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WILHELM HUNERMANN SAN P{O X La lama ardiente BARCELONA EDITORIAL HERDER | 961 Ste Se am sear Nana pt fot tal, Apr eI 6 XG de ims eA Paco, Caste Serta (© at Hd, Bare ht INDICE Ruese-Casrenmarco Blanco y e9j0 Peregrinacién 1. Cendeoie [La marcha de Radetaky y misica celestial Grecia sobre ercia “ FE pequeno descatan| [Anoe terpestucios Paver Qa primers sotina TI pequso abate Gontrariedades Sacerdos in aeteroim ‘Towmavo Saizano —-, {Céntaro!, una alegre noticia. Tengo que comunicérsela inmediatamente a su ilustrisima. Pero, idonde tenéis Ia «Gazzetta di Venezia. —{Céintaro! —tartamudes Sarto involuntariamente —, ‘Todavia Ja tiene el politico, Ahora mismo voy a buscar “— {Mira ti! ; ahora comprendo yo por qué todos los ‘dias tiene el periddico alguna mancha de cola. Ya su ilus- trisima lo baba notado varias veces. \Céntaro! —¥a diré a Battston que no vuelva a poner mas la «Gazzetta» sobre la mesa de trabajo —contesté Sarto per- plejo. Largo tiempo siguié ain resonindole la earcajada del lacayo. Tengo un nifio —grité al herrero Monico. al en- tregarle la caria de su hermano el cardens —Hombre, mi mis cordial enhorabuena — dijo el hon- rado artesano, estrechdndole fuertemente 1a mano —. Pero, {jedmo esté ast la carta? Ya se ve que lo habéis festejado tun poco, jeh? Perplejo le explicé Sarto el contratiempo y sinceramen- te le pidis perdén. Pero el herrero le interrumpi6 riendo. —No tiene importancia, Mira, ahora se le han suma- do dos negras manchas més, pues con la prisa me he ol- vidado de Timpiarme las manos, ennegrecidas por el hollin, Juan Bautista, contento de ver cuin fécilmente habla ‘alvidado Monico el incidente, le conté la angustia que habia pasado por causa de la dichosa carta y Io que el oficial de correas de Castelfranco habia dicho sobre ello, Hombre, todo es posible, {por qué no? —dijo rien- do el herrero—. Tampoco yo creia que Jacobo egaria 6 a sor un do cardenal, utndo de aos nos pslstames. Sins yess send Ja eee w vera dando ar Ainge por aq de siete fue banizado ol sein nacido en It ig prog do Rios Le amis ol santo bast 12.95 Sondjuor Pirpolo Plazas, Fuston pasos l Re cao peso Auonio y Franosic Zorzn, i pari: ‘tomer de ios sbuscs se ps0 muchuco is ombres ar Ghueppe Mehior Se ePEaza an de los monagulloetcaba las camps: sac dl Angeles Ee todos los ines Bret ns oe Te fairies cotonaban al Creador us tines de job ‘Grab tune to naan etho hasta enon or lo menos aa le parcial alguacl de Riese, Gia pation Sacre, orglloso alegre, Uvaba 8 30 hip Sean y Lo pons oo los bros de su mae Sucks tno en a poqona eee voesiana de Rise el 4de junio det afo 1855 lobe de common de Cesisianco cumplis eu. alte twa, yondo 2 msn el domingo sgsents J efteindo a Ia Maden une gucen conde, Vaio a scosumbraie © Mtr de mueve tos lon domingo Ia saa mis y sine Clam cout al cao de Rise que su hj, ya en Su baciens habla convo reabmants un medio Pe feo ae eo ora en vordad algo muy aotable Sin oon Peregrinacién a Cendrole Sucedigronse los afios ininterrumpidamente, trayendo ‘unos abundancia y bendicién, y otcos desgracias y calami- dades. Liuvia y sol produjeron copiosas cosechas. y sequia persistente o graniza asolador hicieron initiles los afanosos trabajos en lot campot y en las villas. Afios bubo en que los segadores no tuvieron que molestarse mucho en recoget Jas ruines gavillas que daban de si los campos agostados, ¥y luego sucedia que el hambre se sentaba a la mesa como hhuésped intruso. is El gobiero austriaco, que a la sazéa dominaba en. ia regién lombardo-vénets, hacia lo posible para aliviar las necesidades, pero s6lo de mala gana se aceptaba lo ofre- ‘cido por manos extrafias, Un anbelo ardieate de libertad ‘corr Io largo de todo el desgraciado pats. Se sofiaba con las grandezas pasadas y no podia tolerarse que los erubios bbarbaros» fueran los duefios y sefiores, aunque en seereto {wvieran que reconocer la incorrupcién y el buen orden de Ja administracion, Las sociedades secrets avivaban el fuogo que latente ardia por doguicr, pero ellas mismas estaban desunidas entre si. Se habian encubierto bajo nombres comunes, como ‘carbonarios y caldereros, sieado ambas independientes del ‘movimiento de la Iiberiad, Uamado «joven Italias, fun- dado por el genovés Giuseppe Mazzini, Algunos confiaban en el papa; otros, en cambio, en Napoles o en el Piamonte Siempre estallaban nuevas insurtecciones, y acé y alld se egaba a sangricntas refriegss, que eran reprimidas no ‘menos sangrientamente. Los cabecillas de la revuelia ex- pPiaban sus audaces hechos con dura prisién 0 bajo el ha- ‘cha de los verdugos. Las guarniciones austriacas se vieron reforzadas por. este motivo y los odiados uniformes, en vee de disminuir, fueron aumentando, Hasta Ia pequeda aldea de Riese Uegaban las olas de Ja inquietud politica, resolvigndose arto freeuentemente por medio de las armas, y la diversidad de pareceres daba lugar a las mds acaloradas discusiones ea las cantinas. La ddo «Las dos Hermanas» no parecia hacer honor a su nom- bre yen el café de la «Concordia» las cosas no iban siem- pre tan concordes como hubiera podido esperarse. Pietro Battiston, ei politico, levaba casi siempre Ja voz cantante y cuando el vino daba alas a su espiritu, decia- ‘maba en las cantinas con ardoroso patetismo los’ versos el infortunado fildsofo y poeta Giacomo Leopardi Lora, Italia infeliz, tu triste suerte, llora, ora, tu inmensa desventura: el mer de Manto que tu pecho vierte 16 tu ciliz de jgnominias ain no apura 14, que fuiste una reina hermosa y fuerte, eres hoy un abismo de basura, ;Vusstras tiendas, mirando tanto daflo, alzad, naciones, de este suclo extrafio' Juan Bautista Sarto no podia sustracrse al comin sen- tir de sus compatriotas, pero el pobre alguacil,cargado de ‘preocupaciones, no tenia tiempo de politiquear y dema- sido modesto, no se hubiera attevido a exteriorizar sus ‘opiniones. Por otra parie, Ia solicitad y los cuidados por su creciente familia absorbian completamente sus pensa- ‘mientos. El pequefio Giuseppe-Melchior tents ahora ya seis afios yy Je habian seguido dos hermanos: Angel y Teresa, a fos {Que pronto iba a juntirseles otro. ‘Era uaa helada matana de febrero del afo 1841, cuan- do Margarita, con sus dos hijos, se puso en camino hacia Ia préxima aldea de Controle, para ofrecer una vela a la famorosa Madre de Dios en su hermoso santuario, con el fin de que ls asistiera en el pesido trance. Llevaba de la ‘mano a Angel, de cuatro ais, mientras Giuseppe, llama- do Beppo por todo et mundo, tenia lleno de orgullo ef tirio bendito, Un viento frio soplaba por el desolado erial, ue rodeaba el lugar santo, Beppo tirtaba de frfo, pero no Por eso soltaba Ia yela, que llevaba en la mano. —1Te enfrias mucho, hijo? — pregunté la made, con ‘material solicid, a su primogsait. —No, mamé, absolutamente nada —respondié el mu- ‘chacho casiafctedndole los dientes —. Angel sf que tirita como la hoja de un debol No es verdad — replies el pequefio de cuatro afios — Estoy sudando —. Pero mientras levaba la mano izquierda cen la de su mae, metia la derecha hasta el fondo del bolso de In chaque. —Ya pronto llegaremos y junto a la amable Madonna ‘entraremos en calor —los consolé Margarita, sonriendo. —¢Por qué ie lovamos la yela? —quiso saber Angel 7 ont, ZNo ves que pronto vamos tener oto no? =e informs Beppo con sfienia {De verdad que vamos ance oko no? —pregunts og st: neppo tine ruzén — asin a madre STAY eee bien! grid fublloso el ciguito, Mas logo afadig pensstivo—: Si, pero tended que comer y Seguro ti os barks fuego ls tonos do pan todsva as eae digas tonterias —le replicé Beppo—. Un nifio pequeto slo toma lee, y pa eso ya tenomos aust vaca, a Flora a Flore da mucha leche —asntis de buena gana el pequeto 7, conslad, sighié vu petegdnacén, Pero fodivin iba cavdando, y"deypuss de an rato prague ‘Oi Tambien waist pica mi una vlna la Mace de Dios? ttambica para ty para Beppo para Tees Atos poder nose ls trata doi, sno de Yes, :¥e- dad, mand?! —dijo Beppo indigaado—. Nunca To apr des. “cuando Angel sea mayor ya Yo aprenderé — sont Marga. Poro ahora calaos, que ya estamos legando ‘Re hucis tanto calor como” peuaba: Margarit en el santuaio do Cendile, pero cuando foe nis extern ante el dorado cuaro dela Madonns, que leno de aa- fable setoco bilabs al resplansor de ianumerablesIu- tes olvidar a fro snironencendene sus coszones “2 7Es eo cl clo? —peegums Ange mirndo Ajames- te el euaio bento de lx Madonna “No, pete estas muy’ cefeade ciclo si ahora re- zamoy nos oye Dio y lt Vegen satin espero, fond in madre a vela a su prog 4 encondcndola en uno de Tos muchos cos gue alta Zia. ln coloed en medio de els. A os tos Tes parecio que el dorado euadro bela ahora mil wees mls que ts, argo rato ore Marga, gue con us ijn e baba arroilo sbee ls tris los ante cub de a «lena 18 de gracias. Beppo dijo todos los piadosos versillos que sabia y atin le dio tiempo de aftadir las oraciones de la ‘mesa, cuando ya no se le ocurrié otra cosa. Angel ucabs ‘mucho antes, pero como presintié que ahora no debia. per- turbar a su madre, se mantuyo muy quietecito. ‘Cuando Beppo hubo acabado definitivamente sus ora- ‘eiones, se puso a mirar los abigarrados exvotos, colgados ‘2 uno y otro lado del altar de las gracias. Muchas eran