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_ Revisitar la mirada * sobre la escuela _ Exploraciones acerca de lo ya sabido Sandra Nicastro Con amor infinito Jengua. Una obra, una préctica, una organizacién, al ser revisitadas, pondrin a Juz cuestiones que hasta el momento no se enfatizaban como tales, 0 jiciardn la toma de posicién sobre cuestiones hasta entonces no sefia- is © mayormente controvertidas, las cuales, por qué no, podrian ter siendo consideradas insignificantes. Fl tercer aspecto que nos interesaba sefialar en tomo a la idea de re\ ilar tiene que ver con aquellas ideas que generan controversia. No es pro- sito del revisitar comprender los acontecimientos en una relacién de lusas y efectos, sino como series entramadas de manera diversa. No se iu de reconstruir continuidades ni de producir deducciones. La articula- j6n no la dara el mantener esa continuidad, sino, justamente, Ia brecha y Aistancia entre las précticas y las palabras que intentan nombrarlas. Menos atin implica este revisitar una manera de decir o traducir inme- ata, sino que se encuentra mediado por la reflexién, la ambigtiedad y lo jie no se puede nombrar. No hay absolutos, sino posibilidades de expre- Marse relativamente, porque “dicen que” las verdades definitivas, si existie~ Jon, ya desaparecieron, La idea de revisitar y a relacién con el tiempo Una cuestién a tener en cuenta es el lugar que tiene el tiempo en esta ‘operacién de revisitar. Quizas ya podemos sefialar una primera alerta, en el sentido de entender que se necesita algo asf como moverse en mas de un tiempo simulténeamente. Si solo se tratara de un mero acto de repeticién, e] [pasado serfa el eje temporal privilegiado como organizador. El volver a mirar ‘como perpetuacién promueve una huida del presente facilita que se haga realidad el decir nostélgico. En cuanto se liga a un acto de descubrimiento, eonstruccién y reconstruccién, es el presente en relacién con el pasado y ¢€0n el por venir el eje que se destaca, Una vez més, Zambrano (1999:80) puede colaborar con lo que venimos iciendo: 29 , La primera forma de vision se da al mirar hacia atrés, volvien- do la vista sobre ello... Ver lo que se vive y lo vivido, verse viviendo, es lo que tntimamente mueve el afiin de conocimiento, De lo dicho hasta aqui, se desprende que revisitar no s6lo es verificar Aaquello de lo que nos estamos reapropiando, aquello que poseemos, sino 4que, ms precisamente, comporta un adentrarnos en el devenir de espacios, tiempos, tramas. Cuando revisitar una organizacién institucional, y los hechos que alli se desarrollan, implica volver a empezar, es posible que una dindmica deshis- torizante de funcionamiento impregne el dia a dia, ‘Como dijimos en otro trabajo (Nicastro, 1994:112): se promueven dindmicas deshistorizantes en el sentido de inten- tar fundar una historia que no reconoce lo vivido y que no acep- ta herencias ni legados hist6ricos tanto referidos al funciona: ‘miento general de la escuela como los especificos y propios de cada posicién institucional, Revisitar no sélo tendré que ver con volver a mirar lo pasado y el pasa- do, sino que supondré una manera de mirar el presente. En el pasado habré cuestiones vividas, conocidas, que hemos elegido y ‘otras que no, que slo hemos recibido. Sin embargo, esto no significa que ‘nuestra mirada quede determinada o fijada a ese pasado. Lo inédito puede tener siempre lugar, porque lo que puede cambiar una y otra vez es la rela- cién que en esa mirada establecemos con el pasado. Para enfatizar lo que venimos diciendo, nos parece adecuado recur, en este momento, a la palabra de Chambers (1995:45): Aquello que hemos heredado, como cultura, como historia, como lenguaje, tradicién, sentido de la identidad, no se destruye sino que se desplaza, se abre al cuestionamiento, a la reeseritura, aun re-encauzamiento. Si ponemos énfasis en ta idea de revisitar la cotidianeidad de la escue- la, es necesario estar atentos a las experiencias que transcurren en tiempos y espacios mas © menos rutinarios, mas © menos inéditos. Un primer rasgo de esa cotidianeidad es la coexistencia, a comin ‘esa comunidad, el desarrollo de una trama subjetiva i tiempo es tiempo vivido, parafraseando a Ricoeur, y el espicid & jar habitado y vivenciado. 