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Entrevista Con Un Suicida
Entrevista Con Un Suicida
1-
Mi nombre es Joaquín Soler, y soy periodista. Trabajo para la revista de
publicación mensual Aquí y ahora, cuya función es plasmar los momentos extremos de
la vida de personas al borde del abismo, en cualquiera de los sentidos. Una vez
cáncer que le había destrozado toda la zona abdominal y cuya metástasis le impedía ya
respirar por él mismo. Era una tarde de verano, y él me esperaba tumbado en la cama de
su habitación en el Hospital Clínico de Barcelona. Ya no había nada que hacer por él, y
su permiso a mi entrevista fue para él, con sus propias palabras, “como charlar largo y
tendido con alguien por última vez en esta vida”, como me dijo al principio de nuestra
conversación con cierto toque irónico. En efecto, a los cuatro días Alfonso Nosequemás
falleció. Otra vez me dediqué al caso de Juana Antonia Canín, madre coraje encarcelada
por envenenar a su hijo mayor después de ver repetidamente cómo éste abusaba de su
hija pequeña. Los gruesos barrotes de metal que encarcelaban su cuerpo, me aseguró
durante mi visita a la cárcel de Wad Ras, no eran tan rígidos y fuertes como la reja que
presionaba su corazón por haber tenido que matar a su propio hijo. Aquella mujer quedó
de la ley del menor. Recientemente tuve que tratar con Bernarda Sacristán, mendiga
roedores (póngase como ejemplo la cola de una rata) . Mi jefe me envió a la ciudad
manchega con una foto de susodicho personaje, a quien tuve la suerte de encontrarme –
gracias a la ayuda de los vecinos afectados- en el parque de los Jardinillos, a las siete
horas de una tarde de frío invierno. La mujer parecía simpática, y contestaba a las
preguntas con total sinceridad, como si aquello que hacía fuera algo normal y corriente,
como si fuera su deber hacerlo. Durante unas horas creí estar ante una heroína justiciera
vecinal.
Hoy me enfrento a un nuevo reto; algo que algunos de mis compañeros, águilas
cazadoras del morbo (de astucia no tan ágil como la de un servidor), han intentado en
otros casos sin fortuna y que ahora queda en mis manos. Voy a entrevistar a Adolfo
Saura, señor de cincuenta años, casado y con tres hijos, investigador madrileño, y que
doce plantas. Buen lector de nuestra revista mensual, ha exigido que yo en persona, y no
secuestrador que pueda exigir cosas a cambio de rehenes, pero tampoco puede decirse
indescriptible por que ese hombre acabe lanzándose de cabeza. Escabroso, ¿verdad?
2-
El avión ha llegado a Madrid hace una hora y media. Deberían imaginarse que lo
poco que he dormido habrá sido mal, pero debo asegurarles que hacía tiempo que no
Frente al edificio la muchedumbre mira hacia arriba, como si vieran algo, aunque la
inconsciencia, aunque nunca lo quisieran admitir, están esperando a que ese hombre se
inconsciente se rebaje ante la moral. Sin embargo, cuando lleguen a sus respectivos
hogares, de nuevo esa subconsciencia revivirá para comentar con el prójimo con todo
Las fuerzas de seguridad han obligado a los vecinos del bloque que se abstengan de salir
que éste acuda a mí con rapidez. Subo hasta la última planta, desde la cual tomo unas
escaleras que me llevan a la azotea. La puerta está entornada, así que no necesito las
Lo veo sentado, con las piernas flotando sobre una altura de doce pisos. Es un hombre
3.