las ‘veces que con su madre habla ido ya en perogrinacién a Cendrole, asi es que conocfs perfectamente los cuadros, pero tena que volver a mirarlos cada vez que iba y en ‘todas Jas ocasiones su madre habia de explicérselos de nuevo. As{ pues, se puso muy contento cuando vio que, Inaciendo una diltima sefal de la cruz, se levantaba del suelo, Los cuadros, mamé —te recordé #1, y Margarita, con tun leye susurro, les fue explicando su significado. En uno de ellos se vefa un moribundo que, curado por Ja santisima Virgen, se incorporaba en su lecho. {Qué es lo que le pasaba, pues? —pregunté Angel, —Debia de estar tuberculoso — trat6 de adivinar Mar- sarita, —No, no —- informs Beppo —. Es el corazén el que estaba enfermo, Eso habeis dicho vos misma la ima vez, ams, Sin duda que el corazén tambign estaria enfermo — ‘replied la madre, procurando arreglar Ja cosa, ‘Beppo si que tenia memoria! No se le podia dar gato por licbre, y Jo que ofa una vez no se le olvidaba més Rapids pasé Margarita a otro cusdro. En ise veia a un nifio que yaciu ante las ruedas de lun carro. Ciertamente le habria pasado por encima si la santisima Virgen no Jo hubiera socortido, —Mirs, un caballo blanco tira del carro — constants Angel. Lo de menos es agut el caballo; lo importante es el amiilagro —le informs Beppo, ” Yo quisiera que también nosotros tuvidramos un Ios de Riese volvieron todos la cabeza hacia el teclado det SSteano, porque nunca habian odo une vor tan maravillosa, tan limpia y argentine {Si es Beppo! —susurré suavemente Terese Sarto a su madre. "Si st: Beppo —asinié la mujer, mientras se enjuso- bo las lgrimas que brotban de sus ojos Por fin Beppo encoatrs también tiempo para satsfacer su ardicnte deseo de dedicarse al estudio del érgano. A ve- xs el maestro Te defaba tocar el «Postudiumy despods de In misa y habia genie en Riese que hasta dectan que Beppo Jo hela casi mejor que si: maestro. “Eres um excelente misica! —reconocia ssimismo ol capellin—. Hoy has cantado primorosamente yt ‘Postludiumy ba sido de primera. Pero hay todavia uns dase de canto con el que un dis debes ocuparte de un odo especial: es el autéatco canto de Ia Telesia, que ya David ceritd ante el arca de Ja Alianza. y del cual se sirvieron los primeros etistianos d= Roma para loar al Seber. 10ué clase de canto es ese? —progunts Beppo viva- meats interesado, jo éste con % Bl canto coral Don Jacuzzi toms un visio Gradual de su estante y ccanté el magnifico sIntroitus» de la fiesta de la Asuncién de Maria a los cielos: «Gaudeamus omnes in Domino...» —gPereibes cudnta intimidad y qué profunda piedad se encierra cn uns melodia semejante y cémo en ells, tan sencilla como es, lanza el corazin gritos de jibilo, ado- rando y reverenciando con fervor? Pero el coral de hoy ya no tiene aquella forma pura de un principio. Se nece- fitaria que alguicn viniese y la restituyese a su pristina pureza, —ZEI papa? —pregunts Beppo. que le estaba escu- ‘Ghando con todas los sentidos —={0h, el santo padre! —exclam6 el coadjutor eeeran- do su libro—, Tiene ahora otras muchas preacupaciones, —Pero todos Je aman y te veneran por las generosas ¥¥ populares reformas que ha introducido en el estado de ta Tlesia. Don Martinati, nuestro profesor de historia, te Ma- sma el italiano més fiel, el mayor amigo del pueblo y el hombre mis eminenie de nuestro siglo. ‘También una vez se aclamé al Salvador con «ho- sannas» y luego, un par de dias més tarde, se grité «cru cifiges! ius quiere decir usted? — preguats Beppo alar- ‘mado, abriendo mucho los ojos. —Quiero decir que vivimos en tiempos diticles y que quizé Pio vx tenga también que recorrer el camino del Gal- ‘gota — repuso serio el sacerdote—. Beppo, Beppo, ruega ‘mucho por ni :siro santo padre. ‘Mucho pensé Beppo en lor dias siguientes sobre aque- lias palabras. A partir de eatonces comenzé a afiadir un ppadrenuestro en sus oraciones de la noche por el padre y pastor comin de la Iaesia ‘Tampoco durante [as vacaciones permanecié Beppo ‘ecioso. Tanto en el-establo como en el campo trabajaba con hhabilidad y en toda ocasién era un excelente ayudante de ‘sa padre, Precisamente este otofio tenia muy preocupado 18 Juan Bautista Sarto, La cosecha fue bastante pobre a cau- 6 sa de In persistencia del mal tiempo y eran de esperar si tuaciones difciles. En noviembre comenzs el nuovo curso escolar. Dia- riamente tenia que salir Beppo de casa, cuando las estrellas ‘atin Tucian en el firmamento, y en los siguientes meses de invierno a menudo liegaba al gimnasio transido de frfo. Por otra parte, las tebanadas de pan que su madre Je daba eran cada ver més delgsdas. El hambre se habia extendido por todo el pais y se necesitaba una fortuna para poderse uno sacar. Hasta en la casa del recaudador de contribaciones tenfan que estrecharse el cinturéa y Beppo, que se dio cuen- ta de la situacién, evitaba cada vez mis el sentarse a su ‘mesa 0, aparentando no tener hambre, comfa mucho menos de lo que reclamaba su apetito de adolescents En febrero, también en ef colegio de Castelfranco een ‘on noticias alarmantes. Todo e! mundo parecta haberse desquiciado. En Paris, ef pueblo, hambriento, se babla le- vaniado ea armas y proclamado Ia republica. EI rey Luis Felipe habia huido del pais. La revoluciin rebasé pronto fas fromteras y parecié sacudir a toda Europa Pocas semanas después dimitfa el hombre més poderaso del siglo, El 15 de marzo de 1848, don Martinati anne ‘ba triunfante a sus alumnos que Metternich habia caldo y ‘gue ahora sf que ts dominaciéa austriaca tocaba a su fin. Todo el pais se sentia conmovido y un ardiente deseo de libertad se sublevaba contra la ocupaciéa extranjera. Radetzky y sus tropas fueron arrojadas de Milén ea cinco dias de ssngrientas Iuchas. En el cuadriléero de las plazas fuertes de Mantua, Veron, Peschiera y Legnano toma- ‘ron nuevos puestos los austtinces. También Venecia. se revolucions. La hora de la libertad pareela haber sonado para la regién lomberdovéneta. En Riese, tos politicos de la alden diseutian en’ todas Jas cantinas. El maestro Gecherle ox halls en desagradable situaciéa en el taller del ebanisia. “Se acabs con los Habsburgs —exclams triunfante fl politico —. Vuestro emperador Fernando et un pobre hhombre y sin Metternich pronto perders su trono, 7 Pero todavia existe Radetzky — grité el maestro. —Por de pronto, ya ha perdido a Milén, y ahora el pia- ‘moniés Carlos Alberio ha proclamado la guerra santa con- {ra Austria. La Toscana ya se ba puesto a su lado y Népo- les hace marchat sus tropas hacia el norte. El papa Pio 1x un buen italiano y no faltard en la guerra santa. LEI papa, decis? — prorrumpis Gecherle—, El papa ‘no alzard nunca sus armas contra la catdlica Austria El mismo en persona no, naturalmente, pero sf sus generales —repuso Battiston—. Basta ya con la domina- in austrfaca. —¥a se ve que no conoctis a Radetzky —erits el exhisar cerrando tras si con gran estrépito Is puerta de Ia ebanisteria Ese esti ya bien listo —replios Battston, froténdose Jas: manos, Un eército pontificio marcha contra Austria —anun- cid don Martinati a sus alumnos brillindole de entusiasmo Jos ardientes ojos. —&El papa? —preguaté Beppo. No le cabia en la ea- bbeza que el papa pudiera empuilar In espada, —Si, Pio 1x. Yo no haba experado de él otra cosa. Por ia tarde, ol ferviente patriota organizé una, mani festacién de antorchas, en la que tom6 parte todo el cole- ‘so, £1 mismo Hlevaba en sus manos un busto del papa ¥ Jos muchachos, a quienes se sumaron muchos ciudadanos de Castelfranco, cantaban a pleno pulmén ihimnos a Italia Beppo Sarto, que en este dia se quedé en la ciudad es- ‘udianiil e hizo noche en casa de Finazzi, fue arrastrado Por el entusiasmo general ¥ contest6 a los vivas al santo padre, aunque no entendia por qué el pastor y padre co- amin de Ia Ialesia habia cle orapuitar Ia espada, Un cruel desenzafio siguié pocos dias después. Pio x amé al general que por propia cuenta habla traspasado as fronteras de los estados pontificios, y deciaré su nevtra- Yidad, ya que su ministerio le imponfa cabrazar a todos los pueblos y naciones con el mismo amor paternal 38 Pilido y desconcertado entré don Martinati en ta clan después de haber ilegado fa noticia a Castelfranco. No $© bstuvo de emplear los términos més duros para criticar Ja conducta del santo padre, Beppo, que Tleno de indigna~ cidn ofa el vehemente reproche, no pudo contenerse mAs ¥ exclamé, temblando de excitacién: “El papa ha obrado como debts. En la Biblia esté es- crito: «Mete tu espada en Ja vainas, Un_angustioso silencio siguié 2 Ia valiente declaracién del chico. El profesor de historia se puso blanco de ira, Luego dijo con forzada calma: “Ti, Sarto, eres un buen discipulo, pero un mal ita iano. Yo amo a mi patria tanto como usted —repuso, Beppo, encendido. ‘Por tu insolencia te quedaris dos horas — grt el profesor, incapaz de dominarse, ‘Este era el primer eastigo que Beppo recibfa en el gim- rasio y le dolié profundamente, Pero no hizo ninguna ma- nifestacién de desagrado, Silencioso se volvis sentar ex su sitio. ‘Pocos compaileros participaban de su indignacisn, pero todos reconocieron su Snimo. ‘La cosa llegs a ofdos de! director. Este lam6 al profesor ¥y fe reprendié por su intemperancia. “No nos esti bien criticar al santo padre y mucho menos delante de avestros alumnos. Se lo prohibo para siempce, El castigo que ha impuesto a Giuseppe Sarto, le- ‘anteselo y cigaselo usted mismo, Al fin y al cabo el mu- ‘chacho no ha hecho més que seguir los dictados de sw ‘conciencia. Esto puso fuera de sf al impetuoso veneciano. —Abandona su colegio — grits temblando de célera. —Piense usted bien lo que va 2 hacer —le amonesté el director cuando aquél saa apresuradamente dei cuarto. ‘Pero don Martinati no se dej6 convencer. Se despidi eo os servicios escolares y desde alll en adciante se dedios tinica y exclusivamente a la politica. 