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a Sos tty OLIVER WENDELL HOLMES i 8 : yo, | Donacién Profesor} -352 SA 1Q95 ch LA SENDA DEL -DERECHO © FROLOGO DE. EDUARDO ANGEL RUSSO ABELEDO PERROT BUENOS AIRES 4 OLIVER WENDELL HOLMES La persona que se acerca a.ellos con un problema juridico requiere que se le informe, no como se ha resuelto su caso'en otras oportunidades, ni que-dice la ley, ni que opinan los doctrinarios al respecto, sind que —normalmente— desean saber “que va a pasar". Y cuando encargan al letrado una defensa, una representacién,. un patrocinio, éste necesita para planificar su accionar, conjeturar sobre el futuro. Como un ajedrecista deberd preveer, dentro de las reglas de juego, no. sélo las ‘consecuencias de sus movidas sino también las del contrincante, todo en funcién de un objetivo tiltimo y también futuro: ganar la causa..Obviamente también. el juez y el legislador necesitan preveer las incidenicias de sus normas sobre los hechos que regulan, pero en ninguno se ve con tanta claridad la necesidad de tal previsién como en los abogados. Y recuérdese que li conferencia proviene de ‘un viejo juer, y estd dirigida a futuros abogados. Epuarpo ANcEL Russo Profesor de las Univeridades de Buenos Aires, Morin y Belgrano LA SENDA DEI. DERECHO Cuando ‘estudiamos Derecho no estudiamos algo. mis- terioso sino una profesién bien conocida. Estudiamos para adquirir el conocimiento que necesitaremos cuando deba- mos compatecer ante los jueces o cuando tengamos que ase- sorar a otras personas acerca del proceder més adecuado para evitar enredos judiciales. La raz6n por la cual la prictica del Derecho es una profesin, el motivo por el que se remu- nera a los abogados por asesorar a sus clientes 0 represen- tarlos en juicio consiste en el hecho de que en sociedades como la nuestra el imperio de la fuerza publica en deter minados casos, ha sido cénfiado a los jueces, y, de ser nece- sario, todo el poder del Estado habrd de desplegaise para hhacer efectivos sus. sentencias y decretos. La gente desea saber en qué circunstancias y chasta qué punto correré el riesgo de hallarse enfrentada con una fuerza tan superior a la propia; esto s6lo justifica la consiguiente tarea de deter- minar los mites mis alld de los cuales habré que temer la materializacién de aquel peligro. El objeto de nuestro estu- dio es, pues, prediccién: la prediccién de la incidencia de la fuerza publica por mediacién de los tribunales de justicia. EI material para dicho estudio lo constituye un cuerpo de sentencias judiciales,’tratados y leyes, de este pals y de Inglaterra, que abarcan un perfodo de seiscientos afios, -y 16 OLIVER WENDELL HOLMES que hoy en dfa sc multiplican, ‘afio tras afio, por centen: En estas hojas sibilinas se congregan Jas dispersas profe- clas del pasado sobre los casos del porvenir. Con acierto se las tha Mamado “oriculos del Derecho”, En todo nuevo in- tento del pensainiento juridico predomina, decidida cuando no exclusivamente, el afin por hacer esas profecfas mis pre- cisas, ¢ insertarlas, generalizindolas, en un sistema plena y totalmente conexo. En'este proceso que asciende desde la exposicién de un caso por el abogado, —exposicién que ya elimina todos los elementos draméticos con los que venia cargado el relato hecho por el cliente; reteniendo tan sdlo los hechos jurfdicamente relevantes—, hasta los andlisis fi- nales y los universales abstractos de la tcorfa general del De- echo. La razén por la que un abogado nio menciona el que su cliente tisara un soinbrero blanco al celebrar un contra- to, en tanto que Mrs. Quickly jams pasaria por alto ese y otros detalles igualmente triviales, es que el primero prevé que Ja actuacién de la fuerza publica no habrd de variar por el hecho de que el sombrero de su cliente fuera de tal 0 cual color, 0 porque su cabeza hubiese estado descubierta. Precisamente para hacer las profecias mis ficiles de récor- dar y comprender es