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365 Mensajes para Decir A Una Mujer Que La Amas
365 Mensajes para Decir A Una Mujer Que La Amas
INTRODUCCIÓN:
Yo voy a empezar hoy mismo. ¿Dejará usted pasar este día sin decirle a ella
todo lo que le importa?.
Cualquier cosa que haga le dará una inyección de energía y calor a su relación
con la mujer de su vida.
Sinceramente,
P.D.-
).
--1--
“!Ella es”! – clamaron, a su vista, unidos
el corazón y todos los sentidos --.
Ella es la presentida, la esperada,
Que a la primer mirada
Del corazón se adueña;
(Juan Burghi)
--2--
Yo deseo que sepan tan sólo
que soy tuyo y no soy para nadie;
que te quiero con toda mi alma,
con todos mis nervios, con toda mi sangre.
(José Betinoti)
--2--
Mujeres, fuentes del camino
Que atraviesa
De la vida la dura realidad;
Todas distintas cuando son promesa,
Todas iguales cuando son verdad...
(Juan Burghi)
--3--
Por el amor secreto que me tuviste un día;
Por el anhelo efímero porque te hiciera mía;
Por la ansiedad probable que acaso pudo ser...
(Evaristo Carriego)
--4--
¿Quién te amó más que yo, sin un instante
de duda, de desdén o de abandono;
sin una gratitud, sin un olvido,
sin dejar de ser tuyo, siempre tuyo?
(Luis Gonzaga Urbina).
--6--
Ven, abrázame, inclina tu cabeza
Sobre mi amante pecho;
Cierra los ojos, piensa en mi cariño
Y después... dame un beso.
(Luis Gonzaga Urbina).
--7--
¡Qué torpe fui! Cesó la confidencia
y te hablé de mi amor, de mi existencia,
que va embebida en ti. De mi alma absorta;
te dije la tristeza que me aflije,
te dije que soy tuyo... y no te dije
que estás muy linda... ¡Y eso es lo que importa!
(Luis Gonzaga Urbina).
--8--
Volverán del amor en tus oídos
Las palabras ardientes a sonar;
Tu corazón de su profundo sueño
Tal vez despertará;
Pero mudo y absorto y de rodillas,
Como se adora a Dios en el altar,
Como yo te he querido..., desengáñate,
¡Así no te querrán!
(Gustavo Adolfo Bécquer).
--9--
Amar es empapar el pensamiento
En la fragancia del Edén perdido;
Amar es...; amar es llevar herido
Con un dardo celeste el corazón.
--10--
Y de pronto viniste a perturbar mi vida,
A sacudir mis nervios con nueva crispación,
A dar otra vez brotes a la rama aterida,
ardores a la sangre y aliento a la ilusión.
(Pedro Mata).
--11--
¿Qué es inútil mi afán por conquistarte:
que ni me quieres hoy ni me querrás...?
Yo me contento, Amor, con adorarte:
¡Dios hará lo demás!
(Amado Nervo).
--12--
...Si alcanzara el punto de venir a verme
pa darme las gracias,
y si eso sucede, y en sus ojos prietos,
--más prietos que su alma –
deviso que bulle
siquera una lágrima,
pué que me ricuerde que solo vivía
resollando l’aigre que’ ella resollaba;
pué ser que de nuevo me buyga en lo jondo
del pecho, esta cháchara...
Y, manque he jurado que nada, ni naiden,
Por nada del mundo, mi hará perdonarla,
Si ella viene a verme, si ansina ricuerdo,
Si bulle en sus ojos prietos una lágrima,
Entonces, mi hermano... ¡¿pa qué he de engañarte?!
¡Manque son muy hombre!...
¡pué que me rajara!...
--14--
Tengo celos del sol cuando te besa
Con sus labios de luz y de calor...
Mando yo que ni el aire te sonría,
Ni los astros, ni el ave, ni la flor,
Ni la fe, ni el amor, ni la esperanza,
Ni ninguno, ni nada más que yo.
(Pedro Benjamín Palacios).
--15--
Ojos que nunca me veis
Por recelo o por decoro,
Ojos de esmeralda y oro,
Fuerza es que me contempléis;...
Miradme una sola vez,
Ojos color de esperanza.
(Salvador Díaz Mirón).
--16--
En el mundo habrá amor mientras tu quieras
Y en el cielo habrá luz mientras tú mires
Y habrá virtud hasta que tu te mueras,
Y habrá belleza mientras tú no espires
...y si no hubiera por desgracia un cielo
Cuando murieras tú, se formaría.
(Felipe Uribarri).
--17--
Si quieres que te quiera de otra suerte
Tendré que no quererte aunque te quiera...
Porque si te quisiera de otro modo,
Ni me querrías ni te querría del todo,
Y tú te morirías como me muero.
--18--
¿En dónde está tu rostro bendecido?
¿Qué sitios ilumina tu presencia?...
Mi corazón enfermo de tu ausencia
Expira de dolor porque te has ido.
(Efrén Rebolledo).
--19 --
Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
Que en mis olas vinieras a bañarte
Para poder, como lo sueño a solas,
A un mismo tiempo por doquier besarte.
(Salvador Díaz Mirón).
--20--
Mi herido corazón en ti reposa
--en la mansa agonía de quererte –
como gota de sangre en una rosa...
(Enrique González Martínez).
--21--
De tanto que he vivido y he soñado
Y que ha sido a la vez llama y perfume
Me queda tu calor, que se consume
Aquí en mi corazón que te ha adorado.
(con cambios a Enrique González Martínez).
--22--
Este viento de ausencia, cuando toca
Con su mano glacial, todo lo enfría;
Sólo en mi corazón la lejanía
Es lava de volcán y fiebre loca.
La pasajera soledad provoca
En mi interior incendios de agonía,
Más cuando vuelves y te siento mía,
Cierra tu beso el cráter de la boca.
El fuego de no verte es viva llama
Que arde sin consumir y que me inflama
--23--
Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;
Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!
(Gustavo Adolfo Bécquer).
--24--
Yo se que hay fuegos fatuos que en la noche
Llevan al caminante a perecer;
Yo me siento arrastrado por tus ojos.
Pero a dónde me arrastran, no lo se.
(Gustavo Adolfo Bécquer).
--25--
Si se turba medroso en la alta noche
Tu corazón,
Al sentir en tus labios un aliento
Abrasador,
Sabe que, aunque invisible, al lado tuyo
Respiro yo.
(Gustavo Adolfo Bécquer).
--26--
Sabe, si alguna vez tus labios rojos
Quema invisible atmósfera abrasada,
Que el alma que hablar puede con los ojos
También puede besar con la mirada.
(Gustavo Adolfo Bécquer).
--28--
Por una mirada, un mundo;
Por una sonrisa un cielo;
Por un beso...; ¡yo no sé
Qué te diera por un beso!.
(Gustavo Adolfo Bécquer).
--29--
Cuando enmudece tu lengua
Y se apresura tu aliento,
Y tus mejillas se encienden,
Y entornas tus ojos negros;
Por ver entre sus pestañas
Brillar con húmedo fuego
La ardiente chispa que brota
Del volcán de los deseos,
Daría, alma mía,
Por cuanto espero,
¡la fe, el espíritu,
la tierra, el cielo!.
(Gustavo Adolfo Bécquer).
--30--
Asomaba a tus ojos una lágrima
Y a mi labio una frase de perdón;
Habló el orgullo y se enjugó tu llanto,
Y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, y tu por otro
Pero al pensar en nuestro mutuo amor
Yo digo aún: “¿Por qué callé aquel día?”
Y tú dirás: “¿por qué no lloré yo?”.
(Gustavo Adolfo Bécquer).
--31--
--32--
La luz primera del primero día
Luego que el sol nació, toda la encierra,
Círculo ardiente de su lumbre pura,
Y así también cuando tu sol nacía
Todas las hermosuras de la tierra
remitieron su luz a tu hermosura.
(Lope de Vega).
--33--
Algo en mi alma se parece
A ti. Eres tú. No puedes irte
Del todo, amiga, aunque te vayas.
Y algo en tu alma me recuerda
Sin remedio. No podrás dejarme
Del todo, amiga, aunque me dejes.
(Rubén Bonifaz Nuño).
--34--
Duerme inocente el lobo, que ha vencido
El son divino de tu dulce lira,
Y entre el mismo ganado está rendido.
Pues donde tu su-ave acento admira
A quien falta razón, vida y sentido,
¿Qué hará con alma quien por ti suspira?
(Lope de Vega).
--35--
Quejosa está de vos naturaleza
Por vuestra condición áspera y dura,
Que para humana os dio tanta belleza.
O menos perfección o más blandura,
Que a presumir de vos tanta dureza,
¿Cómo os pudiera dar tanta hermosura?
--36--
Forzosos celos son, no son violentos;
Apenas nace amor, cuando los llama
Nadie puede entender sus movimientos,
Ninguno defenderse de su llama,
Porque si son los celos pensamientos,
¿quién puede no pensar perder lo que ama?
(Lope de Vega).
--37--
Cuando sale el alba hermosa
Coronada de violetas,
Crece el crepúsculo a día
Por contemplar tu belleza;
La luz de la tuya envidia,
Que el norte a tus ojos llevas,
Adonde es para los míos
Acaso tu larga ausencia.
No hay planeta que contigo
Indignado el rostro tenga,
Ni resplandor que se iguale
De las suyas a tu esfera.
Las nubes del occidente
Menos bordadas se muestran,
El cielo cuando te mira
De que te formó se alegra.
El sol a Júpiter dice
Que eres el sol de la tierra
Y que aumentas con tus ojos
Las minas de su riqueza.
La luna de ti celosa,
que te da más luz se queja;
hasta las estrellas grandes,
que parecen más pequeñas.
Alba, crepúsculo, día,
Luz, norte , ocaso, planetas,
Resplandor, esferas, nubes,
Cielo, sol, luna y estrellas:
--38--
Luz que alumbras el sol, (Lucinda) hermosa,
Que aun no te precias de volver tus ojos
Al alma que llamabas dueño suyo:
Si vives, porque vivo, desdeñosa,
Acaba con mi vida tus enojos,
Pues no has de hallar defensa en lo que es tuyo.
(Lope de Vega).
--39 --
Aquella noche en su mayor espanto
Consideré la pena de perderte,
La dura soledad creciendo el llanto,
Y llamando mil veces a la muerte,
Otras tantas miré que me quitaba
La dulce gloria de volver a verte.
(Lope De Vega).
--40--
Yo, como aquel que a contemplar se para
Ruinas tristes de pasadas glorias,
en agua de dolor bañé mi cara.
De tropel acudieron las memorias,
los asientos, los gustos, los favores,
que a veces los lugares son historias,
y en más de dos que yo te dije amores
parece que escuchaba tus respuestas
y que estaban allí las mismas flores.
(Lope de Vega).
--41--
En tanto que mi espíritu rigiere
El cuerpo que tus brazos estimaron,
Nadie los míos ocupar espere;
La memoria que en ellos me dejaron
Es alcaide de aquella fortaleza
--42--
Madre, unos ojuelos vi
Verdes, alegres y bellos.
¡Ay, que me muero por ellos
y ellos se burlan de mi!
Las dos niñas de sus cielos
Han hecho tanta mudanza,
Que la color de esperanza
Se me ha convertido en celos.
Yo pienso, madre, que vi
Mi vida y mi muerte en vel-los.
¡Ay, que me muero por ellos
y ellos se burlan de mi!
¿Quién pensara que el color
de tal suerte me engañara?
Pero ¿quién no lo pensara
Como no tuviera amor?
Madre, en ellos me perdí
Y es fuerza buscarme en ellos.
¡Ay, que me muero por ellos
y ellos se burlan de mi!.
(Lope de Vega).
--43--
Pareces la primavera
Que las flores y las aves
Todas despiertan a verte
Y al sol de tus ojos salen.
(Lope de Vega).
--44--
¡Oh, más hermosa y más bella
que la aurora aljofarada
mora de los ojos míos,
que otra en beldad no te iguala!
(Lope de Vega).
--46--
Yo quiero ser el césped
Florido y matizado
Donde se asienten, niña,
Las huellas de tus pies;
Yo quiero ser la brisa
Tranquila de ese prado
Para besar tus labios
Y agonizar después.
Yo quiero oir latiendo
Tu pecho junto al mío,
yo quiero oír qué dicen
los dos en su latir,
y luego darte un beso
de ardiente desvarí,
y luego... arrodillarme
mirándote dormir.
(Manuel Acuña).
--47--
¿Y temes que otro amor mi amor destruya?
¡Qué mal conoces lo que pasa en mi;
no tengo más que un alma, que es ya tuya,
y un solo corazón, que ya te di!
Aquí abundan mujeres deslumbrantes,
Reinas que esclavas de la moda son,
Y ataviadas de sedas y brillantes,
Sus ojos queman, como quema el sol.
De esas bellas fascinan los hechizos,
Néctar manan sus labios de carmín;
Mas con su arte y su lujo y sus postizos,
Ninguna puede compararse a ti.
A pesar de su grande poderío,
--48--
Los astros serán, mi vida,
Más que tus ojos hermosos;
Pero a mi más que los astros
Me gustan, linda, tus ojos.
(Antonio Plaza).