2 ~~ {Hle hecho mal en contesdecitle? — pregunté Renzo al coadjutor aquells misma noche, cuando regress a casa, —No, 10, muchacho, no —respondié don Jacuzzi con ealor—. Ti tienes razén. Con el papa y siempre con el apa, Defigndele siempre donde quiera que etés, El es ta piedm fundamental de la Ielesia, Pero vords: ahora va a comenzar para bio, no pudo contener Ia risa, pero la madre le riflé seve~ ramenie y le mand6, lo mismo que a los demas hermanos. que a parti de entonces habian de (ratar a Beppo de evos> EI joven elérigo quiso ver qué cara ponis su hermano, ceual Ye miraba con aire tan simplén, que Beppo no pudo or menos de echarse a reir “Pero Beppo — le amonests la madre—, ahora tienes ‘que mostrar mis serisdad. Ast Jo exine ese santo hébito que Hevas. El joven c confuso, sacando fuerzas de flagueze por dar a su porte 1a debida dignidad. Por fin logrd dominarse, Solo que no debia mirar a Angel de Lo contrario todo estarfa perdido, Pero cuando se sintié de veras emocionado fue al do- ‘mingo siguiente, esta patronal de la parroquia de Riese, al ocupar su sitio en el coro con la vestidura talar para oir Ja misa mayor, acto en que el pérroco Jo present6 soiemne ‘mente a toda Ia parroquia cual nuevo clérigo. ‘Mochas manos tuvieron que estrechar Juan Bautista y ‘su mujer Margarita después de la mise mayor, De todas partes les Tovian calurosas felictsciones y enhorabuenas; s6lo el labriego Giacinto Monico dijo moviendo la cabera: —Con todo, robs cerezas en mi huerto. As es muy posible que Beppo llegue un dia ® ser cardenal —Ie replicé su tio, el herrero, sonricndose. ” —~Por qué dice usted es0? —Porgue casualmente me acuerdo ahora que a Jacopo Je atraparon una vez subido = un cerezo ajeno. ¥ me pare ‘ce que fue en el huerta de Ja parroquia, por lo que nuestro viejo arcipreste le dio unos buenos tirones de ofejas. Beppo, después de la misa mayor, se deslizé al teclado del drgano y sacando todos ios registros toed ua Te Deum. Pasacon los dfas, leg6 noviembre y con él se acere6 tambien la hora de la despedida, Una altima peregrnaciin con su madre a Cendrele, al santuaro de la Madre de Dios, y el pequefio clérigo se encomendaba con ardiente fervor a Ia proteccién de la saatisima Virgen. Lego se despidié de los buenos sacerdotes de Riese, del chanista Batson, del herrero Monico, del malinero Parola, del tabernero do «Las dos Hermanas. del sastre y dle toda su queridisima aldca. Las dtimas flores que pudo encontrar las Hevé a la tumba de su buen maestro Gecherl. Por fin Heg6 la tan ansiada y, sin embargo, tan tem da hora. Moy de mafama, cuando agin Tusfan las este- tas en ef firmamento, ensanchs el padre el carrucho y eché en él el médico equipaje del muchacho. También ogi6 ropa de cama, porque en el colegio esctseaban las sébanas, Sollozando volvid Margarita a estrechar a su pti- rmogénito entre sus brazos y le dio fos ikimos conseios Las hermanitas loraron un poquito al despedirse y hasta en los ojos de Angel apareceron unas ligrimss, Beppo habia sido siempre su mejoc camarada, Le echarfa: muy de menos, “Ahora me quedo yo solo entre tantas mujeres —re- funtei, descortés, Angel, para ocultar su emocién —2Qué dices?, papa se queda también contigo —le record Beppo. Si, es verdad —reconocié el muchacho. Ya es hora —advirié Juan Bautista —. El bortico std ya enganchado, ‘Un aki adiss,agitacién de paiulos, y pari el ca- rrucho en la oscura mafiana, camino de Padua. n En lt toes dela ciudad episcopal cca as campa- tas a medida, cuando los dos visjtoslegaron en a riser caraaje San Antonio te da la bienvenida —te dio el pe Beppo asintié con ia cabeza sin decir palabra, Ne podia saciatse de mizar las ateyilay y granteras que al tex landot de in slead dia de oioce se le ofan a lk vista, Pronto legaron a ls mets, Lucgo de descargar joven traspas6 el umbral de lacus que habia de sera en los préximos afios, fait As encuenio sls el prefcto de estutios, don Vie cente Agonn. quien saludd al joven cordlnente —iNuesto clerigo de Ries? ajo sontente-. Ya 6. El vieaio general de Treviso oslo ba recomendado expresamente en cia perionaly el joven ors del alla proteeion de su cminenciny del patiarc de Venei, Ast es que nada le puede fatter, Diss bendign tu entad esta esa hijo mio. FF padre se apesrd a despedie —$¢ bueno y spicata y ne piers munca ot dempo Ie dijo, estechindle Ta ran Si, pace El muchacho ss ain a ls calle y seas al. buen animal, on cl que tants secs habla Ko-a Canela, ¥ fe dio una ernosaremolasha que para ee Ba abla do exretamenie de cas, ~Salide a mand —- dijo con vor spur, alargando al padre la mano por ultima vez. a chy Silencioso asinté Joan Bautista y sin mis partis de aie bu une cress Bre te guts manne a que cl caro, doblando la proxina esguia, Jeane, poe Pac com desapa- Lugo, silenciosoy afeiado cotts en casa, en os del sacerote, que pacintemente le habla estado agwardan, n Et pequeo abate La primera clase de humanidades del colegio de Padua constitufa un minisculo mundo aparte muy especial. La integraban mis de 40 jovenzuelos, que se movian en clla confusamente, pues aunque visticran la respetable sotana, ‘no dejaban de encontrarse en aguella ingrata edad del ‘cambio de voz y en Ia que el bozo pugna por convertirse en bigote. Aunque Ios alumnos, en su mayoria, se esforzaban en sacar provecho de sus estudios, formaban en conjunto una sociedad alborozada y si se descuidaba un poco Ia vigi- Jancia, no siempre se conducian con ls gravedad y com postura que exigian la seriedad y respeto de los claustros, sino que a modo de auténticos chiquillos, levanténdose Ia sotana, subian y bajaban las escaleras a todo galope, al- Dorotando por los patios y areadas circundantes, dispues- tos siempre a cualquier travesura. —Més seriedad, mds seriedad, cabatiy —tenfan que recordarles una y otra vex el prefecto de estadios, o bien don Evangelista de Piero, director del colesio—. Peasad fen ef hibito que Mevdis —-. Entonces se esforzaban los ‘muchachos en adoptar un porte algo mAs mesurado, pero su empefio no era duradero. Certo que cuando salian de paseo por las cardes en largas filas de dos en dos a través de la ciudad episcopal, se esforzaban en hacerlo con Ja debida dignidad; pero si Por casualidad un bote viejo y abollado, una piedta o una pilia, venia a parar a los pies de algiin escolar, éste olvi- ‘daba toda seriedad clerical y alegremente iba dando pun- ‘apiés al improvisado baléa, hasta gue la palabra amo- rnestadora del sacerdote acompafiante Je lamata al orden Movido tanto por su sentido de responsabilidad como por el ansia de saber, y por el auténtico gozo que encoatra- ba en las asignaturas, también aguf Beppo prosiguié sus estudios con gran ardor. Gracias 2 sus exceleates doves, pronto sobrepasé a todos sus camaradas, quienes lo son- B sideraban como el mimero uno indiscatida e indiseuible el primer curso de humanidades. Sélo su compafero de ‘banco, et juicioso Pietro Zamburlni, txté de competic con 41, pero slié tan poco aicoso como el intligeme: Antonio Pellizari en Castelfranco. Sarto permancci6 siempre en «sta competicion el primero y a gran distancia, No obstantc, Picro y Giuseppe Hezaron a ser pronto tos mejores amigos. En los recreos se los veta juntos muy a menudo y en los pascos se las areslaban de mado que pudieran is de lado. Nada tiene, pues, de extra que los dot amigos le- garan a ser muy pronto los alunos preferidos del maestro De Piero y de que hasta el culto ractar de la casa, doctor ‘Antonio Fabris. miembro de fa Academia de Ciencias y Bellas Artes de Padua. distinguiera a los dotados j6venes ‘con su especial benevolencia, [Ast pues, Giuseppe Sarto hubiers podido estar ente- ramiente contento con su suerte, de no haber sido la terrible aforanza que lo atormentaba. A menudo, cuando seatado en la sala comin de estudios trabajaba. sobre los verv0s de Homero y trataba de taduci de griego a su Ten- gud madre, las aventuras de Odiseo, el recuerdo de los swe yos fe apenaba wn ieendario rey de Trees du- ante su odises de dice ais. Luego, silencioso, delaba un fado Ia pluma y dospierto soBabs, sofa 2Qué estara pasando ahora en su Riete queda? El padre sin duds estaria repartiend la coerespondencia, car- fas o recibos de contribuciéa, o el buen Battiston le estaria sseamoteando como siempre el peridico. A Angel n0 le faltaia trabajo en la cuadea. Teresa y Rosa debian de estar ayudando a su madre a lavar y las pequetis proba- blemente jugarian en la nieve, que también cubria abora las calles de Padua, Beppo micé por Ia ventana Ja cumultuosa danza de copas y a través del blanco torbellino vio las caras sox- rientes de sus hermunitas. ;Santo cielo, euéutas veces ha bia refunfufido impaciente, cuando en casa la