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Tema: El Comentario
Nombre: ____________________________________________
Doa Fabiola cri un conejo, le lleg muy tierno, lo compr pequeo. Le buscaba yerbitas
en el vecindario y usaba su mano para alimentarlo. Cuando se hizo ms grande, brincaba
contento al darle hierba u otro alimento. Le gustaba la pangola, prefera ramitas de
pangola el conejo doa Fabiola.
Gris oscuro y frente blanca, tal era la forma de esa liebre mansa. Lo llamaba doa Fabiola
y a ella acuda moviendo la cola. Era dulce y diligente el conejito de nuestra historia.
Caminaba por los patios de al lado y a nadie causaba ningn dao. Los vecinos lo trataban
con cario y le ofrecan cascara de pltanos.
En esa cuadra no vivan ms conejos, para encontrar otro habra que ir muy lejos.
Comenz a preguntarse doa Fabiola cmo quitar a su conejo la mana. No es por hambre,
pens, no es por miedo y se pregunt qu necesidad tendra?
De verdad le preocupaba a doa Fabiola lo que haca siempre su conejo, que entraba a
aposento, para mirarse al espejo. Se miraba a las orejas, se miraba al bigote y para mejor
ver saltaba al gavetero. Daba la vuelta, se miraba por detrs, por delante y se lama el
pellejo.
Disfrutaba todas las atenciones, doa Fabiola siempre estaba pendiente y en algunas
reas puso madera para que el conejo probara los dientes. Este conejo tena de todo, para
vivir cmodo nada le faltaba. Alimento, agua y mucha libertad de todo eso le sobraba.
Un da doa Fabiola fue a visitar a su hermana. Viva en lugar campestre entre bosques y
sabanas. Ah, cuntos conejos haba all, tena ella una gran crianza. Doa Fabiola declar
su problema, dijo a la hermana lo que no le gustaba. Le dijo que su conejo a cada rato se
estaba mirando en el espejo. La hermana sonri y no dijo nada.
Ya en su casa, present el conejito al que antes tena y este lo oli, palp y no pudo
ocultar su alegra. Coman juntos y juntos caminaban, y como nios, en las piernas de
doa Fabiola se sentaban.
Poco tiempo despus, observ doa Fabiola que ya su conejo no se miraba en el espejo,
mejor miraba al otro conejo. Meses despus, ya no eran dos. sino cinco conejos. Y ninguno
se miraba en el espejo.