Pedidos en Tepatitlán al 788-8310
En Betania lloró Jesucristo
Cada domingo de
cuaresma hemos venido
recordando capítulos
muy interesantes de la
vida de Nuestro Señor
Jesucristo.
Este, que es ya el
quinto domingo de la
cuaresma, se nos presenta Jesucristo
realizando el milagro de resucitar a su
amigo Lázaro en Betania.
Un famoso milagro que llena de
admiración. Jesús tenía una familia que amaba
más que a las demás. Cuando los odios
estallaban en Jerusalén, y los gritos se
levantaban amenazantes, Jesús se retiraba a
este pueblecito, oasis de cariño, donde lo
amaban con toda el alma. Cristo también tiene
sus preferidos, los que más lo aman. Y uno
de ellos eran Lázaro, Marta y María.
Un día se enferma Lázaro: ellas envían
una razón sencilla a Jesús: a buen
entendedor pocas palabras. “Aquel a
quien amas, está enfermo”. Pero el
enfermo sigue agravándose y Jesús no
llega. Se asoman a la orilla del camino, y
Jesús no aparece… sigue la enfermedad
más grave cada día… los médicos dicen
que se va a morir… qué afán. Mandan a
los amigos a que se suban a las colinas y
atisben a lo lejos, pero Jesús no se ve
venir. Lázaro muere. Pasan varios días y
el amigo Cristo no llega. De Jerusalén
vienen muchísimos amigos al entierro,
porque Lázaro y sus hermanas gozan de
una gran estimación entre la gente, pero
en el entierro falta el mejor de los amigos:
Jesús. El, que es uno de esos amigos que
nunca faltan en las horas tristes, resueltos
a colaborar en todo lo que les sea posible.
Uno de esos amigos de los cuales dice la
S. Biblia “Encontrar un buen amigo es
encontrar un tesoro”. Pero no llegó. ¿Qué
habrá pasado?
Sólo a los cuatro días llega Jesús, pero
ya es demasiado tarde. Salen a encontrarlo
llorando: “Oh si hubieras oído cómo te
llamaba Lázaro: sólo una palabra tenía en
sus labios: “Jesús”. No tenía otra palabra
en su boca. Te llamaba en su agonía.
Deseaba tanto verte… ¡oh señor si
hubieras estado aquí!” Y Jesús se echó a
llorar. Porque El es perfectamente humano,
y ante la muerte de un ser querido, hasta
el más poderoso de todos los hombres,
tiene que echarse a llorar.
Lázaro: yo te lo mando: ¡sal fuera! Y
aquel cadáver maloliente, sale transformad
en un ser vivo, perfectamente sano. Es
tan grande el milagro, que los fariseos
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Por el padre Miguel Ángel
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declaran que si no lo matan, Jesús, se
llevará consigo toda la multitud.
Cómo nos brillan los ojos de emoción
al ver lo poderoso que es Nuestro Jefe:
Cristo. Cómo se nos llenan de sonrisas
nuestros labios al contemplar lo grande y
amable que es nuestro amigo Jesús. Sin
tocarlo, sin masajes, sin remedios, resucita
a un muerto de 4 días de enterrado.
¡Formidable este Cristo!
Que se reúnan todos los cirujanos del
mundo a ver si logran resucitar a una pulga
muerta. ¡Que vengan los poderosos de la
tierra y traten de volverle la vida al cadáver
de un piojo!
Con Jesucristo pasa lo contrario de lo
que nos sucede con los políticos: Vamos
ilusionados a depositar un voto
pensando: “Este sí arreglará la situación”,
y le gritamos “Vivas” en las
manifestaciones porque creemos: “Por fin
llegó el que mejorará nuestra patria”. Y a
los tres años ya no le gritamos vivas y se
murieron nuestras ilusiones, y
exclamamos: “Tampoco éste compuso la
situación. Antes, la volvió peor”. ¿Por qué?
¿No quiso? Sí quiso, pero no pudo. Es que
pedirle a una criatura que nos arregle los
problemas fundamentales es como uno
que se está ahogando, pedirle auxilio a
otro que se está ahogando también.
Ambos se hunden en el abismo. Por eso
dice la S. escritura: Maldito el que confía
en criaturas humanas… bendito quien
sabe confiar en Dios (Jeremías). Pero con
Jesucristo pasa lo contrario que con los
políticos: Empezamos algo fríos: ¿Si podrá
ayudarme? Bueno: que puede, puede,
porque es Dios, y para Dios nada es
imposible, ¿pero si querrá ayudarme, a mí
que soy un dañado, un sin fe, un tan
poquito buen rezador?... Hagamos la
experiencia”. Y empiezan a verse los
milagros en este año… en que estamos.
¡Ah! si pudieran escribirse los hechos
maravillosos que Dios ha hecho en esta
ciudad, en esta parroquia en los últimos
365 días, no cabrían en muchos libros.
