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Opinin
Mircoles 12 de noviembre de 2014 | Publicado en edicin impresa
Manuscrito
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Bien pensado, todo diccionario admite ser ledo como una novela de
vanguardia, abierta, en loop, con mltiples entradas y un nmero
indefinido de conexiones
Bien pensado, todo diccionario admite ser ledo como una novela de
vanguardia, abierta, enloop, con mltiples entradas y un nmero indefinido
de conexiones. Incluso el Diccionario de la Real Academia (DRAE), una obra
tradicional, conservadora y algo almidonada, que acaba de ver su vigsima
tercera edicin, deja que se lo hojee con esa placentera displicencia.
Decidirse por cualquier pgina, dejar que una definicin lleve a otra;
descubrir que adefesio viene de la epstola de San Pablo a los Efesios ("Ad
Ephesios") y pasar al curioso fenmeno de que boludo, en Cuba, designa
unos zapatos de puntera redonda. No deja de resultar risible que en sus
pginas aquella noble bebida dorada en que se especializan los escoceses
se escriba legalmente gisqui y que whisky se acepte si se le coloca la
itlica de rigor. Pero el DRAE no es nico en su especie. Algunos, como le
ocurra a Gabriel Garca Mrquez, preferirn el Diccionario de uso del
espaol, de Mara Moliner (imposible consultarlo hoy: fue vctima