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La falta de vitamina A afecta a las células que revisten los tractos intestinales,
reproductores y digestivos. Por consiguiente, esta carencia puede debilitar el
sistema inmunitario de las aves, lo cual provocaría infecciones que llegan a ser
incluso mortales.
Los síntomas de este tipo de carencia dependen del sistema que se vea afectado
(reproductor, digestivo o respiratorio) y de los microorganismos que estén
atacando al animal.
Un ave con una deficiencia de vitamina A puede mostrar alguno de estos síntomas:
estornudos, supuración nasal, fosas nasales con costras o taponadas,
aletargamiento, depresión, diarrea, movimientos de la cola al respirar, delgadez,
pérdida del color de las plumas, ojos hinchados, supuración ocular, falta de apetito,
atragantamientos, dificultades respiratorias y "boca babosa".
La falta de vitamina A no suele ser causa directa de fallecimiento, sino que esta
carencia normalmente provoca infecciones secundarias muy comunes en las aves
que debilitan la resistencia ante las enfermedades e impiden la regeneración
normal de las células. Son estas infecciones secundarias las que pueden causar
daños orgánicos que resulten mortales. Por lo tanto, lo primero que debemos hacer
es tratar la infección, administrando a la vez inyecciones de vitamina A.
Para tratar este tipo de infecciones secundarias, debemos llevar a cabo una serie de
pruebas diagnósticas: la extracción de sangre permite detectar qué órganos están
afectados; los cultivos nos indican qué hongos o bacterias son las causantes de la
infección y qué antibióticos resultan efectivos; el análisis de las deposiciones nos
mostrarán la posible existencia de parásitos.
Una vez realizadas estas pruebas, nuestro veterinario tratará al ave con los
medicamentos necesarios basándose en los resultados obtenidos. A menudo,
también es necesario nebulizar al animal, alimentarlo con una sonda y sajar los
abscesos una vez que el ave esté estabilizada. Aunque el pájaro puede llegar a
necesitar un período de recuperación bastante largo, el pronóstico suele ser
favorable siempre que no hayan llegado a producirse daños irreversibles en ningún
órgano.
El dicho "más vale prevenir que curar" es de lo más apropiado es este caso. Las
psitácidas son bastante resistentes a las enfermedades pero cuando contraen
alguna, suele ser bastante difícil curarlas, especialmente cuando la afección tiene
como origen una dieta inadecuada, que muchas veces viene establecida por unos
malos hábitos de alimentación.
Las dietas carentes de vitamina A suelen a menudo ser bajas en otro tipo de
vitaminas, proteínas y minerales, así que la base para evitar enfermedades es una
nutrición apropiada, incluyendo también complejos vitamínicos. Además de una
buena alimentación basada en todo tipo de semillas, los loros deben acostumbrarse
a comer alimentos que sean amarillos o de color verde oscuro (aunque esto tiene
algunas excepciones).