que las enscfianzas de las sentencias del pasado se.vuelcan en proposiciones generales y se las re- Aine en libros de texto; por idéntica razén las Ieyes son san- cionadas en forma general. Del mismo modo, los derechos y deberes fundamentales de que se ocupa la ciencia del De- echo no son otra cosa que profecias. Uno de los tantos efectos desdichados que subsiguen a la confusién entre ideas juridicas y morales —de la que he de ocuparme mis adelan- te, es que la teorla tiende a poner el carro delante del caballo, y a considerar derechos y deberes como cosas exis- tentes en sf ¢ independientes de las consecuencias de su trans- LA SENDA DEL DERECHO v7 gresién, a la cual ulteriormente se adscribenciertas’ san- ciones. Pero, como trataré de demostrar, lo que llamamos obligacién o deber juridico no es sino una prediccién de que si una persona realiza o deja de realizar ciertos actos deberd sufrir de esta o aquella manera la sancién de un tri- bunal de justicia; -y otro tanto puede decirse de la facul- tad juridica 0 derecho subjetivo. La cantidad de nuestras predicciones, una vez generali- zadas y reducidas a sistema, no ¢s tan‘enorme como para perderse en su manejo. Las predicciones se presentan como ‘un cuerpo finito de enunciados dogmaticos que pueden Me- gar a ser dominados en un perfodo razonable de tiempo. Es tun gran error asustarse por’el niimero cada vez mayor de sentencias publicadas en los repertorios. Las colecciones de fallos de una jurisdiccién determinada, durante el curso de una generacién, abarcan pricticamente todo el ordenamien- to juridico y lo reformulan desde el punto de vista actual. Si todos los repertorios del pasado se quemaran de improvi- 30, siempre podriamos reconstruir el corpus del Derecho en base a las sentencias de nuestra generacién. El uso de los repertorios mis antiguos es principalmente histérico, asun- to sobre cl que volveré més adelante. Es ini propésito, de scr posible, establecer algunos pri cipios bisicos al estudio de este cuerpo de cnunciados dog- miticos 0 predicciones sistematizadas que Haniamos Dere- cho, utilizables por aquéllos que aspiran a emplearlo como herramienta de trabajo en la formulacién de nuevas profe- cias, y, por su relacién con dicho estudio, desco sefialar un ideal que por ahora nuestro Derecho no ha aleanzado. E] primer requisito para una comprensidn seria y di- recta del objeto cs la comprensién de sus I{mites; por ello, considero aconsejable sefialar de inmediato, para disiparla, 18 OLIVER WENDELL HOLMES una confusién entre Derecho y Moral, que llega a veces. a manifestarse en el plano de lo teérico reflexivo, pero. que més a menudo, y en verdad constantemente, perturba las especglaciones sin ser objeto de reflexién. Puede verse sin mucha dificultad que un mal hombre tiene tanta razén co- mo uno bueno para no desear un conflicto con la fuerza pii- Dlica; de ello se sigue la importancia préctica de Ja distin- ién entre Derecho y Moral. Un hombre a quien nada Je importa Ja norma ética que su prdjimo respeta y_ practica, muy probablemente, se cuidard bien de ser compelido a pa. gar sus deudas y seguramente procurard omitir los act puedan Ievarlo a la cércel. - an ___ Doy por supuesto que ninguno de mis oyent - cién de cinismo, El Derecho ¢s testimonio y sedimento de nuestra vida moral. Su historia es la historia del devenir moral de Ja raza, Su prictica, pese a las chanzas populares, tiende a formar buenos cuidadanos y buenos hombres. Cuan. do recaleo la diferencia entre Derecho y Moral, lo hago con referencia a uin solo fin: el aprendizaje y la comprensién del Derecho. Para alcanzar este objetivo debéis llegar a conocer a fondo sus notas especificas, y por ello es que os pido que Por el momento os imaginéis indiferentes a otras cosas, mis sublimes. . « No pretendo negar que haya un punto de mira mds ele- vado, desde el cual'la distincién entre Derecho. y Moral pierda mucha o toda importancia, del mismo, modo