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¿VIAJE O LITERATURA?
(ENTREVISTA ANTICIPATORIA CON ENRIQUE VILA-MATAS)
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¿VIAJE O LITERATURA? (ENTREVISTA ANTICIPATORIA CON ENRIQUE VILA-MATAS)
dio camino entre una cárcel y un circo (y habla- siempre, donde un ventrílocuo vive el dra-
mos de una distancia física, no sólo metafórica). ma de tener muchos muñecos, pero una so-
Huelga decir —y no por coherencia narrativa— la voz –la propia- para todos ellos. He huido
que fue Susana quien me descubrió a Vila-Matas, siempre de tener un solo registro de voz. Y
al prestarme un ejemplar de Bartleby y Compa- creo que en lo que acabo de decir está ex-
ñía. Todavía hoy me pregunto si fue un gesto plicada toda la tramoya de mi obra. Claro
desinteresado o una cariñosa puya a aquella que eso que acabo de decir lo ha dicho uno
pose mía de joven-escritor-que-no-escribe, don- de los personajes que yo soy, es decir, el
de en realidad era más importante mi máscara o que habla con vosotros ahora. Habría que
personaje que el incoherente diario que por preguntar a los otros, pero hoy están de
aquellas fechas desarrollaba. vacaciones.
Pienso en Vila-Matas y las máscaras, los es-
pejos en los que se escuda el narrador de sus
novelas. Recuerdo la lectura de Impostura o de —Insoportable, chico, verdaderamente in-
Extraña forma de vida y tras este impertinente soportable —me dice Susana cuando trato de
ripio —lectura, impostura— imagino cómo pre- adecuar mi pasado al del escritor y parecerme a
guntarle, cuando lo tenga delante, hasta qué Vila-Matas como él trataba de hacer con
punto la ironía le permite distanciarse de esta Hemingway en París—. Lo tuyo era otra cosa. Lo
vieja imagen; o si en el fondo, como «fingidor que en Enrique Vila-Matas eran «veleidades lite-
fingido» añora tanto aquellos años de joven es- rarias» que reescribe más tarde con ironía, en tu
critor que por eso decidió dedicarle toda una caso eran palpables «vanidades literarias» o di-
novela. rectamente un burdo y gastado truco para ligar
con ingenuas parisinas.
Touché. Posiblemente la importancia radique
Me escondo detrás de muchas máscaras, en el estilo (o en mi total ausencia de). ¿Hasta
tantas como libros he escrito. Pero es que, qué punto prevalece el estilo en su literatura
por muy paradójico que parezca, al enmas- sobre la anécdota o la fábula?
cararme tanto, no he hecho más que cons-
truirme una personalidad de muy diversas
caras y mucho más sólida –o mejor dicho Se habla de que hay un estilo inconfundi-
más acoplada a la verdad- que la de al- blemente vilamatiano, y yo creo que por
guien que, por ejemplo, es sólo una per- algo será, ¿no? No hace mucho, Margarita
sona y dispone por tanto de una sola más- Heredia, compiladora de Vila-Matas portá-
cara (de la que yo pienso que siempre hay til (en editorial Candaya), dijo que yo vivía
que desconfiar). Todos tenemos muchos dentro de mi propia narrativa. Es posible
aspectos distintos a lo largo de un solo día. que así sea y, si así es, no me parece mal,
Esa es una de las riquezas del ser humano. pues la verdad es que vivo muy cómodo con
Me gusta que el poeta desesperado que hay este estilo.
en mí y que algunos amigos conocen en
profundidad pueda convivir perfecta-
mente, por ejemplo, con el señor corriente Ante tal evidencia, me digo: «Sancho, el pa-
que soy a veces y que va al fútbol y grita sado siempre pesa», y decido cambiar de tema y
como un condenado si su equipo marca un tratar de forma un tanto inmadura de mostrarme
gol. Soy tanto el elegante poeta desespe- pedante o vanamente superior. Lo cual no es
rado a lo lord Byron como el vulgar hincha sino otra manera de ajustar más los hilos de mi
futbolístico que come cacahuetes. Soy los careta.
