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2. McNeill ALGO NUEVO BAJO EL SOL HISTORIA MEDIOAMBIENTAL DEL MUNDO EN EL SIGLO XX Versién castellana de José Luis Gil Aristu Alianza Editorial Titulo original: Something New Under the Sun ‘An Environmental Hitory ofthe Twentieth-Century World Publicado por primera vez por W. W. Norton en 2001 Reservas clot lo dees. El contend de oa ar et procila porn Ly, qe ete pens de prin Jie name ts cvspndinsindenaclnes or aos psa par ener preci, ‘age dbyeenocomuncaren publiament, eto oe pare, una obt eat atic enti, ee oaormeib,nexpreacn occ areca jada en cualquier po de ope 0 comuniada a és de ult medio, sina peep autor. © 2000 by J. R. MeNeall © Dela traduccion: Joué Luis Gil Ars, 2003 © Ed, casts Aliana Ediovial, S.A. Mads, 2003 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madiid lf, 91393 88 88 ‘www alamsaedicrales ISBN: 84.206-4170-7 Deepésito legal: M.23:558-2003, Fotocomposcién eimpesin: Ferndnder Ciudad, S.L (Catalina Suter, 19. 28007 Madrid rine in Spin para Julie, UNA VEZ MAS. INDICE LISTA DE MAPAS ¥ CUADROS .. PRESENTACION, Paul Kennedy AGRADECIMIENTOS .. PREFACIO| 1, PROLOGO. PECULIARIDADES DE UN SIGLO DESPILFARRADOR Crecimiento econémico desde 1500 .. Crecimiento demogrifico desde el 10000 a.C. Historia de la energia desde el 10000 a.C. Conelusiéa sa : : PRIMERA PARTE LA MUSICA DE LAS ESFERAS 2, LITOSFERA Y PEDOSFERA. LA CORTEZA TERRESTRE .. Nociones bésicas sobre la correza terrestre Alquimia del suelo .. Contaminacién del suelo 3 15 19 2B 29 31 34 36 43 10 ALGO NUEVO BAJO EL SOL Movimientos de tierra .. 59 Conelusién 78 3, LAATMOSFERA. HISTORIA URBANA a1 [Nociones bésicas sobre a atmésfera.. 82 La contaminacién atmosférica antes de 1900 .. 85 a contaminacién atmosférica a partir de 1900 .. 89 Las ciudades del carbén 96 1s nade del amo 105 Megalépolis 10 Ciudades que se recuperan 15 Conclusién 117 4, LAATMOSFERA, HISTORIA REGIONAL ¥ MUNDIAL... 19 ‘Contaminacién atmosférica regional desde 1870 ... 19 El ire en Japén 129 La lluvia dcida 136 ‘Gua consccucncias de la comtaminacin stmosfrica 140 Cambio climético y ozone estratosférico 147 Contaminacién espacial... 155 Condi 155 5. LA HIDROSFERA. HISTORIA DEL USO Y CONTAMINACION DEL AGUA 157 NNociones bisicas aceres del agua 158 Uso y reserva mundial de agua 159 ‘Agua urbana 161 ‘Aguas fluviales 168 Lagos y eutrofizacién, 176 Mares y océanos 7 Conclusion .. 188 6. LAHIDROSFERA. AGOTAMIENTO, PRESAS Y TRASVASES 11 ‘Aguas subcerrdneas 192 Presas y erasvases en 199 El control de ls inundaciones y la desecacin de teras pantanosas .... 227 Las costas 234 Conclusién 235, 7. LABIOSFERA, COMER Y SER COMIDO 237 Microbiotas: los primeros sefioes de la biosfera.... 239 Uso de la tierra y agriculeura 259 Conelusiém 276 twoice 1 8. LABIOSFERA, BOSQUES,PEGESEINVASIONES 279 Bosques. e : 279 Caza de ballens y pesca 289 Invasiones biolégics.. : 305 1a biodiversdad y la sexta extincién 317 Conclusin . 320 SEGUNDA PARTE MOTORES DEL CAMBIO 9, MAS GENTE, CIUDADES MAYORES : 327 Crecimiento demogrifico 327 Enmigracion 334 Hellas y metabolismos de ls ciudades 340 Conelusién : 354 10, COMBUSTIBLES, HERRAMIENTAS Y ECONOMEA. Regimenes energéticos y medio ambiente Cambio eunoldgive y medio ambiente... ‘Cambios econémicos y medio ambiente .. Condlusién .. 11, IDEAS ¥ POLITICA, Grandes ideas Ideas ecologistas 1a politica internacional y la guerra Politica y medidas medioambientales Conelusién von su 12, EPILOGO. ,QUE PODEMOS HACER? a7 BIBLIOGRAFIA 43 (CREDITOS DE LAS TLUSTRACIONES 483, INDICE TEMATICO 485 12 LISTA DE MAPAS Y CUADROS MAPAS Lugares clave en la historia dela minerfay la eosin del suelo .. 66-67 Principales ciudades y lugares con fundiciones en la historia moderna dela contaminacién atmosfrica z 7 Contaminacién atmosférica regional: el Ruhr y El Sulfirico : — 126 Lagares clave en la historia de la contaminacién atmosftica de Jpn a BI Lugares clave en la historia de la calidad del agua 164-165 Lagares clave en la historia de la manipulacién del agua 194-195 Cambios en fos bosques del mundo, de ¢. 1920 a «. 1990 282-283 CCaladeros activosa finales del siglo 20 298-299 Urbanizacién mundial desde 1800 .. 343, 344, 345, Principals yacimientos petoliferos 364-365 CUADROS Bvolucién del PIB mundial, 1500-1992 ... 2 PIB mundial per cfpita desde 1500 33 14 ALGO NUEVO BAJO EL SOL 1.3. Poblacién mundial desde 1820... 14 Produccién mundial de combustibles, 1800-1990 1.5 Consumo energético mundial, 1800-1950... 2.1 Transporte medio anual de rocasy suelo . 22 Produccién mundial de carbén, 1850-1995 23, Densidad demogrfia de Ruands 1910-196 - 1 Algunos gases craza importantes en la historia del siglo Xx . 532. Emons munis de mcs stn, 1850-1990 3.3. Indices de emisin de algunos contaminantes atmosfrics en el siglo xx 3.4. Poblacin de Ciudad de México, 1900-1997 5.1 Consumo mundial estimado de agua dulce, 1700-1990... 5.2 Distribucién del consumo de agua por continentes, 1900- 1990 . 5.3. Comparacion medioambiental ente el norte y el sur del Meditetrinco, 1985... 6. Superfcie mundial de regado, 1900-1990 7.1 Bvolucién aproximada de la cubierta vegetal mundial basta 1990 7.2 Tractoresen EE UU, ‘ye mundo, 1920-1990 7.3. ora de los eniminosagatiosn 93 pis detroldos 1961-1992... 8.1. Capruras pesqueras mundials, 1800-1996 82. Animales domésticos en el mundo, 1890-1990. 9.1 Poblacion regional, 1750-1996 9.2. Proporciones urbanas, 1890-1990 ... 9.3. Metabolismo diario de Hong Kong... 12.1 Magnieudes del siglo xx PRESENTACION ‘A comienzos del siglo xx, la humanidad occidental habia adquirido ya con- ciencia de que el conjunto de sus actividades econémicas estaba teniendo extrafias repercusiones en el medio ambiente, Los salmones no podian migrar remontando las corrientes de los rfos por unas aguas contaminadas con productos quimicos. El aire que envolvia las ciudades industriales —y levaba todavia més lejos cuando se movia el viento— estaba repleto de par- ticulas de combustibles fésiles quemados. La niebla téxica, el smog, quitaba cada afio la vida a miles de personas con problemas respiratorios. El paisaje rmostraba inmensos tajos abiertos para acceder a nuevas reservas de carbén, y tunas feas escombreras de escoria ensuciaban con sus manchones zonas rura- les agradables en otros tiempos. Los observadores de 1900 sabian también cudles eran las dos fuentes ‘gemelas de aquella devastacién medioambiental. La primera era que la pobla- cién humana, tras aumentar mas bien lentamente durante casi cuatro millo- nies de afios, habia comenzado a acelerar su crecimiento a finales del siglo xvul y no mostraba signo alguno de reducir el ritmo. La segunda, que la actividad econémica humana se habfa acelerado igualmente desde que, a partir de 1760, la revolucién industrial permitiésusticur la energia animada 16 ALGO NUEVO BAJO EL SOL por la inanimada. Todo ello llev6 a ciertos intelectuales como el cubano José Marti y el inglés H. G. Wells a preguntarse si quella inmensa marea de acti- vidades humanas se podria sostener en las décadas siguientes sin degradar la naturaleza Si aquellos escritores hubieran vivido cien afios més, se habrian asom- brado ante la rapidez cada vez mayor de los cambios de que fue testigo el siglo xx. En ese petiodo se cuadruplicé la poblacién del mundo y su eco- nomia se multiplicé por 14, mientras que el consumo energético aument6 16 veces y el factor de expansién de la produccién industrial fue de 40. Pero las emisiones de didxido de carbono fueron también 13 veces superiores y el consumo de agua se multiplicé por 9. No todas esas noticias fueron malas; de hecho, los incrementos en la productividad durante el siglo x elevaron los niveles de vida de cientos de millones de seres humanos sacéndolos de la espantosa pobreza de sus antepasados. Pero las meras dimensiones ¢ inten- sidad de los procesos de transformacién significaron también que la historia del siglo x fuera, desde un punto de vista medioambiental, realmente dis- tinta de cualquier otro periodo anterior. El doble reto planteado a todos los ciudadanos inteligentes del mundo es. primero, comprenider las dimensiones mismas del cambio medioambiental ‘octirrido en este siglo pasado (y sus numerosas consecuencias); y, segundo, pensar juiciosamente en cémo abordar esos problemas antes de que fuestras fdades colectivas nos leven de forma involuntaria a traspasar umbrales 50s. Este mensajé que propone comenzar comprendiendo el cambio arabiental para darle luego una respuesta es el sello distintivo del and- lisis brillance y notablemente conciso del siglo pasado realizado por el profe- sor McNeill. Tal como evidencia su titulo, el Eclesiastés pudo haberse equi- vocado, al menos en este caso, al afirmar que «nada hay nuevo bajo el Sole En efecto, lo que demuestra McNeill en los siete capieulos de la Primera Parte cs que, en todas las «esferas» que nos rodean —Ia litosfera y la pedosfera, la atmésfera, la hidrosfera y la biosfera—, los efectos producidos por los seres fhumanos en el siglo 30 sobre nuestro planeta son mas profundos que los de todas las épocas anteriores de la historia en conjunto. Basta una cifra esta- distica para resumirlo: segiin cilculos (aproximados) de MeNcill, los seres hhumanos consumieron en el siglo Xx diez veces mas energia que sus antepa- sados a lo largo del milenio anterior a 1900. ‘Pero el profesor McNeill no es un mero notario del cambio ambiental. Lo {que realmente le interesa es la interaccién entre lo que denomina «la historia del planeta y la historia de ls personas»; ése es precisamente el motivo de que la importancia de la Segunda Parte del libro sea igual 0, quiz, mayor. En ella, el autor analiza con pericia los elementos del crecimiento demogréfico, PRESENTACION 17 a migracién, los cambios tecnolégicos, a industrializacién, la politica inter- nacional y las ideas —y sus numerosas wconsecuencias rtronctivas» en el terreno de las medidas medioambientales. McNeill no es ni un ludita ni un ecologista dogmético contrario a «cual- apie rae Pero nos advierte que, si queremos evitar que los umbrales ecol6gicos a los que se aproxima sin pausa la sociedad global se hallen, en rea- Tidad, mas ceea de lo que pensames, debemos ser puis y pre Algo nuevo bajo el Sol es in libro escrito con claridad y de una enorme penetracién, Transmite un mensaje hondamente aleccionador y merece la atencién més amplia tanto del puiblico lector como de los politicos. Paul KENNEDY AGRADECIMIENTOS Este libro no habrra estado listo hasta bien entrado el siglo x01 sin la ayuda y cl apoyo que he recibido para escribirlo; ademés, habria sido una obra més larga y de menor vali. Varios de mis colegas del departamento de Historia de la universidad de Georgetown —Tommaso Astarita, Carol Benedict, Emmett Curran, Catherine Evtuhow, Alison Games, David Goldfrank, Andraci Kaminski, David Painter, Aviel Roshwald, Jack Ruedy, Jordan Sand, Jim She- del, Judith Tucker y John Tutino— analizaron criticamente el manuscrito, en la mayoria de los casos en toda su extensién, lo que les arrebaté una gran parte de su tiempo del verano de 1998. Su experiencia conjunta me salvé de un sinntimero de inconvenientes. Otros compatieros de Georgetown —Jani- ce Hicks, del departamento de Quimica; Martha Weiss, de Biologia; Tim Beach, Murray Feshbach y Richard Matthew, de la Escuela de Relaciones Exteriores, y Steve King, del Rectorado— leyeron también partes del manus- tito con consecuencias igualmentexitiles. Me considero afortunado al traba- jar en una universidad donde los compafieros arriman gustosos el hombro para aceptar cargas como las que he echado sobre ese grupo de personas. Varios de mis estudiantes de Georgetown del curso de 1998-1999 leyeron en parte el manuscrito y les encant6 poder mejoratlo; mencionaré a Dan 20 ALGO NUEVO BAJO EL SOL Brendtro, Eric Chritenson, Julie Creevy, Brett Edwards, Katie Finley, Justin Oster y Jill Wohrle. Los entusiastas trabajos de Sean Captain, Brad Crabtree, Nancy Golubiewski, Elena Garmendia y Terry Willard, estudiantes de fechas anteriores —de los primeros afios de la década de 1990—, hicieron que me enganchara ala historia del medio ambiente en el marco del mejor curso al que he dado clase y, a medida que pasaba el tiempo, me espolearon con sus preguntas sobre la marcha del libro. ‘Otros amigos, parientes y colegas —categorias a veces gratamente coinci- dentes— que leyeron todo el manuscrito o partes del mismo y lo mejoraron son Peter Campbell, Bill Cronon, Rebekah Davis, Don Hughes, John Kel- ‘melis, Greg Maggio, Bob Marks, Elizabeth McNeill, William McNeill y Kent Redford. Estoy agradecido también a Alison Van Koughnett y George Vitis por su contribucién al enviarme materiales de investigacién tiles para si trabajo. Gracias a la generosa ayuda de varias insticuciones pude trabajar en exclu- siva en este libro dos afios seguidos. El programa Fullbright me permitié dedicarme a la tarea en Nueva Zelanda durante seis meses, que pasé en el delicioso entorno del departamento de Historia de la universidad de Otago. ‘Agraderco a Rob Rabel y Erik Olsen haber organizado y faciitado mi estan- cia en la Riviera subantértica, donde comencé a pensar seriamente sobre el libro. El Woodrow Wilson Intemational Center for Scholars me concedié tuna beca de investigacién en 1996-1997 y me proporcioné un ambiente intelectual tonificante, sobre todo durante as comidas, Muchos de los com- paferos becatios de aquel afio me ayudaron mientras realizaba mi trabajo, sobre todo Temma Kaplan y Wolf Fischer. El Wilson Center puso también ‘a mi disposicién ayudantes de investigacién —Christian Kannwischer, Peter Kocsis, Angeliki Papantoniou y Toshuko Shironitta— que me facilicaron la tarea. En 1997-1998, la Guggenheim Foundation me ayudé con becas que me permitieron encerrarme en mi ético y concluir el primer borrador. Y la universidad de Georgetown me concedié una excedencia durante esos dos alios, asi como ayuda adicional para la investigacién durante todo el tiempo. En varias ocasiones se me han planteado preguntas o me han llegado comentarios titles de oyentes con paciencia suficiente como para oftme hablar sobre los temas tratados en el libro. Fueron parte del piiblico asisten- tea charlas pronunciadas en las universidades neozelandesas de Otago, Mas- sey y Canterbury; en la universidad de Wisconsin, en la Carnegie-Mellon University y en la universidad de Amsterdam, asi como en el Futures Group del Servicio de Proteccién Medioambiental de los Estados Unidos. ‘Comencé este libro a peticién de Paul Kennedy, director general de la coleccién Global Century de la editorial Norton, Le agradezco la fe que puso AGRADECIMIENTOS 21 ‘en mi muy al comienzo y la paciencia que demostré més adelante. Doy tam- bien ls gracias a Steve Forman, de Norton, que impidis al libro crecer hasta el doble de su tamafio inal, me sacé los colores en repetidos casos con (0 se dice «por?) las mejoras que introdujo en mi prosa y nunca decayé en su apoyo. Susan Middleton se gané mi agradecimiento con sus incesantes esfuerzos por dar a mi prosa coherencia y precisin. Si llegué a terminar mi libro fue porque Julie Billingsley trabajé mucho y tenazmente para que lo lograra; alo largo de los afios me ha apoyado de tan- tas maneras que es imposible contarlas. PREFACIO Lo que pad, xo park, to que sucedi, eo suceders sada hay nuevo bajo el Sol Si dealgo te dice “Mina, esto es nuevos, yasucedié en otos tiempos, mucho ater de nosotros "Nadie se acverda de o antigua yo mismo past co o que vengn. eles, 19-11 La mayorla de los versfculos del Eclesiastés contienen méximas tiles para todos los tiempos. Pero las palabras arriba citadas han perdido actualmente vigencia. La ubicuidad del mal y la vacuidad de las fatigas forman parte de la vida cotidiana del mismo modo, quiz4, que cuando se escribié el Eclesiastés, en el siglo 11 0 1V a.C., pero el lugar de la raza humana en el mundo natural ya no es el que era. En este sentido, al menos, los tiempos modernos son dis- tintos, y harfamos bien en recordarlo, Ratas, tiburones e historia Este libro es una historia de —y para— unos tiempos ecoldgicame vulsos. Es la historia del cambio medioambiental en todo el mundo duran- “Teel siglo xx, y de sus causas y consecuencias. En las pginas siguientes pre- tendo convencer al lector de ia verdad de varias proposiciones relacionadas. En primer lugar, de que el siglo xx no fue normal en cuanto a la intensidad del cambio y a la importancia decisiva del esfuerzo humano en provocarlo. En segundo lugar, de que esa peculiaridad ecolégica es la consecuencia no 24 ALGO NUEVO BAJO EL SOL jintencionada de ciertas preferencias y pautas sociales, politica, econémicas tc intelectuales. En vercer lugar, de que nuestros modelos de pensamiento, Comportamiento, produccién y consumo estin adaprados a nuestras cit Canpancias actuales —es decir al cima de hoy (ya la actual biogeoquimica flobal) ala abundancia de eneria y agua dulce baratas en el siglo % al Fipido crecimiento demogréfico y al crecimiento ain més répido dela cco- Teinle-, En cuarto lugas, de que, si se produce un cambio en nuestras cit Cunstancias, no seré facil adaprar esas preferencias y pautas. Esta iltima pro~ posiién se refiere al futuro ¥ no voy a desarollarla, por tanto, en una obrs Fe storia, Al abordar estos temas me propongo igualmente convencer al lector de que la moderna historia medioambiental del planecay la historia ejoeconomici de la humanidad sélo adquieren sentido pleno contempla- as conjuntamente, ‘Se eta, en mi opinién, de proposiciones interesantes pues suponen que, en cuanto especie, estamos optando sin pretenderlo por una determinada ‘fetica evelutiva. En el larguisimo plazo de la evolucién bioldgica, la mejor eraegia para la supervivencia es set adaptable, procurar obtener fuentes de Subsistencia diversas —e intensificar al maximo la capacidd de recupers Sion, Esto es asi porque, ala larga, serén inevitables sorpresas, sobresaltos J catistrofes que eliminarin ciertas especies por mejor adapradas que puedan ‘ara algiin conjunco determinado de circunstancias, Si una especie cs capaz de sobrevivira las arremetidas periédicas que acaban con sus competidoras, ‘ended a su alcance el ito evolutivo: en los nichos libres hay espacio abun- dlante donde poder habitar. La supervivencia frente a esos ataques peri6dicos pone a disposicin de los individuos de esa clase de expecis precavidas un se bensraurr un espacio vital, donde propagar su huella genética en el espa- cdo y el tiempo. A la larga, el Homo sapiens a disfrurado de un gran és bioldgico en virud de su adaprabilidad. Lo mismo ha ocurrido con algunas especies de ratas. a adapeailidad no es la nica estraregia para alcanzar el éxito evoluivo. tra consiste en una adapracién méxima a las circunstancias existentes Capar de fancionar bien durante un tiempo —durante mucho tempos fa coe vastancias on estables—. Los koalas sélo comen hojas de eucalipos y lo: pandas, slo hojas de bambi. Ambos animales emprendieron unas especi Piciones que les prestazon un gran servicio mientras abundaron los eucalip {ony el bambi, Los iburones estin excelentemente adaprados 2 czar, mara y comer craturas marinas de buen tamafio. A los tburones les ha ido bie: 7 fT durante mas de 200 millones de afios, pues, aunque los océanos han expe srmentado cambios considerables, siempre han contenido wna abundant reserva de comida pars ellos. PREFACIO. 