El hombre gira el cuello para mirarme por detrás de su hombro derecho. Luego vuelve a
perder su mirada en las pocas nubes que pueblan el cielo mañanero de hoy y me
contesta:
- El famoso Joaquín Soler… Me pensaba que por una vez en tu vida se te iba a escapar
una buena entrevista. –No le veo la cara, pero su tono irónico me hace imaginar una
- Bueno, pues como puede observar, no hay entrevista que se me escape de las manos. –
- No te equivoques Soler, nada se te puede escapar de las manos, porque nada tienes en
Quedo algo perplejo ante tal razonamiento, y me hacen falta tres segundos para
autoconfirmarme que él tiene razón, pues él no tiene nada que perder, salvo,
presuntamente, una vida que para nada le importa, o al menos eso parece. Yo, en
cambio, tengo ante mí la oportunidad de convertirme en un periodista único. Sólo si ese
hombre me lo permite.
- No se trata de quién tenga qué en sus manos. Quizás en este momento se trata de lo
que cada uno necesita, ¿no? Usted, por la razón que sea, ha pedido que yo y sólo yo
suba aquí. Así que usted, por algo, me necesita. Yo, a cambio de darle lo que quiere,
El hombre coloca los pies en tierra firme y se gira totalmente. Por fin veo su rostro.
Tiene rasgos bondadosos, casi de oso yogui, y lleva gafas finas de color verde oscuro.
Pienso durante un par de segundos para darle una respuesta que no sea demasiado
- Pues, con todos mis respetos, sabrá que yo no estoy aquí para convencerle de que no
se suicide. Así que lo impactante será que la entrevista va a producirse momentos antes
del suicidio de una persona. –Después de contestarle, creo que he sido excesivamente
directo. Sin embargo, tiene que saber que no estoy aquí para salvarlo e irme de copas
con él. Si así fuera entonces mi trabajo ya no valdría nada. Lo único que importa ahora
- Adivino en tus ojos cierta ansia e impaciencia Soler. Estate tranquilo, sólo soy un
hombre sentado a tu vera. Supongo que dudas sobre si finalmente la entrevista te servirá
para algo o no, ¿verdad? No te preocupes hombre; estoy seguro de que sí. ¡Ah! ¡Y deja
de llamarme de usted!
- Con mucho gusto, Adolfo. –Saco la grabadora del bolsillo y hago ver que la pongo en
Veamos… ¿Qué te ha llevado a estar aquí, con un pie dentro y otro fuera de este
mundo?
- El hecho de llegar a la conclusión de que da igual dónde estés, qué hagas o por qué.
Siempre, aun en los mejores momentos de tu vida, estás con un pie dentro y otro pie
- La verdad es que no. Quizás las circunstancias en que mi vida ha transcurrido me han
Me asombra el peso con el que deja caer esa frase lapidaria, y le pregunto:
- Pues quiero decir que, probablemente, aquellas circunstancias de las que hablas no
sean más que una sarta de mentiras, un pajar a rebosar que esconde tu realidad. Sin
conocerte demasiado podría jurar que siempre has vivido más fuera de este mundo que
dentro. La gente lee lo que escribes, y busca información sobre ti; conoce al Joaquín
Soler exitoso. Pero creo que tú no te conoces a ti mismo; no conoces tu yo. Creo que
sólo sabes quién eres cuando memoras tu aparentemente limpia faceta profesional,
sorpresa.
- ¿Lo ves? Eres de mi quinta, y aun crees que tu trabajo es tu vida. ¿Crees también que
existe el ratoncito Pérez? Porque Soler, hay dos formas de ver esto: la primera es que en
realidad pienses que sólo vives por y para tu trabajo. Por lo tanto, humanamente no
vales más que una simple hormiga que se arriesga cada día a que la aplasten sin pensar
en otra cosa que en su función como trabajadora de un hormiguero que ni tan siquiera le
pertenece. La segunda forma sería comprender que tu trabajo es sólo una parte de tu
vida, y que sin él aun te quedan dos tercios de tu existencia por los que luchar.
que formule será pobre al lado de éstas. Debo de aprovechar sus reflexiones. No puede
verme cediendo.
- ¿Es eso lo que te pasó a ti? ¿Dejó de importarte todo por tu trabajo?