despreoct pada pandilla le molestabs en el estudio o le zarandeaba a ™ uso y oto indo o le iavitab « jugar undo tein que aprender los verbos irregulares! jPero ahora, shora! Si 2forn esuvor ds nuevo en cisa) pudera jugar y abbr four con alow! Frecontemeate habla tnido que ponerse {eso ptas 9 lar por la eosina y ple vena, ex ando cocina a Antoni, Maris y i peqoefa Luca de ow anon, basa que toda 1a compa rodaba Salmente At suelo oa mre manda para La madre 0 sla madre! Una ott ver volaban sus pensemienos hacia ell ;Qué no dara él a cambio por over ve. aungue 0 fuera mds, que Ua momeote fis bondadotor ojos y 80 amable sonia! Arinmado en ss penamients, Beppo jugibadistido con la seal que Te sia de putt 2 ib, su Osea, fez de despedida desu bermaaa Teresa. Sobre Ia oj feis cviaba bordado con leas de of9 soon amor» y el fei Luigi ela eye manos abla vedo 8 prot I recuerdo, fe pron, riadose malicosaments, fafa ncaa alguna ameda, ' Una? Sit amas teng0 yo en casa —respodis hae acaba, Beppo! —etclamé el plete —: jmunca obra penago yo gue td ules serun Casanova ee iio Toei ‘un Casanova? Yo quiero decir mi madre y mis sels hermanas Cee SS dijo Luigi decopcionado — Peto sls her mast? Alege home de poder evar Hie delat por vn rao! {At espera cans. nostalgia ens ora Beppo por sla. tobe todo por Ania, I mis Peguna de oda! ‘Billa y pot la ovina? dea vee ols Beppo a contemplar lor copos eran. onto opi Navided. Era In prieta Yer eh sus quis tos que enero Te raa fest foc et how pater Ee Nivgad no ba saraiones, ya qe ox suman de- fan tomar ports en el servicio de is cated, Pero en 8. taza ‘samt Getamente dram prmiso para pasar en casa 6 In Pascua, ;Pasar la Pascua en Riese! jNo es para ims- ginarse 10 delicioso que esto seeia! Sarto, pareces estar softando —oy Beppo que le decia la voz del prefecto de estudios, despertindole de sus ‘candorosas fantasis, —Discilpeme, reverende —contesté el joven sonro- jindose—. Estaba pensando en algo, Pero no ciertamente en las aventuras de Ulises —Ie replicé el sacerdote, sonriéndose. Luego se acereé suave mente al sito de Beppo, se incliné sobre el joven y le si ssurré al ofdo. Sin dada estabas en cass con tus pensamientos. Un abate tiene que saber dominar sur pequefas aforanzas. Ofréceselas como sacrificio al Sefer. Beppo, poco convencido, miré al eclesiéstico, He dejado siete hermanos en casa —le dija en voz baja y doa Agostini, que procedla de una familia nume- rosa, entendid lo que el joven abate queria deciele con eso, s6 el invieeno y Ia tierra, en su despetar, se vistié de imuevo de verde. Legsron los das de carnaval, durante fos cates, con gran de Beppo, aun en el mismo se- ‘minario episeo loco sobre manera. Con todo aénero de inos Durlaban fos jovenzuelos, 19 sdlo unos de ot de sus profesares, Jos ‘cuales, en recuerdo de sus propias trapacerias carnaval ‘as, consentfan las no mal intencionadas bromas, Hasta se represents una pieza en la sala de teatro, Ere tuna loca bufonada. que habia compuesto un abate del segundo aio de filosofia, en Ia que por orden iba carica- turando a todos los protesores de la casa, Can gran adm racin de Beppo los profesores asistieron a la broma con aspecto risueflo, aunque alguno que otro mostrara de vez fen cuando una sontisa un poco forzada. Como es natural, también Beppo particips en el general rezociio, si. bien no dejaba de parecerie todo ello bastante extrafio, Liegaron las severas semanas de cuatesma, Es cierto que no por eso se les sirvié menos polenta o risibisi a estos, i6venes en pleno desarrollo y siempre hambrientos, pero 6 si se procurd que el recogimiento propio del seato tiempo ceutresmal no fuera perturbado por una alegris inmoderada En Ia iglesia sepuleral de San Antonio un franciseano jo unas pliticas cuaresmales sobre la dolorosa pasion y ‘muerte de nuestro Seftor Jesucristo. Cuando en tales dias meditabs Beppo sobre lo ofdo, se sentia a veces confundi- do al ver cui distante se hallaba todavia de le verdadera generosidad, jCuin apegado estaba ain a sus propios jgusios! Todavia no estaba seguro de que por Pascua fue- sen a casa de vacaciones. zY si por fin resultase que no? {Bendito sea Dios, qué cruel desengatio! Pero en tales ‘momentos Beppo estaba plenamente dispuesto a reauncisr de buena voluntad a su dorado suefio si se le erigia Ia renuncia, 'Y, en efecto, su mayor ilusién queds desvanceida, pero el joven abate Soports esta dura prueba con entereza de Gnimo y presents su afliccién al Salvador como ofrenda ppascual. Con todo, el coudjutor de Riese se dio perfects cuenta de la profunda aflcciin del que habia sido su dis- cipulo predileeto, gracias a Ia carta que el padre de Sarto. ‘unos dias antes de la festa, le dejé en la mesa. Uns carta de mi chico — dijo Juan Bautista al entre- gatle el escrito. 10h, qué alegria! —exclams el coadjutor —. Que- dos aqui, Satie. Voy a leeros lo que escribe nuestro abate. «sReverendisimo seflor: aPuesto que, conira lo que yo esperaba y tan ardiente- mente deseaba, no me seré dado por ahora volver a ver ‘4 usted ni a mi amada farnlia, me pareceria una desconsi- eracién imperdonable no mandarles siquiera unas lineas {de saludo. De todo corazén le deseo muchas felicidades y toda clase de bendiciones en estos dias de Pascua. Quicra ios nuestro Seior conservarle siempre en buena salud ¥ derramiar sobre usted abundantes gravias. Espero dé be- rnévola acogida a mis sinceros deseos. ya que fe amo ¥ frecuentemente pido a Dios por usted. Estoy seguro, asi- ‘mismo, de que no ba disminuido el inmerecido carino de n ‘que usted, con su bondad, me a dado siempee pruebas »No quiero entretenerlo més y, saludindole con res- Petnoso afecto, quedo de su reverencia el mis sumiso y aagradecido servidor Giusseppe Sarto. Seminario diocesano de Padua, 14 de abril de 1851.» —iQué bien escribe! —exclamé el padre de Sarto, ‘conmovido —. Pero me parece que atin se carifa un poco, No haga caso, A mi me sucedis exactamente lo mis- ‘mo, Piense que el chico atin no cuenta digciscis absils. Es, pues, natural que atin cche de menos el hogar familia. Si, debe de suftir mucho —repuso el padre de Sarto, ‘reocupado, —En las vacaciones estivales vendré con toda certeza —afirmé, como seguro de ello, don Jacuzzi el cual obse- {quid a Juan Bautisia con un puro de los reservados para Tes dias festives, Pero tambizn los cltimos meses de separaciém pasaron répidamente cn medio tivo trabajo, y en uno de los primeros dias ¢ ullo el carrucho de Riese, con su borriqullo ante las puertas del seminario, Leeno de bilo subis el joven abate, Angel, el cocher, hizo resiallar el itigo y el paciente jumento salié trotando ‘cuanto le permitian las yx anquilosadas articulaciones de sus huesos. —Habéis crecido mucho, Beppo —Ie dijo el hermano, examinindole de arriba abajo —. Las mangas os ban que- dado demasiado cortas y los botones estén a punto de saltar. —Tienes razén, Angel —asintid Beppo, sonriéadose —. La sotana me molesta pellizéndome bajo Jos sobscos, pero cl sastre Bistaco se engargard en casa de arreplarla, La hizo ‘cuando estaba en. pleno crecimiento. Después de tres horas largas cruzaba el carruaje las calles de Castelfranco, —Sélo un momento para recoger Ia cortespondeacia dijo Angel, haciendo parar el carrucho. Un poco im- ‘paciente se resigné Beppo al reiraso, por més que aprove- chara gustoso la ocasiin pars saludar y dar los buenos dias Cinna y.a su mujer Clara —iOh ti, santo cielo, pero si es mi cardenalitot — ex- lamé entusiasmado ¢l oficial de correos. Inmediatamente ams a su mujer y Je dijo que habia que romper el cuello ‘una botella de auréntico telano, pero no pudo lograr que Beppo permaneciees ali por mis rato, “Mi madre me est esperando — opuso el joven abate, —iAh sf, tu madre! Tendrii verdaderamente una gran alegria — dijo Paolo Cinna, haciéndose perfecto cargo de Ja situaciéa. ‘Ast pues, al pobre borrico no se Je concedi¢ nds tiem- po do reposo y una hora més tarde llegaban a casa. Qué emocionante encuentro después de tan larga se- pparacidn! De un brinco salté Beppo del carro, para arro- jarse a los brazes de la madre, que le estaba aguardando fuera. Luego toda Ta chiquileria, sallando y grtando, se agolpé en torno al hermano mayor, de modo que apenas Je dejaban respirar, Por fin salié el padre de casa, que e8- tueché reciamente Ia mano de su primogénito, ‘Ya estés de nuevo en case —dijo en aquel tono reposado y sereno que le eta propio, pero brillindote los ojos de orgullo y slegria. ‘Sf, ya estaba de nuevo en casa. Después de siete meses laxgos habia vuelto por fin a case, ;Qué placer volverse ‘a sentar otza vez a ln mesa de la madre! jQué alegria volver a jugar de nuevo con. sus hermanitas! —iPero si tengo que mostraros mis califcaciones! Ya ‘no me acordaba — dijo por fin Beppo. Sarto pudo compro- bar con satisficeidn que en Padua tampoco se habia que- dado airs. {Has vuelto a ser el primero? — le pregunté. Si, padre —respondié el joven, radiante —. Pero Pietro Zamburlini no me lo ha hecho nada fécil. Pietro, quiero que lo sepsis. es mi mejor amigo. Los primeros pasos del abate se dirisieron, natural: ‘mente, al despacho parroguial de Riese. Coa amarga sor- » ppresa vio Beppo que don Fusarini oftecta mat semblante. ‘Don Fusarini en efecto, padecia de asma y a menudo tosia tan violentamente que’ apenas si podia