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Seminário Internacional “Periodismo, ética y democracia”,

CIESPAL 20-22 de octubre 2009

“VISUALIZACIONES TRANSMETODOLÓGICAS DEL PERIODISMO EN EL SIGLO


XXI”
A. Efendy Maldonado G.

Resumen

La ponencia presenta la teoría estratégica transmetodológica, como una alternativa de


transformación de las prácticas de pensamiento y acción en el campo periodístico.
Fundamenta una postura epistemológica heurística, argumentando sobre la necesidad de
fortalecimiento gnoseológico de la formación de los periodistas, como también a respecto
de una indispensable desestructuración de las culturas y prácticas profesionales
encuadradas en la lógica del mercado fundamentalista y del funcionalismo técnico.

Palabras-clave: transmetodología; periodismo; transformación; ciudadanía

La época

El cambio de siglo no fue una simple mudanza de nomenclatura cronológica, aconteció en


una fase de movimientos y articulaciones históricos que renovaron la vida cultural y
política de América Latina. Bastaron dos décadas de proyectos y gobiernos neoliberales
para que ese modelo, depredador e de intensa explotación del trabajo humano, se
desgaste y provoque una crisis en cadena en la mayoría de nuestras formaciones
sociales. El éxodo de decenas de millones de personas; la corrupción generalizada con
base en la especulación financiera y la maximización de los lucros a cualquier costo
(Sitiglitz, 2006; Harvey & Smith, 2005); las estructuras políticas autoritarias de
democracias liberales restrictas, que dieron continuidad funcional a las dictaduras; el
servilismo neo-colonial al imperio, tanto en lo político como en lo cultural e intelectual; la
criminalización y persecución a los movimientos socioculturales, políticos y económicos
que no aceptaron la subyugación utilitarista y perversa (Maldonado, 2008). Todos esos
factores combinados con procesos de mediatización comercial, que fue reduciendo el
sentido y la realidad de los medios de comunicación social a una nueva configuración de
“Edad Media”, con “feudos” empresariales transformados en propietarios exclusivos del
espectro electromagnético, de la circulación masiva de informaciones, de la economía de
propaganda, publicidad y mercadeo, configurando así una realidad de perversidad
simbólica que condenó a centenas de millones de personas al silencio, la miseria, la
ignorancia, la explotación y el hambre.

Esa realidad, no obstante eses factores adversos, está atravesada por múltiples procesos
de resistencia; movimientos de transformación tecnológica, como el software libre;
trabajos intelectuales de reformulación de estrategias y concepciones políticas, de
vitalidad e interrelación cultural, de fortalecimiento del campo científico y reconfiguración
de los modos y soportes de producción y circulación de información y comunicación. El
triunfo del modelo cooperativo de construcción de redes de información y comunicación
con la invención de Internet en 1994, expresó un aspecto crucial de un proceso mayor
que se venía acumulando durante varias décadas, la constitución de culturas alternativas
al modelo tecnológico positivista de mercado, a la democracia liberal de élites, al
servilismo político/cultural, al fundamentalismo de mercado, a la educación autoritaria-
burocrática-memorística, castradora de talentos y competencias de acción.

En la realidad política internacional, el Foro Social Mundial, en Porto Alegre, mostró que
algo importante acontecía mucho más allá de los encuadramientos hegemónicos, que
existía un conjunto de movimientos, organizaciones, culturas, concepciones y prácticas
que proponían otros modelos de mundo con fuerza de conocimiento y acción. Esta
primera década del siglo XXI confirmó aquello y se tuvo un expresivo fortalecimiento de
los pensamientos críticos y de renovación del ejercicio político en la región.

