Una reunin de flautistas tiene que estar llena de msica.
Virtuosismo, potencia de sonido,
agilidad, mil notas por centmetro cuadrado. Si se consigue colmar cada espacio de musicalidad y fraseo, se ha tenido xito, cierto? No. Se requiere algo ms grande y difcil de lograr, que allana el camino de todo lo que sonar despus: el silencio. Un silencio nervioso antes del primer comentario de Juliette Hurell en su clase magistral, uno expectante que precede al concierto que abre la Convencin. Un silencio parecido al ilusionado de la primera cita al colocar los labios sobre la que podra ser una flauta nueva en los expositores, uno curioso mientras Mike Mower conduce su improvisacin a no se sabe dnde, un silencio solidario mientras Kersten McCall interpreta un paisaje intrincadsimo. Otro cargado de voluntad de aprender en cada recital y, en ocasiones, de una plegaria por que sea verdad eso de que uno puede mejorar de forma notable solo con or a un gran msico. Un silencio que no se deja escuchar pero que arropa al intrprete y le susurra que el aire espera limpio su sonido para hacerlo volar. La Convencin se llen de msica pero, por fortuna, no del todo. Quiz el silencio dorado fue el que sigui a la interpretacin de Peter-Lukas Graf, cargado de cario, sorpresa y admiracin profunda, que dej paso a los aplausos ms clidos del encuentro. Gracias a todos los msicos por sus notas, gracias por los huecos.