--49--
Junto a ti no mido el tiempo,
Ni sé las horas contar,
Porque de cuentas no sabe
Quien sabe amar nada más;
Eres la maga sublime,
Que con tu amor divinal,
Lo imposible de mi sueño
Conviertes en realidad;
(Antonio Plaza).
--50--
¿Por qué te amo? –No lo sé.
¿Quién eres tú? No pregunto;
Sólo sé que desde el punto
En que te vi, te adoré.
(Antonio Plaza).
--51--
¿Y temes que otro amor mi amor destruya?
¡Qué mal conoces lo que pasa en mi;
no tengo más que un alma, que ya es tuya,
y un solo corazón, que ya te di!
(Antonio Plaza).
--53--
Te adoro, sombra imposible,
Como el arcángel entero,
Y aunque nada, nada creo,
Hoy me asombra lo increíble.
¿Por qué no eres ¡ay! Tangible,
sombra del alma adorada,
sombra de la infortunada
que mi labio en sueños nombra?
¿Por qué no me vuelvo sombra
para fundirme en tu nada?
(Antonio Plaza).
--54--
¿Por qué al conocernos
temblaste y temblé?
¿Por qué sin hablarnos
me amaste y te amé?
¿Por qué nuestros ojos
cruzaron su luz?
¿Por qué nuestras almas
se hablaron de tu?
(Antonio Plaza).
--55--
Eres más bella que la esperanza,
Más vaporosa que la ilusión;
Y donde pones tu pie pequeño,
Pone sus labios el casto amor.
Eres la reina de las hermosas,
Porque Natura te concedió
--56--
Lejos de ti, si miro a otras mujeres
Radiantes de belleza y juventud,
No ambiciono sus mágicos placeres,
Que mi único placer, linda, eres tú.
Lejos de ti, no vivo, bien lo sabes
Porque lejos de ti, mujer, estoy
Como sin aire las canoras aves,
Como sin agua la marchita flor.
Lejos de ti, mi frente está abatida;
Lejos de ti, mujer, no soy feliz;
Lejos de ti, no quiero ni la vida,
Que vivir no es vivir lejos de ti.
(Antonio Plaza).
--57--
Quebraremos las copas, los vasos;
Que tus labios de fino carmín,
Esos labios de fuego no escasos,
Mejor copa serán para mi.
(Antonio Plaza).
--58--
Ni la luz refulgente de la aurora
Cuando rasga del cielo la cortina,
Ni los rayos de fuego con que dora
El ígneo sol la corpulenta encina,
Pueden brillar, mujer fascinadora;
Que todo tu mirada lo domina,
Y a la aurora y al sol les causa enojos
La luz fulgente de tus lindos ojos.
(Antonio Plaza).
--59--
Si es linda la blanca luna
De luceros tachonada,
--60--
Soy un pobre cantor, sin pan ni abrigo,
Que vago por el páramo infecundo;
Pero el que miras a tus pies medigo,
Puede, como Colón, darte otro mundo.
Otro mundo de amor y de ilusiones
Como la mente lo forjó en el vuelo,
Y al descubrir a tu alma otras regiones,
Seré tu Galileo, verás el cielo.
(Antonio Plaza).
--61--
Y fué entonces: Una niña
Y en dos trenzas los cabellos,
Una luz en la mirada
Que alumbraba hasta allá lejos;
Ancho mirar, como plaza
Para un noviazgo labriego;
Las pestañas como juncos
Junto a los ojos inmensos;
--¿cómo hará para cerrarlos?
--¡y qué grande será el sueño!
Sus ojos, sus grandes ojos
Del color de las castañas,
Sus trenzas, sus largas trenzas
Del largo de su mirada
Ojos de estarse mirándolos
Hasta más allá del alma.
A la orilla de los ojos
Llegué; la empecé a mirar;
--62--
Hay un punto en el camino
Donde se empieza a querer;
El que no lo vio no supo
Cuándo, cómo, dónde fue.
Nadie sabe las razones
De este empezarte a querer,
De este seguirte queriendo,
De este quererte después.
Que se devuelven los ojos,
Que se devuelven los pies,
Que se devuelven los sueños
Adonde quiera que estás.
(Andrés Eloy Blanco).
--63--
Me muero por preguntarte
Si es igual o es diferente
Querer y amar y si es cierto
Que yo te amo y tú me quieres.
--Pero es que no da lo mismo;
dicen que el querer se acaba
y el amar es infinito,
amar es hasta la muerte
y querer hasta el olvido.
(Andrés Eloy Blanco).
--64--
No hay un hombre que supere
A la versión que de ese hombre
Da la mujer que lo quiere;
Ni existe mujer tan bella,
Ni existe mujer tan pura
Como la que se figura
--65--
En extrema pasión vivía contento
por vos, señora, y cuando más sentía,
sólo un mirarme o veros, deshacía
o, al menos, aliviaba mi tormento.
Hora quisistes que de fundamento
cayese en tierra la esperanza mía
con declararme lo que no entendía,
de torpe, hasta aquí mi entendimiento.
De esto nació un desdén por cuya mano
en término muy corto se ha deshecho
la fábrica que Amor hizo en mil años.
Yo miro, ya seguro desde el llano,
el risco en que me vi y el paso estrecho,
quedando ya seguro de mis daños.
(Hernando de Acuña).
--66--
Vuela a TU LADO MI mente
en alas de la esperanza
que está en CHIHUAHUA el tesoro
que más en el mundo ama.
(Adelardo López de Ayala)
--67--
¡Cuando libre de amor tu puro seno,
por el jardín ameno
placentera vagabas,
tan bella, tan gentil, que parecías
mariposa ligera, si corrías,
hermosa flor, cuando parada estabas!
(Adelardo López de Ayala)
--68--
--69--
¡Quién fuera el mar, que enamorado espera
que tu cuerpo interrumpa su llanura
y rodear tu espléndida hermosura
de un abrazo y a un tiempo toda entera!
Si yo en tus aguas infundir pudiera
el alma ardiente que adorarte jura,
en muestra de mi amor y mi ventura
te alzara en triunfo a la celeste esfera.
Y, al descender con mi tesoro, ufano,
convirtiendo la líquida montaña
en olas que anunciaran mi alegría,
en las costas del reino lusitano,
y en Africa, y América, y Bretaña,
mi grito de placer resonaría.
(Adelardo López de Ayala).
--70--
¿Quién no ha encontrado, como yo, en la vida
una de esas mujeres misteriosas,
amparo y luz del alma dolorida;
imagen propia del amor profundo
que nos inspira el cielo;
ángel de paz que a la oración provoca;
nuncio de Dios, que hallamos en el mundo,
y nunca al mundo con sus alas toca?
..................................................................
Descansa, amiga tierna; ya es cumplida
--71--
Déjame penetrar por este oído,
camino de mi bien el más derecho,
y en el rincón más hondo de tu pecho
deja que labre mi amoroso nido.
Feliz eternamente y escondido,
viviré de ocuparlo satisfecho...
¡De tantos mundos como Dios ha hecho,
este espacio no más a Dios le pido!
Yo no codicio fama dilatada,
ni el aplauso que sigue a la victoria,
ni la gloria de tantos codiciada...
Quiero cifrar mi fama en tu memoria;
quiero encontrar mi aplauso en tu mirada;
y en tus brazos de amor toda mi gloria.
(Adelardo López de Ayala).
--72--
--Ante el retrato de una bella--
--73--
La música
--74—
A un pie
--75--
¿Es posible que desdeñes
mi amor, porque eres devota,
cuando yo sólo te pido
obras de misericordia?
Tú verás, si atentamente
de mis dolores te informas,
que en mí puedes, vida mía,
ejercerlas casi todas.
Enseñar al que no sabe
es obligación piadosa...
¡Haz tú que mi amor aprenda
de ti lo mucho que ignora!...
Yo no sé qué sabor tienen
tus palabras amorosas,
ni el encanto de tus brazos
cuando amantes aprisionan,
ni los rayos di tus ojos,
ni los ayes de tu boca....
-Sácame de esta ignorancia,
que me mata de congoja,
y enséñame, pues ignoro
tantas dulcísimas cosas!
Dame, dame el buen consejo
que ha menester quien te adora,
para saber de qué modo
se cambia un alma por otra...
Y corrígeme, si yerro...
¡Verás mi obediencia pronta,
buscar la senda más breve
que en tu pecho desemboca!
Perdóname, si te injuria
mi pasión impetuosa,
pues sabes al que ama mucho
lo mucho que le perdonan.
Y no me niegues al menos,
cuando la pena me agobia,
que de consolar al triste
--76--
Ausencia
--77--
Donosa aldeana
de negro cabello,
de rostro más bello
que fresca mañana:
detente; te llamo
temblando de amor;
desata ese ramo
y dame una flor.
Marchito y sin vida
tu ramo, aldeana,
acaso mañana
ninguno lo pida;
mas hoy que lo pinta
la luz del amor,
desata esa cinta
y dame una flor.
No llores, amada,
no muestres despecho;
que llevo en el pecho
tu imagen grabada.
¡Dichosa mañana!
¡Dichoso mi amor!
Me dio la aldeana
la rosa mejor.
(Adelardo López de Ayala).
--79--
Bendigo el pensamiento, que no cesa
de abrasarse en tus ojos seductores,
y alado, como el dios de los amores,
siempre a tu oído mi pasión te expresa;
que te sigue constante, y se embelesa
en vagar por las hojas de tus flores,
y te abraza, a pesar de tus rigores,
y cuanto más te enojas, más te besa.
Pájaro que del vuelo sostenido
gime cansado, reposar ansía
entre las pajas del oculto nido...
¡Oh Madre del Amor! En este día
confúndanse en un trémulo gemido
mi pensamiento y la adorada mía.
(Adelardo López de Ayala).
--80--
Quisiera adivinarte los antojos,
y de súbito en ellos transformarme;
ser tu sueño, y callado apoderarme
de todos tus riquísimos despojos;
aire sutil que con tus labios rojos
--81--
--82--
¡Es ella!... Amor sus pasos encamina...
Siento el blando rumor de su vestido...
Cual cielo por el rayo dividido,
mi espíritu de pronto se ilumina,
Mil ansias, con la dicha repentina,
se agitan en mi pecho conmovido,
cual bullen los polluelos en el nido
cuando la tierna madre se avecina.
¡Mi bien! ¡Mi amor! ¡Por la encendida y clara
mirada de tus ojos, con anhelo
--83--
Yo vi, y aún me parece que la veo,
su mirada en amores encendida,
y entre mis manos, quieta y complacida,
su mano cual riquísimo trofeo.
Yo vi sus labios de sabor hybleo
brindar risueños celestial bebida...
¡Yo vi rasgado el cielo y prometida
toda la dicha que soñó el deseo!
Cantaba el alma, al presentir su gloria,
cual bosque alegre cuando el sol avanza
arrollando la noche en su victoria...
¡Todo cambió!... ¡Trocóse la bonanza
en tempestad!... -¡Infierno es la memoria
donde pena un amor sin esperanza!
(Adelardo López de Ayala).
--84--
¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué, ingrata,
niegas tu corazón a mi gemido,
y, afligiendo mi pecho comprimido,
tu inhumano silencio se dilata?
No le roba la muerte al que arrebata,
ni el nombre ni el recuerdo agradecido...-
¡Tumba sin epitafio es el olvido,
que traga al muerto y hasta el nombre mata!-
¡Háblame, por piedad; aunque al hablarme
destruyas mi esperanza y sea mi suerte
vivir llorando tu rigor eterno!...
Acuérdate siquiera de matarme;
que odio más el olvido que la muerte,
y más temo la nada que el infierno.
(Adelardo López de Ayala).
--86--
Noé, segundo Adán de los mortales,
de turba irracional acompañado,
en el arca famosa anduvo a nado
hasta que vio pacíficas señales.
En la ausencia, que es arca de mis males,
me encierran tu rigor y desagrado,
de mil remordimientos acosado,
que son los más feroces animales.
Con esta carta, a guisa de paloma,
tímidamente me aventuro, y pruebo
si se ha calmado el mar de tus enojos...
Dímelo por piedad; que, si no asoma
la pacífica oliva, no me atrevo
a presentarme a tus divinos ojos.
(Adelardo López de Ayala).
--87--
Dices que la conciencia te provoca
a contarme, por fin, lo sucedido;
que es verdad el recelo que he tenido,
y con fulano me ofendiste loca...
¡Y me pides perdón!... ¡A mí me toca
--88--
Con Placer hablo contigo,
yo que en mi vida te he hablado;
pues eres centro, y abrigo,
Y depósito sagrado
de la dicha de un amigo.
Dueña de su fe segura
y árbitra a un tiempo te ves
de su gozo o su amargura;
que él no tendrá más ventura
que aquella que tú le des.
Aunque Marte galardone
su esfuerzo nunca domado
y cien veces le corone,
y en los negocios de Estado
consiga más que ambicione;
y aunque atenta a su interés,
siempre constante y segura
fortuna bese sus pies,
él no tendrá más ventura
que aquella que tú le des.
La mujer nuestra existencia
condena a dolor profundo
o a perpetua complacencia;
Y no hay poder en el mundo
que revoque la sentencia.
