aport6 una fraccién mayoritaria de la inversin bruta anual. Hacia 1914 el stock de capital extranjero colocado directamente, através de empréstitos al sector piblico, equivalia, sein céleulos de la CEPAL (Comisién Econémica para Amé Latinay el Caribe dela ONU), ala mitad del capital fijo total existente en el pat El ingreso de estos capitales tuvo un mareado cardeter ico, fuertemente dependiente de las coyunturas de auge en iacionales, asi como de la si ruuicieros inte los mereados tuacién politica y econémica local. De esta manerase pueden identificar tres grandes fases ascendentes: la primera, desde 1862 (de cuando datan las primeras compaitias britinicas constituidas para operar en la Argentina) hasta el momento wo 1 pc onto en que la crisis de 1873-1876 comend a ejercer sus efectos la segunda, desde comienzos de la década de 1880 y hasta la crisis de 1890, y la tercera desde principios del siglo xx y hasta las visperas de la I Guerra Mundial. En la primera fase seestima que ingress el equivalente a poco mas de unos 100 millones de délares corrientes, procedentes exclusivamente ado britinico, y colocados en un 60 por ciento en titulos piblicos (nacionales y provinciales) yen un 30 por ciento en valores de compaias ferroviarias. En ddimensién tal que la Argentina se transtorm6 en tno de los grandes receptores internacionales. En 1888, particular- mente, fue el principal destino de las emisiones extranjeras del m aijos ochenta la entrada de capitales asuinid una en el mayor mercado del mundo, el de Londres. Se estima que en todo el decenio ingresaron unos 800 millones de délares corrientes, provenientes sobre todo de Inglaterra, pero con una participacién no desdefiable (entre el 15 y el 20 porciento) de otros paises europeos, sobre todo de Fran- cia, Nuevamente las colocaciones en titulos piblicos fueron las mas importante ahora con poco mis del 40 por ciento del total, seguidas de cerca por las ferroviarias, que absorbie- ron algo mis de un tervio, Finalmente, en los dace afios previos a la I Guerra Mun- dal, y luego de un prolongado paréntesis por la crisis de 1890 ysuseonseeteneias a afluencia de fondos internacio- nales volvi.a tomar intensidad, estimsindose en unos 2.000 millones, lo que volvig a ubicar a ha Argentina como el prin- cipal receptor de inversiones externas en Amétiea Latina y uno de los 4.0 5 mas importantes del mundo, Entre los prin~ ran Bretatia, que dlaba cuenta de ms del 50 por ciento del stock de eapitales cipales paises de origen seguia estando G Adis Rega invertidos hasta 1913, seguida por Franeia, que poset casi el 20 por ciento del total, Alemania y Bélgica. También co- ‘menzaba a apreciarse, a partir del primer decenio del siglo xx, un flujo de capitales desde Estados Unidos. El primer rubro de inversiones pasé a ser el de los ferrocarriles, con algo me- nos del 40 por ciento del total, mientras que las colocaciones cn titulos bajaban a poco mas del 25 por ciento. Un abiga- rrado segmento de compafifas tertitoriales y finan servicios ptiblicos urbanos y de manufacturas daba del 39 por clento restante. En rigor era clara una divisiou de esferas de acuerdo alas procedencias. Mientras os eapitales ingleses tenfan una posieién dominante en los ferrocartiles, yalgo mas compartida (sobre todo con los franceses) en el campo delos empréstitas pablicos, los franceses y belgas pre~ dominaban en el rubro de compaiias teritoriales yfinanci 12s, los alemanes en la generacién de electricidad y servicios urbanos conexos, y los estadounidenses se hacian presen- tes con vigor en la industria frigorifica. En definitiva esta corrente de capitales fue la que finan- cié la instalacién de una infraestructura basica, sobre todo: en el sector de transportes y comunicaciones, imprescindi- ble para la puesta en produecién de las nuevas tierras. Ast, no es de extrafiar la importancia que aleanz6 la inversion ferroviaria, Para apreciar su verdadero peso deberia sumar~ se, ala participacién que le cupo a las compatifas ferrovia~ rias extranjeras en la inversi6n total (un 96-97 por ciento en Jas dos tiltimas fases), buena parte de lo contabllizado en er préstitos piblicos, que estaban mayormente destinados a las obras piiblicas y, sobre todo, ala construceidin de ferrocar les. Esto equivaldria a alrededor de un 50 por ciento de los capitales externos colocados en el pats. ws lpr connie Enenantoa su localizaviin y earacteritiens generales, en l period inicial se caracterizaron por su reducida magnitud y su implantacién en zonas bien diferenciadas, donde res- pondieron a distintas situaciones: el desarrollo de la produc ibn lanera en el sur de Buenos Aires (Ferrocarril del Sud), el Lrafico entre el litoral ye interior y las perspectivas de coloni- zacién agricola (Central Argentino), el surgimiento de rutas -sen torno las grandes vias fluviales del Parandiy Uruguay (Este Argentino y Ferrocarrl a Campana) el creci~ miento del mercado urbano de Buenos Aires (Ferrocarriles Norte y Ensenada). Hacia 1880, la ongitud total de la re fe- rroviaria era de unos 2.500 kilometros, de los que la mitad correspondian a las Kneas construidas por el gobiemo nacio- nal yel de la provincia de Buenos Aires (el Ferrocarril Oeste). Enla segunda fase, la magnitud de as inversiones se incre ‘menté sensiblemente, y hacia 1892 la longitud total de la red aleanzaba los 12.500 kilémetros, de los cuales menos del 10 porciento correspondlian a so de privatizaciones habia enajenado las principales lineas no, y de una demanda no menos significativa impulsada por el gran dinamismo de la obra piiblica y la construccién. Bl caracter de los empresarios del sector ha sido objeto de atencién y polémica, Es notable al respecto la presencia de los inmigrantes, més del 80 por ciento en el censo de 1895, y del 60 por ciento en el de 1914. Asimismo, debe destacarse el peso de los pequeiios talleres, que legaban, aiin en 1914, a un promedio de 8 trabajadores por empresa. De hecho se ha tendido a contrastar el conjunto de grandes agroindustriales del interior del pais, eontrolado por inte~ grantes de las lites tradicionales,y un abigarrado emprest~ viado de origen inmigrante en las grandes ciudades, a cargo de pequefios talleres manufactureros, y sin un equivalente mpresas peso politico y social. Este diltimo sector era sin embargo mucho mis heterogénco: del amplio universo de pequefios empresarios inmigrantes, habia emergido un niicleo que logré realizar un sendero de acumulacién hasta constituir grandes establecimientos, como el de la metalirgica de Pe- dro Vasena. Tambien se asistié al desembarco de empresa- rios o inversores externos, eventualmente asociados eon ‘otros locales, como en las textiles Dell’Acqua y Alpargatas cada vez més, ala transferencia de capitales desde m actividad comercial y financiera previa que, en los casos de Devoto, Torquist, y Bunge y Born, daria lugar a poderosos grupos econdmicos diversificados. La politica paiblica ejereié una