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A propósito
de eutanasia
y
extremismos
J. Enrique Cáceres-Arrieta
Autor de El periodista, el medio, la verdad
Índice
Contenido
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1. A propósito de eutanasia
Conclusión
Bibliografía
Introducción
Al igual que otros temas como el aborto, pena de muerte,
el condón, la homosexualidad, la investigación con células
madre y embriones, la eutanasia es uno de esos temas
difíciles de tratar sin caer en intolerancia o fanatismo.
En términos humanos, la eutanasia se presenta como
buena y hasta entendible puesto que el sentir de la mayor
parte de personas que creen en ella y/o la aplican lo hacen
de buena fe. Negarlo sería intentar tapar el Sol con un
dedo. Pero, quienes apoyan la eutanasia pasan por alto
ciertos elementos y verdades que trataremos en este
ensayo. Espero ser claro para que no haya malas
interpretaciones.
Alguien por razón de prejuicios religiosos o por
posiciones existenciales filosóficas agnósticas o ateas
puede argumentar que la religión lo único que hace es
enredar las cosas. No creo que sea cierto en la mayoría de
casos.
Pienso que temas susceptibles a controversia deben ser
analizados desde las perspectivas que abarcan las tres
dimensiones humanas: espiritual, anímica y corporal. Si no
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J. Enrique Cáceres-Arrieta
Ciudad de Panamá, 14 de marzo de 2006
A propósito de
eutanasia
“Si el paciente sicótico no fuera más que una máquina cerebral dañada, la
eutanasia estaría plenamente justificada”.
-Viktor E. Frankl-
Fanatismo religioso,
cientificismo y filosofía barata
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¿Es esto todo lo que hay por conocer en esta vida? No lo creo, aun cuando
la ciencia y la tecnología den saltos más grandes de los vistos. Como
tampoco creo que la vida sea solo nacer, crecer, reproducirse y morir. Me
parece monótono y sin sentido. Ese círculo vicioso es razonable para los
animales, pero no para un ser especial y único como el humano. Si esto
fuera todo y la vida se acabara al morir, bien podríamos decir con los
filósofos de la muerte: “Comamos y bebamos, porque mañana moriremos”.
O bien valdría dejarnos someter y tiranizar por los instintos para lograr el
máximo placer del cuerpo. Creo que el ser humano fue creado para
trascenderse a sí mismo, trascender cualquier situación y trascender más
allá de la vida misma. Sin eso, la vida es desabrida, demasiado simple,
rutinaria y sin sentido. Y solo venimos -como me dijo una joven mujer hace
un tiempo- a resolver problemas. ¿Tanto nadar para morir ahogados en la
orilla? Si así fuera, ¡la vida no tuviera sentido! El único sentido que
pudiéramos darle sería tan mortal como nosotros mismos y correríamos el
riesgo de perder esa “voluntad de sentido”, como la llama Viktor E. Frankl,
si perdiéramos eso a lo cual está adherida nuestra vida: hijos, pareja,
dinero, riquezas, posesiones, posición social, casa, carros, ad infinitum.
Hace varios años tuve la oportunidad de ver una película basada en el
libro Más allá del umbral de la muerte, de Maurice Rawlings, médico
que ha atendido numerosos pacientes muertos clínicamente. En el filme se
revelaba algo descubierto hace unos años. En una clínica se pesaba a los
moribundos antes y después de morir. El peso antes de morir al de después
de morir no coincidían. Lo atribuyo yo al peso de esa parte intangible que
la Biblia llama espíritu (gr. pneuma) y alma (gr. psuque), que muchos han
confundido o creen que son sinónimos, y otros niegan, no sustentados en la
ciencia, sino en la filosofía.
Como viéramos, el significado etimológico de la palabra eutanasia es
“muerte buena”. Pero ¿qué muerte en sí es “buena”? Los partidarios de la
eutanasia dirán que lo es cuando se libra a alguien de seguir sufriendo. Si lo
vemos en el plano exclusivamente humano, diríamos que la muerte casi
nunca es buena, sino trágica porque trae consigo dolor y sufrimiento. Desde
el punto de vista bíblico, la muerte para el creyente no solo es “buena”,
sino que también me lleva a una vida mejor, a estar con el Salvador de mi
alma. “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el
vivir en este cuerpo resulta para mí en beneficio de la obra [evangélica], no
sé entonces qué escoger. Porque de ambos lados me siento apremiado,
teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;
pero quedar en el cuerpo es más necesario por causa de ustedes”. (San
Pablo: Filipenses 1: 21-24)
a otras personas], lo cierto es que empiezas a pensar que tal vez, tal vez no
sepas de qué estás hablando”. (2) (La cursiva es mía)
Decir que todo tiene un origen material y una explicación racional es
partir de una premisa falsa, que te llevará a una conclusión también falsa.
