Está en la página 1de 8
oil ss lutivamente primitiva o de una civilizaci6n urbana, Es ] ein ferir que los sentimientos mantendran una correlaci Pies in. instituciones que los regulan, y éstas serdén mas directaments bes herentes —en términos de la totalidad de los individuyos_ ay Roe sociedad primitiva que en una moderna. Por eso la identif, bra del individuo con el modelo cultural a usar sera més iting oo primitivo. Propondrfamos, entonces, que como método de ead tigacién centréramos nuestra atenci6n en el tratamiento sistem, tico de las relaciones interpersonales, interesdndonos por la id. logfa de referencia, sobre todo en su adaptacién y grado de ants: gonismo que pueda manifestarse en el mismo desarrollo de lp actividad. Este método puede continuarse por medio de una participa. cién social en Ja cultura, de modo que el investigador sea un coparticipe de la situacién que observa. Asf, el contacto con ol modelo cultural supone referirse a sus consecuencias en los ingi- viduos y a las reacciones soterradas que se desarrollan como con- secuencia del uso social del modelo. Diversidad cultural y normalidad psiquica En términos de observacién cabe reconocer que es dificil se- guir controladamente la totalidad de la conducta intima de los individuos de una comunidad. Si es imposible aspirar a una ob- servacién sincrénica de esta clase, resulta obvio que deberemos renunciar a este procedimiento, y sera necesario constituir tr técnica de investigacién. Hasta el momento, y en términos enfoque antropolégico de campo, la técnica de conocimiento més productiva es la del modelo etnografico, y dentro de éste el lograt = la conducta observada a lo que llamamos un patron tural. Es este propésito el que determina la necesidad del rable campo. En este iiltimo el antropdélogo clasifica y describe kel ducta social de los individuos en términos de lo que & PPP mente su modo de vivir, sus instituciones, sus formes ¥ \6 econémicas, y sus deseos y frustraciones relativas. Un@ Se cin de este tipo nos revela el eidos por el que serigen las a dades sociales de los miembros de una sociedad. -ifica &s Sobre esta base, lo que un modelo etnografico S18” divides ipcién de lo que es el modo de comportarse los 7 lel grupo social observado. Esto es, lo que hacemos Oe ies™? se de modelo cultural es reconocer y predecir el com 52 a partir de como lo hemos observado y ciertamente vivido en una experiencia personal o de campo. i En gran manera, este modo de trabajar requiere de pocas teo- rias a priori, precisamente porque en él destaca mds una aproxi« macién naturalista al estudio de los comportamientos sociales. Este tipo de aproximacién es grandemente predictivo en sf mis- mo: no obedece a una deduccién ni a una teorfa general, sino que se funda en una descripcién de lo que es recurrente y estable en una comunidad humana. (Aqui establecemos una normalidad cultural como punto de partida. Y eso es lo que se considera un modelo etnografico cul- tural. En este sentido, el modelo cultural representa un marco principal de referencia para el estudio de la personalidad indivi- dual y del cardcter social de una comunidad. En tanto representa una normalidad cultural, el modelo etno- grifico sirve para predecir el comportamiento de los individuos normales de una sociedad en términos de lo que es comin a todos ellos. razén de esta prediccién podemos afirmar que estamos en Condiciones de definir también el eidos y el ethos de una cultura, lo cual significa que es posible conocer su cardcter social, esto es, podemos establecer cémo son los individuos, qué es lo que quieren ser y cules son los caminos institucionalizados que deben seguir para lograrlo. Aqui es donde empieza la operacién de significar el papel de Ja estructura social, el de la socializacién de los diferentes miem- bros de una comunidad y sus limitaciones relativas de rol-estatus y, asimismo, las cualidades especfficas de cardcter que resultan. de su actividad en el seno de sus grupos de referencia. % modelo cultural proporciona, por ello, conocimiento sobi el ter de los simbolos y de la ideologfa y concepcién del mundo asumidos por una comunidad. Si nuestro estudio de personalidad descansa en la realidad de este’modelo, es también indudable, como ya afirmamos, la necesi- dad de proveer a dicho modelo de controles psicolégicos profun- dos, Algimos de éstos nas son dados por el uso de técnicas proyec- tivas, y se consigue también que los suefios, los cuentos, los dibu- jos -y otras manifestaciones estéticas —entre otras la cortesia—, incorporadas al ritual de la amplia gama que recorre la vida so- cial, sean recursos cognoscitivos que contribuyen al diagnéstico de la estructura del ego de los miembros de un grupo humano. {La historia individual, o biograffas de los miembros normales de: sociedad, representa también una técnica de control del proceso que siguen los individuos para su actual forma de personalidad. 