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DIBUJO (15de octubre de 2010)

¿Para cuando la próxima reunión? Reclamaba esa que se sentaba al lado de Vale y delante
de Caro… O al menos con PhotoShop la agregaremos en esas fotos ochentonas que
acarician el comienzo de los noventa.
¡Quiero misil!¡Quiero misil! ¡Quiero misil! Así de repetitivas sonaban las necesidades
femeninas. Y como machos cabríos debíamos responder. Teníamos el misil preparado y
cuando estuvo a punto de concretarse, el destino nos dijo: ¡En una casa es más barato! Por
lo que el teatro utilizado en el acto de magia anterior cedió sus localidades para que otras
almas divaguen en su interior.
El jueves a las 6 (¿aclaro que de la tarde?) suena el móvil y me dice que es la anfitriona. Le
pregunté que pasó con el otro número y la respuesta es que lo sigue teniendo. O sea que me
llamó de la muy felina hot-line. Acordamos un número de participantes que no se alejo de
la realidad.
El viernes sobre la hora llega un mensaje: Hielo y limones! A lo que sólo para ganar tiempo
y sufrir una gastada, respondí si hacía falta eso. ¡Quiero catorce limones!, dijo la
protagonista de Friends. Lo peor es que como no confiaba en mi, que con dos limones
estaba hecho, también le pidió a Cristian la misma especie cítrica. Esta chica quería vender
aguas frescas al otro día.
Conocida es la confortabilidad de los autos nuevos, pero para no ser molestado en la calle,
tomé prestado un Falcon ’84 para ser temático con el auto también. Su estéreo original sólo
capta FM, así que olvidándome de poner Kiss o Def Leppard, hice un zapping que me
depositó en un sonido:
No quiero ser tua migoooo……amigo para qué……amigo nunca más… jajaja.
La radio se puso nostálgica y me obligó a esbozar una sonrisa.
Llego a la locación elegida, que mantenía la iluminación del 4 de enero pasado y que
mecánicamente sugiere que es un….hogar. Hasta los que no lo conocían creían que era
grande, porque para tener dos heladeras y dos cocinas.
La dueña saboreaba un Bernet, Adolfo solicitaba asistencia, sonaba el timbre. Estando
fresco, la caminata del departamento hacia la puerta se asemejaba a ir desde la mitad de la
cancha hasta patear un penal en la final del mundo. Era nuestra jefa del departamento de
Toxicología…eh, perdón: Psicología.
Nos dispusimos a encender un sahumerio que nos aclararon que eran “de los caros” y el que
se apropicuó fue el de doble apellido, gran velocista, segundo después de Diego Cicuttini
en la carrera de 80m. hecha desde La Paz y 25 de diciembre ( ahora Juan Manuel de Rosas)
hasta llegar a la puerta del Verbo.
Ya somos cuatro, cerveza abierta , pedía las pizzas que arrancamos. Pero como si hubieran
alquilado una combi, llegaron al mismo tiempo y en estampida: el de “Historias de taxi”, la
madre próxima ex-responsable, la que aleja a las botineras de su familia y la que estaciona
su auto en posiciones non-sanctas. Igualmente nada empieza si no llega el que bien ganado
tiene el mote de infaltable. Si no está, se suspende todo. Encima con más limones.
De la misma forma que en las transmisiones de rugby de ESPN el periodista Alejandro
Coccia anuncia que la pelota ingresa entre los palos o se va a comenzar a entonar una
canción folclórica, empezamos a bailar: ¡Aaadentro!
¡Cómo quería llegar a estas líneas! Sí, señores, fue sólo temporal, Lo que creímos que era
una convicción, un estilo diferente, un ejemplo en la oscuridad, se desmoronó cual castillo
de naipes al confesar que antes no había caído en las fauces del placer etílico sólo por temor
a la alcoholemia. ¡Brindo por recuperar a Dayi! Del grupo de las antiguas inalcanzables.
Párrafo aparte merece Cintia., que luego de quince años sin verla apareció con todo. Y eso
que la iba a traer una tal Maru, que esperamos más adelante. En el ’95 la crucé frente al
estadio del club provincial y allí nació una reunión en mi casa con 12 presentes y se
extendió días más tarde en un bar de Pellegrini y 1º de mayo con 23 asistentes: un record.
De allí en más, nos fue imposible ubicarla…hasta hoy. Hip…salud!
Flavio y cristian se despacharon con noticias rutilantes. Lo que nos deja claro donde vamos
a pasar los fines de semana y donde vamos a ir de vacaciones (no consultar a menos que sea
personalmente y en el próximo evento).
La anfitriona repartía daiquiris, pequeños diálogos, tarjetas comprometedoras y altachero
que le sacaban las confesiones de contexto…jajaja.
Los signos de erudición de esta logia eran elocuentes, todos los tópicos se trataban en
profundidad. Hasta que llegó el amigo narghile, obvio.
Todo cambiaba de color, se recordaba a gente ausente, no hicimos karaoke porque nonos
daba ni para eso.
Cada uno llegó sólo, pero nos fuimos con ella: alegría.
Un mito urbano se escucha tiempo después: “esta loca gente se volvía a sus casas con una
sonrisa dibujada”.

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