En el campo periodístico

El periodismo, que en Nuestra América ha tenido eximios pensadores, artistas y


científicos como Eugenio Espejo, José Martí, José Carlos Mariátegui, Joaquín Gallegos
Lara, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, entre muchos escritores que muestran
la fuerza intelectual, filosófica y política de nuestra gente y de nuestras culturas, se vio
degradado en el contexto del modelo funcionalista, utilitarista y de mercado a prácticas
profesionales reductoras del quehacer intelectual; obstaculizadoras del pensamiento
crítico alternativo; facilitadoras de un clientelismo simbólico mediocre; explotadoras del
trabajo informativo y comunicacional; reductoras de las prácticas periodísticas a rituales
esquemáticos y recetarios repetitivos de slogans que poco han tenido que ver con las
grandes verdades y necesidades de nuestras sociedades y gentes.
La alternativa transformadora en el campo periodístico demanda la construcción de una
fuerte formación intelectual, tecnológica y científica. Intelectual porque no es posible, si se
quiere enfrentar el desafío de una revolución cultural, seguir reproduciendo el modelo de
ignorancia superficial que se tornó vigente en el encuadramiento profesional de mercado.
El periodista debe recuperar su carácter de pensador, intelectual, artista y productor de
conocimientos cultivando las letras y amando la investigación y la aventura intelectual de
vivir la época. Hemingway, Capra, Reed, Diezcanseco, De la Cuadra, Gilbert, Malta, la
generación de 1930 en Ecuador, están ahí para mostrar la transcendencia del trabajo
periodístico. En nuestros días para escribir, producir audiovisual, construir hipertextos es
necesario recuperar y renovar la fabricación de poder cultural, hay que trabajar la pasión
por la cultura, el estudio y el disfrute intelectual en profundo vínculo ético con la
subversión de las formas de explotación simbólicas y materiales.

En el plano tecnológico es necesario superar las limitaciones instrumentales que separan


los objetos, las máquinas, los dispositivos y los instrumentos de la producción de
pensamiento. El camino gnoseológico para eso exige cultivar un logos operativo, la
técnica como teoría en acto, como realización de proyectos y pensamientos que proponen
reformular el mundo. Lamentablemente la técnica ha sido reducida a ejercicios
mecánicos, repetitivos y superficiales de uso de aparatos e instrumentos. Si la
complejidad del mundo solicita miradas multifocales, porque los camarógrafos y
fotoperiodistas, por ejemplo, repiten hasta la saturación los encuadramientos, planos,
enfoques, figuras y movimientos; porque el censor intelectual incorporado en sus mentes
los orienta de ese modo. Si la variedad y riqueza constitutiva de los procesos, fenómenos
y objetos dinámicos, que se enuncian es enriquecedora, porque tanto texto telegráfico,
tanta “información” sin referente real, tanto juego sofístico, tanta palabra fingida, tanta
miseria sintáctica? La falacia instaurada en el campo periodístico, que separa esfuerzo
intelectual, conocimiento, gozo artístico y experimentación cultural de información es un
elemento crucial de empobrecimiento cognitivo y de conservadorismo comunicacional.

La dimensión científica del periodismo está en un proceso germinal de constitución, si


bien en este octubre de 2009 estamos conmemorando 50 años de CIESPAL en América
Latina, como uno de los principales centros precursores de la investigación en
comunicación en la región; todavía el periodismo como campo científico se resiente de su
dependencia al instrumentalismo y pragmatismo funcionalistas, tanto en las prácticas de
formación universitarias cuanto en las prácticas profesionales al interior de los medios, se
ha distanciado al periodismo de una realización y constitución científicas; como también,
en mucho, se ha perdido la tradición literaria, a veces se ha concebido y promovido un
quehacer de orden artístico, meritorio y digno de elogios, pero que no trata, ni construye
una de las dimensiones cruciales del campo periodístico, la científica. La investigación
cuantitativa de análisis de periódicos entre 1950 e 1990 trajo interesantes contribuciones
de la sociología, la semiología, la estadística, el análisis de discurso y psicología, pero
poco se pregunto sobre el estatuto epistemológico del propio campo. Va a ser sólo en la
última década del siglo XX y en la primera del XXI que se dan movimientos
epistemológicos afirmativos de un campo científico periodístico dentro de las ciencias de
la comunicación (Medina, 2007; Henn, 2002; Lage, 2005; Traquina, 2004, Resende 2008;
Romancini & Lago,2007).

En contextos de escritura sin arte y de poca profundización de los temas, asuntos,


