SOROS ARAN
registra la memoria nacional
BOLETIN DE Ree Cae ee
HISTORIA <
FERROVIARIA |
Wa Al SSM:DURANTE EL PROCESO
WOU Oiumrtwv
Mario Wainfeld y José Natanson
IANTANEDAS
Después de 1976, el grupo | conseguido estremecer al pais
| con sus atentados, fueron per-
diendo el sentido de larealidad
y se deslizaron hacia formas
| carentes de contenido llevan-
Montoneros fue entrando en
una progresiva declinacién.
Quienes habian logrado movi-
lizar una politica de masas y |
8 - TODO ES HISTORIA - N° 347Mario Eduardo Firme-
nich, tinico sobrevi-
viente de la célula de
guerrilla urbana res-
ponsable de la muerte
de Aramburu.
do a muchos de sus militantes
ala prision o la muerte.
Esta es la historia de la derrota
de una agrupaci6n que fund6
una fuerza de temible poder
bélico en el campo dela guerri-
lla; una derrota que, en buena
parte, se debid alos errores de
sus propios dirigentes.
Repasar, aun a vuelo de péjaro, qué
ccurrié con los Montoneros entre 1976 y
1983, durante la iltima dictadura militar,
es replantearse un hecho a la vez tremendo
y fascinante: una célula de guerrilla urba-
na, poco mas que un grupo de compafieros
de colegio, nacida ala vida publica en 1970,
se transformé, en pocos afios, en un movi-
miento de masas; fue eje de la campaiia
electoral de 1973 que llevé a Campora a la
presidencia; condicioné y compitid interna-
mente con el propio Perén, y volvié —por un
doloroso y sangriento camino— a algo simi-
lar a sus origenes: a ser una organizacion
meramente militar, en franca disolucion.
Los Montoneros nacieron ala vida pabli-
ca cuando secuestraron y asesinaron a
Aramburu (mayo-junio de 1970). En poco
tiempo, sumaron y hegemonizaron {impo-
niéndoles incluso su nombre) a otras onga-
nizaciones armadas: los Descamisados, en
1970; las Fuerzas Armadas Revoluciona-
rias (FAR), en 1973; diversos grupos de las
Fuerzas Armadas Peronistas (FAP).
‘También convocaron a viejos dirigentes
peronistas histéricos (ejemplos de ello fue-
ron Oscar Bidegain y Ricardo Obregon Cano,
Montoneros nacié a
la vida piiblica con
el operativo de se-
‘cuestro y asesinato
ralque gané el pero-
nismo en marzo de
1973.
elegidos gobernadores de las provincias de
Buenos Aires y Cordoba, respectivamente,
en 1973; el propio presidente Héctor Cam-
pora).
Ese procesode crecimientoy permanen-
tesuma duré hasta 1970 1974. Apartir de
entonces comenzaron desprendimientos,
rupturas, vinculados en buena medida a la
relacién con Perén y el peronismo. Hubo
objecionesy alejamientos por la decision de
no dejar las armas despues de que el pero-
nismo asumiera el gobierno.
Los hubo también por el asesinato de
Rucci, producido el 23 de septiembre de
1973, pocos dias después de que Perén
fuera electo presidente por tercera ve7. Los
hubo cuando pasaron a la clandestinidad
en 1974.
Durante el Proceso, la sangria de mili-
tantes y adherentes se acentuaria, en parte
por la‘cruel accién gubernamental, y, en
parte, por carencias y limites de la propia
organizacién que harian crisis. Esa com-
pleja etapa, en la que politica, violencia y
terror se mezclan demasiado, es la que
queremos resefiar aca, mezclandolas inevi-
tablemente.
N°347- TODO ESHISTORIA +9Firmenich explicaelpase alaclandestinidad de
Montoneros en pleno gobierno constitucional,
(Poiopublicada enPagina 12 enmarzode 1991.)
°
EL FIN DEL PERONISMO
El golpe de Estado del 24 de marzo de
1976 generé en la conduccion y las bases
montoneras una curiosa combinacién de
temor y alivio. El enemigo se sacaba la
mascara, las contradicciones se acentua-
ban. La caida del gobierno de Isabel Peron
ahorraba la complejidad de enfrentar a
muerte a un gobierno de origen democratic
{y, aunque les incomodase el dato, peronis-
ta), y parecia confirmar ciertas profecias
montoneras, entre ellas “la definitiva crisis
del peronismo”, Asi lo anunciaron sus pri-
meros documentos internos, los que acen-
tuaban la retorica marxista y propugnaban
a composicion del Partido Montonero!. La
relacién con el peronismo, la definicion de
su propia identidad como parte o continui-
dad de ese movimiento, siempre fue un
nudo gordiano de los Montoneros. La deca-
dencia y caida del gobierno de Isabel pareci6
facilitarles una definicién.
