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El ojo de Adriana

A Adriana no le interesan los objetos. Adriana, cuando mira, no ve la materia. Ella entiende que los cuerpos son slo accidentes. Obstculos que filtran, desvan, diluyen, reflejan, refractan. El ojo de Adriana comprende que todo es luz (y sombra, claro), y que los elementos del cosmos slo hacen explotar de infinitas maneras la verdad de la luz. Y el dedo de Adriana decide cundo es el momento de congelar el mundo, cundo semejante belleza tiene que acabar porque ya no se soporta ms. Y en ese momento, el cerebro de Adriana comienza a seleccionar, a pergear un recorte de su mirada para compartirla con nosotros, con los dems. El ojo de Adriana es sabio; su dedo, decidido; su mente, conspiradora; y su corazn, generoso. A Egipto no le interesa el tiempo. Por Egipto han pasado pueblos, lenguas, culturas, arte, religiones, faraones, reyes, emperadores, presidentes, aviones de guerra, tratados de paz, eremitas, falsas odaliscas, autnticos turistas, magnicidios, atentados y revoluciones con espritu democrtico. Pero Egipto es orgulloso, y a Egipto no le interesa el tiempo, porque, como dice el dicho, el tiempo le teme a las pirmides. Egipto y el tiempo, como se darn cuenta, llevan una vieja y no siempre fcil relacin. Y para colmo lleg Adriana. Que despus de un trrido romance de verano, pas por un otoo de indiferencia, algn que otro invierno de recriminacin y finalmente lo inevitable. El ojo de Adriana se reconcili con el viejo Egipto y descubri lo que siempre fue: el ms maravilloso reservorio de materia reflejante y refractante, y su dedo, una vez ms, no dud. El amor y la maravilla llegaron a su madurez.

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