'Y en todo caso, en ese remirar la escuela, intentamos entender el sentl> {que ese tiempo y ese espacio tienen y tenfan para muchos. Yendlo mis de esos problemas de adaptabilidad o desadaptabilidad o resisteneli jo, se trata de entender de qué manera ese tiempo y ese espacio sit> |, Subjetivamente hablando, cualidades de ser vividos y habitados. Bj Iver a mirar no intentard captar regularidades, ni dar cuenta de frecuen- las sino de reconstruir y entender procesos de construcciGn subjetiva Remirar la escuela requiere de nuestra parte un gesto que rompa el auto~ tio de esa vista hacia atrés, de esa perspectiva panordmica que busca ais controlar que conocer. También implica estar preparado para ver rit Jes y ceremonias en los cuales nos alojamos como humanos para dar cuen- ‘Ia de la historia. Sin esta preparacién, los ritos, as ceremonias y las leyendas ‘s0n lefdos como fragmentos de relatos miticos que no tienen que ver con el presente, Sélo desde ese lugar de sabernos parte de esa historia y portadores de mitos y novelas, ocupamos el lugar de narradores de relatos de otros que Jerminamos haciendo propios, y a los que terminamos rehaciendo en tanto Pirticipamos de ellos. Es decir que no somos relatores por fuera del rela 10, todo lo contrario; estamos allf, atravesados por el tiempo, en el inte Juego del pasado, el presente y el futuro, Aunque en mas de una oportun ‘ad el tiempo que nos captura en el volver a mirar sea el pasado. En esa narracién, de alguna manera, ocupamos también el lugar del ‘extranjero cuando somos la escucha del relato del otro, del mundo del otro. Esto nos obliga a pensar qué '¥ asu mundo y a atender la relaci6n con quien se encuentra en la posicién de narrador’. ‘Aun si la narraciGn forma parte de uno de los resultados de revisitar la ‘escuela, este hecho nos incita a llamar la atencién, igualmente, acerca del lugar del oyente y 1a posibilidad de receptividad. lugar le damos al reconocimiento de ese otro 16, _Bsun ejemplo claro de lo que mis alone desarllsremos como el fenénena de los muds superpesos. 31 ‘Como a veces la extrafteza es vivida como una amenaza, el relato del ‘otto no se puede escuchar; s6lo se puede ser receptivo a él cuando no se ile de lo que cada uno esta acostumbrado a escuchar. ‘Cuando S se acereé a la diteccién de la escuela con una nota que decfa ‘que denunciaba a un profesor que la amenazaba, la directora se sintié ‘eomno un extrafo frente a las palabras allf escritas. No por ingenua, ni por desconocer el lugar de este tipo de cuestiones en la vida cotidiana de las ‘escuelas, sino porque en su trayectoria ese hecho no habfa tenido lugar. Y ‘entonces la misma discontinuidad experiencial (social, cultural, ideol6gi- ea, cronolégica, etc.) es la que a veces provoca rechazo, indiferencia, miedo, deseos de huir de la situacién que se plantea. Cuando decimos “ponernos en el lugar del otro”, si bien es una frase {que por momentos tiene un alto nivel de inverosimilitud, queremos decir que somos portadores de os testimonios de los otros -como, por ejemplo, de S- a pesar de su eventual des-conocimiento, Si esto no fuera asi, s6lo se tratarfa de hechos que pelean contra un olvido que los catapulta a una distancia infinita, al punto de transformarlos en cuestiones naturales que a veces pasan en las escuelas, como la denuncia de amenaza que esta direc- tora