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OTRA SEPULTURA
Por
HENDRIX
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OTRA SEPULTURA
La muerte es el fin del recorrido vital, lo que está después de la luz, es donde
terminamos, donde dejamos de ser y donde queremos seguir siendo esta
vez sin cuerpo, sin peso que enterrar, eternos. Lo que enterramos es materia
y allí en la tumba la vemos sin vida, en otro contexto, masa sin uso de razón,
inerte. Entonces esta materia inerte hace dirigir nuestra mirada al pasado en
el que vivió, ese cuerpo sin vida se está moviendo en nuestra mente, esta
trasgresión supone una inercia del recuerdo generada por la muerte del otro.
La sepultura en la que yace es un lugar que sirve solo para eso, para
guardar, conservar el último paso de esta vida que es pasado.
Como un museo, esta sepultura deja ver lo que se ve, la muerte del otro;
que nos dice que está allí y que antes estuvo en otro lugar, que ahora es
algo más que ver y recordar. Aquí vemos una relación ineluctable con el
objeto artístico dentro del cubo blanco, esa premisa museográfica que nace
con el arte moderno, en la que el espacio dentro del museo se adecua para
ubicar algunos objetos catalogados como arte. En Colombia el caso más
cercano es el museo de arte moderno de Bogotá, un espacio para el arte,
una burbuja de cemento que acoge el fenómeno de la nueva creación
artística 1 . O la galería Santa fe con su diseño innovador. Espacios
impecables, escépticos e impermeables al contexto, estos espacios son
blancos y esta blancura esta hay para aislar, llevar al objeto a otro lugar,
donde no existe lo terrenal disperso, ni la suciedad de lo social que vive
donde miremos. Este blanco es el final del túnel, aquello que seduce al morir,
donde no hay interferencia alguna del exterior, allí el objeto dice por sí
mismo, comunica desde su presencia, desde su inmovilidad y en relación con
sus acompañantes que son los objetos que están formando la colección, y la
colección a su vez es un juego con la muerte 2 , (una pasión), y por eso
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ZEA, Gloria. EL MUSEO DE ARTE MODERNO DE BOGOTA: UNA EXPERIENCIA SINGULAR. Bogotá,
2
“un hombre colecciona niños, legítimos, ilegitimitos, de un primer matrimonio, de un segundo
matrimonio, adoptivos, recogidos, bastardo, etc. Un día da una fiesta en la que los reúne a todos.
Un amigo cínico le dice entonces: “falta uno”. El coleccionista angustiado le pregunta: “¿Cuál?” “El
hijo póstumo”. Después de lo cual el hombre pasional le hizo un hijo a su mujer y se suicidó. De esta
manera divertida es como Tristan Bernard, nos ejemplifica el estado puro, la fascinación por el objeto
perteneciente a algún contexto o algún tema, del que siempre hacen parte, en conjunto. En:
BAUDRILLARD, jean. El sistema de los objetos, El objeto de colección. Pg. 73-128. 229 p. México. Siglo
XXI Editores, 2003.
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simbólicamente más fuerte que la muerte misma. Este objeto de colección
dentro del cubo blanco es intocable, visto, analizado, desnudado desde su
forma, estructura, color y aroma si es el caso, el objeto puede ser evaluado
dentro de sus características, descubriendo sus interpretaciones, el contexto
en el que se ubica es confuso si no lo conocemos y borroso si estamos
obligados a verlo.
Así como una sepultura es un lugar, una fosa, un hueco en la tierra para
depositar un cuerpo sin vida, un lugar para enterrar. Dicho entierro tiene un
lapso de tiempo para contemplar, recordar, admirar, evaluar, antes de
perderlo de vista bajo la tierra. Este lugar al igual que el cubo blanco
alberga una presencia que termina un recorrido, un viaje vital para terminar
colocado, puesto ante nosotros, este viaje tiene que ver con la gestación, el
proceso, el crecimiento, el acabado, cada objeto de arte es una vida que al
igual que nosotros nace por alguna razón o debido a, crece bajo
circunstancias influenciadas por contextos, se reproduce si lo cree necesario
y muere dejando legado si lo logro hacer, acompañado o solo, con o sin
herencia.
3
CANCLINI, Néstor. LECTORES ESPECTADORES E ITINERAUTAS.” Marcas”. Pg. 93-112. 3 ed. Editorial
Gedisa. 2008.
3
Toda producción pensada para museo, esta a su vez pensada para
sepultarla, el objeto se convierte en materia inerte. Lo que tenemos enfrente
sometido a nuestra percepción y explotado por nuestra mirada, dentro del
cubo blanco es un cadáver que dice semióticamente solo lo que desde allí
puede decir. Es evidente la descontextualización del objeto, y es evidente
pensar en el afuera de este objeto, en un lugar y un espacio o en un estado.
4
DIDI-HUBERMAN, Georges. Lo que vemos, lo que nos mira. El objeto más simple de ver. Pg. 13-19
Argentina, Editorial Manantial. 2006.
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Es indiscutible esta relación dialéctica desde el pensamiento, en relación con el pasado. Creo, es
importante añadir la influencia que tiene este texto con la forma de escritura de Didi-Huberman. En
lo que ve lo que nos mira. Además que comparto la idea de que lo que vemos no vale-no vive-más
que por lo que nos mira.
4
atrevido del contexto, y con la auto invitación para entrar en lo que ya está,
en beneficio del arte y de la humanidad con la ayuda de otras disciplinas.
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BIBLIOGRAFÍA