25 sls sags de ras ydurones guaran ce analog aproximads) tah sociedades humanas. En los tiltimos milenios, la evolucién cultural era ae ane mas que la evolucién bioldgica. Las edades, como las ras y ls iburones, pracican inconscientementeesta- oa de adaptabilidad o de adaptacién maxima para la aa os . are ‘stables —no confundirlos con los pacificos—, como los del ipto faraénico, la Europa feudal o la China imperial, se fundamentaban en tuna exquisita adapracién a las circunstancias ecolégicas (y de otros tipos) cexistentes. Aquellas socedades prosperaron mientras pervivieron ‘dchas ccunstancias; pero, ala larga, se enfrentaron habia eee a crisis que su propio éxito habla s idizado tanto mas. Una adaptaci6n finamente sintonizada is ae de los tiburones) s6lo se veré recompensada con éxitos continuos mientras las sieunsancswnanes se mantngan igus. Exe dose wade mente en conservadurismo, ortodoxia y rigidez. Pero no es una mal gia puede funciona durante sigs. O pudo acco en el pasado, cuando ls ses humanos cares de pode pare trvorar le clogla mun el siglo xx, las sociedades pusieron a menudo en préctica la est del burt en mio de una ssloga mundi popedeamence esahiey port, cada vez mis adecuada a las ratas. En To que respecta ala energia hemos inteado adapraros a cicunstancis canescens, Una cur pare mdr o menos: dela humanidad lev un tip de vida basen a estabilidad | mal bara dela energy el agua un crecinieno pido de poblacién y la economfa. La mayoria de los demés seres humanos aspira, como es comprensible, a vivir asl. Nuestras insticuciones ¢ ideologias estén congas ambin, de momen sobre ints pris “es premisas no son endebles, pero sf temporales. El clima se ha modifi- cado breed alo largo de 10.000 afios, desde el final de la tiltima glaciacién; Reto ahora exe cambiando con rapier. La enega barat ura caracterle- = la era de los combustibles fésiles, a partir, aproximadamente, de 1820. i ‘quienes disfrutan de ella, la disponibilidad de agua barata se remonta al tg 3x 2 expen de unos pocos lugares privilegiados. El crecimiento demogric ipod, miso menos de meliads del sgo Xl yee iento econdmico acelerado, de en torno a 1870. Considerar estas cir- conan duraderas y nonmaes y depender de su continuidad consticuye interesante apuesta. Una apuesta aceptada (con roral inconsciencia) alo largo del siglo x por un ntimero cada vez mayot de personas y ccctuies & es una apuesta necia. De hecho, esa apuesta resulta tentadora siempre y donde quera que os Eads y ls sociedades han de procurar la seguridad ¢n un sistema internacional competitvo, siempre que ls empresas intentan conseguir beneficios y poder en un mercado compettivo, siempre que los 26 ALGO NUEVO BAJO EL SOL individuos buscan prestigio y riqueza en unas sociedades competitivas. Quie- res la rechazan saldrin perdiendo mientras persistan las circunstancias actua- les. No se trata, por tanto, en absoluto, de una mala apuesta, a no ser que nos preocupe la situacién a largo plazo o que imaginemos un cambio inminente en nuestras actuales circunstancias. Pero nuestra adapracién en cl siglo XX, puestro comportamiento moderno, incrementa la probabilidad de que nues- tras actuales citcunstancias no tarden en cambiar, con lo cual esa interesante apuesta adquiete todavia mayor interés ‘Las propias caracteristicas que cortoboraron nuestro éxito biolégico a largo plazo —adaprabilidad, ingenio— nos han permitido Gltimamente eri- gir una civlizacién basada en el consumo de combustibles sélides, ltamen- fe especializada y ecolégicamente tan perjudicial que garantiza la aparicién ide sorpresas y trastornos y fomenta una fluctuacién que favorece a los adap- tables ¢ ingeniosos. En medio de ese flujo, hemos prosperado enormemente ‘como especie al multiplicarnos mucho mas deprisa de lo que nunca lo ha- bfamos hecho. Hemos creado un régimen de trastorno ecolégico incesante, ‘como si hubiéramos tramado una magna conspiracién mundial para acabar Cori otras especies menos precavidas que la nuestra. Sin embargo, na somos tar listo. El régimen de tastorno permanente es un subproducto accidental ide miles de millones de ambiciones y esfuerzos humanos, de la gvolucién social inconsciente, 'Al trastocar la ecologla mundial de tal modo que nos permitiera prolife- rar biolégicamente, hemos organizado cada vex. mas nuestras sociedades en torno a las nuevas circunstancias creadas por nosotros mismos. Por poner un ejemplo, los actuales Estados Unidos fueron construidos sobre la premisa de tuna energia barata, No era una mala estrategia la energia barata fue una rea- lidad durante la mayor parte del siglo Xx y Estados Unidos se adapeé a esa circunstancia tan a conciencia y con tanto éxito como cualquier otra socie- Gad, Peto ese mismo éxito significa que, si las circunstancias cambian, cual- Gquier ajuste seré tanto més penoso, Aunque Estados Unidos sea en muchos Sentidos una sociedad excepcionalmence flexible, es un tiburén ecolégico, ‘Muchos norteamericanos influyentes se han dado cuenta de ello y han mode- lado la politica nacional y exterior para perpetuar la disponibilidad de una cenergia barata. Pensemos en la Guerra del Golfo de 1991 El éxito biol6gico de la especie humana no corre, probablemente, gran- des riesgos. Como especie, nos parecemos mucho mds a las ratas que a los tiburones, Pero lo que si peligra es, probablemente, el orden social de un gran ruimero de sociedades. Mientras sigamos provocando alteraciones ecolégicas intensas, caracteristicas de los tiempos modernos, nuestro destino ser4 subir graves tensiones sociales, tipicas tam a época. En este sentido, la his- PREEACIO. 27 toria del planeta y la de sus habitantes siguen estando estrechamente vincu- ladas; ahora, quiz4, més que en la ma ; 3 syor parte del pasado. Apenas es com- prensible la una sin la otra pre? a Confesiones de un historiador EL presente libro trata de los seres humanos y el medio ambiente. No se irs por los ambos clips en cua producin no haan imerre- nido las personas; y tampoco por los que tienen escasa probabilidad de afec- tar a los asuntos humanos, sean cuales fueren sus causas. Espero que el libro interese a quienes desean entender la historia en su contexto mds pleno y a ae quieran entender el cambio medioambiental en su contexto histé- “Todos los historiadores escriben desde ju esctiben desde puntos de vista y con prejuicios ee Veamos algunos de Ltd E] libro es antropocéntrico. Se ‘ice que el humorista norteamericano Robert Benchi ibid historia la lS eter ee dor brtinico Arnold ‘Toynbee publics «La revolucién romana desde el punto de ‘vista de Flora», donde hacfa hablar a las plantas '. Una historia medioam- biental del mundo en el siglo xx escrita desde el punto de vista de los lem- ‘mings o los liquenes podrfa ser muy interesante, pero carezco de la imagina- cién necesaria para ello, Mi libro pasa por alto muchos cambios ecolégicos por la sencilla razén de que tienen poco que ver con la historia humana. Los historiadores se interesan sobre todo por los cambios. Este libro se centra en tempos y lugares en que se produjeron grandes cambios y deja de lado ¥ No tiene en cuenta innumerables casos de continuidad. Grandes cextensiones heladas del Antirtico, del desierto de Mauritania, de la tundra del Canada y de las aguas profundas del océano Pacifico siguen mantenién- dose casi idénticas a como eran hace un sig. No diré gran cosa sobre ells y sf hablaré mucho mis de las selvas de Indonesia y de la calidad del aire en Londres. Eso significa una fuerte propensién hacia los casos de cambio. Los historiadores de la Revolucién Industrial o de la migracién bantd actian de la misma manera: el cambio suele ser més atrayente que la continuidad. Los esctitos modernos que tratan del medio ambiente se caracterizan por oe ,rr——“ Eee es —— en que se basan sus juicios. En muchos casos me abstendré izar exe tipo de valoraciones, pues los cambios medioambientales sue- " Toynbee, 1965, 2:585-99. 28 ALGO NUEVO BAJO EL SOL len ser buenos para unos y malos para ottos, ¢ incluso buenos para algunas especies o subespecies y malos para otras. Allf donde sea posible intentaré cexplicar para quién (o para qué) ha sido bueno o malo un determinado fend- meno. ¥ en el caso de que haya sido malo para casi todas las formas de vida abandonaré cualquier esfuerzo por mostrar una indiferencia olimpica y lo calificaré de degradacién, expolio, destruccién o algo similar. La salinizacién de la cuenca de los rfos Murray y Darling en Australia es un caso de degra- dacién, Invito alos lectores a considerar por s{ mismos sila deforestacién de la Amazonia es buena o mala —y les insto a reflexionar: zpara quién? La respuesta es complicada. Depende de qué intereses consideremos més importantes (los de los rancheros brasilefios, los de los campesinos, los de los recolectores de caucho o los de los indios americanos, entre otros), de oSmo valoremos la funcién de la deforestacién en la produccién de cambios en la atmésfera mundial y de cémo contemplemos las perspectivas de un calenta- miento global, de qué valor demos a la extincién de formas de vida en la Amazonia, a su informacién genética y su cometido en la trama de la vida de su entorno. Depende de qué extensién de la Amazonfa es la afectada, del ritmo al que avanza la deforestacién y de cuales son lox modelos de aprove- chamiento del suelo y los ecosistemas surgidos después. Depende de todo clo y de mas cosas. En esos casos complejos intentaré destacar los efectos del cambio medioambiental, pero dejaré que el lector juzgue si se han de consi- derar buenos 0 malos, una mejora o una degradacién. Eso resultaré decep- cionante para quienes quieren que los problemas sean poco complicados y las moralejas sencillas. También decepcionaré a quienes disfrutan reduciendo smanzanas y naranjas a délares para llevar una contabilidad oportuna. ¥ resul- tard especialmente decepcionante para aquellos a quienes gusta que se les ddiga qué deben pensar. Espero que el resto sume un mimero considerable de lectores. CAPITULO 1 PROLOGO PECULIARIDADES DE UN SIGLO DESPILFARRADOR La desventaja de quienes no eonocen el pas ex ‘que desconocen el presente G.K Custexrox (1933) El cambio medioambiental en la Tierra es tan antiguo como el propio plane- tay se remonta a unos cuatto mil millones de afios. Nuestro género, Homo, ha alterado diversos entornos tetrestres a lo largo de toda su existencia, unos cuatro millones de afios, Pero nunca ha habido nada parecido al siglo xx. Los asteroides y los voleanes, ademas de otras fuerzas astronémicas y geo- lgicas, han producido en el medio ambiente cambios probablemente mas radicales que los que hemos podido constatar hasta ahora. La humanidad, sin ‘embargo, no. Esta es la primera ocasién de la historia humana en que hemos alterado ecosistemas con tanta intensidad, a tal escala y tan répidamente, Este es uno de los pocos momentos de la historia de la Tierra que ha pre- =. combos de tal alcance y producidos a semejante ritmo. Segdin una rase famosa, Albert Einstein se negé a «creer que Dios jugara a los dados-con el mundo», Ta humanidad, en cambio, ha comenzado a hacerlo con el pla- neta en el siglo XxX sin conocer todas las reglas de juego. Sin pretender nada por el estilo, la raza humana ha emprendido la realiza- ign de un experimento gigantesco ¢ incontrolado con la Tierra, Creo que, * Frank, 1947 30 ALGO NUEVO BAJO BL SOL. antes o después, seréla faceta més importante de la historia del siglo %,, més gue la Segunda Guerra Mundial, la tentativa comunista, el auge dela alfabet- zaci6n de las masas, la expansién de la democraciao la creciente emancipacién ‘de las mujeres. Una perspectiva amplia sobre las profundidades del pasado nos ayudard a ver con precisin lo despilfarrador y peculiar que ha sido este siglo. En la historia del medio ambiente, el siglo xx se puede considerar pecu- liar por la chirriante aceleracién de tantos procesos que han traido consigo ‘cambios ecolégicos. La mayoria no son nuevos: hace ya tiempo que talamos frboles, extraemos minerales, generamos residuos, cultivamos cosechas y ‘cazamos animales. Pero en la época moderna hemos hecho, en general, mas cosas de esas que nunca; y desde 1945 bastante mas, en la mayoria de los casos. Aunque algunos tipos de cambio medioambiental ocurridos en el siglo xX, como la reduccién del espesor de la capa del ozono por causas ‘humanas, son auténticamente novedosos, la mayor parte de las peculiarida- des ecolégicas de dicho siglo son cuestién de escala ¢ intensidad. ‘A veces, ciertas variaciones de cantidad se pueden convertir en diferencias, cualitativas. Asi ha ocusrido con el cambio medioambiental en el sigho xX. La ‘tala lntensidad de los cambios fueron tan grandes que algunos problemas que durante siglos habian tenido caricter local pasaron a ser mundiales. La contaminacién atmosférica ¢s uno de ellos. Desde que comenzaron a utilizar cl fuego hace medio millén de afios, los sees humanos han contaminado el aire en algunos lugares determinados. La fundicién de plomo en el Medie- rrdneo durante la época romana contamind incluso la atmésfera del Artico, ‘Ultimamente, sin embargo, la contaminacién atmosférica se ha generalizado tanto y ha aumentado a tan gran escala que afecta a los fundamentos de la quimica atmosférica global (véase capitulo 3). De ese modo, unos cambios de escala pueden conducir a unos cambios de estado general. ‘Ademds, en los sistemas naturales, a igual que en los asuntos humanos, hay umbrales y efectos que llamamos no lineales. En la década de 1930, la ‘Alemania de Adolf Hitler se apoderé de Austria, la regidn de los sudetes y el resto de Checoslovaquia sin provocar demasiadas respuestas en la préctica. Cuando en septiembre de 1939 Hitler intenté afiadir Polonia a sus adquis ciones consiguié una guerra de ses afios que le llevé ala ruina a él, a su movi- miento y, por un tiempo, a Alemania. Sin percatarse —aunque era cons- ciente del riesgo—, cruz un umbral y provocé un efecto no lineal. De ‘manera semejante, la temperatura del agua en el Atléntico tropical puede calentarse progresivamente sin generar huracanes. Pero una ver. que sobrepa~ sa los 26°C comienza a generarlos: con un simple aumento gradual se ha cruzado un umbral, se ha girado un interruptor. La historia medioambiental del siglo xx es distinta de la del pasado no sélo porque los cambios ecolégi- PROLOGO. PECULIARIDADES DE UN SIGLO DESPILFARRADOR 31 cos han sido mayores y més répidos sino también porque el incremento de cicrtas intensidades ha girado algunos interruptores. Los incrementos gra- duales en la actividad pesquera provocaron, por ejemplo, el desplome total de algunos caladeros ocednicos. La acumulacién de muchas intensidades incrementadas puede girar algunos interruptores importantes y producir en la Tierra cambios muy fundamentales. Nadie lo sabe, y nadie lo sabré, hasta que comiencen a ocurtir —si es que se llega a saber en ese momento, sok tse capitulo examina a sora a argo pao de algunas cones \umanas que modifican entornos naturales. La longitud del Is azo vs en ada cu Sobre tod por las diferencias ene aetna informacion, La acciones y procesos en cuestién se miden unas veces ficilmente, y otras no. ‘También es cuestionable la exactitud de los datos. A pesar de esos problemas, se pueden emitis, no obstante, ciertos juicios sobre el grado de peculiaridad del dltimo siglo y los aspectos en que se distinguié netamente de las caracte- risticas del pasado. Teake tebow! Crecimiento econémico desde 1500 iy La mayorfa de las cosas que hace la gente y qlue cambian los entornos natura- les se consideran actividad econémica. Los pated suelen medir la mag- nitud de las economias sumando el valor yotal de los bienes y servicios pucs- tos en el mercado o registrados oficialnjente de cualquier otra manera. La suma da una tinica cia, el producto intérior bruto o PIB. Se trata de un pro- cedimiento muy imperfecto, en especial en momentos y lugares en que ciertas producciones (y prestaciones de servicios) significativas se realizan fuera de los ‘mercados. Los historiadores de la economia son muy conscientes de los incon- venientes de esa medicién y han intentado ajustar sus cifras en consecuencia. Hace quinientos aftos, el PIB anual mundial (convertido en délares de 1990) ascendia a unos 240 mil millones, poco més que el actual de Polonia © de Pakistén, ligeramente inferior al de Taiwan o Turquia®. Hasta 1500, la economia mundial habia crecido durante milenios sumamente despacio, sobre rodo porque (segiin veremos) la poblacién habia aumentadb también de esa manera y porque las mejoras en las técnicas productivas se habian dado muy lentamente segtin criterios recientes. A partir de 1500 se aplicaron téenicas avanzadas en ambas Américas y otras regiones, la navegacién se hizo realmente oceénica y crecié el comercio internacional. En 1820, el PIB mun- dial habia alcanzado los 695 mil millones de délares (cifra superior a la del “tn délres Geary-Khamis de 1990, Hl eilcul es de Maddison, 1995:19, 32 ALGO NUEVO BAJO EL SOL PIB de Canadé 0 Espafia ¢ inferior al de Brasil en la década de 1990). La Revolucién Industrial, los nuevos progresos en el transporte y la ulterior cexplotacién de ls tirras marginales incrementé la tasa de crecimiento a par- tir de 1820; de ese modo, en 1900, el PIB mundial legé a 1,98 billones de délares (inferior al de Japén en 1990). En realidad, el periodo de 1870 a 1913 sigue consideréndose en la historia de la economia una época de rachas de crecimiento espectacular més répido que cualquier otro ocusrido ante- riormente y que muchos de los que le seguir(an. Después de tres décadas de contencién del crecimiento (1914-1945), la economia mundial volvié a ‘medrar de tal manera que en 1950 el PIB mundial alcanzé los 5,37 billones de délares (el tamafio de la economfa de Estados Unidos en 1991). Aquel incremento fue seguido por un prolongado auge basado en una mayor aper- tura del comercio internacional, un desarrollo més répido de la técnica y una aceleracidn del crecimiento demogrifico. En 1992, el PIB mundial rondaba los 28 billones de délares. Este periodo milagroso de la historia de la econo- ‘mia, con todas sus agitaciones, inventos, organizacién y represién aparece reducida a cifras de indices y tasa de crecimiento en el cuadro 1.1. a economia mundial de finales del siglo XX era unas 120 veces superior ala de 1500, La mayor parte de ese crecimiento se produjo después de 1820. El més ripido se dio entre 1950 y 1973, pero todo el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial conocié unos