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El político moderno ha perdido, el sentido de la realidad y en su

paranoia cree estar viviendo en una fantasmagórica civitas justitia


real. La duda es si cree con veracidad o solo pretende convencernos
de que cree. A este propósito sostengo personalmente la tesis del
engaño luciferino porque ofrece para sus autores la ventaja
estratégica de que desestimula a las fuerzas del Bien y hace bajar la
guardia, por así decirlo, a sus militantes. No se busca lo que ya se
tiene, el engaño es cómodo para los engañados y útil para los
engañadores.

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