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Quin.

Quien fuera el beso derretido que escondes en tu abismo, La impaciencia de tus cejas La musa escondida en tus ojos O tal vez el viajero perdido en las fronteras de ellos. Tus pestaas empapadas de luz Las grietas de tus labios, y el beso que les devuelva la existencia Los diablos del tiempo en tu rostro La vida que fluye en ti, en tu silueta, en tu respirar.

Ser tus manos al hablar El coqueteo de la meloda de tus dedos Ser la excusa que incita a tus brazos, la ternura y el abrazo La eterna juventud de tu alma, La pasin de tus pasos que desglosan la ciudad Las botellas de licor en las que tu boca resuena intentando olvidar el vivo e irrompible pensamiento de tu noche de ronda La lnea jocosa que resbalo sobre la hoja. La creacin arrancada de tu sensibilidad.

Quien ser, para aparecer en la prediccin de uno de tus sueos, Y Tocndote las mejillas desprender la utopa irresistible de tu corazn El momento maravilloso detrs de tu clis El instante en que abres tus ojos al despertar

Y despus convertirme en la sensual luna de tu soledad Mutando siempre en El clima tejiendo tu cuerpo El sol que cambia el tono de tu piel El silencio testigo de tu inspiracin, El espa de siempre, el cielo. Las gotas que golpean tu casa clamando entrar. Las manos del viento que te hacen el amor al descuidar tu ventana. Los poros de las paredes que escuchan tu voz .

Sin embargo no es la ocasin, ni la casualidad de la vida Para reventar y cortar el aire con gritos contando lo anterior, Gritos de amor con lagunas desbordantes en las pupilas, Solo annimos latidos aullando a tu luna por las noches Imaginando tenderle una trampa a Cupido des tendiendo el alma y sabanas de tu cama. Para gozar el amor en tus besos. Quedando corto el verso, esto es solo el comienzo de lo que siento

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