indices de crecimiento econémico sin precedentes en la experiencia humana’, CuapRO 1.1 Evolucién del PIB mundial, 1500-1992 Fecha PI mundial 1500 100 1820 290 1870 470 1900 33 1913, 1136 1929 1540 1950 2238 973 6.693 1992 1.664 FUENTE: Maddison, 1995:19, 27, * Las fas del PIB 4 dan en nimeros indices relaivos al afo 1500 dC. » Owrasexpansones notables anteriores se produjeron probablemente con la recrada dels mas capa de hielo los primers invenos yl dfs dela arialcray con la ceacién de grandes reds, ‘omerciales bajo la égia de los imperie antigus, Pero todas ess expansioneseconémics fueron lentasy modestas en comparacén con ls posteriore 1820 PROLOGO, PECULIARIDADES DE UN SIGLO DESPILFARRADOR 33, Casi toda esa expansi6n econémica estuvo impulsada por el aumento de {a poblacién mundial. El resto se debié a una organizacién y unas técnicas més productivas (y, quizd, a una mayor dureza laboral). Las ciffas per cépita (véase cuadro 1.2) muestran que, si bien la economia mundial se ha multi- plicado por 120 desde 1500, la media de los ingresos personales sélo lo ha hecho por 9. Se trata, por supuesto, de una media global que enmascara enormes diferencias entre regiones, paises e individuos. Cuabko 1.2 _PIB mundial per cépita desde 1500 yy PIB mundial per ebpta ‘Miimero indies (em dare de 1990) 45004C: = 100) 1500 565, 100 1820 651 7 1900 1.263 2 1950 2138 378 1992 sas 982 Furie; Elborado pari de Maddison, 1995.28, Disponemos, por término medio, de nueve veces més ingsesos per cépita que uestos amepusados en 1500, y de cuauo veces mis que muses abue los en 1900. A pesar de la considerable falta de equidad en la distribucién de ese inctemento en los ingresos —los del ciudadano medio de Mozambique se hallan hoy muy por debajo de la mitad de la media mundial de 1500—, ‘se hecho deberfa considerarse un gran logro de la raza humana en los ilti- mos 500 afios, y en especial en el pasado siglo, El logro ha tenido, desde ego, un precio. El coste social en forma de esclavitud, explotacién 0 matan- ‘as que permitieron a la xdestruccién creativay* dar paso al crecimiento eco- ‘némico es enorme. ¥ tambien lo es el coste medioambiental. Algunos histo- tiadores de los \ltimos treinta afios han prestado gran atencién, como corres- ponde, al precio social del crecimiento econémico y la modernizacién; pero también el precio medioambiental es merecedor de su interés atento. « Sie PIB mundial sha mulipliado por 120 dede 150, y 1B per fp or 9 poblacin lo habe eco por 13, aponimadamente (an mis sj), To cal pia mayor pate del cr miento econémico desde aquella fecha. ad Ge vores Piers nett cl apa aplasia splcablea a formacon dee economia tocidns dl eg eee 34 ALGO NUEVO BAJO EL SOL Grecimiento demografico desde el 10000 aC. a mus facil medir el crecimiento demogréfico que la actividad aie Aa a aunque debemos tratar con cautela los céleulos ante- Fiores a 1900 para la mayor parte del mundo, la reconstruccién siguiente es mis de iar que la anterior. (causa eres humanos inventaron la agricultura (pongamos que en rorno al afio 8000 a.C.) la poblacién del mundo se situaba, probablemente, entre 2 y 20 millones de personas®. Nos superaban algunos otros primates, como los papiones, Pero con la agriculeura se produjo el primer gran auge en la cfra de seres humanos. La poblacién crecié mucho més deprisa que antes, entre 10 y 1.000 veces més, probablemente; su incremento eee i embargo, muy lento, y equivalia a mintsculas fracciones porcentuales. afio 1 d.C., el planeta sustentaba eae a a ee eee nas (cif yuivalente, mds o menos, a la de la actual Indonesia o is uae 1500, la poblacién mundial habia alcanzado los 400 0 500 millones. Habja necesitado en torno a un milenio y medio para duplicarse y habia ctecido a una tasa bastante inferior al 0,1 por ciento annal. A partir de 1500, la poblacién mundial siguié aumentando muy lentamente y llegé a los 700 millones alrededor de 1730. En ese momento comenzd a ee mayor rapide, iniiando la expansién prolongada que conina toda hoy’. En 1820 la poblaciém humana rondaba los mil millones, Nuesto espectacular éxito biolbgico a partir de entonces aparece esbozado en cifras del cuadro 1.3. CUADRO 1.3. Poblacién mundial desde 1820 ‘oP il de il) Toe den al) 7 = ts i os ca0s869 10 "s 850189) i350 Pa eaten) to 3 1.095098) 2000 60 1,5 (90-1999) me ee eeeerw'm— Furst: Cohen, 199579 yap. 2 Coen, 195.77, ; TN cee sumenr prdujo ene go x0, pero guid wwe que er con Ne eat ebna con lo mre in, ad psy ‘Hoa gueaeahloninvodcendes, Livi Bac, 1992 recoge un eb recente PROLOGO. PECULIARIDADES DE UN SIGLO DESPILFARRADOR 35 Desde el siglo xvut hemos crecido en niimero con suma rapider para lo que era normal hasta entonces. Y en el periodo posterior a 1950 la poblacién ha aumentado a un ritmo 10,000 veces superior, aproximadamente, al que impe- raba antes de la invencién de la agricultura, y de 50 a 100 veces por encima del que le sigui6. Si desde la invencién de la agricultura se hubiesen impuesto los indices de aumento demogrifico del siglo xx, la Tierra se hallarfa ahora cnvuelta en una pululante masa de carne humana de un diémetro de miles de atios luz. que se expandiria a una velocidad radial varias veces superior a la de {a luz’. Es evidente que no mantendremos durante mucho tiempo el ritmo del siglo xx. Nos encontramos en las fases finales del segundo gran auge dela his- toria de la poblacién humana. Lo demdgrafos esperan, como maximo, que se duplique sélo una vez mds. La historia de la poblacién mundial del siglo xx serd peculiar no slo ala luz del pasado sino tambin a la del futuro. Otra manera de comprender ef cardcter extraordinario de la demografla de la era moderna es calcular cunta gente ha vivido y (multiplicando por la esperanza de vida) cudntos afios humanos se han vivido. Esa clase de cuentas requiere, por supuesto, una cautela adicional. Algunos histotiadores euro- peos de la demografia han elahorado esas audaces hipétesis y los subsiguienecs célculos?. Segiin imaginan, en los tiltimos cuatro millones de afios han ni do 80 mil millones de hom{nidos. En conjunto, esos 80 mil millones han vivi- do unos 2,26 billones de afios. Y aqu{ viene lo asombroso: el 28 por ciento de «80s afios se vivieron después de 1750; el 20 por ciento, después de 1900; y el 13 por ciento, después de 1950. Aunque el siglo xx representa sélo el 0,00025, de la historia humana (100 de los cuatro millones de afi), ha acogido una quinta parte, aproximadamente, de la totalidad de los afios humanos. Al igual que el desarrollo a largo plazo del crecimiento econémico, nuestra historia demografica representa asi mismo un triunfo de la especie humana. Y también ella ha tenido, pot supuesto, un coste. En cualquier caso, se trata de lun proceso pasmoso, una desviacién extrema de las pautas del pasado —a pesar de que tendemos a considerar nuestra actual experiencia como una obviedad y consideramos normales los indices de crecimiento modernos—. Es fcil malinterpretar sucesos singulares que duran més de una vida humana. Las trayectorias del crecimiento econémico y demogrifico a largo plazo marcharon estrechamente unidas durante milenios. Sélo comenzaron a divergir netamente en torno a 1820, cuando el crecimiento econdmico dejé * Hata diver vsn ese adapeada de Cipolla 197-889 * Wiraber,1979:16; Bourgeois Pcha, 1988. Véas tambidn Livi-Baci, 1992-1993, Westing, 1981 ‘alcula en 50 mil millones el rota de personas nacidas. Kei, 1966 lo sita en 69 mibmillnes, Huub, 1995, prfere 105 mil millones. Las dscrepancias dervan en pare de los diferentes puntos de partida que on, pg, hace 300.000 aos para Wescng,y un millon pura Keyl, 36 ALGO NUEVO BAJO EL SOL atris al demogréfico —lo cual explica el incremento de los ingresos per cApi- ta. Lo que posibilité este hecho fueron las nuevas tecnologias y sistemas de ‘organizacién econémica, que petmitieron a la gente consumir mucha més energia. Historia de la energia desde el 10000 a.C. ‘Antes de comenzar la Revolucién Industrial, disponfamos de la fuerza muscular de nuestros cuerpos y de algunos animales domesticados, de la del viento y el agua (aprovechada de forma muy ineficiente) y (para generar calor pero no fuerza) de la encrgia quimica almacenada en la madera y otros tipos de biomasa. La Revolucion Industrial trajo consigo un cambio total median- te la introduccién de motores capaces de convertir en potencia mecénica las reservas energéticas de la biomasa acumuladas en la corteza tertestre a lo largo de cientos de millones de afos: los combustibles f ‘Los fisicos estan de acuerdo en que la cantidad total de energia del uni- verso es constant, En la Ticera, a energia se mantiene més o menos en equi- librio: lo que nos llega del Sol en forma de energia de radiacién equivale alo {que se dispersa en el espacio en forma de calor. La energia no se puede crear Ai destruir, Sin embargo, solemos hablar de produccién o consumo energé- tico. La palabra eenergia» es imprecis; y su contenido, dificil de medit. La siguiente reconstruccién pretende ser precisa respecto a lo que se quiere decir ‘con el término energia, pero sus aspectos cuantitativos merecen ser tratados con tanta o mis precaucién que los del apartado dedicado al crecimiento econémico. “Toda nuestra energia es, en ltima instancia, energia nuclear, pues pro- viene de una reaccién de fusién nuclear tealizada en el Sol'®, En la Tierra ‘existe en varias formas, pero las importantes para los humanos son la energia ‘mecdnica (0 cinética), la quimica, la del calor (0 térmica) y la radiante. Nues- ‘ro problema esté en obtenerla de forma aprovechable en el lugar adecuado yen el momento oportuno para aquello que deseemos llevar a cabo. La obre- hemos mediante convertidores que cambian la forma de la energfa facilitan- do su almacenamiento, transporte o uso para el trabajo. Muchas actividades ‘econémicas utilizan varios convertidores. Cada conversién conlleva en la prictia alguna pérdida (habitualmente en forma de calor) debida a la difu- Sién de la energia previa a ese proceso, cuando no se transmuta en alguna 1 No se tiene en cuenta la ener grviaconal, que mantine la Tira en Srbita a una disancle convents del Sol a fain nuclear que se produce en el nicleo terres yproporcion su ener tials voleanes PROLOGO. PECULIARIDADES pg UN SIGLO DESPILEARRADOR 37 forma inutilizable, no susceptible de ser pont ini fcr aches humane plo, ronda el 18 por ciento: de cada 100 caloras que consumo ea fora de coma (eens quimica) s6lo convierto en energla mecénica unas 18; las a eo len en fa prictica, casi siempre en forma de calor. La eficiencia los cabalos se sia en torno tan sélo a un 10 por ciento. Antes de la Revolucién Industrial, los vinicos convertidores importantes cr os bjoliicos. Las primera scedades humana wtlizaban nic mente su furta muscla proveniente de a eel quimicaalmacenad en las plantas y la carne de los animales. Con el giempo, gracias a unos pocos instruments, fuerza muscular fu adgurendo mayor eficiencia. Ese que al uso del fuego nos ayudé norablemente a calentarnos; y, al inventase la coccién de los alimentos, comestibles ciertas eae de cregia que hast entonces nolo eran. Pero hasta hace sproximadamente E los, nuestros antepasados depend(an de sus propios cuerpos para la obtencién de energia mecinica en funcién de lo que podriamos I: wrégimen de energfa somética». ccs La agricnlmra permici a la gente un mayer control sobre los convert dlores vegetales que denominamos cultivor aly venticios, La apr eer ante multiplicé, probablemente, por 10 tc donibiiad de coer ae podia obtener por medio de la caza y la recoleccin: y laestable vols final Lyne Lr hr Eso se as ae de la densidad demogréfica. Lace con ls domescacion de grandes animales, agente coniguié mis buoy ylnscauleocanclbe ese —— anor pect Ls Bayes plan war auon duos oes ifcaba nuevas posibilidades de alimentcign que, 4 su veo, permitian la txsencia de mas persons y més bueys on na eerion Evora he smplisy refore e rgimen de neti omatct Las scedaes oe omer andes animales trabajaban sys campos con desventaja. La efi- \ergética de otras sociedades mejor durante los siguientes milenios fac a nuevor culos, tuedas y colleras para los caballos, pero el muisculo hnano proporond més del 70 por ciento de la energia mecdnica utili- eee arranque de la Revolucién Industrial en Europa (c. 1800) *. Las limicaciones fundamentales impuestas a la energia sigui tiendo la canidad de titra arable y elagua pas cl culo. " Eata historia condensada estd romads nantes Gt ay sa rk ‘repeals animales y humana leno proceed lee cua e dein eS Sem 38 ALGO NUEVO Bajo EL SOL La agricultura y la domesticaci6n de animale crearon, sin duda, un exce- dente de energia. El control de ese excedente, su utilizacién a voluntad y el ddistruce de sus rendimientos fue la materia de la politica —la administraci6n del régimen de energia somética—. Si se aplicaba de manera sensata, en acti- vidades bélicas 0 de riego, por ejemplo, el excedente podia generar una “obtencién inesperada de rendimientos crecientes que convertia a alguien en fico o pobre —por ejemplo, alos faraones—. Dado que las personas son mis cficientes que los caballos y mucho més que los bueyes convirtiendo energia {quimica en mecinica, los grandes animales domesticados eran una especie de Iujo en la época preindustral. El medio més eficaz del que disponfa la gente ‘con ambicién y poder para hacerse mas rica y poderosa era el esclavismo. La esclavitud se hallaba muy extendida en el régimen de energia somética, en especial en las sociedades en que escaseaban los animales de tio. Para lograr tuna concentracién de energla, aquella gente no tenia més opcién prictica que acumular cuerpos humanos. ‘Un rasgo interesante del régimen de energia somtica fue su éxito en ef almacenamiento energético. La energia es dificil de almacenar en forma de ‘alor, luz o, incluso, elecuicidad. El almacenamiento de la fuerza directa del viento y el Sol sigue siendo igualmente dificil, incluso con las técnicas de finales del siglo xX. La energfa quimica en forma de plantas es también difi- cil de acumular, aunque, en condiciones favorables y con técnicas apropia~ das, ciertos cultivos se pueden guardar durante unos pocos afios, si bien con un desaprovechamiento considerable. Los caprichos del cima y las plagas agricolas hacfan que, en las socieda- des preindustriale, el suministro ‘de comida variara notablemente de una cstacién a otra y de afio en afio, con los consiguientes problemas para el con- junto de la sociedad y sus gobernantes debido a una fluctuacién del sumi- histro de energia disponible, incontrolable e impredecible en el tiempo. Las reservas de poblaciones humanas y animales domésticos sirvieron a los gobemnantes como almacenes energéticos, como un volante regulador en el Sistema energético de la sociedad. Se les podia poner a trabajar tanto si abun- ‘daba como si escascaba la fuente primaria de energia —los cultivos vegeta- Jes. Las reservas podfan aumentar en épocas de vacas gordas y reducirse en las de vacas flacas, pero los gobernantes tenfan la posibilidad de echar mano de personas y animales casi en cualquier momento para llevar a cabo sus ini- ciativas. El ganado servia para los mismos fines entre la gente corriente. Era un almacén energético susceptible de ser esquilmado en caso de necesidad para compensar los fallos en la energfa, a pesar del suministro inevitablemente irregular de productos alimenticios. Ello proporcionaba a los hogares un PROLOGO. PECULIARIDADES DE UN SIGLO DESPILFARRADOR 39° volante regulador en sus sistemas energéticos domést : ‘ 3 domésticos proporcional a la Cantidad de animals poseidos (@ adqusies cn cede neeetaah Los limites del régimen de energia somética eran estrictos. En un arran- aue de esr el cuerpo humane puede concer 100 vats de poten Lon producores alemanes de nirato consttuyeron en la década de 1920 un sndicato exportador «que se reunié con cierto sit, al menos en Egipeo (Friedrich, 1993). LLITOSFERA Y PEDOSFERA. LA CORTEZA TERRESTRE 53, 21926 en el intento de extraer oro del agua del mar para ayudar a Alemania a pagar las reparaciones de guerra. Sus servicios patriéticos no le valieron de nada tras el acceso de los nazis al poder en 1933; Haber renuncié a su pues- to (era director del laboratorio de quimica fisica més prestigioso del mundo) por presiones, emigeé a Gran Bretafia y murié al cabo de un afio, Pero él més que nadie fue quien transformé en el siglo xX la quimica del suelo mundial y permitié a la agricultura florecer a pesar de los miles y miles de formas de degradacién de que era objeto’ «La persona capaz de hacer crecer dos espi- 48 de trigo [...] em una parcela donde hasta entonces crecia sélo una, seria ‘més meritoria para la humanidad (...] que toda la raza de los politicos en ‘conjunto.» Asi escribfa Jonathan Swift en los Viajes de Gulliver (1726). Haber lo consiguié casi dos siglos después’. El procedimiento Haber-Bosch requerla una gran cantidad de energia, pero la manufactura de fertilizantes nitrogenados resultaba viable donde se dispusiera de energfa barata. Sin embargo, las condiciones econémicas (sobre todo durante la depresién de 1929-1938) frenaron el desarrollo del consumo de fertilizantes nitrogenados hasta después de la Segunda Guerra Mundial Fr 1940, el munda concuméa tinos cuatro millones de roneladat de fertli antes artificiales, sobre todo nitrégeno y superfosfato, pero también fertli- zantes potisicos obtenidos de la potasa. En 1965, el consumo mundial fue de 40 millones de toneladas, y en 1990 de casi 150 millones, Este fenéme- no provocé y sigue provocando en los suelos del mundo una alteracién qui- mica fundamental de colosales consecuencias econémicas, sociales, politicas y medioambientales. Para empezar, los fetilizantes artficiales permiten, quiz4, dar de comer a dos mil millones mas de personas. Sin el incremento de las cosechas, la poblacién mundial habria necesitado alrededor de un 30 por ciento més de tierra cultivable —una cifra norablemente alta—’. Ademés, entre 1950 y en torno a 1985, ampliaron sistematicamente la brecha abierta entre agriculto- res ricos y pobres de todo el mundo, tanto dentro de una sociedad concreta ‘como entre distintas sociedades. Antes de la década de 1960, los paises mas pobres utilizaban pocos fertilizantes artificales y sus agricultores tenfan cada ‘vex. mayores dificultades para competir con los crecientes excedentes de ce- * Langan de Hibernia Si, 19418, 189190, Sm 1993163. Gon, 1967 cura pats Bochc com co 1925 oe de emp gg IG Farben y have pe ‘mio Nobel de quimica en 1931. see ae 391199 "ton de ron 4, 19969, Sly Sli 19925, * Sm 199316, cleus que solos ferinanternirognadormanenn a uno de cada it 0 ae to hablames pcs Ls ars dl ne de Alpe oo de Europa al dpe ‘eve den ans un Gans on ia eure lu Mas) 54 LAMOSICA DE LAS ESFERAS real norteamericano y australiano. A partir de 1970, una gran parte del aumento del uso de fertlizantes se dio en los pafses més pobres, pero princi- palmente en