Él adora tu hermosura,
e insoluble el lazo es
que formó vuestra ternura:
--89--
A Carmela
(En camino de ser madre por segunda vez)
--90--
Aunque el solo teatro tu alma fuera
de tantos genios y de numen tanto;
aunque por sólo fruto de su canto
una lágrima tuya se vertiera;
recordaran con gozo en la alta esfera
--91--
No pulso la lira de oro,
si no me anima el amor.
Dicen que eres un tesoro;
pero yo no me enamoro
bajo palabra de honor.
Si el rostro que me han descrito
después tan lindo lo hallo,
te ofrezco segundo escrito;
y... para entonces remito
las cosas que ahora te callo.
(Adelardo López de Ayala).
--92--
Me parecen tus pies, cuando diviso
que la falda traspasan y bordean,
dos niños que traviesos juguetean
en el mismo dintel del Paraíso.
Quiso el amor, y mi fortuna quiso,
que ellos el fiel de mi esperanza sean:
de pronto, cuando salen, me recrean;
cuando se van, me afligen de improviso.
¡Oh pies idolatrados! ¡Yo os imploro!
y pues sabéis mover todo el palacio
por quien el alma enamorada gime,
traed a mi regazo mi tesoro,
y yo os aliviaré por largo espacio
del riquísimo peso que os oprime.
(Adelardo López de Ayala).
--94--
Cuando cantas en dulce melodía
la Oración de la Virgen, me parece
que otra vez el Arcángel aparece
y se postra a las plantas de María.
De aquel hondo misterio la alegría
mi espíritu levanta y ennoblece;
la niebla se disipa, y se esclarece
la estrecha senda que al Empíreo guía.
Hoy que tu pura voz ha enmudecido,
entre el cielo y el mundo denso velo
van poniendo las sombras del olvido...
¡Ay! Canta, Emilia, que escucharte anhelo,
para mirar de nuevo establecido
el contacto del mundo con el cielo.
(Adelardo López de Ayala).
--95--
Tomar pretendo la expresión guerrera:
miro la luz de tus brillantes ojos,
y al punto se convierten mis enojos
en endecha meliflua y lisonjera.
Me animo, y pienso, cual la vez primera,
--96--
Entre los rumores vanos
del más oscuro café,
donde jóvenes sin fe
cuentan amores livianos,
nada te escribo; que aquí,
pese a tu mucha belleza,
la más galante fineza
es no acordarme de ti.
(Adelardo López de Ayala).
--97--
He visto y ya la codicio,
y ojalá que no la viera,
que al través de sus encantos
veo vagar sombras negras,
a la moza más garrida,
más viva y más halagüeña
de todos estos contornos;
de tez rosada y más neta
que de la nieve es el ampo;
son sus ojos dos estrellas,
su talle junco flexible,
su boca madura fresa.
(Adolfo de la Fuente).
--98 --
¡Cual corre! vedla: por los senderos
de espeso polvo, por las praderas
--99--
¿No despoblé por ti, bella judía,
bastante mi Serrallo, antes tan rico?
que viva el resto sufre: ¿o cada día
INTERMEDIO:
Coger sin sospecharlo un hierro ardiendo,
Estrenar unas botas apretadas,
Reñir con un inglés a bofetadas,
Andar uno o dos años pretendiendo.
Hallarse frente a frente de un berrendo
Sin sentir en la hierba sus pisadas,
Tener cuatro carreras acabadas
Y no poder vivir sino pidiendo.
Pasar entre beatos por hereje,
Amar la libertad y ser soldado,
Y tener por rival quien nos protege,
Disgustos son que al hombre dan enfado;
Mas ¿qué disgusto habrá que se asemeje
Al disgusto de amar sin ser amado?
FIN DEL INTERMEDIO.
--100--
Ya que puse feliz mi labio ardiente
en tu copa colmada de ambrosía,
y mi pálida frente
sobre tus manos recliné ya un día;
que he respirado al fin el dulce aliento
de tu alma, aroma que en amante nido
tú guardabas en íntimo aposento,
para mí entre las sombras escondido;
pues que dado me ha sido oírte grata
esas frases decir con que retrata
el corazón su esencia misteriosa,
y te he visto llorosa
tus ojos en mis ojos,
y sentí la sonrisa cariñosa
sobre mis labios de tus labios rojos;
y brillar vi en mi frente embelesada
un rayo de tu luz antes velada,
y caer desprendida
en el mar borrascoso de mi vida,
de la flor de tus días arrancada,
--101--
¿Sabes tú lo que Dios dice al oído
del niño que a nacer viene a la vida?
Cuando se entreabre para su partida
el humilde canal de la existencia,
le dice: -Ve a sufrir, pensar, del suelo
a adquirir la experiencia;
pierde, alma, la inocencia,
pero tráete el amor, de vuelta al cielo.
Aquí el secreto está, he aquí el misterio.
Como quiera que se obre, está segura
la severa censura,
o el opuesto criterio;
se tropieza o se cae a cada paso
que en la tierra se da, que es muy escaso
el tino en contra del error triunfante;
pero amar es bastante.
¡Paloma mensajera,
traernos el amor es tu mensaje!
Después del largo viaje
de peligros, de afán, de lucha fiera,
el cielo, que dejamos, puede abiertas
--101--
Yo te diré los sueños de mi vida
en lo más hondo de la noche azul...
Mi alma desnuda temblará en tus manos,
sobre tus hombros pesará mi cruz.
Las cumbres de la vida son tan solas,
¡tan solas y tan frías! Yo encerré
mis ansias en mi misma, y toda entera
como una torre de marfil me alcé.
Hoy abriré a tu alma el gran misterio;
ella es capaz de penetrar en mí.
En el silencio hay vértigos de abismos:
yo vacilaba, me sostengo en ti.
Muero de ensueños; beberé en tus fuentes
puras y frescas la verdad; yo sé
que está en el fondo magno de tu pecho
el manantial que vencerá mi sed.
Y sé que en nuestras vidas se produjo
el milagro inefable del reflejo...
En el silencio de la noche mi alma
llega a la tuya como un gran espejo.
¡Imagina el amor que habré soñado
en la tumba glacial de mi silencio!
Más grande que la vida, más que el sueño,
bajo el azur sin fin se sintió preso.
--102--
Un extraño fulgor puebla mis venas.
Siento
que una flor mineral
me nacerá en los ojos
para mirar de nuevo el mundo
desde la palma de tu mano.
(AlbaCorrea Escandell).
--103--
--103--
Grata flor que te destacas
sobre el verde de las hojas,
cual la sangre de una herida,
roja... roja...
Tú parodias esos labios
purpurinos, que entreabiertos
se dirían de caricias
do sedientos
han copiado de tus hojas
el color de su bandera
los campeones avanzados
de la idea.
Y por eso yo te adoro,
bella flor, que de las hojas
sobre el verde, te destacas
roja... roja...
(Alfonsina Storni).
--104--
--105--
Vuelvo los ojos a mi propia historia.
Sueños, más sueños y más sueños... gloria,
--106--
De quince a veinte es niña; buena moza
de veinte a veinticinco, y por la cuenta
gentil mujer de veinticinco a treinta,
¡dichoso aquél que en tal edad la goza!
De treinta a treinta y cinco no alboroza,
mas se puede comer con salpimienta.
Pero de treinta y cinco hasta cuarenta
anda en vísperas ya de una coroza.
A los cuarenta y cinco es bachillera,
gansea, pide y juega del vocablo.
Cumplidos los cincuenta da en santera.
A los cincuenta y cinco hecha retablo,
niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera se la lleva el diablo.
(Anónimo).
--107--
Yo no sé cuál diablo me ha traído
a ser de vos, Señora, enamorado,
pues el fruto que al fin de ello he sacado
es el pesar del yerro cometido.
Hallo que tantas veces he mentido
cuantas de ser hermosa os he loado,
y de este testimonio levantado
a vos, y a Dios, perdón mil veces pido.
Bien sé que no queréis vos perdonarme
porque es grave la injuria que os he hecho
en decir cosa de que estáis ajena;
pero si es menester arrodillarme
y darme con las manos en el pecho,
yo diré que he mentido a boca llena.
--108--
No eres nieve, que fueras derretida
ya del furioso fuego que me abrasa,
ni brasa porque fueras siendo brasa
del agua de mis ojos consumida;
--109--
Si fuera yo la juventud florida,
en vuestra verde edad me aposentara,
y si yo fuera el tiempo me parara
para que fuera eterna vuestra vida.
Si fuera el sol, la luz esclarecida
de vuestros ojos por mi luz tomara
para que el mundo, viéndola, os llamara
sola del sol de tanta luz vestida;
si no hubiérades sido para hacerme
vivir de vuestro ser (a pesar vengo
si soy, no más, que vuestra sola idea)
no quisiera haber sido para verme
sin mí y sin vos, porque este ser que tengo
es ser por vos hasta que ser no sea.
(Anónimo).
--110--
Me gustan mucho tus ojos,
me gusta mucho tu pelo,
me gusta mucho tu cara,
me gusta mucho tu cuerpo:
todo en ti me gusta mucho
desde la planta al cabello;
pero no te quiero, niña,
y sabrás que no te quiero
«porque no puede una luz
alumbrar dos aposentos».
II
--111--
Hay una hermosa edad llena de flores,
en que late sin pena el corazón:
mágica edad de ensueños y de amores
en abismos perdida de ilusión.
Hay otra edad en que la tez plegada,
cansado el corazón de padecer,
sólo se agita el alma lastimada
con los recuerdos pálidos de ayer.
¡Así pasó por mi gastada vida
aquella edad de venturoso afán!...
Vida de calma por mi mal perdida,
¿dónde tus glorias y tu amor están?
No soy ya el niño que feliz se agita
con vértigos de tímida pasión;
mi frente se arrugó y está marchita,
y marchito también mi corazón.
Ya no es la flor garrida, que se mece
fresca y lozana en plácido pensil:
es el vástago seco que perece
pasadas ya las auras del abril.
¿Qué os habéis hecho cándidas ficciones,
de aquella hermosa y peregrina edad?
Más valen vuestras blancas ilusiones
que esta helada y funesta realidad.
¡Bellezas ideales, mal veladas
en tenue gasa y transparente tul,
blancas cual las espumas agitadas
--112--
No celebro en mis cantares
la luz de plácida aurora,
ni su risa,
Ni las orillas de Almendares,
donde habita encantadora
mi Delisa.
No a ti, Cádiz opulenta,
ni tus hijas tan hermosas
que yo amé:
No tu orilla turbulenta,
ni tus olas ruidosas
cantaré.
En triste endecha tan sólo
dejadme, musas, que diga
mi pasión.
Dadme la lira de Apolo
con que cante mi fatiga
--113--
Y fuiste tú la que a mi pecho triste
hizo el contento por mi bien tornar,
y un alma desgarrada redimiste
que iba la muerte en su tormento a hallar.
¡Esperanzas!, ¡amor!, ¡flores del alma!
Volved con vuestra cándida ilusión;
y otra vez inundad de vida y calma
mi agitado y marchito corazón.
(Antonio García Gutiérrez).
--114--
Ya brilla la aurora, fantástica, incierta,
velada en su manto de rico tisú.
--115--
Los cielos te hicieron donosa, hechicera,
de rostro amoroso, de risa gentil.
Esbelto es tu talle cual palma altanera
que al soplo se mece del aura sutil.
Son fuego tus ojos que abrasan el alma:
tu gala y donaire no tienen igual.
Tranquila en tu frente se ostenta la calma:
la risa en tu boca de nieve y coral.
Es dulce tu acento si blando suspira,
vagando en tus labios con tímido ardor,
cual mágica trova que al son de la lira
entona a su amada, de noche, el cantor.
Feliz el que goce tu blanda sonrisa:
el que haga tu pecho de amor palpitar,
y beba tu aliento, sutil cual la brisa,
que besa ligera la espuma del mar.
(Antonio García Gutiérrez).
--116--
Todos te cantan amores
porque eres niña y hermosa,
mas con acerbos dolores,
que diz que tienes rigores
cual tiene espinas la rosa.
Bien haces, porque la vida
es esa blanca ilusión
en que vives engreída,
escuchando adormecida
--117--
Niña de los negros ojos,
guarte que no digan ellos
tus amorosos enojos,
que habrás de pisar abrojos
si llegan a comprendellos.
Y habrá algún vil seductor
que pise la tierna flor
por más que la encuentre bella,
que no basta a defendella
--118--
Mil esperanzas que en tu amor se abrieron
aquí guardadas en el alma están.
Dime, ¿tal vez para morir nacieron?
Dime, ¿infelices como yo serán?
¡Oh! No desdeñes por humilde el ruego
del que vive y respira para ti,
que no hallarás quien con tan puro fuego
te dé un amor como el que alienta en mí.
Puede otro amante en homenaje darte
riquezas mil y joyas de valor,
y con rico tocado engalanarte
con perlas orientales brillador.
Yo, pobre trovador y sin fortuna,
un corazón de fuego te daré,
y tu frente, modesta cual la luna,
con joya de gran precio adornaré.
Doble corona del laurel y rosa
arrebatando al genio creador,
yo la pondré sobre tu frente hermosa,
sobre tu frente pálida de amor.