gran influencia en el de- sempefio del sector. En ese sentido, debe hacerse notar que ie el viraje en la politica arancelaria dispuesto bajo el gobiemo de Avellaneda, en 1876-1877, ya no hubo més re~ torno a una politica librecambista, que habia predominado cn su expresién mis neta en los afios sesenta. Aunque ori- ncertidumbres que Ia erisis de 187: s posibilidades sginado en las dudas 1876 habia generado respe de Ia orientacién agroexportadora en curso, bria de perdurar aiin bajo el cambio de clima econémico I viraje ha- de Ins afios achenta. En parte, esto era fruto de las alianzas sociales y regionales sobre las que se habia construido el gobernante Partido Autonomista Nacional, y que tuvo entre sus balluartes a las éites de Tucunin y Mendoza, pero tam- bién lo era de las necesidades fiscales de un Estado en ex- samente con los re- pansidin, que se financiaba casi exclus cursos aduaneros. Por otro lado un nuevo ingrediente pasuba a integrar el baguje de las politica piblicas: In depreciacién que a partir de 1885 acompatio la decision del gobierno de salir del r men de convertibilidad monetaria a tasa fija, y que se acen tuaria desde 1889 con los nuevos avatares monetarios y del sector externo, Lacotizacién del peso oro, fluctuante en tor- no a 140 pesos papel entre 1885 y 1888, llegé a ubicarse por encima de los 3 pesos a partir de 1891 y hasta 1896. El des- censo del oro en los titimos aos de la deada desemboca~ hhora.a la paridad de ria en un retorno ala convertibilidad, a 2,27 pesos papel. Mientras tanto, las gravosos compromisos externos obligaron, desde 1891, a la ereacién de unos nue- vos «impuestos internos», a la vez que llevaron a un fuerte aumento de los araneeles aduaneros en wn amplio abani~ co de productos. Luego de algunos altibajos que hicieron disminuir el nivel arancelario, aunque sin levarlo alos valo- politica aduanera se habria de estabilizar con en cuya elabora- ‘adas con el sector res previo la sanei6n de la Ley de Aduanas de 1905, cid participaron algunas figuras identi industrial. Esto no implica suscebit la caractervacion de la politica aduanera vigente como globalmente proteccionis ta, aunque si como una zona gris que inclufa cléusulas f vorables a diversas actividades industriales, y no s6lo a las del scetor agroindustrial del interior. Al servicio de la modernizacién: la moneda, el crédito y los bancos. Entre la expansién y la ortodoxia En el plano monetario y financiero, la evolucidn en este pe~ riodo disté de presentar el comportamiento lineal y ascen- dente con el que aparecen otros parimetros. En términos gencrales pueden sefialarse dos grandes etapas: la de la déca da de 1880 y In que se abrié a partir de la crisis de 1890 y sus secuelas. En la primera, predominé una tendencia expansiva en materia monetaria,ligada inieialmente a un ordenamien- to general del sistema, pero que tendié a desligarse de las ba- ses ortodoxas del patrén oro que constituian el fandamen- todoctrinario de la época, Lo mismo ocurrié en el sistema de crédito, fuertemente apoyado en la banca estatal y mista, y «que priorizaba la accién de fomento por sobre los tradiciona- les preceptos de liquider.y solvencia. A partir de la crisis, laes- tampida del premio del oro y la cafda de la banea oficial y de ‘buena parte de la privada, sobrevino una etapa de acentuada ortodoxia por parte de los establecimientos supervivientes, y de fuerte restrieeién monetaria en los noventa, hasta el res- tablecimiento de la convertibilidad en 1899. No obstante, desde 1902-1903 y bajo el nuevo contexto expansivo gene «do porel boom de las exportaciones y aoleada de inversiones amplia externas, esta ortodoxia pudo convivircon un la base monetaria y una mayor oferta y flexibilidad en las con- iciones de los eréditos. La crisis, que empezé a ineubarse en el sector financiero hacia 1911 y que estallé en 1914, acarred ores dificultades para el sector de la banea privada, Y un aumento sin precedentes en el peso de la banea oficial, que habria de ser el signo distintivo en el siguiente periodo. Fl punto de partida de esta evolucién puede fijarse en la Ley de Unificacién Monetaria de 1881, que fijaba una nueva Unidad, el peso moneda nacional, v ponta fin —al menos le- galmente— a la pluralidad de monedas vigente. El contraste era marcado entre una provincia, la de Buenos Aires, tem pranamente adscripta al régimen fiduciario, y un interior apegado a la vieja moneda de plata colonial, reemplazada luego por las procedentes de Bolivia y Chile, y por emisio- nes de billetes expresados en dichas monedas. La nueva cemisi6n era otorgada a una serie de bancos, oficiales y mix- tos, que combinaban las fanciones monetarias con las del crédito comercial. Esta earacteristiea habria sido una de las principales fuentes de problemas, ya que al efectuarse la conversién por oro de los billetes, éstos entraban nueva- ‘mente ala circulacién a través del crédito, al contrario deo que indicaba la doctrina. Sea por este mecanismo o, tam- bién, por el rapido deterioro de la balanza de pagos, la con- vertibilidad tuvo una breve vida, hasta fines de 1884, y fue suspendida a pedido de los propios bancos. A partir de 1885 fue el gohierno nacianal ol que autorizé las nuevas emisiones, siempre inconvertibles. La expansién monetaria fue significativa (un 50 por ciento en los siguien- tes tres afi), pero més lo fue su distribueién, que beneticié al Banco Nacional, dependiente del poder central, en des. medro del hasta entonces mucho mAs fuerte Banco de la Provincia de Buenos Aires. La emisién constituia una parte importante de la masa prestable de los bancos, ademas de Jos depésitos del piblico. ¥ el Banco Nacional ibaa desarro- Hast aceién de fomento en el interior, donde el volumen de depésitos era sumamente exiguo. A fines de 1887 se implanté un nuevo régimen, de los denominados «Bancos Libres» 0 «Garantidos», que autori vaba la formacién de nuevos establecimientos que podian « emitir contra un depésito equivalente en oro ante el Banco Nacional. El sistema, que amplié enormen tela emisién y el crédito en el interior del pais, fe anu do como un instrumento para un ulterior retorno a la con- vertibilidad, a medida que los depésitos de oro aumentaran Sin embargo, en la medida en que los billetes segufan siendo inconvertibles, su emisin (que se aceleré respecto de los ailos previos) no haefa mas que aumentar la masa de me- dios de pagos que presionaban al alza el premio del oro. Si ceslu no ucuttid en el primer aiio (en 1888 el oro aumenté s6lo un 10 por ciento y la emisién, un 50 por ciento) fixe por la enorme afluencia de capital extranjero que hubo enton- ces, cuya magnitud (unos 250 millones de pesos oro) inere- ment6 la oferta de divisas frente a la masa de blletes circu- ante (unos 90 millones de pesos or0). ‘A partir de 1889 el premio del oro aumenté cada ver. més, al mismo tiempo que una menor entrada de capitales exter- nos mostraba la desconfianza reciente de los