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El rescate de Obama

Febrero 12 de 2.009
De la versión impresa de The Economist

Esta semana marcó una enorme oportunidad perdida en la crisis económica

Hubo una posibilidad esta semana que podría marcar un hito en la profundización de la recesión mundial, Barack Obama
produjo las dos partes principales del plan de rescate. La primera, y la más sobreargumentada, fue un gran impulso fiscal.
Después de muchas disputas en el Congreso el proyecto final de la ley de estímulo, por un valor de $ 789 mil millones,
parece haber sido acordado el 11 de febrero. En pocos días debe convertirse en ley. La segunda, y más importante parte
del rescate era el plan de Obama para la corregir del desorden financiero, establecido en un discurso pronunciado el 10 de
febrero por Tim Geithner, secretario del Tesoro:

“América no puede rescatar a la economía mundial por sí misma. Pero esta doble ofensiva de la mayor economía
podría haber roto la espiral de incertidumbre y pesimismo de los inversores, productores y consumidores en todo el
mundo”.

Lamentablemente, esa oportunidad se desperdició. Obama cedió el control del estímulo al rebelde Congreso demócrata,
permitiendo que un plan que debería haber tenido un amplio apoyo de ambos partidos, pase a convertirse en una pelea
partidista. Más grave aún fue el plan de rescate financiero de Geithner, que aunque es promocionado como una salida
audaz de la incertidumbre que ha plagado Wall Street desde el gobierno de Bush, de hecho parecía tan deprimente como
sus esfuerzos anteriores: una propuesta tímida, incompleta y poco detallada. A pesar de hablar de un billón de dólares, los
mercados cayeron. Lejos de aumentar la confianza, Obama parece en el mar.

Rabietas tóxicas, caos contingente

El plan de estímulo fiscal tiene algunos defectos obvios. Demasiado impulso para la demanda que esta recargada para
2010 y más allá. El compromiso con el proyecto de ley esta cargado más de gasto determinado por los legisladores
demócratas que por la eficiencia con que la economía será impulsada. Y que contiene cláusulas de "Compre americano"
cláusulas que, incluso en su versión suavizada, envían una señal equivocada a los socios comerciales.

Pese todas estas deficiencias, el plan de estímulo es una gran cosa. Teniendo en cuenta el ritmo al que la demanda esta
cayendo, un gran y sostenido impulso fiscal es vital para la economía de América. Este paquete, aunque imperfecto, lo
gestiona.

Esto hace que la poca adecuación de los programas de rescate financiero sean todavía más lamentables. El estímulo fiscal
es indispensable, pero no puede crear una recuperación económica duradera en un país con una fractura del sistema
financiero. La gran lección de una caída bancaria como la de Japón en la década de 1990, es que la deuda cargada en los
balances de los bancos debe ser reestructurada y corregida antes de que las recuperaciones reales puedan despegar. La
historia también sugiere que los países que permiten atender rápida y creativamente las crisis bancarias (como Suecia hizo
a principios de 1990) lo hacen mejor que los que no. Esto es costoso y doloroso, pero siendo cautos, los gobiernos
cicateros acaban pagando más que los que actúan valientemente.

Para cualquiera de los niveles históricos recientes de los bancos de América el problema es grande. La escala de
préstamos con problemas y las estimaciones de posibles pérdidas - que se suponen en más de $ 2 billones- sugieren que
muchos de los bancos más grandes del país pueden estar insolventes. Sus balances están obstruidos por cientos de miles
de millones de dólares de activos "tóxicos", activos no liquidos, complejos y difíciles con precios descendentes de las
hipotecas, así como un número creciente de préstamos para fines distintos a la vivienda que se están volviendo “ácidos”
gracias a la caída de la economía. Peor aún, las hojas de los balances son solo un componente del problema del crédito. La
mayoría de las tensiones del crédito se deben a la caída de la titularización, es decir al empaquetado y venta de deudas que
van desde deudas de tarjetas de crédito hasta hipotecas.

Corregir esta situación requerirá coraje, imaginación y un montón de dinero de los contribuyentes. Geithner dice que lo
sabe. "Creemos que la respuesta política ha de ser integral y contundente", afirmó en su discurso, añadiendo
que "hay más riesgo y mayor costo en el gradualismo que en la acción agresiva".

Pero sus obras no están a la altura de sus palabras. Su lista de tareas fue insuficiente en algunos de los más espinosos
problemas, tales como la nacionalización de los bancos insolventes, tratando con activos tóxicos y la caída de las
hipotecas. Geithner se comprometió a "una prueba de stress" para los grandes bancos para ver si eran adecuadamente
capitalizados y a ofrecer capital contingente si no lo eran. Sin embargo, ofreció algunos detalles sobre las inyecciones de
dinero público, que implicarían en última instancia que el gobierno adquiriera el control de los mismos. Su plan para un
"fondo público-privado de inversión" para comprar los activos tóxicos era vaga y su lógica – que un gobierno impulse con
financiación barata a un mercado moribundo- fue heroica. Los balances de los bancos se obstruyen con basura tóxica,
precisamente porque no están dispuestos a vender dicha basura a los precios de los fondos de cobertura y a los precios que
inversores privados están dispuestos a pagar. Su vaguedad, a su vez, dio lugar a la incoherencia. ¿Cómo pueden los
bancos someterse a una prueba de estrés si no saben como negociaran sus activos? Y ¿a qué precio? En medio de estas
deficiencias, hay algunas buenas ideas, como una ampliación de cinco a doscientos millones las reservas de la Reserva
Federal para impulsar la titularización. Pero para los inversores nerviosos y los políticos preocupados, desesperados por
detalles y precios, el "plan" es una grave decepción.

Un gran fracaso de los nervios

¿Qué tan grave es este contratiempo? Una interpretación es que el equipo de Obama manejó mal las expectativas que se
generaron con el plan. Si es así, es un gran error. La gestión de expectativas es parte del fomento de la confianza y cuando
estos rescates son muy complejos, es imperdonable equivocarse en la parte fácil.

Más preocupante aún es la posibilidad de que Geithner divague acerca de que hacer, sea renuente a tomar decisiones
difíciles y tímido para pedir suficiente dinero al Congreso. Esa es una perspectiva alarmante. Los "Banksters" (mezcla de
banqueros y gangsters N del T) pueden ser odiados por todos, pero seguramente más dinero será necesario para la
limpieza de los bancos de América y para administrar la corrección financiera que la economía necesita. Que como este
diario ha sostenido antes, significa que debe existir algún tipo de "banco malo" para los préstamos tóxicos (con la
nacionalización temporal de parte del proceso de limpieza, si es necesario) y las garantías para cubrir pérdidas
catastróficas en los "buenos" los bancos que continúan. Del equipo de Obama se debe reconocer que al igual que sus
predecesores, llegará a ser visto como parte del problema, y no como parte de la solución.

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