La discusién politica interna tras el gol-
pe prolongaba debates previos: tales como
el de la primacia del accionar militar o del
politico. Esas discusiones, que el brutal
Tenguaje de la época podia resumir en “fie-
ros contra politica’, venian de lejos, y se
estaban saldando en la practica a favor de
“Jos fierros”: en 1975, los Montoneros no
habian protagonizado movilizaciones masi-
vas ni, en general, practicas politicas de
base. Suprincipal accion “de superficie” fue
crear el Partido Peronista Auténtico, el cual
‘tuvo un poco exitoso debut en las elecciones
de abril en la provincia de Misiones (5,6%
de los votos contra 46% del peronismo y
39% de la UCR), Las otras acciones relevan-
tes fueron armadas y de gran envergadura:
el secuestro de los Born; la voladura de un
avion militar en Tucuman; el ataque a un
| cuartel en Formosa. Lo militar dominaba
sobre lo politico, la conduccién centralizada
prevalecia sobre alternativas ligadas a acti-
Vidades de base?
Los debates se replantearondespués del
2% de marzo, acelerados y condicionados
por el temor yla muerte, Se esperaba que el
UNIFORMES E INSIGNIAS REGLAMENTARIAS
“{.) Visto y considerando (...) que la adopetén y la utiliza~
clon de uniforme para el Bjércitoy las milicias Montoneras, es
un derecho ganado legitimamente a través de largos aftos de
lucha heroica y consecuente; es una expresién del poder
acumulado en esa lucha; y es una necesidad para la consoli-
dacién y organizacion de las fuerzas a los efectos de preparar
y lanzar luego la contraofensiva popular.
“La Conduccién Nacional del Partido Montonero y Coman-
dancia en Jefe del Ejéreito Montonero, resuelve: Implantar el
uso del uniforme para el Ejército Montonero y las Milicias
Montoneras |...) y determinar las insignias indicativas de arma
y grado (..).
“Prendas de untforme: Camisa: color celeste, con charre-
teras y dos bolsillos con solapas en la parte superior. Pantalon:
color azul marino de tela gabardina. (..) Boina: color negro,
deblendo usarse ladeada hacia la izquicrda (..) Medias: color
azul marina (J)
“insignias de grado: A excepeién hecha del tipo de estrella
que simboliza los grados de los oficiales y el color para las
utilzadas para el grado de Comandante, todas las insignias
‘son idénticas a las identifcatorias de grado que utiliza el
Bjército Argentino.
“Bs obligatorta su ulilizact6n para las operaciones milita~
res del Ejército. Los jefes operativos estan facultados para
cfectuar todas las modificaciones necesarias para el camulflaje
que dé seguridad a la operacién, manteniendo siempre la
utilizacién de los colores reglamentarios.(...) Bn casos extre-
mos, eljefe del operativoesta facultado a prescindir totalmente
del uso del uniforme para la ejecucion de una operacién. Esto
quedara bajo su responsabilidad y debera fundamentarlo a su
superior.”
Resolucién 001/78 del 15 de marzo de 1978. (Citado en
‘Montoneros, final de cuentas, de Juan Gasparini.)
10 - TODO ES HISTORIA - N° 347golpe acentuarala represion ya existente, la
que no era poca. Pero no habia precedentes
histéricos que permitieran prever el terro-
rismo de Estado (ver recuadro) cuyo objeti-
vo (“la subversién”) se identificaba casi con
cualquier forma de oposicién, excediendo
largamente a los integrantes de las ya por
entonces reducidas organizaciones guerri-
eras. Si bien no existen datus precisos,
todos los intérpretes coinciden en sefialar
que el brazo armado de la guerrilla nunca
pudo exceder de 5.000 personas, y que en
marzo de 1976 ese mimero menguiaba’. De
todos modos, si la represion tenia fines mas
vastos que la guerrilla, obviamente no por
esodejaba de tenerlaenel centro dela mira.
TERRORISMO DE
ESTADO VS.
TERRORISMO
Elterrorismode Estado, con atroz efica-
cia, fue segando miles de vidas. El dilema
esencial para los Montoneros, que —las
cifras siempre son tentativas— tenian diez
0 doce muertos por dia, era cémo podia
garantizarse la supervivencia de sus mili-
tantes y cuadros. Algunos de ellos, en espe-
cial cuadros medios, sugerian repartir las
armas y el dinero de la organizacién entre
los militantes*, fomentar un accionar poli-
tieo descentralizado con mayor autonomia
operativay decisional de los grupos locales,
una estructura celular y horizontal. El
planteo, que ciertamente hubiera dificulta-
do la represién militar, no prosperé porque
el criterio de la conduccién era conservar el
dinero y las armas, esto es el poder (que
también se reforzaba mediante la organiza-
cisn centralizada), y preferia apostar a ac-
ciones terroristas contra blancos importan-
tes, de gran repercusién. La finalidad de
esas acciones era golpear el centro de gra-
vedad del enemigo y obtener repercusién
piiblica, Advertidos del férreo dominio que
la dictadura militar ejercia sobre la prensa,
preferian concentrarse en atentados que
por su impacto y gravedad no pudieran ser
obviados por la censura estatal. Quienes se
oponian al accionar centralizado afirma-
ban que obturaba todo tipo de agitacién
politica, que exacerbaria la represion, que
la centralizacién dejaba desamparados, a
merced delas fuerzas represivas, a miles de
adherentes y militantes sin recursos perso-
nales ni coberturas para pasar ala clandes-
tinidad,
En Ezeiza, cuando
el segundo retoro
de Perén, rostros
crispados y armas.
