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Nuestras relaciones pueden ser una hoguera fugaz o pueden ser semillas que plantamos para asistirlas y cuidarlas mientras crecen.
Todo lo que agregamos para alimentar el fuego se va consumiendo pasiones, deseos expresados en la avidez de los sentidos, promesas que seducen, o fascinan, o convencen, compromisos hechos bajo el arrebato de la ilusin o de nuestros intereses particulares-, hasta que las llamas dejan de arder porque no tenan su propio fuego.
Esas relaciones se agotan tizones humeantes que luego sern ceniza menuda dispersada por el viento y la lluvia-, y tambin se agota algo que nosotros sentamos como real y seguro. (A veces esas llamas fueron apagadas por leves tormentas cuando apenas empezaban las relaciones.)
La frase comn aplicable para cada una de esas relaciones y situaciones podr ser: "Qu poco dur!
Las relaciones que empiezan como semillas son discretas. Brotan sin prisa, sin ruidos, sin exaltadas
declaraciones, fuertes en su vulnerabilidad. Se extienden y se ramifican exuberantes bajo las caricias de la vida. Y estamos presentes mientras observamos sus manifestaciones, atentos a su bienestar, incansables, constantes, protectores.
De pronto nos damos cuenta que han crecido y muestran sus frutos y sentimos algn aliento de gratitud y de alegra en nuestro corazn.
Son como un hermoso rbol, de races profundas y de robusta solidez que puede sobrevivir por s mismo a pesar de la inclemencia de las estaciones.
Podemos preguntarnos: Cules de nuestras relaciones son una fogata donde crepita y se consume la lea que no podr retoar? Y cules son semillas que crecen, reverdeciendo y llenndose de hojas y frutos mientras la vida se expresa en sus incontenibles cambios?