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Estamos conscientes de que "hoy ya nada es como era antes" y que los tiempos cambian y siguen
cambiando. Dentro de estos cambios se encuentra el hecho de que el cultivo de las disciplinas
tradicionales, encasilladas en sus feudales reductos, se ha interrelacionado, dando origen al
nacimiento de interdisciplinas, entre ellas la sociolingüística, la psicolingüística, la neurolingüística,
el análisis textual, el análisis del discurso. Esta última, también transdisciplina según Van Dijk
(1985: 1), o disciplina transversal, cubre una amplia área, sobre cuya definición no siempre existe
acuerdo. Una de las razones de que esto haya sucedido así es que el análisis del discurso surgió y
se ha desarrollado en diferentes ámbitos disciplinarios.
El análisis del discurso, básicamente, se ocupa de la dimensión interactiva e intersubjetiva del uso
del lenguaje, mediante la investigación y análisis de datos reales. En términos de Stubbs (1987), el
análisis del discurso investiga (1) la lengua, ya sea oral o escrita, más allá de los límites de la
oración, (2) las relaciones entre lengua y sociedad, y (3) las propiedades interactivas de la
comunicación diaria.
Corsaro (1985: 167) sostiene que "aunque un número creciente de sociólogos han hecho
contribuciones a este campo de rápido crecimiento (...) pocos de ellos están conscientes de las
implicaciones sociológicas del análisis del discurso". Mientras esta situación se plantea así en la
sociología, no ha sucedido lo mismo con la contribución de filósofos, antropólogos, psicólogos y
lingüistas a los estudios del análisis del discurso (Schiffrin 1998). Desde comienzos de los años
setenta los estudios que tienen que ver con el análisis del discurso se han multiplicado
dramáticamente, transformándose éste en una interdisciplina con vasos comunicantes que brotan
de la lingüística, la filosofía, la antropología, la psicología y, en menor grado, la sociología.
LA COMPETENCIA COMUNICATIVA
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1. Los recursos sociolingüísticos de una comunidad particular, incluyendo no solamente los
gramaticales, sino más bien un conjunto de potenciales lingüísticos para el uso y significado social.
3. Las relaciones de dichas pautas de habla con otros aspectos de la cultura de la comunidad tales
como: organización social, religión, política, etc.
4. El uso y explotación de los recursos en el discurso: situación de habla, evento de habla y acto de
habla. Dentro de una comunidad lingüística se pueden detectar muchas situaciones de habla que se
asocian con el uso del lenguaje o que están marcadas por su ausencia, como por ejemplo: fiestas,
comidas, clases, ceremonias. Un evento de habla, según Hymes, es la actividad o aspectos de la
misma que está regido por reglas o normas para el uso lingüístico, por ejemplo, una conversación
privada, una discusión o una prédica. Cuando los eventos de habla son analizados en segmentos de
discursos más pequeños constituyen un acto de habla, tales como una pregunta, una orden o una
recriminación durante una discusión. Así como un mismo tipo de acto de habla puede ocurrir en
diferentes eventos de habla, también un mismo tipo de evento de habla puede verificarse en
distintas situaciones de habla.
S = (setting) situación
P = (participants) participantes
E = (ends) finalidades
A = (acts) actos
K = (key) tono
I = (instrumentalities) instrumentos
N = (norms) normas
G = (genre) género
Estos ocho elementos corresponden a las reglas de interacción social, las que deben responder a
las siguientes preguntas: ¿dónde y cuándo?, ¿quién y a quién?, ¿para qué?, ¿qué?, ¿cómo?, ¿de
qué manera?, ¿creencias?, ¿qué tipo de discurso? Estas se pueden detallar de la siguiente manera:
P = Participantes. Responde a las preguntas ¿quién y a quién?, e incluye a las personas que
interactúan lingüísticamente: emisor e interlocutor, como asimismo a las personas que participan
en el evento de habla e influyen en su desarrollo debido a su presencia.
E = Finalidades (ends). Responde a la pregunta ¿para qué? Este punto, según mi criterio, podría
también ser incluido dentro de la denominada competencia pragmática, ya que tiene que ver con
las intenciones del hablante al decir algo y con los resultados que espera obtener como
consecuencia de ese "decir algo".
A = Actos. Responde a la pregunta ¿qué?, y se expresa a la vez como contenido del mensaje
(tópico o tema abordado) y su forma, esto es, el estilo de expresión.
