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Inundaciones Emiliano Bustos
Inundaciones Emiliano Bustos
Parte I:
La lancha avanza por este ro improvisado. No soporto ver mi reflejo en
el agua: las ojeras, la barba crecida, la sangre en la comisura de la boca. Me
recuerda que sigo existiendo an cuando algo dentro mo est muerto. Los
remos se mueven lentos y con dificultad en el agua espesa. Entran y salen,
entran y salen en movimientos deformes: en contrapunto.
A lo lejos observo una luz anaranjada que proviene de una ventana. Me
acerco lentamente a lo que sola ser una casa y hoy es ruina, una magnifica
ruina. No puedo usar el motor: debo evitar el ruido. Adems el combustible
escasea.
Entro por la ventana y siento el fuego que calienta mi rostro. En un
rincn un gato muerto con sus tripas afuera descansa. Por suerte Agatha no
vino. Un puado de ratas se alimenta con la carne y los rganos salidos del
animal. Otra vez la energa y la materia se regeneran.
Algunos mueren para que otros vivan.
Tomo una botella de agua y algo de comida para la gata. Huelo unas
flores que milagrosamente sobrevivieron a la oscuridad. Flashes de una vida
anterior se disparan en mi cabeza. Amigos, humo, reuniones, amores. Pero los
dejo atrs. Hay que viajar livianos: sobre todo de recuerdos.
De vuelta en la nave. Lleno el tarro de Agatha con agua. Con las uas
crecidas, y la mugre ocultas en ellas, acaricio su cabeza. Ella sonre, cierra sus
ojos y mueve sus bigotes en seal de agradecimiento.
Nos movemos entre las copas de los rboles como si fueran arbustos
que ocultan nuestra materialidad. Dejo de lado cadveres de perros flotando
sin propsito. La luz de luna provoca el brillo de sus pelajes empetrolados.
Parte II:
Que hermosos ojos que tienes, le digo. Ella se hace la desentendida,
como si no escuchara. Admiro esas piernas esculpidas, la cola larga y
juguetona, la nariz hmeda finamente ubicada. Su cuerpo fibroso, que se
Parte III:
T eres mi herona, mi Penlope en esta catstrofe. A ti no te dejar
esperando en casa. No slo porque no hay lugar donde esperar, sino tambin
porque eres mi compaera en este viaje por las tinieblas. En realidad, los dos
somos Odiseo. Luchamos contra las sirenas que emergen del ro negro o de
las casas abandonadas prendidas fuego. Resistimos los embates de los
cclopes que ya acabaron con todo lo que conocamos.