Pegar a un niño es de bárbaros El blog de Lucía Etxebarría

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Enero 18th, 2006

pegar a un niño es de bárbaros

Estaba yo en una terracita tomando una caña con mi hija, su papá y unos amigos. En la
mesa de enfrente había una familia poniéndose ciegos a berberechos, y en ésas el padre
le pegó una colleja a su hijo que casi lo desnuca. Cuando el padre de mi hija, indignado,
suelta a gritos, para que lo oiga el otro, aquello de ” Pegar a un niño es de bárbaros”, el
otro nos replica, como cabía esperar: ” Oiga, que el niño es mío, y no suyo”
Pero el niño tampoco es del señor. Estoy con el Corán cuando dice en que cada persona
se pertenece solo a sí misma y a Dios ( si es que cree en Ël). Los padres somos
intermediarios en la cadena de la vida: desde el momento en que la reproducimos nos
comprometemos a cuidar de nuestros hijos hasta el día en que ellos puedan valerse por
sí mismos. Y cuidar implica respetar.

La psiconalista Alice Miller dedicó gran parte de su obra a estudiar las repercusiones del
maltrato en los niños. Descubrió que tanto Hitler como Stalin y Mao habían sido hijos de
padres maltratadores, así como todos los torturadores de campos de concentración a los
que había entrevistado.

En otro estudio inverso, sus colegas Samuel y Pearl Onliner mantuvieron conversaciones
con más de cuatrocientas personas que altruistamente habían ayudado a judíos a escapar
de la Alemania Nazi. Los investigadores judíos Samuel y Pearl Onliner entrevistaron a más
de cuatrocientas personas que habian arriesgado su vida para salvar a judíos de la
persecuacion nazi. Había hombres, mujeres, catolicos, protestantes, judios y ateos,
comunistas y curas, jovenes y ancianos.Un factor los unía : el tipo de educación que
habian recibido de sus padres. Raras veces habían sufrido castigos fisicos, y jamas los
padres descargaron sobre ninguno de ellos un ataque de ira justificada. Casi todos ellos
admitían que sus padres los habían educado a base de argumentos.
Un niño al que se pega no aprende a corregirse. Aprende que el más fuerte tiene derecho
a imponer de modo arbitrario su poder. Y no obedece porque crea que es la mejor
conducta, sino porque teme. Por eso de mayor se someterá a los individuos más fuertes
y aplastará a los más débiles, perpetuando el modelo que vivió de niño con sus
educadores.
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Alto ahí, dirán muchos. A mí mis padres me pegaron, y me vino bien. No, a usted no le
vino bien. Probablemente la mayor parte de sus complejos, angustias, fobias e
inseguridades se gestaron en sus miedos infantiles. Pero usted se autoengaña. Un niño
no es capaz de entender por qué le agreden personas a las que ama y admira, así que
reinterpreta la actitud y cree que es la correcta, y por eso de mayor pensará que el
maltrato infantil es algo bueno, y que le vino bien. Pero no es así.
Si admitimos que un hombre que pega a una mujer más debil de él es un abusador, ¿
por qué no sabemos ver lo cruel, inhumano, humillante y degradante que es pegar a un
niño pequeño? ¿ A usted le parecería bien que el día que si, por ejemplo, se equivocara
en una cuenta de gastos, su jefe se levantara y le diese un azote en el culo? No,
¿verdad? Pues a su hijo tampoco le gusta.

El castigo físico, además de ser humillante, no funciona. Y si no me creen ustedes, lean

una voz autorizada. Me permito recomendarles un libro muy fácil de leer: Disciplina
Inteligente. Hacia una pedadogía de la no violencia, de Vidal Schmill. O, si de
verdad aman la lectura: Raices de la violencia en la educación del niño, de Alice
Miller. Seguro que me lo agradecen, pero sus hijos me lo agradecerán más aún
Alice Miller afirma que los actuales terroristas matan y torturan a personas que no les
han hecho nada, y revisten o justifican su crueldad con supuestas ideas religiosas porque
se están vengando inconscientemente del terror experimentado en su primera infancia.
Ira antes reprimida, hoy negada.