K = Tono (key). Responde a la pregunta ¿cómo? y expresa la forma o espíritu con que se ejecuta el
acto. Un mismo enunciado, desde el punto de vista gramatical, puede variar su significado si se lo
quiere expresar en serio, como una broma o como un sarcasmo. En este último caso anulando su
significado semántico original.
I = Instrumentos. Responde a la pregunta ¿de qué manera?, y tiene dos componentes: los canales
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y las formas de las palabras. El canal puede ser oral (canto, discurso, silbido, el llanto...), la
escritura, el lenguaje no verbal. En cuanto a la forma de las palabras, se toma en consideración
su diacronía, botica por farmacia, por ejemplo; su especialización o uso.
N = Normas. Responde a la pregunta ¿qué creencias?, y comprende las normas de interacción y las
de interpretación. Las primeras tienen que ver con los mecanismos de regulación interaccional, o
rituales: cuándo dirigir la palabra, cuándo interrumpir a alguien, duración de los turnos. Las
segundas involucran todo el sistema de creencias de una comunidad, que son transmitidas y
recibidas ajustándose al sistema de representaciones y costumbres socioculturales.
G = Género. Responde a la pregunta ¿qué tipo de discurso? y se aplica a categorías tales como
poemas, proverbios, mitos, discurso solemne, rezos, editoriales, cartas al Director...
La cuestión que debe preocuparnos es cómo manejan los individuos la interacción social y tratar de
resolver interrogantes tales como los procesos discursivos que favorecen o dificultan la producción y
comprensión del dominio de la interacción; cómo resuelven los hablantes el uso y defensa de su
turno; qué tipos de interacción se pueden distinguir; cuál es el comportamiento sociolingüístico
empleado para ejercer el rol de autoridad en un intercambio; qué estrategias se usan para desafiar
dicha autoridad.
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implicatura convencional depende de algo adicional al significado normal de las palabras, en tanto
que la implicatura conversacional se deriva de condiciones más generales que determinan la
conducta adecuada en la conversación (Levinson 1985).
Cantidad:
1. haga que su contribución sea lo más informativa posible en cuanto se requiera para los
propósitos del intercambio;
2. no haga su contribución más informativa de lo que se requiere.
Relevancia:
1. haga que su contribución sea relevante
Modo:
1. evite la oscuridad:
2. evite la ambigüedad;
3. sea breve;
4. sea ordenado.
3.3. La presuposición. Es otro tipo de inferencia pragmática, que parece estar unida más
estrechamente con la estructura lingüística de las oraciones. Las presuposiciones no pueden
considerarse como semánticas, en el sentido literal del término, sino que son muy sensibles a
factores contextuales, y sus significados están implícitos en ciertas expresiones y sirven para
evaluar la verdad de la oración. Por ejemplo, la expresión acabar de + infinitivo lleva una
presuposición, como en el ejemplo: Acaba de terminar el partido, donde la presuposición es que el
partido ya no se está jugando. Otro ejemplo: Lamento que te haya ido mal, donde la presuposición
es "te fue mal" (Reyes 1998).
4.1. La personalidad del hablante y de los interlocutores incluye sus "cajas negras", cada uno con
su nivel intelectual y cultural, su sistema de motivaciones, además del sexo, edad, estrato social,
prejuicios, educación, estado emocional, etc. Todos estos elementos constituyen su identidad. A
través del lenguaje los seres no sólo comunicamos información, sino que también intercambiamos
significaciones, teñidas de nuestros estados de ánimo.
La competencia comunicativa está formada, pues, por las competencias lingüística, sociolingüística,
pragmática y psicolingüística, con sus respectivas estructuras y funciones. Es precisamente el
dominio de estas estructuras y funciones lo que constituye nuestro conocimiento de la lengua.
OBRAS CITADAS
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Lingüística Teórica y Aplicada 33: 5-14. [ Links ]
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analysis. Ed. Teun Van Dijk. Nueva York: Academic Press. 167-192. [ Links ]
Fishman, Joshua. 1970. Sociolinguistics: A brief introduction. Mass.: Newbury House. [ Links ]
Grice, H. P. 1975. "Logic and conversation". Speech acts (Syntax and Semantics, volume 3). Ed.
