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Trabajo Listo
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Rigoberta Menchú
Para escapar a la represión se exilió en México, donde publicó su autobiografía en 1983; recorrió el mundo con su
mensaje y consiguió ser escuchada en las Naciones Unidas. En 1988 regresó a Guatemala, protegida por su
prestigio internacional, para continuar denunciando las injusticias.
En 1992 la labor de Rigoberta Menchú fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz, coincidiendo con la
celebración oficial del quinto centenario del descubrimiento de América, a la que Rigoberta se había opuesto por
ignorar las dimensiones trágicas que aquel hecho tuvo para los indios americanos. Su posición le permitió actuar
como mediadora en el proceso de paz entre el Gobierno y la guerrilla iniciado en los años siguientes.
Hija de dos personas respetadas en su comunidad, Vicente Menchú Pérez, luchador por la tierra y
los derechos de sus hermanos indígenas y Juana Tum K´ otoja´, indígena experta en los saberes de
los partos, desde niña aprendió de sus padres a respetar y querer la naturaleza, lo sagrado de sus
sitios y la vida colectiva de las comunidades indígenas.
Pero también desde pequeña, conoció las injusticias, la discriminación, el racismo y la explotación
que mantienen en la pobreza extrema a miles de indígenas en Guatemala. La miseria la obligó a
buscar sustento en la capital del país, para ayudar a sus padres y hermanos, pero fue en las
comunidades indígenas donde aprendió a defenderse y organizándose.
En la lucha por la tierra perdió a su primer hermano Patrocinio, quien fue secuestrado por el ejército
el 9 de septiembre de 1979, y presuntamente asesinado, aunque hasta la fecha se desconoce el
paradero de sus restos. Cuatro meses más tarde, el 31 de enero de 1980, sufrió la pérdida de su
padre, quien murió calcinado, junto con otras 36 personas, en la masacre de la Embajada de España.
La madre de Rigoberta fue secuestrada el 19 de abril de 1980 y, aunque existen diferentes versiones
sobre su presunto asesinato, también se desconoce el paradero de sus restos. Su hermano Víctor
Menchú Tum, fue asesinado por el ejército el 8 de marzo de 1983.
Estos hechos constituyen uno de los argumentos que sustentan la búsqueda de la Justicia Universal
y la lucha contra la impunidad que lleva a cabo Rigoberta, quien logró escapar de la horrenda
política de terror implantada en Guatemala y siguió, hasta que las circunstancias lo permitieron,
trabajando y organizando a su gente para resistir el exterminio practicado por el Estado.
Salió al exilio a México en 1981, desde donde continuó su incansable trabajo de denuncia sobre el
Genocidio en Guatemala, e inició también, el conocimiento profundo y la lucha en los espacios de
la comunidad internacional a favor del respeto y por el reconocimiento de los derechos de los
Pueblos Indígenas del Mundo.
En su trayectoria, trabajo y lucho por el respeto a los derechos humanos, en especial por los de los
Pueblos Indígenas, este hecho le valio el Premio Nobel de la Paz en 1992 y desde entonces,
Rigoberta Menchú Tum, sigue su misión universal, ya que, como ella misma lo ha dicho: "Mientras
yo viva, el Premio Nobel que recibí tendrá un sentido".