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SOBRE EL TEMOR A LA MUERTE EN EPICURO Y LUCRECIO* bio, hay que evar ia parencia de voleocia yo quer 8 dl, sino acupar deer modo ats clases doen.” Eduardo A, Molina Canté Pontificia Universidad Cat PRIMERA PARTE Inaroduecion podremos conta con fas elementos decisvos para ‘de la cuestgn planteada en la introduccién. Revista de Filosofia [Eduardo A. Molina Cont i mur evita de Filosofia considerar que nada 0s Y sie concedes de volverse sobre algo sable que ee dice al invtarnos a celebrar lo que nunca podrd celebrase. A pensar, , lo impensable para nosoros ‘2 puede ella, ano ser que se quera p ‘comentindola, por ejemplo, 0 por debajo, refutando algo en isetros. Noe tata, entonces que se die respecto de nosotros, qu se refiere. Ahora bien i que se sanciona con esta snlencia cx pre dad de le muerte, su no referencia, su nada, respecto de nosotros. La sentencis nas convoes, de esta mane no hay reference, que a0 ex es una invitacién en la que se nos hac s ‘mismo saber somos canvacadas. ible suponer, pore ono en que se enuncian, el primero, Ambo aspects conor. ‘man, por tano, esta sentenciay ambos deben guiar su indagacin. [Ahora bien, el cardter exhorativo de la sentencla To encontromos de mode alguien @ un fin e fin petseguido zo Inga, alcanzando el “recto conacimiento”, ye gdp} de que nadaes la muer- te para nosotros, ‘su vez, Ia marea de wna in pues, on una actividad cor i, Pera, ceudnda?, gen qué mo relacién, separa, la Revista de Filosofta Eduardo AG 2 Cans ia de Filosofia Temory inpo de la vida La invitacén es clara: Io que se ha de calebrar, en la celebracién de la no ‘elebraci6n,es a naa dela muerte. 2Equivale esto a decir que se colebralaplenitud {ela vida? Ft paso por la negatividad no permite wna equivalencia simple. El temo, 5 se quire, posee eran efecivide y araign con fuoeza en los hombres La posicin de Eplcuto es elocuente a este respecto: “a causa de Ie muerte, todos los hombres habitamos una ciudad sin muros” (SV. XXX, No hay, pues, ‘anu ver, sentencia vehementemente que "para 1 stcano, yn os posble evar topaos {Asi nace el més temible de oe males? Ast es, ciortament, a condicidn de que com: rendamor gus significa habitar una cluded sin murosy vi 2 sing de la vida mort 'Y que le vida soa mortal no quiere éecir otra cosa que esto: que la vida no puede esperar... puss la muerte © ‘muerte lo que ha Tostemorss,o¢ terror a mite punta fo dicho por sién de fa cond ela vide en ceonversdn del dempo dela vida. Por de prom tn tlempe de espera, fundado en la re-presentacién de la muerte, y un tiempo propio {do una vez, nacer dos veces noes posible, yes neeesario no ser mAs por la eteridad, ‘sin embargo, que no eres de mafian,aplezs le dich a vida perce por la espera 1 eadauno de nosotros muere atareedo™. Ser de maiana aplaar Ia dichs, esperar y atarease, he aguf Ia attud det | recto conaeimiente de Revista de Filosofo, Eduardo A. Molin Cams setroras Ia presencia de la via al presente, surge otra vex el deseo de infinity Ta jo eso que, en virtud 30 propio, e presen enos convoca la ‘el tiempo de fa Vida en el empo de I espera ezaciin de lo presente™. Sobre emor ale maete Revista de Plosota ial doa init y det presente. De esto te La exhortacin yo ieulae de Ia vida dichosa ‘Sobre el temo at mut, Revista de Filosofia Bando A. SEGUNDA PARTE Amargura y muerte ‘Ya aijimos que en pslcologa,y a eso nes dedicaremos ahora, lugar, una decisién que afecta tanto con a, nos dice una y era vex Lucrecio, es smargo, particularmente para el que nunca ha meditado sobre esas el poe st expect, expica lo ms el Jia vez, dela manera mas dulce y agradable (ct fema del De rerum natura no es Revlara de Filosofia Eduard A. Moline Cmts tos de las (926-7). Amargura y foveded son, pues, ceracteristicns de lo que Lucrecio quiere dectnos. Sumemos & c ola venerecin por Epicure, ‘roe supreme y divin sabi, cuyo descubeimienton0 0. 