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LITERATURA De eso no se habla (temas en la literatura y las canciones infantiles) Luis Maria Pescetti tienes hacen mésica infantil tienen una ventaja sobre ios autores de literatura infantil y juvenil, y es que, en 'su mayoria, son maestros de musica, ofrecen recitales fos. Rara vez trabajan aislados en sus casas, y esto los a lidiar con los nifios que estén enfrente. El autor infan- pot lo general, convive menos con su piiblico, esta mas algjado de los matices que, dia tras dia, se producen con la época y de la manera en que se reflejan en sus lectores. El es- critor tampoco suele enterarse de modo inmediato de la res- puesta a su obra, salvo cuando visita una escuela. Al missico {infantil le resulta inevitable. Por otra parte, un compositor que ve la variedad y profun- didad de temas que trata la literatura se sentiré estimulado, Porque la literatura infantil leg6 al presente, pero las eancio- nes infantiles, en buena parte, siguen siendo una extensién de {juegos tradicionales y canciones de cuna. Podria decirse: “No esté mal, lo protegen de lo muy malo”. Pe- lo protegen de Jo muy bueno. Las alegrias, los enojos, los deseos también estin moderados. Lo pro- tegen de la intensidad. Una parte conside- rable de la produecién artistica para nifios es intensidad domesticada. En el panorama de teatro, musica, televi- sién, cine, dedicado a nifios, la literatura es Ja que llegé mas lejos en sus planteos. Asi tenemos casos como Viaje (Patricia MacLachlan, Fondo de Cultura Econémi- 0), en donde dos nifios viven con sus abuelos porque su madre no soports el pe- so de la maternidad y necesit6 buscar otros caminos. Mismo tema que aparece, mas raméticamente, en Caminar dos lunas (Sharon Creech, Su- damericana). En El viejo John (Peter Hirtling, Alfaguara) se cuenta la convivencia de una familia con un abuelo en sus tl- timos afios de vida (se pone de novio, se enferma). En La abuela (Peter Hartling, Alfaguara), la crianza que una anciana hace de su nieto que quedé huérfano, y como deben ajustar mutuamente sus tiempos. En Mi amigo Luky-live (Christine ‘Néstlinger, Alfaguara), una nila de 12 aflos se enamora de un . niffo de 13 afios, que se liga con una chica de 23 afios, que a su vez est de novia con uno mayor de treinta. En Ben quiere @ Anna (Peter Hartling, Alfaguara) se cuenta el amor de un ni- fio por tna nifia inmigrante en un contexto xen6fobo. Fl sui- cidio esta presente en Mi amigo el pintor, de Ligia Bojunga. En Mil grullas, de Elsa Bomemann, el amor de dos nifios de Hiroshima, y la infinita nostalgia del recuerdo. Las temiticas son complejas, humanas, y el tratamiento es profundo. En contraposicin, buena parte de las canciones infantiles parecen el Arca de Noé en el Paraiso: animalitos muy amigos de otros animalitos que hablan con otros animalitos para ir a jugar... con més animalitos. Una versi6n inocua de la fantasia. La imaginacién y el humor estén atenuados y se los usa como fugas de la realidad. Se quit6 todo resto de desatio. 38] NovepageseaL CATIVAS para obi ee En el Manual minimo del actor, Dario Fo cuenta el cama- val durante e1 medioevo. Cémo se juntaba dinero para pagar clowns y juglares, que en toda Lombardia los juglares paro- diaban al obispo, alcalde o principe, o quien fuera la autoridad méxima, Si era buena, esta parodia dejaba huella, de modo que cuando el obispo regresaba al pilpito, durante el afio, se arriesgaba a exponerse a burla. Cuenta de un obispo de Bres- cia que trat6 de prohibir esa fiesta de bufones, y hasta le que- ‘maron la residencia episcopal. Pero esos juglares, que paro- fiaban a las autoridades, corrian pel sentacién debian huir porque si, finalizado el camaval, los es- birros de los administradores los encontraban, no salvaban su pellejo. Y por eso recibian buenas pagas, comenta, porque se les pagaba, sobre todo, el riesgo. Debemos recuperar el riesgo de nuestra tradicién de jugla- res, y una buena