Elajuste de cuentas
entreladerechay la
izquierda del pero-
nismo esté a punto
de estallar.
Desdichadamente, todos tuvieron ra-
z6n. Los Montoneros, durante 1976 y 1977,
segtin sus propias estadisticas, produjeron
1000 atentados con cerca de 500 victimas
fatales. Los de més repercusién fueron el
asesinato del jefe de la Policia Federal,
‘comisario Cesareo Cardoso (junio de 1976),
a quien una montonera amiga de su hija
colocé debajo de su cama una carga de
trotyl, ya voladura de la Superintendencia
de Seguridad Federal, mas conocida por
Coordinacion Federal (alrededor de 90 vic-
timas, 30 de ellas mortales, en julio del
mismo afio). Los atentados tuvieron reper-
cusién, pero, al tiempo, acentuaron la re-
presién (sin duda estuvo ligado a ellos el
brutal asesinato de varios sacerdotes palo-
tinos) y el aislamiento de los Montoneros.
Los atentados proseguirian, pero con el
tiempo irian disminuyendo en numero y
“eficacia’: los tiltimos resonantes se produ-
jeron en 1979 y apuntaban contra figuras
del esiablishmenteconémico antes que con-
tra militares. Se intent6 matar a dos miem-
bros del equipo econémico del ministro
José Alfredo Martinez de Hoz: Guillermo
Walter Klein (h) yJuan Alemann. Volaron la
casa de Klein, un bunkersituado en Olivos,
pero aquél salio indemne. Juan Aleman
salié vivo de otro atentado en Belgrano.
Otros atentados consiguieron su objetivo:
fueron asesinados el empresario Francisco
N°347-TODO ESHISTORIA +11Soldati y un custodio, Otros intentos falla-
ron, generaron victimas inesperadas y re~
sintieron gravemente el prestigio de los
Montoneros (en un atentado contra el al-
mirante Lambruschini, murié una hija de
éste de 15 arios, lo que fue difundido por el
gobierno como una prueba de la perversion
de los montoneros).
FUERA DE
LA ARGENTINA
Como sefiala Emesto Loper (ver recua-
dro) el aparato represivo del Estado se
organiz6 con una estructura andloga a las
formaciones que queria combatir. Esa es-
tructura clandestina, paralela a la formal,
descentralizada enzonas, subzonas y areas,
demostré ser eficaz: en julio de 1976, el
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)
estaba descabezado, y su jefe, Mario Rober-
to Santucho, habia sido muerto®. La con-
duccién nacional de Montoneros debié exi-
liarse. Salieron del pais Mario Firmenich,
Roberto Cirilo Perdia y Rail Yager: s6lo
permanecié en Argentina Julio Roqué, quien,
a punto de ser capturado por la Armada,
ingirié una pildora de cianuro en mayo de
19778,
Mientras, la represién, la tortura, la
muerte iban diezmando rapidamente a los
Montonercs. Miles de militantes o simpati-
antes se exiliaron, especialmente en Méxi-
co y en Espafia, Ahi pudieron radicarse,
editar publicaciones, formalizar denuncias
En setiembre de
1973, ego del frus-
trado asalto al Co-
mando de Sanidad
deljército,realiza
dopor elERP, lapo-
licia controla a tos
integrantes del gru-
uerrillero que
taba de rendise.
ante foros y organismos internacionales,
formar “Casas Montoneras”, realizar, en
suma, con relativo éxito, tareas de agitacién
y contencién de la fuerza propia.
Muchas menos posibilidades tenian quie-
nes quedaron en Argentina, donde la mera
sobrevivencia pas6 a ser una hazafia. Algu-
nos mudaron de ciudad 0 de pueblo, que-
dando asi privadas de trabajo, de tramas
familiares, de vinculacién politica. Otros
abandonaron la organizacion y quedaron
librados a su propia (a menudo escasa)
suerte. Otros siguieron en la lucha armada
cen la clandestinidaden situacion crecien-
te de debilidad relativa y desconexién poli-
tica.
En ese marco defensivo, casi de caza del
hombre, la opeién por la accién militar, y
mas en general por cualquier cosa que no
fuera esencialmente la preservacién de sus
miembros, parecia un dislate. Uno de los
mas brillantes intelectuales montoneros, e!
escritor Rodolfo Walsh, redacté algunos do-
cumentos internos, rigurosamente cajonea-
dos por la conduccion que hoy tienen un
valor profético. A fines de 1976, Walsh
proponia, con argumentacionessuperiores,
tn reclamo igual al de muchos otros mili-
tantes: un repliegue, pasar a la resistencia.
