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2009-03-10
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L D (Luis del Pino) La sorprendente rapidez de las detenciones del 13-M, durante la jornada de
reflexión de las elecciones generales, se justificó diciendo que es que el nombre del marroquí
Jamal Zougam, que comercializó las tarjetas de las bombas, ya les "sonaba" a los investigadores
policiales, porque había aparecido relacionado con una investigación sobre tramas islamistas en el
año 2000, lo que permitió "atar cabos" rápidamente. Sin embargo, como revela hoy El Mundo,
es completamente falso que el nombre de Zougam hubiera estado relacionado con ninguna
de esas tramas.
Cuando la Policía encontró, en la madrugada del 11 al 12 de marzo de 2004, una mochila-bomba
milagrosamente intacta en una comisaría de Vallecas, la maquinaria de la investigación oficial del
11-M se puso en marcha.
En aquella mochila-bomba había un teléfono y una tarjeta telefónica, utilizados para detonar el
artefacto. Y, al indagar dónde se había comercializado aquella tarjeta, se comprobó que quien
la había vendido era una tienda de telefonía de Lavapiés, propiedad de un marroquí llamado
Jamal Zougam.
Siempre según la versión oficial, a los investigadores de la Policía se les "encendió la bombilla" al
ver el nombre de Zougam, porque ese nombre ya había aparecido unos años antes del 11-M,
relacionado con una trama de terrorismo islamista. En concreto, Zougam había sido investigado
entre los años 2000 y 2001 a consecuencia de una comisión rogatoria enviada desde Francia.
Por tanto, si se pudieron efectuar detenciones en la jornada de reflexión del 13-M es gracias a que
a la Policía española ya "le sonaba" el nombre de Zougam. Y, sin embargo, es falso que
Zougam hubiera aparecido relacionado con una trama islamista años antes del 11-M.
Es verdad que en el año 2000 se recibió una comisión rogatoria desde Francia, en la que se
afirmaba que el teléfono de la casa de Zougam había aparecido en la agenda de un terrorista
islamista de origen francés, llamado David Courtailler. Como consecuencia de aquella
comisión rogatoria, Zougam y su madre fueron investigados en 2001, aunque sin llegar a
acusarles nunca de nada, y su piso fue registrado.
Sin embargo, como revela hoy El Mundo, cuando el juez francés Jean Louis Brouguiere se
desplazó a Madrid el 12 de junio de 2001 para tomar
declaración a Zougam y a
su madre, resultó que en realidad era mentira que hubiera
aparecido el teléfono de la casa de Zougam en la agenda de
ningún terrorista francés.
Lo más inquietante del episodio es constatar que, de no haber sido por aquel "error judicial"
cometido cuatro años antes del 11-M, no se habría podido detener a nadie en plena jornada de
reflexión, porque a los investigadores policiales no se les habría "encendido la bombilla" al oír el
nombre de Zougam.