Cole y Morgan. Nueva York: Academic Press. 41-48. [ Links ]
Gumperz, John y Dell Hymes 1964. "The ethnography of communication". American
Antropologist 66. 6. Parte 2. [ Links ]
–––. 1972. Directions in sociolinguistics. The ethnography of communication. Nueva York: Basil
Blackwell. [ Links ]
Hymes, D. 1971. "Competence and performance in linguistic theory" Acquisition of languages:
Models and methods. Ed. Huxley and E. Ingram. New York: Academic Press. 3-23. [ Links ]
–––. 1972. "On communicative competence". Sociolinguistics. Eds. Pride, J.B. y J. Holmes. Londres:
Penguin Books. 269-293. [ Links ]
Levinson, Stephen. 1985. Pragmatics. Cambridge: Cambridge University Press. [ Links ]
Reyes, Graciela. 1998. El abecé de la pragmática. Madrid: Arco Libros S.A. [ Links ]
Schiffrin, Deborah. 1998. Approaches to discourse. Mass.: Blackwell Publishers. [ Links ]
Searle, J. R. 1969. Speech acts: An essay in the philosophy of language. Cambridge: Cambridge
University Press [ Links ]
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Van Dijk, Teun. 1985. "Introduction: Discourse analysis as a new discipline". Handbook in discourse
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–––. 1995, "Discourse semantics and ideology". Discourse and society 6.2: 243-289. [ Links ]
La comunicación es el fin de las lenguas, y el uso de una lengua sería el objetivo real
del aprendizaje. Queremos decir que aprender una lengua significa aprender a usarla,
y si el alumno ya la conoce significa comunicarse mejor y en situaciones complejas. El
alumno también tiene que conocer la gramática y el léxico, pero se convierten en
instrumentos para conseguir comunicarse.
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Los primeros métodos con este enfoque surgieron en los años 70 y a principios de los
90 se puede decir que las propuestas didácticas de enseñanzas de lengua
incorporaban todas este tipo de enfoque.
El uso de la lengua puede realizarse de 4 formas distintas según el papel que tiene el
individuo en el proceso de comunicación, es decir según actúe como emisor o
receptor y también, según el canal de transmisión que utilicemos, es decir según
tengamos el canal oral o escrito.
CODIFICACIÓN DECODIFICACIÓN
Son las 4 habilidades que un usuario de la lengua debe dominar para poder
comunicarse con eficacia. Estas habilidades también reciben el nombre de “destrezas”
o “capacidades comunicativas”.
CANAL ORAL
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El receptor percibe sucesivamente (uno tras otro) los diversos signos del texto.
CANAL ESCRITO
Canal visual: el receptor lee el texto a través de la vista. El canal visual tiene una
capacidad de transmisión de información superior al auditivo.
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Las habilidades no funcionan aisladas, sino que suelen usarse integradas, es decir
relacionadas unas con otras, sobretodo en el canal oral, los papeles de emisor y
receptor en una conversación suelen intercambiarse, por lo tanto, tenemos a la vez
Expresión y Comprensión oral.
Respecto a las habilidades escritas hay que decir que son importantes porque vivimos
en una cultura que da mucha importancia a lo escrito. Por otro lado las exigencias
sociales hacen que la comunicación escrita se desplace a actividades como rellenar un
impreso, un informe, etc...
Habría que enfocarlo hacia la comunicación, que el alumno cree textos reales, y
también conviene integrar las habilidades escritas con las orales en un tratamiento
conjunto y equilibrado.
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COMPETENCIA LINGÜÍSTICA Y COMPETENCIA COMUNICATIVA
Carmen Grimaldi Herrera
jmariohv@yahoo.es
CONCEPTO DE COMPETENCIA
COMPETENCIA LINGÜÍSTICA
En 1973 Coseriu ya distinguía en el lenguaje tres niveles, cada uno de los cuales se correspondía
con un tipo de saber lingüístico. Como puede verse en el esquema siguiente:
La distinción entre el saber lingüístico y la concreción del mismo que aparece en Saussure no
resulta tan original según Coseriu si se toman en cuenta por ejemplo las palabras que las distintas
lenguas emplean, intuitivamente, para diferenciarlas: “parole”, “langue”, “habla”… Al oponer
“lengua” y “habla”. Saussure atribuye al habla todo lo que es realización, empleo.
La dicotomía de Chomsky entre competente y performance es, siempre según Coseriu, menos
ambigua:
“Para denominar los hechos sobre los que se basan son preferibles los términos de Chomsky,
porque son menos equívocos y porque lo que se quiere decir no sólo lo nombra, sino que también
lo caracterizan. La lengua, en Chomsky, no sólo está dada como lengua, sino como ya como lo
que es: un saber, una competencia. Asimismo, el habla no sólo está dada como habla, como una
forma determinada de la lengua, sino como ejecución, como realización de una saber en el
hablar”.