fuente siguen siendo las canciones tradicio- nales. Sabemos que muchas provienen de juglares con deudas con el poder; pero no todos los juglares eran melindrosos y obedientes, aunque de esos tengamos me- nos noticias. Podemos actualizar esas historias, inspi- ramos y recuperar el derecho a contar lo inmediato y cotidiano. Veamos unos ejem- pos de romances tradicionales recopilados por el espafiol Joaquin Diaz,'y otros toma- dos de “Brincadeira de roda, estérias ¢ cangoes de ninar”,’ y veamos hasta qué punto son ficilmente trasladables y actua- les En {Dénde vas Alfonso XII?, ven al rey triste, busca a Mercedes, Ie avisan que ya muri, le describen a la muerta, y luego se cuenta el duelo y el luto. Hoy no tenemos que cantar el dolor de un presidente; pero podemos rescatar la locura y la negacién ante la evidencia in- soportable de la muerte, y de la pérdida de un ser amado. En Estria de Aninha e o Principe, se cuenta de una hija a la que la pobreza familiar obliga a emigrar y casarse por la fuerza, sin poder evitar el engafio con el que logra imponer su voluntad su futuro marido, hijo de un poderoso. ;Cuantas his- torias como la de ella no habra en los flujos migratorios a Eu- ropa, a Estados Unidos, o en las migraciones intemas, del campo a la ciudad? No es necesario que “el poderoso” sea un principe, puede ser el hijo del carnicero, un empleado del ban- co, cualquiera que se valga de la pobreza y la extranjeria para aprovecharse. Otra dice: “Ya ha pasado el mes de mayo, y también la pri- mavera, cuando los pobres soldados caminan para la gue- ra”. Uno de ellos va mds triste que los demés, le preguntan por qué y explica que es por sti enamorada a la que dejo en- ferma, y le dan la noticia de que ya muri6. Otra vez podemos tomar la experiencia del exilio, del alejamiento forzoso, y de la noticia fatal que llega a la distancia. El reclutamiento forza- do por la pobreza. En filha do Rei da Espanha, un muchacho muere ahoga- do por querer rescatar e! anillo de una joven hermosa, Parece Reflexién y Debate una noticia més cotidiana, de ésas que aparecen en los periédicos, antes de la pagina de deportes. En Yo me queria casar, una muchacha ‘cuenta que estaba enamorada de un jo- ven barbero, los padres Ia querian de ‘monja, la llevan a pasear, la engaiian y la meten por la fuerza en un convento. Hoy no encontraremos padres que quieran {que sus hijas sean monjas; pero si histo rias de noviazgos desafortunados, mu- chachos y muchachas que escapan de sus familias, y destinos toreidos por la voluntad paterna. En Estéria da figueira se narra ta cerueldad y maltrato de una mujer con su hijastra. La nifia queria que su padre viu- do se volviera a casar, lo anima a hacer- lo con una mujer que parecia buena, pe- ro que, luego, se revela perversa. El do- lor y la nostalgia de la nifia por su vida pasada se reflejan en la siplica porque no le corten el pelo. Tampoco es lejano el tema de los hijos de padres divorcia- dos y sus relaciones con sus padres, sino forman pareja, 0 con esas parejas, si lo hacen, No recuerdo una cancién infantil que hable de esto. En Un soldado me dio un ramo, wna ‘miyjerrecibe el ramo con vergiienza por- que “de mano de soldado munca vino co- sa buena”. Un tema de dolorosa vigen- cia en Latinoamérica, ira cuenta de un robo, en fin, todas noticias que encontramos en los periédi- cos, cada dia, Sin embargo, al hacer el recuento surge una sefal de alarma: de estas canciones s6lo nos han llegado las mis melancélicas y dotientes. El sufti- miento prevalece. {Qué pasé con el espi- ritu revoltoso de los juglares? Si estas canciones tenian la funcién de contar noticias y ser, ala vez, moralizantes, po- demos pensar que s6lo nos llegan las malas noticias que ensefian a ser piado- sos y temerosos. Hay pocas como: Me casé con un ena- no, una burla feroz. a los hombres. Po- dria ser cualquiera de estos chistes fermi. nistas que a veces nos llegan por mail. Dice: “Me casé con un enano por ha