Puesto que no es cierto que todo tiene un origen material y una explicación
racional. Charles Caleb Colton afirma que “aquel que cree solamente lo
que puede comprender bien, debe tener una cabeza muy larga o un credo
muy corto”. Hay cosas que no tuvieron ningún principio material y
fenómenos que no tienen explicación racional y no por ello son irreales.
Simplemente ocurren y punto, aunque yo no los crea o acepte. Desde luego,
hay supersticiones, mitos, trucos, trampas, ilusionismo, condicionamiento
sicológico, lavado de cerebro, alucinaciones, sicosis, manía persecutoria,
paranoias, etc. Pero que ocurren fenómenos inexplicables como los
milagros es tan cierto como que dos más dos son cuatro. “El hombre está
siempre dispuesto a negar aquello que no comprende”, porque esa es la vía
más fácil ante una verdad irrefutable, afirma Luigi Pirandello. Más aún,
quien no tiene argumentos para rebatir tus ideas te ignora o te insulta.
Desvía la discusión del terreno temático al personal. Pocas veces accede a
dirimir sus ideas en el plano intelectual, no por carecer de inteligencia, sino
de argumentos sólidos y veraces.
Supongamos que la gente que no cree en preceptos y creencias
“medievales” al final de la vida y de todo nos damos cuenta de que tenían
razón. Te aseguro que los que sí creemos en la Biblia y el Cristo resucitado
de la Biblia no hemos perdido nada. Al contrario, nos ahorramos
muchísimos dolores de cabeza y conflictos con nosotros mismos y con el
prójimo. Pero que tal que al final de todo descubrimos que los
creyentes en Cristo teníamos razón, ¿adónde pararán los que negaban la
Biblia y al Jesús resucitado? Estarán en serios problemas. Es cómodo decir
“correré el riesgo” cuando estás de este lado del problema, al estar tú fuera
del lío. El dicho reza: “el infierno está lleno de arrepentidos”. Arrepentidos
de no haber parado bolas al tema del infierno.
Pascal expresa: “prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe,
que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Porque si después no
hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada
eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud
de rechazo”. ¡Esto está más bueno que el pan!
Jesús en cierta ocasión afirmó que hay sujetos que no creerían aunque
alguien se levantara de los muertos ante sus ojos (Jesús se levantó de los
muertos al tercer día y pocos son los que le han creído, a pesar de las
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viajes en avión que hice a Colombia con mi hijo mayor que para entonces
tendría unos cuatro años, el piloto se metió en una pequeña tormenta
eléctrica que estremecía el avión como una hoja movida por el viento.
Frente a mí había un señor de unos cuarenta o cincuenta años, y de aspecto
árabe: la actitud de él fue de enojo contra el piloto y de plegaria. No
entendía su idioma pero sabía yo que oraba por su lenguaje corporal.
Confieso que esa ha sido la ocasión en que más miedo he sentido, en el
cual hice votos como nunca y el viaje en avión que más recuerdo. Es fácil
hablar y envalentonarte contra Dios, maldecir y escupir en la quietud de las
aguas; lo que cuesta saber a ciencia cierta es cómo reaccionaríamos ante el
azote inmisericorde del mar que se levanta cual monstruo a devorarnos,
hundirnos y tragarnos con todo lo que amamos.
colocarlo a un solo escalón por encima de los animales. Ten por cierto que
dictadores, médicos de la muerte como Shipman y Kevorkian sostenían que
el humano es un simple animal racional. Con ideas similares se llega a vivir
de espaldas a Dios (sin temor reverencial al Creado de la vida) y a tener en
poco la vida humana.
La eliminación de la “vida inútil” -practicada por el nacionalsocialismo
de los nazis- va por la misma línea, aunque digan que no es lo mismo. Tal
como escribiera el sicólogo de origen judío Béla Székely, “ninguna
sociedad humanista [menos la verdaderamente cristiana] puede aceptar la
legitimidad de la eutanasia; ningún médico puede ser instrumento de la
muerte sino de la salud; ningún familiar tiene el derecho de decidir sobre el
sufrimiento de otra persona”. (6)
Admito que hace varios años yo no creía en sicólogos y siquiatras por
estar prejuiciado contra ellos, al punto que me burlaba de ellos. Pero pasé
por una amarga experiencia que me llevó a estudiar mi propia conducta y
hacer correctivos. Pensaba yo que mis estudios teológicos eran suficientes
para resolver todo tipo de problema, incluyendo los caracterológicos. Mas
no fue así. Hoy más que nunca estoy convencido de que el ser humano
necesita trabajar en su espíritu, alma y cuerpo para ser libre de manera
integral. Por tanto, una de mis máximas preferidas es escribir para cambiar
y animar a que otros quieran cambiar.
Seamos equilibrados y que nuestra tolerancia al derecho ajeno a disentir
aumente en lugar de disminuir, pues solo así podremos vivir en paz, ya que
“el respeto al derecho ajeno es la paz”, manifiesta Benito Juárez.
Citas:
Conclusión
Bibliografía