las explotaciones de mayor tamafio, que podian permitirse més ficilmente cubrir los costes. Los agricultores més pequefios se encontraron entre la espada y la pared. En Japén, Corea y, més recientemente, en China, tunos altos niveles de consumo de fertilizantes artificiales permitieron mayor eficiencia de la mano de obra en los arrozales; millones de antiguos campe- sinos se convirtieron en obreros urbanos, suministrando asi personal al mila- gro econémico de es0s paises. Pero en India, México, Filipinas y otros paises donde los grandes agricultores recurrian a los fetilizantes artficiales mucho ms que los pequefios, los labradores desplazados contribuyeron més al aumento de tensiones urbanas que a la realizacién de milagros econémicos. ‘Asi fue como Lawes y Haber ayudaron a configurar las estructuras de las sociedades contempordneas y la divisién internacional del trabajo. Los fertlizantes no suelen dar en el blanco en la mayoria de los easos.y se convierten en contaminantes del agia: Aunque los céleulos varlan, més de la mitad de los utilizados acaba habitualmente en las aguas de lat eamiunidades dagrarias y de sus vecinos qué viven cortiente abajo, Jo que ha capsribuide poderosamente a la cutrofizacién. de rlos; lagos y miates, especialmente en Europa y Norteamérica. (La eutrofizacién consiste en un exceso de niuttien- tes; véase el capitulo 5). Ademés, aun cuando los fertilizantes permanecfan en el suelo, la «quimioterapia de la tierrav solfa provocar a largo plazo pro- bblemas en ef suministro de micronutrientes, entorpeciends la agticultura més que contribuyendo a ella — Los efectos provocados por los fertlizantes quimicos no se limitaron a la quimica. A partir de 1950 influyeron poderosamente en la eleccién de culti- vos: los que respondian bien a los fertilizantes (el maiz, por ejemplo) se difundieron ampliamente, sustituyendo a los que no lo hacfan, De abt la ten- dencia a que haya cada vez més personas que comen menos variedades de ali- ‘mentos: dos tercios de nuestros cereales proceden actualmente de tres plan- tas: el arroz, el ttigo y el maiz. El uso de fertilizantes quimicos hizo también que la produccidn de alimentos depenidiera absolutamente de los cambusti- bles fésiles necesitados para su fabricacién: en la actualidad nuestra comida cesté hecha tanto de petréleo como de luz solar. En una escala mayor, s€ uso hha reorganizado los ciclos mundiales del nitrégeno y el fésforo y ha favoreci- La expretén es de Wes Jackson, citada en Opie, 1993:257, y Okon, 1987:220-221. Una cag cderadn de foro puede provoear fla de cin. Los macronutrients sone nitgeno, el fsforoy el pots, nectados en grandes dss por todas ls plans; los mironuttenes el hiro, el ine aor demasiado numetosos como para enumerals, se necesan en cantidades taza —pero son LITOSFERA Y PEDOSFERA. LA CORTEZA TERRESTRE 55) do fuertemente a todas las especies que prosperan con dietas basadas princi- palmente en esos-nutrientes. No esti nada'claro-qué pueden significar para la humanidad esos cambios fundamentales ocutridos en todo el planeta. Contaminacién del suelo Las industrias quimicas del siglo 2 repusieron los nutrientes fundamentales tomados del suelo, pero también contribuyeron a contaminarlo. Como norma, la contaminacién de los suelos se produjo donde surgieron industrias ‘quimicas y metalirgicas, principalmente en Europa, el este de Norteaméri- «a, la Unién Sovietica y Japén. Una fuente principal de contaminacién del suelo fueron la minerfa y la fandicién, refinado y uso de metales como el plomo, el cadmio, el mercurio y el cine, Estos merales habian demostrado su utildad en las modernas indus- trias quimicas y metaligicas. La industrializacin del siglo xx los necest6 en grandes cantidades. Sin embargo, son peligrosos para la vida humana (y no humana) incluse en dasis pequefias —aunque tina de ellos sea esencial en. dosis todavia menores—. En el siglo xx penetraron en los suelos (asi como en el aire y el agua) en proporciones mucho mayores; las emisiones de plomo y cadmio, por ejemplo, se multiplicaron por 20 entre 1875 y 1975". La mayo- ra de estos metales comienza su ciclo como contaminantes atmosféricos; algunos lo hacen a través de aguas residuales; otros, en cambio, son deposita- dos directamente en el suelo. Sean cuales sean esas vias, cuando los mencio- nados metales llegan a los suelos, se introducen en la cadena alimentaria. Japén fue un caso drastico. Los vertidos de la minerla y la metalurgia tras la restauracién Meiji (1868) generaron una intensa contaminacién con metales pesados. A finales del siglo XIX, la contaminacién por cobre redujo las cosechas de arroz.en los alrededores de varias minas, pero sélo localmen- te. La minerfa y las fundiciones transfirieron metales pesados a los arrozales en varias cuencas fluviales de Japén a comienzos del siglo xX, provocando a menudo protestas de los agricultores. En 1926, en el xcaso de la lanza de bambti, los campesinos cuya tierra se vio afectada por contaminacién por cobre sitiaron los hornos de fundicién de la mina de Kosaka. En el valle del tio Jinzu aparecieron antes de la Segunda Guerra Mundial algunos casos de tuna dolencia 6sea conocida ahora como itaiitai (way, ay»), que resulté ser consecuencia de envenenamiento por cadmio. Tras la guerra se dieron cien- tos de casos mds. La produccién de metales pesados y la contaminacién cau- Geeman Advisory Council on Global Change, 1995:86. 56 LA MOSICA DE LAS BSFERAS sada por ellos aumentaron bruscamente después de 1950, cuando la Guerra de Corea impulsé la industria pesada japonesa. En 1973, Jap6n era el primer pais del mundo productor de cine y ocupaba un segundo puesto muy avan- zado en la de cadmio, El agua de riego estaba contaminada por metales pesa- dos legados a ella por diferentes vias. Cuando esa agua se tetiraba de los arro- zales, dejaba tras de sun residuo de contaminacién coneentreda: Bl cadmio, en particular, es absorbido ficilmente por la planta del-attoz. En 1980, alre- dedor del 10 por ciento de los arrozales japoneses habfan dejado de ser ade- cuados para la produccién destinada al consumo humano debido a la conta- minacién del suelo por cadmio. El cadmio y ottos metales pesados ingeridos a través de los alimentos acabaron con la vida de cientos de japoneses ¢ hicie- ton enfermar a miles durante el siglo Xx. La yuxtaposicién de mineria, fun- dicién y arrozales hizo que la contaminacién del suclo por metales pesados fuuera més grave en Japén que en cualquier otro lugar. La contaminacién del suelo afects también en otras partes ala sociedad y la ecologia, aunque de manera menos dolorosa que en Japén. Los suclos ys cen consecuencia, las plantas y las personas de la Silesia polaca presentaban en la década de 1970 concentraciones elevadas e insalubres de cadmio, mercu- rio, plomo y cine. Los suelos situados en la direccién del viento respecto alos altos hornos de Sudbury, Ontario, alcanzaron concentraciones de niquel y cobre 400 veces superiores a ls originales, matando casi toda la vegetacién. ‘A partir de 1940, los suclos de bosques y pastizales de.todo el mundo mo iraban signos de elevadas concentraciones de metales pesados, aunque sélo én unas pocas cuencas industrales existieran riesgos patala salud. En la déca- da de 1980, fos suelos del norte de India presentaban, por ejemplo, niveles de contaminacién de una magnitud una o dos veces inferior a la de Hesse (Alemania) ®, Los suelos urbanos del siglo xx acumularon concentraciones de metales traza de 10 a 100 veces superiores a los originales. Desde media- dos de la década de 1970, las emisiones a la atmésfera y, pot tanto, la depo- sicién de metales traza, en especial de plomo y cadmio, en los suelos descen- dieron a consecuencia, sobre todo, de regulaciones impuestas en el mundo industrial. Pero el plamo se mantiene 3.000 atios en el suelo, por lo que este particular legado def siglo Xx —euyos efectos nocivos para la salud estin demostrados— permaneceré largo tiempo, © Asami, 1983, 1988, 8 German Advisory Council on Global Change, 1995:84. Asami 1983; Kit y Yamane, 1981; Logan, 1990; Neiagy, 1990, 1996, En 1980 la dsper- Sién ancropogénica de erento rana (por la miner a funda, ln quema de combustibles, eco. {2 supercon mucho la abot de los vleans, lo incendios de bosques, la aspesin maria y oxas fenas naturales. Ls proporcionesignifiativas son’ arsénico, 32 Ts adi, 7 1; plome 253 1: mer {utio, 11 (Brown eral, 1900439) Sobre el pmo en los suis yaad, vse Mile tal, 198, LITOSFERA Y PEDOSFERA. LA CORTEZA TERRESTRE 57 La industrializacién generé todo tipo de residuos téxicos ademés de los metales. Los productos quimicos de fabricacién humana no comenzaron a cexistir hasta mediados del siglo xX y s6lo adquirieron importancia medio- ambiental después de mediados del xx. A partir de 1900 se han sintetizado aproximadamente 10 millones de compuestos quimicos; 150.000 podrian haber tenido un uso comercial ®. Las industrias que utilizaron esos produc- tos quimicos generaron grandes cantidades de residuos muchos de los cua- les eran peligrosos. No existen datos histéricos sobre produccién de residuos (cuya definicién vara ampliamente), pero es probable que sus niveles cre- cieran despacio antes de 1940 y répidamente después de 1950, cuando pros- peraron las industrias quimicas. Una gran parte de los residuos t6xicos acabé en los vertederos (del 50 al 70 por ciento, posiblemente). Cantidades meno- res generadas en zonas urbanas y en enclaves de la industria quimica, pe quimica y metalingica pasaron directamente a los suelos al ser vertidos legal 6 ilegalmente en los bordes de las carreteras, en parques 0 en tertenos par- ticulares ‘Antes de 1980, esos desechos sélo eran objeto de una atencién somera’ formaban parte del coste de los negocios de la industria. En 1936, las empre- ‘sas quimicas de Estados Unidos vertian sin tratamiento del 80 al 85 por cien- to de sus residuos téxicos a pozos, estanques y ros contiguos ®, Pero entre 1976 y 1980, en Love Canal (junto a Buffalo, Nueva York), aumentaron las pruebas de la existencia de cinceres y defectos congénitos debidos, al pare- cer, alos productos quimicos enterrados entre 1942 1953. La Hooker Che- mical Company, tras haber cubierto un estanque t6xico, sembré de césped la tierra y cedié la parcela a la comunidad local, que construyé en ella una escuela y casas. En 1980, el gobierno federal evacué a miles de personas y, tras ser vallado, Love Canal fue considerado zona nacional catastréfica. Pron- to, ottos cientos de comunidades relacionaron sus problemas de salud con vertederos quimicos. Los vertederos de residuos t6xicos —de los que, sélo en Estados Unidos, habia 50.000 en 1980— se convirtieron en un punto focal de la politica, la legislacidn y las demandas entabladas por asuntos medio- ambientales, as{ como de una modesta campatia de limpieza asociada con el llamado Superfund, un plan federal para financiar la recuperacién medio- ambiental de lugares con residuos peligrosos. El vertido de productos qui- micos Peet a ser un problema cada vez mayor en Estados Unidos y Europa, donde [a legislacién disuadié a la gente de practicar anti formas de eliminacién indiscriminada de rexiduos. , = ° Tolbay EL-Kholy, 1992.24, clelan que acualmentes wins 100.00; Prager, 1993, leu 1a 80.000. Coles, 1994 58 LAMOSICA DE LAS ESFERAS En la década de 1970, la exportacién de residuos peligrosos para deposi- tarlos en otros lugares se convirtié en un negocio internacional. México ente- rr6 y deposité en vertederos residuos de EE UU; algunos paises del sureste asidtico aceptaron una parte de los de Japén; y Marruecos y varios paises de Alrica occidental se quedaron con residuos procedentes de Europa y Estados Unidos. El mayor importador hasta 1989 fue, quiz4, la antigua Alemania Oriental. Una de las ironias de la reunificacién de Alemania (1989-1990) es {que los alemanes occidentales volvieron a cargar con problemas de desechos peligrosos exportados antes por ellos (de manera temporal). A finales de la década de 1980, el volumen del comercio internacional de basuras téxicas eta de millones de toneladas anuales, y el especticulo de los~patses ricos pagando a los pobres para que se Ilevaran sus venenos suscit6, oposicién poll- tica, En 1987, un barco con un cargamento de cenizas volatiles t6xicas pro- cedente de Estados Unidos dio la vuelta al Atlintico buscando un pafs que descara aceptarlas. Una avalancha de protocolos y convenciones acordados a finales de la década de 1980 y en la de 1990 se propuso regular este comer- cio internacional de residuos t6xicos,ilegal en gran parte”. Los ejércitos modemnas son grandes cansiimidares de sustancias quimicas sintéticas. Tanto en la Unién Soviética como en Estados Unidos, el mayor contaminador particular del suelo a partir de 1941 fiienon las fuerzas arma- das, dejadas a menudo al margen-de-cualquier normativa durante la Segun- da Guerra Mundial y la guerra fra. Los suelos y las aguas subterrdneas de ‘muchos terrenos militares de Estados Unidos y la URSS y algunas de sus bases en el extranjero acabaron fan contaminados que su limpicea suponia, al parecer, un coste imposible de soportar El efecto acumulado del envenenamiento quimico de los suelos fue pequefio hasta 1950. A partir de entonces el niimero de lugares contaminados fe en aumento. Los problemas de contaminacién del suelo experimentaron una rmetistasis después de 1975, tras la emigracién de la industria pesada de Europa, América del Norte y Japén a Corea, Taiwan, Brasil y otros paises. La contaminacién del suelo se centr en zonas urbanas e industriales. También Segin Clapp, 1994, a finales dels década de 1980 el volumen era de 30 245 millones de tone: ladas de las qu un 20% iban a plies del Tero Mundo, Prager, 1993, ofece unas cits lige ‘mente inferires,Un economista dl Banco Mundial stead en sn puesto important insists en que € comerioinsemacional de seiduosthxicos era econémicamente racial y no Se debia prohibit fino foment "En EE UU, leit vers lmacend 22 mil millones de metros ebens de esiduos peligro ss en mis de 10.000 lage. Los cots calulados para su limmpiceaoxilan ete 170 y 370 ail millones de dlaes,y la operaci sequetia 75 aloe (USDOE, 1993). Sobre a ega soiico en Ta antigua Alemania del Este, vase el German Advisory Council on Global Change, 19952175. LITOSFERA Y PEDOSFERA. LA CORTEZA TERRESTRE 59 afecté en menor medida a suelos rurales a través de los productos quimicos agricolas y la deposicién de nitrégeno, azufre y merales traza en la atmésfe- ra, Los contaminantes del suelo se abrieron paso hasta el agua, la cadena ali- mentaria y los cuerpos humanos; de ese modo empeoraron millones de vidas y se acortaron varios miles. Movimientos de tierra Las fuerzas naturales remueven una considerable cantidad de roca. Las erup- ciones volcdnicas, los movimientos tecténicos, la friccién de los glaciares y la erosi6n natural han esculpido desde hace tiempo la faz de la Tierra. En el siglo Xx, el género humano comenzé a competir con esas fuerzas como agen- te geoldgico, sobre todo mediante la mineria y la accleracién de la erosién. El cuadro 2.1, compuesto mediante célculos aproximados, indica hasta dénde ha Hlegado la humanidad como fuerza geolégica a partir de la década de 1990. ‘Al comenzar el siglo xx, el impacto geolégico humano ascendia, proba- blemente, a menos de una décima parte de la proporcién alcanzada en esa década, lo que lo situaba a la par delos glaciares ”, En algunos lugares, como Inglaterra, los seres humanos movieron ya en 1900 més rocas y suelo que la naturaleza. Pero Inglaterra, con su gigantesca industria carbonifera y unas, fuerzas naturales relativamente débiles era un caso poco habitual”. CuapRo 2.1 Transporte medio anual de rocas y suelo ‘Miler de milones de onladas rosin eiice Lo Ghaciares 43 Formacién de montafas 1“ Voleanesoceinicos* 30 Humanidad* 2 Aguas 3 FURNTE: Hooke, 1994 * Por le afloramients de roca nueva en Is dors centroocenica, * Hooke ofece unos cieuls de 40 y 45 mil millones de toneladas sein as dvesshipétss + La Gf para el transporte ausado por el agua incuye a deposicidn (no humana) de sedimentos laos, mates y océanos (14m millones de toneladas)ycieno desplazado en la cuenca dro logicas (39 ml millones deconelada) ° Sepia este cleulo, muy aproximativo, I iffa de habitantes del mundo eraen 1900 una cuara pare dea de 2000, fecha en que la economia mundial superabaen unas catoce veces 2a de ent fs yen la que se desarolaba mucha mis actividad miners. ® Shetek, 1931238, 60 LAMOSICA DE LAS ESFERAS Minerfa La gente ha rasgufiado y excavado desde hace tiempo la Tierra en busca de metales y combustibles tities. La escala a la que lo hizo, incluso en el apo- geo de la actividad romana (siglos tn d.C.) 0 de la China de los Song Giglos x-xu), siguié siendo pequefia hasta después de 1820. A partir de 1870, la industrializacién dio lugar a una biisqueda frenética de minerales ‘metaliferos y las méquinas de vapor provocaron un estallido de la deman- da de carbén. La extraccién de carbén (véase cuadro 2.2), por ejemplo, que ascendfa a 10 millones de toneladas en 1800, se multiplicé por diez en el siglo XIX y aumenté seis 0 siete veces més en el XX. La moderna minerfa del carbén tuvo su primer centro en Gran Brecafia, {que en un determinado momento Hlegé a exportar carbén a India y Argenti- na, Pero, pronto, los mineros del carbén comenzaron horadar la Tierra por todas partes. Estados Unidos tomé la delantera desde la década de 1890 hasta Ia de 1950; le siguié luego la URSS; y, finalmente, en torno a 1980, China. La mineria del hierro siguié una trayectoria muy similar; el mineral se extra- jo primera en Gran Bretafa a gran escala; luego, en Alemania y Estados Uni- dos a partir de 1890; y después en la URSS, ya en 1930. En la década de 1990, China, Brasil, Australia y Rusia encabezaban la extraccién mundial de mineral de hierto. La grava, la arena y otros materiales de construccién ocu- pparon una parte enorme de la actividad minera, centrindose en cualquier lugar donde ef crecimiento urbano requerfa dichos materiales para sus edifi- ios. Hacia 1980, los trabajos en las canteras supusieron més movimiento de tierras que el provocado por la erosidn natural !. En la década de 1990, los CuADRO 2.2. Produccién mundial de carbén, 1850-1995 Ao Produce indie (ile de toneladas méeias) (1900 = 100), 1800 10 13 1850 76 10 1675, 283 x 1900 762 200 1925 1358 178 1930 1.800 236 1975 3257 a7 1o95 5.000 656 Furstes Headick, 1990160; Ericson, 1995:78. En Sm, 1994:186,aparcen cifras similares. Nir, 1983270. LITOSFERA Y PEDOSFERA. LA CORTEZA TERRESTRE 61 ‘mineros de EE UU desplazaron unos cuatro mil millones de toneladas de roca al aio, y la cifra mundial fue, posiblemente, cuatro 0 cinco veces superior. Toda esa actividad minera fue socavando la litosfera con una marafia de galerias y cémaras subterrdneas y, tras la aparicién de la maquinaria necesaria para mover tierra, picé de viruelas la superficie del planeta con miles de enor- ‘mes pozos abiertos sobre todo en Estados Unidos, Rusia, Alemania y Aus- tralia, También generé montafias de rocas y escoria y rellend los rios con lodos y cienos®. Las cuencas mineras de Gran Bretafia levantaron pequefias, sierras de escoria, una de las cuales se derrumbé sobre un pueblo de Gales en 1966. En el valle del rio Sacramento, la minerfa hidréulica aurifera (1880- 1909) multiplicé por 10 la carga de lodos; por aquellas mismas fechas, mas (© menos, las corrientes del ro Perak de Malaisia (minas de estafio) y del Clutha de Nueva Zelanda (oro) eran de color negro debido a los lodos de la minerfa hidréulica, La minerfa moderna puede alterar paisajes y vidas en kilometros a la redonda, como ocurrié en Nueva Caledonia. Nueva Caledonia, una isla en forma de puro del tamafio de Nueva Jersey ‘© Kuwait, se halla en el Pacifico suroccidental, casi a igual distancia de Nueva Guinea, Australia y Nueva Zelanda. El capitin James Cook la bautiz6 as! por el nombre romano de Escocia, con la que, aparte de ser montafiosa, no tiene nada en comiin. En 1840 llegaron misioneros franceses para trabajar entre la poblacién melanesia, y Francia se anexioné Nueva Caledonia en 1853, afa- diéndola a su imperio del Pacifico. Veinte afios después, unos prospectores de minas descubrieron depésitos de niquel, un metal duro resistente a la corrosién, que, segiin se descubriria, iba a ser titil para construir aviones y armas y para generar energia nuclear. Nueva Caledonia contenta, casual- mente, bajo las cutnbres de sus montafias entre un cuarto y un tercio de las reservas mundiales conocidas de niquel oxidado. En los primeros trabajos de mineria se utilizaron picos y palas y mano de obra inmigrante de Japén, Java y Vietnam. En 1926, Nueva Caledonia iba en cabeza en cuanto a produccién de niquel. Durante una gran parte del medio siglo de la posguerra sélo le precedieron Canadé y la URSS. Indonesia la superé en 1994. Entre 1890 y 1990, los mineros empleados por la Société le ® Hooke, ciado en Monastesky, 1994: 142, caleulaba que los sere humanor movin al ao con sus atados 3.000 km derra y etal 100 mil loses de metrorcibicor de mineral, combust- ble, reas y grave 3 Ene 1950 1990, la mineria destruyse en EEUU una superficie de suelo fri del tamafo de [Nueta Jersey (Arnold era, 1900-7) > Meade el, 1990:266. En a miners hiddlia, pracicada en Nueva Zalanda y también en Aus- ral se hala salar rocas sults y suelo con manguera alta presén. En California x deca ile tl parce de 1909, pero ara entonces habla removido ocho veces mis terra que la excavada en el ‘anal de Panam. 