dos. Y muchos más, muchos más. Acúdase a —Pues, ¿sabes?, en realidad La asesina ilus-
uno de mis mejores libros, Una casa para trada, ese libro que Vila-Matas dice estar escri-
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mina de autores, vanguardistas o no que apare- escritores catalanes, y por cómo se vivió todo
ce en la literatura? aquello en Barcelona. Le digo que en el caso que
nos ocupará en Murcia no lo entiendo muy bien,
pues en la obra de Vila-Matas no existe ninguna
Sólo sé que el vanguardismo es una actitud referencia nacional expresa. En su narrativa los
innata en mí. Sin él, me habría aburrido lugares se construyen como itinerarios, y forman
siempre mucho. parte de un imaginario colectivo o de una serie
de referencias a partir de otros libros o de un
juego metatextual. Siempre he creído que para
A mitad del camino, en una estación de ser- él, la literatura es el territorio clave; lo literario
vicio abandonada en la meseta manchega, deco- como un lugar desde el que partir y al que aspi-
rado digno del matrimonio imposible de David rar.
Lynch y Almodóvar, me dejó invadir por el des-
Ya que Bataille decía que «la literatura es la
ánimo:
infancia recuperada», no sé si me atrevería a
—¿Crees que esto merece la pena? —pre- plantarme delante de Vila-Matas tras la confe-
gunto. rencia y preguntarle: ¿qué es para usted litera-
Ella, entre divertida y condescendiente, me tura? ¿Hemos llegado ya? ¿Cuánto falta?
dice que siempre podremos reescribirlo, que la
ficción embellece y que en realidad, poco im-
“Todo es literatura”, decía Marguerite Du-
porta el viaje o el objetivo. Pienso luego en voz
ras. No puedo a esto añadir nada más.
alta, como dirigiéndome a la sombra del escritor
que ocupa nuestras horas de viaje: ¿cuáles son
pues, aparte de la ironía y la intertextualidad, las
El atardecer murciano por fin empieza a per-
claves de esta ficcionalización de la experiencia
filarse por las ventanas de nuestro polvoriento y
cotidiana?
pesado autobús. Se escuchan ronquidos, irritan-
tes sonidos de móviles y zumbidos de conversa-
ciones. Es probable que el ruido de nuestra chá-
Preguntarse si merece la pena demuestra
chara literaria esté impidiendo dormir a varios
que él nunca lo ha visto esto demasiado
honrados trabajadores que mañana tengan que
claro. Imagino que abrirá los ojos al ver que
madrugar. Andamos enfrascados en discutir
digo esto de él. Ella, que lo ha oído todo,
sobre el perfil de la literatura reciente. Novelones
sonríe sólo de pensar que se pueden abrir
históricos con héroe e intriga, o narraciones in-
los ojos, y su carcajada llega hasta el motel
timistas contemporáneas sobre la vida de un
donde duerme David Lynch. La ficcionali-
ciudadano corriente: estos parecen ser los cami-
zación se ha puesto en marcha… Ahora los
nos más practicados de la narrativa actual. Pero
dos jurarían que todo ha merecido la pena,
no hay que rendirse tan pronto. Susana comenta
aunque no saben dónde esta la pena penita
que Vila-Matas apostó en el último Congreso de
pena ni el hotel donde ahora despierta
la Lengua de Cartagena de Indias por construir
Lynch.
una narrativa audaz, intelectual. Pero, ¿en qué
consistiría exactamente esta literatura capaz de
zafarse de la repetición?