mercados financieros internacionales. Ese fue el telon de fondo de la crisis politica que llevé, en julio de 1890, a la Revolucién del Parque y ala renuncia del presidente Judrez,Celman. Un nuevo hito ocurri6 en noviembre, cuando Baring Brothers, con una cartera lena de titulos argentinos invendibles, debi6 ser sostenida por un consorcio de bancos formado a instan- cias del ministro del ‘Tesoro y del Banco de Inglaterra. Ante Ja caida de la institucién que se esperaba fuera a salvar situaci6n local, la devaluaciGn monetaria se aveler6, acvii- pafiada de un creciente retiro de depésitos durante el primer semestre de 1891, que oblig6 a cerrar sus puertas a los dos sigantes oficiales, Banco Provincia y Banco Nacional, y luego ‘is entidades. En los afios previos se a casi todas las dk habian multiplicado las firmas bancarias, muchas de ellas cereadas para especular en los mercados bursitil e inmobi~ liario, y algunas otras (Baneo de Italia, Nuevo Banco Italia- no, Banco Espafiol, Banco Francés, etcétera), fruto de la iniciativa de elementos mercantiles de las prineipales comu- nidades migratorias. Las mas fuertes de estas iltimas ha- brian de sobrevivir y serian, junto a los bancos extranjeros (sobre todo britanieos), las principales fuentes de erédito en losaftos siguientes. El nuevo gobierno, de Carlos Pellegrini, causcelé ul siste= made los baneos garantidos y lo reemplazé por un organis- mo estatal, a Caja de Conversion, que en los primeros afios slo pudo hi cl colapso del sistema bai de depésitos que quedaron indisponibles, hubo una feno- menal contraccin monctaria y erediticia que ayud6 a ponerle cmisiones sin respaldo, No obstante, como ario esteriliz6 una enorme masa un freno a la crisis eambiaria, qi ¢ habfa levado al peso oro por encima de los + pesos papel en oetubre de 1891. Dentro de un panorama fuertemente restrictivo, el mejoramiento de la balanza de pagos yl regociacién de los compromisos con los aereedores externos, permitirfan a partir de 1895 un descenso paulatino del tipo de cambio. Estos arreglos con los aereedores, como se vio en el api tulo sobre relaciones externas, que ineluyeron por unos afios tuna moratoria de intereses y amortivaciones, acarrearon fi- nalmente nn aumento sustancial de la deudi externa cuyo servicio volvera a incidie pesadamente et las finanzas paibli- cas, Esto motivé un firus aco intento de unificaciin de toda s,en 1901, negoeiado por Pelle- sviniy rechazado por el presidente Roca, que habria implica- la deuda a un menor inte do laafectaciin especial de todos los recursos de aduana, En ‘clo caso, el aumento de las exportaciones e importaciones, jemente de los ingresos fiscales, Fue reduciendo ‘el peso de la deuda en la primera década del siglo xx a limi tes tolerables. A ello también ayudé el retiro de unos bonos «cle consolidacién» emitidos en 1891 por un primer arre slo con los acreedores externos, que por su elevado interés tra considerado ruinoso para las finanzas piiblicas. Elaumento de las exportaciones y kt entrada de capitales externos a partir de 1903 coadyuvé, con el retorno a la con- 99, en un nuevo escenario carac vertibilidad dispuesto en 1 terizado porlos erecientes saldos favorables de la balanza de pagos. Estos saldos, que la Caja de Conversién convertia en billetes, permitieron un aumento de la emisién del orden del 150 porciento, comparable al de los afios ochenta, pero ahora con un pleno respaldo metilico. El erecimiento de los depé- sitosy los eréditos bancarios fue aiin mayor, ylos que mis se cexpandieron fixeron aquellos que eneararon ese camino mas resueltamente: los bancos privados nacionales, ereados en su mayaria por las coleetividades extranjeras en los atios ochenta, Desde 1911, este segmento empez6 averse afeetado por la desaceleracién de los flujos financieros externos, la menor liquide y un deerecimiento de los depésitos. Estos Ultimos se desplazaron hacia el gran establecimiento oficial creado después de la crisis, cl Banco de la Nacién Argentina, que durante mucho tiempo habia tenido un desemperio li mitado, pero que haba comenzado a expandir sus sucurs les por todo el pats y a Mexibilizar sus condiciones de erédi to, En 1914, tras la crisis banearia, Meg a detentar el 50 por ciento de los depdsitos de todo el sisterna Algunos cambios en las modalidades del erédito baneario centre la primera etapa de auge y esta tiltima son dignos de resaltar. En los afios ochenta, la banca oficial —el Banco Na~ cional y el Banco dela Provincia de Buenos Aires— disponia de una gran flexibilidad que le permitia legar, através de sus sucursales, directamente_a los produetores, aun alos més pe~ quefios. Las condiciones de amortizacién de largo plazo con vertfan a una parte importante de su cartera en crédito «de habilitacién, al tiempo que los bancos Hipotecario de la Pro- vincia e Hipotecario Nacional provefan —a través de la emi- sidn de cédulas, muchas de ellas colocadas en el exterior — de fondos a més largo plazo ain para los propietarios rurales y urbanos, En la década de 1900, la renovada banca oficial fue mucho més rigurosa en sus condiciones y, aunque volvi6 a cubrir de sucursales el territorio nacional (y especialmente el bonaerense), sus préstamos fueron dirigidos al comercio, yeventualmente a la ganaderfa. Una actividad emergente como la agricultura debié financiarse a través del erédito formal de las casas comerciales esparcidas por toda la cam- paia que, teniendo acceso al crédito bancario o al de grandes mayoristas, oficiaba de redistribuidor al tiempo que asumia tuna porcién no despreciable de los riesgos. Lo mismo tendié a ocurriren el mbito urbano con el sector industrial, que en todo caso tuvo acceso al crédito por la magnitud de su giro comercial antes que por su actividad manufacturera. La economia argentina en tiempos inciertos (1914-1930) Un contexto internacional turbulento: la | Guerra Mundial y la inestabilidad econémica y financiera de posguerra El stallido de a I Guerra Mundial en agosto de 1914 impli- 6 una ruptura del orden econémico y financiero vigente hasta entonces, que habria de demorar todo un decenio en restaurarse. Al mismo tiempo implie6 una serie de nove~ dades, sobre todo en lo que respecta a la intervencién del Estado en los asuntos eeonémicos, llamados a perdurar. F nalmente el orden restablecido en la segunda mitad de los \s veinte habria de revelarse sumamente frégil einesta- ble, como se pondria en evidencia a partir de los sucesos desencadenados en octubre de 1925 En lo inmediato, lairrupeidn de la guerra trajo varias no- ppensién del patron oro en casi todos los pat- ento de los mercados cambiarios y la res vedades: la ses, el dislocam triccién de los movimientos internacionales de capitales, que pronto pasaron a depender de un solo pais prestamis- ta: Estados Unidos. También las migraciones internaciona~ Jes bajaron enormemente desde que los prineipales paises de procedencia pasaron a estar involucrados en el