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Coro Gloria, gloria al soldado!

Y que su fama corra por el solar nativo, en crnica y cantar, y que solo a la recia medida de su pecho la patria del maana se pueda edificar. I Soldados de Colombia! La luz de vuestras armas es un reflejo heroico del sol de Boyac; que, al proyectarse en medio de espadas y banderas, las sendas de la patria por siempre alumbrara. II Si en cada acero vibra el temple de otros siglos, si son nuestros fusiles herencia de otra edad, la empresa es hoy la misma: regar con nuestra sangre las cruces de los prceres y el rbol de la paz. III Porque ser soldado de Colombia gloriosa es unir, en la rfaga de un momento estelar; la gloria del pasado y el triunfo del futuro, como dos lanzas puestas sobre un arco triunfal. IV La patria no es el cerco de abruptas cordilleras que el ojo humano puede medir y calcular. La patria est en el nimo resuelto del soldado y solo su esperanza la puede limitar. V Morir para el soldado, la mano en el acero no es inclinarse al peso de un destino fatal, sino ofrecer la vida, como gentil corona, que cae en el regazo de la patria inmortal. VI Y cada oscura tumba donde

yace un soldado, alzndose del suelo, parece un pedestal desde el cual se divisa, rodeada de satlites a Colombia que trae su luz continental. VII Fe, lealtad y herosmo, trinidad protectora luciendo en nuestros pechos, debe ser la seal que identifique al bravo soldado colombiano, si combate en la tierra o si lucha en el mar. VIII Lealtad con las espadas, lealtad con la bandera que es alto testimonio de un pacto inmortal, y que protege y cubre, bajo sus sacros pliegues, la cuna y el sepulcro, la mesa y el altar. IX Fe en el valor preciso de la vertida sangre que va a regar las aras de un mgico ideal, y que es el rojo nctar de que se embriagan siempre los pueblos que nacieron para la libertad. X Y un sereno herosmo, que preste a las espadas el temple de la recia tizona de Vivar, para que tenga limpias de sombras las fronteras y siempre guarnecida la torre del solar. XI Tal la misin sublime del nclito soldado que el escudo sagrado de la patria al besar, trae, garantizado su amor al sacrificio, dos testigos unnimes: Dios y la humanidad.

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