La “resistencia”, en sus propias palabras,
“tesponde negativamente al interrogarse
por el poder porque no esta en condiciones
de apostar por él”. Aceptar el hecho era
asumir “un retroceso cualitativo cuya alter-
nativa es el exterminio”. El terrorismo de
Estado habia cambiado brutalmente las
circunstancias: debia replantearse la dis-
12+ TODO ES HISTORIA - N° 347cusién entre politioay fierros. Hacer politica
era imposible; continuar el accionar militar
era suicida. La sintesis logica e inexorable
era el repliegue.
Walsh fue asesinado en marzo de 1977
por fuerzas de seguridad. Aunque parezca
mentira, sus jefes —a. fuerza de querer
negar el retroceso— optaron por el extermi-
nio.
RETROCEDER AL
PERONISMO... DESDE
ROMA
Walsh aconsejaba también “replegarse
al peronismo”, dejar de lado, o mejor dicho,
posponer la utopia socialista. “Las masas
condenadas al sentido comin” —segiin él—
se replegaban “al peronismo que nosotros
dimos por agotado... se repliegan al terreno
malo pero conocido, hacia su propia histo-
ria, su propia cultura y su propia psicolo-
gia"*. Laidentidad montoneray la lucha por
el socialismo iban a contramano de la rea-
lidad histérica.
Algo de eso flotaba en el ambiente del
hotel Leonardo da Vinci, en Roma, cuando
en abril de 1977 la conduccién en el exilio
fundé el Movimiento Peronista Montonero
(MPM), una organizacton politico-militar que
abarcaba el Partido Peronista Montonero
(PPM) y el Ejército Montonero (EM), y que
aseguraba priorizar el componente politico
sobre el militar. La organizacién tomaba
nota de algunas discusiones internas: asi lo
sugeria la reaparicién del vocablo “peronis-
ta” (abandonado en la anterior estructura,
el Partido Montonero de 1976) que segura-
mente buscaba satisfacer, expresar y, por
ende, contener a varios dirigentes peronis-
tas historicos (como Obregon Cano o Bide-
gain) que podian dar otro poder de convoca-
toria al nuevo partido,
Mas alla de los objetivos declamados, el
supuesto “brazo” militar del MPM controla-
ba todo el cuerpo politico. El comandante
Mario Firmenich era general en jefe del EM
y secretario general del PM, y esa duplica-
cién se reiteraba hacia niveles inferiores.
Las tareas del partido, segtin el docu-
mento, eran la de conformar una suerte de
Frente Popular opositor, reclamando la vi-
gencia plena de la Constitucién Nacional, el
Ievantamiento de las proscripciones polit
cas, y elecciones libres. La actuacin del
PPM fue practicamente nul.
RETROCEDER AL PUEBLO: EL MPM
“La constitucién del Movimiento Peronista Montonero es
una autoconstitucién. No esta Perén para convocario ni para
nombrar a los miembros del Consejo Superior. Ahora pasa a
ser una realidad que para ser dirigente es imprescindible ser
representativo, honesto y revolucionario; ya no sirve de nada
tener un amigo influyente. Esto significa que la democracia
nternia del Movimiento comienza a ser una realidad, que se
acabé la burocracia. Hoy la democracla se expresa por el
reconocimicnto de la representatividad y la honestidad revo-
lucionaria; mafiana, cuando no tengamos encima la cland
tinidad impucsta por la dictadura, la democracia se ejercera
con el voto masivo”.
(.))
“La autoconstituctén del MPM y de su Consejo Supertor
noes un proceso ya acabado y perfecto, noes cerradoa nuevos
dirigentes ni a nuevas corrientes de opinién del campo popu-
Jar. Es el primer paso de un gran proceso politico de unidad de
tots los honabres del pueblo pezonlsta se aqueilos hombres
del pueblo que, sin haber sido peronistas, se stenten herma-
nados con nucstra lucha y comparten ‘nuestros objetivos
revolucionarios”.
)
11 MPM integrara revolucionariamente a todo el
peronismo del pais, integraré a todos los hombres del pueblo
que no han sido peronistas, movilizaré a las bases populares
mayoritarias, resistira con todos los métodos de lucha a su
aleance los atropellos criminales de la dictadura, facilitara la
Fecuperacion de las libertades elviles y accionara para consc-
guir la grandeza de la Naclén y la felicidad del pucblo, porque
¢s tan solo una herramienta del pueblo, en manos del pucblo
y a su servicio exclusive.”
Documento de autoconstitucién del Movimiento Peronista
Montonero, 20 deabril de 1977. (Citadoen Existe otraArgentina
posible, de Roberto Cirtlo Perdia y Fernando Vaca Narvaja,
Enrique Gonzalez Olguin Euitur, 1986.)
