Está en la página 1de 2

La legislación nacional *

La única ley nacional de AP es la referida Ley N° 22.351, sancionada en 1980


sustituyendo leyes antecesoras de 1934 y 1968 y sin reformas posteriores. Se rigen por
ella todas las AP de jurisdicción nacional. El organismo autárquico que las administra
es la APN, que es dirigida y administrada por un Directorio compuesto por un
Presidente, un Vicepresidente y cuatro vocales designados por el Poder Ejecutivo
Nacional. La ley establece los mecanismos jurídicos para la creación de nuevas AP
nacionales; constituye el Cuerpo de Guardaparques Nacionales, dentro de dicha
Administración, asignándole funciones de policía administrativa en las áreas a su cargo;
define con detalle las tres categorías de AP nacionales que refiere el nombre propio de
la ley (Parque Nacional, Monumento Natural y Reserva Nacional) y las normas de
manejo que rigen en cada una (ver apartado 3.3.). Las reglamentaciones que dicta la
APN se instrumentan a través de actos administrativos emitidos por el Directorio.

En el año 1990, mediante los Decretos del Poder Ejecutivo Nacional Nº 2148 y 2149, y
453/94 se amplían las categorías de manejo incorporándose la de Reserva Natural
Estricta (asimilable a Categoría I de la UICN), y Reserva Natural Silvestre destinadas a
excluir ciertos sectores de los Parques y Reservas Nacionales del uso público o a
encuadrar en dicha nominación otros predios fiscales nacionales.

La APN tiene su sede central en Buenos Aires, asiento del Directorio y de tres
Direcciones Nacionales (de Conservación de Áreas Protegidas, de Interior y de
Coordinación Operativa). En el interior del país posee cuatro Delegaciones Regionales
(NOA, NEA, Centro y Patagonia), sede de equipos profesionales que atienden los
aspectos técnicos de las AP de cada región. Cada unidad de conservación está a cargo
de un Intendente y su personal de guardaparques, administrativo, técnico, brigadista
contra incendios, entre otros según necesidades del AP.

La ley de Parques establece que las propiedades privadas, que existen en áreas de
Reserva Nacional, están sujetas a la ley nacional de bosques en materia de
aprovechamiento forestal y a la reglamentación interna de la APN en otras materias,
como las actividades agropecuarias, la caza y pesca deportivas, el uso público, las
concesiones turísticas, la subdivisión de predios y las obras de infraestructura.

Una primera evaluación de esta ley nacional permite concluir que ha tenido beneficios
destacables: si bien el trámite legislativo de creación de un AP nacional (en cualesquiera
de las tres categorías previstas en la ley) es complejo y controvertido (requiriendo la
cesión de jurisdicción provincial a la Nación, previa a la sanción de la ley nacional de
creación del AP), le garantiza a la unidad así constituida sólido respaldo jurídico y
fortaleza institucional.

Otra importante ventaja es la autarquía administrativa de la APN, como órgano


descentralizado, que le otorgó históricamente una solidez institucional de la que han
carecido instituciones gemelas de otros países del continente (Brasil, Chile, Bolivia,
México, por ejemplo, si bien algunos han otorgado recientemente la autarquía a su
agencia de AP). Esta condición le ha permitido a la APN una relativa independencia de
gestión, una estabilidad política considerable y una identidad institucional notable.
Sin embargo, la Ley Nº 22.351 no establece criterios, modalidades o atribuciones para
una interacción o colaboración de la APN con los órganos provinciales competentes en
la materia, más allá de la posibilidad de firmar convenios. Con ello, tampoco existen
criterios o prioridades para el establecimiento de nuevas AP y para asignarle a cada una
la jerarquía que amerite según valores de conservación determinados.
No se ha legislado ni reglamentado tampoco acerca de posibles modelos de gestión
territorial compartida; de participación social; de interacción con particulares,
organizaciones o instituciones del entorno de las unidades; de promoción y estímulo
para la conservación y el uso sustentable; de un ordenamiento territorial que incluya la
función biodiversidad.

La nueva Constitución Nacional vigente desde 1994 establece en su Artículo 41 que


corresponde a la Nación “dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de
protección y a las provincias, las necesarias para complementarlas” un mecanismo
hasta ahora no utilizado en materia de AP. Tomando ese mandato constitucional, el
Congreso Nacional podría dictar las condiciones mínimas y fundamentales de un
sistema unificado, sin desmedro de las particularidades que se dicte cada ley provincial
más allá de esa base común, de acuerdo a lo que dispone la Ley General del Ambiente,
Nº 25.675. Si bien hay iniciativas parlamentarias al respecto, no existe aún una ley
nacional que integre las diversas jurisdicciones en un sistema unificado de AP para todo
el país. Al presente, esta laguna legal se ha suplido por un convenio interinstitucional
que dio lugar a la constitución del SIFAP que, como se menciona más adelante
(apartado 3.1), aún no se ha consolidado. Esta misma norma podría establecer el marco
jurídico adecuado para el desarrollo del SIFAP, incluyendo mecanismos de
participación ciudadana.

* tomado de: “LAS ÁREAS PROTEGIDAS DE LA ARGENTINA. Herramienta


superior para la conservación de nuestro patrimonio natural y cultural”, APN con la
colaboración de FVSA, Setiembre de 2007, 94 pp.

También podría gustarte