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AMANECER

Día 1
Poco a poco va amaneciendo. El azul del cielo se va aclarando. Se ven las luces de la ciudad y
algunos carros circulando. El sol despacio se levanta y emite su luz que sale por detrás de las
montañas. Se siente el frío de las mañanas y el cansancio de la noche anterior.

Diana, más conocida como “la coja” admira el sorprendente paisaje pero su mente está sumergida
en los recuerdos de la noche anterior. Ella es solo otra chica con una infancia dolorosa. Su madre
era drogadicta y su padre le agredía. Con solo 13 años huyó de ese lugar que no podía ser llamado
hogar. Esta era una historia común entre los miembros de su pandilla.

La mañana tenía un sabor amargo. Se oye pasar un avión lejano y las imágenes van apareciendo en
su mente.

Su pandilla se había reunido como todas las tardes en la casa abandonada. La denominada
pandilla era un grupo de jóvenes que veía el robo como su única opción para subsistir día a día.
Planeaban la “misión” de aquella noche.

Olía a aire puro y eso refresca su memoria.

¡Misión! Pensaba internamente Diana, como podían llamar a eso misión. Ella no pensaba como los
otros chicos de la pandilla, ella quería salir adelante y no pasar toda su vida robando. Ella anhelaba
convertirse en azafata y conocer otros lugares. Diana sabía que eso implicaba atenderles a los
detestables ricos que pueden viajar dos veces al mes, sin embargo, ella deseaba conocer lo que
solo había visto en la televisión de las tiendas mientras compraba cigarrillos.

Ya se distinguen los árboles, las casas y los edificios.

Había escuchado que para ser azafata necesitaba saber idiomas y ella estaba trabajando en eso.
Estaba en un curso, el inglés y el italiano le parecían fáciles y en francés no le iba tan mal, es más
hoy terminaría el curso y podría cumplir su sueño. Hurtaba para pagar el curso y tener dinero
ahorrado para comprar la maleta, el uniforme y alguna otra cosa que pudiera tener que comprar
para trabajar en la aerolínea.

Amaneció y no hay señales del calor del sol, iba a ser otro día frío y gris.

Mientras caminaba para ir al curso, las imágenes de la noche anterior se tomaron prisionera a su
mente. Ayer todo había salido mal, cuando entraron se toparon con un guardia y los mayores se
encargaron de él. Cuando llegaron a la caja fuerte se dieron cuenta que no había la cantidad de
dinero que se imaginaban, entonces tomaron lo que pudieron y salieron. Al salir Diana se topó con
un cuerpo botado en el suelo. Era el guardia y estaba muerto…
Un bus pega un pitazo y frena, Diana sin darse cuenta había cruzado en verde.

Ella se asusta y cruza a la vereda pero no le toma mucho a su cabeza volverla a sumergir en sus
pensamientos. Diana cuestionaba si valía la pena seguir con esto después de haber visto lo que
pasó ayer. Hoy terminaría el curso pero quería ahorrar más dinero. Le dio vueltas al asunto hasta
llegar una cuadra antes del curso. Entonces, finalizó sus dudas y sacó como conclusión que iba a
cumplir su sueño y no dejaría que nada la detenga. Hoy terminaría el curso y en uno o dos meses
se presentaría en la aerolínea.

Día 2
Toda la madrugada había llovido y aún siendo las 5 de la mañana parecía que no iba a parar de
lloviznar. El azul de la noche pasaba a un gris oscuro. Y las nubes no dejaban salir al sol. Olía a
lluvia.

Ya habían pasado cuatro meses desde que terminó el curso, sus planes se tuvieron que postergar
un poco. En los últimos meses habían tenido encuentros con los guardias, al parecer la policía
había alertado sobre una pandilla que estaba asaltando en las noches y por protección personal se
vio obligada a utilizar un poco de sus ahorros para comprar una pistola. El arma no era muy grande
y la llevaba siempre consigo.

Se sentía el frío que calaba los huesos y apenas dejaba respirar.

Aunque más tarde de lo esperado, hoy sería el día que por fin iría a presentarse en la aerolínea.
Diana se había arreglado, se había maquillado, peinado, y hasta se había comprado una ropa
presentable. Las pequeñas gotas de lluvia mojaban su ropa y cabello pero ella no iba a dejar que
eso arruine el día que había esperado por tantos años.

Ni los pájaros cantaban por el frío que helaba.

Ya estaba a muy pocas cuadras de llegar pero comenzó a llover a cántaros. Ingreso a un
restaurante y divisó a unos pocos madrugadores deportistas y algunos choferes y trabajadores ya
desayunando. Se quejaba sobre el clima, de todos los días que había podido llover tenía que haber
llovido hoy, el día más importante de su vida, pensaba. Se seco un poco y esperó a que dejara de
llover. No pasó mucho tiempo para que ella continuara su marcha.

El sabor del los desayunos del restaurante quedaron en su boca. Había una niebla densa que no
dejaba ver a más de 10 metros.

Ni el clima había podido detenerla. Ya estaba cerca muy cerca. Estaba segura que ahora la próxima
etapa de su vida la disfrutaría viviendo decentemente y conociendo lugares que nunca habría
imaginado poder conocer. Viviría de vuelo en vuelo, de aeropuerto en aeropuerto, de ciudad en
ciudad y eso no le molestaba para nada. Nada peor que vivir así, tan deshonestamente, replicaba.
Estaba a punto de abrir las enormes puertas de la empresa, estaba decidida, iba a cambiar su
estilo de vida.

