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El amor de los bonobús

por Nancy J. García


En ningún caso, la conducta del macho de las especies estudiadas se impone mediante la
violencia para lograr el favor sexual de las hembras. Hace unos días, buscaba información sobre
conductas sexuales humanas y sobre cómo se habían modificado con el tiempo y tropiezo con un estudio
que resumía las últimas observaciones del mundo de los primates y su comportamiento social. Como si
fuera poco, me encuentro frente a frente con los chimpancés enanos o bonobos vibrantes y
amorosísimos. En el estudio de la antropóloga Martín Cano se ofrecían detalles observados por varios
investigadores de la comunidad científica como antropólogos, sociólogos y biólogos, sobre dos
características de la conducta que diferencian a los primates de los humanos: Una, la frecuencia sexual
de los encuentros; y la otra, la violencia sexual hacia la hembra por parte del macho. Afirman que, en
ningún caso, la conducta del macho de las especies estudiadas se impone mediante la violencia para
lograr el favor sexual de las hembras. Más bien, el sexo no les armaba demasiado conflictos sociales. Su
agresividad parece responder a cierta competencia con los demás machos y que, en la mayoría de los
casos, no pasa de ser pura fanfarronería, pantomima y gestualidad teatral. El hombre es el único, en el
reino terrestre, que es capaz de forzar y violar a su media naranja. Según esta antropóloga, esta
conducta ha sido aprendida y es resultado de los rezagos del patriarcado que le otorgó todos los
derechos al hombre para someter a la mujer. Hasta la violación. Desde su hipótesis, antes de que
ocurriera este tránsito patriarcal no existe ninguna evidencia de que ocurrieran —con la frecuencia con
que ocurren en nuestros días— hechos tan tristes dentro de la comunidad humana porque la mujer tenía
un valor social concreto y era respetada entre los pueblos antiguos, muchas veces, más que el hombre.
Los datos interesantes sobre nuestros primates son estos: La manera de ganar un favor sexual futuro de
la hembra hace a los machos desplegar cantidades asombrosas de energía para complacerla y mimarla.
Sin embargo, no tienen asegurado el objetivo, ni siquiera aquellos que dominan en el grupo. La hembra
elige su compañero. La mayoría de los adultos machos se queda sin hembra por mucho tiempo. Un
detalle que me hizo sonreír imaginando esa conducta entre los humanos: En algunas especies las
hembras en celo son las que persiguen al macho que desean, y con su intensidad erótica lo incitan y lo
invitan a copular varias veces con ella. Pero la sorpresa mayor fue descubrir a los bonobos que, dicho
sea de paso, no sabíamos que existían hasta el 1933. Estoy casi segura de que, si competimos con los
bonobos, perdemos por amplio margen si hablamos de placer sexual y logros de paz en el grupo. Estos
chimpancés pigmeos, los bonobos, tienen conductas sociales muy simpáticas, pero su sexualidad puede
asombrarnos aún más. Nancy Thompson-Handler fue la pionera que los estudió en Lomako, República
de Zaire, entre el río Zaire y Kasai en los años 80. Resulta que estos monitos son los únicos, aparte del
hombre, con prácticas sexuales dirigidas al placer. Copular no tiene entre ellos un fin reproductivo. Sus
actos de amor están vinculados con ofrecer y recibir complacencia. Los bonobos no esperan el celo y
están haciéndose el amor todo el tiempo. Los chimpancés enanitos no tienen parejas fijas y las hembras
son tan complacientes con todos como si estuvieran continuamente bajo la influencia del celo.
Asombrosamente, son una comunidad tan armónica que las peleas son casi inexistentes. Si surge un
conflicto entre ellos... pues arreglan el asunto besándose, acariciándose o haciendo el amor. ¿Qué tal?
Los genitales de la hembra están dispuestos de manera muy parecida a los de la mujer, ¡y hacen el
amor con los ojos abiertos, mirándose profundamente a los ojos! Imaginen todas las posiciones que
quieran, eso mismo hacen. Entre sus monerías sensuales está la de practicar el coito en todas las
posiciones conocidas. Hay bromistas que dicen que los bonobos escribieron el Kama Sutra. Como si
fuera poco tanto halago y caricias, se dan masajes. Su comportamiento amoroso, sensual, puede que
sea la clave de la paz del grupo. Nada de intimidación y fuerza. Su vida social solidaria asombra a los
investigadores. Actualmente, aunque existen leyes que prohíben matarlos, muchos hombres los cazan
para comérselos y hasta venden las crías como mascotas. La bestialidad parece estar, en este caso, de
parte nuestra. Para los interesados en más información sobre estos monitos, muestra impecable de la
madre naturaleza, pueden buscarla en The Bonobo Conservation Initiative www.bonobo.org y el
Bushmeat Project http://bushmeat.net, sitios que hacen esfuerzos inmensos por evitar que
desaparezcan en el Congo y en el Japón. Más de ellos. Los bonobos nunca han sido observados matando
a sus semejantes. El macho es generoso y rara vez molesta a las hembras. Son inteligentes, sensibles y
emocionales. En cautiverio ¡hasta han aprendido nuestro lenguaje! Comparten con los humanos el 98.4
por ciento de ADN. Viven en grupos de hasta cien miembros, y cantan. Sus cuerdas vocales emiten
sonidos parecidos al canto de los pájaros salvajes. ¡Qué maravilla!. Estos hermosos animales y los
primates estudiados son una clase de sociología y la psicología. Su presencia invoca una alegoría
ejemplar y una posible vía armónica de la naturaleza a nuestro alcance

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