contlie- 10, El eomercio internacional result6 sumamente afectado, de nna parte por la retraecién de la oferta de manufacturas de una serie de paises que encaminaban su esfuerzo industrial ala fabricacién de material de guerra, yla desaparicién de ciertas regiones que pasaban a ser escenario de las operacio~ nes bélicas, pero, sobre todo, por las restricciones de la na~ ; que de un lado transfirié parte de st. militares, y del otro, el de las vegacion de ultrama capacidad de bodega a us potencias centroeuropeas, result6 blogus municaciones. laen todas sus co- Lugo del conthieto, el desempeno del eomereio interna- cional distarfa de ser el de preguerra y, particularmente después de la crisis de 1920, estaria caracterizado por los altibajos y una tendencia deflacionista generalizada. Uno de los rubros en los que esto se visualizaba con més agudeza era Asis M Realy wr sobreexpansién en guerra por parte de los grandes paises produc el de los bienes agricolas, objeto de una losafios de tores, como Canad y Estados Unidos. En Jo que respecta al flujo de capitales, éste retomaria su vigor después de la guerra, aunque ahora el principal pres- tamista, como en los afios del eonflicto, seguiria siendo Es tados Unidos. Sin embargo, como repetidamente se ha di- cho, sus exportaiones de capital ban aunadas a una estructura econdmica mucho menos abierta que lade Ingle terra cuando ostentaba el liderazgo, lo que impedtia que los de pa afrontar sus pagos, Esto aventuaba la dependencia de gran parte de los paises respecto de la continuidad de los flujos financieros estadounidenses. Bl retorno de la libra ala pari- dad de preguerra protendié generar, através del mercado de Londres, un contrapeso en el sistema financiero intern dores, a través de la colocacién de sus productos en el, acreedor, se procurasen los medios suficientes para nal. Sin embargo, el deteriora del entarno macrnecondmico, las altas tasas de interés y una recurrente volatilidad de los capitales fueron los rasgos mis visibles de una frgil arqui- tectura que no iba a poder sobrevivir al estallido del crack bursatil de Estados Unidos en 192 Elescenario econémico y los sectores productives: el fin de la expansién horizontal y la alternancia de los ciclos ganadero y agricola Sil contexto internacional gentina a partir de 1914 se presi el que se desenvolvi6 la At- t6 particularmente inesta- bley con una restauracién precaria e incompleta de los me canismos que habian operado en el periodo previo, el marco territorial, que antes habia coadyuvadoa la expansién, ahora también dejé de tener un papel tan distintivo, La puesta en explotacién de la regién pampeana, que habfa sustentado el boom agroexportador de preguerra, ya haba llegudo —en opinién de diversos autores— a los limites de su frontera 1 términos de superticie, enesta region productiva, incluso antes de 1914. el érea dedicada a la agricultura ya ganad se mantenia —diez aflos después del estallido de la | Guerra Laconstruceién Mundial— en torno a los mismos valon ferroviaria en esta regién, que habi men de eapitales en el periodo previo, se redujoa niveles m ada o complementada por atraido el mayor volu- ‘nimos, sin ser tampoco reempl clevancia ‘matizada, Por una parte, truccién caminera de al una cor No obstante, esta vision debe s porque la superficie de uso agropecuario volvié a aumentar cn la region pampeana, en los tiltimos afios de la década de 1920, en alrededor del 20 por ciento. Por otro lado, porque la expansién —mucho mayor— del érea ocupada por los culti- vos cerealeros mostraba un uso més intensivo de la tierra Finalmente, porque hubo cambios fuera de la regién pam- peana, o en su periferia, que mostraban la ampliacién de le frontera agropecuaria hacia otras zonas, como el nordeste, sobre la base de los cultivos industriales,o la Patagonia, con tun mayor desarrollo de la erfa del lanar y el cultivo de fru- tales. De algiin modo, esto se expresé en el volumen fisieo de las exportaciones, que aument6 sostenidamente hasta ubi- carse en la segunda mitad de los aifos veinte en un 50 por ciento porsobre el nivel maximo de preguerra. En lo relative al transporte, algunas inversiones ferroviarias, sobre todo en dl nordeste y en la Patagonia, levadas adelante por el Estado I desemp nacional, habrian de tener relevancia pro: ductivo, yen la propia regién pampeana hubo mejoras en la infraestructura ya existente y en términos de mayor equipa- miento. ‘también el aumento del parque de automotores, ‘que a fines de los alos veinte aleanzaba guarismos muy ele- vvados, aunque en lo inmediato repercutié sobre todo en el transporte urbano (iniciando una activa eompetencia con el medio tranviario), habria de redundar en una oferta mas diversificada para el transporte agrario. Blimpacto inmediato dela I Guerra Mundial en el sector ‘agropecuario vino a profundizar una tendeneia esbozadaen los aftos previas, can mn aumento del stock ganadero —s0- bre todo vacuno— y de las tierras de pastoreo, en desmedro del sector cerealero, Fsa tendencia, motivada entonces por el mayor aumento de los precios ganaderos respecto de los agricolas, se acentué a raiz de la guerra por la reduecién y el encarecimiento de la bodega disponible. Esto favoreci6 el em- banque de los productos de més alto valor unitario, como las cares y otros subproductos ganaderos, en tanto el trifico in- ternacional de cereales tendié a reorientarse en favor de Esta~ dos Unidos y Canad, ubicados a una distancia més corta. si, Jos embarques de carne vacuna congelada, que en 1914 alearzaban las 830.000 toneladas, llegaron en 1918 ‘su méximo histérico de casi 500.000, con valores superio- res al dable de los del afio inieial. Los de lanas, aun mante- niendo sus voldmenes, también aumentaban sus valores en la misma proporcién, En conjunto el sector ganadero, que aportaba poco mas del 40 por ciento en los afios dela inme- diata pregquerra, pasé a casi el 50 por eiento entre 1918 y 1920, constituyéndose en el polo mas dindmico de la economia, En tanto los cereales, que habfan llegado a casi el 55 porcien- to, retrocedan unos diez. puntos de participacién. Entre los rubros menores hubo cambios similares: en el sector forestal, lpr eons Ta-eseasez de bodegas coadyuvé al reemplazo de las exporta- ciones de rollizs por las de extracto de quebnacho, que au- mentaron de 80.000 a 130,000 toneladas, y tres veces en términos de valor. Esta situacin repereutié en el uso de la superficie culti- vada, con el traspaso de alrededor de un millén de hectéreas sembradas con cereales en favor de la alfalfa, que con 8,4 mi- llones aleanzé su maximo histérico, yen el aumento del sock devacunos en la regin pampeana, en nada menos que el 60 por ciento entre 1914 y 1922. Este cambio hacia una activ dad mas extensiva que la agricultura, sumado a otros facto: res como la interrupcién de las inversiones extranjeras yla caida del erédito, que ocasionaron el descenso abrupto de las construeciones (las