138). Y si se quiere ahondar en el supuesto pesimismo luereciano el cuadeo fnal- mente, se completa eon a4 visiGn acerca dla vida actual del hombre: un vano af eneia, ¥ quizé ae en ose intento por llevarnos ala exporien td vorazy permanente (sequas cura), donde se manifiste Ingjor I novedad desu doctrina, onces, ide qué habla Lucrecio cuando nomby I ues cs alli donde aparece en su aspecto ms peimitvo. Los tls trescien tos veroe del segundo libro nos informan precisamente do esta cuestin, y esto ade- nds en un vga lave: ermina la investigacién del universo llevada a caboen los dos ‘peimeroslibeos y comtenza el te en los dos siguientes, La inerrogonte que gufe esta indagacn es si scaso la Vi senerarsea parr dele insonsible, como es pecico admit seg Ja doctrina atomista Sobre el waar ate muene Revista de Filosofia ue Ja mate no es algo que irrumpa, las cosss poniendo fin asus corpiscalos materiales, sino sensible, retomno que ast ida “todo poco ap ido y marcha al sepulero, gotado por Ia vejeay el espacio vivido” evista de Fil Bavaro A. Malina Cais Duslo y posesion ka ose, produce Ta amargura, Bl acontecimiento 0 0 vale también para la vida. Lo que ennegrece tun tertor peculiar del ger humeno. Se trata, en esdesuyo ni oscar con la muerte es el ter efecto, de una sctitad vital que se adore lo més profundo del ger morta. Y de nada ira. son peores castigo que aqu’- Mal terror persist. “Todo ello es 46-1). Para conocer en verdad ma sagazmonte Lucrecio, conviene contemplaso en situaciones de inseauridad y é pe _ escuela mseara y emana la vox del Se trata, en efecto, dela aetitod del duo. Algo aqui se pierde para siempre La escripelin de est temor er claificadora: todas ls herides dela vida ( ‘era viray Ia codici, a enviia, in avider de fama y de podk Sobee el moe a In muerte Revista de Filosofia mndoy de sf miso. El retorno 5 peco esto slo pued femal ceupada por Lucrecio. "Ya no..", La representacén de la muerte genoraen el hombre el sentimento del de Incarencia: horror vai nsopertable que se encama ene ‘una completud cualquiera. Pero, d6nde, ‘que nunca tendremes; ‘que nunea cambiaremos. As ue vacuidad. ty ben que fa experiencia que acompaia aquellarepre- ‘cuando el vientre queda satisfecho, el corszén Jo doming Se buscan entonces las entetzacione, Ios pas os varopin juego y tambign la guera, y 6tefnalmente en refinada matanza (bid; v. 1009- Edvard A. Molina Carts Relate de Flos La terapia del deseo lala estéenferma. Bl cennegroce. Bl alma padece de deseo ‘Pero no conviene ala esencia mi desea Io ausentey con desgano se deeprecia lo pre ver rpite Lucrecto de diferentes manera mage evidente que de fuiday que, pt eu desgraca, cada ono ests ‘uenfarmedad no conoce la causa del males ho noe pestle eta Hie do sf mismo, yDe qué? Del tempo de ete sf mismo que vive y mucre ngustiado por el porvenir y aepentido por lo ya sucedido. Pero lo que a la vez srcula este modo del iampo es el deseo mismo. ‘Como no va a ser amargo, pues, que el deseo, fuente inagotable de la vids, ppadezea y sucumba por su propia eres. Compérese ‘ener . ne lieve ala esirecin del obito emadov de nosotrs mses. El deseo, motor de evista de Filosofta Sobre el emor ala muerte. tmafana, Otra vex el presente de la vida, No hay deseo que pueda hacerse desde e} mafana. ¥ es precisamente el deseo que se transfere al mafiana el que se vuelve fonando asf su impulso originario™ Edvard A. Molina Canté evista de Filosefta ene pincer par 1s peaue puss nons més pedranos haere volver Como dena mere Drimero de los mals, ef gue la sed queme y abase a fs desdichado Eequedad, oi st devo de slguna cia cosa se asenaa 1B). propio de Ia vida, no ex el apsoTuget, sino ol instante pleno que recoge jovial y erenament todo tiempo futuro y pasado, Esto «= cl presente episreo, el iempo que es preciso recuperar. iminae Ia amarguray e ert? dos: los Srdenes se acoplan y keg asdndase Is antorcha de la idady Ia ploninud dl vida 944-5). 0 so toma lo que ella da, oslo deja a Sise jeado’ dl mundo, de neontard mss que igo asf com cl sent ‘Sone el wear a muerte Resi Se precisa de materia para que cezcan las genes 4s ver, te sepuirin despues de haber apotedo su vida lade ilove

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