Día 3
El cielo estaba de una azul muy oscuro, las estrellas brillaban y la luna mostraba su luz
blanquecina. Todo estaba desierto, callado y fresco. No hacía frío, solo había tranquilidad. No se
escuchaba ruido alguno además de algunos insectos nocturnos. Se veía la luz de los postes
alumbrar las calles. Todo parecía sin vida, todo estaba inmóvil.

No podía dormir, simplemente no podía dejar en blanco su mente. Eran las 3 de la mañana y
Marco había salido a caminar, pensaba que tal vez eso le ayude a despejar su mente o de una vez
aclarar la situación. Marco era un miembro de la pandilla de Diana. Él había entrado al grupo
porque no quería conseguir un empleo. Después de varias conversaciones con Diana se dio cuenta
de lo desagradable que era vivir así. Quería trabajar, ganarse el pan de cada día. Sin embargo,
necesitaba dinero, se había enamorado perdidamente de Diana y estaba ahorrando para comprar
el anillo de matrimonio y para una ceremonia discreta. Tenía que seguir robando por algún
tiempo. Ya había reunido el dinero y había comprado un anillo modesto, el cual tenía en su
bolsillo.

Al pasar cerca del bosque se escuchaba el ruido de las hojas moviéndose por el viento.

Todo se había arruinado, se lamentaba. Y revivió el recuerdo del día anterior. Había seguido a
Diana desde temprano. Aparentaba estar muy segura de sus objetivos. Y estaba más hermosa que
nunca. Algunas veces pensó que lo había reconocido pero ella estaba introducida en sus
razonamientos. No podía creer que aún lloviendo ella estaba dispuesta a ir allí. La miró respirar
profundo varias veces antes de entrar al lugar.

El cielo se va aclarando.

Sabía la desilusión que se iba a llevar Diana. Ya que era imposible que le dieran el empleo. Ella se
había ilusionado mucho, aunque Marco creía que era muy bello que se apasionara tanto por algo,
tenía conocimiento de las características que debían tener las azafatas. Nunca le había dicho nada
a Diana porque primero no quería desilusionarla y segundo era el único al que Diana había
contado su sueño y tenía miedo de que al decirle la verdad pensara que era otro tipo que no tenía
ideales y que se conforma con hurtar.

Ya se escuchaban los pájaros cantar.

Tenía un plan. Después de que a Diana le negaran el trabajo. Ella estaría devastada, le daría un
tiempo para ella. Luego le iría a proponerle matrimonio, le diría que él le promete no volver a
robar, que conseguiría un trabajo y que quizá no fue así como ella lo planeo pero que viviría
honestamente. Ella aceptaría porque se daría cuenta que al estar tan centrada en ser azafata
nunca se dio cuenta de sus sentimientos por él. Tendrían una familia y vivirían felices por siempre.
Estaba consciente que se asemeja a una fantasía pero era así como quería vivir el resto de sus días.

El sonido de los motores funcionando se escuchaba lejano.

La vio entrar entusiasmada a la aerolínea. Le partía el corazón verla pasar por esto pero tenía en
cuenta que ella no pararía hasta que de frente le digan que no era apta para el trabajo. Luego,
observó la cara que puso la secretaria al oír que ella quería ser azafata. Se imagino la respuesta de
la odiosa secretaria: tú, azafata, ay niña no sabes que para ser azafata tienes que parecer esas
modelitos que salen en los comerciales de televisión, mira, yo te recomiendo que consideres
hacerte peluquera pero no sé si te alcance para el curso de estilista, dijo internamente.

La gente comenzaba a salir para sus trabajos.

Examinó la expresión de Diana al decir que ella sabía 4 idiomas y se había graduado de bachiller. Y
otra vez supuso la respuesta: A los ejecutivos no les importa que puedas hablar chino con tal de
que seas alta y bella. La imagen es lo que cuenta. Contempló a Diana inmóvil por varios segundos,
también a la secretaria ignorarla y seguir haciendo su trabajo contestando llamadas. Sospechó que
iba a llorar y se volteó. No quería verla sufrir.

La mañana comenzaba a calentarse.

Ya iba a marcharse del lugar cuando escuchó rastrillar un arma. Se viró y descubrió a Diana
apuntar su pistola a la secretaria. La secretaria aterrorizada le decía que ella no podía hacer nada
que esas son las órdenes de sus superiores. Y al ver que Diana no parecía estar segura de
dispararle o no, comenzó a llamar a seguridad. De repente Diana hizo algo inesperado, al ver que
los guardias ya se estaban acercando se apuntó la pistola a sus sienes. Marco giró su cabeza, cerró
los ojos y escuchó el sonido del disparó. No se volteó, salió corriendo del lugar, no quería verla así,
no deseaba que ese fuera su último recuerdo de ella.

Ya había amanecido y el sol mostraba todo su esplendor.

Volvió a sentir ese agudo dolor que lo dejó sin aliento por unos momentos. Esta madrugada le
sabía a nada. No podía imaginar la vida sin Diana. Igual que ella, sus anhelos habían quedado en
trozos. Que irónico. Iba a ser un buen día, soleado y alegre para todos. Todo lo contrario a lo que
sentía en su corazón.
Camila Estrada 10mo A

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