urbanas, pero también las de obras pii- blicas y ferrocarriles), asi como del eomercio y los servicio engendraron un ascenso inédito del desempleo y un efecto ‘macroecon6mico global negativo. Las estimaciones del pro~ ducto bruto de esos afios indican una eaida del orden del 10 por ciento como minimo, quese profundiz6 al doble en 1917 por el fracaso de las cosechas, y fue acompafiada de una des- ‘ocupacién urbana muy préxima, en ese aio, al 20 porciento. La recuperaciin de la actividad econémica fue igualmen- terapida, y en 1919 los niveles de produeto bruto se estima- ban en paridad con los méximos de preguerra, aunque en términos per cépita, dado el crecimiento poblacional, la equiparacién habria de demorarse. Esta recuperacién vino asociadaa un nuevo cambio de escenario. A partir de la cri- sis internacional abierta en 1920, los elevados valores obt nidos con los productos eémicos se desplomaron, y el seetor ganadeto volvié a retroceder en favor del retorno a un ma- yor protagonismo de la actividad agricola. Los embarques de carne congelada, que en 1918 habian redituado mas de 140 millones de pesos oro, bajaron en 1922 aapenas 20 mi- ones, en tanto los de lana descendian a menos de la mitad, Los valores totales de exportacién, que en 1920 habfan Ile~ gado alla inédita cifra de los 1,000 millones de délares, des- cendieron al afo siguiente a la mitad, como resultado eom- binado de una baja en los volfimenes yen los precios. fsta.era la expresion de uno delos endmentos me nota bles en el sector externo en esos afios, la elevada inestabili- dad en los voliimenes y en los precios de las exportaciones, que se imbricaba a su vez.con otro fenémeno, crucial para na economia abierta como la de Argentina: los vaivenes en, los términos de intercambio,y su marcado deterioro respec to de los niveles de preguerra, Este deterioro, con la consi guiente pérdida de capacidad adquisitiva, eomen76 a apre- ciarse hacia 1916 por el mayor aumento de precios de las manufacturas ¢ insumos que la Argentina importaba. Ad~ «quirié su contorno mas agudo en 1921-1922, cuando se ubi «¢6 en menos del 60 por eiento det nivel de 1913, por la cai dade los precios agropecuarios, mucho mas aguda e intensa que la de lasimportaciones. Esta diltima seria mas bien suave y persistente a todo lo largo de la década, lo que permiti- rfa, hacia 192% tun retorno a los términos de preguerra, A partir de 1930, sin embargo, la nueva crisis internacional volverfa a acarrear un derrumbe, que habria de signar toda ladéeada entrante Después de 1920, emo quedé dicho, ba economia agri cola y los cereales retomarian la delantera en el comercio exterior, aleanzando el 5¢ por ciento del valor total de las ex- portaciones en 1922-1924 y el 60 por ciento en 1927-1929. El volumen miximo de 1927 (un 80 por ciento por encima del nivel de 1912 y 1913) marearfa el mayor registro de las exportaciones argentinas hasta la déeada de 160. Sumado aun nuevo repunte de los precios agropecuarios, llevar otra vera perforar la barrera de los 1.000 millones de délares en 1928. Esta expansidn se reflej6 en la superficie ocupada por estos cultivos, que pasé de 13 2 19 millones de heetéreas ha- cia 1929-1930, en parte a expensas de la ocupada por la al= falfa, pero también en base a una ampliaci6n de la fronte- a agropecuaria, El stock de vacunos se redujo, aunque en tuna medida menor que su ampliacién previa (un 22 por ciento), y también se redujo el de los evinos. Havia 1930, los rebaiios ‘extrapampeanos superaban por primera vez el 50 por cien: to del total nacional, localizéndose principalmente en la re- sin patagéniea, Algunas zonas caracteristicas de la erfa del vino en la etapa anterior, como el sudeste de la provincia de Buenos Aires, eran ganaidas por el eultivo del trigo. Enel interior de la ganaderia vacuna, algunos cambios importantes tomaban forma, Luego de la caida de las expor taciones de bovinos congelados en 1920-1922, un nuevo ‘tem ocupaba el primer lugar, la carne enfriada o chilled beef, destinada exclusivamente al mercado britinico, y ean precios mas remunerativos. Todavia en 1924-1925 hubo un repunte en los embarques del congelado, que aleanzaron a ‘equiparar en volumen, pero no ya en valor, alos del entiado, En 1927-1928 iniciaron un dristico descenso que los ubica- ra por debajo de la mitad, y luego de la tercera parte, de los del chilled. Elnuevo producto reunfa caracteristicas que determina ron cambios importantes en los procesos previos: por st menor duracién (45 dias hasta su consumo final) requeria del abastecimiento continuo de vacunos engordados durante todo el affo, lo que obligaba a una mayor especializacién, Aquellos estancieros con los mejores campos de invernada, capaces de sostener los forrajes durante la estacién recesi- va, se convirtieron en los proveedores obligados. Por cierto, se trataba en buena medida de los més grandes propietarios rurales de la regién, muchos de ellos duefios también de ea- bafias de reproductores y de los campos de cria donde se iniciaba el proceso. El resto de los productores, sino tenia capacidad para arrendar campos de invernada para comple- tar el ciclo, debia vender su ganado a los invernadores para su terminacién, o destinarlo al congelado o al consumo in- temo, Este iiltimo aumenté mucho en los afios veinte, y se- guia superando en volumen a la exportacién, aunque sus precios desde ya eran bien inferiores. La estructura concentrada de la propiedad de la tierra que esta situacién expresaba puede ilustrarse con los datos de una encuesta realizada por Gregorio Edelberg en 1923 en la provineia de Buenos Aires. De la superficie total ocu- pada, cerca de 27 millones de hectareas eon casi 15.000 pro- piedades, un 67,9 por ciento correspondia a las de mas de 2.500 hectireas,y un 50,6 por ciento, alas de més de 5.000 hheetéreas, cuyo niimeto era de poco més de un millar. 71 pro- pietarios de més de 0.000 heetdreas constitufan la capula del sector, con el 14 por ciento de la superficie total de la pro~ vincia. En su mayor parte, conformaban grupos familiares xylos cinco primeros (Anchorena, Unzué, Pradere, Luro y Pe~ reyra lraola) sustiaban eerea de 1.600.000 heetireas. La mat yorfa desarrollaba en sus miiltiples campos actividades diver- sificadas. Un 40 por ciento inclufa entre ellas la invernada, pero mayor era el néimero de los que integraban la crfa, un 50 por ciento de los easos. Notablemente, la combinacién mas alta era la de la erfaen el eentro con la agricultura en el sur, aspecto sobre el que volveremos més adelante Esta estructura de propiedad presentaba una coneentra~ cin notablemente més alta que la de las explotaciones in- formadas por los censos. En 1914, en toda la region pampea- na, las unidades de més de 5.000 heetéreas absorbian el 33 por ciento de la superficie total, y solo incluyendo las de mas de 1.000 se superaba el 50 por ciento, En Ja muestra de Edelberg, un ejercicio similar darfa cerca del 80 por ciento del