recibe, y asf otros tantos ejemplos. La idea de revisitar y su potencial de intervencién Es posible relacionar la idea de intervencién con un acto de revisitar la escuela, Porque hablar de revisitar implica, en mas de un caso, tener dis- ponibles dispositivos de intervencién, diagnosticar procesos de cambio y transformacién institucional, entre otras cuestiones. Y podriamos decir que, a veces, esto es asf s6lo por costumbre, enten- iendo por costumbre una construccién, algo inventado, que, si bien es permeable al cambio, por sobre todas las cosas queda asociada tal como lo plantea Giddens (2000) a una especie de verdad o de razén de ser, que merece ser repetida, Al hablar de intervencién’ generalmente entendemos una modalidad de acercamiento a las cosas, los fenémenos, los hechos para producir conoci- miento y entendimiento, para captar movimientos y, si eso ocurre, hablamos, 7. Talcomo lo veaimos sefilando en trabajos anteriores ya citados ibio, porque esa misma produceiGn nos lleva a pensar que nada queda- ‘como antes, en el mismo estado. Por lo tanto, en linea con lo que veni- dieciendo, es posible pensar la relaci6n entre el revisitary la intervencién. Ardoino (1981) plantea que es necesario reconocer que la misma eti- jogia de la palabra intervencién provoca equivocos. Por un lado deriva {eas tales como las de interceder, mediar, cooperar; también se entien- ‘como intromisi6n e intrusidn, Ante esta diversidad de definiciones ads- ibimos a aquellas propuestas de Ardoino (1981) Loureau (1987), y otros ssentantes del andlisis institucional francés, quienes entienden la inter- Jin como un “venir entre”; un espacio, una forma de presencia que labora para interrogar lo cotidiano, Sin un formato previo que la moldee, Sostiene en un encuadre cuyo propésito central tiene que ver con operat analizadores. Entender 1a intervencién como un acto que se da de hecho se relaciona ‘Gon aceptar el sentido de Ia intervencidn como intrusidn desde tn punto de ita casi mecénico, Aceptar la perspectiva de los “buenos oficios” es con- Validar la intervenci6n como una interposicién desde la cual el que inter Viene media entre unos y otros, a la manera de un érbitro, ‘Ni una ni la otra, ni intrusién mecénica, ni mediacién componedora; Ia ntervenci6n implica un recolocarse una y otra vez en espacios, presencias, ‘miradas. Desde los aportes de Bauleo (1997:13) diremos que se pretende un tipo de entendimiento “clinico” acerca de lo ya instalado y sabido, de lo coti- iano. En palabras de este autor: En los momentos agudos de incertidumbre, la interrogacién se convierte en el método esencial. © Aveces, el volver a mirar la escuela encuentra su razén de serena rea~ lizacién de un diagnéstico, en la puesta en marcha de una evaluacién, en hacer una visita, en Hevar a cabo una observaci6n, en realizar una entrevis- tao una encuesta; es decir, en el desarrollo de un dispositive construido y planeado con una anticipacién que no tiene que ver con la previsiGn, o el anteponerse a situaciones conflictivas, sino con ta aplicacién de un dispo- tivo ya hecho, y de allf en més, s6lo se trata de repetitlo, Entonces se repite el protocolo de la entrevista o la encuesta a pesar de que cambian los destinatarios; se mantiene la guia de observacién, 0 se 33 nie de otra escuela, y se aplica sin mediar ajuste alguno, etc. Lo evidente £1 e108 casos es que no se trata de volver a mirar y ver algo que no se huibla visto, de entender de otra manera lo que se venia entendiendo, de dudar acerca de una certeza, de ganar tranquilidad sobre un tema dificul- 080, aquello para lo cual se ponen en marcha estos dispositivos. Nada de s10; es simple repeticién de un repertorio técnico, al cual se apela con intenci6n o convencimiento de que se esta interviniendo. De allf en adelante lo més conmocionante