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ETCS y PBL

Arturo C. Rodríguez Cobo

Tradicionalmente la enseñanza se ha basado en la entrega al alumno por parte del profesor de


toda la información necesaria para la superación de la asignatura, el problema o el proyecto.
Sin embargo, esta metodología presenta algunas carencias que influyen directamente en la
capacidad del alumno para enfrentarse al mundo real. No es raro encontrar personas que,
habiendo estudiado siguiendo un sistema tradicional, comentan las enormes dificultades que
tuvieron al incorporarse al mundo laboral y tener que enfrentarse a un gran número de nuevos
problemas.

El aprendizaje basado en proyectos se presenta como una alternativa al sistema tradicional


que puede paliar en parte dichos problemas. Esta nueva metodología tiene una máxima clara:
tan importante es lo aprendido como el camino que se ha seguido para ello. Evidentemente
esto supone un gran cambio de filosofía en el ámbito de la docencia y cabe preguntarse si está
justificado o si merece la pena. La respuesta a estas preguntas pasa inevitablemente por el
análisis de los beneficios que conlleva el PBL.

Tal y como comenta el profesor Valero en su exposición, uno de los puntos fuertes de este
sistema es el fomento de habilidades como el aprendizaje autónomo, la capacidad de
expresión y el trabajo en grupo. Pero, ¿podemos generalizar este supuesto? Mi experiencia
personal me lleva a intuir una respuesta positiva. No cabe duda de que el aprendizaje
autónomo será una habilidad que irremediablemente se desarrollará y el trabajo en grupo será
imprescindible para realizar con éxito y dentro del plazo los proyectos. Podría pensarse que la
capacidad de expresión también puede desarrollarse dentro de un marco educativo
tradicional, y es cierto, pero el propio sistema PBL genera situaciones difíciles de encontrar en
el tradicional que requieren de una buena capacidad de expresión para ser solventados. Estas
situaciones derivan tanto del aprendizaje autónomo como del trabajo en grupo. Puesto que
son los propios alumnos los que deben buscar la información necesaria, son ellos mismos en
muchas situaciones los que deben explicarse ciertos temas. Todo ello otorga al alumno unas
competencias muy valoradas en el mundo real. Es difícil encontrar alguna empresa o entorno
laboral que no prime la capacidad de aprendizaje autónomo, de trabajo en grupo o de
expresión.

Sin embargo el aprendizaje basado en proyectos no está exento de problemas. La sensación


del alumno de estar realizando un mayor trabajo que con un sistema tradicional es una de las
razones que generan más rechazo al PBL. Muchas veces es el propio profesor el principal
responsable de esta situación. El haber cursado algunas asignaturas que seguían este sistema
me permite dar fe de ello. El problema reside en acotar correctamente el proyecto o el
problema ya que, si no se hace, es muy complicado para el alumno saber hasta dónde debe
avanzar en la realización del trabajo (es por tanto muy importante también definir claramente
los objetivos, algo aparentemente obvio pero que no siempre se tiene en cuenta). Además,
puede que el reparto de horas establecido por el profesor no coincida con el tiempo real
necesario para realizar la tarea. Esto suele desembocar en conflictos con otras asignaturas,
algo que como alumno he vivido. Desde mi punto de vista el PBL sería mucho más efectivo si
se impartiera de forma global en los centros con una coordinación acorde con el nivel del
mismo.

Pueden surgir otros problemas como los enfrentamientos personales dentro del grupo de
trabajo o el bajo rendimiento de ciertos alumnos, pero existen soluciones (generalmente
propuestas por el profesor) que pueden minimizar estos hechos. He de decir que, aunque he
pasado por casos de este tipo, son muy pocos en relación con el número de asignaturas en los
que he seguido un sistema de PBL.

¿Superan los beneficios del PBL a los problemas que pueden surgir tras su implantación? Opino
que, en general, sí, pero siempre dependerá, lógicamente, de las personas que lo pongan en
práctica. Las bondades del sistema son incuestionables, pero son las personas que los ejecutan
las que determinan su éxito o su fracaso.

El sistema de créditos ECTS ofrece un marco idóneo para la integración del aprendizaje basado
en proyectos ya que el tiempo necesario para la realización de las tareas definidas en cada
proyecto puede cuantificarse en ECTS. El reparto de los créditos en tareas diferentes
proporciona una serie de beneficios al alumno que no aparecían en el sistema tradicional. El
primero es evidente: al tener tipos distintos de tareas se minimiza el aburrimiento del alumno.
Además se ofrecen más campos para que el alumno pueda destacar.

Por otro lado, la homogeneidad resultante en el espacio universitario europeo favorece la


movilidad de los estudiantes, algo fundamental tanto para el desarrollo personal como
profesional en un mundo globalizado como el que habitamos.

Parece razonable pensar que tanto el sistema de créditos ECTS como el PBL son una evolución
lógica y necesaria en nuestro sistema educativo. No obstante, tal y como he comentado
anteriormente, su éxito dependerá de la predisposición y la capacidad de las personas que
deben implantarlo y ejecutarlo.

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