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El anunciador debe ser uno que ha visto, odo, contemplado, tocado con la
mano lo que anuncia a los dems o al menos se esfuerza por hacerlo. Uno
que tiene a Cristo en el corazn, antes que en los labios, que habla por
experiencia. La boca habla de lo que abunda en el corazn (Mt 12, 34).
Hay que tener a Cristo en el corazn para que se manifieste en nuestros
labios.
Lo que se hace en la comunin eucarstica con el Cuerpo de Cristo es lo que
se debera hacer tambin, en la predicacin, con la palabra de Cristo:
comerla, engullirla, llenar con ella las entraas del alma.
La palabra debe llegar antes al odo (fides ex audito), desde aqu bajar al
corazn (corde creditur) y del corazn subir a la boca para el anuncio (ore fit
professio).
Al corazn de la gente solo llega lo que viene del corazn del predicador. La
causa mas comn de la esterilidad del anuncio es que se habla demasiado
(es necesario pero no es lo nico) a la mente y demasiado poco al corazn
de las personas.
La mente representa la objetividad, el corazn la subjetividad. Si la
predicacin cristiana es comunicacin de existencia(la persona de Jess),
ms que de doctrina, se entiende la importancia de la subjetividad, de la
conviccin e incluso de la conmocin personal. Una mxima de la oratoria
antigua dice: Si vis me flere, flendum est tibi primum; si quieres que me
conmueva debes estar conmovido t primero. No se trata de llorar, sino de
tener presente que lo que se habla es lo que he encontrado, la persona de
Jess, hay conmocin, una luz en los ojos como la de San Andrs al ir a su
hermano Pedro a decirle que ha encontrado al Mesas.
4. Nos empuja el amor de Cristo
Se ha dicho lo importante que es que el predicador ame a los que debe
anunciar la Palabra; todava ms importante, sin embargo, es que el
anunciador ame a quien debe anunciar, Jesucristo. El amor de Cristo nos
posee al pensar que uno ha muerto por todos (2 Cor 5, 14) Este es el