respirar Si, mi querido Beppo —dijo el parraco euyos Ia. bios dibujaban una melancéliea sonrisa—, no le va muy bien @ mi corpus fuumanum. El aire de Riese no me prueba. E] médico considera urgente un cambio de lugar. Pot algin tiempo tendré que irme a mi pueblo, Mestre, donde mis pobres pulmones no tengan que trabajar tanto. Don Jacuz- 2 tendri, pues, que llevar por algiia tiempo la doble carga Probablemente alli mejoraré, yo asf lo espero. Para un ‘hombre de apenas cuarenta afios de edad es algo prematuro fatigarse y sofocarse como un viejo, Beppo, consternado, miraba ijamente al buen sacer- —¢Pero regresard de nuevo, si e& que realmente se va? No querri abandonar su parroquia para siempre! — bal- buce6 el joven palideciendo, —Querer abandonaria, de ningin modo, pero tener que Ihacerlo esié en as manos de Dios. Mas no te acongojes por eto, Nuestros corazones estarin siempre unidos, me ayes bien?, siompre. Esto tiene aire de despedida, pensé Beppo, afligida Rogaré por usted todas los dias, sefior pirroco —le prometié el muchacho al separarse, La entrevista en Ia capellania fue més alegre, {Qué tal va la noble sefiora musica? — fue una de as primeras preguntas que Te hizo doa Jacuzzi —De vez en cuando me dejan tocar el érgano —res- pondis Beppo. —£n cantar no hay que pensar por ahora, por el cam bio de voz; {sabe usted? Pero las corales de canto grego- riano se ejecutan com todo cuidade y aplicacién, —Asi me gusta — replies, animado, el sacerdote—. En 1 canto gregoriano Ia iglesia reza, se alegra y loca en lo més fatimo de su coraz6n. Pero otra cosa. Hay en Riese tun piano soberbio, un instrumento magnifico, Nos alegra- remos mucho de oirte tocar en él —{Se refiere usted al piano que hay en la taberna de Las dos Hermanass? Pues no es tan magnitico, No, hombre, no; el piano de que yo hablo se halla cn el palacio de la condess Marina Loredon-Gerdenigo, {En el palacio de la condesa? — tartamudes Bep- po. g¥ allf tengo yo que ir a tocar? No tienes mada que temer. La anciana condesa es ‘ana dama muy bondadosa, que no preguaia el origen, ni la condicion de los que van alli, sino que en el pequeto ireulo nocturmo, que sostiene ahora todas las semanas, Admite hasta simples artesanos. Ti, con tw taje talar, no tienes nada de qué avergonzarie. Te tranquilizari. saber ‘que también Antonio, el estrambstica servidor de su ex- celencia, toma parte en él. [Santa Mariana! —exclam6 Beppo, rigndose medio consolado—. jCintaro! Si que seré divertido, —Si y agirrate bien. Tambicn el bendito ebanista, Pic- to Battiston, forma parte de la reunién, —Asi, no dejard de politiquearse —observé Giuseppe, sobresaitado. —Natucalmente; es0 no puede evitarse, estando alli el politica. Pero su excelencia escucha con sumo agrado las opiniones de ua hombre tan singular, expuestas a menudo ‘eon mucha gracia ‘Beppo, que el jueves préximo se presents algo temero- 80 en cl palacio, fue realmente recibido con toda cordiali= ‘dad pot ia antigua dama de corte de Napoledn 1; y duran- 1 aquelia noche fue tanto lo que se toes, que apenas si se habié una palabra de politica; y hasta el mismo Bat- tiston, a quien abrasaba Ja pasidn de analizar @ su gusto Jas novedades polfticas del mundo y reconstruirlas a su ‘Manera, escuchd la animada pieza del abate con paciente esignacion. —iLéstima que no te pueda oft ya el bueno de Ge- cherle! — dijo, cuando Beppo hubo concluido—. {Y euén- 40 has aprendido desde enionces! —Da capo, da capo, abate —exigié aplaudiendo 1a Condesa —. ;Ha sido una interpretacién maravillosa! 81 Bra la primera yer que alguien tataba a Beppo de sted y ste se sonojs asta latte de fos elo, “Ss que vuestta exslencia Gene un instrmento so- rbio — prorrumpié al fin. vein somata «A la iu de a Luna, que Beppo eomenzs a war etn ue nearness 3 a atravess Ie ventana fa Un gat, persepdo por un pero, atvesd Ge am gan sali) foe a sens jotmene sobre Ix tela del plano. Beppo, svstado, se scbreco pero. oul nara se echaron @ reit por lo inesperado de Toul imermeceUncamente Anosio eli, ue estat julte a le chimenen, msrinar algo clarement> perceptible part a fino odo de Beppo *Siciotro! Yo scabaré con toda la caterva de gatos. {x Beppo evi repentnamente al pesaient el gto de angers tasquiada y tovo que bacese gan violencia poder tentinar I sonata. " {Qué te ha parecido? —le pregunté don Jacuzzi, illosa. La condesa es ver- sy eo un instramento tan “Ha sido una noe dander: cs ‘sisiendo al frelo nose Joos. De este modo aprendis. ‘moverse, sin embarazo y con modales aaturalmente dis- ide, en fu casas de as fais noble. Sef cao. meses de vacacones hab transeurio demasiado tupidamente y wna dolorrs separacion sein posta de nuevo : Tr el sepndo ao de humaniades tayo como regent de eauion sl doctor don Giuseppe De Rost, wa homie Eeutmonte educado dealin y de corazén, Profesor Stipe fue don Arsen Sem, deat y Saco, Ts feu del patos asceta, Era alo un consumado bi- nmin tambia un scedo jmpar 9 mods, ve jnfluia poderosamente en Ia buena formacién del cardcier Ga tos scan que con too y st extomadanene fever para Gnsgo mame, ea apaiblee indulgeate. cy 1 oy6 Beppo, por vez primera, el nombre del santo cura de Ars, Juan Vianney, a quien desde entonces dedics siempre especial veneraciéa. De modo emocionante ardio el corazén del joven abate, cuando el profesor les hablo do su reciente visita a In pequefia ciudad francesa y del sacerdote que tealizé el milagro de ln mortificacién el amor al prdjimo, ‘Tambien el segundo afl escolar estaba caminando a su aso. Como quiera que en el alo anterior el cardenal Monico habia querido dignificar los turbulentos dias de Camaval. cl martes de esie ao se represents una picza seria con el titulo sLos deportados de la Siberiax. Beppo ‘obtuvo en ella uno de los papeles mds importantes. Era Ja primera vez que salia a las tublas, pero supo represen- tae su papel con tan emocionado verismo, que hasta os ‘ismos profesores le miraban asombrados. —Fijese usted en aquel amable jovencito —susurré el rector de Ia casa al profesor don Lorenzo Schizvi —, ja ‘iis he encontrado un estudiante que supiera poner tanta vida y autenticidad en la recitaciéa, Representa su papel con un sentimiento arrebatador, Giuseppe Sarto goza no tan s6lo de aguds inteligen- cia, sino también de exquisit. sensiblidad — replied su interlocutor, El primero de mayo obsequié a Beppo con Ia alegre noticia de que ya contaba con un segundo hermanito, bau- tizado con los nombres de Pietro Gastano, Pero el con- fento dc esta buena mueva fue empantade por Ia comuni- ‘acion de que el padre no se hallaba bien del todo desde hhacfa algunos dias. Es cierto que se trataba de un grave ccatarro, pero no habia por qué inguietarse seriamente ~Quiera Dios que Teresa no me haya presentado la ‘cosa menos grave de lo que es en realidad —suspiré Bep- Po, alarmado, Focos dias después tuvo la sorpresa de que Je llamara cl rector. Era raro que don Fabris citara ante sf a un alumno y ‘ewando lo hacia era casi siempre para amonestarlo. Beppo 8 hao un répdo examen de coniencie y no 4 siti cul abe de nada ‘Ya en eh momento de entrar dio cuenta de-que el tector no le tabla mandado Innar para dgire wha 16 prensa, Tena que se alguna ota css. ‘Don Fabris ico joven con una mirada esa. de dolor y de boda, misnicas le mandaba tomar asiento Reago que comunicarie ina mala noticia —le do ai sacerdoe © se tata de un parte legado de cas, Tu padre etd gravemene eafemo, Pein. micro? —~ preguato joven emblando de pies acaba * No, no. pero hay que estar dupussto a todo. Te doy permisn para que aig en segidn, Creo venen a bus Gare, pero serd mejor que te pongis sors mismo en ea- si, sale inmediatamente — pms Beppo. Cuando, conternad, se dig, rasan, su cua, le sacont su amigo Peto Zamburin, el cual, adv fino su deseocien le Pr — {Qué hi queria el rector? Mi ni padre estégra- vemente Pictro, se est mu riendo; con 14, porque de lo contratio don Fabris no me hubiera llamado, —Célmate, que quiz no esté tam mal como te figuras — replies Pietro tratando de consolatle—-. Vamos, quiero fayudarte a preparar tus cosas ‘Temblindole las manos orden Beppo, syudado de su . todo lo necesario para el viaje, “Beppo, rogaré por tu padre —Ie dijo Zambuslini, ‘mientras aquel se alejaba presuroso. Gracias, muchas gracias, Pietro —le contest6 Beppo. volvigndose por iitima vez ‘Luego emprendié el camino hacia la distante aldea. ‘Beppo recorria a todo andar la larga carretera, y uno {que otro transetinte lo miraba moviendo la cabeza, extrafi- do de que el abste corriera como cualquier otro muchacho. or Ya estaba llegando a Castelfranco, cuando el joven Giacomo Monico Te slié al enovenro en una tartan, don- de se ballaba tambign Teresa, la cual, con ls os llenos de lagrimas, miraba cémo subfe su hermano. ~ iio ean? — guts Beppo pmocndo y casi sin aliento, “Tione febee muy alt y esté constantemente progun- tando por vos — contest sollozando ls muchacha. Beppo supo qu su padre habla. coniido repentinamente unt grave pulmonit ZY qué dice el médico? — pregunts el joven, cogien- do ta mano de 51 hermana, ‘iene muy pocas experanzas —contest6 Teresi — Seria preciso un milagro pata que paps valviers a ponerse bueno —afidiélorando Tnterminablemente largo le parecié al muchacho el ex- ‘ino, si bien el carro media hora més tarde se paraba ante in