problemas e informaciones resulta un tanto extraño afirmar la necesidad de un campo
científico del periodismo. No obstante, y tomando en cuenta lo anterior, es pertinente
recordar que ya en las primeras décadas del siglo XX (Park, 1922) en los Estados Unidos
iniciaría aquella que fue la principal referencia en ciencias sociales en la época, la
Escuela de Chicago, a partir de sus reportajes sobre las poblaciones inmigrantes,
verdaderas investigaciones sistemáticas sobre la vida de esas personas en situación de
conflicto e interrelación cultural. Es paradójico que la misma formación social que generó
el modelo instrumental y superficial, paralelamente haya estructurado un campo científico
en comunicación, que a partir de América del Norte fue cuestionando la legitimidad, el
sentido y la realidad de un campo de pensamiento y prácticas en comunicación y a su
interior la posibilidad de trabajar un campo científico del periodismo. A respecto de eso, la
historia de CIESPAL está para confirmarlo, entre 1959 y 1972 se dio una primera época
funcionalista utilizando las obras de Lazarsfeld; Berelson; Schramm; Rogers y Katz para
la teoría, el debate y la realidad práctica de la investigación en periodismo. Esa
provocación germinal daría paso a partir de 1973 a la entrada de teorías de la
comunicación críticas y a la definición de proyectos y estrategias de investigación
pensados en el contexto latinoamericano. Varias vertientes teóricas convivieron y
nutrieron la vida intelectual e investigativa de CIESPAL desde mediados de los años
setenta del siglo pasado. Distinguiéronse las teorías críticas sobre los medios, que
combinaban economía política y sociología de la cultura (Mattelart A.& M.; Dorfmann et. al
1975); análisis del discurso (Prieto Castillo, 1988; Verón, 2004) e teorías culturales
(García Canclini, 2007; Martín Barbero, 2006). Todas esas propuestas e investigaciones
tuvieron como objeto problemas de comunicación. La propia investigación sobre la prensa
fue enfocada en análisis de discurso, contenido, mensajes o diagnósticos sociológicos y
económico políticos sobre la estructura empresarial que brindaron importantes
conocimientos en comunicación, pero que no abordaban otros aspectos relevantes del
campo social del periodismo.

Va a ser nuevamente la contradicción dialéctica entre el funcionalismo instrumental (Lage;


2005) y el pensamiento crítico (Faro; Medina; Henn, 2002; Resende, 2008; Romancini &
Lago, 2007) que se fortalezca el debate durante la primera década del siglo XXI. De
hecho, en las investigaciones en comunicación hay sectores como la cultura profesional
del periodista; las rutinas y lógicas productivas; los discursos especializados; los modelos
y matrices de trabajo; la lógica de las agendas; los estilos de realización; los géneros y
formatos periodísticos; los montajes y ediciones; los criterios de noticia e información; los
ordenamientos editoriales; los ritmos; las espacialidades y temporalidades; el sentido
común periodístico y los valores e idiosincrasias que, por ejemplo, deben ser tratados en
investigaciones, líneas de trabajo, estrategias y proyectos con una cierta especificidad,
dada la importancia del campo periodístico en el contexto mediatizado de las sociedades
contemporáneas. La investigación en comunicación no puede descuidar ese sector, ni
abordarlo sólo en términos de problemas generales, es necesario profundizar y ampliar
conocimientos sobre periodismo, desnaturalizándolo, problematizándolo,
perfeccionándolo y ampliándolo para que esté al servicio del conjunto de la sociedad,
como también de la mejoría de las condiciones de vida de las clases populares y medias.

Pensar el periodismo, investigarlo, reformularlo y transformarlo es un desafío central de


los proyectos comunicacionales actuales. Esa acción por una parte cualificará a las
nuevas generaciones en formación, revitalizará y mudará las prácticas repetitivas y
esquematizadas de los profesionales del área y, en especial, estructurará un campo
científico productor de conocimientos estratégicos sobre los modelos de periodismo que
interesan a nuestros países y nuestra gente (Sekeff, 2005).

La investigación rigurosa, renovadora, entusiasta y comprometida con las necesidades


espirituales y materiales de los pueblos es un aspecto decisivo de los procesos de
democratización de la comunicación. El poder del pueblo y para el pueblo, deja de ser
enunciado formal y se torna fuerza real cuando se construyen las condiciones y los
elementos necesarios para un ejercicio democrático real. No es posible desarrollar una
Democracia (con mayúscula) si no se construyen Fortalezas de Conocimiento, sino se
estructura un campo científico general fuerte, dinámico e transformador, en caso contrario
todos los campos sociales son perjudicados, con todo el político y el educativo de modo
directo e intenso.

El campo científico hace posible que los proyectos, las estrategias, los programas, los
rumbos, las políticas y las tecnologías sean construidos, evaluados y puestos al servicio
del bien común. Sin un campo científico fuerte las sociedades y los países se mantienen
subyugados, dependientes, sin posibilidades de producir planes estratégicos
democráticos de largo alcance. En el caso del periodismo latinoamericano y ecuatoriano
la renovación y el fortalecimiento de CIESPAL, como centro de producción de
investigaciones e institución formadora de científicos sociales en comunicación, es
imprescindible para las necesidades de transformación de la UNASUR y, en especial, del
Ecuador.

