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2014/07/14

EKONOMIA | Analisia | Transformación de las cajas en fundaciones bancarias

Y ahora, a engañar a Gipuzkoa


Los autores sostienen que de nada sirve tratar ahora de establecer una configuración
diferente para Kutxa, ya que el poder sobre la actividad financiera de Kutxabank ya
ha sido configurado en las asambleas de BBK y Vital Kutxa. Si estos partidos quieren
que estas propuestas sean creíbles, deberían incorporar no sólo la denuncia de lo que
se ha hecho en Bizkaia y Araba, sino una inmediata rebelión o dimisión.

EKAI GROUP

Una vez que, el día 30 de junio, se ha suprimido el control público y social en BBK y
Vital Kutxa, sustituyéndolo por un grupo de 15 personas que se autodesignará “en
cooptación” y blindado de cualquier control externo, queda pendiente “resolver” el
problema de Gipuzkoa.
Todo parece indicar que es la inseguridad sobre el resultado de la votación en la
Asamblea lo que ha llevado a retrasar la decisión en este territorio.

Curiosamente, desde ciertos ámbitos relacionados con los partidos promotores de la


apropiación de las cajas se han empezado a lanzar ciertos “sondeos” sobre posibles

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alternativas de configuración de la fundación bancaria a constituir en Gipuzkoa
distintas de las aplicadas en Alava y Bizkaia. En estas alternativas se alude a la
participación de las Juntas Generales en la designación, a “asegurar el control
democrático”, a configurar una “Fundación Kutxa” “enraizada y representativa”, etc.

Estos planteamientos son, en principio, vergonzosos para quienes los realizan. Por un
lado, porque a través de ellos los partidos promotores de la apropiación de las cajas
reconocen expresamente que lo que se ha hecho en Bizkaia y Alava no era, ni mucho
menos, necesario. No se trata ya de que la figura de la fundación bancaria sea sólo
una opción entre muchas todavía abiertas, sino que –incluso dentro de la figura de la
fundación bancaria- las posibilidades de establecer una configuración más
representativa o más cercana a la actual composición de las cajas son numerosas.

Esto evidencia que, como EKAI Center ha venido repitiendo y la sociedad vasca se
está dando cuenta de día en día, lo que se está haciendo con las cajas no es ni
obligatorio ni necesario. Es lo que se quiere hacer. Y es lo que se quiere hacer porque
el objetivo preparado durante años y que ahora se está poniendo en marcha no es
otro que la apropiación particular del control de nuestro sistema financiero por las
élites de los partidos políticos tradicionales, ansiosos de convertirse en la nueva
oligarquía financiera que pretende dominar el país fuera de cualquier control
democrático, institucional o social.

Todo parece indicar que estos partidos políticos –o, mejor dicho, sus actuales
dirigentes- se han cansado de concurrir a las elecciones. Se han cansado de trabajar
por conseguir el apoyo social y han decidido que es mucho más fácil optar por
blindarse en el poder fáctico a través de esta disparatada maniobra de apropiación.
Ello les permitirá el control social y económico del País Vasco a salvo de la opinión de
nuestros ciudadanos o de algo tan incómodo como presentarse a las elecciones.

El que estos partidos estén haciendo este tipo de planteamientos diferenciados en


Gipuzkoa es, en primer lugar, vergonzoso. Es vergonzoso porque ello revela hasta qué
punto son ellos mismos conscientes de la falta de obligatoriedad y del disparate que
supone lo que sus partidos han hecho en Bizkaia y Alava. Lo cual no parece sin
embargo importarles demasiado, puesto que continúan dirigiendo toda su artillería
dialéctica contra los opositores al Proyecto en lugar de contra sus propios partidos.
En coherencia con lo que ellos mismos están diciendo, lo que deberían hacer es
rebelarse. Rebelarse cuanto antes para obligar a sus partidos a dar marcha atrás a la
barbaridad que han puesto en marcha en Bizkaia y Alava. Rebelarse o dimitir, de
forma inmediata, si es que tienen un mínimo de respeto al futuro de este país.