casa de. sus padres ‘Unos momentos después Beppo caia de roils juntos lecho del enfermo, “Paps, papa —balbuces ene ligrimas. ~iFsts aqui ya, Beppo? —Iuan Bautista Sarto levants Jos ojos y eavolvi a su hijo en una mirada de infntatr- aura Abora ya estoy tranquil, —Ven, sintate —indiod Margarita 2 su primogéaito. Hasta entonces no habia visto Beppo a su madre y a sus ddemis hermanos que lorando, estaban alrededor dl leche “Pero papi volveri s ponerse bueno, zverdad que st mamé? ;Verdad que volver ponerse bueno? — balbu: x6 Beppo, —Cmplase Ia voluntad de Dios —respondié ta. mu- jer, esueckando # su hijo entre lor brazos——. Tu padee ‘sti ya rooonforado con Tox santos sicramentos. No Ie falta nada Como si ls vids, que se Ie escapaba, hubiera estado ‘esperando la ilegada de Beppo, el enfermo volvié a abrir Jos ojos y levantando trabajosamente 1a mano, dijo con vor quebeada: a5 —Dios os bendiga a todos, a todos... especialmente 3 ‘Beppo, Llega 2 ser un buen sacerdote, un buen... Estas fueron las dlimas palabras del pobre alguacil ‘municipal. Luego se desploms sobre In slmobada y ya no volvid a levantarse Margarita le corré los vidsiosos ojos. Tres dias después el difunto fue conducido al cemen- terio, participando en el sopelio toda Ia aldea. Para Beppo fue como si al mismo tiempo se enterrara toda la felici- dad de su vida, ‘Terminado el piadoso acto, el joven abate permanccia, desconcertado, con la mirada fifa en la sepultura. Su acerbo dolor le privaba del alivio que proporcionan Iss lgrimas, Entonces una mano amiga se posé carifosa sobre su hom- bbro, Cuando volvié el rostro, vio a don Jacuzzi, que le susurré al ofdo. —Vamos ya. Beppo: tu padre descansa ea paz, El joven, haciendo un gran esfuerzo, abandoné el ce- menterio con sus hermanos. La madre se habia quedado ‘en case, ya que su extrema debilidad no Te permitié acom- paar a s sol de primavera Conirariedades —iQué va a pasar ahora? — pregunié Beppo a la ma- re, que, enteramente extenuada por el reciente parto y las hondas emociones de los iltimos dias, se vio obligads ‘a guardar cama otra vez—. Habdis perdido al proveedor de vuestro sustento, ceémo vais a vivir ahora? 10h, todavia estoy yo aqui! —replied Angel, que 1 la edad de quince aos se sentia ya un hombre—. El al- calde me ha dicho que, por de pronto, desempefiaré el cargo de alguacil municipal. En cuanto a la corresponden- cia, estoy seguro de que también me seré confiada. Peto todo ello no os proporcionaré, ni con mucho, 86 Jo més indispensable —le replicé Beppo, apesadumbre- do—z Sin duda tendré que permanecer aqui para ayudatos. —No, no —respondi¢ la madre enérgicamente —. Ti te vuelves de nuevo a Padua. Dios misericordioso seguir ayudando como hasta ahora. En estos dias dificiles, Beppo, mas que nunca, echd do menos al buen pirroco, que siempre habla sido para 41 como un segundo padre. Ffectivamente, desde hacia algunas semanas don Fusatini habla establecido su resi- dencia en Mestre y era tan delicado sa estado de salud que por el momento no habfa que pensar en un regreso. Yo te ayudaré — dijo don Jacuzzi al infeliz abate —. Ta vudhvete teanquilo a Padua. AI despedirse le entregé un trillante florin para re ‘mediar las pequefias necesidades que tiene siempre un es- wudiance. No puedo aceptarlo —se excusé Beppo, que sabia Dien cudn mezquinos eran los propios ingresos del coadju- tor, Pero don Jacuzzi le corts la palabra, despidiéndole. ‘Afortunadamente, no tardaron en llegar las vacaciones de fin de curso, asi que Beppo pronto pudo ser stil a su familia, Ayuds @ Angel en los trabajos de recoleccién, Ia ‘cual este afio fue muy satisfactoria. Raras veces y sélo a instancias del coadjutor, visitaba ahora Beppo los jueves el cfrculo nocturne de la condesa, y a menudo parecta estar ‘muy lejos de allf, cuando ef buen Battiston exponia sus cu- iosas opiniones sobre las acontecimientos mundiales, Sobre todo el fiel Antonio Feltrin hizo todo lo posible por alegrar y distraer al joven abste. Le contaba las cosas ‘mas estrambéticas y_chuseas, especialmente historias de Ta marineria tan espelumantes, que Beppo no podla por ‘menos de reit una y otra vez, a pesar de su tristeza, Un dfa fue Beppo al palacio por un asunto y encontrd ‘4 Antonio solo. Este, al ver al abate, exclamé: —{Demonios! Céntaro! Los gatos me estén haciendo perder el juicio, pero ahora les voy 2 dar el golpe de gra- cia, te lo aseguro. ;Santa Mariana, ya he ideado mi pe- queto plan. a —iNo estardis pensando en envenenar a los pobres ‘animales? — pregumts Beppo, indignado, —1Qué cosas se te ocursen, amigo! Pero, jeéataro!, yo tengo ya mi plan, un hermoso plan. La lvstcisima ba salido de viaje por 15 déas. Cuando vuelva va a admirarse mucho. —Dios quiera que no cometas alguna barbaridad —Ie replicé Beppo riéndose —iDéjalo de mi cuenta, aba ime traiciones, ‘Apenas se quedé solo, hizo entrar a toda la gateria casera en una habitacién, Cual loco furioso se movia entre ls pobres bestias. agitando en su mano izquierda un ro- sario, mientras con la derecha blandia una larga vara de avellano y vapuleaba a los gatos que maullaban y bufa- ‘ban, de modo que los infelices, no acostumbrados a seme jamte trato, ni mucho menos, quedaron aterrorizados. Esto lo fue repitiendo dia tras dia, no olvidando munca de agitar previamente sw rosario, para que los cerebros felinos He- garan a comprender que el rosario era el raya, al que in- 1 Pero, jcéntaro!, no madiatam s Je golpes. Cuando por fin Ia cond ro que hizo fue pre sgantar por su Pues, 1 ppodido pasarles a Jos. pobres anima (0 €] bellaco, raseindose la oreja—. Desde que Ia sefiora partié han comenzado a portarse de un modo tan raro, que debo casi creer que eld poseidos del demonio, —iNo digns tonterias, majadero! —le replicé la con- desa—, Lo unico que tenfan los carifoses animals era nostalgia de su ama. No, no, ilysrisima — insist el crisdo—. ;CAntaro!. lo que estén es poseldos. Su excelencia podrd verlo por si ‘isms. Por la noche toda Ia servidumbre de la casa se reunié con la dama, como de costumbre, para rezar el santo rosario. Dondequiera que estuviera la sefiora, alli se he. llaban también los gatos. Pero cuando Antonio sacé su 8 | f | rosario, los animales comenzaron a bufar tan tercible te y a escapar de alli en todas las direcciones con tan ende- moniada prisa, que la condes2 se quedé como quien ve visiones, ante el raro fenémeno. —iLo ve, lusrisima, edmo estén endemonisdos? —di jo Antonio triunfante—. En cuanto ven un rosario, salen ‘bufando cual espfritus infernales. —Realmente no sé cémo explicirmelo —replicé la an- ciana y piadosa dama, moviendo Is cabeza a uno y otro ado —. Parece que, en efecto, tienes razén, pero con el iablo yo no quiero trates. AS, pues, Io mejor serd que Tos mates a todos. St, es0 yaa tet, sin duda, 1o mejor —asintio An- tonio hipécritamente—. ;Santa Mariana, y qué pena me ‘dan los pobres animalitos Veo que tienes buen corazén —reconocié la dama. Cuando Giuseppe Sarto spareci6 al jueves siguiente 1 efreulo nocturno, Ia condesa, que no podia consolarse, dijo, afigida, al seminarista “Miro, mire, querido abate, he tenido que mandar ma- tar a todos mis gatos. Estaban poseidos de! demonio. :Qué opina usted de ello? ‘Beppo dirigis una répida mirada al criado, que en pie, deisés de fa ilustre dama, estaba con el dedo sobre los labios, conjurindole 4 callar. Si, yo también creo que detris de todo ello se oculta alguna diablura —respondié el abate ambiguamente. Cuando més tarde Antonio, entre guifios, le confié Is verdad de lo sucedido, el abate te replicé recriminéadole: ~Sois un torturador de animales, Antonio, pero tal vez sea mejor que lot gatos hayan desaparecido. Realmente se habian hecho ya los amos del palacio. EI sérmino de las vacaciones trajo un nuevo y gran olor. La seflora Margarita pecdis a su ultimo hijo, como habia perdido el primero. En la mafiana del dia de difun- 19s se realiz6 ol entierro. —Esti con Dios y con paps — dijo Beppo a su llorosa ‘madre, tratando de consolatla ‘Ast pues, el abate comenzd el nuevo semestre con el corazsn apenado, Don Corradini, el nuevo regente de estudios, hombre de vasta cultura y excelente formacién espiritual, designs 18 Beppo como prefecto de curso, conflando asi al joven abate un puesto de gran responsabilidad, pero cuyas espi- nas no tardaria mucho en conocer. En aquel afio fue nombrado como segundo vicerrector del colegio el joven sacerdote don Morelli, el cual tenia ssin duda las mejores intenciones para con sus diseipulos, pero temia siempre por su autoridad y trataba de robuste- cerla gracias 2 un porte sombrio, constantes amenazas y ‘exagerado rigor, medios que, aplicados a seminaristas cuya edad poco o nada se compadecia con la discrecién ‘mesura, no podian dar buetios resultados, ‘Menudeaban los conflictos, y mis de una vez el rector, don Fabris, hab(a invitado bondadosamente al. nuevo vicerrector a que procurara mostrar un poco mds de com pprension para con los jSvenes, puesto que sus desapaci- bles e rit (oo producir més que aver- sign a su persona ‘Tengo que n ni autoridad —era la invaria- ble respussia de Morelli —Querido amigo, nuestros jvenes sominaristas no se doblegarén munca 4 la autoridad de wn tirano, sino gnica- ‘mente a la de quien con verdadero amor patemal sepa ‘ranjearse el aprecio