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El noble oficio de la abogacía tiene un origen tan humano y


natural que podríamos decir que nace con la humanidad misma, y cómo no
habría de ser así si tomamos en cuenta que la palabra misma define la
profesión, interceder, mediar, negociar, todo ello a fa vor de los intereses de
alguien; entonces si reconocemos la naturaleza egoísta de los hombres como
un elemento intrínseco de la personalidad de todo humano, podemos darnos
cuenta de que la necesidad de abogar es prácticamente un elemento de
nuestra genética .

Ahora bien, el abogar como ³ad auxilium vocatus´ o acto de


interceder o mediar por una causa nos lleva a la irremediable búsqueda de
aprobación y reconocimiento de nuestro interés ya que de otra manera su
lucha sería ociosa e infértil, y es precisame nte esa aprobación o
reconocimiento el acto natural de juzgar; por lo que es en este momento en el
que nos damos cuenta que el abogar y el juzgar son dos actos que van de la
mano desde su origen mismo.
El Elogio de los Jueces escrito por un Abogado de Pi ero
Calamandrei es un libro que de una manera por demás brillante y coloquial,
nos muestra precisamente ese carácter tan atemporal y natural de estas dos
profesiones, exaltando y criticando de vez en vez tanto al abogado que lucha
por los intereses de sus clientes, como del juez que intenta honrar su
magistratura.

³De la Fe en los Jueces, Primer Requisito del Abogado´, así


empieza el elogio, claro un elogio que no es propiamente un conjunto de
alabanzas, sino una exposición del actuar forense tanto de a bogados como
de jueces, quienes en la persecución de sus fines propios, no logran escapar
de los vicios que la misma naturaleza que les dio origen les ha plagado.
Es este elogio, no un recuento de experiencias, sino mas bien
una colección de vivencias de abogados y jueces ordenadas por capítulos
cuyas denominaciones denotan aspectos de la personalidad de su actores y
es por eso mismo que resulta en tan brillante y digerible exposición, como si
el autor supiera que con este texto se inspirarían generacion es de abogados.
Enseñaba mi maestro de Deontología Jurídica que ésta
podríamos definirla en términos generales como aquel conjunto de reglas y
principios morales que han de regir la conducta de los profesionales del
derecho, o como dice Villoro Toranzo ³La deontología establece reglas para
que los miembros de la misma profesión la desempeñen con dignidad y
elevación moral´, es decir, esta deontología jurídica al ser referida a la labor
del juzgador en específico consistiría en la calificación de su trabaj o como
bueno o malo desde el punto de vista meramente humanista con una relativa
independencia del aspecto técnico del mismo y es precisamente este
concepto el que es expresado magistralmente (valga la expresión) por
Calamandrei en el Elogio, como si trata ra de restregarnos en la conciencia el
hecho diferenciador de los hombres y los animales por cuanto a seres éticos
que somos, como si cualquier persona tuviere la conciencia de que los
hombres somos los únicos que podemos escoger nuestros apetitos
concupiscibles en lugar de los irascibles, entendiendo este último como el
deseo de un bien ausente que es arduo de alcanzar evidentemente en el
ámbito exclusivo de lo sensorial en contraposición con el deseo de que por
más bajo del alma que sea, debe éste ser con trolado por la razón; y es
precisamente en esta dualidad de deseos humanos que Calamandrei navega
de página en página al escribir sus elogios, narrando episodios en los que se
aprecia al juez y abogado en su aspecto mas ético, así como también
narrando otros en los que se muestra a estos dos en sus aspectos mas
oscuros e irracionales.
Debemos hacer notar que la obra consta de dos momentos
distintos que de manera por demás vulgar es mostrada mediante la
anteposición de sendos asteriscos al inicio de cada pasaje que corresponde
al segundo momento. El autor escribió primeramente un Elogio en el cual las
narraciones constituyen precisamente eso, elogios a la dualidad abogado-
juez, sin embargo, el mismo añadió posteriormente otros pasajes con veinte
años de diferencia a la obra original, y son estas añadiduras las que resultan
ser el contrapeso para otorgar un balance perfecto a la obra, puesto que las
mismas fueron escritas después de una época mucho mas oscura y alejada
del romanticismo de la primera época de l libro.
Son tantos los temas que el autor toca respecto de estas dos
profesiones (juez y abogado) que necesitaríamos escribir un escrito mucho
mas complejo que un simple ensayo para poder analizarlos a plenitud, sin
embargo, como ya lo he mencionado en la introducción, éste ensayo trata de
demostrar cómo de una manera tan coloquial y digerible El Elogio de los
Jueces escrito por un Abogado es una obra que evidencia el carácter
atemporal de dos oficios que siendo tan humanos jamás desaparecerán.

Si entendemos la naturaleza humana como un concepto


filosófico según el cual los seres humanos tienen a compartir una serie de
características distintivas inherentes, que incluyen formas de pensar, sentir y
actuar, podemos deducir el porqué de lo sencillo de ent ender y digerir este
libro, es decir; todos y cada uno de las alabanzas y críticas que son vertidas
son completamente creíbles si tomamos en cuenta que su origen deviene del
carácter propio del hombre y es por lo mismo que el lector resulta ser
absolutamente empático con prácticamente la totalidad de la obra y de lo
anterior concluyo con una doble reflexión, un buen juez sería aquel que no
sólo es capaz de conocer y aplicar bien el derecho que sabe, sino también
quien es un hombre que se ejercita en las vir tudes humanas y un buen
abogado es aquel que es capaz de excitar al juzgador a realizar lo anterior.

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