62 LAMUSICA DE LAS ESFERAS Nickel (SLN) removieron quinientos millones de toneladas de rocas para obtener 100 millones de toneladas de mena y 2,5 millones de toneladas de niquel. La explotacién se realizaba a cielo abierto, lo que después de la Segun- da Guerra Mundial suponta tajar las cispides de las montafias. Los efectos medioambientales y sociales fueron profundos. Para llegar al ‘niquel, los mineros recortaron las crestas montafiosas. Los rios se llenaron de lodo y detritos, lo que impidié la pesca y la navegacién. Inundaciones y des- prendimientos de tierra destruyeron las tierras bajas, depositando grava sobre ‘campos cultivables y convirtiendo en calveros los bosques de cocos. El lodo asfixié los corales del litoral en una de las lagunas mayores del mundo. Muchos canacos (nombre con que se conoce a los melanesios de Nueva Cale- ‘La mineria remodelé el paisaje con rapidez y a fondo en la era de los combustibles fsi- les. En la forografia vemos una mina chilena de cobre en Chuquicamata en 1944, EL cobre fue a mediados de! siglo una de las materas primas importantes, debido en gran parte a que permitia fabricar buenos cables para transportar electricidad. Minas como tase explotaron de manera muy activa en todo el mundo de Japén y Nueva Caledo- nia a Zambia y Utah 2 medida que se clecrificaban la industria y los hogares. Las ‘Comunicaciones inalimbricas y el cable de fibra éprica redujeron la demands de cobre 1 partir de 1980, provocando el ciere de algunas de las minas de cobte del mundo. LITOSFERA Y PEDOSFERA, LA CORTEZA TERRESTRE 63 donia) perdieron sus medios de susbsistencia y sus ticrras en las primeras décadas de la minerfa del niquel. Fundiciones construidas ali, debido al ele- vado coste del transporte maritimo del mineral a los mercados europeos, le- naron el aire de humo y gases nocivos. Canacos y misioneros se quejaron en vano. En la década de 1930, los humos sulfiricos disolvieron la techumbre de la iglesia de una misién. Todo ello se coligé con el trabajo asalariado, los cultivos industrials, los impuestos en moneda y la influencia de los mineros inmigrantes para desbaratar la vida de los canacos. Pero el cambio medio- ambiental y social no habia hecho més que empezat. ‘A partir de 1950, excavadoras, palas hidréulicas y camiones de 40 tonela- das sustituyeron a los picos y las palas manuales, y la escala productiva, impulsada por la expansién japonesa y los afios de auge de las empresas mun- diales de armas relacionadas con la guerra frla, se multiplicé por 10 en 1960 y por 100 en 1976, Los trastornas medioambientales y sociales fueron en aumento, contribuyendo a una lucha por fa independencia y una violencia politica que sacudieron Nueva Caledonia en la década de 1980. En esa déca- da, el gobierno francés comenz6 a imponer regulaciones medioambientales a las minas de la SLN atin en exploracién, pero la contaminacién, la erosién y el encenagamiento provocado por las minas abandonadas continuarén durante décadas, cuando no siglos. La historia de la miner‘a del niquel en Nueva Caledonia es un ejemplo extremo de modificacién de Ia litosfera y de la consiguiente degradacién medioambiental y trastomno social. Si las minas hubieran estado en la propia Francia, las cosas podrian haber sido distintas. Pero con el imperialismo y la industrilizacién posteriores a 1880, la mineria mundial se ubicé cada ver més en partes del planeta donide las limitaciones eran pocas e ineficaces. Situaciones paralelas y recientes se dieron en torno a otras grandes minas de Melanesia: la mina Panguna, en Bouganville, Paptia-Nueva Guinea (después de 1960); la mina Ok Tedi, en la zona central de Nueva Guinea (a partir de 1980); y la mina Freeport, en Irian Jaya (desde 1980), En Chile, Australia, ® Dupon, 1986; Winslow, 1993. En 1994, el aigue sumabs una cusrta pare del PIB de Nueva Caledonia (US. Deparament of che Imerior, 19955387), * Hyndman 1994, Las minas de Ok Tei contaminaron con metales pesados el ro Fy mayor de Nucva Guinea. La ecoria de lamina de Panguns acabé con todo tipo de vida en dl lo Jabs, en Bougatille, donde a conmtaminacién y la erosion fueron dor de lor mosivos politicos de wn leven tamienco con el que los habisants de a zona intensronindependizare de Papa Nueva Guinea & finals de la déada de 1980. a mina de cobe y oro de Freeport cntaming los sucor league locales con metals pesados. En todos extor cats, lor habitantes dele oma correspondiente gue padectan los efectos de lor eratoros ecolgicorocsionados por la mineta oparon po a violencia poltica, lo que leva recurie sls wopas de Auras, Papa e Indonesia pare proteger lr minat (Papi: Noera Guinea y Bouganville extviron bajo adminixacinaurralana hasta 1975) 64 LAMUSICA DE LAS ESFERAS Zambia, Siberia, Utah y otros lugares hubo variaciones sobre el tema de Nueva Caledonia”. La erosin del suelo en tres fases La erosién del suelo es tan antigua como los continentes. La actividad huma- rna provoca una aceleracién de esa erosién, y ese efecto es tan antiguo como la agricultura —y a una escala insignificante, atin mucho més—. Hoy en dia, los seres humanos causan del 60 al 80 por ciento, aproximadamente, de la ‘Grosién del suelo. Podemos decir sin temor a equivocarnos que esa propor- cién ha aleanzado su punto més alto. La erosién del suelo es una amenaza miiltple y al mismo tiempo antigua. La pérdida de suelo cultivable reduce los rendimientos de las cosechas. Ese suelo perdido va a parar sin remedio a algiin otro lugar, y a menudo se apo- senta en emplazamientos nada convenientes desde el punto de vista huma- >. El suelo erosionado acaba en embalses y lagos, afectando a la vida acué- rica, Fncenaga las castas, las puertos y los canales fluviales, que seré necesa- fio dragar. Antes de la invencién de las dragas modernas, el encenagamiento obligaba 2 menudo a abandonar los puertos, como ocurrié en la antigua Mileto, en Asia Menor. El suelo erosionado tarda a menudo siglos en abrir- se camino hasta el mar”. : En la larga trayectoria de la historia humana, la erosién del suelo ha teni- do tres momentos de apogeo™. La primera fase se produjo cuando la agricul- tura slié de ls valles de los rfos del Oriente Medio, India y China y se exten- dié por anteriores tierras boscosas. Fue, por supuesto, un proceso lento ocu- srido entre el 2000 a.C. y el 1000 d.C., por dar unas fechas aproximadas, con el desarrollo de Estados, economias y poblaciones —y a medida que los iti les de hierro faclitaban la tala de los bosques—. Donde quiera que se corta- bba‘o quemaba la vegetacién existenté para dejar sitio a cultivos o animales, el resultado era una erosin mds répida, Aquellos indices superiores de erosién. se reducian de manera caracterfstica con el desarrollo de sistemas estables de agricultura 0 pastoreo, pero raras veces descendian hasta los niveles anteriores cxistentes con la vegetacién natural. Y, en cualquier caso, los sistemas agrarios Utah venta com la mayor excavacisn del mundo de orgen humano la mina deenbre de Bing- ham Canyon (Goudie, 1985). Ripley era, 1996, derallan ls efectos medioambientales de la mine fla en Canad Young, 1996:105-130 hace our tao para Austala 2 Véane clculos en Alexander, 1993:230, Judson, 1968:373, y Lal y Pere, 199142, Mi colege ‘Tim Bich, edaftlogn, considera demasiado ba la ita deente un GO y un 80%, Meade eal, 1990 Tomado de Dregne, 1982: vase tmbién Buter, 1975. LITOSFERA Y PEDOSFERA. LA CORTEZA TERRESTRE 65 estables no solfan serlo durante largo tiempo, sino que pasaban por vaivenes debido a las pandemias, las guerras, las migraciones y los cambios climsticos. Ast, aunque aquella fase antigua de erosién del suelo llegé a su culminacién hace mucho tiempo, es una fuerza que adn no se ha agotado, La meseta de loes de China es un caso tfpico de la primera fase de la his- toria de erosién del suelo. La regién de loes, donde viven unos 40 millones de personas que ocupan una zona del tamafio aproximado de Francia, se encuentra en la parte central del valle del Huanghe (Rio Amarillo). Es una de las comarcas del mundo de més facil erosi6n. El suelo esté compuesto por depésitos bastante profundos levados desde Mongolia por el viento a lo largo de tres millones de aftos. Es una tierra suelta y fécil de mover. Las Ili- vias caen en intensos chaparrones de verano. Antes de ser cultivada, cuando los bosques cubrian la mayor parte de la meseta de loes (hace més de 3.000 afios)*", la erosién arrastraba unos mil cien millones de toneladas de suelo anuales, El cultivo intermitente abrié claros en la mayor parte de la meseta durante los siguientes 2.000 afos, la erosién fue en aumento y el Rfo Ama- sillo adquirié su actual nombre. A comienzos del siglo Xx, la pérdida de suelo alcanzaha 1.700 millones de toneladas anuales, que fueron 2.200 en 1990 El segundo momento de apogeo en la crosién del suclo llegé con la expan- sién de las fronteras de colonizacién europea y la integracidn de los merca- dos agratios mundiales. Esta fase comenz6 con la conquista y la colonizacién europea de las Américas y su poblamiento por europeos y afticanos a partir de 1492. La conquista provocé en América una catéstrofe demogrifica. En las regiones montafiosas escasamente pobladas de los Andes y América Central, las terrazas para el cultivo se desmoronaron y la erosién del suelo se aceleré. EL ganado de pastoreo introducido por los europeos prosper en América y sus pezufias soltaron més cantidad de suelo, Esta fase de la erosién del suelo perdié fuerza al establizarse la poblacién entre 1650 y 1700”. A partir de 1840, sin embargo, volvié a cobrar nuevo vigor cuando unos 460 millones de europeos emigraron al otro lado del mar o a Siberia. Muchos se asentaron en citdades, pero millones de ellos trabajaron en el campo por todas las zonas templadas de América del Norte y del Sut, Sudéftica, el Es la opin habitual, sostenida por Fang y Xie, 1994, y Ren y Walker, 1998, pero cuestonada en Menzies, 1996:556-558. ® Wen, 1993:73-75; Ren y Zhou, 1994. Al alterar el fo su curso en 1855, su dele se amplié $0 fe, adentindose en e! mar Amal. El crecimiento del dls se a hecho més lento desde 1970 ‘Porque los sedimentos han quedadosetenidos por nuevas press (Milliman eta, 1987). Segi Lal, 1990:145, cl 50% del peso del caudal dl fo en el curso medio del Huanghe se debe «los lodos Smith y Bali, 1985. Sobe el amo del erotién a largo plano en Mexico, vase Heine, 1983, Regién del Tridngulo de Palliser i « ALBERTA 8 is SASKATCHEWAN 3 pace oan Se a ae Ruanda| OCEANO ARTICO oct arLa® List Noumes Nueva Caledonia 1, Lugares clave en la historia la mineria y la erosién del suel 68 LAMUSICA DE LAS ESFERAS Magreb (el Marruccos mediterrineo, Argelia, Tinez y el noroeste de Libia), Australia, Nueva Zelanda y el Caucaso septentrional ™. La invasién de euro- ‘peos llevé a la mayorfa de esas regiones la primera erosién grave y prolonga- da del suelo. La mayor parte de quienes dejaron sus hogares eran campesi- nos, y la mayoria de ellos procedian de Europa septentrional, asunto éste de importancia fundamental ‘Sus experiencias con la tierra y la agricultura eran muy poco corrientes. El norte de Europa, de Inlanda a Polonia, disfruca de un régimen de precipi- taciones suave y esté formado en general por pendientes bajas y suelos fuer- tes, resstentes a la erosién. Los labradores podian dejar los campos en bar- becho en cualquier época del afio y permitir que los animales ungulados los secortcan sin ningin rego de tsi. Las Iie suavesy Higeras cazecian de energla para disgregar los suelos. Pero esos mismas sistemas de c patoreo provocaron una erosion devasadora en ambas Américas, Sudafrica, ‘Australasia el interior de Asia al ser introducidos en paisajs con suelos més ligeros, pendientes més abruptas y precipitaciones mds intensas. Si los con- quistadores y colonizadores del mundo moderno hubieran llegado de un encorno distinto, de un medio que no invitara al descuido en la conservacién del suelo, esta segunda fase habria sido poco acentuada, ‘Ademis, los colonos europeos solian disponer de la fuerza para relegar a las poblaciones locales a tierras marginales. En consecuencia, terrenos empi- nados, pero también otos cn suelo inestables, fueron arados o cavados, a menudo por primera ver, exponiéndolos a una intensa erosién. Este proceso fue especialmente caracterstico de las zonas de asentamiento curopeo en Africa del sus, del norte y del este. En Sudafrica, Rodesia (la actual Zimba- bue) y Kenia, por ejemplo, la potencia de Europa permitié a los granjeros bblancos apropiarse de las mejores tierras. Los agriculrores africanos las ha- bian trabajado durante siglos con azadas y bastones de cavar (pero no con arados). Sin embargo, a partir de 1890, los agrcultores europeos introdujeron el arado y la agriculeura comercial y sembraron y plantaron trigo,tabaco, café y otros cultivos. Aquello provocé un acceso de erosién en las tierras altas bblancas de Kenia y en las tierras «comerciales» (propiedad de los blancos) de Rodesia. Entretanto, los afticanos que practicaban la agricultura por su cuen- ta fueron telegados a ticrras menos prometedoras —mds empinadas 0 secas, “lb aha arom igen ee Tent Retna: En todo el periodo de 1870-1920. de un 10 aun 15 por ciento de is granes pueseenaee oe LITOSPERA Y PEDOSFERA, LA CORTEZA TERRESTRE 69) © ambas cosas a la ver—. En Sudafrica, Basurolandia (la actual Lesoto), Rodesia del Norte (la actual Zambia) y Kenia, las personas y el ganado se api- fharon en zonas mas reducidas que antes, lo cual les impidié abstenerse de poner en cultivo suelos inestables. En 1918, los agricultores negtos de Sudé- frica crearon_una arganizacién preocupada por Ja erosién del suelo (em otros problemas). En la década de 1930, la erosién habia alcanzado propor- Anenon, 1986 cna, 1984 Khan, 1997; SADCC, 1957, Shove 1989; Stk 1985 Ses Bal Per 9D, sermon Rada et Nove Zam) jy hi See one De Cea Cabos Catlin carps Bo rpm side dtc gc dle err acai en agers Ln pe prac pens pop tore end ‘occ en Eola, Vee Capbc 191 2 SS parades de fom alors vnsa obcions u tudes sph endo oscars con oreo ToS age re dl mds dain dn st, ro Pita iSite talon nn ano ann menses ler ib. (eda Hee nnd snr epee eh one TTS Germans), peers qe lr eras de eo cao “Pho mds dep qu uc levaan macho depo en wo. LITOSFERA Y PEDOSFERA. LA CORTEZA TERRESTRE 77 el Angulo suroccidental de Manitoba. En 1875, la Royal Geographic Society envid al irlandés John Palliser a realizar un reconocimiento del terreno. Pall ser consideré la tierra inhdspita e inadecuada para cualquier tipo de coloni zacién, Antes de que el Ferrocartl del Pacifico la atravesara en 1885 perte- necfa alos indios némadas y los biifalos. Con el tren llegé un goteo de colo- nos esperanzados, atrafdos a menudo por la propaganda del fetrocarril. Cuando, después de 1897, las praderas disfrutaron de una serie de afios llu- viosos, aquel gotco crecié hasta convertirse en una riada. Entre 1901 y 1915, la poblacién se multiplicé aproximadamente por quince. Rudyard Kipling, que pas6 por alli en 1907, pensaba estar asistiendo a la creacién de una nueva Ninive®. Los altos precios mundiales del trigo durante la Primera Guerra Mundial y las extraotdinarias cosechas de 1915 y 1916 estimularon la crea cin de nuevos trazados ferroviarios y ciudades y la legada de mas colonos. Los colonos procedfan mayoritariamente de las tiertas hiimedas del este de Norteamérica y de Europa, aunque un buen niimero se desplazé hacia el note desde las ptaderas de EE UU. Todos ellos intentaron conservar la humedad del suelo en verano dejando en barbecho los campos, una idea ampliamente fomentada por profesores y agrénomos. Pero las Praderas son lugares ventosos y, en la década de 1920, aquella préctica, combinada con lunos afios sccos, ocasioné una fuerte erosién célica. Miles de familias de ‘granjeros se dieron por vencidas, sobre todo en Alberta. La sequia afectd a Saskatchewan en la década de 1930. Tormentas de polvo oscurecieron los cielos. Tres o cuatro millones de hectéreas de tierras de praderas (Ia superfi- cie de Belgica) quedaron «completamente destruidasy. El polvo fue levado por el viento hacia el este, hasta Ontario, y en 1934 hasta el Atlintico. La ppenutia social y econdmica igualé a la de la conocida Dust Bowl de las lla- rnuras de Estados Unidos (c. 1931-1938) y propicis el éxito de unas medidas heterodoxas aplicadas en las praderas occidentales bajo la forma de la Cana- dian Commonwealth Federation y, en Alberta, del movimiento populista de derechas lamado Social Credit. La «dust bowl» canadiense provocé también tun gran éxodo similar al sufrido en Oklahoma y Kansas. La triste historia de ta explotacién agraria del ‘Trifngulo de Palliser tuvo un argumento de pros- peridad, erosién y desealabro De hecho, las extensas sequias de las décadas de 1920 y 1930 y el efecto concomitante de la inestabilidad econémica llevaron a su punto culminante la segunda fase de la erosién del suelo. El ciclo de prosperidad y descalabro en la economia mundial fue muy acusado en esas décadas, pues la globaliza- " Citado en Jones, 1987.30. “ Anderson, 1975; Jones, 1987; Stark, 1987. 