y la veneracién, —=jAst que me llama usted tirano? — solté Morell ofendido. =No 3 50, no es eso —le respondié el rector son- rigndose —. En realidad, no tiene nada de tirano, pero se comporta como tal, porque trata de esconder su falta de conflanza en s{ mismo bajo la méscara del déspota, Queri- do compadero, créame usted, micstros jévenes tienen un gran talento para ver tras de la méscara y eon su agudo don de observacié: prontamente descubren lo que hay 0 a tras ella, No me extraflaria que a n0 tardar mucho tuviera ‘que convencerse de manera harto desagradabie de lo falso de su sistema, —Cuando estoy en clase me consider muchas veces como un domador en el cireo. Ceda uno en lo més minimo, ¥ le saltaréa Jas fleas al cuello —confes6 el infeliz pro- eso. “Es cierto que canazco bien poco el arte de los doma- dores — replied don Fabris moviendo la cabeza a uno y fotto lada—, pero creo que las fcras solamente se rebelan ceuando sienten que el hombre del Iitigo Tes tiene miedo, Pero nuestros internos no son ni lobos. ni tigres, sino mu- chachos, que puede uno meterse en el bolsilio con tal que sepa manejarlos. —zDeberd, pues, darles azicar? —sonrié Morelli iréni- cameate, {Por amor de Dios! Sea usted enhorabuena severo con los j6venes, pero mustteles afecto. “Tengo muy poea simpatia por estos mozalbetes que me amargan la vida. Si es asi, querido amigo, ha errado usted su profesion. —Tengo brillantes calificaciones del tiempo de mis es- tudios — objet6 Morelli, ofendido. —;Calificaciones, califieaciones! ;Valiente tonteria! — repliod el rector, alterado—. Un corazén tiene usted que aportar si quiere educar, y un corazén grande, bondadoso y, ‘ademés otra cose, algo de que parece estar completamente privedo. LY qué es 60 de que parezeo estar falto? —pre- gunt6 el otto, amargado. —Carece usted del sentido del humor, —jEntonces debers hacer el papel de bufén ante los jvenest —Parece que no quiere usted entenderme. Pero, créame ; tun educader sin sentido del humor es una triste figura. YY. en efecto, una noche se produjo la explosisn temida por don Fabris. Bien fuera que el bochorno del verano se 9 les hubiera subido a la cabera, 0 bien que el vicerrector, después de la conversacién con el director del colegio, se ‘mostraba todavia més sombrio e intratable que de ordina- tio, el caso es que los muchachos se confabularon para tributar a don Morelli esa noche en el refectorio un es ppecial recibimicnto, Apenas el vicerrector, autoritario y sombrio como siempre, penetré en la sala en que los alum- nos se hubian reonido para la cena, cuando de un dagulo resoné de repente un agudo silbido. Bsta fue la seal para tun tumulto inaudito, Los muchachos grtaban, gesticulaban ¥ se Tevolvian como locos; repiqueteaban con 10s platos Bolpeaban la mesa con las jarras de agua y alborotaban ‘com tal desenfreno, como si de repente se hubieran con. vertido en una horda de demonias desencadenados. Los estudiantes del primer aifo de filosoffa, al que pertenecta Giuseppe Sarto, sobrepasaron a todos los demés con infer- nal riterio. Beppo se puso pélido de terror cuando resoné Ia sedial para la manifestacion de Ta singular protesta. Sabia que sus camaradas, desde hacia ya algin tiempo, estaban tea- ‘mando algo parecido, pero no podia creer que fueran a Hevarlo a la prictica, tanto menos cuanto él habia puesto todo su esfuerzo por disuadiries do tan insemsato intent, Ahora era demasiado tarde; tode palabra amonestadora quedaba. ahogada en el tumulto atronador. ‘Morelli se hallaba impoteate y temblando de pies & cabeza ante la desmandada pendilla, Su rostro estaba blan- ‘90 como la pared. FI escéndalo arreciaba cuando el rector acudié.presuroso al Tugar del infernal espectécala; a su presencia ces6 el altoroto tan repentinamente como habia ‘comenzado. —iQué significa esto? —pregunté don Fabris seve- ro—. {Por qué clécigos, que visten ya la sotana eclesiés. Wea, se conducen como canfbales borrachos? Todo el mundo callabe, como petrificado, Repentina ‘mente se habia hecho tal silencio, que podia oirse el tictac del reloj de pared. El rector llamé entonces a los cuatro prefectos del curso, 2 —{Quién es el que ha empezado el barullo? —les regunts, “Los del primer afio de flosofia, y son, ademés, los que més vergonzosamente se han conducido — contest6 don Morelli en lugar de los interrogados —. Uno de ellos dio la senal de rebelién mediante un estridente silbido. —Quidn fue, pues, abate Sarto? — pregunis el rector al prefecto responsable. Giuseppe permanecié en sileacio. = {Conoces al joven que dio ia sefal? —Si, le conozco —contest6 Beppo, Sabia muy bien ‘quien era el que con el dedo en la boca habia silbado, —Entonees, dinos quién fue — insistié don Fabris apre- miéadole. Por favor, abérreme Ja respuesta. No puedo ser el elator de uno de mis camaradas. ‘Mientras el rector coniemplabs al joven con secrets complacencia, titubeando en hcerle una segunda pregun- ‘ta més apremiante, grit6 doa Morelli, furioso, al prefecto: — {Para un clérigo digno no puede haber camaraderfa con rebeldes! —Por favor, querido colega, ahora déjeme a mi la tra- mitacion del asunto —le atajé el rector con alguna du- rezi—, Pero si tii no quieres hablar, yo debo hacerte res- ponsable de todo como prefecio que eres del curso -~ dijo, dlirigigndose de nuevo al abate Sarto. “Pues castigueme usted a mi, reverendo, Me repugna hhacet el papel de delator. Mas si como prefect. vengo ‘obligado a ello, destitiyame ahora mismo del cargo, se lo suplico. —Bueno, ya veremos — dijo el rector dando por ter- minado el interrogatorio—. Luego ints a mi habitacién, abate Sarto. Y ahora empezamos con la bendicién de ta mesa, Benedicite Esta noche, pudo notarse que los jévenes tenian poco petite, Beppo apenas pudo ‘agar un bocado, Nadie es- cauchaba Ja leetura, que daba uno de los seminarstas con Yor apesadumbrada, 93 El rector recibis al prefeto de curso mucho mis so- segido de lo que se habia esperado, Giuseppe — dijo al vistanie, al mismo tiempo que con un movimiento de cabeza fe invitaba a entrar —, es timo en lo que valen los motives que te han inductdo a dejar sin respuesta mi prezunt2. No, no me digas nada, te comprendo perfeciamente, y solo quisiera saber de ti ‘eémo ha podido suceder una cosa semejante. Porque, al fin y al cabo, el tumulio ha sido un steatado inaudito contra la disciplina de nuestra casa, 1o cual es una falta ‘mperdonable, {Puedo exponer con toda franqueza mi opinisn s0- bre este asunio? —pregunté Beppo, mirando serena y candorosumente al director del colegio. Caro que si. Vamos, desembucha =Yo no soy quién para critica a uno de mis superio- res —contests el abate, tiubeando—. Pero ereo que cl propio don Morell ine parte de culpa. Los jens exin ets por el modo como nos trata. No ren- ero No llega comp —iTe parece? gg LSE 8, weve a vst. Ante of oven 0 po- a tomar partido en contra de un compasero y cola ete Crone —Don Moreli tiene coa vosotres 1as mejores intenco- res. Debierais esforzaros por entenderle y hacefos ca desamod dese. u = A ningin otto profesor le hubirames hecho una cosa semejante —aseguré Beppo con firme eonvencimiento No te Jo niego. Ahora vete, Giuseppe, y no vuclvas 4 decirme que quires dejar tu cargo. TW contindss siendo prefecto de curso y creo que tus camaradas estaria coo formes con ello. Cuando Beppo salié del cuarto se eacoatr6, junto a Ia puerta, con un condiseipulo que, no sin razén, tenia en 1a clase fama de sopica —1Qué quieres hacer? —le pregunts Beppo, tratando e deteneric, Pero el otro se deshizo de él y liamé a la 94 puerta. Don Fabris resibié al nuevo visitante con expresion ‘muy poco amistosa, {Qué 3 lo que quieres? Estoy muy ocupado. —Yo sé quién fue el culpable en ef tumulto del refec- torio —tartamudes el alumno modclo—. Fue Luigi Pela. ‘del primer curso de filosofia. Mi conciencia me obliga a denuncias'o. —jAs( que tu conciencia, abate Demondo! Bien, esti bien. Ya castigaré al instigador de tan inaudito suceso, Té, naturalmente, no habris participado en nada. Oh, no, reverendo, de ningiin modo! —respondio el otro rastreramente—. Nunca me bubiera atrevido a ha- ‘cer cosa semejante. Si que lo creo, abate, Y ahora déjame solo. ‘Luigi Pelé fue castigado con dos horas de arresto y re- cibié una severa reprensién, =Si yo pesco al sujéto que me ha delatado, to hago ‘ficos —gritaba Luigi, enfurecido —. {Conoces ti, acaso, al traidor, Beppo? — pregunté al prefecto del curso, de ‘quien, vagamente, sospechaba, —¥o no lo sé —respondié Giuseppe, aunque bien po- dia suponer quién habia sido el traidor. {{Hlas sido t6 mismo acaso el que ha chismorteado? —adi6 el castigado. Beppo se alejé sin darie respuesta alguna. —Eres un asno, Luigi —le dijo Pietro Zamburlini de- fendiendo al amigo —. Parece que atin no comoces a nues- ‘ro Beppo. —Tienes razin —asintio Luigi, reflexionando —. Quie- ro pedirle perdén, pero ,quién puede haberme traicionado? “Tal vex fuera mejor que te las entendieras con De- ‘mondo —insinué el joven conde Emo Cepodilista—. Yo he visto a la arafia arrastrarse hasta el cuarto del rector, precisamente cuando Sarto salia de él —}0b, emo no se me ha ocurtido que pudiera haber sido él! —grité Luigi—. Pero ese chico modelo va a re- cibie una buena leccida, ‘Sin duda se habria vuelto a armar una regular camo: 95 ‘ra si