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juntamos para
ver el partido del
día, o cuando el
clima se presta y
el buen humor
circula por
nuestras venas, o
cuando llega fin
de mes y sobra
algo del sueldo que cobramos, o cuando a algún familiar se
le mete en la cabeza la extrema idea masoquista del
matrimonio, o alguien está de cumpleaños, o por cualquier
motivo que merezca la pena festejar la vida, una de las
primeras frases que se escapa de la boca a los paraguayos
es… “vamos a hacer un asadito”.
Claro, para comer un asadito, un animal
tuvo que haber perecido previamente.
No podemos negar nuestra cultura y
esta misma, como la mayoría católica
de Paraguay, reconoce muchas de las
enseñanzas de la Biblia, algunas tan
básicas como “El pecado original”. Pero
hay quienes sostienen que este pecado
no se refiere a la simple manzana que le
dio Eva a Adán, sino que fue la tentación
sexual que se infiltró como un “sucio”
deseo de la raza humana.
Es más, otros sin embargo creen que el sexo no tiene nada
de sucio y es algo natural y que realmente “el pecado” de
origen es tener que matar para seguir viviendo. Es decir,
tener que transformar la energía de otro ser vivo –animal o
planta- para continuar con la existencia. De otro modo no
existiríamos.
Cada sociedad
fue
evolucionando a
través de la
historia e
incorporando sus
costumbres
“típicas”. Hubo
algunas tan
extremas que llegaron incluso a practicar el canibalismo, es
decir, comerse unos a otros. Algunos guerreros antiguos
creían que la fuerza y vigor de un enemigo vencido pasaba a
formar parte de ellos cuando los devoraban … y se los
comían con gran fruición. Años atrás, con la aparición de la
enfermedad de “las vacas locas”, las investigaciones
demostraron que la transmisión en algunos casos se debió al
ejercicio antropófago, es decir, en este caso por comer el
cerebro de sus víctimas humanas.
Otras antiguas culturas
americanas del norte, sin
embargo, como la de los
esquimales, luego de cazar un
animal y antes de aprovechar
por completo cada parte del
cuerpo, le pedían perdón al
alma de la víctima por haberle
quitado la vida física.
En un mensaje
difundido por Luis
Pérez García
(DefensaAnimal.org)
expresa:
“Todos los animales, humanos o no, queremos vivir y disfrutar de nuestras vidas
en libertad y no es justo que mientras lees este comunicado estén siendo
asesinados más de 3.000 individuos cada segundo, y no deja de ser injusto
aunque no se oigan sus chillidos mientras les rajan de arriba abajo entre las
cuatro paredes de los mataderos, o mientras agonizan por descompresión o por
asfixia en las cubiertas de los barcos pesqueros”.
Es el “Pecado original” en su máxima expresión. Millones de
animales son transportados por la bandas automáticas
hacia una muerte insensible por
dinero y ya no más por
respeto para
sobrevivir.
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