tarme de reir, le puse la cama en alto y www.novedue.com no se podia subir. Qué tontas son las mu- eres que se asustan del ratén, y no se asustan del hombre, que es un animal Pero es ficil reirse de un enano, ,por qué no nos reimos de los poderosos? Voy a recordar dos autores que se nutren de la tradicién juglaresca, pero son actuales. Georges Brassens, en su cancién Gori- Ja, por ejemplo, cuenta de uno que esca- pa de su jaula. Como llevaba mucho en- cerrado, su déficit sexual era tanto que, al encontrarse con una anciana y un juez, duda a quin violar. Brassens dice que él ni lo hubiera pensado: ;A la anciana! Pe- 10 los gorilas no destacan por su inteli- gencia y éste elige violar al juez. En el instante supremo se oye que el magistra- do grita “mama” y remata la canci “igual que el hombre al que él habja mandado ajusticiar esa mafiana”. En Misterio Bufo, de Dario Fo, en- contramos la Moralidad del ciego y del tullido. Un ciego lleva sobre sus hom- bros a un paralitico y, enterados de la presencia de Jesis, lo evitan porque si Tes hace el milagro se verdn obligados a trabajar para ganar un pedazo de pan, que asi consiguen més facil. La idea es poderosa: evitan a Jestis, por evitar el milagro, porque el milagro no los salva de la condena peor, la de ser pobres. En La resurrecciOn de Lézaro se corre la voz de que Jesis va a resucitarlo y se forma una multitud de curiosos, quie~ ren cobrar entrada al cementerio, no al- canzan a ver bien, preguntan al de ade- lante, hasta se quejan del olor de Léza- ro y, cuando éste resucita y todos estén admirados por el milagro, uno pide au- xilio a gritos porque un ladrén aprove- ché ese momento para robarle su dine- 10, Pero estos ejemplos, asi como Corté- zat, Calvino, el Gtinther Grass de “El tambor de hojalata”, entre otros, tampo- co son tantos. En algiin punto la literatu- ra pierde juego y hay més espacio para ser graves que desvergonzados. Lo serio vuelve a set serio, y lo humoristico s6lo tun condimento para antes 0 después. El espiritu trégico ocupa la escena. La risa alta y desvergonzada, la parodia profun- da estin, otra vez, relegadas a la cocina. En literatura infantil, el tinico que va a bailar a los cementerios es Roald Dahl o, al menos, el que mejor lo hace (recorda- rn sus Cuentos en versos para nifios ‘perversos, pot ejemplo). En la cancién infantil también hay be- las y honrosas excepciones. El humor y la poesia del buen trovar de Rita del Pra- do en La Habana, Cuba; de Eugenio Ta- deu, Miguel Queirds, en Belo Horizonte; de Sandra Peres y Paulo Tatit en San Pa- blo; de los Patita de Perro en Puebla, Mé- xico, entre otros. Cierta vez, en mi programa de radio lei El libro apestoso (Babette Cole, FCE), un repaso de cosas sucias y que huelen mal. Un oyente lamé para que- Jarse, argumenté que a los nifios habia ‘que hablarles de cosas bellas que desa- rrollen su imaginacién, que a las otras ‘ya se encargaria la vida de mostrarselas. Mi respuesta fue que si s6lo hablamos “bellamente de lo bello” y “seriamente de lo serio”, lo que haremos seré ampu- tar la imaginacién, mas que desarrollar- la, y que sin duda la vida se encarga de ‘mostrarse completa, con sus partes bue- nas y malas, s6lo que si nosotros calla- ‘mos las iiltimas seremos cémplices de que los nifios se enfrenten a ellas mas indefensos. ‘Nuestro arte de compositores y jugla- res, que van de foro en foro, es demasia- do complaciente con el principe. Sea és- te el pablico, la municipalidad, el minis- terio, una asociacién de padres, el am- biente académico o todo eso junto. Asi, no S616 nos van a seguir invitando a to- ddas partes, sino que no nos van a echar de ninguna. Y eso es una vergiienza. Notas 1, Joaquin Diaz, 100 temas infantis, colec- cin de discos compactos, vokimenes del 1 al 4. Canciones y cuentos para nifcs (Espafa). 2. Natrado por Elba Ramalho, cantado por So- lange Maria y Antonio Carlos Nébrego, Ed. El dorado.

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