EL UNIFORME
ANTE TODO
Lo militar predominaba sobre lo politi-
co. E] MPM producia documentos politicos
que nunca se cumpliany, al mismo tiempo,
organizaba el EM, con directivas répida-
mente ejecutadas. Dictaba un cédigo de
Justicia militar, con severas penas para sus
soldados (aun la capital) que fueron aplica-
das con catoniano rigor. Establecia el uso
obligatorio de uniforme, su color, etc. {ver
recuadro), la obligatoriedad del trato mili-
tar, y la prohibicién del tuteo entre militan-
tes que se conocian desde hacia muchos
afios.
El lenguaje, producto social por exce-
lencia, revelaba cambios cualitativos de los
Montoneros. En sus origenes, este fenéme-
N°347- TODO ES HISTORIA + 13Rostros acongojados en el entierro de José I.
Rucci, el secretario de la CGT cuyo asesinato se
atribuy6 Montoneros.
Miembros de la Juventud Peronista.en el velato-
rio del general Perén realizado en el Congreso, EL
lider desaparecido habia expulsado de la Plaza
de Mayo alos “mocosos imberbes" de las “or:
maciones especiales”.
no generacional, ligado al protagonismo ju-
venil de los sesenta, propuso un nuevo
Jenguaje ligadoa un modode militar ya una
lectura de la historia. Todos podian estar
equivocados, pero eran a la vez transgreso-
res, atractivos y convocantes. Inclufan hu-
mor. A veces era sutil: rebautizaron a su
archienemiga JPRA (Juventud Peronista de
la Repiblica Argentina) como J-Perra, A
veces era macabro: tras el asesinato de José
Rucci, se coreaba “Rucci, traidor/ saludos a
Vandor”. También lo caracterizaba cierta
dilucién dela autoridad, el voseo como trato
habitual e igualador; el lenguaje coloquial
en documentos y revistas (ante una grave
enfermedad de Perén, el semanario El Des-
camisado itul6: “Qué cagazo"). La adopcién
de cédigos de comunicacion y autoridad
para nada juveniles ni transgresores, reve-
Jan cuanto habia retrocedido Montoneros
cuando se puso uniforme.
El militarismo no es s6lo pasién por el
uniforme. Es una forma de asumir la politi-
ca, Los Montoneros afrontaron el Proceso
con desdén por las vidas propias y ajenas.
En un reportaje grabado recientemente,
Mario Firmenich explica: “Si uno se preocu-
pa por las vidas no hace politica. Hacer
politica es preocuparse por el poder, no por
las vidas". Esa version coincide con los
céleulos prospectivos que, con pasmosa
frivolidad, voleaba Firmenich. A principios
del Proceso, estimaba tener 1500 bajas. Lo
peor es que estos cinicos célculos erraban:
‘cn menos. Afios después, Firmenich diria:
“tenemos cinco mil cuadros menos pero
gcudntas masas mas? Ese es el detalle”!®.
Desde luego, ese desprecio por la vida de
sus militantes costaria mucha sangre y
resentiria su predicamento politico.
Otro factor de disolucién fueron las du-
ras exigencias personales impuestas por el
EM a sus miembros. Entre ellas, la de
confiar sus hijos a otros compafieros, y no
a familiares, en caso de fuga, detencion 0
clandestinidad de los padres. Estas con-
ductas producian reacciones de los militan-
tes, indisciplinas que, amenudo, eran seve-
ramente juzgadas por tribunales militares.
TORTURA Y LIMITES
Muy lejos de Romay de sus oficiales, los
soldados del ejército montonero seguian
perdiendo su batalla, Su rigida centraliza-
cién, la ilimitada represién de las FF.AA., el
uso de todo tipo de medios para arrancar
14- TODO ES HISTORIA - N° 347confesiones y delaciones, y la desmoraliza-
cién de los inilitantes montoneros, fueron
permitiendo la progresiva identificacion y
captura de muchos de ellos.
En la pelicula Cazadores de Utopias (ver
recuadro} Luis Salinas, ex militante, re-
flexiona sobresu experiencia con a tortura.
Asegura que la tortura es una forma de
discusién politica en la cual el torturada,
para nosucumbir, debe apelar asuastucia,
a sus afectos y, sobre todo, a su identidad
(no ser lo que el torturador pretende que
sea). Es injusto, y a veces hasta perverso,
Juzgar a alguien’o tan siquiera medir su
coneiencia politica por lo que hace bajo los
efectos de la tortura, Dejando sentada esta
opinién, consignamos que muchos intér-
pretes calificados coinciden al sefialar que
la safia militar funcion6 eficazmente por-
que se asenté sobre la desmoralizacion de
muchos militantes montoneros. “Acucia-
dos por el dolor fisico —dice el investigador
inglés Richard Gillespie~ los Montoneros
hablaban a causa de la bancarrota politica
de su organizacién y de su ocaso militar;
hablaban porque sabfan que sus amigos
estaban hablando; porque sus lideres se
habian ido y los habian abandonado,”"*
Para peor, aftade el mismo Gillespie, los
Montoneros exigian a sus militantes resis-
tencia ilimitada ante la tortura. El Ejército
de Liberacién de Argelia pedia a sus cua-
dros que resistieran 48 horas, plazo en el
que se consideraba razonable que sus com-
patieros tomaran precauciones, Farle un
limite al dolor, una meta razonable, segura-
mente posibilita mayores sacrificios, coro-
nables por un resultado.