(García Gutiérrez, Antonio)
--120--
Cuando de noche en tus brazos
oigo, pastora, tu voz,
¿y no sientes, di, cuál palpita
inquieto mi corazón?
¡Oh!, que tu acento apacible
me recuerda encantador
de mis días más dichosos
la pasajera ilusión.
¡Ay, canta, pastora,
con tu dulce voz!
Cuando ríes, en tu boca
ríe el amor a la par,
y los celos desvanece
con su expresión virginal.
Donde esa risa apacible
no puede el dolo habitar,
o no es cierto que en los ojos
retratada el alma está.
¡Ay, ríe, pastora,
ríe por piedad!
Cuando duermes a mi lado
mientras yo velo por ti,
tu dulce aliento murmura
como el céfiro sutil.
Entonces eres más bella,
sin velar, sin encubrir
con enfadosos cendales
tu leve cuerpo gentil.
¡Ay, duerme, pastora,
que estás bella así!
Cuando dices que me amas,
--121--
¡Eres niña! De la vida
no probaste los engaños,
que para tus verdes años
la existencia es el amor.
Tranquila y adormecida
en tu mundo de ilusiones,
no sabes de las pasiones
el afán devorador.
En esa edad de placeres
dulcemente embriagado,
dichoso y enajenado,
niño aún, gocé también.
Y en la esperanza ilusoria
de mis pueriles amores,
perdí mis años mejores
tras aquel soñado Edén.
Ríe y goza descuidada,
que en esa edad de ventura
--122--
Mira; ya por la cima de aquel monte,
riente con su trémulo arrebol,
ilumina el espléndido horizonte
la blanca aurora que precede al sol.
¡Oh, cuán hermoso y vivo y transparente
ese vago crepúsculo oriental,
quiebra en las nubes su reflejo ardiente
tiñéndolas de gualda y de coral!
Quién lo dijera que tan triste día
puro y tranquilo amaneciera así,
hoy que burlando la esperanza mía
me obliga el hado a separar de ti.
Pero debo partir... Fuerza es que rompa
la dulce paz de mi tranquilo amor,
por el ronco gemido de la trompa,
por el grito de guerra atronador.
No apartes tu mirar turbio de enojos
para ocultar tus lágrimas. No a fe,
que yo sé bien que el llanto de tus ojos
bálsamo siempre a mis dolores fue.
Adiós, y si te debe por ventura
algún recuerdo mi constante amor,
no olvides que sin ti, sin tu hermosura,
también yo gimo con mortal dolor.
Acaso así, en un punto, en una hora,
nuestras lágrimas juntas correrán,
y esta sola ilusión encantadora
será el alivio de mi negro afán.
(García Gutiérrez, Antonio).
--123--
--124--
No, cuitado ruiseñor,
con tus amantes querellas
interrumpas por la noche
el silencio de las selvas;
que tus trinos melodiosos
mi corazón enajenan
con tristes melancolías
y con memorias acerbas.
También yo con dulces ayes,
--125--
Memorias dolorosas
de mi traidora amante,
huid de mí un instante,
dejadme por piedad.
¡No más ya de sus ojos
veré la luz serena!...
La suerte me condena
a eterna soledad.
¿Es cierto? ¡Yo te pierdo,
y en noche tenebrosa
tu imagen deliciosa
jamás contemplaré!
¡Así mi amor se paga
con tan ingrato olvido!
¡Y tal el premio ha sido
de mi constante fe!
¡Ay! ¡Tu rigor injusto
me arranca de tus brazos,
rompiendo así los lazos
de nuestro mutuo amor!
¡Malhaya quien insano,
con esperanza ciega,
su corazón entrega
para tan gran rigor!
¡Oh! Pero el cielo acaso,
burlando tu esperanza,
daráme la venganza
de tu traición cruel.
Y pronto acaso, un día
llorarás, mujer triste,
el alma que perdiste,
siempre constante y fiel.
Pero aunque tarde fuere,
y aunque llore ofendido
--126--
Mil veces me miró la noche fría
sola en el yermo, mustia, desolada,
y de mi tierno amante separada,
triste buscarle por la selva umbría
de pena traspasada.
Errante vago por la selva y monte:
importunan mis quejas a los vientos,
y vagan desdichados mis lamentos,
perdiéndose en el lúgubre horizonte
con tétricos acentos.
Triste, sola, sin guía y sin camino,
la dura tierra piso enajenada:
del hielo y de la escarcha maltratada
siento mi planta vacilar contino
y caigo horrorizada.
¿Qué fue de mi esperanza lisonjera,
de mi dulce esperanza encantadora?
¡Ay! ¡Todo, todo me faltó en un hora!
Como niebla falaz huyó ligera
de males precursora.
Abandonada aquí del amor mío
penas sin cuento en mi interior devoro,
y sus recuerdos que insensata adoro
me arrancan con insano desvarío
las lágrimas que lloro.
¡Triste de mí, porque escuché en mal hora
suspiros de un amor tan bien fingido!
¡Triste de mí, que en pago merecido
premiaron mi pasión abrasadora
con tan ingrato olvido!
¡Oh! Maldito del cielo y de la tierra
quien burla así cruel de fe tan pura,
--127--
¡Ay! Ya palpitar
mi pecho se siente,
que, niña inocente,
también sé yo amar.
Pasó en un momento
mi plácida calma,
dejando en el alma
de amor el tormento,
que crudo aquí siento
mi pecho abrasar;
que, niña inocente,
también sé yo amar.
Por el monte y prado
yo libre solía
llevar por el día
mi manso ganado,
y hoy sólo a mi amado
me sé encaminar,
que, niña inocente,
también sé yo amar.
Tal vez la venida
canté de la aurora,
que el prado colora
y al campo da vida,
y hoy, sólo embebida
amor sé cantar;
que, niña inocente,
también sé yo amar.
¡Mas ay!, que si adoro
con tanta ternura,
también sin ventura
mil ansias devoro,
y trémula lloro
con largo afanar;
--128--
Pero aun así está tan bella,
tan hermosa y tan galana,
que es orgullo de los hombres
y la envidia de las damas.
(Antonio García Gutiérrez).
--129--
No escondas, hermosa,
velando la frente,
--130--
Aquel amor sin celos,
sin penas ni amargura,
aquel afán sencillo
del blando corazón,
todo era en ella dulce,
perfecta su hermosura,
sus ojos apacibles,
tranquila su pasión.
...
Y pasa un día y otro,
y sin cesar me pierdo
por la gastada senda
de lo que ya no es.
Y voy, arrebatado
en su inmortal recuerdo,
sus huellas deliciosas
borrando con mis pies.
Sin porvenir, sin gloria,
desesperado gimo,
esclavo de la vida
en la prisión servil.
Mis días se resbalan,
y solo y sin arrimo,
--131--
Y si pasiones desvelan
el alma, siempre insaciable,
clara fuente inagotable
de deseos y de amor,
este amor siempre es dichoso,
sin celos, y nunca alcanza
más allá nuestra esperanza,
de un pájaro, de una flor.
Si rueda por nuestros ojos
de tristeza o de amargura,
brillante lágrima pura
que no estorbamos correr,
es como nube del alba,
que flotando con donaire,
al blando soplo del aire
se mira desvanecer.
No es aquél el llanto ardiente
que con rugosa mancilla
sulca la ardiente mejilla
en nuestro ardor juvenil:
es la gota del rocío
que en blando lecho de amores,
se mece sobre las flores
en las mañanas de abril.
(Antonio García Gutiérrez).
--132--
En perfumadas madejas
sus rizos cayendo van
sobre un cuello, que los cisnes
la pudieran envidiar.
--133--
No hay pena, no hay dolor, hermosa mía,
que yo no arrostre por tus lindos ojos:
esclavo viviré de tus antojos
en tanto que a mi amor tu amor sonría.
--134--
Carta a Filena
(Imitación de una poesía escocesa)
--135--
Amor sin celos
Soneto.
--136--
Oye: tiene mil azares
esto de tomar mujer.
Por de pronto suelen ser
malos los preliminares.
Éstos son ansias, desvelos,
citas, rondas, desafíos,
trasnochadas y desvíos
y peloteras y celos.
Suele la amada beldad
traerte a veces sin tino
guiñando el ojo al vecino...
Todo esto es malo; es verdad.
Decídete a ser su esposo
y sufres, ¡que es la más negra!,
de la veterana suegra
el examen codicioso.
Viene el gasto, ¡es cosa obvia!,
y te exprimen sin piedad,
cuando no la vanidad
los caprichos de la novia.
Llegamos al desposorio:
¡das el suspirado sí!...
¡Gracias a Dios! Hasta aquí,
has pasado el purgatorio.
¡Mas preso en el lazo tierno
--136--
Eras bella, Evarina, cual ninguna:
como de corza tímida tu andar;
era blanca tu frente cual la luna...
tus ojos, dulces, del color del mar.
Tu talle y esbeltez, como la palma,
que blando mece el viento con amor,
y el tranquilo embeleso de tu calma
jamás turbó la mano del dolor.
--137--
Niña de los ojos garzos,
Que en triste prisión guardada,
Vives del mundo alejada,
Vives sin gloria ni amor;
Abre el pecho a mis suspiros,
Y oye piadosa mi queja,
Que lloro al pie de tu reja
Desdenes de tu rigor.
Tú, la gallarda y apuesta,
De las bellas envidiada,
Y en la villa celebrada,
De sus hermosas blasón;
¿Por qué bajo techo umbrío
Consumes tal donosura,
O aún no sientes por ventura
Palpitar tu corazón?
(Antonio García Gutiérrez).
--138--
A una valenciana
En un baile de máscaras
Amorosa valenciana
de talle esbelto y airoso,
--140--
"Aguda espina dorada,
"quién te pudiera sentir
"en el corazón clavada".
(Antonio Machado).
--141--
Dulce como la parda cervatilla,
Que el cuello tiende entre el nativo helecho,
Y a la vista del can, yace en acecho,
Con sus ojos de púdico temor;
Pura como la cándida paloma
Que de la fuente límpida al murmullo,
Oye, al beber, el inocente arrullo,
Primer anuncio de ignorado amor;
Bella como la rosa, que temprana,
Al despuntar benigna primavera,
Modesta ostenta, virginal, primera,
Su belleza en el campo, sin rival;
Tierna como la tórtola amorosa,
--141--
Nunca te hablé... Si acaso los reflejos
de tus ojos llegaron desde lejos
mis fascinados ojos a ofuscar,
de tu mirada ardiente, aunque tranquila
no se atrevió mi tímida pupila
los quemadores rayos a encontrar.
Nunca en mi oído resonó tu acento:
si de tu labio el vivo movimiento
y tu expresión angélica admiré;
--142--
No fueron tus divinos ojos, Ana,
los que al yugo amoroso me han rendido;
ni los rosados labios, dulce nido
del ciego niño, donde néctar mana;
ni las mejillas de color de grana;
ni el cabello, que al oro es preferido;
ni las manos, que a tantos han vencido;
ni la voz, que está en duda si es humana.
Tu alma que en tus obras se trasluce,
es la que sujetar pudo la mía,
porque fuese inmortal su cautiverio.
Así todo lo dicho se reduce
a solo su poder, porque tenía
por ella cada cual su ministerio.
(Juan de Arguijo).
--143--
¿Mas qué importa? Yo siento que su divina esencia
el alma poesía dentro mi ser vertió:
si pobre es y sin galas la torpe inteligencia,
¿sera menos poeta por eso el corazón?
--143--
¿Quién eres tú, que del tendido cielo bajas,
envuelta en nube trasparente,
y a mí llegando con callado vuelo,
portes la diestra en mi abrazada frente?
Las orlas de tu blanca vestidura
mueve gimiendo la nocturna brisa;
sobre tu frente, cual la nieve pura,
el laurel de los genios se divisa.
Y es lánguida y es triste tu mirada,
como, en las tibias noches del estío,
los rayos de una estrella reflejada
en la corriente de sereno río.
Leve sonrisa por tus labios vaga
y embellece tu faz encantadora.
¿Eres quizá la solitaria maga
de esta orilla gentil habitadora?
¿O tal vez mi invisible compañera
la hermosa y celestial melancolía?
--144--
«Vuela, avecilla, dígole; ligera
vuela a mi Elvira; entre las bellas ninfas,
ornato de las playas gaditanas,
como entre flores a la fresca rosa
conocerla podrás; pura es su frente
como los rayos de la casta luna;
brilla en sus ojos con celeste lumbre
suavísima ternura; su sonrisa
es el nacer de la rosada aurora
en el fecundo Abril; guarda en su alma
la inocencia del niño y el tesoro
de amor de la mujer... pura y divina
emanación de Dios, ángel que al suelo
desciende para bien de los mortales.»
«Vuela y díle el afán que me atormenta,
canta mi oscuro nombre a sus oídos,
y cuando vuelvas a la hermosa orilla
--145--
Como, tal vez, en los ruinosos muros
de antiguo monumento,
recuerdo del poder, de la hermosura,
de la virtud o el genio,
su cifra graba, con ardiente mano,
atónito el viajero,
para que, más allá de su sepulcro,
halle en la tierra un eco;
¡Así en tu libro, donde tantos otros,
mi oscuro nombre dejo,
para que eterno brille entre sus hojas
y oculto su recuerdo
y plegue a Dios que siempre, cuando fijes
en él tus ojos bellos,
sonrían tus labios, evocando pura
memoria de amistad tu pensamiento!
