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CÓMO LOGRAR UNA EFICAZ PREVENCIÓN DEL FRAUDE

(Ensayo)
Introducción

El fraude se refiere al acto intencional de la administración, personal o terceros, que da como resultado una
representación equivocada de la realidad, por ejemplo en la  manipulación, falsificación o alteración de registros o
documentos y malversación de los activos.

Cada vez son más las empresas  ponen énfasis en el fortalecimiento de los mecanismos  internos para asegurar el
retorno de la inversión. El apego a prácticas éticas de negocios, se hace necesarias  ante la oleada de Fraude y
errores intencionales al no observar procedimientos, leyes y regulaciones locales o internacionales que han con lleva
a grandes pérdidas de afectación patrimonial.

Sin duda la  cultura predominante del fraude está marcada por el progresivo individualismo, el consumismo, la
hegemonía de los principios del mercado centralista, el débil compromiso con lo público, una cierta mentalidad
política que prescinde del horizonte ético de los valores, el afán por el poder, la codicia por obtener bienes
materiales en forma indebida a cualquier costo que forman parte de la fuente de corrupción, esta se encuentra
asociada con la obtención de beneficios, mediante la utilización de la influencia otorgada por cargos públicos o por la
fortuna privada, que generan un enriquecimiento ilícito.

Antecedentes

El fraude, una manera muy antigua de conseguir beneficios mediante la utilización de la inteligencia, viveza y
creatividad del ser humano, considerado como un delito, el informe muestra la manera en que son afectados
diversos sectores empresariales mediante el mismo, los medios más vulnerables, y como mediante la auditoria
podemos conseguir un control y chequeo del campo para evitar tipos de fraudes que pueden ser muy dañinos a una
corporación o empresa, fraudes hay muchos tipos, algunos de los cuales resaltamos con una breve descripción,
cabe destacar que aunque se puede controlar de cierta manera es casi imposible terminar con el fraude por su
manera de evolucionar en nuevos fraudes y estrategias de la mente que al crea. Pero su detección a tiempo puede
ahorrarnos un mal rato e inclusive pérdidas muy generosas económicamente.

Responsabilidad en la administración

De hecho el  fraude y el error e indica la responsabilidad de prevención en la administración del negocio, al no contar
con información consistente, oportuna, completa, respaldada, fidedigna y falta de normativas (reglas) claras en las
transacciones operativas, provocan que los Elementos del Fraude se hagan presente con la  actitud, oportunidad y
presión que son parte de la conducta de los individuos en los procesos empresariales.

La actitud de no respaldar la información, no contar con un control interno preventivo concurrente, refleja
elemento intencional del fraude.

La oportunidad de evadir las normas y leyes vigentes empresariales y gubernamentales con llevan a la
presencia del fraude. Oportunidad provocada por la falta de controles.

La presión que involucra al ejecutivo el no tomar las prevenciones en los procedimientos, evadido sus por
voluntades y convicciones  endógenas y exógenas; constituyen la intención de realizar fraudes

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Sin duda la  cultura predominante del fraude está marcada por el progresivo individualismo, el consumismo, la
hegemonía de los principios del mercado centralista, el débil compromiso con lo público, una cierta mentalidad
política que prescinde del horizonte ético de los valores, el afán por el poder, la codicia por obtener bienes
materiales en forma indebida a cualquier costo que forman parte de la fuente de corrupción, esta se encuentra
asociada con la obtención de beneficios, mediante la utilización de la influencia otorgada por cargos públicos o por la
fortuna privada, que generan un enriquecimiento ilícito.

Adopción de valores en la entidad y los códigos de ética de conducta, una buena opción

El contar con  un verdadero Código de ética que debe incluir las responsabilidades de todos aquellos quienes están al
frente de los procesos operativos empresariales;  como son empleados, accionistas, proveedores, clientes y  la
comunidad en general, además de establecer también lineamientos disciplinarios en caso de incumplimiento deben
tenerse en cuenta los procedimientos elementales  metodológicos de la administración y control de los riesgos, para
identificar,  analizar, evaluar a partir de los impactos y la probabilidad de ocurrencia en procura de un mejoramiento
continuo.

