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Claudine Léger
Las caminatas por paisajes naturales son una de mis pasiones: desde que observas a lo
lejos el objetivo, sea una montaña o un volcán, comienzas a mentalizarte en llegar a la
cúspide y ya en los primeros pasos sientes la naturaleza, la contemplas, paulatinamente
comienzas a sudar y con esa misma gradualidad vas acercándote más y más al objetivo
con esta sensación de ser un explorador.
Al venir a México y observar que hay una orografía peculiar, de inmediato se viene a la
mente ascender al mayor número posible de altitudes. Una de ellas, cerca del DF, es el
destacable volcán Xinantécatl, mejor conocido como el Nevado de Toluca, inactivo
desde el año 1330 D.C. Xinantécatl proviene del Matlazinco (Xinantecatlelly) y del
Náhuatl (Xinantécatl) que significa en ambos casos “hombre desnudo” y forma parte de
la Cordillera Neovolcánica Transversal ó Eje volcánico transversal. De acuerdo con el
INEGI, el Nevado de Toluca con 4,680 metros sobre el nivel del mar, es la cuarta
formación volcánica más alta de México después del Pico de Orizaba (5,610msnm), el
Popocatépetl (5,500msnm) y el Iztaccihuatl (5,146msnm) respectivamente. Se ubica a
22 kilómetros al sudoeste de la ciudad de Toluca, lo que toma aproximadamente dos
horas de recorrido en coche desde el Distrito Federal.
Pero, lo mejor es hacer la caminata, así que dejamos el auto en la caseta. ¡Ojo!: el
Parque Nacional está abierto todo el año de las 10:00 horas a las 17:00 horas. A partir
de esta hora, no dejan salir los autos del estacionamiento. Como no sabíamos
exactamente cuanto tiempo íbamos a tomar para la subida y la bajada (no hay un solo
sitio oficial o no oficial en Internet que aporte información sobre el desnivel exacto y el
tiempo estimado para todo el recorrido), preferimos reservar una habitación para pasar
la noche en un albergue, el “albergue de Toluca”, localizado en la misma zona de la
caseta y del estacionamiento. Aprendimos del señor de la caseta que no había luz ni
agua, pero eso, ya lo habíamos deducido dado las alturas y el tipo de alojamiento que
representan los albergues de montaña.
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Salimos a las 9 y media de la caseta de los Venados (unos 3700 msnm) rumbo el cráter
del volcán. Después de avanzar un poco, así se ve el Nevado:
El volcán se encuentra a 17km de la caseta del Parque de los Venados, sin embargo, uno
puede llegar al cráter caminando “sólo” 13 Km hasta el cráter y subiendo 980 metros de
altitud (desnivel). Antes, la única manera para llegar al cráter era caminar o manejar 11
km de la caseta del Parque de los Venados hasta la caseta del Parque Nacional Nevado
de Toluca (segundo parque Nacional y segunda caseta). A partir de la segunda caseta,
eran 6 km para llegar al cráter donde se podía seguir con el auto. Recientemente,
abrieron otro camino de 2 km a partir de la segunda caseta para llegar al cráter al que
sólo se puede acceder caminando. Esa última parte del recorrido es la de mayor
pendiente, pero de manera general la caminata no tiene dificultad técnica ya que todo el
camino es una terracería ancha.
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A través de ésta nube gris se ve la contaminación arriba de Toluca.
Después de una caminata de 3 horas a buen paso, llegamos a la cúspide a unos 4,680
msnm. En 1,5m de anchura, se albergan dos lagunas: la Luna y el Sol (de izquierda a
derecha).
Nos quedamos un tiempo para observar las lagunas con los ojos sublimados por la
belleza del contraste entre el agua azul turquesa y el gris de los pendientes del volcán.
Me acordé de paisajes similares de los Alpes, en Francia, pero sin ser menos
sorprendida por la resplandeciente belleza de la naturaleza. Luego, decidimos bajar y
acercarnos a las lagunas. Al bajar, la pendiente puede ser peligrosa porque está hecha
de arena y piedras. Primero, fuimos a comer el refrigerio que llevábamos a las orillas de
la laguna de la Luna. Todo es tranquilidad, uno tiene la impresión de ser sordo y que el
tiempo se detiene. Después de una siesta, nos acercamos a la laguna del Sol a 5 minutos
andando de la otra. Es mucho más grande que la de la Luna. Leí que tiene una
profundidad de más de 100 metros. Vimos atletas de alto rendimiento que corrían
alrededor de la laguna y nos preguntamos como lo podían hacer ya que aún en estado de
reposo nuestros corazones seguían latiendo rápidamente dado la altitud.
A las 3:00 horas decidimos bajar. En el descenso encontramos tres franceses que venían
de un pueblo cerca de Lyon, mi ciudad, ¡el mundo es pequeño! Conjuntamente
descendimos en la cabina de una camioneta Pick Up de una amable familia mexicana
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que acepto bajarnos a la primera caseta. Nos sentamos en piedras y neumáticos que
llevaban en el compartimento trasero de la camioneta. ¡Nunca lo había experimentado
ya que está totalmente prohibido hacerlo en Francia! A pesar de la ruta caótica y del
asiento poco confortable, nos reímos mucho y pudimos observar otra vez el Nevado que
se alejaba de nuestra vista. Ya en la caseta de los Venados, elegimos no quedarnos en el
albergue, ya que según los informes del Sr. de la caseta, éramos las únicas personas que
nos alojaríamos en el albergue. ¡Tomamos el carro rumbo Valle de Bravo, cansados,
pero muy contentos de nuestra expedición!