La debacle, la desmesura de las exigen-
cias, valorizan mas la conducta de quienes,
como el mencionado Salinas, no hablaron.
Muchos de ellos tenian desacuerdos seve-
ros con la organizacién, pero preferian man-
tener su identidad frente al enemigo. “Nun-
ca hablé mal de la orgaen la cércel. Recién
die que habia dejado de ser montonera
cuando sali”, testimonia una ex militante
que tuvo el relativo privilegto de haber esta-
do encarcelada en blanco entre 1975 y
1983. “Autocritica si, pero no aca”, dice en
la ESMA —palabra mas, palabra menos—
un personaje de Recuerdo de la muerte.
Segin Juan Gasparini, la explicacion es
muy compleja y alude a los misterios de la
condicién humana, De todas formas, esbo-
za cuatro razones como explicacion parcial:
“por no querer aparecer como cobardes
ante el resto; por solidaridad ante el recuer-
lj scae eS
NEGRO QUIETO
A
MONTONERO
QUE PELEO POR
WNW to
‘Nimero de ta publi. | do de los caidos; por lazos afectives y amis-
cacién El Descaml- | tosos, y porque ‘esto es un viaje de ida",
sado en el que se
cermees
te rto
NegroQuieto,fundae | LA ESMA
dor de las Fuerzas
Armadas Revolucio- | __Un caso limite se dio en los campos de
arias (EAR. concentracién de la tristemente famosa
Escuela de Mecénica de la Armada. Movido
por ambiciones presidenciales, tentado de
ser “un nuevo Peron”, el comandante en
jefe de la Armada, Emilio Massera, se pro-
puso obtener cooperacién de los detenidos
montoneros a cambio de ciertas franqui-
cias. Esta “recuperacién” incluia para quie-
nes cooperaban la posibilidad de quedar
libres, y, para quienes no lo hicieran, las
més nefastas penas.
Muchos de los prisioneros se propusie-
ron lafilosa tarea de cooperar sin Venderse,
N°347-TODO ES HISTORIA +15EL TERRORISMO DE ESTADO
Es imposible contextualizar cual-
quler hecho producido a partir del 24 de
marzo de 1976 sin dar cuenta del terroris-
mode Estado tmplantado desde entonces.
Segiin el soctélogo Ernesto Lopez,
especialista en temas militares, el terro-
rismo de Estado "no tenfa como intenclon
sélo eliminar a las organizaciones guerri-
Ileras sino también producir, a través del
efercicio del terror y de las acclones clan-
destinas, un retraimiento en los compor-
tamientos politicos y culturales de toda la
sociedad”. Para expandir el terror, se de-
jaba libres a algunos prisioneros luego de
torturarlos.
Fue una operacion de
lobotomizacién dela conciencia de la gen-
tea nivel masivo. Se buscaba la paralisis,
elredisciplinamiento, lavueltaa laesfera
individual.” Segin Lopez, esta estrategia
fue importada a la Argentina por cuatro
coroneles franceses que habian servido
‘en Indochina y en Argella, quienes dieron
clases en la Escuela Superior de Guerra
entre 1957 y 1962. Esto produjo una
reforma doctrinarla dentro de las Fuerzas
Armadas, y senté las bases de lo que
después seria la Doctrina de Seguridad
Nacional.
IR.
de aceptar el trato en beneficio propio y de
Ja organizacién. La historia de esa alianza
incluye variadisimas anéedotas que van
desde el supremo heroismo y solidaridad
hasta duras formas de sumision (‘roman-
ces” entre torturadores y sus vietimas). Es
contada con insuperable pasion y escritura
en la novela Recuerdo de la muerte, de
Miguel Bonasso, lecturaimprescindible para
comprender qué pasé en esos afios atro-
ces'’, Lo cierto es que la cooperacién, esa
alianza tramposa en medio del horror, esta-
ba siempre en el filo de la traicién, de la
duda de cada prisionero aun acerca de si
mismo. La pelicula Montoneros, una histo
rig, de Andrés di Tella, recoge una experien-
cia personal de inigualable simbolismo. Es
la de Mario Villani, un preso en la ESMA,
quien cooperaba arreglando enchufes, cue-
ritos de canillas, etc. Un dia, un torturador
le pide que arregle su picana eléctrica por-
que tiene un cortocircuito, Villani duda, no
sabe si puede negarse, pero siente que tiene
un limite; en definitiva, rehiisa arreglar la
picana. El torturador lo comprende y no lo
sanciona. Perola historia no termina ahi. El
Rodolfo Galimberti
habla enel acto rea-
lizado por las “for-
maciones especia-
les” con motivo del
primer aniversario
del triunfo de Cam:
poradel 11 de mar-
z0 de 1973,
torturador improvisa una picana con otro
aparato eléctrico: resulta ser mas cruel y
dafiina que la picana original. Villani, abru-
mado, cede y arregla la picana. La anécdota
es més fuerte que cualquier interpretacion
‘Algunos de los que cooperaron cambia-
ron de bando o se quebraron por la tortura
las amenazas, pero muchos otros (no
‘menos de cincuenta) lograron preservar su
vida y su identidad. Fueron liberados, y
prosiguleron sus luchas y denuncias contra
la dictadura militar.
