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CAMARONES Un sbado muy temprano, faltando una semana para el retorno a las aulas, montamos en tres burros que

alquilamos y nos fuimos ro abajo. Conforme descendamos, el Yuracmayo iba calmando el furor turbulento de sus aguas y se vean menos perdones en su cauce. Tras dos horas de viaje, llegamos a donde el ro se ensancha y forma islotes pedregosos en cuyo centro arenoso crecen matas de caa brava. Ah nos detuvimos. Aun haba neblina y se senta algo de fri. Nos instalamos en la roca de siempre, junto a un enorme eucalipto solitario. Papa y mama sacaron un libro cada uno. Los chicos, como siempre juntamos lea, encendimos fuego, pusimos a hervir agua en un olln sobre tres piedras, y nos fuimos a coger moras. Haba que esperar que hubiese ms luz, para poder ver a travs del agua. A media maana, cuando brillaba muy alto el sol, papa nos llam con un fuerte silbido. Poco despus, mi hermano y yo entramos con el al ro El agua estaba fra y me llegaba al pecho. Avanzbamos en silencio, con cuidado, para no asustar a los camarones, escondidos en las grietas de las rocas o entre las rosadas races de los sauces de la orilla. Era su tiempo y, cuando cogiamos uno, veamos diez o veinte huyendo a otros escondrijos. As podamos escoger los grandes, los de pinzas enormes. Poco antes del medioda, mi hermano y yo salamos por ultima vez, para que tambin mama se divirtiera cogiendo camarones, mientras cuidbamos a nuestra hermana jugando con ella en la orilla. Una hora despus, mama nos sirvi en hondos platos de fierro enlozado, las papas, choclos y camarones sancochados. -Adivina, adivinador: Medio verde cuando esta vivo, bien coloradito cuando esta muerto Qu cosa es? nos pregunto Julita, mirndonos muy seria. -Qu ser, pues, que ser, no? contestamos sonriendo mientras quitbamos a los camarones su roja caparazn. -Uy, que tontos son! Si los estn viendo. los estn viendo dijo Julita, y todos nos remos con ella.

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