Que sí hay milagros en este año también,
y los va a haber porque “Cristo está en el
cielo intercediendo por cada uno de
nosotros”.
Cada uno de nosotros tiene nuestro
Lázaro: son nuestras situaciones
imposibles de ser arregladas por nosotros
mismos. Para unos será en el alma: un vicio
que no somos capaces de dejar. Una
tristeza y malgenio que no se nos quieren
ir. Una falta de fe, una frialdad hacia Dios
o hacia el prójimo: cuántos Lázaros hay
Pedidos en Tepatitlán al 788-8310
aquí en Tepa. Y Cristo los quiere resucitar.
Para otros su Lázaro está en su cuerpo:
una enfermedad que no se quiere curar,
una dolencia que atormenta, una debilidad
que quita fuerzas… y en el altar está el
mismo Cristo que obró el milagro en
Tepatitlán en el tiempo
La autoridad
Por Don Juan Flores García
Por mucho tiempo
oíamos decir: ¡En los
tiempos de Pedro
Arias!, lo que
significaba que
cuando este señor fue
presidente municipal,
existía gran autoridad
y respeto por los
mayores. Los que fuimos niños en ese
tiempo, teníamos mucho respeto para
todos, nuestros padres tenían gran
cuidado para con nosotros, nos guiaban
con mucha disciplina, (decíamos que eran
muy duros en la educación). Cuando por la
calle caminábamos y nos encontrábamos a
una dama, le dejábamos la banqueta, así
como a las personas mayores. Si
cometíamos algún error y nos hacían
acreedores a alguna reprimienda, ésta podía
darla cualquier persona que viera que
hacíamos algo mal. Tres autoridades había
para corregir: Nuestros padres; la autoridad
municipal y la eclesiástica. Podían ellas
disponer de nuestra persona al corregir. No
había oposición o reclamo de parte de
nuestros padres.
Ha sido por ejemplo, común, que de
chamaco y aún de jovencito, empezar por
fumar o tomar alguna bebida alcohólica. Si
éramos sorprendidos por alguno de los
señores dando aquella sabrosa bocanada
de humo, cuando menos esperábamos ya
sentíamos en la boca una sonora cachetada
o el cigarro restregado en la boca. Las malas
palabras u otra mala acción eran corregidas.
Si al recibir la reprimienda nos quejábamos
con nuestros padres, ellos nos aumentaban
el castigo. Qué esperanzas que no
cediéramos en la calle el paso en la
banqueta a los mayores y a las señoras.
Dentro del hogar, cuando nuestros padres
recibían visita, no debíamos estar junto a
ellos, ni mucho menos intervenir en la
Betania, y tiene los mismo poderes y el
mismo amor. Y si no nos da la salud, sí
nos dará la paciencia para sufrir con
fortaleza, y convertir nuestros
padecimientos en gran premio para la vida
eterna.
plática. Estábamos a la mano para servir,
para cuando por ejemplo, el señor que
estaba de visita fumaba (cigarro de hoja),
nos mandaban traer una braza del fogón
para encender el cigarro. Esta braza,
cuidadosamente la tomábamos con las
tenazas, un instrumento que se usaba para
remover en la lumbre lo que se iba
quemando y reacomodar las brazas.
Atentos estábamos a traer un jarro de
aquella sabrosa agua para ofrecerla a los
visitantes.
Si usábamos sombrero, nos
descubríamos al hablar con otra persona.
Todo era respeto para los mayores, hasta
existió un lugar donde estaba escrita,
grabada sobre cantera una frase que decía:
“respeta a tus mayores y Dios te premiará”
, éste lugar era el pórtico del curato que
existió donde hoy es la plaza Morelos. Este
pórtico estuvo en la esquina de Jesús
Reynoso y Lerdo. Era la entrada de ese
edificio que se utilizó para oficinas de la
aduana, tanto federal como del estado. Ahí
acudíamos a pagar las contribuciones. En
ese lugar, pagamos por convenio del
gobierno federal, del estado y los
contribuyentes, una cuota o dos extra para
hacer la presa del “Jigüite” y la planta
purificadora del agua, que hoy gracias a
Dios y a nuestras aportaciones, tenemos
ese líquido tan preciado. Esa agua que a
muchos les sobra y la desperdician
dejándola correr por la calle y a otros les
falta, por falta de respeto hacia los demás,
respeto que hoy día no existe. Las damas
para los jóvenes (algunos) poco respeto
les merecen, cuántas veces los vemos que
a la novia o a la esposa la llevan por la
orilla de la banqueta. En aquellos tiempos
era muy notorio, que si la llevábamos de
ese lado nos decían que si la vendíamos.
Todo esto pasó a la historia, y por eso
decimos que así fue Tepa en el tiempo.
7 días Sábado 8 de marzo de 2008