EL CIANURO
Los cuadros militares montoneros esta-
ban obligados a defender sus armas con la
vida y ano entregarse vivos al enemigo. Los
altos jefes y oficiales superiores tenian una
pildora de cianuro que debian ingerir para
suicidarse antes de dejarse tomar prisione-
ros. Segiin declaraciones hechas por Mario
Firmenich en un documental reciente, esa
“facilidad” otorgada a los superiores motiv6
quejas de las bases de la organizacién, lo
16 - TODO ES HISTORIA - N° 347que lo Ilevé a generalizar el uso de a pildo-
rat, Es imposible determinar cuantas per-
sonas murieron tomando el cianuro, perolo
cierto es que muchos lo intentaron, y que
las fuerzas de represién, conocedoras de
esa practica, tenian “el antidoto” y apela-
ban a él usualmente recuperando al enfer-
‘mo para un infierno que ellos controlaban.
Bonasso narra la historia de un montonero
que luché bravamente contra sus captores
que, cercado, tomé el cianuro, pero que
fue “salvado” por los militares. Después de
Cartel de Montoneros desplegado por jévenes
militantes frente ala Facultad de Farmacia dela
UNBA en agostode 1974, cuando Lépez Regaera
la figura dominante en el gobierno de Isabel
Perén
La camioneta que conducia el comando monto-
nero que secuestré alos hermanos Jorge y Juan
Born y maté al cher del auto que los transpor-
taba. El cuantioso rescate pagado por los Bom
seconvertiriaen fuente de ingresos y materia de
negociacién deniro de la organizacion subversi-
esto, colaboré sin cortapisas con sus salva-
dores-verdugos. Ese “quebrado”, que dect-
dié morir por sus ideales y que —violenta-
do—decidié que una vezera suficiente, dice
mucho mas que lo que podriamos decir
nosotros acerca de la crueldad y compleji-
dad de la historia. En 1978, coincidiendo
con cierta desaceleracion del terrorismo
estatal, la organizacién dejé sin efecto la
obligatoriedad del cianuro,
N°347-TODO ESHISTORIA +17MUNDIAL Y
CONTRAOFENSIVA
Antes del Mundial de Fitbol de 1978, los
Montoneras propnsieron a las FF.AA. una
tregua; nunca recibieron respuesta. Asi-
mismo produjeron agitacién politica y algu-
nos atentados no sangrientos que, por lo
tanto, no trascendieron a los medios. Pro-
pusieron a las masas la consigna “Argenti-
na campeén, Videla al paredén’’, la que, por
obvias razones, no fue entonada por nadie
en piblico. Tendrian mejor presencia un
afio después en Suiza, cuando Argentina
concediera 2 Holanda una revancha de la
final de la Copa: detras de un arco apareci6
un enorme cartelén que decia “Videla ase-
sino”, cartel que la TV argentina registr6 y
demoré un rato en tapar.
Seria todo un simbolo: los Montoneros
tenian més presencia fuera de la Argentina
que dentro de sus fronteras. Bsa presencia
asumia a menudo formas parédicas: inte-
grantes de la conduccién nacional, rigu-
Tosamente uniformados, recorrian el mun-
do y se fotografiaban, cual generales
triunfantes, al lado de Yasser Arafat, Olof
Palme o la cipula del Ejército Sandinista. |
Mario Hernindez,
Rodolfo Galimberti,
Eduardo Duhalde,
Emesto Jauretche,
Alberto Brito Lima y
Horacio Farmache
‘son algunos de los
dirigentes peronis-
tas de distinto signo
quepueden verseen
{a fotografia.
También desfilaron por La Habana, Zim-
babwe, Beirut.
En Argentina, el éxito del Mundial disi-
mulaba pero no aminoraba la progresiva
pérdida de impulso de la dictadura militar.
Surgian problemas internos (entre el Ejerc
to y la Armada, especialmente) y también
viriculados a la sucesién presidencial. Aun
en un régimen tan cerrado como el Proceso
—dice Natalio Botana— la politica suele
tomarse sus revanchas: la sucesion de Vi-
dela a Viola generaba crisis politicas inelu-
dibles!®, El plan econémico comenzaba a
mostrar limitaciones. A medida que dismi-
nuja la represion, surgian acd y alla sefiales
de descontento... De todas modos, el poder
militar era todavia fuerte.
