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9. Nar t u k ( A s e s i n o s )
Durante un tiempo absorbí con avidez todo lo que pude encontrar sobre mi raza,
los dunmer. Redoran, Telvanni, Indoril… Nombres que hasta mi adolescencia me
habían sido totalmente ignotos, cobraron relevancia y significado. Morrowind, una
tierra con una tradición de veneración hacia los antepasados, tenía que estar relacionada
con el origen de la nigromancia.
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Compasión Organizada Zimnel
Teekeus nos llevó hasta un habitáculo especial del gremio de magia de Chorrol,
una pequeña biblioteca abarrotada de volúmenes, pergaminos y viejos papiros. También
vislumbré losetas de piedra y algunos bajorrelieves sueltos con inscripciones rúnicas,
conservados en pilas ordenadas. Mis ojos curiosos se distraían con cada detalle mientras
intentaban no perder de vista al argoniano y a Loredas, que le seguía solo dos pasos por
detrás. Nos detuvimos frente a una trampilla que se encontraba en el extremo de la
habitación, en la planta baja. El sonido de la llave al girar dio paso a un crujido y a una
serie de chasquidos que parecían proceder del sótano en el que nos disponíamos a
entrar. Teekeus levantó la tapa y nos deslizamos por el orificio rectangular. Unas
escaleras sólidas recibían mis pasos inseguros, que recordaban su última experiencia en
un subterráneo, durante la huída con Loredas. Aunque nuestra situación era
completamente distinta, no podía quitarme de la cabeza la luz rojiza de los ojos vacíos
del guardián que casi había acabado conmigo ese día.
Al terminar el descenso seguimos avanzando por un corredor estrecho hasta
llegar a una puerta enmarcada en una entrada sin adornos rematada con una única
inscripción: “Bienvenidos los que poseen sed de conocimiento. Ésta es vuestra casa”.
El líder de gremio hizo girar la llave dos veces y, acto seguido, colocó la palma
escamosa sobre la madera añeja, cuchicheó un hechizo y no se movió hasta que oyó un
ligero chasquido. Un resplandor casi imperceptible rodeó los cantos de la entrada y, solo
entonces, Teekeus retiró la llave.
Nos encontrábamos en un curioso y espacioso cuarto circular con una cúpula por
techo. El estilo me recordó a la arquitectura de las bóvedas en las que se celebró el
Concilio.
– Lo encontraron los fundadores del gremio, Dartz. Casi todos los gremios de
magia se asientan sobre construcciones aylédicas. – Reveló Teekeus.
– Magnus traspasó ese conocimiento a los líderes de gremio de su confianza. Lo
que albergan estos lugares es la herencia de aquellos con los que firmamos la
paz hace siglos. Una paz que no hubiera sido duradera si hubiésemos abierto
estas puertas a todos los hambrientos del saber. Pero las actuales circunstancias
han trascendido a los viejos temores, y desde luego, mucho de lo que saldrá a la
luz no gustará… Nada de nada.
Al parecer, antes de su marcha, los Ayled, los magos tecnócratas que habían arrasado a
su propia prole con líderes enloquecidos y ebrios de poder, habían cedido el dominio de
Cyrodiil a los imperiales y tan sólo confiaron los restos de sus secretos a los magos, a
quienes consideraban lo más próximo que podían tener a un igual.
Durante mi etapa de estudios en la Universidad Arcana siempre he había preguntado
adónde habían ido los Ayleid y por qué tan pocos de los nuestros se dedicaban al
estudio de lo que la poderosa cultura había dejado.
El gremio de Arqueología siempre había sido minoritario y dependiente del de
magia. Magnus lo había fundado y actualmente se mantenía por respeto a su memoria,
pero sus integrantes decían sentir verdadera pasión por sus estudios y atesoraban cada
descubrimiento en vitrinas y espacios especialmente construidos para ellos.
Aunque no estábamos muy pendientes de las excavaciones comprendía que no era algo
que interesase difundir en el estado de alerta continuada y guerra abierta en que nos
encontrábamos desde hacía años.
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Compasión Organizada Zimnel
Estar junto a Teekeus en este lugar y oír al reservado y parco mago revelarme el
verdadero origen de nuestros gremios, me hacía evocar mis preguntas de estudiante.
El argoniano había colocado sobre una mesa varios volúmenes empolvados y unos
pergaminos amarillentos.
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