Durante las últimas dos horas de viaje y de
conversación con Susana, trato de reprimir cier-
tos impulsos infantiles propios de una madurez Al ir a Cartagena me temía que los acadé-
no asimilada para no bombardearla con las típi-
micos allí invitados tuvieran una visión
cas preguntas: ¿hemos llegado ya? ¿Cuánto fal-
muy esclerótica de la literatura latinoame-
ta? Ella, por el contrario, me pregunta por el te-
ricana más reciente. Y así fue. En ese con-
ma de la feria de Frankfurt de 2007 sobre los
texto hablar de innovaciones y de los libros
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de Roberto Bolaño y sus camaradas fue una tura. Y suscribo de arriba a abajo todo lo que
provocación. Hubo perplejidad al oír los sobre este asunto opina Ricardo Piglia, por
señores académicos nombres de autores ejemplo, para quien la expresión metalitera-
jamás escuchados (el del mismo Bolaño sin tura, al menos como se utiliza hoy, no es na-
ir más lejos). Muchos no habían oído hablar da productiva; es como hablar de meta-
nunca nada de todo eso. Habían llegado lenguaje, que tampoco sirve para analizar
hasta García Márquez y gracias. Una se- nada. Del mismo modo que –como dicen los
ñora del público –solo porque dije que Gar- lógicos- no hay metalenguaje, tampoco exis-
cía Márquez me quedaba muy lejos- me te la metaliteratura. Pero todo eso de la me-
llamó “ser inhumano”. Fue divertido. Y taliteratura ha sido y es un cliché crítico que
preocupante porque en términos generales ha servido para enfrentar lo que sería una
el atraso de los académicos latinoamerica- tradición un poco más compleja de cons-
nos es grandioso. trucción de historias con una supuesta tradi-
ción minimal o directa, la de ciertos escrito-
res que se adaptan y someten a la tentación
Consciente de una expectativa destinada a anti-intelectual que la cultura de masas pro-
nunca cumplirse, el cansancio me invade y ca- duce por su propia dinámica. Se sabe que un
yendo en el más triste de los t(r)ópicos me escritor que quiera funcionar bien en la cul-
duermo en mi asiento. Allí sueño con Vila-Matas, tura de masas debe presentarse como un
bueno, en realidad sueño con aquel joven escri- hombre sencillo, como alguien que de nin-
tor que yo era en París y quería parecerse a él y lo guna manera pueda ser visto como un inte-
primero que me dice es: «Elemento onírico, vaya lectual.
cliché». Hubiera resultado más verosímil un acci-
dente de autobús, cristales reflejando el fuego Pienso que en oposición a esta actitud anti-
en un rojo atardecer que todo lo confunda y que intelectual ha ido encontrando cada vez más
Vila-Matas, quien precisamente se dirigía a Mur- lugar, en el marco de la literatura actual, una
cia en coche para dar la conferencia, tuviera que literatura que ha resistido a la tentación de
parar movido por «la fuerza de su compromiso presentarse como inculta y no creadora de
(sic)» y fuera a rescataros a los dos. Tampoco problemas. En esta tradición están John Ber-
hubiera resultado más creíble, pero ya sabes, por ger, Calvino, Claudio Magris, Borges, Sebald,
aquella época, a mí, es decir, a ti, te gustaba con- Bolaño, Sergio Pitol, Coetzee. A nadie se le
tar cosas. Sí, verdaderamente insoportable. Creo puede ocurrir pensar que John Berger hace
que le dije o me dije: «¡Metaliterario!». Pero más metaliteratura porque escribe ensayos y ha
como un insulto infantil, inseguro sobre su sig- escrito sobre pintura y porque es un hombre
nificado, que por una verdadera consciencia del que en sus novelas reflexiona sobre cuestio-
término. nes múltiples. Como dice Piglia: “El estructu-
ralismo, el postestructuralismo, la metalite-
A riesgo de una merecida respuesta hiriente, ratura…, todo eso no son más que absurdas
llegado el momento, si Enrique Vila-Matas nos fórmulas de las que los escritores no nos
concediera unos minutos en su red literaria, po- hacemos cargo”. En cambio, sí creo que hay
dría preguntarle, tímidamente, como una confi- un conflicto de fondo –en España con-
dencia entre cómplices: ¿qué es lo metaliterario? cretamente un conflicto grandioso, producto
de cierta incultura ancestral- que se expresa
con estas fórmulas; quienes las utilizan –
La intertextualidad remite a algunos críticos quienes hablan, por ejemplo, de “lo me-
obtusos la metaliteratura, que es un género taliterario” dándole, además, un tinte des-
o práctica que en realidad no existe. Yo, al pectivo- lo hacen sólo para poder seguir
menos, siempre he tenido la impresión de haciéndose pasar por personas normales,
hacer simplemente literatura, no metalitera-
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¿VIAJE O LITERATURA? (ENTREVISTA ANTICIPATORIA CON ENRIQUE VILA-MATAS)
SUSANA ARROYO
Universidad de Alcalá de Henares
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