que esos actos producen es el haberse producido. Y entonces: “ya hicimos el diagnéstico...”, “ya apli amos el protocolo...”, “ya hicimos la visita...", “ya observamos”. Y la aceidn en sf misma se transforma en el acto de revisitar, en el acto de inter- venir, como si esto fuera posible. En cuanto revisitar, volver a mirar e intervenir se asocian como sin6ni: ‘mos aparece una tensi6n casi irreductible: se divorcia el acto de mirada del dispositivo en sf mismo y entonces se deriva un grave problema, preocu- pparse en demasia por la técnicas y las estrategias, como si s6lo se tratara de encontrar el dispositivo que pueda con Io que no podemos, que acalle lo que no se puede escuchar, que pronuncie lo esperado y haga un justo lugar a la palabra “sagrada y consagrada”. Sélo se trata de una suerte de circuito magico a veces necesario para apaciguar la conmocién que algunos hechos producen en nosotros. Una salida frecuente a esta tensién tiene que ver con concentrar los esfuerzos en la sofisticacién de los dispositivos o en el extremo del vacia- miento del sentido. Otra salida se presenta en el uso domesticado, dir Ulloa (1994), de las principales herramientas de la priictica. Ms que ser- vimos de ellas somos sus servidores en un acto de reiteracién que las con- sagra como “los” pasos a seguir, “los” procedimientos a utilizar, “los” modelos de abordaje a convalidar, dejando por sentado que no aceptan demasiada revision y ajuste Cudintas veces, cuando los datos de la realidad se oponen a los métodos, se cambian los referentes y se refrendan los métodos. Y a continuacién, casi de la mano, los resultados evidencian el declive de la eficacia clit Solo una actitud de versatilidad en relacién con los dispositivos y las, herramientas permitiré no entrar en Ia encerrona que se configura cuando, 8. Ulloa (199439) die que “Lo exerci es 'e,euando a a par que evita tentarse con un sen In exclencia erica pertinent aca clinica es a verailidad estan dt descr que opacael campo de trabajo, ne dea de apoyar 34 lado, desde los propésitos del revisitar, se anuncia 1a interrogacién instante andlisis y, por otro, desde los modos de hacer, se pregona ‘mis de lo mismo. {partir de lo expuesto nos proponemos pensar en el potencial de inter- de la mirada 0 de ese revisitar como promotor de pensamiento, limiento u otra inteligibitidad. sos decir que la intervencién no es un modelo que se aplica, una predeterminada de remirar la escuela. Tiene que ver con perfilar un ino que interroga la cotidianeidad y también lo ya vivide con el pro- de producir otra mirada sobre lo ya sabido. wisitar se relaciona con la idea de intervenci6n en cuanto se liga a un bio de mirada que se hace desde una situacién; cambio ligado a inte- ¥y deseos de esclarecimiento y elucidacién, de colocarse y recolocar- de exploracién e interrogacién. Parafraseando a Zambrano (2004) dirfamos: miradas animadas por ta jueda y no animadas por la caceria. Revisitar y provocar ligadura; recuperar y hacer historia; tolerar un ¥y brecha de lo no dicho ni mirado, Revisitar dejéndonos sorprender de que se trate de lo ya conocido. Revisitar a través de miradas que hacen lugar, cediendo la palabra, generando escucha, entramsndose en ‘olectivo. Por aquf va nuestra opcisn. posicién de quien vuelve a mirar 0 sobre un lugar implicado ‘Cuando me quise sacar la careta la tenia pegada a ta cara (Cuando me la arvangué y me vi en el espejo, ya habia envejecid. Extaba borracho, ya no sabia vestr ef disfraz ‘que no me habia quitado’ FeRNabo PESsOA Contamos con abundante bibliografia que, desde diferentes campos iseiplinares y diversos enfoques, analiza y describe el lugar que ocupa el Jnvestigador, observador, analista, formador, en relaci6n a su objeto de tra- bajo y estudio. 35

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