53 Destacamos, pues, la importancia del modelo etnograficg, cisamente’ porque éste nos proporciona el modelo de * Pre. dad previsible en un grupo social. g¥ qué ocurre, entonces, con « estudio de cémo el individuo desarrolla neurosis y fantasbe caracter contradicto’ jo que permiten observarlo directa 0 ind) . temente como un €ffticoxde su sociedad y, de algtin modo ee un descontento en relacién con aquélla? ¢Bs que.Ja anormalidad psicolégica, entendida aquf como una separacién 0 desviacign del patrén cultural de comportamiento, o como wna inmadarez individual del sistema social, no ¢s en sf un. producto de este son la eritica y el descontento fuerzas po. ~ patron cultural? gNo tenciales dirigidas a producir una anormalidad en los ambitos de ~" Scomportamiento institucionalizado? En este sentido, lo que importa es distinguir el concepto de anormalidad como discrepancia individual con la cultura de un grupo, del concepto de anormalidad como psicopatologfa, enten- dida en este caso como una disfuncién fisiolégica o enfermedad mental de un organismo. Esto significa que es @ través del mode- Jo cultural como podemos discernir el sentido émico y ético de una anormalidad en una comunidad humana. ‘consideramos como decisivo el Llegados a este punto, cuando papel del modelo etnografico en la representacién de una estructu: id Jativo ese ti ra de personalidad, lo que hacemos es cor de que si una cultura es ¥ de_personalided., Relativo en el. sentido ‘ca a un tiempo y a un espacio, las fuentes del subconsciente son relativas.al modo. como la mente percibe una realidad cultural, al modo como ésta motiva sus manifestaciones especificas, La apli- cacién, entonces, del concepto de modelo cultural nos lleva a producir la preocupacién de Hsu (1955, p- 156) cuando pregunta: S el inconsciente de un navajo, o el de un europeo, o el de un i son semejantes, ¢por qué son diferentes sus comportamientos? La respuesta est4 incluida en esta segunda pregunta y sures, entonces, otra preocupacién:(la de cémo establecer la unive' dad de los fenémenos del inconsciente cuando son diferentes formas culturales de los grupos étnicos tomados etnograficames” te, gAcaso podemos afirmar definitivamente que las experienciss psicolégicas constituyen fenémenos separables de la forma social y de los sistemas culturales especificos de las poblaciones ouyos individuos suefian y fantasean en torno a su realidad? ¢Es a asimismo, se pueden extrapolar las experiencias del subconscie™ fc Shana que, aun sion diferentes los sfmbolos formales ¥ # . cia y conocimiento de los indivi i a iguales los significados.de esta ae sae 54 Estas problematicas se producen, sobre todo, porque se inten- tan universalizar explicaciones sin considerar los contextog eultu- rales que son necesarios a toda explicacién psicolégica, Lo sub- consciente o profundo es, con frecuencia, un nivel que por su situacién subjetiva es facilmente interpretable como si fuera una realidad que tasciende el cardcter especifico de las culturas. Esta viene a ser una posicién comin en él campo de las ortodoxias y es, en este caso, un presupuesto de la teorfa freudiana. Aqui el problema que se plantea a un antropélogo de Cultura y Personalidad es semejante al que se nos ofrece dentro de la prictica psicoanalitica. Esta —se dice— sdlo es posible ejercerla sometiendo al futuro especialista a un psicoandlisis diddctico. Mediante éste uno adquiere conocimiento objetivo sobre su pro- pia realidad profunda. Se trata de un entrenamiento cuyo resulta- do més importante es el de dar consciencia al psicoanalista acer- ca de los mecanismos o estructuras mentales que gobiernan sus juicios sobre su propia realidad y sobre la de los demés. Esta autoconsciencia tiende a llevar a la superficie los datos ocultados hasta entonces por el subconsciente. Merced, pues, a este procedimiento diddctico, uno descubre los alcances de su propio yo y esta, por tanto, en condiciones de describir mas obje- tivamente el subconsciente de los demas. La necesidad de este procedimiento es en sf misma inobjeta- ble porque responde al argumento de proporcionar una técnica | capaz de trascender sobre los momentos subjetivos que suelen aparecer en toda proyeccién de personalidad sobre otro objeto. Sin embargo, si el conocimiento sobre uno mismo es indis- pensable para conoter a los demas, gno es también indudable que este conocimiento descansa en la realidad culturalmente es- tablecida del psicoanalista? Esta es una dependencia que va a afectar considerablemente sus conclusiones relativas a la realidad profunda de aquellos sujetos que serdn objeto de su anilisis. ) En todo caso, lo que aqui estamos afirmando es que mientras en el psicoandlisis diddctico se destaca la importancia del conoci- miento del mecanismo profundo del psicoanalista,en Antropolo- gia Cultural se entiende algo semejante cuando se exigen del an- tropdlogo experiencias socioculturales diferentes a la suya propia. O sea, el antropdlogo profesional es exigente consigo mismo a partir de la consciencia de que para conocer mds objetivamente la realidad de su cultura es indispensable que estudie otras culturas,, En cierto modo, invierte el orden de conocimiento, sugerido por los griegos, de Ja practica del «condcete a ti mismo» con la practi- Een mos primero a otros si quieres conocerte a ti mismo». 