72 LA MOSICA DE LAS ESFERAS cién econémica provocé desestabilizacién y todavia no existian medidas fis- cales keynesianas para amortiguar tales fluctuaciones. Aquellos ciclos incon- trolados se tradujeron en expansiones y abandonos de la agricultura que, como la accién del hielo y el deshielo, descompuso los suelos en todo el mundo. G. V. Jacks y R. O. Whyte, apéstoles mdximos de la conservaci6n del suelo a mediados del siglo xx, pensaban que «entre 1914 y 1934 se per- dié en el mundo mis suelo que en todas las épocas anteriores de la historia». Se trata, sin duda, de una exageracién, pero que tiene un grano de arena 0, 4quizs, un cerrén de verdad. En tomo a 1930, la frontera colonizadora europea habfa ocupado ya los terrenos de cultivo atrayentes, a excepcién del Kazajstin soviético, donde el proceso se repitié en las décadas de 1950 y 1960 bajo la forma concentrada y acelerada caracteristica de los proyectos soviéticos. Al adquitir experiencia, los ganaderos y pastores sollan aprender a poner ala erosién para que no alcanzara los altos niveles de los momentos iniciales de la colonizacién, Peto en esos tertitorios fronterizos no hubo casi ningiin lugar en que consi- guieran reducirla a los niveles anteriores a su llegada o a los que se habian alcanzado en el norte de Europa. La segunda fase provocé, lo mismo que la primera, su correspondiente antitesis: un esfuerzo sostenido para conservar el suelo. Los agricultores ha- bian preservado cuidadosamente los suelos durante milenios, y en algunas regiones (como el Pert de los incas) aleanzaron un nivel de eficacia conside- rable. Pero en la mayoria de las sociedades, especialmente en aquellas en que Ja mano de obra escaseaba mds que la tierra, la conservacién del suelo tuvo 1pocos adeptos y ningiin apoyo oficial. A principios del siglo xx aparecieron algunos signos de preocupacién por el suelo, en especial en Sudéfrica. Sin ‘embargo, su conservacién era un asunto espinoso, cargado de dinamita politica, y lo habrfa seguido siendo unos afios més». Pero entonces, a comienzos de la década de 1930, la sequia afecté a las lanuras meridionales de EE UU y el viento comenz6 a llevarse las tierras recién aradas. En 1934, el polvo rojo de Nebraska penetré en los pasillos del poder en Washingron D.C. en los pulmones de los legisladores, y la conservacién del suclo se con- virtié pronto en una importante iniciativa politica norteamericana. 1Los edafélogos norteamericanos difundieron su evangelio, especialmente en el territorio del imperio colonial britinico, pero también en la Europa 4 Jackes y Whyte, 1939-213. Véanse oto cjemplos de ersin acelerada en est segunda fase en Behe, 1979:767 (sobre Chile), Barker y McGregor, 1988 (bre Jamaica), Bate, 1997:cap. 3 (Gbre el norte del Cases}, Beach, 1994 (obre Minnenot), Malina Buck, 1993 (sobre Argentina) y Wilton y Ryan, 1988 (obte Ontai). 5 Son palabras de Elspeth Husley,ctadas en Dregne, 1982:12 LITOSFERA Y PEDOSFERA, LA CORTEZA TERRESTRE 73, ‘mediterrinea y China, Al mismo tiempo, las autoridades soviéticas patroci- naron la creacién de franjas de proteccién para contener la erosién edlica en Ucrania. Docenas de paises ctearon departamentos de conservacién del suelo, organizados a menudo de manera muy parecida al modelo norteame- ricano. China se otganizé contra la erosién en la década de 1950. La inves- ién, promocién y dotacién financiera de planes apoyados por el gobier- no produjo a veces resultados fvorables. En las colina de loc del vale bajo del Misisipt, por ejemplo, los indices de erosién de la década de 1990 fueron la mitad de los alcanzados entre 1925 y 1935. Los esfuerzos por controlar la erosién redujeron las pérdidas en muchos lugares. Pero en ninguno pudie- ron ponerles coto. Asi, al igual que la primera, esta segunda fase de erosién del suelo no ha perdido todavia su vigencia . La tercera gran fase (acelerada) de la historia mundial de la erosién comé impulso en la década de 1950 y todavia se mantiene en su apogeo. Desde un punto de vista global, se ha sumado a sus predecesoras, pero afecta sobre todo a otras regiones del mundo. A partir de 1950, a medida que las enfermeda- des infecciosas eran objeto de mayor conten, las poblaciones de los txépicos ‘experimentaron un auge sin precedentes en salud y supervivencia, El creck ‘miento demogréfico, unido a veces a ciertas medidas estatales y modelos de tenencia de la tierra, provocé hambre de tierra y tala de zonas arboladas, incluso en terrenos pendientes y marginales. Los campesinos de las tierras bajas emigraron a regiones alas; los de las montafias invadieron las pluvisil- ‘vas; y otros més colonizaron terrenos semidridos. Nuevamente, los conoci ientos agronémicos arraigados y el ganado y las técnicas conocidas resulea- ron a menudo inadecuados para las nuevas condiciones. Con la integracién del sistema econémico mundial, dirigida por EE UU a partir de 1945, los vinculos del mercado volvieron a propiciar la erosién de ‘manera muy importante. El café, los citrcos, los plétanos y el ganado vacuno ‘cuparon muchas tierras bajas en los trépicos, obligando a la agricultura de subsistencia a desplazarse a tierras marginales , El cultivo se extendié de dife- rentes maneras a las laderas montafiosas y a las selvas, donde apenas habia cexistido anteriormente, En las zonas tropicales, las precipitaciones suelen pro- ducirse en forma de aguaceros de enorme potencia erosiva, por lo que, aun ‘con la mejor intencién y los conocimientos y las técnicas apropiadas —una © Abi a 196, « Sofa hors dea omen dl do, ae Dregne, 1582; Grove, 1950, Hal ej al, 1996) Wen, 1993 Lal 1990138, Op 19939 Fmentés 9984 ean caer ‘owe de Monta bn popes pe cone de as ° Powe, 198, MeN 30 74 LA MOSICA DE LAS ESFERAS ‘combinacién rara en cualquier circunstancia—, result muy dificil impedir intensos accesos de erosién del suelo. Las islas Filipinas son en su mayoria abruptas y estin sujetas a fertes pre- cipitaciones durante los monzones. Son, por tanto, proclives @ la erosién, incluso sin la influencia humana. En Luz6n, la isla més septenttional, los cul- tivos comerciales fomentaron el clareo y cultivo de la selva desde 1880, apro- ximadamente. A partir de 1898, cuando las fuerzas norteamericanas expul- saron a Espafia de Filipinas, la intendencia del ejército de EEUU generé una demanda constante y ofrecié buenos precios por productos alimentarios. En las islas més remotas, como Cebii, en las Filipinas centrales, el clareo de tierras fue més estimulado por las necesidades de subsistencia y la politi- ca internacional que por el mercado. La conquista americana (1898) resulté set el capftulo final de un periodo (c. 1860-1900) de decadencia demogréfi- ca, pero la ocupacién por EE UU favorecié pronto el crecimiento de la poblacién y el desarrollo de las plantaciones. Los campesinos ocuparon las colinas y talaron los bosques; las lluvias desnudaron los suelos. A partir de 1920, aproximadamente, las tierras altas de Cebii comenzaron a erosionarse con especial rapidez debido al clareo de los bosques impulsada por la presién demogrifica. El proceso alcanzé su punto culminante durante la Segunda ‘Guerra Mundial, cuando los combates y la ocupacién japonesa empujaron a muchos més filipinos a las tierras alras y las selvas. En 1950, el ritmo de la cerosién habla comenzado a frenarse, debido en parte a que en muchas zonas ‘no quedaba suelo por erosionar». La técnica de arar siguiendo las curvas de nivel y los cultivos forestales contribuyeron también a parti de la década de 1970 a contener la marea de la erosin —aunque no la detuvieron. Lego llegaron las empresas madereras. Politicos filipinos, al frente de su pals desde 1946, llenaron sus arcas arrendando concesiones de tala de made- ra en todas las Filipinas. El resultado fue una deforestaci6n répida e insélita- ‘mente generalizada, sobre todo a partir de 1960, que aceleré la erosion hasta el punto de que, en 1989, el Banco Mundial la consideré el problema medio- ambiental més agudo del p ‘Ruanda, otra zona de tierras altas aterrazadas situada al este de Africa cen- tral presenta una historia de erosién no menos caracterlstica. La regidn, con sus ticos suelos volcinicos, Iluvias abundantes y un régimen de enfermeda- des comparativamente suave, cargé en tiempos modernos con unas pobla- ciones rurales de una densidad desacostumbrada. La parte occidental de Ruanda es una meseta ondulada hasta el arranque de unas montafias que lle- © De Bevoite, 1995; Kummer, 199141, 1994; Lewis, 1992:174-176 y 182-186, La miners dl . Algu- 1nos de los efectos de la contaminacién sobre la salud les acompafiaron luego durante muchos miles de afios . Hasta la creacién de las ciudades no hubo una contaminacién atmosféri- ca extetior de cierta gravedad. Las ciudades primitivas, como algunas moder- ‘nas, colfan exhalar olores penetrantes dehidas a la putrefaccién de la carne, los alimentos y las heces. Una ciudad asediada y sin posibilidad de eliminar los olores ofensivos podia resultar insoportable. La literatura egipcia recoge el caso de a tendcidn de Hermépols asus stadores nubs cuando el aire empujé a los habitantes de la ciudad a preferi la gracia de sus enemigos a su propio hedor El humo urtano Dl e ciudades de la ‘Antigtiedad, irritaba a algunos escritores cldsicos como el poeta romano Horsci y dio pie a una avalancha de eyes entre los antiguos judos”. La his toria de la contaminacién atmosférica estuvo dominada en los primeros tiempos por el humo y el hollin, y no por los gases traza, La metalurgia antigua afiadié nuevos contaminantes, algunos de los cua- les cruzaron mares y continentes —una primera prueba de contaminacién a escala regional—. La mineria y las fundiciones tenian un cometido impor- tante en la vida econémica del antiguo mundo mediterrineo. Los humos + Detached igen viendo as miles de panos gue donde se quem biomass en loshoques (ue Brnblecombe, 1995) Ea 1982 pt wna tare memorable nando y send de ansehen de eras bjs de Neal inpulsi por lo deco contepuso eno oen- SE TTRPTionsy car ho del eo que haces que me evra sos. Misa a Staal humo, conieaban una cr napa par peranee o tert ena den. IPG Jocumeno cla eelade a vicira dl rain in), de 7342. (Mihi, Ancien pps Liar I The Late Pred ee. Univesity of Calforsia Pres, 1980), cdo en Beeteombe, 1993, Maman, 1987 LA ATMOSFERA, HISTORIA URBANA 87 nocivos de las minas de plata del Atica dafiaban la salud humana, segin Jeno- fonte y Lucrecio. Los principales contaminantes metilicos eran el cobre y el plomo, Las cignagas de Suecia y Suiza y los testigos cillndricos de hielo ex- trafdos en Groenlandia revelan importantes sedimentaciones de plomo de Epoca romana, unas 10 veces por encima de los niveles originales. El hiclo de Groenlandia demuestra que las emisiones de cobre a la atmésfera aumenta- ron bruscamente en dos ocasiones antes de la Revolucién Industrial, una tras la introduccién de la acuftacién de moneda en el Mediterrinco durante la Antigtiedad, y otra con la intensa comercializacién de la economia china —y su bullente produccién de cobre— en tiempos de la dinastia Song (960-1279 d.C.). Las deficientes técnicas de fundicién arrojaban a la atmés- fera hasta un 15 por ciento del cobre fundido. Las emisiones totales de cobre en época romana y durante la dinastia Song sumaron alrededor de una déci- rma parte de las de la década de los noventa, a pesar de que la produccién de cobre no alcanz6 ni una centésima parte de la lograda en la época moderna. La conraminacién atmosférica de la regién, en realidad del hemisferio, tiene tuna antigiedad de 2.500 afios, y en tiempos de los romanos y la dinastia Song fue tan alta como en cualqitier orra fecha anteriar a 1750 —al menos para las emisiones de cobre? La contaminacién del aire urbano variaba en funcién del tamafio y den- sidad de las ciudades, de su actividad industrial y, en especial, de su consu- mo de combustibles. A medida que la urbanizacién aumentaba su ritmo en China, la cuenca del Mediterraneo y el Africa occidental a partir, aproxima- damente, del afio 1000 4.C., fueron cada vez més las personas que vivieron entre el humo y el hollin, El filésofo y médico Maiménides (1135-1204), que posefa una amplia experiencia de distintas ciudades, de Cérdoba a El Cairo, consideraba el aire urbano «estancado, witbido, viscoso, hiémedo, brumoso y neblinoso» y crefa que provocaba en los habitantes de las ciuda- des vatontamiento mental, fata de inteligencia y defectos de memoria». Peto las dificultades del transporte limitaban los niveles de contamina- cién urbana: la mayorfa de las industrias que requerian combustién —por * Vease Weeber, 1990. » Hoong ey, 1996. Ese arcu sel primer intent de rehacer los datos sobre emisiones de cobre en oct histricay sus conclusiones se han de considerarprovsionaes Lo resultados de las turbe- ‘as alemanas muestran también unas cifas miaimas de contaminaién por plomo y cobre en época ‘medieval y romana (Gores eral, 1995; vase también Neags, 1990s y 1996), El ands geoqule rico histrico otece posbdades interesante para comprender Ia historia dels metaurgay la ‘minerla un hil conductor fundamental enlaisoria humsns, Las quimicos pueden halla ambién huellas de la metlueiay la contaminaci del pasado en plumas de aves, expins de pescado, ats de ciewory cabello humano. " Ciado en Turco, 1997:197 88 LA MUSICA DE LAS ESPERAS ejemplo, la manufactura de azulejos, vidro, cerémica, ladrillos y hierro— se cfetber cee de on bosques, pus cl aslado de masas de combustible sola ser demasiado caro. La contaminacién industrial viciaba casi siempre el aire de zonas en las que habia pocas personas para respirarlo"". Las ciudades por- tuarias constitu/an una excepcién parcial, pues los barcos podfan transportar madera o carbén con menos costes. Venecia pudo mantener, por tanto, una industria vidriera alimentada con madera llevada de lejos. Las ciudades chi- nas debieron de haber suftido también una contaminacién excepcional, pues el buen desarrollo del transporte por canales y vias fluviales permitié un ele- vado consumo de combustible, al menos en Kaifeng, a capital de la dinastia Song ®. Pero, en general, la contaminacién urbana procedia s6lo del com- bustible doméstico, que solfa ser estircol 0 lefia, pero a veces también car- bbén vegetal sin humo. | Las ciudades portuarias en las que escaseaba la lefia podfan recurrit al car- bbén mineral para quemar en los hogares. Londres a sala poqeta cx sn el siglo xil, y a escala mayor en el XVI iniciando un nuevo capitulo en ‘ Hie de la contaminacién de su atmésfera. El consumo doméstico de carbén convirtié el aire londinense del siglo XVit en una nube de alga, como una imagen del nino en la Tita son las cosas en te nc a ia mul, in un poset ae ane as is hiewoy echa a perder todos los mucbls, dejando halla sobre culquir Objet que se alla bajo ous yapoderindoede manera an ital dels pulmo- te de ss abitanes qua os ass no perdonan a nad.” El aire de Londres no mejoré en los siglos siguientes, cuando el creci miento de la poblacién dio pie un aumento del niimero de hogares y chi- ‘meneas. El poeta Percy Bysshe Shelley sefialé sus infernales cualidades: El infieno es una ciudad muy parecida a Londres: una ciudad populosa y humeante * Enos mons Suara un on rar de Rpsblics Ch, mines de eb y plo turpenuton basamente a unde 1900 (Vsdey 1993) El rn aug del consumo de ian elmore de Chin lg 0) aporsond principale areas Hare, 1967 "arly 1967. Kalen anos S00 kml er de kin) fea primers Gad dl mando hast onic mes pose desir, qu abandon a ades prs tia cabin como becom tna La women sepa fled po, chano la dad rena un mili de babies, pa rime el xb ds mac, oss Kale ea por cnt des fRongles 1120 yas pe pac a omit dl siglo > Join Bree, Fumio 161), ceo on Briere, 1987478 °< Enel pena Per Bel i Third IC pare os LA ATMOSEERA. HISTORIA URBANA 89. Robert Southey, poeta como él, no sentia més afecto por el aire londi- rnense, que describié en 1808 como «un compuesto de humedad de ciénaga, humo de chimeneas, tizne y excrementos de perro pulverizados» ‘A partir de 1780, con el auge del carbén como combustible fundamental de la Revolucién Industral, se levantaron por toda Gran Bretafia nubes de con- taminacién que acabaron llegando més alld de sus fronteras. En 1870, Gran Bretafia contaba con unas 100.000 méquinas de vapor alimentadas con car- bbén, y todas ellas desprendian humo y diéxido de azufre , Las Midlands, la zona central de Inglaterra, fueron conocidas como el Black Country (el Pafs Negro). La fundicién de cobre en el valle de Swansea (Gales) generaba una llu- via dcida que devasté la vegetacién. También afectaba a las personas: una cuar- ‘a parte, aproximadamente, de las muertes ocurridas en la Gran Bretafia vicro- riana se debieron a enfermedades pulmonares, en su mayorla bronquitis y tuberculosis, agravadas a menudo y causadas a veces por el aire viciado, sobre todo por particulas en suspensién. En la década de 1990, la contaminacién atmosférica maté a los britinicos de la época vietoriana de cuatro a siete veces _més (como proporcién muy aproximativa) que a la poblacién mundial ”. La contaminacién atmosfirica a partir de 1900 La historia de la contaminaci6n atmosférica en el siglo xx es una negra nube con un bafio de plata. Hay una cosa que explica més que cualquier otra la faminacién del aire en la época moderna: la quema de combustibles fsi- . En 1900, la combustién de carbén causaba la mayor parte de esa conta- ‘minacién y llenaba los cielos de humo, hollin, diéxido de azufte y tras varias sustancias desagradables. La contaminacién por carbén procedia de las chi- ‘meneas industriales y domésticas. Los tubos de escape de los coches han competido desde la década de 1960 con esas chimeneas grandes y pequetfas, y-e0 1990 el trifico rodado se ha convertido en sla mayor fuente singular de ° Citado en Grimmett y Cutie, 19915. ° Clapp, 1994:20. El carbén britdaio contents entre un 1% yun 296 de ate; lgunos catbones son zule en un 4%, "Clapp 1994:64-68, Alededor de una quinta parte de las muerts por bronguts we debieron a ‘contaminacén atmosirica (68). Si mantenemos la misma proporcon pa la tberculasis palin fat a contaminacén atmosfsica habs matado a 14 millones de bricinicos aproximadamence, por eras dos dolenias etze 1840 y 1900. Sila concaminacém atmosféia hubiee aumentad las ‘muerts por tuberculosis pulmonat en slo un 10% la cifra tora de vidas sega se tata mis ‘zz de as 800.000 (Ente 1840 y 1900, musieron en Gran Bretafia unos 28 millones de personas or todo tipo de causa, ita dedcida en Mitchell 1978 a partir de extadisticas sobre coniones de vids). Respeco al Indice de morelded por containacion atmosérica urbana en la décadn de 1990, véae Hal, 1995 y Murray y Lbper, 1996, esumen:28 ¥ 90 LAMUSICA DE LAS ESFERAS contaminacién atmosférica del mundo» '*, La historia de la contaminacién hha seguido los pasos de la industrializacién y la «motorizacién». La difusién desde Gran Bretafa de las industrias dependientes del carbén trajo consigo la contaminacidn atmosférica. A finales del siglo xix se impuso una segunda fase de la Revolucién Industrial centrada en el acero, el hierto y los productos quimicos —y grandes cantidades de carbén—. En Europa, sobre todo en Bélgica y Alemania, se crearon exitosas industrias caracteriza- das por sus chimeneas fabriles, y lo mismo ocurrié en Estados Unidos, espe- cialmente en Pensilvania y Ohio, en la Rusia zarista, sobre todo en Ucrania, y en Japén, en especial en torno a Osaka. En India, Sudéfrica, Australia y otros lugares se crearon entre 1880 y 1920 pequefias bolsas de industrias basadas en la combustién de carbén. Las ciudades norteamericanas y curo- peas se dotaron en las décadas de 1910 y 1920 de redes eldctricasalimenta- das con carbén, En todos 630s lugares, el humo, el hollin y el didxido de azu- fre cubrié como un manto los barrios industriales °. Hubo muchas personas que protestaon, en particular las mujeres, una de cauyas obligaciones consistfa en mantener limpios los hogares y la ropa blanca”, pero la prosperidad legada can el hima parecia merecer a pena para aquellos ‘cuya opinién tenia algtin peso. Los préceres ciudadanos y las asociaciones indus- triales de Pittsburgh, los capitanes de empresa alemanes y los ministros del gobierno ruso veian las chimeneas industriales como signos de progreso, pros- peridad y poder. Seguin dijo en 1982 W. P. Rend, un empresario de Chicago: El humo es el incienso quemado en los altares de la industria. A mi me parece her- ‘moso. Demuestra que los hombres esti transformando las fuerzas meramente po- tenciale de ls naturaleza en productos para el bienestar de la humanidad (...]” Yavwata, la primera gran ciudad japonesa productora de acero, exptesaba idéntica opinién en su himno munici Los cielos se llenan de nubes de humo, Nuestras acerfas no tienen igual: ‘Nawara, oh Yawata, nuestra gran ciudad! 