Boppo no se hubiera imerpuesto, interviniendo enér- aicamente, Ti no puedes prabar nada en contra de él, Luigi —Ie dijo Beppo en su modo sereno y categ6rico—, Por otra parte, has de reconocer que te has comportado pésima- mente, —Largate de aqui, mocoso! — dijo Luigi, soliando por fin al twaidor Por otra parts, el abatc Demondo no podia explicarse como el rector, 2 partir de entonces, no le mostraba el aprecio de que él se consideraba meresedor, sing muy al contrario, le trataba con una frialdad manifiesa, mientras Beppo parecis haber subido en su estimacién. Don Mo- relli, en cambio, abandond el colegio pocos dias después El fin de este aflo escolar trajo a Giuseppe una nueva ¥y especial desilusién, Don Fusarini habia renunciado defi- hitivamente a su ministerio de Riese. Un nuevo pérroco vyino a ocupar el puesto vacante, y don Jacuzzi fue tras ladado a Vascon, como vieario, poco después, Liegadas las vacaciones, Giuseppe emprendis, apesa- @umbrado, el camino de regreso al hogar, Cudm grande fue el gozo que sintio al ver de nuevo a su madre y her- manos, tan honda fue la pena que experiment6 al notar Ia falta de su mentor, que tantas veces le habia asistido, en los momentos mis difciles, proporciondadole consuelo y otientacién, Realmente, las vacaciones de este aflo no fueron muy alegres para el joven abate En Ja aldea la atmsfera estaba muy cargada, La gente ‘no estaba nada contents con el nuevo pérraco, don Pamio, ¥ el nuevo coadjutor, don Baitai, carecta del porte bonda- ‘oso y paternal de su predecesor. Beppo hizo su primera visita al pizroco con el corazén oprimido, ~Abate Sarto, si, ya 86. Pase usted —dijo don Pamio, recibiendo al visitante mis bien con frialdad, Ya cl tratamiento de usted» fue para Beppo como un jarto de agua fria, ‘Su predecesor me tuteaba, reverendo, 96 Si. claro, él Je conocia a usted, sin duda, desde su Infancia, pero nosotros nos vemos abiora por primera ver. Sigatese. Espero que usted no sea tan raro como sus paisa ‘nos de Riese. No puedo menos de decir que es éste un pue- blo de testarudos ¢ indéciles. La verdad, no me gusta nada, —Su predecesor se entendié admirablemente con la gen- te —Ie objet6 Beppo, herido, —Mi predecesor, mi predecesor. {Cufintas veces voy a fener que oftio? Es que don Fusarini era un hombre cenfermo, que todo lo dejaba pasar. Pero yo pondré orden en Riese, puede usted estar seguro de ello. Bueno, ahora cun- teme usted algo de Padua, ;Qué hay de nuevo? Beppo le conté el tumulto det refectorio, por no acu- irsele de momento otra cosa, lo que se explica por el hhecho de que las maneras dol atrabiliaria praco le tecor- daban involuntariamente la Agura del infortunado don Morelli —Los nuevas clérigos se muestran cada dia més rebel- des —refunfufié don Pamio~—. Desde los afies de Ia reyo- lucisa Jos futures sacerdotes van perdiendo més y més el Tespeto a sus superiores, Pero, en fin, ahora vaye usted con Dios. Tengo mucho que hacer. Mucho le costé @ Beppo ocultar su desilusién al salir del despacho parroquial. En todas partes se ofan qucjas contra el pérroco, como bien pronto hubo de comprobar, ¥ precisamente a él, al abaie, abrian los descontentos su corazén. —iEh, Beppo! —le lamé Battiston, el «politicos — Qué me dices de un pirroco que ni siquiers predica Jos domingos? No nos ha explicado el evangelio ni une sola —iCéintara, Beppo!, mira que tenemos un péicroco excelente en Riese! —exclamé Antonio, el criado de la ‘condesa, sumandose tambin al coro general de las lamen- taciones, Ha probibido que se Je lame durante la noche para lun enfermo. {Qué te parece? No quiere tratos con la gente humilde —se laments 7 simiomo esse Giacinto Bitaoo, que una ver ds hubo ‘como yee ota, Don Fu ena Skemp ca ples tmstra pa fod el undo 9 uno te eacontrabe con elle ofreca Ta caja del rape, Peo ae nor apenas 316 gaa taloda. 2Qué pleas de tl, abate? f a aa de despracias, el proc y el eoadjtor no pureoun entender mutwnmoene. Doa Vata em uh ser Mare ego, pro au elo ea a menado muy indseeto, Le {habe Ir pena el buen pastor y 1a serena apace Ghd de au pressor De singin modo wats de ocular ¢l joven abate au a gata por el parroco y la patoquia, Beppo se hallabs, peel oa sacin taro detagadable. Eo au sine Sad ar es neotbs char de ints Ie razncs de os é Mer we orabe Ge be amentabun y cuando alguna vez se efor fendar aos dos cleistcos, muy pronto advert lot deine que l'no aprobubs la conduca y el modo de omportase de los dos soe. "Fampoco fat gente en Riese ara chismear de ex en quando tt plsosa oa codon ago que omo sauesto fu gue sabre eos baba exterioriado el abut, 0 ual peeps orginat mis que nacras conanedades, OtSma- Meee Bop apenas sie ateia alterna eon nadie en la Miao Donde eas n gusto estaba era en casa, No dj do fame cocnta de que tampoco la madre y Ios hermanos e+ flan sontentos do lo auevorsacerdots, peo Ia sefora Sagas ao oerabe ‘en su casa qu se hablara mal de Mtn eles, or mds razon que hubira part Ue- jane eppo desahgaba su angusiado corazén en ciras & doa Siew He gui lo ie i ese hacia el finde as vacacioaes “a cha parroquial se ha convertdo on un verdadero desis yt ue om ella no ee dedicat un momento ts vide de ree. "Ast pus a mayor parte de tipo vivo rtrado en case De vr en cutco visto algona fala amin, pero 98 por todas partes es necesario andar con mucha cautela Pues en cuanto ven al abate, comienzan a coniarle la abu- ‘rida historia sobre nuestro pirroco, el cual (hay que re- couoverlo), es un sellor muy especial, +1 Vea usted, don Pietro, qué hermosas vacaciones ot0- Gales me estoy pasando! Espero con anhelo el momento de poder volver al seminario, donde en el silencio de mi ‘cuartito y con algunos libros me sea dado vivir dias mucho ‘més apacibles.» No, Riese, no era lo de antes y Beppo se sintid contento cuando, el dia de san Martin, pudo embarcarse en el co- che que fo Ilevaria a Padua para cursar el titimo atio de filosoti, Asf se consagré al estudio con el mayor colo y al fin ol cuarto curso pudo mostrar a su madre unas brillantes calificaciones. Una vez mas habia obienido el mimero uno ‘entre Ios 39 condiscipulos de su clase Siempre que Beppo se hallabe fuera ayudando a su her- ‘mano en la recolecci6a, mamé Margarita mandaba a Tere- sa 0 & Rosa que Ie leyeran de nuevo las ealifleaciones de su primogénito, a pesar de que al final las sabfa ya de me- motia. Lentamente repetia luego las calificaciones: Religién: sobressliente con mencién honorifics, por haber demostrado el mas alto interés por todos 10s aspectos do esta asignatura, Filosofia: sobresaliente. Como buen pensador se distinguid tanto por la profundidad como por la precisién de los ‘conocimientos adquiridos en el estudio de esta materia, 4ualiano: sobresaliente por la facilidad para explicar los ‘lésicos, correcciGn de estilo y por los vastos conoci. ‘micntos de la. historia de la literatura ‘Latin: sobsesaliente por Ia exacta explieacién y tradvecidn _y por la gran pareza de estilo, Griego: sobressliente por sus vastos conocimientos grama- ticoles y la gran exactitud en traducir y aclarar con. ceptos. Geografia e historia: sobeesaliente pot los extensos y x 99 traordinariamente ricos conocimientos de los sucesos de la historia actual y de su conexiéa cronolégica Matemdticas: sobresaliente por su felicfsima y natural ap- titad para esta ciencia y por la gran habilidad en la s0- ucién de problemas algebraicos y geométricos Fisica y ciencias naturales: sobresaliente por su clatidad de ‘pensamiento y por sus variados y coordinados eonoci- smientos. Es cierto que muchas de las misteriosas calificaciones permanccieton ininteligibles para Ia seftora Margarita, pero Gta comprendis suficientemente que su hijo habia. traido a casa unas notas extraordinarias y que todos los. profeso- res estaban contentos de él {Cémo no habia de estar orgullosa de su primogénito! Sacerdos in aeternumt ‘Las campanss tocaban 2 muerto. Una siniestra epide- ‘mia consumia. las vidas. El tan temido cdlera habta hecho ‘su aparicicn en medio de la primavera del alto 1855 por todo el pais, ¥ pronto hizo numerosas vietimas en las cin dades y en ias aldeas, Todas las escuelas cerraron sus puet- {as y también el seminario de Fadua despidis a sus alumnos. Giuseppe, que en otofio habia comenzado el primer afio de teologia,regresé a casa muy deprimido y poco gazoso de Ja inesperada libertad. También en Riese se encarniza- ‘ba la emuerte azuls, El sepuliurero tuvo que pedi ayuda, puss apenas habla casa que se viera libre de la visita del ‘monstruo, Con gran alivie pudo comprobar Beppo, a su Hegads ‘4 casa, que todos los suyos estaban sanos, aunque la epi demia se hacia cada ver més encarnizada, De todas partes ‘acudfan en peregrinacién al santuario de Nuestra Seiora dde Cendrole procesiones de penitentes. Un sinnimero de ve- fas ardian ante [a santa imagen ¥ numerosos grupos de hombres angustiadas y oprimidos suplicaban la saivacién 100 de sus allegados enfermos y It cesacisn de la terrible plage En los meses estivales enfermé también don Pamio, El Joven Sarto se ofrecié sin titubeos para asisti al enfermo, ¥ durante muchas noches yel6 junto al lecho del enfe- brecido, —{Cémo sigue don Pamio? —pregunté una mafiana Antonio, el eriado de Ia condesa, evando Giuseppe aban-

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