Ética y democracia precisan caminar juntas en una óptica transformadora, a pesar de los
dictados de las teorías políticas liberales que separan esas dos dimensiones del quehacer
social, la historia muestra como es imprescindible incorporar una dimensión ética fuerte al
ejercicio político, a la actividad de construcción de los poderes populares, a la
estructuración de democracias distintas a las restrictivas y autoritarias del modelo liberal-
conservador.

En el campo científico es necesario transponer las formas elitistas, individualistas,


totalitarias y mercantiles de institucionalización científica. Todavía el modelo científico
positivista estadounidense es hegemónico y se presenta como el ejemplo a seguir, si bien
hay aspectos a considerar sobre su experiencia, las visiones de actividad científica en
América Latina tienen que ir mucho más allá de la lógica del mercado. Las excelentes
experiencias cooperativas, solidarias, de software libre y de universidades abiertas
muestran las invalorables posibilidades de construir campos científicos fuera de la lógica
del lucro. La educación y la ciencia son un bien social que no puede quedar restricto a los
intereses del mercado; esta premisa es necesario defender con énfasis, fortaleciendo el
carácter público y ciudadano de la ciencia.

Conocimiento es poder, en términos estratégicos es el núcleo central del poder (Mattelart,


2009; Maldonado, 2008) . Hoy cuando se proclaman sociedades del conocimiento no se
hace más que constatar y mercantilizar algo que va mucho más allá de los slogans de
moda. El homo faber, ludens es sapiens y, esta, es su principal distinción, su fuerza como
especie viene de esa fantástica capacidad de conocer el mundo, el cosmos, la vida, los
procesos sociales, biológicos y transformarlos. No sólo de constatar, sino de inventar
tanto fórmulas y teorías complejas como cotidianos de lucha sobrevivencia y bienestar

Transmetodología y democratización del conocimiento

Las rupturas epistemológicas propuestas por la ciencia positivista (Santos, 2005), que
cumplieron un papel dinamizador, delimitador y reestructurador del pensamiento científico
en relación con los otros campos sociales y culturales, necesitan ser ampliadas,
superadas y reformuladas. No es pertinente seguir lógicas dicotómicas (Mattelart, 2004,
Medina; 1998), la separación sentido común/pensamiento científico es válida para
distinguir algunos tipo de configuraciones mentales. En términos críticos, siguiendo una
línea epistemológica histórica/heurística es insuficiente y obnubila procesos relevantes de
la producción de conocimientos, como son los producidos por sabidurías ancestrales y
populares. Por otro lado, la lógica axiomática imprescindible, necesaria y suficiente para
dar cuenta de buena parte de los procesos mecánicos, lineares y de ambientes físicos
básicos, es insuficiente e, en ocasiones, inadecuada para investigar, analizar e interpretar
procesos comunicacionales complejos, como son los procesos interculturales entre as
varias formas e modos de comunicación social contemporáneos.

Es necesario reconocer que buena parte del conocimiento estratégico, en especial el


tecnocientífico, es generado en los campos científicos; no obstante eso, no significa que
el Conocimiento sólo pueda ser producido por los científicos y sus encuadramientos
institucionales. En un sentido liberador, la investigación histórica ha mostrado la
constitución de saberes científicos antes de la existencia formal de sus respectivos
campos (Mills, Ch.W. 1995, Gortari, 1980; Cassirer, 2005; Wallerstein, 1996). Es así, y en
provecho de la humanidad, que se constata periódicamente la producción e invención de
conocimientos en los campos artísticos, culturales y sociales vinculados con procesos
intensos de cambio en el mundo. En esa perspectiva, es indispensable vincular procesos
de producción de conocimientos reconociendo epistemologías múltiples, para América
Latina en especial las epistemologías del Sur (Mattelart, 2004; Santos, B. S & Meneses,
M. 2009), renovadoras de los campos científicos y de las formaciones sociales que los
incluyen.

En el caso del campo periodístico es imprescindible fortalecer las propuestas teóricas, las
estrategias de investigación y los modelos de prácticas profesionales que transformen
radicalmente la actual situación, caracterizada por el control hegemónico de las grandes
redes de medios de comunicación por las élites conservadoras y, simultáneamente, la
vigencia de esquemas mentales estructural/funcionalistas en las concepciones y
quehaceres de los periodistas.