total. En todo caso, era entre las explotaciones inferiores 1.000 hectareas (la mayoria de ellas, formando parte de propiedades mis grandes) donde se afineaba la agricultura. El 61 por ciento de Ia superficie comprendida en ese rango correspondia a unidades de 100 le produe- tores que usaban mano de obra familiar: Las de 500 a 1.000 hectireas, con un estatus socioeconémico superior, abarea~ ban otro 25 por ciento. En el censo de 1987, que recogia en la.déeada anterior, ol imero itegorias habia parte los eambios ocurridos de explotaciones correspondiente a ambas ¢ aumentado en un 40 por ciento y su superficie en un 46 por ciento, aexpensas de una reduccién muy fuerte en el nvime- ro de unidades de més de 1.000 heet ; Esta desconcentracién relativa de las explotaciones fue acompafiada de un cambio, mas tenue, en la estructura de la propiedad. Unos relevamientos oficiales de chaecras dedicadas al trigo yal lino en la regién pampeana mostraban, entre 1912~ 1913 y 1928-1929, un fuerte aumento en ef ndimero de unida- des de 83.800 a mas de 151.000. Las explotadas por propie~ tarios pasaron de representar el 32,7 por ciento en el primer aiio, al 38,6 por ciento en el segundo, Por otro lado, un deta- le de las ventas de tierra realizadas a partir de 1916 en la misma region mostraba que un 45 por ciento de la superfi- Cie habia sido adquirida en parcelas inferiores a 1.000 hee- tiireas, No puede dejar de verse en esto los resultados de una cierta capacidad de acumulacién por parte de las catego- rfas de chaeareros aludidas més arriba, asi como de las nue- vas facilidades otongidas por el gobierno radical para acceder sala propiedad mediante créditos hipotecarios oficiales, En los afi subsiguientes ala crisis el porcentaje de propietarios agricolas retnocedié y, de acuerdo al eenso de 1937, se ubiea- ban la regién pampeana en el 35,¢ por viento, Un trabajo sobre el sudeste de Buenos Aires permite avi vorar algunas caracteristicas de estos productores, En su gran mayorfa arrendatarios, la mitad tomaban superficies mayores de 250 heetéreas, y presentaban un perfil niti- damente empresarial: solian contar con un importante ca- pital propio, sobre todo en maquinaria, yestrategias produc- tivas que podian incluir actividades ganaderas, por un lado, yl combinacién de arriendo con pequetia propiedad, por el otro, La conversion de este distrito desde la ganaderia ovina al trigo trajo una lgica distinta que la gutada por la estan- cia vacuna mixta, y era posible encontrar, de hecho, una gran continuidad de estos chaeareros en las mismas paree- Jas, La importante inversién en maquinarias mosteuba el peso que seguia teniendo la mecanizacién en el desempe- ho agricola, particularmente en lo que a la recoleccién se refiere, En este periodo, algunos implementos, como la cor- tadora, illadora y espigadora, fueron reemplavados por Ta cosechadora para el trigo y el lino. A su difusién vino uni- da la introduccién de una cantidad similar de tractores 20.000 unidades), lo que, juntamente con la difusion del camién y el automdvil, permitié atender las necesidades de traceién de una superficie cultivada que se habia expandido en. un 50 por ciento, sin aumentar easi el stock de equinos, y ahorrando tierra que de otro modo habria debido asignarse {su pastoreo. Fuera de la regin pampeana, es dable destacar el ere- ciente papel de los cultivos industriales, La superficie ocu~ pada entre 1914-y 1929 se incrementé en ttn 80 por cient xy mis atin los rendimientos, de modo que su partieipacién en el valor de la produecién agricola nacional ascendié del 25 al 35 por cient, Los 1nds destacados segutan siendo la vitivinicultura y la cafta de azticar, En ambos casos la super- ficie se amplié ligeramente, pero la produccién prctica- mente se duplied. La vitivinicultura,localizada centralmen- teen Mendoza y San Juan, luego de haber alcanzado los tes millones de hectolitros en 1911, aleanzé nuevas mareas en los aitos veinte, con un miximo de més de ocho millones de hectolitrosen 1929. La produecién de azticar, aunque siguid ‘eniendo su centro de gravedad en ‘Tucumsn, mostri una ma- yor participaeién de los grandes y mis modernos ingenios crigidos recientemente en Salta y Jujuy (Leach, Ledesma, et- cétera), La tucumana afront6 en 1914 una seria enfermedad de la caf criolla que obligé a una sustitucién casi com: pleta por la de Java. Los mayores rendimientos de esta tilti- ma llevaron en 1926 a una situacién de sobreproduceién, yala interveneién del gobierno nacional (laudo Alvear) afin de regular el enfrentamiento entre plantadores (caiieros ‘ius Ue ingenio. Entre los nevas cultivos merece destacarseel del algodsn, que se expandié en el Chaco sobre terrenos dejados libres por una actividad forestal que iba mermando a medida que taban los quebrachales. La superficie cultivada pasé Ande M, Reh de tan sélo 3.900 heetreas en 1914-1915 a 13.400 en 1919- 1929 ya.122,000 en 1929-1980. Junto con los nuevos plantios de Corrientes y Misiones (tabaco, yerba, té, tung), constituyé tuna suerte de iltima frontera agraria hacia la que se despla- 26, a plétora de colonos de origen inmigrante. Finalmente, también debe sefialarse el surgimiento de un polo fruticola en el alto valle del Rio Ne- gro, La zona, que habia sido dotada de conexién ferroviaria ‘con Buenos Aires ya a fines de la década de 1890, por raz nies militares, debié esperar a la realizacién de una serie de obras de embalse e irrigacién para su puesta en valor. Los agricultores radicados en pequefias explotaciones contaron con el apoyo del Ferrocarril de Sud para la comercializacion, y hubo también una experiencia de colonizacién desarrolla- da por una serie de entidades financieras, con el apoyo del gobiemo italiano. n busca de tierras nuevas, El sector industrial y el despegue de la sustitucin de importaciones Los afios de la 1 Guerra Mundial y la década de 1920 han sido objeto de un animado debate, en lo que ataite al desem- pefio del sector industrial. La te aya poralgunos contemporineos, como Alejandro Bunge, Planteaba que los afios veinte fueron una oportunidad per- dida para impulsar la industrializacién por sustitucién de importaciones, luego del ambiente favorable creado por 1a guerra, que hizo desparecer por unos afios la provision europea de manufacturas. Esa tesis, retomada por algunos autores en los afios sesenta, fue pronto puesta en cuestién, de la «demora», sosteni- Una de las primeras objecioues es que Ia I Guerra Mun- dial tuvo un efecto ambiguo sobre la industria, en tanto ocasion6 un desabastecimiento agudo de combustible, asi como de la maquinaria e insumos necesarios. La caida de actividades como la construccién urbana y las obras ferro- Viarias acarreé el derrumbe de las ramas mas vineuladas, en- tre elias la metahirgica. Hubo, por cierto, rubros, sobre todo del sector agroalimentario y textiles, que tuvieron fuertes be- neficios. Las exportaciones de los frigorificos crecieron enor- + y los