--146--
Mi pecho enciende en misterioso fuego
plácida imagen, que en mi mente vaga;
nombre, más dulce que la miel hiblea,
vibra en mi alma.
Do quiera tiendo la mirada ansiosa,
do quiera leve murmullo se levanta,
sueño de amor, la imagen me aparece,
y escucho esa palabra.
¿Nunca en sus alas la llevó a tu oído
la brisa el penetrar por tu ventana?
Es que en mis labios sin sonido flota,
y espira en mi garganta.
--148--
Eres joven, eres bella,
--149--
El sol que se levanta
sobre la mar sonora,
el ruiseñor que canta,
al despuntar la aurora,
en el follaje espléndido
del bosque secular;
el triste y acordado
murmullo de la fuente,
el cefirillo alado
que riza blandamente,
al agitarlo trémulo,
su líquido cristal;
El encantado aroma
de las silvestres flores,
que la empinada loma
matizan de colores,
el cielo que despliégase
--150--
Llamé a la puerta de la riqueza
y la miseria me contestó;
llamé a la puerta de la belleza
y el desengaño mi pecho hirió.
Llamé a la puerta de ardiente orgía,
y, en vez de goces, pena encontré;
llamé a tu puerta, religión mía,
y, al traspasarla, pensé... ¡y dudé!
Mas yo conozco lugar tranquilo,
--151--
Cuando sus alas la noche
en el firmamento tiende,
y, en parda sombra velada,
la naturaleza duerme,
si alzas, acaso, los ojos
a la bóveda celeste
y libre tu pensamiento
en el espacio se pierde,
¡piensa en mí! que en ti pensando
entonce estoy, como siempre,
y creo ver en las estrellas
el resplandor de tu frente.
Si de tu flor favorita
que tu ventana embellece
y que al viento de la tarde
abre su cáliz de nieve,
aspiras el grato aroma
en el perfumado ambiente,
¡piensa en mí! que en ella busco,
enamorado y ausente,
un recuerdo de otros días,
que me consuele.
Cuando sola y pensativa,
en tu oculto gabinete,
nuestros queridos poetas
recorras con vista ardiente,
si una lágrima furtiva
de tus ojos se desprende,
¡piensa en mí! que busco en ellos
acentos que me recuerden
aquel tiempo venturoso
--152--
Canción
(Música de Y. Hernández.)
Si melancólico miro
el azul puro del cielo,
y algún rayo de consuelo
brilla en mi pálida faz;
es que en él miro anhelante,
con los ojos de mi alma,
INTERMEDIO:
Es la mujer prisión en que nacemos,
Y a que desde el nacer nos condenamos:
Unos por penitencia la buscamos,
Otros por galardón la merecemos.
Abismo en que los débiles caemos,
Puerto donde los fuertes nos salvamos,
--153--
¿Si, cual tus rasgados ojos,
es negra tu cabellera,
si la sonrisa del ángel
vaga en tu boca pequeña,
si el cuello tienes del cisne
y el tallo de la palmera,
qué pides, qué pides, niña
para parecer más bella?
Lo sé; envidias a la rosa
el puro color que ostenta,
y que a tus blancas mejillas
negó la naturaleza.
Si en la luna veneciana
tu bello rostro contemplas,
piensas con enojo, niña,
que la palidez lo afea.
La palidez que en mi alma
grata sensación despierta
de vaga melancolía
y de inefable tristeza.
Esa palidez, hermosa,
que es del sentimiento emblema,
y que el pensamiento imprime
en la frente del poeta.
Pálida vierte la aurora
lluvia de aljófar y perlas,
pálida la casta luna
del cenit se enseñorea.
Pálidos dan su fragancia
El horizonte enlutado
está con manto de bruma,
el mar levanta irritado
altas montañas de espuma.
Las aves buscan su nido,
¡y tú inmóvil permaneces!
Oye del trueno el rugido:
márchate: ¿no te estremeces?
-¡Extranjero! en esta lucha
de discordes elementos,
una voz mi pecho escucha
que responde a sus lamentos.
Aquí, al rumor de las olas
y los vientos bramadores,
vengo a lamentar a solas
la muerte de mis amores.
En esta misma ribera,
desolada y afligida,
abracé por vez postrera
al encanto de mi vida.
La calma de sus hogares
turbaba suerte importuna,
y quiso cruzar los mares
en pos de mejor fortuna.
Naturaleza a su anhelo
favorable parecía;
el sol, desde el alto cielo,
con vivo fulgor lucía.
Sereno y plácido el viento
rizaba la mar en calma;
--156--
--157--
(Junto a una niña dormida).
¡Miradla!-Apenas seis veces
deshojó la primavera,
sobre esa frente tranquila,
las flores de su diadema.
Sus negros y dulces ojos,
espejo de la inocencia,
transparentes como el cielo,
la luz del cielo reflejan.
La aureola de los ángeles
ciñe su pura cabeza,
que de sus rubios cabellos
los copiosos rizos velan.
Es niña, es niña; su alma
duerme en esa forma bella,
esperando que algún día,
en la mundanal tormenta,
el rayo de las pasiones,
--158--
En vano tu sentimiento
quisiste ocultarme, Elvira;
yo vi brotar una lágrima
sobre tu negra pupila.
Brillaba la luz en ella
de tu forzada sonrisa
cual sobro el agua el reflejo
de la estrella vespertina.
Como en las hojas del árbol
gota de rocío brilla,
sobre tus largas pestañas
brilló un punto suspendida,
luego, tersa, transparente
descendió por tu mejilla.
Bien así, cuando los euros
las gayas flores agitan,
del cáliz de la azucena
perfumadas se deslizan
las lágrimas de la aurora
sobre la yerba mullida.
--159--
¡Dejo ese cielo, do brotó la llama
--160--
Fue tu amor, Laura, la loca brisa
que rauda pasa besando flores,
fue de la aurora la blanda risa
que el sol ahuyenta con sus fulgores;
fue blanca nube quo cruza el viento
y en pos no deja rastro ni huella,
fue la inconstancia del pensamiento,
fue de un suspiro ligero acento,
luz fugitiva de errante estrella.
Es mi amor, Laura, cedro eminente
que no doblegan los huracanes,
es el continuo rugir hirviente
de los torrentes y los volcanes;
es alta peña que el mar azota
sin que a su empuje rendirla pueda,
es el ambiente que en torno flota,
del sentimiento la eterna nota,
luz que en las ondas del éter rueda.
Tengo de amores herida el alma,
quema mis ojos amargo llanto;
senda de flores, en dulce calma,
indiferente huellas en tanto.
Mas no te envidio, que sólo excita
--161--
¡Viva el placer! La tempestad sombría
enluta el firmamento:
resuenen los cantares de alegría
al par que silba plañidero el viento.
En plácida armonía
vibre el cristal con el cristal chocando,
y, en loca risa el corazón gozando,
nos sorprenda al nacer el nuevo día.
¡Oh cuán bella! la luz de tu mirada
es intensa y ardiente;
tu rubia cabellera destrenzada
es áureo marco de tu blanca frente.
Cual música acordada
mueve mi corazón tu voz sonora,
y, al estrechar mi mano abrasadora,
tiembla tu mano amada.
Cae la lluvia a raudales, ronco el viento
se agita con furor.
Fija tus ojos en los ojos míos
y embriágame de amor.
--162--
Te estoy mirando y pensando
que es lo que tendrán mis ojos,
que siempre bajas la frente
cuando en los tuyos los pongo.
No se si, al ver que te miro,
te enrojece la modestia,
o es que mis ojos alumbran
las sombras de tu conciencia.
--163--
Yo amé siempre el abismo; en alta roca
sentado muchas veces, de océano
No te amo ya.
--164--
¿De dónde vienes?-No lo sé: un momento
mi ardiente fantasía,
en la vaga región oyó del viento
insólita armonía.
Hirió mis ojos peregrina aurora,
sentí fuerza secreta;
alcé la frente y vi deslumbradora
la estrella del poeta.
¿Fue ilusión?... De la vida en los albores
fue esa ilusión mi vida;
alzó su vuelo, envuelta en resplandores,
mi alma estremecida.
Mundo de claridad y de hermosura
me abrió su noble seno,
y allí del río de mi existencia pura
corrió el cristal sereno.
--165--
Llega hasta mí, felice, sugestiva
la ternura nupcial de tu presencia
en la sombra del claustro pensativa;
y así recordaré tu faz votiva
en la flor de su blonda adolescencia.
Llega hasta mí el murmurio de tus preces,
el quedo rozamiento del rosario,
y el soplo de beatas languideces
cuya esencia embriagara tantas veces
mi corazón y el místico santuario.
--166--
En el almohadón rosado
de tu pecho virginal,
dulcemente reclinado,
¡Cuántas veces he soñado
en una prole inmortal!
Latía tu corazón
como un picaflor, veloz;
y era tal tu emoción
que daba la sensación
de que velabas a un dios.
--166--
¡Oh Gaya Morgana mía,
Madona de Poesía
del rito sentimental,
que ciernes tus altos sueños,
como albatros zahareños,
sobre las sirtes del Mal.
Recuerdo en la adolescencia
tu primer iridescencia
en la penumbra interior,
do la efigie de una bella,
«desnuda como una estrella»
me iluminara de amor.
--167--
Recuerdo tus magias todas
en las citas y en las bodas
del gozoso imaginar;
--168--
Maguer de tantos labios que he besado
de blancas rosas, crisantemas de oro,
mi amor llega hasta ti, puro y sonoro
como un champagne bullente y perfumado.
Hoy, el vino glorioso de mis viñas
sonríe en las miradas de las niñas
de tus pupilas, ebrias de pasión.
Mañana, si eres comprensiva y buena,
como en la copa pectoral de Helena
en la tuya pondré mi corazón.
Y juntos gustaremos la excelencia
del vino del Placer y de la Ciencia.
(Álvaro Armando Vasseur).
--169--
Loreley, Loreley, mi eximia vecinita,
pálida como un novi-lunio crepuscular;
tu frente es un poema, tu boca una fresita,
y el fuego de tus ojos me suele hacer soñar.
¿Sabes? me hechiza verte, bizarra y exquisita
con tu peinado arcaico -gloria del boulevar-
como una deliciosa visión prerrafaelita,
erguido el busto artístico, felino el noble andar.
Tu cuerpo es una rítmica ánfora de ambrosía
que un gay felice orfebre moldeara cierto día
para que contuviera tu adolescencia en flor.
¡Y ya quien sabe cuantas ternuras transitorias
han puesto en el exergo genial de tus memorias
INTERMEDIO:
Ardiendo un marido en celos
de coraje se arrancó
un gran puñado de pelos
y en el brasero lo echó.
La mujer lo vio encendido
y hurgó con sumo cuidado
diciendo: ¿qué habrá caído
que huele a cuerno quemado?
(Juan Martínez Villergas).
--170--
Yo la vi sonreír veladamente
-una tarde al pasar-, en su balcón,
y esgrimir su bizarro «impertinente»
con una deliciosa distinción.
Otra vez, yo la vi, coquetamente
insinuar su alevosa seducción,
modelando sus formas de serpiente
desde los regios flancos al talón.
Y desde entonces su triunfal silueta
de Tentadora, picaresca y maja,
cruza por mis insomnios de poeta
Como una evocación de la Regencia;
con su perfil artístico de alhaja
y el «chic» de su adorable impertinencia!
(Álvaro Armando Vasseur).
--171--
Feliz el conquistador
que con arte sorprendente
merezca el regio presente
de tu glorioso impudor.
Feliz el sabio en amor
cuya elocuencia vehemente
cubra el mármol de tu frente
--172--
Desperteme obsedido
por una sombra azul
que me hablaba al oído,
cómo solías tú...
Llovía suavemente,
y en la noche sin luz
sentí besar mi frente,
como solías tú...
¡Oh! que ansiedad más loca,
que inefable inquietud,
cuando sorbió mi boca
como solías tú...
Cuando se echó en mi lecho
y me clavó en su cruz,
y me adurmió en su pecho
como solías tú...
(Álvaro Armando Vasseur).
--173--
¡Oh la ardiente persuasión
de unos labios miel y grana,
que en un beso de pasión
colman la música humana!
Oh, quejas del goce breve
que el alma al destino lanza,
a trueque de hebras de nieve
de náusea y desesperanza.
¡Oh, que grato es expresar
a algunas el propio duelo,
como los tumbos del mar
--174--
Como inmortales faros
Aunque cierre los ojos te ve mi fantasía,
aunque me hunda en la noche no te puedo olvidar,
¡Oh lirio inmarcesible, visión de poesía!
¡Oh sombra de mi sombra, soñar de mi soñar!
Como inmortales faros velan la vida mía
tus ojos que atesoran toda la luz del día
los cambiantes del iris y el misterio del mar.
¡Oh inmarcesible lirio, visión de poesía,
aunque cierre los ojos te ve mi fantasía,
y aunque me hunda en la noche no le puedo olvidar!
(Álvaro Armando Vasseur).