- Amigo, eso es lo que te está ocurriendo a ti. No crees que pueda haber algo más
importante que tus entrevistas porque en tu ser, el lugar reservado para todas las demás
cosas está vacío, oscuro, envejecido prematuramente. No entiendes a las personas, pero
tampoco te interesa entenderlas ¿Por qué sino prefieres que alguien muera si con ello
consigues tener tu entrevista, a que ese alguien sobreviva, aunque por una vez tu trabajo
no sea beneficioso? ¿Cómo puedes argumentar desde la ética que quieras que un
Este maldito hombre no habla por hablar. Me está acorralando y soy yo quien pregunta,
debo ser yo quien acorrala. Ni mi mirada ni mis movimientos pueden reflejar un ápice
darle ese gusto a él, ni a mí el de seguir los consejos que un pequeño demonio me
susurra desde la parte siniestra de mi cuerpo sobre cómo empujarlo sin que se dé cuenta.
Le miro a los ojos y pronuncio algunas palabras empujadas por la desesperación del no
saber reaccionar.
- Adolfo, te estás equivocando conmigo. Si creías que yo sería el reflejo de lo que tú
sientes y que juntos podríamos consolarnos el uno al otro, estás errado. El que yo quiera
que mi trabajo me salga bien no me hace ser repugnante –joder, sí, sí lo soy. ¡Cámbiale
de tema Joaquín!- Por cierto, dime: ¿Qué piensas tú de la muerte? ¿Has cavilado sobre
qué le espera al funámbulo al otro lado de la línea cuando no hay redes por debajo?
- ¡Pues claro! No llegas a esta situación sin haber reflexionado sobre la vida y sobre la
muerte. No sé qué diría Shakespeare en mi lugar, o su Hamlet, pero yo creo que todo se
acaba, todo se gasta. Todo muere con el tiempo. Incluso el tiempo muere con el propio
tiempo.
como aquel “negativo más negativo equivale a positivo” que se aplica en las
matemáticas.
- Compañero, no sólo yo no podría suicidarme, sino que tus fantasmas estarían vivos.
fin… La muerte que muere es una máxima que sólo puede pertenecer al mundo de las
cavilaciones sin sentido. Es como hablar de la vida que resucita, o de la muerte que
pura lógica. Y la segunda tampoco, porque un elemento que no vive, no puede revivir.
Es decir, pura y natural ciencia flagelada históricamente por los mitos, leyendas y
religiones.
- No obstante, la resurrección es un término que abarca algo tan antiguo,
explicas?
- Creo que sería muy fácil explicar por qué nació la idea de que podía existir lo que
nosotros llamamos resurrección: la fe. No lo sería tanto, sin embargo, explicar por qué
te he explicado y que cualquier persona puede alcanzar. La vida es vida, y por tanto no
puede existir en la muerte. La muerte acaba con la vida, pero no la transforma en vida
muerta; ésta simplemente desaparece. El cadáver es del muerto, y no del vivo. No hay
cadáver de un elemento con vida. –Para un momento y me repasa con sus ojos- Aunque
orientación en la entrevista que sus palabras han pasado del sonido de su voz a la
- Catorce años. Antes había estado casado con la madre de mi hijo mayor.
- ¿Y has sido feliz en tus matrimonios? ¿Te ha faltado probar algo que nunca hayas
podido probar? Es decir: ¿Te has sentido satisfecho sentimentalmente como persona, en
todos los aspectos y significados que esta palabra comporta? –La segunda es una
pregunta comprometida, lo sé. Hay dos preguntas suavizantes que harán que el hombre
no se ofenda, y que con algo de suerte, habrán servido de vaselina para que lo
hecho falta más vaselina…-. Y por otro, si hubiera tenido todo el dinero que tú atesoras,
me hubiese hecho ilusión hacer el amor con mi primera mujer en un yate que vimos una
vez en unas vacaciones por la Costa del Sol. También me hubiese gustado bañar a mi
actual mujer con el sabor del champán que, tengo entendido según una entrevista
pedante que ofreciste al Night Show, tú bebes cada noche mientras lees, y luego tirarla
al jacuzzi y tener relaciones entre las burbujas con las que tú debes bañarte siempre que
quieres.