lavaderos de lana, que s6lo abastecian a la equefia industria local, pudieron procesar lana para expor- tacién, que permitfa ahorrar bodega. Por el mismo factor, como se dijo, se expandieron también las fabricas de extra to de quebracho. En la industria textil, la rama de mejor desempefio fue la lanera, que proveia frazadas y todo tipo de Pafios al mercado interno, y pudo ahora exportar. También se beneficiaron las pocas fabricas algodoneras establecidas, algunas de ellas como subproducto de otras actividades (por caso, la Compaii ban a incentivar la explotacién agricola en el Chaco para roveerse de una materia prima hasta entonces importada. inel mismo sentido, dio comienzo la fabricacién de aceites, partir de la produeeién de oleaginocas disponible. En eon junto, de todos modos, el sector industrial retrocedié en If- nea con el nivel de actividad general, aunque ya en 1918 habia recuperado los niveles de 1913, Diversas estimaciones estadisticas sobre los afios veinte sugieren que el crecimiento industrial fue enérgico, del orden del 100 por ciento en relacién a 1913. Su participacién en el producto total, estimada en un 15,5 porciento para 1911-1914, habria aumentado a un 18,4 por ciento hacia 1928-1930. (Otras estimaciones, basadas mayormente en el sector agroali- ‘menticio, plantean un crecimiento més moderado y similar mement feneral de Fésforos), y que comenza- Ads M. Repay al del producto general. Sin duda, el sector de alimentos, bebidas y abacus era con mucho el mais importante, pero log datos disponibles del eenso de 1935 sugieren que en ese Lervalo el mayor dinamismo pasé a otras areas, Una deellas fie lt text algodonera, que aunque de mucho menor por= te que en otros paises latinoamericanos (Brasil, México continud su proceso de integracin ereando las prim hilanderfas, a ta par que se ampliaban las tejedurias, Otra fuela metalmeviniea, que se recuperé de su eaida y superd ampliamente los niveles de preguerra, Su participacién en el valor bruto de la produceién industrial pasé del 5 al 14 Por ciento, en tanto todo el sector indumentaria (ineluyen- do las confecciones) aumenté del 11 al 21 por ciento. Hubo, ademas, una serie de nuevos rubros, desarrollados partir de la radicacién de filiales de compaiifas extranje~ as, en parte europeas peto sobre todo provenientes de Estax dos Unidos. Una estimacién eontabilizaba 43 de esas radi: caciones en la déeada de 1920, frente a 13 en los weinte aos previos. Mas de la mitad correspondfa al sector de quimi- a, perfumerfa y farmacéutica, asi como de articulos elée- ticos y metdlieos. Se trataba de una nueva generacién de articulos de consumo, que estas compaiiias buseaban im= plantar en el mercado intemo, primero através de filales co- mereializadoras y luego realizando localmente las iltimas fases de la claboracién, De todos modos, ls inversiones ex- tranjeras més cuantiosas se loealizaron, por un lado, en la industria frigorifics y, por el otro, en rubros come plantas de armado de automéviles, extraceidn y destilactin de pe~ Urdleo y fabricacién de eomento Portland. En estas dos tilti- mas ramas, hacia fines de losaiios veinte, la produccién local bhabfa logrado cubrir el 50 por ciento de la demanda interna, aunque en cl caso del petréleu el inayor aporve fue el de una mpresa pablica nacional, Yacimientos Petroliferos Fiscales, que inauguré su destilerfa en 192. Parte de los debates se originan en las politicas pablicas, queadolecieron en estos aiios de cierto nivel de ambiggivedad 1.1 politica arancelaria, que era con mucho la més relevan- te, estaba regida por una ley de 1905 que fijaba los precios dereferencia, oaforos, de los bienes importados sobre los que se aplicaban las tasas. Sin embargo, el aumento de precios luego de 1914 provoes que esos aforos quedaran desactual zaudos, Asi, la reeaudacién aduanera sobre el valor real de las importaciones pas6 de un 17,5 por ciento en 1913 a s6lo un 7.5 por ciento en 1920. Ese afio se dispuso un primer reajus tc, completado en 1923 con otro del 60 por ciento, que pe mitié comenzar a cerrarla brecha. De todos modos, no fue hasta 1927-1928 cuando el poreentaje sobre el valor real de las importaciones volvi6 alos niveles de preguerra. Algu- ws autores hau sevialado que el problema de los gobiernos radicales fue que una elevacién de los derechos aduane- vos iba a acarrear un encarecimiento de los consumos de st principal clectorado, la vasta clase media de las ciudades y el ‘agro, Otros han planteado a ese respecto que el reajuste de 1923 entraiié desde entonces un viraje més industrialist, que no seria ajeno al boom de inversiones que sobrevino en adelante, Sin embargo, ese mismo afio se designé un nuevo inistro de Hacienda, partidario de una politica librecam- bista que tampoco ibaa poder abrirse paso, bisicamente por |i oposicién parlamentaria, Finalmente, se han hecho notat nlzos aspectos, no necesiriamente de la politica offeial, que habrfan incidido junto alos aranceles en el nivel de protec ci6n efectiva, Por un lado la relativa alzat de precios de los paises proveedores de manufacturas, en relacién a la Argen= tina, sumamente ostensible hasta 1920 pero que se mantu- vo luego, de modo decreciente, hasta el final de la déeada. Enseguida, la devaluacién del peso en relaci6n al délar y la libra, que oscilé de 1921 a 192: Sy un 30 por ciento. Por diltimo, el cambio de precios relativos de manufacturas y productos prim los primeros durante gran parte de los alos veinte, yere6 un lima més propicio para su produceién local Sentreun arios, que implicé un enearecimiento de Lacrisis de 1914, los problemas de las finanzas publicas y el efimero retorno de la convertibilidad stalido dela I Guerra Mundial, en agosto de 1914, entra- lasuspensién de facto del funcionamiento del patron oro por espacio de trece afios, hasta septiembre de 1927 en que fue reestablecido efimeramente, pues habria de ser nueva~ mente suspendido al cabo de dos afios. E] mecanismo de la convertibilidad implicaba, en el easo de una salida neta de oro, una contraccién de la masa de papel eirculante y es0 fue lo que sucedié en los meses previos a la primera suspension de 1914. El peso del endeudamiento externo, puiblico y privado, cea tal que la falta de nuevos flujos de capital habia torna~ do negativo el saldode la balanza de pagos. De hecho lasitua~ cién acarred, en 1913 y 1914, una retraccién de los depésitos bancarios, una contracei6n ain mayor de los eréditos, un alza de las tasas de interés y un crecimiento geométrico de las quiiebras como no habria de conocerse hasta la crisis de 1930. El descenso de los precios de la propiedad rafz, sobr se habian tomado eréditos en la fase ascendente, dejé a mu- lacual chos deudores en completa situacién de insolvencia. aoe Xp ‘Sin embargo, y contrariando los temores de los efrculos irigentes, la situacién del sector externo durante los afios de la guerra resulté excedentaria, basicamente por la restric- cién obligada