--175--
Si tú me comprendieras
yo te amaría
con un encanto lleno
de poesía.
Te haría versos suaves,
y rimas bellas
cual los juegos de luces
de las estrellas.
Y gallardos poemas
de apoteosis,
en las horas geniales
--176—
¡Feliz, oh mar del Plata! que has logrado
lo que jamás pudieron mis anhelos:
verla acudir a la primera cita
y desnudarse al borde de tu lecho.
Feliz, rival amigo que has logrado
mecerla en tu columpio gigantesco,
y besar, con el ritmo de tu oleaje,
las ondas voluptuosas de sus senos.
Feliz, triunfal sultán que has circundado
de nupciales espumas sus cabellos,
y has puesto el ceñidor de tus caricias
a la estatua flotante de su cuerpo.
--177--
Aquella noche de bodas
en tu soberbia mansión
tus amigas fueron todas,
tus amigos..., menos yo.
--178--
--179--
Musa del porvenir, Venus futura,
de casco de ámbar y ojos de berilo,
quiero grabar tu lírica hermosura
en el diamante negro de mi estilo
y en el negro joyel de mi locura.
Stella matinal, lis de la altura
como en su Paros la deidad de Milo
deslumbrará tu blonda miniatura
en el diamante negro de mi estilo
y en el negro joyel de mi locura.
Y si algún día invade la Amargura
el róseo estuche de tu hogar tranquilo.
--180--
Prez de la Aristocracia, lis de los Gobelinos,
en homenaje a Nos quema tus pergaminos,
prez de la Aristocracia, lis de los Gobelinos.
Ven, sellarán tu boca, plena de jugos acres,
con siete sellos rojos -mis labios- ígneos lacres
ven, sellarán tu boca plena de jugos acres.
Tu voluptuosa falda será mi facistol,
tus senos mis altares, tu valva mi crisol;
tu voluptuosa falda será mi facistol.
Historiarán tu busto mis gnósticas succiones,
de heráldicos tatuajes y eléusicos blasones;
historiarán tu busto mis gnósticas succiones,
Glisarán de tus ojos las lágrimas febeas
como el gotear lumíneo de las antiguas teas,
glisarán de tus ojos las lágrimas febeas.
--181--
Había,
una vez un Universo!...
--182--
ES TUYO ESTE POEMA
Siempre quise decirte
algunas cosas,
levantar unos signos con tu nombre,
ofrecerte
mi corazón de espuma,
de humo inatrapable,
de flores y cuchillos subterráneos,
ese desván de tiempo detenido;
--183--
No me llama el misterio del papel,
ya la sangre se alejó de mis dedos,
hay una paz de muerte en mis falanges,
ya no quiero atrapar los colores del aire,
ni recordar el óxido de mis espadas
ni pedirle al laurel la hora de la luna.
He terminado de amasar
este pan de color y de barro.
--184--
Las fatigas que se cantan
son las fatigas más grandes,
porque se cantan llorando
y las lágrimas no salen.
Si yo pudiera arrancar
una estrellita del cielo,
te la pusiera en la frente
para verte desde lejos.
--185--
Tenía los labios rojos,
tan rojos como la grana...
labios ¡ay! que fueron hechos
para que alguien los besara.
Yo un día quise... la niña
al pie de un ciprés descansa:
un beso eterno la muerte
puso en sus labios de grana.
Allá arriba el sol brillante
las estrellas allá arriba;
--186--
Los que quedan en el puerto
cuando la nave se va,
dicen al ver que se aleja:
«¡quién sabe si volverán!»
Y los que van en la nave
dicen mirando hacia atrás:
«¡quién sabe cuando volvamos
si se habrán marchado ya!»
--187--
A ninguna en este mundo
he querido más que a ti;
el que tú no lo conozcas
ese es mi mayor sentir.
--188--
Mientras más caricias me haces
más en confusión me pones,
porque tus caricias son
vísperas de tus traiciones.
--189--
Todo lo vence el querer,
todo lo alcanza el dinero,
todo acaba con la muerte,
todo llega con el tiempo.
--190--
Corre, ve y dile a tu madre
que no hable mal de mí,
que pérdidas y ganancias
todas caerán sobre ti.
--192--
Causa de mi perdición,
quiero apartarme de ti:
la mujer que quiere a dos
no puede tener buen fin.
--193--
Hice yo un hoyo en la tierra
y enterré mis pensamientos;
por no descubrirme a nadie
tormentos le di a mi cuerpo.
--194--
Yo tengo comparadita
la mujer con el caballo,
si no tiene buen jinete
no se la quita el resabio.
(Augusto Ferrán y Forniés).
--195--
Se encontraron y se hablaron,
y dijo el tiempo al querer:
esa soberbia que tienes
yo te la castigaré.
(Augusto Ferrán y Forniés).
--196--
Vengo yo a verte y me dicen
que he perdido la vergüenza;
no considera ninguno
la pasión que a mí me ciega.
--197--
--198--
Yo me he puesto en oración
por ver si Dios me revela
si este querer tuyo y mío
es fingido o es de veras.
--199--
Siempre me echabas achaques
para no salirme a hablar;
lo que es tiempo, te sobraba;
te faltaba voluntad.
--200--
Mi cama son duras piedras,
mi cabecera un ladrillo,
y a las paredes me agarro
creyendo que estoy contigo.
--201--
En el querer no hay venganza,
y te has vengado de mí;
si no hay castigo en la tierra
del cielo te ha de venir.
--202--
Cuando esté en la sepultura
y de gusanos roído,
mis huesos tendrán letreros
diciendo que te he querido.
--203--
Yo no sé lo que le ha dado
esta serrana a mi cuerpo,
que hago por olvidarla
y en viéndola me arrepiento.
--205--
Tierra, ¿cómo no te abres
y te sales de tu centro,
y tragas a esta mujer
de tan malos pensamientos?
--206--
De lo que yo hago contigo
no se puede espantar nadie,
porque me hago los cargos
que eres carne de mis carnes.
--207--
Cuando hables de mi persona
no digas que me has querido,
di que fue un capricho sólo
que los dos hemos tenido.
--208--
Porque te vi desde lejos
por eso te quiero tanto;
haces bien en no acercarte,
de cerca pierde lo falso.
--209--
Paloma que vas volando
y en el pico llevas hilo,
dámelo para coser
tu corazón con el mío.
--210--
Ya se me quitó la venda
que tan ciego me tenía,
y he llegado a conocer
--211--
Yo pensé que era yo solo
serrana, a quien tú querías,
y te diviertes con otro
todas las horas del día.
--212--
Me quisistes y te quise;
me olvidaste y te olvidé;
los dos tuvimos la culpa,
tú primero y yo después.
---213--
Pierde pan y pierde perro
quien da pan a perro ajeno;
yo no te quiero dar nada
por no perder más que el perro.
Una me dijo que sí,
otra me dijo que no:
la del sí, quería ella;
la del no, quería yo.
--214--
Hace ya muy largos años
que te hablo y no me comprendes;
no te echo la culpa a ti,
sino es a mi mala suerte.
--215--
Yo creí que con el tiempo
mis penas se acabarían,
y se me van aumentando
como las horas del día.
(Augusto Ferrán y Forniés).
--216--
Anda diciendo tu madre
que yo tengo mala lengua;
--217--
Yo no sé lo que me has dado
que me has quitado el sentido:
me he puesto ya muchas veces
a olvidarte y no he podido.
--218--
Yo le respondí al verdugo
con palabras muy sensibles:
quítame pronto la vida,
que olvidarla es imposible.
--219--
Mi querer y tu querer
son dos quereres en uno;
y siempre estamos riñendo
por si es mío o por si es tuyo.
--220--
Por causa de esa serrana
mi cuerpo se echó a perder:
el que siembra en mala tierra,
¿qué es lo que espera coger?
--221--
Ya no quiero querer más
quiero seguir tu opinión;
que un querer con mucho extremo
es causa de perdición.
--222--
Cuando dos quieren a una
y los dos están presentes,
el uno cierra los ojos
y el otro aprieta los dientes.
--224--
Cuanto más hables más pierdes,
y a ti te obliga el callar;
que el hierro que yo te he echado
a la cara te saldrá.
(Augusto Ferrán y Forniés).
--225--
Tus ojos son dos ladrones
que a un tiempo roban y matan,
la sepultura es tu pecho
y la salvación tu alma.
(Augusto Ferrán y Forniés).
--226-- I
Las fatigas que se cantan
son las fatigas más grandes,
porque se cantan llorando
y las lágrimas no salen.
--227--
Dos males hay en el mundo
que es necesario vencer:
el amor de uno a sí mismo
y el rencor de la mujer.
--228--
Si mis ojos no te dicen
todo lo que el pecho siente,
no es porque se están callados;
es porque no los comprendes.
--229--
--230--
Si me quieres como dices,
¿por qué te apartas de mí?
agua que va río abajo,
en la mar viene a morir.
--231--
Mirando al cielo juraste
no me engañarías nunca,
y desde entonces el cielo
sólo con verte se nubla.
--232--
En un calabozo oscuro
sufro penas sobre penas,
y a fuerza de estar a oscuras,
se ha vuelto mi pena negra.
--234--
Al saber que me engañabas,
fuime a la orilla del mar;
quise llorar y no pude,
y en ti me puse a pensar.
--235--
En ti me puse a pensar,
y por fin llegué a entender
cómo una mujer que quiere
puede olvidar su querer.
--236--
Puede olvidar su querer;
y al ver que esto era verdad,
mis lágrimas se perdieron
en lo profundo del mar.
--238--
Del fuego que por tu gusto
encendimos hace tiempo,
las cenizas sólo quedan,
y en el corazón las llevo.
--239--
¿Cómo quieres que yo queme
las prendas que me has devuelto,
si el corazón me lo has dado
tú misma cenizas hecho?
--240--
Llevas escrito en tu cara
que tienes mal corazón,
y es tan poca tu vergüenza
que aún vas por donde yo voy.
--241--
Sé que me voy a perder
y ya sé que estoy perdido,
y solamente me pesa
que no te pierdas conmigo.
--242--
En sueños te contemplaba
dentro de la oscuridad,
y cuando abriste los ojos
todo comenzó a brillar.
--243--
Todo comenzó a brillar,
y entonces te llamé yo:
cerraste al punto los ojos,
--244--
Cuando te estoy contemplando
quisiera poner en ti
en una, cuantas miradas
desde que vivo perdí.
--245--
Por Dios, mujer, no me mires
con los ojos entreabiertos,
porque así me dices sólo
la mitad de tus secretos.
--246--
El querer es una hoguera
que en nuestro pecho se enciende;
por eso cuando queremos
toda nuestra sangre hierve.
--247--
Por la noche pienso en ti,
y en ti pienso a todas horas;
y mientras tanto yo viva,
vivirá en mí tu memoria.
--248--
Vivirá en mí tu memoria,
a la vez triste y alegre,
pues has sido mujer buena,
lo cual rara vez sucede.
--249--
Me desperté a media noche,
abrí los ojos, y al ver
que tú estabas a mi lado,
volví a dormirme y soñé.
--250--
Me han dicho que hay una flor,
--251--
Las pestañas de tus ojos
son más negras que la mora,
y entre pestaña y pestaña
una estrellita se asoma.
--252--
Por Dios, mujer, no te escondas
ni te pongas colorada:
lo que acabo de decirte
es lo que todos te callan.
--253--
Di, mujer, ¿qué estás haciendo?...
¿no te ha dado Dios razón
para ver que si me engañas
nos engañamos los dos?
--254--
Yo pedí licencia a Dios
que me dejase quererte,
y Dios, al ver mis fatigas,
me la otorgó para siempre.
--255--
Me la otorgó para siempre;
y cuando dije «te quiero»,
se presentaron los hombres
y a mi querer se opusieron.
--256--
Me he equivocado al decirte:
por ti me muero, bien mío;
quise decirte, y perdona,
que tan sólo por ti vivo.
--258--
Escuchadme sin reparo;
mis palabras son verdades:
nunca miréis con desprecio
al que mendiga en la calle.
--259--
El que mendiga en la calle
es el más digno de lástima,
porque además de ser pobre
lo va diciendo en voz alta.
--260--
En verdad, dos son las cosas
que el mundo entero gobiernan:
el oro, por lo que vale,
y el amor, por lo que cuesta.
--261--
Mujer, ¿quién pudo anunciarte
lo que el corazón te pide?
Nunca te hablé, y con tus ojos
cuanto deseo me dices.
--262--
Cada vez que paso y miro
el sitio donde te hablé,
volviendo al cielo los ojos
digo llorando: ¡aquí fue!
--263--
Ahora me vienes diciendo
que el tiempo pierdo contigo;
¿cómo se puede perder
--264--
Que me engañara una vez,
lo comprendo... ¡pero dos!
por fuerza el hombre que quiere
pierde toda su razón.
--265--
Cuanto más pienso en las cosas,
mucho menos las comprendo;
por eso cuando te miro
te estoy viendo y no lo creo.
--266--
Como un rayo corre, vuela,
y dile a quien me ofendió,
que hace un año que le espero
para vengarme mejor.
--267--
Aunque nos den que sentir
siempre corremos tras ellas,
porque al cabo las mujeres
¡son tan malas y tan buenas!