El modelo capitalista, de maximización de los lucros, ha condicionado fuertemente las


prácticas periodísticas, los estilos discursivos, las técnicas de redacción, edición,
presentación, montaje y ritmo, como también las concepciones sobre lo que se considera
como información objetiva, géneros, formatos, estrategias, libre flujo, agenda y
programación. El periodismo político y de opinión ha sido reducido a espectáculo grotesco
de recaderos de las oligarquías. La información económica a flujos de los grandes
capitales y economías, minimizando aspectos substanciales de las economías regionales,
solidarias, familiares y de nuevas configuraciones de mercados alternativos al modelo
financiero oligopólico y a la acción económica destructiva del ecosistema terrestre.

Las culturas latinoamericanas provinciales, regionales, étnicas y populares han sido


editadas textual y electrónicamente en clichés reductores, que reflejan los prejuicios de
las oligarquías estadounidenses sobre el mundo y las carencias culturales y de
conocimiento de las élites regionales sobre las necesidades estratégicas de nuestras
formaciones sociales, no tienen proyectos de país, ni de unidad de países, su orientación
es el vasallaje político y el parasitismo económico, como postura histórica suicida que ha
sido uno de los principales componentes de la miseria, la explotación, el atraso, la
corrupción y el autoritarismo.
Nuestras sociedades son representadas por el periodismo comercial como nidos de
desorden, incompetencia, delincuencia y brutalidad. De manera perversa se esconden las
causas, los contextos, los principales responsables y las concepciones que hacen posible
esas situaciones. El “remedio” propuesto siempre está en subyugarse al poder económico
y político de las grandes corporaciones y del poder hegemónico estadounidense,
mediante discursos connotados, técnico/administrativos, retóricos, sofisticados y
simplistas.

Para enfrentar el poder mediático, simbólico, cultural, social y político de las oligarquías
arcaicas y obsoletas en Ecuador y América Latina es importante definir estrategias
transformadoras de pensamiento. En esa perspectiva se configura la Transmetodología,
como concepción teórica y estrategia metodológica que se nutre del pensamiento
revolucionario generado por la humanidad desde hace milenios, y propone confluencias
complejas de fortalecimiento de las tácticas y estrategias de resolución de los problemas y
construcción de nuevos mundos y sociedades.

En el campo periodístico la transmetodología es pertinente porque sigue una perspectiva


heurística de construcción de conocimientos e informaciones, que tiene profunda relación
con el necesario trabajo investigativo que exige la práctica y las premisas del buen
periodismo. La idea de montaje en proceso, que se ha constituido en un referente lógico
importante a partir del pensamiento comunicacional crítico, expresa productivamente la
necesidad periodística de investigación constante, activa, renovadora, crítica y
descubridora de nuevas posibilidades de fabricación de mundos culturales y sociales.

Esa condición epistemológica dialéctica (Gortari, 1956) de movimiento exploratorio en


busca de verdades, mediante pensamientos y acciones que se nutren de varias
estrategias y tácticas para producir los acontecimientos, las informaciones, las crónicas,
los reportajes, las noticias, los documentales y los libros-reportaje se realiza de modo
sistemático y, al mismo tiempo, artístico en los trabajos periodísticos de excelencia, basta
recordar a Hemingway, Capote, García Márquez, Rodrigues, Monsiváis, Sarlo, Morais
para constatar como el arte, la disciplina productiva, la profundización significativa, la
información, la descripción, la imaginación transformadora y el pensamiento crítico se
conjugan en el periodismo de calidad.

La transmetodología propone continuidades y rupturas en la dimensión histórica; por una


parte la necesaria investigación teórica sobre los avances que la heurística en la Histórica
alcanzó sobre el dominio, manejo, contraposición, sistematización y organización de las
fuentes de información, ofreciendo a los campos en ciencias sociales valiosos recursos
técnicos, lógicos y teóricos para pensar el trabajo con fuentes de manera seria, inventiva
y crítica. La exigencia de manejar un número suficiente de fuentes de información que
permitan reconstruir teóricamente una realidad, un fenómeno, un proceso o un objeto en
varias perspectivas, mostrando diversos enfoques, aspectos, características,
contradicciones y dinámicas enriquece significativamente las metodologías periodísticas,
fortaleciendo sus argumentos e informando éticamente. La transmetodología propone un
rescate y una sistematización de esa metodología histórica en las investigaciones del
campo periodístico, tanto en el trabajo académico de producción de tesis como en el
trabajo profesional de producción de discursos periodísticos.

