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OTRA SEPULTURA

Por

HENDRIX

CC. 74.380.430 de Duitama

Categoría: Ensayo Breve

1
OTRA SEPULTURA

La muerte es el fin del recorrido vital, lo que está después de la luz, es donde
terminamos, donde dejamos de ser y donde queremos seguir siendo esta
vez sin cuerpo, sin peso que enterrar, eternos. Lo que enterramos es materia
y allí en la tumba la vemos sin vida, en otro contexto, masa sin uso de razón,
inerte. Entonces esta materia inerte hace dirigir nuestra mirada al pasado en
el que vivió, ese cuerpo sin vida se está moviendo en nuestra mente, esta
trasgresión supone una inercia del recuerdo generada por la muerte del otro.
La sepultura en la que yace es un lugar que sirve solo para eso, para
guardar, conservar el último paso de esta vida que es pasado.

Como un museo, esta sepultura deja ver lo que se ve, la muerte del otro;
que nos dice que está allí y que antes estuvo en otro lugar, que ahora es
algo más que ver y recordar. Aquí vemos una relación ineluctable con el
objeto artístico dentro del cubo blanco, esa premisa museográfica que nace
con el arte moderno, en la que el espacio dentro del museo se adecua para
ubicar algunos objetos catalogados como arte. En Colombia el caso más
cercano es el museo de arte moderno de Bogotá, un espacio para el arte,
una burbuja de cemento que acoge el fenómeno de la nueva creación
artística 1 . O la galería Santa fe con su diseño innovador. Espacios
impecables, escépticos e impermeables al contexto, estos espacios son
blancos y esta blancura esta hay para aislar, llevar al objeto a otro lugar,
donde no existe lo terrenal disperso, ni la suciedad de lo social que vive
donde miremos. Este blanco es el final del túnel, aquello que seduce al morir,
donde no hay interferencia alguna del exterior, allí el objeto dice por sí
mismo, comunica desde su presencia, desde su inmovilidad y en relación con
sus acompañantes que son los objetos que están formando la colección, y la
colección a su vez es un juego con la muerte 2 , (una pasión), y por eso
1
ZEA, Gloria. EL MUSEO DE ARTE MODERNO DE BOGOTA: UNA EXPERIENCIA SINGULAR. Bogotá,
2
“un hombre colecciona niños, legítimos, ilegitimitos, de un primer matrimonio, de un segundo
matrimonio, adoptivos, recogidos, bastardo, etc. Un día da una fiesta en la que los reúne a todos.
Un amigo cínico le dice entonces: “falta uno”. El coleccionista angustiado le pregunta: “¿Cuál?” “El
hijo póstumo”. Después de lo cual el hombre pasional le hizo un hijo a su mujer y se suicidó. De esta
manera divertida es como Tristan Bernard, nos ejemplifica el estado puro, la fascinación por el objeto
perteneciente a algún contexto o algún tema, del que siempre hacen parte, en conjunto. En:
BAUDRILLARD, jean. El sistema de los objetos, El objeto de colección. Pg. 73-128. 229 p. México. Siglo
XXI Editores, 2003.

2
simbólicamente más fuerte que la muerte misma. Este objeto de colección
dentro del cubo blanco es intocable, visto, analizado, desnudado desde su
forma, estructura, color y aroma si es el caso, el objeto puede ser evaluado
dentro de sus características, descubriendo sus interpretaciones, el contexto
en el que se ubica es confuso si no lo conocemos y borroso si estamos
obligados a verlo.

El cubo blanco es otra sepultura en ella está lo que vemos, lo miramos y


recordamos fuera de allí, no dentro. Este toma y dame visual evidencia una
imagen real que nos mira desde su perspectiva y es la corporeidad
autónoma del objeto la que nos dice lo que nos quiere decir.

Así como una sepultura es un lugar, una fosa, un hueco en la tierra para
depositar un cuerpo sin vida, un lugar para enterrar. Dicho entierro tiene un
lapso de tiempo para contemplar, recordar, admirar, evaluar, antes de
perderlo de vista bajo la tierra. Este lugar al igual que el cubo blanco
alberga una presencia que termina un recorrido, un viaje vital para terminar
colocado, puesto ante nosotros, este viaje tiene que ver con la gestación, el
proceso, el crecimiento, el acabado, cada objeto de arte es una vida que al
igual que nosotros nace por alguna razón o debido a, crece bajo
circunstancias influenciadas por contextos, se reproduce si lo cree necesario
y muere dejando legado si lo logro hacer, acompañado o solo, con o sin
herencia.

El cubo blanco es la sepultura del objeto artístico. La ultima transformación


museal que no tiene que ver con la transformación física del lugar a la que
Canclini llama "museo espectáculo”3 es el cubo blanco, y es allí donde el arte
empieza a transformar su propio concepto, desde adentro del cubo.
Influyendo en la presentación, en el display del arte y es desde su interior
donde el objeto se transforma, esculca nuestra mente y nos deja
interpretarlo.