que to- das las distinciones de carécter matemtico se desvanecen en presencia del infinito, Pero lo que sf afirmo es que esa-dis- tincién cobra primordial importancia en relacién al objeto que aqul hemos de considcar: un correcto estudio y cono- cimiento del Derecho concebido como algo perfectamente LA SENDA DEL DERECHO 19 delimitado, como. un cuerpo de enunciados dogindticos, en- cerrado dentro de Iineas bien definidas. Os acabo de mos- trar Ja razén prictica para semejante afirmacién. Si que- réis conocer el Derecho y nada més, mirad el problema con los ojos del: mal hombre, a quien s6lo le importan tas con- secuencias materiales que gracias a ese conocimiento pue- de predecit; no con lus del buen hombre, que encuentra razones para su conducta —dentro o {uera del Derecho— en fos mandamnientos de su conciencia. No es menor Ja in portancia teorética de Ia distincién a los fines de un recto razonar. El Derecho esti Meno de frascologia tomada @ préstamo de la Moral, y por la simple fuerza del lenguaje rios invita continuamente a pasar de un dominio al otro sin percibirlo, invitacién que to sabremos resistir a menos que tengamos permanentemente en cuenta. Ia linea fronteriza entre ambos campos. El Derecho nos habla. de facultades, deberes, malicia, intencién, negligencia, etc., y nada es més ficil 0, pudiera decirse, mas comin en el rizonamiento ju- ridico que tomar estas palabras en su sentido moral, en al- gin momento del discurso, para asi caer en el terreno de la falacia. Por ejemplo, cuando hablamos de los derechos del hombre en sentido moral, nos referimos a la méxima interferencia con Ja libertad individual que estimamos con- forme con nuestra conciencia o:con nuestros ideales, cuales- quiera que ellos sean. Sin embargo es innegable que en el pasado, y aun probablemente hoy en dia, muchas leyes que Tepugnan a la opinién més exclarecida de su época, 0 que por lo menos rebasan-los limites que mas de una concien- cia impondria a Ja interferencia mencionada, han sido y son observadas y ejecutadas. Es por tanto manifiesto que de la presuposicién de que los derechos del hombre en sen- tido moral se identifican con 1os derechos. individuales ex 20 OLIVER WENDELL HOLMES el sentido de la Constitucién y de las leyes, no puede deri- var mds que confusién de pensamientos. Sin duda podrian Proponerse casos simples y marginales de leyes. imagina- bles que el érgano legislative no osarfa sancionar, ain en ausencia de prohibiciones constitucionales escritas, porque Ja comunidad no lo tolerarfa sin rebelarse; y esto pareceria dar asidero a la proposicién de que el Derecho, en caso de no ser una parte de la Moral esti, al menos, limitado por ésta, Pero esta limitacién al poder no coincide en su exten- sin con ninigin sistema de Moral. En su mayor parte en- tra perfectamente en los lineamientos de cualquier sistema + de Moral, y en algunos casos puede legar a exteriderse mis alld de los mismos, por razones derivadas de los hdbitos de un pueblo determinado en un momento dado. En una ‘oportunidad of decir al extinto profesor Azassiz que una po- blacién alemana se rebelaria si el precio de un vaso de cer- vera fucse aumentado cn dos centavos. En tal caso una ley serfa letra muerta, no por mala, sino por resultar de imposi- ble vigencia. Nadie negard la posibilidad de vigencia de eyes malas, pero dificilmente haya general-coincidencia en sefialar cudles leyes son malas, ___ La confusién a que me refiero pone en crisis concep- ciones supuestamente juridicas. Tomad, por ejemplo, la pregunta fundamental “Qué es el Derecho?” Encontraréis que ciertos autores 0s dirén que es algo distinto de lo que deciden Jos tribunales de Massachusetts 0 de Inglaterra, que es un sistema de la razén, que es deduccién a partir de prin- cipios de ética o axiomas universalmente aceptados, 0 cosa Parecida, que puede 0 no coincidir con las sentencias judi-

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