La diferencia radical entre el planteamiento de Saussure y el de Chomsky tiene que ver con el
contenido de la competencia y en cómo se de ese saber en los hablantes. Para Saussure, el
conocimiento de la lengua es inconsciente y consiste más bien en unidades estáticas delimitadas
por relaciones paradigmáticas; para Chomsky, el conocimiento es intuitivo y consiste en “reglas
gramaticales” de formación de oraciones.
“Una teoría de la competencia lingüística que tenga una base objetiva ha de partir de dos
comprobaciones o consideraciones generales, es decir,
Tiene que ver con los principios de congruencia del pensamiento consigo mismo y con el
conocimiento general de las cosas. La norma de la congruencia también se manifiesta en la
norma de la conducta de tolerancia: todo hablante espera de los otros emisores mensajes con
sentido y que, a su vez, los otros lo interpreten con tolerancia. En cuanto a los grados de
semanticidad, a este saber le corresponde la designación.
Se refiere al plano del discurso o texto; su contenido consiste en procedimientos con normas
inherentes. Las normas se manifiestan porque el hablante asigna a los textos el juicio de lo
apropiado según el contexto y la situación concreta. El grado de semanticidad propia de este
saber es el sentido.
COMPETENCIA COMUNICATIVA
“teniendo en cuenta las considerables diferencias que se observan entre la actuación lingüística
productiva y la receptiva en cuanto a edad de aparición en el niño, dependencias
neurofisiológicas, y desintegración patológica, parece oportuno no comenzar por suponer que
subyaga a ambas una y la misma competencia, sino estudiar por separados la “cuasi-
competencia” de producción y de la recepción”.
Esta segunda competencia, ya prevista por Coseriu al hablar de “saber expresivo”, es la que
suele denominarse competencia comunicativa. Ahora bien, esta competencia se sitúa en el acto
del habla, en la realización, en el momento en que el hablante concreto utiliza el lenguaje como
un medio para conseguir diversos objetivos, en el lenguaje como actividad.
Como hemos apuntado más arriba, la concepción del lenguaje como acto y actividad tiene
precedentes lingüísticos relevantes:
Desde Von Humboldt a Kart Bühler. Bühler conserva la idea humboldtiana de que lo esencial del
lenguaje es un modo especial de actividad del espíritu humano; además distingue en la actividad
del lenguaje el acto (sprechakt) de la acción (Sprechhandlung). La acción lingüística es la que
hace del lenguaje un medio: se habla a los demás con diversos objetivos que van desde el querer
ayudarlos, al engañarlos, ordenarles determinadas acciones, etc. En cierto modo, la acción se
asimila al habla de Saussure. Bühler relaciona el acto lingüístico con el acto de significar y con el
acto otorgador de sentido.
Como el propio Bühler dice: “Triple es la función del lenguaje humano: manifestación,
representación y repercusión (1918)…”hoy prefiero los términos expresión, apelación y
representación”.
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Y esta es la primera tesis (el modelo del “organon” propio del lenguaje, forma de aparición del
fenómeno lingüístico concreto) de las cuatro que formula en cuanto a una nueva forma de
estudiar el lenguaje dentro de su situación.
Más allá de las reflexiones lingüísticas sobre el acto verbal o de las escuelas filosóficas que
también lo estudian en sentido del uso, dos son los responsables de una nueva orientación en la
consideración del lenguaje como actos de habla: Austin y Searle.
Austin clasificó los actos de habla afirmando que, al enunciar una frase cualquiera, se cumplen
tres actos simultáneamente:
3) Un acto perlocutorio, en la medida en que la enunciación sirve a fines más lejanos y que el
interlocutor puede no comprender, aunque domine perfectamente la lengua. Así, al interrogar a
alguien podemos tener la intención de ayudarlo, perturbarlo, etc.
De los tres tipos de actos, el que ha sido más debatido es el elocutivo o ilocutorio; pero
prácticamente todas las lenguas tienen expresiones que se refieren él: aseverar, enunciar,
describir, aconsejar, observar, comentar, ordenar, suplicar, criticar, etc…
Searle se ocupó especialmente dee este acto a que caracteriza en los siguientes términos:
“En la realización de un acto elocutivo el hablante intenta producir un cierto efecto haciendo que
el oyente reconozca su intención de producir ese efecto, y por lo tanto, si está usando palabras
literalmente, intenta que este reconocimiento se logre en virtud del hecho de que las reglas para
el uso de las expresiones que emite asocian las expresiones con la producción de este efecto”.