Y por último… su aplicabilidad

Cuando una organización descubre un fraude, generalmente el dinero o los activos ya no están, y las probabilidades
de recuperarlos son pocas. No es el único costo financiero, ya que la investigación de un fraude es costosa y lleva
tiempo. Pero también hay otros costos, que tienen relación con la probabilidad de un grave perjuicio para la imagen,
reputación interna y externa, credibilidad, los que incluso pueden afectar la capacidad de la empresa para seguir
operando. También hay que considerar que un fraude puede afectar a terceros relacionados, como clientes,
proveedores, bancos, otros acreedores e incluso el fisco. Definitivamente, prevenir un fraude es mucho más
económico y fácil que detectarlo, y recuperar posteriormente las pérdidas.

De allí la importancia de contar con los llamados programas anti-fraude, sistemas orientados a la prevención y
detección de fraudes en la organización. Su desarrollo, sin embargo, tiene ciertas complejidades, ya que no se trata
sólo de tener sistemas de control –y por cierto, verificar que funcionen correctamente-, sino que de conocer las
culturas y particularidades de cada entidad, para garantizar su eficiencia.

Antes de desarrollar un programa anti-fraude es necesario conocer los motivos por los cuales las personas cometen
fraude en las organizaciones. Según diversas investigaciones, la mayor parte de las personas que cometen fraude no
son criminales profesionales, sino empleados de confianza que no tienen ningún historial criminal, y que no se
consideran a sí mismos como violadores de la ley.

El modelo desarrollado por el Doctor Donald Cressey (criminólogo estadounidense) denominado “Triángulo del
Fraude”, es uno de los más aceptados y que mejor explica por qué “buenas personas” cometen fraude. Su
investigación se centró en desfalcadores a quienes llamó “violadores de la confianza”. El triángulo del fraude
distingue tres factores que deben estar presentes para que una persona común cometa fraude. Estos son:

Presión: El defraudador tiene algún problema financiero que no puede resolver a través de medios legítimos,
así que comienza a considerar el cometer un acto ilegal, como robo de efectivo o falsificación de un estado
financiero, como medio para resolver su problema. El problema financiero puede ser personal (demasiadas
deudas personales) o profesional (proveniente de su empleo o su negocio).
Oportunidad: Busca la manera de usar o abusar de su posición de confianza, con la percepción de que el
riesgo de ser sorprendido es baja. Si los controles internos sobre los reportes financieros y los activos son
débiles, aumentará la probabilidad de que se cometan fraudes.
Racionalización: Es el proceso por el cual quien comete fraude legitima o justifica su acción. Este incluye una
actitud o sentimiento de derecho y creencia que “la compañía puede soportarlo”.

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Se puede decir que generalmente deben estar presentes los tres factores para que se produzca el fraude. Si alguno
de los tres elementos falta, por lo general la situación no se produce. Este modelo también señala que es la
preocupación por tener una posición, y no la avaricia, el principal motivador del fraude en el trabajo.

Por otra parte, para desarrollar un programa anti-fraude efectivo, se deben desarrollar los siguientes componentes
claves:

Un programa formal de evaluación del riesgo de fraude: No existe un método estándar para que una
empresa implemente su evaluación del riesgo de fraude, pero como mínimo debe adherir a un marco de
control aceptado y recibir supervisión considerable de la gerencia. Debe evaluar en forma sistemática los
factores de riesgo, detectar posibles artimañas y escenarios de fraude, y priorizar los riesgos de fraude
identificados
Un programa de denuncias anónimas: No basta con un número de teléfono donde dar información o con
una grabadora. Las empresas deben demostrar la eficacia de su programa de denuncias anónimas en
términos de educación y capacitación de los empleados, facilidad de uso, control y seguimiento. Además, se
debe tener especial cuidado con la protección de información personal y documentos electrónicos.
Un código de conducta/política anti-fraude: El código de conducta o de ética de una empresa es muchas
veces la primera línea de comunicación relativa a su filosofía sobre la prevención del fraude, y por lo tanto, se
considera obligatorio para crear un ambiente fuerte de control interno (y para prevenir el fraude).
Un proceso de presentación de informes, a través del comité de auditoría y de la junta de directores, u otro
organismo de gobierno de la organización: Para demostrar que supervisa las actividades antifraude, el
comité de auditoría u otro organismo de gobierno, debe ir más allá de la mera revisión y pedir a la gerencia
que identifique los riesgos de fraude y se preocupe de la eficacia de las actividades de control. El comité de
auditoría también debe asegurar que la empresa haya implementado un programa eficaz de cumplimiento
ético, el cual debe revisar periódicamente.

Elaboró:
L.P.S Graziella Herrera Hernández

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