--268--
Muerte que causan los celos
es la peor de las muertes,
porque más se ama la vida,
cuantos más celos se tienen.
--269--
Esperanza de mi vida,
¿por qué te alejas de mí
llevándote las promesas
que no llegaste a cumplir?
--270--
Cuando ves que ansioso tengo
--271--
Ahora que me estás queriendo,
yo no te puedo querer:
las cosas buenas no llegan
a tiempo ninguna vez.
--272--
Tú me miras, yo te miro,
y así los dos nos miramos:
tú me preguntas quién soy...
yo sigo mirando... y callo.
--273--
Negro está el cielo allá arriba
negros tus ojos, muy negros,
y mi corazón, morena,
como tus ojos lo tengo.
--274--
Fuego sale de mi pecho,
fuego brota de mis ojos,
al ver que tú eres de nieve
cuando la mano te cojo.
--275--
A la luz de las estrellas
yo te vi, cara de cielo;
por eso cuando te miro,
de las estrellas me acuerdo.
--276--
Tenía los labios rojos,
tan rojos como la grana;
labios ¡ay! que fueron hechos
para que alguien los besara.
--278--
Si yo pudiera arrancar
una estrellita del cielo,
te la pondría en la frente
para verte desde lejos.
--279--
Es tanto lo que te quiero,
que hasta quiero tener penas,
si, cuando yo te las cuente,
te has de divertir con ellas.
--280--
Me mata poquito a poco
el querer que yo te tengo:
no te asustes, compañera,
pues por lo mismo te quiero.
(Augusto Ferrán y Forniés).
--281--
¡Jesús, qué bonita eres!
si Dios te hizo, ¿cómo pudo
dejarte después de hacerte?
--282--
Vida y muerte, tierra y cielo,
triste noche, alegre sol;
cuanto en el mundo contemplas
con alegría o dolor;
--283--
Todo, si me quieres bien,
me atrevo a dártelo yo...
pues de todo llevo un poco
--284--
No sé si es amor o es odio;
¡pero no más por un día!
¡ay, si se murieran todos!
--285--
¡Contar los latidos
de mi corazón!
cuentas son esas que van a ponernos
tristes a los dos.
--282--
Otro cantar, que yo quiero
ver cómo entornas los ojos
cuando te falta el aliento.
--283--
Me llama holgazán tu madre;
¡como si el querer no fuera
una ocupación muy grande!
--284--
Si me robaste el sentido,
no hay razón para que vayas
diciendo que lo he perdido.
--285--
¡Qué alegre está el campo,
el cielo qué alegre!
aunque haya penas, ¡qué alegres están
los que bien se quieren!
--286--
¡Qué quieres que yo te diga,
si al pensar en que eres de otro
recuerdo que has sido mía!
--287--
Tengo arrugas en la frente
--288--
Quisiera a veces fingir,
porque se vence fingiendo;
y también quisiera a veces
no sentir como yo siento.
--289--
Y hasta quisiera tener
odio, y no amor en el pecho,
al ver que en odio egoísta
se paga el amor sincero...
--290--
Pero no temas, son humo
estos malos pensamientos;
y por más que a veces quiera
ser otro que soy, no puedo.
--291--
«Siempre más, nunca bastante;
hay placer mientras hay vida.»
Esto pensaba yo antes.
«Nunca más, siempre ya menos;
ni hay vida ya ni placer.»
Esto pensaba yo luego.
--292--
La flor que me diste en tiempo
de amorosa intimidad,
la arrojo al mar, y se pierde
entre las olas del mar.
Y este rizo que tu mano
cortó con amante afán,
lo arrojo al fuego, y el fuego
cenizas lo vuelve ya.
Y tus continuas promesas
--293--
El querer que yo te tuve
lo guardo en mi corazón,
porque entre cenizas siempre
se guarda el fuego mejor.
--294--
Si era cariño o costumbre,
no lo sé; pero recuerdo
que por las mañanas siempre
decía: «hoy no te quiero.»
--295--
Por mí nunca temo
la muerte que llega:
yo marcho a gusto; pero ¡ay pobrecitos
de los que se quedan!
--296--
Vendrás con las manos juntas,
mujer, pidiendo perdón,
y al mirarte tan humilde
te daré la absolución.
Y tú con la absolución
me engañarás otra vez;
y yo, olvidando tu engaño,
te perdonaré también.
Te perdonaré otra vez...
INTERMEDIO
Que de muchas pretendiente
Don Jaime, a ninguna quiera,
y busque incesantemente
más que una niña hechicera
un decente capital,
¿Hay cosa más natural?
(Juan Martínez Villergas).
FIN DEL INTERMEDIO.
--297--
Después de haberse querido
no se volvieron a ver;
pero, al morirse, pensaron
él en ella y ella en él.
Y así hablaron en voz baja
los dos por última vez:
-Yo te quise y aún te quiero.
-Yo te quise y te querré.
--298--
Como la quería tanto,
se dejó el hierro en la herida
para morir más despacio.
--299--
Dijo la sombra a la luz:
de negra pena me muero
cuando no me miras tú.
--300--
No puedo callar, no puedo;
mi corazón va a romperse
si no digo que te quiero.
Le tengo miedo al querer,
porque he visto mucha gente
--301--
Estréchame contra tu corazón para que los latidos de mi corazón y el tuyo se
confundan y no puedan ser contados.
(Augusto Ferrán y Forniés).
--302--
Los sonidos de tu boca
son dulcísimos, mi amor;
ellos eran armonías
cuando expresaban pasión.
Los sonidos de tu boca
amargos, mi vida, son;
me parecen hiel y acíbar
hoy que no tienes amor.
En dos sílabas, mi alma,
corristes el diapasón:
¡qué dulce que fue tu sí!
¡qué amargo que fue tu no!
--303--
Tu rostro con mi rostro se ha juntado,
tu espanto se ha reunido con mi espanto,
y juntos hemos llorado...
¡Me amabas tanto!
Tu mano con mi mano se ha estrechado,
tu canto se ha mezclado con mi canto...
¡Qué alegre que de mí te has separado
sin amor santo!
--304--
Yo te amé cuando niño
como un anhelo,
te amé de adolescente
como un deseo,
y mi amor cuando hombre
fue un sentimiento.
Tú me amaste de niña
--305--
Cuando la primavera llegó con sus verdores
te vi y te amé.
Te vi por vez primera al ver las puras flores
y te adoré.
Cuando el otoño triste llegó, seco y sombrío
ya no te vi.
Tu amor, vida, no existe, y en un invierno frío
muero sin ti.
--306--
Cuando eras, mi amor, buena
¡cuánto te he amado!...
Hoy, mi amor, que eres mala
¡cuánto te amo!...
--307--
Pláceme la noche amiga
de los que viven sufriendo,
y contar las tristes horas
embebido en su silencio.
Entonces se ensancha el alma,
y desprendida del cuerpo
vive vida de armonías,
vive vida de recuerdos.
Si me da en el rostro el aura
me creo sentir tus besos,
y si aspiro algún aroma
me creo aspirar tu aliento.
En las brillantes estrellas
--308--
Entre dos que bien se quieren
no hay ausencia ni distancia,
que los pensamientos vuelan
y cada día se hablan.
Esto es lo que llamar suelen
el lenguaje de las almas;
un corazón que recuerda
no necesita palabras.
--309--
Yo te he visto dormida
y te he visto agitada;
¿los sueños te dan vida?
¿Lo real no te da nada?
Despiertas... Ya la calma
lució tras el beleño:
¡cuán hermosa es tu alma,
¡ay, bella como un sueño!
--310--
Yo tus ojos he besado,
yo he besado tus cabellos,
yo besé tus manos blancas
y estreché tu talle esbelto.
--311--
Nombres dulces yo te he oído
--312--
Perdido ando, señora, entre la gente
sin vos, sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida;
sin vos porque de mí no sois servida,
sin mí porque sin vos no estoy presente;
sin ser porque del ser estando ausente
no hay cosa que del ser no me despida;
sin Dios porque mi alma a Dios olvida
por contemplar a vos continuamente;
sin vida porque ausente de su alma
nadie vive, y si ya no estoy difunto
es en fe de esperar vuestra venida.
¡Oh, vos por quien perdí alegría y calma
miradme amable y volvereisme al punto
a vos, a mi, a mi ser, mi Dios, mi vida!
(Bernardo de Balbuena).
--312--
Decidle cuando el mundo esté dormido
y ella sueñe en mis lágrimas despierta,
que le mando en un rayo de la luna
todo el cariño que mi pecho alberga.
Decidle que es su aliento más süave
que el perfume del nardo y la violeta,
y su boca más dulce y más sabrosa
que los frutos de Nápoles y Hesperia.
(Benito Mas y Prat).
--313--
Dios lä hizo surgir ante mi paso
como surge el oasis en la arena,
la fuente cristalina en la montaña
y el árbol en la sábana desierta;
»Bien sabe Alá que daría
por un beso de tu boca
--314--
¡Es ella, sí, es mi amada! esa es su frente,
blanca como los mármoles de Grecia;
esa es su boca de coral y nácar,
esos sus ojos de mirada intensa.
¡Qué hermosa está! Sobre su blanco cuello
se deslizan las ondas de sus trenzas...
¡Oh, si estos labios que acaricio hablaran!
¡Oh, si estos ojos que contemplo vieran!
Imagen dulce de la amada mía,
que mis insomnios de dolor consuelas,
¿por qué no miras y verás mi llanto?
¿Por qué no escuchas, sentirás mi pena?
¡Todo es en vano! mis continuos besos
no logran reanimar esta vitela,
aunque al contacto ardiente de mi boca
--315--
Yo besé una sensitiva
y se plegaron sus hojas;
si no me cierras tu pecho
deja que bese tu boca.
(Benito Más y Prat).
--316--
Zagala morena
de los ojos negros,
la del pie pulido,
la del alto seno;
deja que las ondas
beban tus corderos,
que no avanza el lobo
si velan los perros.
El sol, tras el alba
alzose en el cielo
con nubes de grana
en trono de fuego;
dorando los bosques,
besando los cerros,
y sembrando lirios
al pie del otero.
Siguiendo a la diestra,
--317--
Como tus rojas hermanas,
ávida de luz y amores,
abres tus hojas livianas
en las primeras mañanas
de la estación de las flores.
Lucha tu seno plegado
por conservar el perfume
que tu cáliz ha formado,
mas por contemplar el prado
tu pétalo se consume.
En tu imbécil ambición
importunas a la brisa,
henchida de presunción,
pidiéndole la impresión
de su ligera sonrisa.
(Benito Mas y Prat).
--318--
Y al sol que va apareciendo,
y al ave que va cruzando,
parece que estás diciendo:
-¡Ved cuán bella voy creciendo,
---319--
Rosa, sin duda deliras,
y en tu delirio orgulloso
por desplegarte suspiras,
no conociendo las iras
de este mundo proceloso.
Vana será tu hermosura,
tu pureza y tu fragancia;
sólo probarás tortura,
sólo tendrás amargura,
sólo verás inconstancia.
Si fueras limpio diamante
o esmeralda transparente,
el hombre ciego, anhelante,
en su ambición impaciente
te guardara delirante.
Y si tu tallo inodoro
y tus hojas peregrinas
fuesen de plata o de oro,
no guardaran tal tesoro
esas punzantes espinas.
Mas si eres rica en colores
y poderosa en aromas;
si por reina de las flores
te cantan los ruiseñores
y te arrullan las palomas;
No seduce tu color
al avariento mortal,
que no aprecia tu candor
porque a la más pura flor
prefiere siempre el metal.
Que el selam de los amores
--319--
No sé por qué tu rápido oleaje,
que ondula sosegado
al retratar el plácido celaje
acariciando el prado;
no sé por qué tu espuma pasajera,
tus márgenes de flores,
encienden de mis lágrimas la hoguera
y hostigan mis dolores.
No sé por qué, Guadalquivir tranquilo,
vengo triste a tu orilla,
y en los escollos del pesar vacilo
cual trémula barquilla;
no sé por qué cuando la noche cierra
demándole consuelo,
y viendo muda a la dormida tierra
alzo la vista al cielo.
No sé por qué, te digo, y estoy loco
cuando el golpe no siento
--320--
Cuando la oración caía
con las sombras de la tarde,
y la doliente campana
daba su voz a los aires;
arrodillada en el huerto
de la casa de mi padre,
del álamo más copudo
bajo el frondoso ramaje,
sentí un beso en la mejilla:
¡Era el beso de mi madre!
--321--
Náyade blanca, que en las tenues ondas
juegas mostrando tu desnudo seno,
dile a mi joven pastorcilla amada,
¡dile que muero,
blanco cordero que en el verde prado
paces alegre la menuda yerba,
--324--
Lloro cuando no me ves,
y cuando me ves sonrío;
ya que sufro yo por ti,
--324--
Tierna zagaleja,
del monte la gala,
del valle florido
balsámica planta:
¿Por qué siempre esperas
llorosa, cuitada,
la estrella del día
la nube del alba?
Siendo tus ojuelos
ojuelos de llamas,
que en campo de nieve
vivaces abrazan;
siendo tus mejillas
de flor de granada;
siendo más hermosa
que nube del alba,
--325--
Mientras que pude llorar
me consolaron mis lágrimas,
hoy ya no tengo consuelo
porque hasta el llanto me falta.