55 Situados en esta direccién de trabajo, una concepeién an, 6gica de campo y la comparacién de modelos culturales trp. \ advierten acerca de la dificultad de explicartas motivaciones manifestaciones del subconsciente desde la perspectiva de au, \? aun siendo diferentes en su expresi6n, son, no obstante, semejan tes en su significacién. Si definimos el modelo cultural como i ‘sistema co, también sera especifica la estructura de perso. nalidad. Esta primera conclusi6n permite entender que las relaciones de la cultura con la personalidad son, por su cardcter conectivo, relaciones que refieren al papel de los comportamientos simbéli- cos y a la insercién de éstos en las expresiones del comporta- miento social. Hasta ahora, Cultura y Personalidad no se ha dis- tinguido, en lo importante, por la explicacién del subconsciente, quiz4 porque sus especialistas carecen, por lo general, de prepa: racién psicoanalftica, pero también porque su técnica etnogréfica ha sido propensa a representar mas lo visualizado que lo intros- pectivo. El hecho es que las ansiedades de toda personalidad hay que situarlas en el contexto de sus respectivas fuentes sociales y cul- turales, El hécho es que los simbolos, los lenguajes, pueden tener el principio universal de ser medios necesarios para la comunica- cién del yo con otros y consigo mismo. Sin embargo,,esta_univer-.. salidad no refiere a los contenidos y a los conocimientos sobre la (realidad, sino propiamente a las ¢ategorfas generales que atafien_ a las cualidades humanas. Es en este ultimo punto donde pode- mos advertir el compromiso entre una teorfa y la biisqueda y confirmacién empfricas de una realidad. Aunque se lo propusie- ra, el estado actual de conocimientos empfricos acumulados por la antropologia de Cultura y Personalidad es insuficiente en cuan- _ toa la pretensiGn psicoanalitica de universalizar el cardcter de los lee y su expresién subconsciente, abarcando en éslos t. Sa seres humanos.\Por ahora sélo podemos afirmar que & \ gpalersiiniatene las técnicas y las teorfas psicolégicas profundas Y . ticas,para estudiar comparativamente el subconsciente- Atendiendo a esta necesidad, es incc der, sin em bargo, que cada modelo cul , eS incorrecto pretender, a mente que reproducir el cultural de personalidad tenga necesall cién puede consid de otra cultura. Por ahora esta Tep! als cbjetbvamanteaiiriicds oe one realidad estructura tuaci6n del subconscient su modelacién por una cultura. La sk €s, por lo tanto, una an en el Ambito de Cultura y Personal! cambio entre el individ) cién que se explica en funcién del inter luo y su grupo social, intercambio enten®” 56 _ a &* do como un proceso dado en el conocimiento de Jas culturas como realidades especfficas de comportamiento objetivables.~ . Estrictamente hablando, pues, una estructura de perso slo es compatible con su estructura cultural correspondi , tiempo diré cudles son los alcances de esta relaci6n, alcances qu progresivamente nos han conducido a comprender que, si en el comienzo de la historia de nuestra especie, nuestras diferencias con los demds animales evolutivamente Eee bien pequefias, y por eso podiamos homologarnos a ni tintos y de formas sociales derivadas de éstos, ahora la distancia que nos separa de aquellos animales es ya muy grande y no cabe la ‘ homologacién. Quiz es en este punto donde se acusa significativamente el papel superior de la cultura en la determinacién de la estructura de personalidad. Y es en este punto donde actualmente hemos @leanzado una mayor riqueza de respuestas,‘Esta riqueza nos ad- vierte acerca del enorme inventario de adaptaciones diferentes hechas por los individuos de nuestra especie, adaptaciones que, en el tiempo, en el espacio y en la cultura, vienen ie, los diferentes tipos de personalidad constituyen un resultado previsible dependiente de las variedades culturales de la especie humana. El problema de esta diversidad concierne, no obstante, al he- cho de que mientras en el pasado las estructuras culturales dife- rentes formaban entidades étnicas separadas y aisladas unas de les de sociedades diferentes, ahora la tendencia a la concentra- cién politica en grandes ntimeros demograficos hace que la diver- — “ ’- se dé dentro de las mismas estructuras polfticas concentra- dasén niimeros cada vez mds grandes, de manera que, si antes cada unidad politica reunfa un modelo cultural relativamente sencillo, ahora cada unidad polftica est4 constituida por varios gtupos étnicos, y hasta por