en el nivel de importaciones, debido al desa~ bastecimiento externo, y al aumento de los precios de las cexportaciones, que fue lieuando el peso de los servicios finan- cieros, Esta situacién permitié aumentar la base monetaria del sistema, que pas6 a funcionar d odo con un mecanismo de convertibilidad a medias, monetizan- do los aumentos de reservas que posibilitaban los superivit, pero sin hacer lo opuesto cuando el sector externo cambiaba de signo. De hecho, la ola de quebrantos disminuy6 répida mente a partir de 1915. Sin embargo, los duros contrastes experimentados llevaron a que el sistema bancario opera- se con altos niveles de encaje, y menor capacidad prestable que anteriormente, Esto se habria de acentuar, por lo que concierne a la ban- ca privada, cuando el cambio de la coyuntura externa a fines ‘de 1920 acarreé el cambio de signo de la balanza de pagos, yuna severa crisis en los sectores productivos més involu crados, particularmente el ganadero. En ese contexto, fue la banca piblica, que a través del Banco de la Nacion Argen- tina habfa adquirido un peso incontrastable en el sistema (entre el 45 y el 50 por ciento de los depésitos totales en el periodo), la qne asumié un papel més activo en el aumen- to de la capacidad erediticia, y con nuevas lineas como la del crédito agrario, que se implementaron por disposicién del gobierno nacional. También el Banco Hipotecario Nacio- nal fue asumiendo buena parte del crédito de esa indole que en el periodo previo habfan otorgado compaiifas europeas, ahora en una etapa de franco repliegue. Hse crédito, que }e un largo pet Anis M, Regaly 209 ‘én de cédulas sobre anteriormente se basaba en la colo Jos mercados externos, ahora se nutria mayoritariamente del uy liquide mereado local. Otro aspecto significativo concierne a la imbricacién que fue ganando el mereado financiero local con las finanzas luanera, porel puiblicas. La brusca caida de la recaudacién descenso de las importaciones durante losafios dela guerra, acarreé un enorme déficit presupuestario en una coyuntura que tornaba imposible finaneiarlo en el exterior, como se hacfa antes de 1914. Cierto es que en 1914-1916 se obtuvie- ron algunos eréditos de corto y mediano plazo, sobre todo en Estados Unidos. Empero, el grueso del défieit debié ser cubierto mediante la emisién de una deuda flotante local (letras de tesorerfa) que, entregada a los proveedores del Estado o a las propias reparticiones piblicas, que fue lleva da.a la banca privada local para su deseuento, y redeseon- tada por ésta ante el Banco de Ia Nacién, De este modo, un igantesco sistema de financiamiento priblicy a través cel sistema bancario tomaba forma. A partir de 1924, una parte de esa deuda comenzé a ser reembolsada mediante emprés~ titos de largo plazo, emitidos prineipalmente por los grandes baneos de Nueva York (Citibank, J. P. Morgan), que ayuda~ in externa y prepararon ron también a mejorar la situ el retorno ala convertibilidad, Asimismo comen7é una eo~ Jocacién de titulos internos, en pesos papel, que habria de tener su desemboque en el publico ahorrista local, asi como en nuevos clientes institucionales: las cajas de jubilaciones, ereadas en cl sector piblico y el de servicios, y los propios bancos locales. La relacién de la banca con los scetores pro- ductivos pasaba sobre todo por el crédito comercial de cor- to plazo, renovable indefinidamente pero pasible de ser interrumpido ante cualquier cambio de la coyuntura, ¥ que a juicio de observadores asemejaba a los grandes bazares eutropeos, que propendian mecénicamentea la continuidad de los grandes mimeros, pero no al seguimiento individua lizado de los clientes y sus necesidades. Elretorno a la convertibilidad fue precedido por los ilti- mos grandes empréstitos externos del gobierno de Alvear, cuyo producto, ala par que reembolsaba créditos del Banco Nacidn, aportaba a ese baneo una reserva de divisas estraté ssica para asegurar el funcionamiento del sistema Esa reser- va, por de pronto, debia permitirle esta cl mereado cambiario, sujetaa fuertes variaciones estaciona sirvié de una suerte de coleh6n amortiguador al lizarlademandaen les, comenzar a producirse un fuerte movimiento de salida de oro, estimulado por las altas tasas de interés del Banco de la Reserva Federal, que buscaba frenar la especulacién alcista en el mercado de valores de Nueva York. Una vez agota- du esa reserva, y antes de que comenzaran a afcetarse las de Ta Caja de Conversién (lo que habria obligado a una con traveién dl circulante) el gobierno de Vrigoyen declard nue~ vyamente la inconversién, Ya se habia producido el crack de Wall Street, y aunque oficialmente se auguraba una prota normalizacién del mereado, las noticias mostraban el eo- mienzo de una cadena de quebrantos en ascenso. La politica del gobierno de Yrigoyen en los meses restan- tes hasta st detrocamiento buseé mantener el nivel de acti Vidad econémica, impulsando al Banco Nacién a aumentar su masa prestable, y ampliando las inversiones en obras pt blicas atin al precio de Hevar el défcitfiseal a su nivel més alto desde los afios de la Gran Guerra. Los funeionarios ceo néimicos del négimen que lo sustituy6, en septiembre de 1930, habrian de intentar un retorno a los preceptos de Ia orto- doxia monetatia y el equilibrio presupuestario, apostando Por una vuelta al patrén oro que en pocos meses la propia situacién internacional habria de mostrar ilusoria. La sa~ lida de Inglaterra de la convertibilidad, en julio de 1931, abrirfa el comienzo de una nueva era de muchas incerti- dumbres, y de profundos cambios en las reglas de juego. Ely niin Poblacién y sociedad Eduardo José Miguer Poco después de su desembareo en Buenos Aires en 1850 el viajero francés Xavier Marmier observaba la estampa de un gaucho a caballo que circulaba por la ciudad. En 18 mezcla de nostalgia y euforia, el diario La Nacién anuncia- ba, en un articulo titulado «El diltimo gaucho», la gradual desaparicin de esta figura en el espacio urbano,e incluso en la campatia eercana, Siete afios después, cumpliendo su anuncio de la «Campaiia al Desierto», el general Julio Roca condujo los festejos del 25 de mayo en las orillas del rfo Ne ¢gro. Daba fin con ello a més de tres afios de intensa persecu- cidn a los grupos araucanos independientes de las pampas, Desaparecia la antigua frontera sur. En cierto sentido, cerra- ba asf definitivamente una etapa de transicién para la so- ciedad argentina, dando inicio a otra en la que las transfor- maciones serfan aiin més intensas. En los poco mas de treinta afios que van desde el otofio rosista hasta la llegada de Roa a la presidencia de la Repiblica en 1880, la trans- formacién dela integracién demogrificay del orden socioeco- némico pampeano fue arrinconando a la vieja sociedad criolla, simbolizada por el personaje gauchesco. El desa- rrollo ovino en Buenos Aires, sur de Santa Fe yde Entre Rios

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