A mi familia, por ayudarme en el duro sendero de la vida, A mis amigos, entre ellos Beln, Jos y Mara, por estar

siempre a mi lado. Y a ti, gracias por leer este relato.

El camino del fin, Ignacio Ramos.

El campanario de la iglesia empez a emitir un sonido agudo, que se elevaba por encima del hablar de las personas y espantaba a los pjaros que descansaban en las ramas de los robustos rboles. Caroline caminaba por las calles con el vestido estampado de flores, mientras un sol esplndido iluminaba su rostro, haciendo brillar sus ojos azules. Caminaba sin rumbo fijo, a la espera de que su novio llegase a la plaza. Se retrasaba, y eso era extrao en l. Empez a caminar por todas las calles del pueblo, con la esperanza de que le encontrar por su casa, o en la panadera en la que su madre trabaja desde la salida del sol a su puesta. Mientras iba rumbo a la avenida en la que viva, se fij en algo que capt su atencin. Era una estatua. A pesar de que no haca mucho que llevaba en el pueblo, pareca ser antigua. Era de un color grisceo, con el pelo bronceado de mrmol. Sus ojos eran grandes, y miraban como algo que sus manos sostenan, una especie de tesoro invisible. Se acerc para contemplarla de cerca. Lo que sucedi a continuacin, la desconcert por completo. Not como todo se volva negro a su alrededor, como del suelo emanaban una especie de sombra. Sinti como las manos de la figura la lanzaban contra ella, y como algo mordisqueaba su cuello con fuerza y a la vez con pasin. Al instante, se encontr en una habitacin oscura. Un hombre de cabellos negros y un rostro plido la observaba con detenimiento. Sus labios se encontraban llenos de sangre de un color oscuro. No entenda nada. Deseo escapar de all, volver a la iglesia y esperar sentada en el banco a su novio. Pero ya era tarde.

Notaba como su cuerpo empezaba a cansarse, y como perda el control de este. -Muchacha, bienvenida. El chico la miraba con algo de asco, mientras en sus ojos Carolina pudo observar algo que la desconcentr por completo. Era su novio.