diferentes culturas enmarcadas en una misma estructura polftica. En este caso, la diversidad psico- légica se da dentro de una misma estructura pol{tica y hay que determinarla dentro de esta misma estructura. Este es quizd el Principal problema de la técnica de Cultura y Personalidad, apli- cada, por ejemplo, al estudio de los grandes Estados nacionales urbano-industriales modernos, , en este caso, la diversidad adaptativa y los tipos de respuesta psicoldgicos se dan en‘el seno de los mismos modelos culturales que abarcan sus estructuras 57 As ae pe SO QEEUNIGR. « a: Lip As Este desplazamiento de la diversidad dispersa, constitu las pequefias comunidades antes autosuficientes, a maa _ "dad reunida en_grandes comunidades interdependientes, tenn. "oe Menta: que lesmodelos culturales-susceptibles de presen “ummarco de personalidad homogénea pasan a ser iodebecke rales de forma interna compleja y susceptible de pidihdes ciones, que sélo podemos detectar mediante la aplicacién de 16. filcas-cuantitativas © estad{sticas, sin que a la vez sean explicati- vas por sf mismas de la realidad profunda o del subconsciente. $i acaso, lo que realmente nos proporciona es el predominio de la procesual, y de ahf es de donde correlacién. sobre Ja explicacién de contar con técnicas profundas de initrospec surge la necesidad cién, como el psicoandlisis, y de técnicas proyectivas, como son el Rorscharch y el TAT, entre otras, actuando de medios de con- trol, mientras al mismo tiempo el antropélogo procura refinar su método de campo en esta realidad estructural y asume la neces dad de elaborar modelos etnognificos que reconozcan Ja utilidad hermenéutica de las fuentes literarias y de toda cuanta informa- cién que, aun no siendo directamente producida por el antropé- logo, representa, sin embargo; una informacién que sigue sit émica en el sentido de cémo ha sido obtenida. Es, en este caso, un conocimiento que se da a partir del enfoque dado por el an- tropélogo, informacién a partir de «otros», aunque éstos perte: nezcan a su cultura. La interpretacién de modelos culturales deja de ser, asimmismo, compleja, cuando procedemos conforme aun enfoque supe! nico, Desde este nivel, la interpretacion de Ja estructuré de perso” nalidad avanza mucho més ficilmente que cuando se intenta di rigirse directamente a la indagacién de la forma del ego, sin refe rencia a la orientacién del eidos de una sociedad. Esta © lame pri como el psicoandlisis, la psiquiatria y las psicologias profun pueden ‘avanzar en.el terreno de Ja comprensién de los sub conscientes y de las anormalidades patoldgicas, pues en caso su desarrollo'se alimenta en funcién de una experiencia cul tural que les es delimitada socialmente. ake importante en este caso es comprender que actuamo® des: eam ara asimismo, wna const, tedin: ets sociales de cultura sobre el io y co? iiabbhiees idad de nuestra mente es, por una parte nica * bros de cneeed otra parte, la compartimos con otros mien y-de set compre aie es somos, capaces de comunicar otf0s'queixealicen: una detennt tad, como cuando orden: if terminada actividad, 0 como °U” 1 58 otros nos preguntan y al contestarles comprenden todo cuanto les decimos. Si no existiera un lenguaje y un programa cultural co- munes, una forma de ser semejante, la idea de un cardcter social dejaria de tener sentido. Y es esto precisamente lo que acentian posicién del subconsciente en este contexto es, pues, la de un deri de la produccién cultural. Siendo histérica, esta pro- duccién puede modificarse y hasta disolverse y sustituirse por otra. Este es el caso de las distintas épocas de la historia, de manera que dificilmente podemos hablar de un subconsciente es- table cuando comparamos generaciones diferentes en tiempos di- ferentes. Si acaso, lo que podemos reconocer es una mezcla cru- zada de'experiencias sincrénicas diferentes, como cuando compa- ramos varias generaciones en una misma sociedad dindmicamen- te en estado de cambio. En tal caso, es cierto que no habrfa una pérdida total de relacién cognitiva entre ellas; lo que habré serdin aisenciick generacionales si6n en forma de cambios de comportamiento en ciertos sectores de la actividad cotidiana, especialmente Ja tecnologia, la cultura material y la ideologia. Entendiéndolo asf, es dificil trasladar nuestras conclusiones a una aceptacién del papel empfricamente universal del subcons- Ciente, ya que, si cada vez es mayor el papel de lo superorganico aa cultura yo social— en la determinacion del destino huma- no, también no: alejamos cada dia mas de la idea de que el sub- consciente pueda separarse de la realidad empirica especifica de Ja cultura. De ahf el que sélo los modelos etnogréficos nos pue- dan proporcionar una perspectiva correcta de la personalidad. Y, en cualquier caso, e] universalismo del subconsciente tiende a ser convertido por los antropélogos en parte integrante del modelo

También podría gustarte