¿Me tiene envidia? ¿Es por eso por lo que ha querido que esté yo aquí? Mis labios están
secos, y aquella paciencia que me los humedecía se ha esfumado. Labios… Ojala mis
copas de champán hubieran tenido la compañía de otros labios que hablaran con voces
diferentes a las que pongo a los protagonistas de mis libros y a los fantasmas de mi
imaginación.
- ¿Suerte? ¡En absoluto! –Sus palabras contienen gran indignación, pero a la vez gran
sentimiento de triunfo. No parece un hombre a las puertas del suicidio- ¿Dónde está la
suerte en una vida donde la soledad es el único estado que te rodea, siendo también el
único estado del que no quisieras estar rodeado? ¿Qué gracia crees que comprende el
éxito en una persona que no lo puede compartir con nadie? ¿Qué eres tú en una cama de
tres metros de ancho, o en una casa de cuatrocientos metros cuadrados? ¿No has soñado
elemento supranatural que sea, te condeciera la oportunidad de tener a alguien con quien
compartir todo sin necesidad de retribuir sus servicios? ¿Nunca te has dado cuenta de
hay ahora un silencio sepulcral, como aquel silencio que tanto odio cuando abro la
puerta de casa. No sé qué debo decir. No me conoce de nada, pero ha tenido suficiente
con unos minutos para desgajar (o desquebrajar) todo mi interior, para encontrar
palabras que describieran quién soy y quién no soy y lanzármelas a la cara, ponérmelas
- Y tú que tienes muchas más cosas de las que dices que yo tengo, ¿por qué estás aquí,
- No es que esté dispuesto a perderlas; sólo pensaba que todos saldrían ganando. No era
realmente mi deseo hacer lo que estoy haciendo, pero llegué a la conclusión de que así
sería mejor ¿Y tú? ¿Por qué estás tú aquí? ¿Por qué un hombre que sabe que no va a
- No lo sé…
- Sí lo sabes, pero te asusta hablar. Te dan miedo demasiadas cosas. Odias el fracaso, y
siempre prefieres no dar la cara. Prefieres seguir aquí haciendo ver que todo va bien a
que era demasiado difícil para ti. Has vivido así durante toda tu vida profesional, Soler,
y es por eso que dices no saber por qué estás aquí todavía. Dudo, de la misma manera,
“un intento de periodista”. Pero este hombre lo tiene todo muy claro. Él ya sabe que soy
cama hasta que se duerme, o que intenta estar en contacto a todas horas con alguien, o
que alquila prostitutas por toda una noche para sentir el calor de alguien en la cama. Se
refiere a aquel que odia la soledad y el silencio, y que sin embargo vive con ellos por
temor a plantar cara a sus problemas. Me sudan las manos, y advierto un ligero temblor
en las piernas. Noto la garganta paralizada, como si fuera a romperse en mil pedazos, e
- Mi vida se basa en buscar a gente que tenga problemas. Cuento a los lectores esos
problemas, para que nadie sospeche de los míos propios. De todas formas, no creo que
- ¿Lo ves? Otra vida impecable por fuera y podrida por dentro.
“¿De qué vas, engreído?” Pienso. Pero no se lo digo, porque de alguna forma, es la
primera persona que escucha mis preocupaciones. Yo siempre me he lucrado con los
Inclino mi cabeza hacia delante. Desde la parte superior de un edificio de doce plantas
es difícil ver algo claro. Ahora mismo todo está roto. Ahora mismo ya no sé qué hago
aquí.
- Veo eso, un vacío. Un vacío infinito. ¿Qué viste tú cuando subiste decidido a tirarte?