Cabe aclarar que en los usos lingüísticos cotidianos, y precisamente por conocimiento de usos
sociales del lenguaje por parte de los usuarios no se emplean marcadores específicos de los
actos elocutivos. En estas situaciones la fuerza elocutiva de los enunciados es inferida por los
intérpretes al relacionar emisiones con contextos. También puede suceder que los indicadores
superficiales de fuerza elocutiva no coincidan con la intención subyacente. Se trata de actos de
habla indirectos en los que el significado literal es sólo la vía para acceder al significado
intencional la distinción y combinación de intenciones aparentes y subyacentes es uno de los
recursos que permite que el lenguaje sea un instrumento, poderosamente regulable, de
transmisión de intenciones.
Para la mayoría de los estudiosos de los actos de habla, el signo es la unidad de comunicación, o
en todo caso no lo es por sí mismo sino en tanto representa o materializa la unidad mínima de
comunicación que es el acto ilocutorio.
Los actos ilocucionarios se definen por un conjunto de condiciones y reglas que determinan su
naturaleza. De las condiciones estudiadas actualmente destaca la llamada condición de
sinceridad. Por ejemplo, en el acto ilocutorio de aseverar se presupone que quien asevera cree
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en que lo que se asevera representa un estado efectivo de cosas. El principio de que el lenguaje
es un instrumento para compartir estados mentales parece confirmarse precisamente con la idea
de que los actos intencionales como creer algo, desear algo, etc.…, constituyen las condiciones
de sinceridad de los actos ilocutivos.
Existe una dimensión básica en los actos elocutivos que con Searle se ha dado en llamar la
dirección de ajuste entre las palabras y el mundo: algunas ilocuciones tratan de lograr que el
mundo se ajuste a lo que en ellas se dice, mientras que otras intentan ajustarse al estado del
mundo. Por ejemplo, cuando se ordena algo, lo que se intenta es que la realidad cambie, por el
contrario al aseverarse pretende que lo dicho se corresponde con el mundo.
2. Directivos: Son intentos del hablante para lograr que el oyente lleve a cabo alguna acción.
Verbos: ordenar, mandar, pedir, insistir, preguntar, interrogar, suplicar, abogar por, invitar, sugerir,
permitir, aconsejar, retar, desafiar, provocar.
3. Conmisivos: Son actos de habla cuyo objeto es comprometer al hablante con algún futuro
curso de acción. El verbo realizativo que corresponde de forma más clara a este tipo de actos de
habla es prometer, aunque otros verbos usados en futuro como hacer, intentar o favorecer
representan también esta categoría.
4. Expresivos: Transmiten un estado psicológico del hablante acerca del estado de cosas
expresado en el mismo enunciado. Los verbos típicamente usados son agradecer, congratularse,
disculparse, alegrarse, deplorar, etc.
Por la clasificación anterior resulta evidente que el número de cosas que se hacen con el lenguaje
o lo que es lo mismo, el número de funciones comunicativas del lenguaje es muy pequeño. Sin
embargo, en lenguas como el castellano se han especializado palabras, expresiones y otros
recursos para representar las variedades de alocución de tal modo que esta representación se ha
vuelto compleja, sutil y refinada.
En síntesis, cuando el lenguaje se toma como actividad se distinguen tres planos de descripción:
locutivo, elocutivo, perlocutivo. El plano perlocutivo concierne a un ámbito más general que el de
la comunicación intencionada. El requisito es que exista un intérprete que se sienta afectado por
el signo. El plano elocutivo exige la presencia de pautas comunicativas intencionales aunque no
necesariamente la utilización de lenguaje verbal, puede ser, por ejemplo, un sistema gestual; los
niños entre 9 y 12 meses pueden pedir (protoimperativos) o declarar (protodeclarativos), por
medio de gestos. El nivel locutivo exige no solo intencionalidad, sino carácter verbal.
Por todo ello, la competencia comunicativa podrá ser definida como el conjunto de las normas,
principios y signos que el hablante emplea en el acto comunicativo. En términos de Coseriu, el
“saber expresivo”.
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En este sentido Hymes, dice que la competencia comunicativa supone por parte del hablante,
miembro de una comunidad y dotado de ciertos roles sociales, una serie de saberes. Con su
modelo “Speaking” pretende definir cuáles son los parámetros que el hablante moviliza en su
competencia comunicativa:
Hymes apunta a una competencia que sitúa la actividad del lenguaje en el seno mismo de la
comunicación, de la interacción comunicativa y de los parámetros contextuales.
BIBLIOGRAFIA
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Competencia Lingüística .Madrid. 1992. Ed. Gredos
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HOCKET, CH.: Curso de Lingüística General. Buenos Aires. 1979. Eudeba
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