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TURQUIA: A LAS PUERTAS DE EUROPA

Turquía está en medio de dos procesos de transición política y económica. La respuesta de la


Unión Europea al ingreso de Turquía ha estado en correspondencia con la calidad que la
democracia turca ha adquirido. Turquía es candidato formal a la membresía de la Unión Europea a
partir de diciembre de 1999 cuando lo decidió el Consejo Europeo reunido en Helsinki. Más
recientemente, durante el Consejo Europeo del pasado 17 de diciembre, tomando como base la
Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo sobre el avance de Turquía
hacia la adhesión, se decidió la fecha de octubre del 2005 para el inicio de las negociaciones de
adhesión turca a la Unión. Este ha sido el último paso de una larga y compleja historia entre
Turquía y la Unión Europea que empezó en 1963 cuando ambos concluyeron un Acuerdo de
Asociación que ya apuntaba hacia la membresía. Bastaron solo 7 años para que la relación se
deteriorara fuertemente pues en los años setenta, por la invasión turca a Chipre en julio de 1974 y
luego por desarrollos internos francamente fundamentalistas y graves problemas en la relación con
la minoría kurda, se dejó atrás la posibilidad de revivir la política de Kermal Ataturk.

Después de un deterioro muy importante en las condiciones políticas y económicas en Turquía,


debido a gobiernos militares que tomaron el poder en los años ochenta, se abrió un momento difícil
en la relación en la que Europa pretendía olvidar ya la oferta de membresía. No sería sino hasta la
presentación de la Agenda 2000 que la Comisión Europea reviviría la elegibilidad de Turquía a la
membresía de la Unión aunque señaló problemas económicos, políticos, de derechos humanos y
de política exterior. Esta actitud se reiteró cuando en el Consejo Europeo de Luxemburgo, los jefes
de Estado declinaron darle a Turquía un status de candidato. Todo esto cambió para cuando en
diciembre de 1999 se decidió convertirlo en candidato formal. No obstante, el cambio radical se
registró, el año pasado.

La explicación de este giro está dada por un proceso de transición, que parece vivir Turquía en el
momento actual. A pesar de que el primer ministro, Recept Tayyip Erdogan llegó al poder luego de
las elecciones de noviembre de 2002 con el apoyo del Partido de la Justicia y el Desarrollo, un
partido conocido por tener puntos de vista islámicos radicales, y a pesar de una historia personal y
familiar de fundamentalismo islámico, su gobierno sorprendió a críticos domésticos e
internacionales pues emprendió un programa de reformas liberales y democráticas para
“modernizar” Turquía que le han permitido mejorar notablemente sus relaciones con Europa y
Estados Unidos. No obstante el anuncio del inicio de negociaciones en el pasado Consejo Europeo
de Bruselas, los Gobiernos francés y austríaco, dos de los más reacios al ingreso turco, han
respondido que llevarán a cabo la convocatoria de sendos referendos sobre este tema. La verdad
es que la historia de la evolución de la relación Unión Europea – Turquía está llena de momentos
difíciles y de prácticas dilatorias que la UE ha impuesto a Turquía para prevenirse de su ingreso. El
Ankara Agreement firmado en 1963 tuvo un segundo escalón con la inauguración de la Unión
Aduanera UE – Turquía en 1996 y un tercer escalón con el informe de progreso emitido por la
Comisión Europea del 6 de octubre de 2004 advirtiendo que, con base en lo pactado en
Luxemburgo sobre los Criterios de Copenhague, “la Comisión considera que Turquía cumple
suficientemente los criterios políticos y recomienda que se abran negociaciones de adhesión”. Este
buen ánimo se refleja en los importantes programas de cooperación y de preingreso que se vienen
desarrollando entre la Unión Europea y Turquía que abarcan desde los 500 millones proyectados
para este país bajo el rubro de Accession Partnership en 2006, hasta programas de políticas
poblacionales, en apoyo a los derechos humanos y la democracia, fondos contra desastres
naturales, fondos que le corresponden como país mediterráneo y hasta proyectos de armonización
legislativa.

Turquía ha efectuado reformas constitucionales, políticas y económicas de gran envergadura entre


el año 2001 y 2004 que le han permitido impresionantes avances en todos los planos de
importancia para su membresía europea. Las relaciones entre los estamentos civil y militar se
aproximan cada vez más a los patrones europeos, se han efectuado cambios importantes en el
sistema judicial, se ha abolido la pena de muerte, se avanza en el combate a la tortura, en el
reconocimiento de los derechos culturales de la población kurda y en temas relativos a la libertad
de expresión. No obstante, la propia Comunicación hace hincapié en algunos obstáculos presentes
que la Unión Europea ha venido considerando. Según la propia Comisión falta mucho por hacer,
por ejemplo, en el mejoramiento de la situación de los derechos humanos, la solución a su
problema estructural de emigración, el pleno reconocimiento de los derechos de la minoría kurda,
el reconocimiento del histórico genocidio armenio, la retirada total y las reparaciones a que haya
lugar por la presencia de tropas turcas en el norte de Chipre, la profundización del combate contra
la corrupción, la urgencia por remover barreras técnicas al comercio, la modernización de su
política fiscal y agrícola y el refuerzo de las disposiciones sobre la libertad de expresión y religiosa,
los derechos de las mujeres y la libertad sindical.

Por otro lado es claro que hay un sentimiento generalizado entre importantes fuerzas políticas de
muchos países de Europa de reserva contra el ingreso de un país islámico y esto puede verificarse
también entre importantes funcionarios de la propia Comisión Europea que refieren los valores
judío cristianos como uno de los baluartes más importantes que se trastocarían con el ingreso
turco. Por ejemplo, la jefa de la Unión Cristianodemócrata alemana, Angela Merkel, anunció no
hace mucho que si su partido gana las elecciones de 2006 hará “todo lo que esté en sus manos
para impedir la plena adhesión de Turquía a la UE” puesto que este partido hará campaña sobre
este tema. En este mismo sentido, y poniendo en duda el carácter europeo de Turquía, Frits
Bolkenstein, ex comisario de mercado interior, durante una conferencia en la Universidad de
Leiden en los Países Bajos refirió que “Europa no es un continente geográfico sino cultural. En este
sentido Turquía representa otro continente, en contraste permanente con Europa” y advirtió que la
civilización europea, de suyo cristiana, estaría en peligro con “la entrada del Islam a la Unión
Europea”. Paradójicamente todos los problemas señalados pueden ser incluso poco importantes
frente a los derivados de la opinión pública europea y aún turca sobre este proceso.
El miedo de unos sobre el ingreso de un país islámico a la Unión es tan grande como el deseo de
otros de demostrar que puede ser una realidad. He ahí la clave del inmovilismo que ha generado y
seguirá generando esta candidatura pero no otras para las que sólo hay expresiones generales de
optimismo.

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