- También vi un vacío enorme. Pero el vacío era físico. Nunca he dejado de tener en mi
mente a mis hijos, a mi mujer, los fines de semana en el campo con mis padres, las
fiestas con los amigos… - Para un momento y se roza los labios con los dedos de la
mano derecha- ¿Sabes? Te tengo que agradecer que vinieras. En realidad te hice llamar
porque estaba seguro de que mis últimas palabras serían para ti. Pero me has
demostrado que hay gente mucho más desgraciada que yo, y que no me merezco una
misa de suicidas. –Espera tres segundos y sigue- Amigo, estoy agotado. Tengo que
bajar. ¿Y tú?
Esa pregunta me ha golpeado en la cabeza como una vara de metal, y no por su dureza,
sino por la incerteza de la respuesta. Estoy desubicado, y desde hace unos minutos no sé
qué hago aquí viendo todo desde arriba, como siempre he hecho, creyéndome un dios.
Nunca he tenido claro lo que soy, pero ahora sé quién no soy. Me quedo callado, porque
prefiero no contestar. ¡Mierda! ¿Y por qué no contestar? ¡Joder, Joaquín, responde por
- Sí… Yo también voy a bajar. Pero necesito estar a solas un rato, si me permites.
4.
Escucho las sirenas. Veo a la gente agolpada abajo, como hormiguitas. Distingo
algún cochee de policía y una ambulancia. Ahora oigo el sonido de los coches, y
distingo las luces de la calle. El viento se nota más desde esta altura, aunque es en este
instante cuando por primera vez siento su fuerte golpe en la cara. Cuando Adolfo está
antes de su suicidio.
dejado escapar un par de lágrimas. Se me pasan por la cabeza mil y una cosas, pero no
acierto a recordar ninguna con claridad. Veo difuminado aquel día en que estuve con
éste la denunció por acoso, o cuando me enviaron a entrevistar a una señoritinga que
quien calentaba la alcoba en las noches de ausencia de la señora (tres o cuatro noches
semanales) a cambio de mil euros por noche, o cuando me cité con un señor que decía
- Eres tú quien está ocupando mi espacio en ese borde de la azotea. Yo te recordaré. Tus
Parece un hombre totalmente distinto al que me he encontrado unas horas antes. Yo sigo
ahí sentado.
- Espero que allá donde vayas encuentres a tu verdadero yo. Aunque no estaría mal si
desde allí arriba haces alguna entrevista que otra… -Sonríe, y se va-.
5.
Da igual quién seas, qué hagas, y por qué. Siempre tienes un pie dentro y otro
pie fuera de este mundo. A veces actúas con razones y teniendo en cuenta las
consecuencias, y a veces actúas porque sí. A simple vista parecería que existe una
inmensa diferencia entre una opción y otra, pero cuando todo se ve desde encima de una
doceava planta adviertes que puedes haber hecho mucho para llegar a nada, o puedes no
haber hecho nada y llegar a mucho. Uno no decide cómo le van a ir las cosas. Pero sí
Mi nombre es Joaquín Soler, y soy periodista. Hasta hoy he trabajado para la revista de
publicación mensual Aquí y ahora, cuya función es plasmar los momentos extremos de
la vida de personas al borde del abismo, en cualquiera de los sentidos. Hoy he venido a
Madrid con la intención de entrevistar a alguien que estaba al borde del abismo, sin
apercibir que quien estaba al borde de ese abismo era yo. Y nadie me ha empujado a
estarlo, salvo mi propia decisión de cómo quería que fuera mi vida. Como bien he
dicho, uno no decide cómo le van a ir las cosas, pero sí decide cómo quiere hacerlas. ¿El
resultado final? Preguntádselo mejor a los ojos que me esperan allí abajo. Me llevaría la
grabadora conmigo, pero a riesgo de que esta mi última grabación quede inaudible,