En todos los tiranos cuyas biografías Alice Miller estudió exhaustivamente , la

psicoanalista vio repercusiones del odio a sus padres, que se mantenía inconsciente no
solo porque en la mayoría de las culturas está prohibido odiar a los padres, a los que hay
que honrar y respetar sobre todas las cosas, sino también porque para un niño es una
cuestión de supervivencia mantener la ilusión de que su padre es bueno, dado que
depende de él emocional y vitalmente. Así que de adultos el odio se abre paso mediante
el desplazamiento a un objeto sustitutivo. Es una locura paranoica que deriva de una
experiencia infantil traumática.

Hitler, por ejemplo, fue duramente atormentado y humillado por parte de su padre. La
madre de este señor ( abuela paterna de Hitler) había trabajado como sirvienta en una
casa judía. Al volver a su pueblo natal dio a luz a un hijo , Alois, padre de Adolf Hitler, a
quien mantenía la familia judía para que la señora había servido. Aunque la señora
estaba casada con otro señor, todo el pueblo daba por hecho que el hijo era en realidad
hijo biológico del comerciante judío. Para eliminar toda posible sospecha Alois se vengó
de la verguenza y la humillación que había experimentado en la infancia volviéndose
furiosamente antisemita, y de paso volcó su rabia en su hijo, al que pegaba casi a diario.
El hijo desarrolló la locura de que tenía que librarse , no solo a sí mismo sino a toda
Alemania, de la sangre judía para exorcizar así sus miedos infantiles.Y desde pequeño
entendió que la violencia era buena, dado que su padre - su modelo a imitar- la utilizaba.
Hitler no hubiera encontrado tanto apoyo si el modelo de su infancia no hubiera estado
tan extendido en Austria y en Alemania, donde tantos niños habían sido educados en la
creencia de que para disciplinar a un niño había que aplicarle castigos físicos desde
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pequeños. Así, Hitler guió a una generación educada en la sumisión, y deseosa también
de aplicar activamente lo que habían sufrido pasivamente. Una generación que desplazó
hacia el judío el resentimiento infantil.

Evidentemente no todos los niños maltratados se convierten en un Hitler. Pero los datos
de investigaciones internacionales dan cuenta que los principales problemas sociales
derivan del abuso infantil: 95% de los violadores, 80% de los drogodependientes, 95%
de las prostitutas y 78% de la población en las prisiones fueron niños maltratados, según
el Fondo Mundial para la Dignidad de Niños y Niñas.

Mucha gente cree que un azote a tiempo ahorra muchos contratiempos.Pero como
madre, estoy segura, porque lo vivo día a día, de que incluso una cría de dos años
entiende las cosas, si se le razonan con cariño y paciencia, con mucho mñas claridad que
si se le da un azote en el culo. Un niño es más débil que su madre, no puede devolver el
golpe, así que el azote es injusto y cruel, por pequeño que sea. Daña su autoestima,
paraliza su iniciativa, destroza su confianza y le enseña que en este mundo solo se puede
ser dos cosas: víctima o verdugo.

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Lucía Etxebarría
{ Bermeo, 1966 }

Lucía Etxebarría (Bermeo, 1966) es una de las novelistas y ensayistas más

controvertidas del panorama actual. Ganadora del Premio Nadal con la novela que
significó su irrupción en las letras, Beatriz y los cuerpos celestes, su clara visión de
la situación de la mujer, en especial en el mundo literario, la han situado en el ojo
de la crítica desde que se dio a conocer y, más si cabe, con la publicación de sus
ensayos La Eva futura; La letra futura.

Lucía Etxebarría de Asteinza nació en 1966 en Bermeo, Vizcaya. La séptima de siete

hermanos, estudia en Valencia en un colegio de monjas y posteriormente se traslada
a Madrid, donde reside actualmente. Está licenciada en periodismo y desde que se marchó de casa a los
dieciocho años ha trabajado en multitud de cosas, desde «promocionera» de una casa de discos, hasta
traductora; también colaboró con diversas publicaciones como Ruta 66 y viajó por medio mundo.

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