1 Wale, 1990:217; véase también WRI, 1996:86. Bn 1911, el U.S, Geological Survey calculé que los datos por humos cosaron a Ia economia de [EEUU 500 millones de dare anal, una catidad igual ala abonada por impuests sobre a pro- Piedad (Roten,1995:354), Cioc, 1998, ofrece un andl de ls efers del carb sobre el medio Smbiente en Alemania, 5 Sobre Ia funcién de I mujer en el movimiento para la reducci del humo en EEUU antes de la Psimera Guerra Mundial, vee Serading, 1996; Plat, 1995; y Tate y Zimring, 1997, Sobre York (Unglatre), yéae Brimblecombe y Bower, 1992. Sobre Yavata Japa), véase Morris Suzuli 1994, 2" Giado en Rosen, 1995:385-386, 2 Tauns, 1989219. LA ATMOSFERA. HISTORIA URBANA 97 La industrializacién basada en el carbén no se deruvo en 1920 sino que continus desarrollindose en Europa y Norteamérica, aunque crecié més r§pidamente en otras partes. En la Unién Soviética progresé a un ritmo extraordinario a partir de 1929 bajo los dos primeros planes quinquenales. ‘Una ver que Stalin hubo consolidado su poder en Europa del Este (1946- 1948), la industria de tipo soviético, una variedad caracterizada de manera especialmente intensa por la energia y la contaminacién, se extendié a Polo- nia, Checoslovaquia, Alemania oriental y Hungria de 1948 a 1970, més 0 menos, y simuléneamente a nuevos enclaves siberianos. La reindustrializa- cién japonesa,iniciada en torno a 1950, siguié basindose en el carb6n, aun- que también, cada vez mis, en el petréleo. Acerias astilleros,fibricas de pro- ductos quimicos y otras industrias devoradoras de energia surgieron por todas partes en el este asidtico en las décadas de 1960 y 1970, sobre todo en Corea del Sur, Taiwan, Malaisiay, a partir de 1978, en China, Antes de 1980 zo se pens6 en imponer restricciones a la contaminacién atmosférica en nin- guno de esos casos, Las cocinas domésticas quemaban carbén igual que los altos hornos. A ‘medida que crecfan las poblaciones urbanas, hubo cada vex. més personas que necesitaron combustible transportable para calentar espacios y cocinar los alimentos. Los hogares ciudadanos recurrfan al carbén porque en los lugares de residencia no era ficil conseguir lefia para quemat. Asi fue como aumenté el ntimero de ciudades que imitaron el modelo de Londres ¢ hici ron del carbén su principal combustible doméstico. Las ciudades de Euro- pa occidental y el este de Norteamérica optaron por el carbén a partir de 1850. Desde 1890, les siguieron otras més en el norte de China y el Medio Oeste norteamericano ™. Las cocinas familiares solfan quemar con muy poco rendimiento arrojando por sus chimeneas grandes cantidades de hollin y humo —y también al interior de los hogares que calentaban—. El consumo combinado de carbén para fines industries y domésticos creé unas ciudades intensamente contaminadas, como Londres, Pittsburgh y Osaka. La segunda fuerza més importante que causé en el siglo x la contami- nacién atmosférica local y regional fue el automévil. Los tubos de escape emifan diversas sustancias contaminantes, entre ellas algunas que generaban 2 Fang y Chen, 1996; Srinanda, 1984 2% Locke y Berne, 1986, analizaron muestra de magnetita para encontrar bul de humo y d= sido de zu. Segin su conclusén, el consumo de carbin se exxendié desde 1850 por Nueva lngla- tera yl regione incermediae dea cova etadounidence del Alivio, yen tomo il lag Michigan ‘lo a parr de 1890, Exo dacoeguardan probablemencerelacin con la ecaer de maders: a zona xia al lago Michigan se habia alado par 1890 92. LAMUSICA DE LAS ESFERAS smog por reaccién con la luz solar y otras que incrementaban la Iluvia dcida y desde 1921, la presencia de plomo en el aire*. La difusién del automévil se produjo en tres principales oleadas. La primera tuvo lugar en Estados Uni- dos en la década de 1920, cuando la nueva técnica de la cadena de montaje uso el coche al alcance de millones de norteamericanos. En 1950, los nor- teamericanos seguian conduciendo més de la mitad de los coches existences en el mundo. Luego, el automévil se generalizé en Europa occidental (1950- 1975). La mororizacién de Asia oriental, encabezada por Japén, se halla todavia en desarrollo (desde 1960 hasta hoy). En 1997, China tenia slo dos millones de coches. El ntimero total de vehiculos de motor en el mundo entero, inferior al millén en 1910, legé a unos 50 millones en 1930 y supe- 16 los 100 en 1955 y los 500 en 1985. En 1995, el mundo contaba con un total de 777 millones de coches, camiones y motos **. Para colmo, la gente conducfa sus coches cada vez més. El kilometraje total se cuadruplicé en Estados Unidos entre 1950 y 1990 (superando los tres mil millones de kilé- metros). Por suerte, los coches alcanzaron mayor eficiencia en el consumo de combustible durante la década de 1970 y, en los lugares donde se adoptaron, {as nuevas técnicas redujeron la emisién de gases de escape”. Las emisiones de monéxido de carbono y plomo descendieron bruscamente. Pero los tubos de escape siguieron escupiendo otros contaminantes —entre ellos alrededor de tuna quinta parte del diéxido de carbono introducido en la atmésfera Mientras la industralizacién y la motorizacién avanzaban con rapide a lo largo del siglo, el total de la contaminacién atmosférica no siguié, proba- blemente, al mismo riemo, Muchas ciudades, en especial entre 1945 y 1980, mejoraron radicalmente la calidad de su aire. Las razones fueron de tres tipos: ‘econémicas, politicas y geogrificas. ‘Veamos en primer lugar las econémicas. La combinacién de combustibles consumidos en el mundo fue un poco més limpia a partir de 1920. El petrd- leo sustituyé al carbén en muchos usos (el primero de gran magnicud fue el de la Armada Real briténica); el cambio comenzé en rorno a 1910, pero » Elio vial genera en paricular mondsido de cabono, bids de nitgene c hidrocaburos, ‘Una ds eceras parts de las emisiones de monéxido de erbono en 1980 en ls pais rca (ier bros de la OCDE, Organizacién pas la Caoperacign y ef Desrollo Eonémice) procdian de os ‘vehiulos; ln proporcién para lo Gxidos de nirgeno era del 4796 y del 39% para los hidecabur ros. En la década de 1980 se destin tambign alos vehielos alrededor del 139% de la producion tstadounidense de CFC (Walsh, 19902217-8) ® Veanse dats precsos en Walsh, 1990; a cif covrespondiente a 1995 est tomada de The Eo nomi, 22 de junio de 1996, ® El oral de kilmetros se duplic en Ia OCDE entre 1970 y 1990, legando casi als 7billones, ‘roe consumo de gaslina slo auments en un 10% (OECD, 1995-40 46), % Véase la encuesta de The Economist Living with the car, del 22 de junio de 1996. 2s. 28 LA ATMOSFERA. HISTORIA URBANA 93 sobre todo después de 1950, y se debié principalmente a razones de preci. Los precios descendieron entre 1945 y 1973, a medida que se explotaban los grandes yacimientos de petréleo y gas en América y Oriente Medio y se des rrollaba la infraestructura de oleoductos, gasoductos y superpetroleros. El petrdleo y el gas susticuyeron asi al carbén en la calefaccién domésticn la produccién de electricidad y otros usos. Un asunto de menos importancia fue la aparicién de otras formas de energia comercial, como la hidoeléctnica y la nuclear, que redujeron avin més la funcién del catbén. La sustitucién del combustible, impulsada por ls precios, redujo los contaminantes proceden- tes de las chimeneas tanto fabriles como domésticas —pero no los de los tubos de escape de los coches. En segundo lugas las reacciones politcas contra la contaminacién pro- dujeron ciertos resultados. Las protestas esporddicas contra la contami industrial, que hasta la década de 1940 tuvieron, sin embargo, muy poca ef ‘cacia en su reduccién, fueron una de las facetas de la industralizacion en todo el mundo. St. Louis fue la primera gran ciudad que adopts con éxivo en 1940 medidas y técnicas para la disminucin del humo; aquellas dispos!, ciones se extendicron tras la Segunda Guerra Mundial. La presign polices limité la contaminacién recurtiendo, generalmente, a normativas y ténicas nuevas; asi sucedié en Norteamérica, sobre todo a partir de 1966, en Euro. pa occidental y Japs desde 1970, en Corea del Sur desde 1980 y en Europa del Este desde 1990. La reduccién de la contaminacién atmosférica medion te medidas politicasafects a las chimeneas de fabricas y hogares ya los tubos de escape. El cambio geogréfico redujo también las consecuencias humanas de la contaminacién, aunque no su volumen toral. Las industrias de consumo ‘nerpético intenso, concentradas espacialmente desde hacia tiempo en unos 1pocos lugares proximos a las minas de carbén y hierro, como el oeste de Pen. silvaniao la regién alemana del Ruhr, se dispersaron gradualmente pot todo el mundo a partir de 1960. Ademds,rendieron a dejar las ciudades y a insta. larse en parques industriales y zonas «rurales verdes, contaminando as{ un aire respirado por menos gente. Esta redstibucién no conteibuyé, por supuesto, en nada a reducir los niveles totales de contaminacidn y tuvo elee. tos nocivos sobre ecosistemas poco afectados hasta entonces. Supuso una reduccién de la conraminacién sélo desde la perspectiva humana y, en par. ticular, desde la de los habitantes de las ciudades”, La suma de esos cambios » La nueva situaci6nrepresna una vuelta parcial al modelo imperance hace mil aos, cuando las indusias contaminants se concentaban en 20nas botcosts par halle era el mies Segin WRI, 1996:206, las fundiciones de Norsk acabaron con la vida de 350,000 hecereas de bosque y darn otras 150.000; Kotov y Niktina presentan clculos un 15% mas elevados. Vea también Gyrarsky eral, 1995, con un mapa que muesua el dao tral causado a a vegetscidns en tana superficie de unos 3.200 le’, superira lade Rhode Island o Luxemburg. 122 LAMOSICA DE LAS ESFERAS EL Rubs La regién alemana del Ruhr es pequefia —unos 1.500 km?— para lo habicual en los centros industriales, pero por debajo de clla corria una de las vetas car- boniferas mayores del mundo. Esta situada al este del Rin, entre los ios Ruhr y Emscher. En 1850 era una zona agricola, En 1910 producia 110 millones de toneladas de carbén con un alto contenido de azufe, daba trabajo a 400.000 mineros y alimentaba las grandes acerias y ferrerias de Krupp y Thyssen, dos empresas fundamentales en el complejo militar ¢ industrial alemén. Una industria tan importante para el Estado alemdn no estaba sometida a casi nin- guna regulacién, por lo que la contaminacién atmosférica —humos, hollin, didxido de azufre— aleanzd proporciones gigantescas’. En 1900, el Ruhr era Ja mayor regién industrial de Europa y, probablemente, la més contaminada. Sin ella, Alemania apenas habria podido librar la Primera Guerra Mundial. En 1923, los acontecimientos internacionales evidenciaron el grado de contaminacién del Ruhr, Durante la Primera Guerra Mundial, los altos hor- nos trabajaron a pleno rendimiento, pero a comienzos de 1923, en respues- ‘2 al incumplimiento del pago de las reparaciones de guerra por parte de Alemania, las tropas francesas y belgas ocuparon la cuenca del Ruhr y las +huelgas clausuraron las industrias hasta aquel otofio. De pronto, los cielos se aclararon. Las cosechas locales mejoraron en un 50 por ciento. Los érboles crecieron mas répidamente que en épocas anteriores o posteriores. Las muje- tes disfrutaron de un respiro en sus tareas de quitar el polvo de los hogates dos veces al dia. Los franceses, sin embargo, no obtenian el carbén que de- seaban y la divisa alemana perdfa todo su valor, mientras el gobierno imprimia billetes en apoyo a los huelguistas. La situacién resultaba intolerable tanto para Berlin como para Paris, por lo que se negocié para poner fin a las huel- gas. Se reanudé el trabajo —y volvié también la contaminacién—. Acto seguido se realizaron investigaciones oficiales sobre la contaminacién inspi- radas, quiz4, por el esplendoroso verano de 1923. Pero se llegé a la conclu- sién de que la contaminacién eta inevitable y que el Ruhr debia adaptarse a ella en vez de intentar limicarla La contaminacién alcanzé nuevas cotas en la década de 1920 debido a técnicas de combustién novedosas que permitian utilizar carb6n de baja cali- $ sa informacién dtmda deBrggemin, 1994, 1990, y Boggy Rome, 7 La Alemania ulrina dei, de 1871» 1918) noc siteatcament sees paar sscr als conaminane «expenss de agrcultres pecans ysvclores, qu ex ote tempor Sabian grado de ura pres pateraina port qc ls fundkione por empl enn ae die de ancioar duane i euon pins dl ecimieno (aay, 1985) Ves soa Speliberg. 1984, sobre Is contamiacon amos en pea glen LA ATMOSFERA. HISTORIA REGIONAL Y MUNDIAL 123, dad, En 1929, una planta recién construida en Solingen cubrié el entorno de ceniza blanca unas horas después de haber encendido sus calderas. El res tado de las protests fue la instalacién de fltros metalicos, pero los gases & dds los desintegraron en unos dias. El aire de Solingen era inadecuado para los pulmones j6venes incluso con mejores filtros industriales; la escuela de la ciudad hubo de cerrar durante 18 meses para complacer a la industria. Las actitudes, las medidas politicas y la ley siguieron en la cuenca del Ruhr esa ‘pauta general debido a que las empresas industriles y los obreros domina- ban Ia zona desde 1880. Los beneficios y los puestos de trabajo importaban ms que la contaminacién; los agricultores, terratenientes, amas de casa y ctras personas cuyos intereses resultaban perjudicados no podian competi politicamente con Krupp, Thyssen o los sindicatos obreros. Los beneficios, el empleo y la contaminacién prosperaron con el rearme nari a partir de 1933. El amor que sentfan los nazis por la sangre y el suelo de Alemania no se extendié al aire alemén y no justificé, por supuesto, 1a imposicin de restricciones 2 la industria pesada, al menos durante la Segun- da Guerra Mundial, En 1944-1945, los aliados consideraron las fabricas del Ruhr un objetivo especial, y aunque se encontraron con que el humo y las bbrumas de la regién hacfan que sus bombas fueran bastante menos precisas {que en otras zonas de Europa, acabaron arrasando una gran parte de la indus- tia del Rubr. La derrora militar alemana trajo de nuevo un alivio momenté- reo en la contaminacién (1945-1948). Pero con la guerra fifa, la recupera- cién de la industria del Ruhr resulté esencial. Europa necesité el carbén, el hierro y el acero alemanes durante su reconstruccién. A finales de la década de 1950, el gobierno alemén subvencionaba el carbén del Ruhr para com- batir las importaciones, lo cual elevé a nuevos niveles la produccién y la con- taminacién en la zona. La calidad del aire de la cuenca del Ruhr se convirtié en una cuestién politica en 1961 cuando Willy Brandt, en su campafia para la eleccién de cancilles, dijo que los cielos debfan volver a ser azules sobre el Ruhr. Brandt perdi6, pero a continuacién, en la década de 1960, se impusieron normas cefectivas para la regulacién del humo y el hollin, en especial tras su nombra- miento como vicecanciller en un gobierno de coalicién (1966-1969). Se levantaron altas chimencas industriales que enviaban las emisiones de azufre cen [a direccién del viento. Aquella céctica, comin en todas las regiones industriales, dispers6 la contaminacién sobre reas més extensas en dosis ‘menos concentradas. Una medida asi calmaba a menudo las cosas desde un punto de vista politico y aplazaba una reduccién efectiva de las emisiones. Hubo que llegar a los primeros afios de la década de 1980 —y a la aparicién de un Partido Verde alemén— para que las pruebas acumuladas de la exis- 124 LAMOSICA DE LAS ESFERAS En Duisburg, donde el rio Ruhr desemboca en el Rin, remolcadores, gras de puer- «0 y locomotoras realizan su trabajo sobre un fondo de neblina industrial. All re- ‘fan su sede fundiciones de hierro y acero e industrias quimicas, y el puerto fluvial de la ciudad fue el més activo de Europa. La forografla se tomé hacia 1952, momen- {0 en que la economia industrial del Ruhr se recuperaba de los dafios sufides duran- te la Segunda Guerra Mundial y el aire de la zona volvia a ser altamente contamina~ do. En 1961, la calidad del aire del Ruhr se habia convertido en un asunto politico importante en Alemania, pero para 1980 aquella contaminacién intensa era ya cosa del pasado. LA ATMOSFERA. HISTORIA REGIONAL Y MUNDIAL 125, tencia de lluvia 4cida sulfurosa generaran la voluntad politica de tomar medi- das drasticas contra