En la dimensión histórica también se considera necesaria una recuperación metodológica


de las premisas, lógicas, técnicas y procedimientos de la historia oral (BOSI, 1999;
GUINZBURG, 2001; BONIN, 2008), hoy reconocida como una alternativa de pensamiento
epistemológico importante en la investigación científica por el pensamiento crítico y
cualitativo. En el caso de las ciencias de la comunicación, permite investigar los sentidos
profundos, los campos de significaciones decisivos en las personas y en los grupos. Es
trabajando los métodos históricos que podemos reconstruir las trayectorias de vida
comunicacional, cultural, social y sicológica de los investigados. La historia oral traducida
en historias de vida comunicacional, brinda óptimos resultados para la comprensión
sistemática, profunda y enriquecedora de las semiosferas individuales, grupales y
colectivas (Maldonado, 2006).

Un método central en la concepción transmetodológica es el análisis comunicacional,


que se basa en la confluencia de un conjunto de métodos provenientes de las ciencias del
lenguaje (análisis de discurso, semiología, pragmática, semiótica, lingüística); en otro
conjunto originario de las ciencias sociales (sociología de la cultura; antropología;
economía política de la comunicación; etnología); como también, en métodos de las
ciencias políticas (dialéctica histórica, análisis de coyuntura, teorías del poder, hegemonía,
Estado); en estrategias del psicoanálisis (encuadramientos grupales); estética e métodos
artísticos (tele-dramaturgia, análisis cinematográfica, distanciamiento, construcción de
personajes, creación colectiva, campos de conflicto. De hecho, los procesos y problemas
investigados demandan una serie de estrategias y tácticas generales y específicas para
tratarlos, ellos tienen que ver en general con la cultura, la sociedad, el arte, la tecnología,
los discursos, los ecosistemas y en particular con las configuraciones comunicacionales
multimedia e hipertextuales que la realidad contemporánea estructura.

El periodismo transformador del siglo XXI puede dialogar fluidamente con propuestas
transdisciplinares y transmetodológicas porque le brindan una base epistemológica,
teórica y metodológica emancipadora, que supera los formatos castrantes de las prácticas
periodísticas comerciales y burocráticas. La opción transmetodológica perfecciona
también la formación, práctica profesional y maduración conceptual de los periodistas
(SEKEFF, 2005 BARRETO, 2007 PEREIRA, 2006; MALDONADO; 2008) porque le abre
un amplio y cualificado campo de recursos de pensamiento y de posibilidades de
organización y realización de proyectos. En confluencia con eso, lo transmetodológico
fortalece alternativas de procedimientos, técnicas, lógicas, tácticas y estrategias que
transforman las relaciones entre signos, pensamiento y realidad; dotando a sus
practicantes de nuevos estatutos de conocimiento, incorporando las sabidurías populares
a lo científico, quebrando la lógica excluyente del universalismo liberal, proponiendo la
necesidad de construcciones teóricas y metodológicas en proceso, que acompañen e
interpreten las configuraciones dinámicas de los sistemas mediáticos, el mundo de la vida,
las sociedades en transformación, la interrelaciones culturales, los conflictos y
reestructuraciones históricas.

La Libertad tiene como uno de sus componentes clave el conocimiento, por consiguiente,
como se argumenta en este texto, es necesario construir fortalezas de sabidurías. Eso
exige revoluciones culturales, que son de las más difíciles de realizar. Sin conocimiento
estratégico las posibilidades de optar y decidir son reducidas, el núcleo del método queda
perjudicado. En la coyuntura actual para garantizar los procesos de cambio,
profundizarlos y fortalecerlos es urgente construir las condiciones favorables para que
esas fortalezas de pensamiento sean levantadas, en el caso del periodismo una opción
transcendente y concreta está dada en la reconstrucción de CIESPAL, su mudanza para
un centro estratégico de investigación y pensamiento crítico fuerte y de referencia
internacional, por una América Latina libre, democrática, justa, fraterna, solidaria y
transformadora. El desafío actual de construir mundos de modo ético y solidario requiere
de una confluencia profunda entre investigación, conocimiento y acción comunicacional.
La praxis es posible quebrando la lógica dicotómica y excluyente, abriendo espacios para
la participación de múltiples lógicas, culturas, epistemologías y actores.

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