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La visión Espiritualista, que el hombre es un ser compuesto de dos elementos o sustancias: alma y
cuerpo, unidos solo de manera transitoria. Más aun, esta doctrina, en sus extremos, considera que
el verdadero ser del hombre es precisamente su alma espiritual, de tal manera que el cuerpo
resulta accesorio.
Con la muerte, el cuerpo se desintegra, pero el alma sigue existiendo, pues su naturaleza espiritual
lo hace inmortal. Se trata de una visión dualista del ser humano.
Platón parte del problema de los conceptos universales, cuyo valor había sido fuertemente
cuestionado por los sofistas, partidarios del relativismo y subjetivismo. Continuando el camino
abierto por Sócrates, su maestro, Platón emprende una reflexión dirigida a encontrar la
fundamentación de verdades universales y necesarias.
Platón Sorprende con una solución inspirada en Parménides y en su maestro Sócrates: los
conceptos y los valores universales no se fundamentan en las cosas de este mundo. En cambio,
nuestras de las cosas no son esencias, que se representan como algo absoluto, permanente,
inmutable, imperecedero. Pasan y mueren los hombres concretos, pero no pasa el concepto de
hombre, que es común a ambos y a todo ser humano, pues todos, pese a su diversidad, son
esencialmente iguales. Luego, tiene que haber un mundo inmaterial, un mundo de esencias,
aparte de este mundo que conocemos por nuestros sentidos y que se nos manifiesta mudable y
perecedero.
A dicho mundo el filósofo ateniense lo llamó Hiper-uranio; y a las esencias les dio el nombre de
Ideas, las cuales no son puros conceptos abstractos, sino que son entes reales, aunque
inmateriales, puestos que están fuera del tiempo y del espacio, son metafísicos. Ellos son los
modelos o esencias o arquetipos de todas las cosas de este mundo y también son el fundamento
de los contenidos que pensamos en nuestra mente.
Platón considera, pues que este mundo terrenal en que vivimos, y que percibimos por nuestros
sentidos, es engañoso, puesto que nos oculta la verdadera realidad, que es imperceptible
sensorialmente, y solo no es accesible por la razón. Este nuestro mundo es apenas una sombra
pálida imagen de lo que es el verdadero mundo, que es espiritual, trascendente, metafísico.
¿Qué piensa Platón acerca de los sentidos en el Dualismo Gnoseológico?
Platón piensa que no nos podemos fiar de los sentidos para conocer la verdad, pues estos son
engañosos, ya que su objeto son las cosas de este mundo físico, cambiante, múltiple, efímero.
Para Platón conocer es “Recordar”. Las cosas de este mundo sensible, en cuanto “Imágenes” del
otro mundo, inmaterial, nos traen al recuerdo el modelo o arquetipo, a cuya realidad remiten.
¿Cuál es la idea de Platón que más destaca en el hombre en relación al Dualismo Antropológico?
Una de las ideas que más destacan en su composición antropológica es la de la centralidad del
alma, idea que desarrolla con gran vigor. El alma es el centro de la persona, se verdadera esencia,
lo más noble, lo más grande, ya que en ella se dan las funciones más propiamente humanas: el
pensar y el querer, con la consiguiente capacidad de alcanzar la verdad y el bien.
El alma eleva al hombre a ese mundo trascendente y metafísico de las ideas y le permite aspirar a
él. El cuerpo, en cambio, liga al hombre al mundo material, engañoso y corruptible. Por eso, la vida
del sabio se orienta a liberarse lo más posible de las ataduras del cuerpo.
El alma es inmortal, pues que es espiritual y simple, no compuesta, como el cuerpo; por lo que el
hombre no debe temer a la muerte, sino más bien esperarla y alegrarse cuando finalmente llega.
Según Platón, tal como lo desarrolla en el Fedro, ¿Cuál es la morada natural del alma?