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Al contrario, sin sonrojarse lo más mínimo, plantean que en Gipuzkoa se ponga en
marcha una configuración diferenciada de la fundación bancaria, más “democrática”
y “representativa”.

Evidentemente, el que en Gipuzkoa se hagan las cosas lo mejor posible no es, en sí


mismo, negativo. Siempre que lo que se pretenda no sea –como todo parece indicar-
un nuevo engaño. Un nuevo engaño en este caso dirigido a que la sociedad
guipuzcoana pueda pensar que a través de una solución diferente en Gipuzkoa puede
resolverse el problema “para Gipuzkoa”.

Lo cierto es que, salvo que Gipuzkoa recuperara el control de la actividad financiera


de Kutxa, las decisiones clave no son ni van a ser tomadas por Kutxa ni por la
fundación bancaria que pudiera sustituirle.

La razón de ello es evidente. La actividad financiera no está ya en manos de Kutxa


sino de Kutxabank, S.A. Esto quiere decir que los mecanismos de control de la misma
son los mecanismos de control aprobados el día 30 de junio para BBK y Vital Kutxa,
que controlan mayoritariamente Kutxabank. Aunque se decidiera en Gipuzkoa una
configuración diferente para Kutxa, ello no afectaría a quién controla realmente la
actividad financiera.

De ahí que relacionar esta posible configuración “más democrática o representativa”


para Gipuzkoa con “asegurar el enraizamiento de las inversiones” o “el compromiso
con nuestro tejido económico” sea un error o una falsedad evidente. Se decida una u
otra cosa en Gipuzkoa, el poder sobre la actividad financiera de Kutxabank en este
territorio ya ha sido configurado en las Asambleas de BBK y Vital Kutxa.

Más aún, lo mismo ocurre sobre las cuantías que se destinarán a obra social en el
conjunto de Kutxabank y, por lo tanto, sobre el importe de la obra social en Gipuzkoa.
Es Kutxabank quien decide este importe y, por lo tanto, el control sobre el mismo ya
ha sido trasladado a esa nueva “élite” de confianza de la cúpula de los partidos
políticos impulsores del Proyecto.

A Kutxa, o a la fundación bancaria que pudiera sustituirle, sólo le queda decidir sobre
qué destinos dar a los recursos que reciba de Kutxabank para su aplicación a la obra
social. Ello es, en sí mismo, importante, pero son sólo migajas si lo comparamos con
la enormidad de la capacidad de decisión trasladada a las cúpulas de los partidos
políticos.

Sin olvidar que, como consecuencia de la desaparición del control público y social que
es el origen y la razón de la obra social de las cajas, esta obra social se irá lógicamente
disolviendo hasta su desaparición.

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Lo que ahora están haciendo estos partidos políticos en Gipuzkoa es, sencillamente,
un nuevo engaño masivo a los gipuzkoanos. Aparentemente, utilizar criterios más
“democráticos y representativos” para el reparto de la obra social siempre sería
positivo. Por supuesto, salvo que se trate –como parece- de una maniobra de imagen
destinada a dar cobertura al monumental engaño a nuestros ciudadanos que supone
el actual proceso de transferencia de poder de las cajas de ahorros vascas.
Transferencia de poder para su apropiación por el círculo de confianza de las
direcciones de los partidos políticos impulsores de este bárbaro proyecto.

Si estos partidos quieren que estas propuestas sean creíbles deberían incorporar no
sólo la denuncia de lo que se ha hecho en Bizkaia y Alava, sino una inmediata
rebelión o dimisión. Lo que se está haciendo con nuestro sistema financiero, con
nuestra economía y con el futuro de este país no es una broma como para dejarnos
engañar por maniobras de imagen.

Colección de documentos sobre Kutxabank elaborada por EKAI Center:

http://www.scribd.com/collections/3352719

Para recibir nuestro boletín, solicitarlo a: info@ekaicenter.eu

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