las emisiones de sustancias contaminantes en la cuenca del Ruhr. Las marcas alcanzadas en el Ruhr antes de la década de 1960 en aquella contaminacién atmosférica descontrolada y la considerable mejora de los 30 afios siguientes tuvieron su equivalente en las regiones industriales de Estados Unidos, Japén, Suecia y Gran Bretafia. En términos generales, los centros industriales de la URSS y Europa del Este siguieron siendo inase- quibles a las presiones para reducir la contaminacién hasta la década de 1990. Las chimencas industriales que despedian nubes de humo tenfan ‘entre los marxistas un aura totémica: la industria pesada prometfa al mismo tiempo poder para el Estado y proletarizacién de la sociedad. De ahi que el hierto, el acero y el carbén, y posteriormente los productos quimicos, el cemento y el petréleo, fueran prioritarios en los planes econémicos de la URSS y, a partir de 1948, de sus satélites europeos. Entre las numerosas consecuencias hay que contar extensas regiones afectadas por una intensa contaminacién atmosférica y, por tanto, un agravio afiadido contra el régi- ‘men comunista EL Tringulo Sulfiirico El tridngulo delimitado por Dresde, Praga y Cracovia se sitda sobre unos ricos filones de lignito, un carbén con un alto contenido de azufre y que pro- duce mucha ceniza, La primera industrializacién aprovech6 esos depésitos y la energia hidréulica producida en los montes Tatra y los Sudetes. El primer alto horno de Europa se abrié en 1796 en Gliwice (Gleiwitz en alemén), ini- ciando una larga era de produccién de carbén, hierto y acero en la actual Silesia polaca. En 1900, esa regién sostenfa una gran estructura industrial superada tan s6lo en Europa por la cuenca del Ruhr. ‘A finales del siglo x1X era ya notable la contaminacién atmosférica de la comarca, Los bosques checos mostraban desde la década de 1920 los efectos nocivos de una elevada dieta de azufre. La depresi6n (1931-1938) limié la produccién industrial y la contaminacidn, pero, luego, la guerra volvié a esti- ‘mularlas. La regién, sometida en su totalidad al dominio alemn a finales de 1939, contribuyé fuertemente al esfuerzo de guerra nazi. Los bombardeos norteamericanos y la artilleria sovidtca arrasaron la mayor parte de su indus- tia entre 1944 y 1945. Pero su carbén siguié alli, y el desarrollo industrial se ajustaba a los intereses y a la ideologfa de los partidos comunistas en el poder después de 1948 en Checoslovaquia, Polonia y Alemania el Este —y AUEMANIA Dresden ca \ g Dortmund Boch, Ve (eWuppertal REPOBLICA eHECA LUCGRANIA LA ATMOSFERA, HISTORIA REGIONAL Y MUNDIAL 127 a sus mandatarios de Moscé—. La industria pesada (acero, hierro, carbén, cemento, productos quimicos, vidrio y cerémica) volvié, pues, a aparecer, se expandié y contaminé los cielos més que nunca. Los directores de empresa y Jos planificadores del partido cuvieron que preocuparse atin menos que los sefiores del Rubr por la oposicién a la contaminacién. Los comunistas aca- baron rpidamente con los intereses rurales del este de Europa y monopoli- zaron la informacién y el poder con tanto éxito que, hasta la década de 1980, fue raro que las opiniones discordantes se dejaran ofr en piiblico. Ademés, crecimiento econémico, que hundfa sus raices en una répida industraliza- ign (c.1950-1970), mejor6 el nivel medio de vida, por lo que las chimeneas contaminantes del Tridngulo Sulfirico parecieron, lo mismo que en Yawata (apén), Pittsburgh y la cuenca del Rut, un perjuicio soportable —durante cierto tiempo. En la década de 1970, la contaminacién habia alcanzado proporciones descomunales. Bohemia septentrional tenfa la contaminacién més intensa de Europa debido a su extraordinaria concentracién de centrales térmicas de carbén*, El carbén suministraba tres cuartas partes de la energfa en Polonia, ¥ dos terceras partes en Checoslovaquia y Alemania del Este. En la década de 1970, dos tercios de las emisiones de azure de Polonia procedian de Silesia Superior, que ocupaba sélo un 3 por ciento del territorio nacional’. La Sile- sia polaca recibié ademas millones de toneladas de contaminantes llevados por los vientos que soplaban del oeste, de las provincias checas y alemanas. Segiin un célculo, la intensa contaminacién de Silesia Superior y Cracovia a ‘mediados de la década de 1970 causaba anualmente la muerte de cinco a seis personas por milla. La esperanza de vida en Silesia Superior era menor que en cualquier otra parte de Polonia y eran comunes las mutaciones genéticas y los problemas de desarrollo infantil . Mientras la cuenca del Ruhr logré controlar en cierta medida las emisio- nes industriales a partir de 1970, los niveles de contaminacién atmosférica en el ‘Tridngulo Sulfirico siguieron aumentando, aunque més lentamente, en lh década de 1980. Las subvenciones concedidas al carbén y la ineficiencia del combustible fueron un hecho normal. Alemania del Este generaba més didxido de azufre per cfpita 0 por unidad del PIB que cualquier otro lugar "Dos erceras partes dels centrale eléticas de Checolovagui etaban stuadas ally generaban £6 roneadatim® ante de did de arle (Carter, 1993377), 5 Ea 1990 a propor se redo an teco (Carter, 1993b). "© Trafs, 1991 Slo se incuyen ag lax muerte adiconaes por afeciones respirators, no los cin cere. Los detalles sobre los costes sanitariosdebido ala contaminacin atmosérica en a Silesia polacaapaecen en Majkowak, 1994, Sobre las tierraschecas, vate Babak y Feachem, 1995, segs fos cuales la coneaminacién atmosfcca coneribuyé en un 386 ale mortalidad checa finales dela cada de 1980. 128 LA MOSICA DE LAS ESFERAS del mundo. En 1990, las emisiones de aaufie de la Silesia Superior polaca eran cinco veces superiores (por kilémetro cuadrado) a las del Ruhr. Las autoridades polacas negaron en un primer momento (c. 1950-1970) la existencia de contaminacién en las economias socialistas y, finalmente, consideraron prudente declarar secteto de Estado la informacién medioam- biental. En consecuencia, la presidn ciudadana, la politizacién y las cruzadas «en los medios de comunicacién que obligaron a reducir las emisiones en el Ruhr dejando intactas las estructuras basicas de la sociedad no tuvieron su contrapartida al este del telén de acero. Como el Estado protegia tan co! cienzudamente a quienes contaminaban en Europa del Este, la indignacién ciudadana por la contaminacién, reprimida durante décadas, se dirigié con- tra el propio Estado y no contra las empresas particulares. Ello contribuyé al derrocamiento de los Estados comunistas en los afios de 1989 a 1991. Pero ni siquiera aquellos acontecimientos que sacudieron el mundo pudieron cambiar la geologia: el lignito pervivié y siguié alimentando la industria y contaminando el aire en la década de 1990. Los sucesos de 1989 21991 llevaron a la reunificacién en la antigua Alemania del Este y genera- ron inversiones y mejoras técnicas, ademds de cambios rpidos en la eficien- cia energética y el control de la contaminacién, conseguidos en gran parte mediante un mayor uso del gas natural. En los territorios polacos y checos, los cambios fueron més dolorosos. Los niveles de contaminacién atmosféri- ca en Checoslovaquia descendieron casi en un 50 por ciento entre 1985 y 1994, Pero la mejora de la calidad del aire en ambos paises se debié mas a menudo al cierre de fibricas (como en el caso de las acerfas de Nova Huta, cerca de Cracovia) que a las mejoras técnicas"". La experiencia de la contaminacién atmosfética de la cuenca del Ruhr y el Tiisngulo Sulfirico en el siglo xx muestra la firme devocién de los Esta- dos europeos por el crecimiento industrial, la devocién de las empresas occi- dentales por la obtencién de beneficios, la fervorosa entrega de los Estados ‘comunistas a superar en produccién a Occidente y la escasa prioridad atri- buida a la calidad del aire y la salud humana. Pero también muestra como, a partir de 1970, unas sociedades politicamente més abiertas sometidas a pre- siones sociales fueron capaces de cambiar, mientras que otros sistemas menos petmisivos y mds inflexibles quedaron inmovilizados en el cepo de la conta- minacién ° Carer, 1993 y 1993s Klarery Molden, 1997; Stanners y Bourdess, 1995:ap. 4 y pain Trl, 1991, Los datos checos estén romados de Boba Feacher, 1995 y Molden 1997. "Dominick, 1998, offece un euidadoso eatamiento de ee tems LA ATMOSFERA. HISTORIA REGIONAL ¥ MUNDIAL 129) Elaire en Japén En Japén, la contaminacién atmosférica alcanzé niveles altisimos en 1970 para descender luego. Tanto la contaminacién como su descenso estuvieron {intimamente ligados a la politica japonesa — internacional, nacional y local. Japén compartié muchos de los compromisos y caracteristicas que pro- vocaron tanta contaminacién en el ‘Triéngulo Sulfirico y en la cuenca del Ruhe. Desde la década de 1870 creé con gran rapidez densas concentracio- nes industriales. Ciudades masificadas ¢ industrias contaminantes vivian codo con codo. Hasta mediados de la década de 1960, el Estado apenas impuso normas a las grandes empresas en las que se basaba en gran parte su poder y, sobre todo, su posicién geopolitica. En Japén, como en Alemania, tun nacionalismo fuerte se tradujo en unos esfuerzos concretos de industria- lizacién répida, sin tener en cuenta los costes sociales y medioambientales, ‘Tanto Japn como Alemania pueden reivindicar convincentemente el titulo de haber tenido el aire nacional més contaminado del siglo xx". Desde la restauracién Meiji (1868) hasta 1965, aproximadamente, Japén fue vel pa- rafso del contaminador»*, Pero en 1975, el problema japonés de la conta- minacién atmosférica estaba controlado, y en 1985 los japoneses disfrutaban de un aire més limpio que casi cualquier otra poblacién industrial del mundo, Fue un giro espectacular que, como en el Ruhr, Pittsburgh o Cubatéo, demuestra lo reversible que puede ser incluso una contaminacién atmosférica intensa, Minas de cobrey fundiciones, de 1885 a 1925 La mineria y la fundici6n proporcionaron a Japén una experiencia tempra- ra de lo que era una contaminacién atmosférica intensa. La contaminacién dl aire yel agua en la mina de Ashio (véase capftulo 5) provocé en los afios de 1890 a 1905 enfrentamientos politicos cargados de tensién. La mina de cobre Besshi, en la isla de Shikoku, generé problemas de contaminacién del siglo xvut en adelante. A partir de 1885, la expansién de la mineria y la fun- dicin en Besshi agravé la contaminacién y dio lugar a 40 afios de intensas quejas y altercados politicos. Para evitar los problemas politicos de Ashio, el gobierno animé a los duefios de la mina a instalar dispositivos anticonta- ' Gran Bretafia su nico rival. Polonia, las comareaschecasyotos pales comunstas no se indus. trializaron lo bastante pronro como para generat una contaminacin de categoria muna hasta ina lee de siglo, "La fase, y una gran pare de lo que sigue, est tomada de Hashimoto, 1989. 130 1A MOSICA DE LAS ESFERAS minantes. En 1910, ef ministro de Agriculeura, en respuesta a la agitacién promovida por algunos granjeros, obligé a la sociedad Sumimoto, duefia de la mina de Besshi, a limitar las actividades durante un periodo de 40 dias, crucial para la maduracién del arroz. Aquella prictica, que seguia un pre- cedente establecido en la Alemania guillermina, redujo, sin solucionarlos, los enfrentamientos por la lucha contra la contaminacién. A partir de 1925, los equipos de desulfurizacién y una chimenea de 48 metros de altura dis- persaron, pero no resolvieron, ia contaminacién local y desactivaron la pre- siGn politica. La mina de cobre de Hitachi siguié desde 1905 el mismo rumbo de creciente contaminacién local y protesta publica, solucionadas con una chimenea de 155 metros —la mis alta del mundo—, construida en 1914-1915, Sélo unas pocas comunidades lograron restringit la contaminacién atmosférica, pero su éxito consistié habitualmente en diluir y exportar las sustancias dafiinas. El fuerte compromiso del Japén de la restauracién Meiji con Ia industrializacién, la militarizacién y el éxito imperial legitimaba el sactificio de las comunidades locales y regionales al interés nacional; su estructura de poder centralizado hizo factible aquel sactificio. Un pescador cuyos medios de subsistencia quedaron destruidos por las acerfas de Yawara ‘eflexionaba ast: «Los pescadores hemos acabado siendo las victimas del desa- rrollo de la nacién japonesa y de esta regién» ©. Pero los pescadores no eran quienes gobernaban Japén. La regién de Hanshin de 1890 a 1970 La intensa contaminacién atmosfética generada por minas y fundiciones afectaba a comarcas pequefias, pero presagiaba problemas mayores. La regin de Hanshin alojaba més industria pesada que cualquier otra de Japén, excep- tuado, quizd, el gran Tokio. (Hanshin incluye a Osaka, Kobe y numerosas ciudades menores en corno y detris de la bahia de Osaka.) La regién, que habia sido desde hacia tiempo un centro textil, se poblé a partir de 1880 de nuevas industrias de hierro, acero, cemento y productos quimicos. La pobla- cién de Osaka y Kobe se duplicé en la década de 1880 hasta llegar a los 620.000 habitantes y volvié a doblarse en 1900. La victoria en la Guerra ' Sobre contaminacién y politica en oua mina importance a de cobre de Kosa, cerca de Ata, éase Okada, 1990, Tras la Segunda Guetra Mundi, a mina Hitachi (en la prefecrura de Iba) ‘rovocé.protetas porque sus efluentes envenenaban ls habitanes de la loclidad Mara, 1975:286:305), 'S Girado en Moris Suni, 1994:203, 4. Lugares clave en Ia historia de la contaminacién atmosférica ne: ‘de Japon HOKKAIDO, » Mord opin IKOKU OcEANO PactFiIco ‘ somatsas 132 LAMOSICA DE LAS ESFERAS Ruso-Japonesa (1904-1905) confirms la estrategia econdmica de Japén y redobl6 el compromiso del gobierno. Las industrias de Hanshin se extendic- ron entre distritos residenciales y agricolas provocando agudas tensiones sociales. Miles de chimeneas industriales vertian humo y diéxido de azufte sobre millones de personas. Hanshin fue el equivalente de la cuenca del Ruhr: una zona esencialmente industrial donde el interés nacional justfica- ba una contaminacién intensa, Osaka comenz6 a controlar la contaminacién atmosférica en 1912. Sus concentraciones de humo y cenizas rivalizaban con las de St. Louis, Cincin- nati, Londres o Berlin”. Osaka era una ciudad del carbén, como Londres 0 Pittsburgh; los japoneses la llamaban «Osaka, la ciudad del humo». Como en otras ciudades del carbén, surgieron alli rumores discrepantes contra la orto- doxia del desarrollo industrial. Las incipientes presiones politicas para poner freno a la contaminacién se fueron a pique al plantearse las exigencias y oportunidades de la Primerg Gue- ‘ta Mundial. Japén representé s6lo un papel menor en aquel conflicto, pero al conclu la contienda consiguié hacerse con las colonias alemanas del Pact- fico y con algunas concesiones también alemanas en China. El caos provo- cado en el Lejano Oriente ruso tras la sevulucién bolchevique dio a Japon otra oportunidad de exhibir sus misculos imperiales, para lo cual necesitaba is acero, barcos y armas. Hanshin vivié una época de auge. La contamina- cin atmosférica empeors en la region durante la década de 1920 a pesar de tuna ley aprobada en 1925 que exigia en los edificios urbanos equipamiento para la prevencién del humo. La administracién y las normativas no consi- guieron iral paso del crecimiento urbano: Osaka multiplicé su poblacién por dos (hasta llegar a 2,4 millones) en la década de 1920, mientras se expandia territorialmente. Toda la regién de Hanshin bulla con el répido crecimien- to de Ia economia japonesa. Docenas de polémicas por la contaminacién del aire llevaron a la prefectura de Osaka a organizar campafias para la preven- cin de humos que culminaron en una ley aprobada en 1932 y destinada a incremencar la eficiencia de la combustién y reducir los humos. Pero la ciu- dad de Osaka tenfa por si sola 35,000 chimeneas industriales en 1932 y con- taba \inicamente con tres inspectores de humos. Con el inicio de la aventu- +a imperial japonesa en China (1931) se construyeron en Hanshin mas plan- tas metalirgicas y quimicas y el nivel del humo se duplicé (1932-1934). Los aviones chocaban por la reduccién de la visibilidad. Pero ninguna limitacién dela contaminacién tuvo gran peso, pues la prioridad absoluta de Japén era la produccién de guerra. La regién estuvo bafiada en humo, cenizas, polvo y Datos tomados de Miura, 1975:244-56, LA ATMOSFERA. HISTORIA REGIONAL Y MUNDIAL 133 azufre hasta que las fuerzas aéreas norteamericanas redujeron a escombros la industria de Hanshin en 1944-1945. A partir de 1945, Hanshin se estancé hasta la Guerra de Corea, cuando los temores geopoliticos norteamericanos exigieron, como en el Ruhr, la resurreccién de una industria recientemente destruida por los bombarderos cestadounidenses. La precipieacién de polvo en Osaka, que en 1945 llegaba s6lo a una cuarta parte del nivel de 1935, superé en 1955 las cotas alcanza- das antes de la guerra. Los coches, que en la década de 1930 habian sido tun factor de escasa importancia en la contaminacidn del aire de Hanshin, se sumaron a las negras nubes aparecidas en la década de 1950, en especial a partir de 1970, cuando Osaka-Kobe-Kyoro habian llegado casi a fusionarse én una tinica conurbacién extensa y motorizada. La contaminaci6n proce- dente de las chimeneas industriales y los tubos de escape prospers hasta 1970, provocando problemas de salud generalizados en una poblacién pr6- xima alos 10 millones. Hanshin, como la cuenca del Ruhr o Norilsk, era un lugar donde las empresas contaminantes estaban protegidas por el interés nacional, un coto de contaminacién. La regidn de Hanshin fue slo uno de los varios lugates yravemente con- taminados durante el milagro econdmico japonés. Ube —centro cementero, quimico y del carbén en el Iejano suroeste japonés— padecia una atmésfera notoriamente corrompida. Las acerfas de Yawata se inauguraron en 1901; en 1961 expulsaban a diario por sus chimeneas 27 toneladas de hollin y polvo y contribuyeron, probablemente, a los indices insélitamente clevados de enfermedades respiratorias observados en las comarcas vecinas. Y Tokio, donde el aire estaba viciado desde finales del siglo xix, aunque no tanto como en Osaka, suftié en 1970 un agudo problema de smog fotoquimico debido a ta utilizacién del automévil . El milagro econdmico japonés —como el Wirtschafiswunder alemin— se consiguié aun alto precio de contaminacién atmosférica, Pero a finales de la década de 1960, el aire de todo Japén esta- ba empezando a depurars. El milagro medioambiental japonés, de 1965 a 1985 Varias fuerzas convergentes permiticron a Japon cambiar su deriva medio- ambiental sin hacer descarrilar la locomotora del crecimiento. econdmico. Las mis importantes fueron un sistema de gobierno local que respondia a los § Veanse datos en ibid 37. " Veanse algunos ejemplos mis en Hashimoto y Morris Suruki, 1994:202-207,

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