3
CANCLINI, Néstor. LECTORES ESPECTADORES E ITINERAUTAS.” Marcas”. Pg. 93-112. 3 ed. Editorial
Gedisa. 2008.

3
Toda producción pensada para museo, esta a su vez pensada para
sepultarla, el objeto se convierte en materia inerte. Lo que tenemos enfrente
sometido a nuestra percepción y explotado por nuestra mirada, dentro del
cubo blanco es un cadáver que dice semióticamente solo lo que desde allí
puede decir. Es evidente la descontextualización del objeto, y es evidente
pensar en el afuera de este objeto, en un lugar y un espacio o en un estado.

Afuera como recorrido y proceso, como lugar y contexto. Aquí, el afuera es


el lapso de tiempo mientras se gesta el objeto y crece en su contexto. El
afuera comprende la forma imaginada del objeto, creada por la idea, la
distancia y la lejanía del imaginario, la forma más cercana de lograr
materializar la idea. Esta es una correspondencia entre el que mira y el
mirado: el que es mirado provee de una autonomía que mira al mirante4. Un
paradigma visual que Walter Benjamín presentaba ante todo como un poder
de la distancia. “Única aparición de la lejanía, por más cercana que pueda
ser”.

Esta evidencia de tiempo y espacio entre este circuito de miradas, lejanas y


cercanas, aparece de a poco mientras se conoce el objeto y mientras el
contexto sea el velo de nuestra vida. Como cuando contemplamos una
tumba y allí un féretro. Ante nuestros ojos fuera de nuestra vista, algo nos
habla5, es posible que el tentador recuerdo de nuestros familiares muertos,
remueva la tierra que cultiva nuestra mirada, y que se entrecruza con la
mirada de la tumba que desnuda ese lugar del recuerdo, aquello que falta y
que dice lo que está. Esa mirada que ansía la respuesta del porqué de lo que
está en el fondo de la fosa y en el cubo blanco lo que esta tras el objeto. Una
historia que tiene que ver con el afuera, con la vida que llevaba antes de
estar allí y es esta vida la que hace trascender al objeto artístico, apoyada de
la etnografía, la antropología, la sociología, es decir con el consentimiento

4
DIDI-HUBERMAN, Georges. Lo que vemos, lo que nos mira. El objeto más simple de ver. Pg. 13-19
Argentina, Editorial Manantial. 2006.
5
Es indiscutible esta relación dialéctica desde el pensamiento, en relación con el pasado. Creo, es
importante añadir la influencia que tiene este texto con la forma de escritura de Didi-Huberman. En
lo que ve lo que nos mira. Además que comparto la idea de que lo que vemos no vale-no vive-más
que por lo que nos mira.

4
atrevido del contexto, y con la auto invitación para entrar en lo que ya está,
en beneficio del arte y de la humanidad con la ayuda de otras disciplinas.

Así el arte trasciende, sigue perteneciendo al contexto, sigue estando afuera,


mientras que dentro del cubo blanco, el objeto muerto adquiere otra
connotación: ya no es privado, inmóvil, intocable, diáfano, ahora es llevado a
espacios públicos y allí en la sepultura se presentan las lecciones aprendidas
en la calle. Esta transformación empieza a partir del cubo blanco, y evidencia
la permeabilidad a la que se somete, ésta sepultura es profanada, escarbada
y vuelta a tapar por el artista, el objeto puede volver a la vida, puede salir de
la sepultura, resucita y deja claro que el arte es arte en sí mismo, no importa
lo que haga, hace una cosa. Si el arte fuera lo suficientemente incisivo,
preciso, exacto, nos bastaría simplemente con mirarlo, si fuera así, el arte
estaría muerto y el objeto artístico caería en picada al cubo blanco, hacia otra
sepultura, donde no tendría futuro.

5
BIBLIOGRAFÍA

DIDI-HUBERMAN, Georges. LO QUE VEMOS, LO QUE NOS MIRA.


Argentina, Editorial Manantial. 2006.
CANCLINI, Néstor García. LECTORES ESPECTADORES E ITINERAUTAS.
Marcas, 3 ed. Editorial Gedisa. 2008.
CLIFFORD, James. ITINERARIOS CULTURALES. México, Editorial Gedisa.
2010.
CLIMP, Douglas. SOBRE LAS RUINAS DEL MUSEO. Argentina, editorial
BAUDRILLARD, Jean. (1981) EL SISTEMA DE LOS OBJETOS. México,
Siglo XXI Editores, 2003.
FOUCAULT, Michel. LAS PALABRAS Y LAS COSAS: UNA ARQUEOLOGIA
DE LAS CIENCIAS HUMANAS. Buenos Aires, ed. Siglo XXI. 2002.
ZEA, Gloria. EL MUSEO DE ARTE MODERNO DE BOGOTA: UNA
EXPERIENCIA SINGULAR. 241 p.

Banco de la república, MUSEO DE ARTES PLASTICAS Y VALORES


ESTETICOS: CATALOGO.

EL MALPENSSANTE, OSPINA, Alberto Antonio. UN VIAJE A LA TUMBA DE


WALTER BENJAMIN. No 71 (JUNIO- JULIO 2006) Pg. 49-53.

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