Una pompa de jabón
vi ayer tarde hacer a un niño,
y me dije suspirando:
¡Más dura que su cariño!
Me estoy muriendo por ella
y la falsa no lo advierte,
como le sobra la vida
no se acuerda de mi muerte.
Niña, el que asesina a otro
tiene en la cárcel el premio;
tú me matas y me prendes
¡explícame cómo es eso!
(Benito Mas y Prat).
--326—
...celos le inspiran
los labios a los ojos si la besan,
los ojos a los labios si la miran.
AROLAS
--327--
«Blanca paloma de los amores,
velada en nubes de ámbar y grana,
fúlgida estrella de mil fulgores,
nube dorada de la mañana;
Yo soy el sueño
que te enloquece
cuando el sol huye,
cuando amanece;
yo que te adoro,
yo que en tus brazos
libo los besos
tras los abrazos.
--328 --
«Blanca azucena del alma mía,
que de perfumes mi pecho llenas,
rosa encantada de Alejandría,
diáfana luna de horas amenas:
Yo soy el sueño
que te enloquece,
cuando el sol huye,
cuando amanece:
yo que te adoro,
yo que en tus brazos
libo los besos
tras los abrazos.
Tal vez dormida, vague mi nombre
entre esos labios llenos de amor;
tal vez soñando con mis caricias,
oyes mi arpa, oyes mi voz.»
--329--
¿Visteis la llama en la encendida era,
tornar aristas en ceniza fría,
en negro el campo que pajizo era,
y en polvo el oro que la mies cubría?
¿Visteis el rayo que fulgúreo hiende
la parda nube con rojiza lumbre,
cuán presto el pino y el enebro enciende
llevando el fuego a la elevada cumbre?
Más rápido, de celos el veneno
la sangre de Aben-Zayde emponzoñando,
lleno de hiel su desgarrado seno
los fuertes nervios de furor crispando.
¡Celos! que el alma sin piedad torturan,
¡celos! que el alma con la vida llevan;
¡celos! que el juicio y el llorar apuran,
¡celos! que en dichas sin piedad se ceban.
--330--
Os vi meceros con vaivén violento
de frágil cuerda en el falaz columpio,
y dije al veros sonreír alegres:
¡Ese es el mundo!
He ahí en sus cuerdas la graciosa imagen 5
de ese placer que acariciáis en sueños,
tan peligroso como el juego ese,
¡tan pasajero!
--331--
Tan de cerca me acaricias, que he sentido en la cara el aire de tus alas y
casi casi sus golpes... ¿Eres un pájaro? ¿Eres un espíritu? ¡Ah! si eres un alma,
dímelo francamente, y dime también cuál es el obstáculo que separa a los
vivos de los muertos.
(MICHELET).
--332--
Te adoro a ti: ella sabe
que eres mi sueño, mi salud, mi alma;
la virgen que mis lágrimas ahuyenta.
Por ti suspiro sobre el mar en calma,
sólo de ti me acuerdo en la tormenta:
pero ¿por qué tu padre
crüel hiere mi pecho, por qué niega
tu mano al que te adora
y por tu amor como cobarde llora
y ante sus pies arrepentido llega?
¡Condenarme a pasar la corta vida,
esta vida que dura un soplo leve,
lejos de tu regazo, es una herida
que sólo Bempo a hacérmela se atreve!...
¡Injusta tiranía!... Grazïella,
quise probar el vaso del olvido
y juré no volver, busqué un calmante
del vicio entre los brazos
y bebí la cicuta de la ausencia;
¡insensato! encontrarlo no he podido,
--333--
»-¿Qué temes, cuando tienes por escudo
todo el candente amor que hay en mi pecho,
toda la fe que encierra mi cariño,
toda la adoración que te profeso?
»¿Qué temes, cuando Dios que nos contempla
sabe que he prometido amarte ciego,
cuanto se puede amar sobre la tierra,
cuanto puede adorarse allá en el Cielo?
»Ya cerca de mí estás, la frente mía
templa el calor süave de tu seno,
y me envuelve en su atmósfera olorosa
el aura perfumada de tu aliento.
»La vida es leve soplo, Grazïella;
»¡Ven, enlaza mi mano con tu mano,
y acaricia mi frente con un beso;
confúndanse en un alma nuestras almas
y palpiten unidos nuestros pechos...!
--334--
De una mujer en los azules ojos
veo reflejarse el virginal amor,
cual se refleja en el tranquilo lago
la limpia estrella que precede al sol.
Su espíritu y mi espíritu se anegan
en un éxtasis puro y celestial;
la avidez de este goce no se sacia...
¿Es que debe saciarse más allá...?
--335--
Cuando te vi y te amé por vez primera,
soñé con ansia loca
acariciar tu rubia cabellera,
tener mis labios cerca de tu boca.
--336--
Estoy cerca de ti, tu blanca mano
oprimo entre las mías con delirio;
todo un mundo de goces e ilusiones
en tus purpúreos labios adivino.
De tus hermosos ojos los destellos
vienen a herir candentes a los míos,
mientras tu puro seno se conmueve
del corazón al trémulo latido.
¿Qué más felicidad? Tuya es mi alma,
como es tuya la dicha que ahora libo,
como es tuya mi vida y mi esperanza,
como es tuyo este amor por quien respiro.
¿Por qué tristes mis ojos te contemplan,
a ti, germen de plácidos delirios?
¿Por qué amargura de mis labios brota
cual brotan ondas del revuelto río?
¿Por qué fúnebres ecos dolorosos
las tenues brisas traen a mis oídos?
¿Por qué esa luna que las nubes rasga
no da a mis tristes horas luz ni alivio...?
¿No soy feliz? ¿No miro en esos ojos
todo un cielo de amor y de cariño?
¿No leo en las frases que tu labio dice
un tesoro de fe para conmigo...?
¿Qué tengo? ¿qué me falta? ¿qué deseo?
--337--
En tus pupilas azules
candentes símbolos leo,
¡fingiéndote está el deseo
las delicias del amor!
¿Qué es el mundo sin placeres?
¿Qué es la vida sin amores?
¡Triste cadena de flores
sin perfumes ni color!
--338--
¿Sabéis lo que es misterio? es la mirada
de la mujer que nuestro sueño evoca,
la perla de sus ojos arrancada
y el beso perfumado de su boca.
La gasa pudorosa y trasparente
que vela el suave armiño de su pecho,
la atmósfera aromática y candente
--339--
De mi búcaro exijo, reina rosa,
que corones la blanca porcelana.
¿Qué flor habrá que osada y jactanciosa
luche con tu belleza soberana?...
--340--
Perdóneme el jazmín y la azucena
si antes de asir sus cálices henchidos
de bálsamo y espuma;
busco otra flor más cándida y honesta,
por débil, por sencilla, por modesta;
aunque se oculte bajo el césped frío
que corona de gotas de rocío
el alba al despuntar por la floresta.
Que la modestia y la humildad son raras,
y como tales caras;
y pues ella se oculta en pobre suelo,
sobrándole perfume y terciopelo,
mucho debe valer para el poeta
la odorífera y tímida violeta.
--341--
Ven, tierna y delicada sensitiva,
a ornar mi vaso con tus leves ramas.
¿Por qué no has de brillar entre las rosas,
cuando el pudor y el sentimiento encarnas?...
¡Pliegas esquiva tus sutiles hojas,
te inclinas mustia, triste me rechazas,
crees que del hombre el ardoroso beso
quemará tus hojuelas de esmeralda!...
¡Sí, es cierto, pobre flor, tú lo presientes!
Esas fáciles flores tus hermanas
que abren su cáliz al primer amante
y sus perfumes dan al que las aja,
duran tan sólo lo que dura el soplo
que sus despojos al torrente arrastra,
lo que las tibias tintas del crepúsculo,
--342--
Yo no vivo por mí, vivo por ella;
¡por ella! que es el cándido lucero,
que entre nubes de púrpura y de nácar
asoma en el celaje de mis duelos.
Perdona, amigo, si te olvido un poco
herido por la luz de los recuerdos;
¡son tan bellas las tardes andaluzas
junto a una virgen de nevado seno!
--343--
¡Oh, cuán dulce es mirarse en unos ojos
que copian una pena y un deseo,
como la nube y el cercano monte
la móvil luz del lago placentero!...
--343--
¡Adiós, mujer! en el revuelto lecho
te dejo descuidada dormitar;
fui para ti el relámpago que pasa
y no vuelve a brillar.
En tus labios marchitos por la orgía,
que el hálito del vicio mancilló,
dejo de nuestra noche de locura
la última impresión.
Pilotos de los mares de la vida,
nunca nos volveremos a encontrar;
yo voy cansado hacia la amiga playa,
tú te lanzas al mar.
Compré tu posesión, has sido mía
en cuanto la materia puede ser;
¡el alma no se compra en una noche
de mísero placer!
Al dormirte en mis brazos vagó un nombre
por tus candentes labios de rubí:
No era el mío, y al verte sollozando
tu duelo comprendí.
Aun el inmundo légamo del vicio
--345--
-La luna besa tu blanca frente,
¿por qué no dejas que yo la bese
después de darte mi corazón?
¿Crees que los rayos de ese astro hermoso,
que impunemente tocan tu rostro
serán más puros que mi pasión?
(Benito Más y Prat).
--346--
Me gustas cuando callas porque estás como ausente;
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma,
emerges de las cosas llenas del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
--347--
Desde el fondo de tí, y arrodillado,
un niño triste como yo nos mira.
Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.
Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.
Por sus ojos abiertos en tierra,
verá en los tuyos lágrimas un día.
Yo no lo quiero, amada.
Para que nada nos amarre,
que no nos una nada.
--348--
Amor
Todos lo que amo
están en ti
y tú
en todo lo que amo.
¿Por que no?
¿Por qué no detenerme
en esa esquina
y sorprender a la muerte
por la espalda?
(Claribel Alegría).
--350--
También me gusta el amor
al que le cierran la puerta
el que entra por la ventana
volando sobre una cuerda.
--351--
No pienses en mañana
ni me hagas promesas
ni tú serás el mismo
ni yo estaré presente.
Vivamos juntos la cima de este amor
sin engaños
sin miedo
transparentes.
--352--
Siempre hay un intruso,
Una mirada a veces
un gesto entorpecido
una frase
un olor
el beso que al unirnos
nos separa.
--353--
Solos de nuevo
solos
sin palabras
sin gestos
sin adornos
con un sabor a fruta
--354--
En este aposento
que soy yo
mi realidad
(la cotidiana)
es un jadeo apenas
que se extingue.
--355--
Sólo éste ahora es mío
este momento
el pasado escapó
y no vislumbro el rostro
del futuro.
--356--
Es simple nuestro amor
sin estallidos
como una de esas casas
con helechos
y alguna que otra rana
intempestiva.
--357--
Ese beso de ayer
me abrió la puerta
y todos los recuerdos
que yo creí fantasmas
se levantaron tercos
a morderme.
--358--
Quiero ser todo en el amor
el amante
la amada
el vértigo
la brisa
el agua que refleja
--359--
No era su leve andar humana cosa,
sino de forma angélica y volante;
no mortal parecía, sino diosa:
y al mirarla así sola semejante
por lo bella, modesta y pudorosa,
yo ser juraba u inmortal amante.
(Clemente Althaus).
--360--
Volaba la dorada cabellera
a Laura que en mil nudos la envolvía,
y de los ojos el fulgor ardía,
como el sol en mitad de su carrera.
De su piedad, o falsa o verdadera,
en el color de su rostro se teñía:
yo que al amor dispuesto me sentía,
¿qué mucho fue que de improviso ardiera?
No era su leve andar humana cosa,
sino de forma angélica y volante;
no mortal parecía, sino diosa:
y al mirarla así sola semejante
por lo bella, modesta y pudorosa,
yo ser juraba su inmortal amante.
(Clemente Althaus).
--362--
Tan honesta parece y tan hermosa
mi casta Beatriz cuando saluda,
que la lengua temblando queda muda
y la vista mirarla apenas osa.
Ella se va benigna y humillosa
y oyéndose loar, rostro no muda
y quien la mira enajenado duda
--363--
Tal vez a ti y a mí dar larga vida
puedo con el cincel o los colores,
adunando mi amor y tu semblante.
Y mil años después de la partida,
se verán tus hechizos vencedores,
y cuánta razón tuve en ser tu amante.
(Miguel Ángel Buonarotti).
--364--
Cuando sale la Aurora y su faz mira
en el espejo de las ondas; siento
las verdes hojas susurrar al viento;
como en mi pecho el corazón suspira.
También busco mi aurora; y si a mí gira
dulce mirada, muero de contento;
veo los nudos que en huir soy lento
y que hacen que ya el oro no se admira.
Mas al sol nuevo en el sereno cielo
no derrama madeja tan ardiente
la bella amiga de Titón celoso.
Como el dorado rutilante pelo
que orna y corona la nevada frente
de la que hurtó a mi pecho su reposo.
--365--
El día que en tu faz la gloria entera
del grande sacrificio fulguraba
y una luz de los cielos hechicera
en tus ojos extática brillaba.
(Vincenzo Monti).