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Modernidad y otredad en el proceso discursivo de

conformación identitaria de América Latina.

María Cecilia E. Ramírez


Estudiante de la Licenciatura en Letras y Licenciatura en Filosofía.
Facultad de Humanidades – UNNE – Chaco

A partir de lecturas de textos de Roberto Fernández Retamar, Augusto


Pérez Lindo y Alejandra Fernández propuestos por la cátedra, el presente
escrito intentará plantear, una mirada crítica acerca de la conformación
identitaria de América Latina respecto a dos conceptos que aparecen
continuamente en la bibliografía sobre la problemática latinoamericana. Estos
conceptos son modernidad y otredad.

Ante dichos conceptos se sostiene que el proceso de construcción de


identidad en latinoamericana debe ser considerado como un proceso
discursivo que permite variedad de versiones. A este proceso discursivo
vienen a sumarse el mestizaje cultural, cierto plurilingüismo y diferencias
cronológicas en la conformación político social de los países que conforman
nuestra América.

Si recorremos la formación de este proceso de construcción identitaria,


desde el siglo XVI (arribo de los españoles), caemos en cuenta de que la
pregunta por la identidad, para que llegue a ser importante requiriere un
período de crisis e inestabilidad, una amenaza al modo de vida tradicional,
especialmente si esto sucede en presencia de otras formas culturales.
Podemos así distinguir al menos cuatro períodos de crisis en la historia
latinoamericana en los cuales la pregunta por la identidad adquiere
importancia.

El primero puede situarse durante los años de la conquista y colonización.


Ante el español, los indios pierden su libertad y su sentido de identidad
original dando lugar a la conformación de una nueva matriz cultural, en la
que las comunidades autóctonas de “el nuevo mundo” aparecen como un
"otro" inferior. De esta manera los españoles dan origen a un proceso de
cosificación cultural. La llegada de los europeos paleoccidentales a estas

1
tierras (…) ha sido reiteradamente llamada descubrimiento “el
descubrimiento”. Tal denominación, por sí sola, implica una completa
falsificación, un cubrimiento de la historia verdadera. Los hombres y las
culturas de estas tierras, pasan así a ser cosificados, dejan de ser sujetos de
la historia para ser “descubiertos” por el hombre, como el paisaje, la flora y la
fauna1. Esta cosificación trae aparejada la conformación de discursos
doctrinarios que han predominado a través de varios siglos “a través de la
escolarización, de la iniciación religiosa y los medios de comunicación2. La
institucionalización de estos discursos acarrea además cierto tipo de
violencia simbólica que no puede ser pasada por alto; pero a su vez, esta
idea de lo otro deja entrever que existe otra visión de la realidad. En los
tiempos de la conquista la visión de lo otro para las comunidades autóctonas
fue la de la hecatombe, es decir la visión que pudieron transmitir los
sobrevivientes de aquellos aborígenes3.

Más adelante la idea de lo otro adquiere un nuevo sentido. Ya no referirá


solamente a los hombres vencidos por la occidentalización, sino que hará
referencia a los nacidos al otro lado del Atlántico, a los que con orgullo
comienzan a sentirse diferentes y a subrayar su condición de criollos dando
paso a una primera posibilidad de ruptura con Europa y palpitando lo que
será un segundo momento crítico en la conformación identitaria.

Este segundo momento es el de la crisis de la independencia y el período


de constitución de los estados nacionales a comienzos del siglo XIX. Las ideas
de la Ilustración adquieren gran impacto y comienzan a gestarse las luchas
por la independencia de las naciones consideradas atrasadas (España y
Portugal) en pos de un progreso acorde a lo que determinada la modernidad
a nivel global. Aparece en escena la idea de que con la revolución americana
acabó la acción de la Europa española; pero comienza a accionar en el
pensamiento americano las ideas de la Europa anglosajona; y con esta idea
aparecen pensamientos cuestionables que dejaron de lado el mestizaje
cultural, propio de Latinoamérica, y dieron lugar a un nuevo colonialismo, que

1
FERNANDEZ RETAMAR, Roberto. América Latina y el trasfondo de Occidente. En América Latina en sus ideas. Editorial Siglo
XXI. Pág. 304
2
PEREZ LINDO, Augusto. Identidad y consciencia histórica en el pensamiento latinoamericano. Apuntes de cátedra. Pág. 12
3
FERNANDEZ RETAMAR. Op. Cit

2
será conocido tiempo más tarde como neocolonialismo contra el que
reaccionan a finales del siglo XIX grandes pensadores de Latinoamérica,
como el paradigmático caso de José Martí, quien en 1889 declara que ha
llegado para la América española la hora de declarar su segunda
independencia.

Estos discursos darán lugar años más tarde a otros dos momentos críticos
que hacen replantear es sentido de una conformación identitaria en
Latinoamérica. Un tercer período aparece en América Latina entre 1914 y
1930: en el contexto de la Primera Guerra Mundial y de la gran depresión del
sistema capitalista mundial a fines de los años 20, la dominación oligárquica
de los terratenientes latinoamericanos empieza a deteriorarse, y las clases
medias y obreras recientemente movilizadas comienzan a desafiar el orden
establecido; y un cuarto período de importancia puede detectarse alrededor
de los años 70 con el fracaso de los regímenes populistas, el progresivo
estancamiento industrial y la creciente radicalización de las clases populares
condujeron a una serie de golpes militares en varios países del cono sur. Esto
suscita una vez más nuevas preguntas sobre nuestra identidad y a su vez
nuevos discursos para tratar de conformarla.

Vemos así como a partir de la implantación del discurso de lo otro el


proyecto moderno de colonización primero y expansión del capitalismo luego,
se valió de la idea de lo otro como algo negativo. Sin embargo esta otredad,
con el transcurso del tiempo permitió que se generará la autoconciencia de
considerarnos diferentes como condición efectiva que debe ser asumida, no
con el afán de crear universalidades sino de resaltar nuestra peculiar
heterogeneidad como criterio para discernir ideas, instituciones y sistemas
económicos, políticos y culturales, que a su vez van conformando nuevos
discursos que se adaptan al momento histórico en el cual se acuñan y que
por ende, por más institucionalizados que se pretendan tienen como
resultado el hecho que la tan pretendida identidad latinoamericana esté en
permanentemente estado de construcción y reconstrucción.

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