No lo entendian asi quienes desde el
exilio promovieron una contraofensiva po-
pular tendiente a derribar la dictadura. Se
propugnaba el incremento de la resistencia
popular. La lectura de los documentos de
€poca revela la repeticion casi textual de
argumentos y esloganes utilizados desde
1970 hasta 1973, tiempo del mayor creci-
miento de los Montoneros. La repeticion de
ahistoria es un imposible; creer en ella, un
error. Montoneros fabulé una contraofensi-
va que pusiera fin a la dictadura militar.
18 - TODO ES HISTORIA - N° 347Banvé a la Argentina a grupos destinados a
tareas politicas (los TEI, conducidos por
Yager), y otros destinados al accionar mi-
litar (108 TEA, conducidos por MendizAbal).
Reclut6 su tropa entre los exiliados: mu-
chos volvieron a la Argentina a intentar
tareas militares o politicas y fueron masa-
crados. Murieron mas de 600 montoneros,
tre ells ls propios jefe de los TEL os
El foquismo o el terrorismo politico son
siempre cuestionables éticamente: su tini-
ca justificacién es la eficacia, el impacto
que producen en la sociedad. La mayoria de
Jos argentinos no supo nun¢a siquiera de la
existencia de la contraofensiva, protagoni-
zada por su supuesta vanguardia. Cuando
mataron a Aramburu, los Montoneros con-
citaron adhesiones y odios, ganaron terre-
no, conmovieron a todos y representaron a
tlgunos. La contracfensiva fue la traglea
versién montonera dela patrulla perdida en
la selva.
DISGREGACION,
RUPTURAS
La contraofensiva produjo una definiti-
va disgregacién interna de los Montoneros,
pues probé su militarismo, sus tremendos
errores de diagnéstico y su enorme desdén
por la vida de sus integrantes. Muchos de
los convocados rechazaron la propuesta por
delirante, y se apartaron para siempre de la
organizacion, muy poco dispuesta a tolerar
disensos o deserciones. A medida que la
represién masacrabaa quienes regresaban,
Jas polémicas internas crecian y desembo-
caron en graves rupturas. La contraofensi-
vva quebré incluso su més estrecho circulo
de lealtades, el de aquellos que respaldaron
a la organizacién desde sus inicios hasta el
final. En 1979, Rodolfo Galimberti, Juan
Gelman y otros histéricos protagonizaron
una impactante ruptura oponiéndose a la
contraofensiva y, mas en general, “al mili-
tarismo y al foquismo de la conduccién, la
supresién absoluta de la democracia inter-
na y su irresponsable triunfalismo"". La
ruptura fue seguida de acusaciones reci-
procas de haberse apropiado de los fondos
dela organizacién. Es0s fondos eran impor-
tantes, provenian en buena medida del
rescate pagado por Bunge & Born por el
secuestro de Juan Born (cincuenta millo-
nes de délares), yhhan dado lugar a un cruce
Testimonio de las | intenso de denuncias acerca de una tradi-
luchas ideolégicas | cién nacional: la apropiacién privada de
que tuvieron por es- | fondos piiblicos. Tal vez las més interesan-
cenario ala Univer- | tes y consistentes son las del ex montonero
sidad en los afos | Juan Gasparini. La discusién acerca de
quién se quedé con la plata revelaba el
grado de descomposicién interna de los
Montoneros.
En 1980, un grupo de cuadros, entre
ellos Jaime Dri y Miguel Bonasso (quien
durante el tercer gobierno peronista diri-
gera el diario Noticias, una de las mas
importantes experiencias montoneras “de
superficie"), propusieron un debate interno
y hasta formar una linea interna. Solo
La historia argentina rebosa de muertes, cadaveres secues-
trados o profanados. La del peronismo y la de los Montoneros no
son excepeiones enese sentido, Esta macabra tradicién reverde-
ce en esta anécdota contada por Adriana Pulggrés, decana de
Filosofia y Letras de la UBA en 1974, referida a ella misma ya su
padre Rodolfo, quien fuera rector de la Universidad de Buenos
Aires entre 1973 y 1974. Ambos habian sido, si no miembros
organicos, allados de los Montoneros hasta 1974
“Mi enfrentamiento con los Montoneros comenzé en 1974,
cuando tras ser echada de la Universidad me exilié en México, y
ahi rompi con la organtzacién, haciendo publico un documento
muy duro. Prosiguio cuando algunos dirigentes montoneros que
vivian en la casa de mi padre, en México, le impedian encontrarse
conmigo. Miviejo—que se habia hecho organico delos Montoneros
recién en 1976, después de que mataran a mi hermano— me
Mamaba por teléfono para que nos encontraramos a escondidas.
‘Cuando mt viejo murid, en 1980, no me dejaron entrar al velorio.
Defaron entrar a mis hijos, pero a mi no, porque decian que era,
una liberal. Esa historia terminé para mi recién siete anos
después, cuando me reencontré con mi viejo embalsamado.”
MW.
N°347- TODO ES HISTORIA + 19obtuvieron rechazos y ataques por sus re-
clamos, lo que motivo su ruptura y la efime-
raformacion de la organizacion Montoneros
17 de Octubre. La ruptura, segiin Bonasso,
sacéa la luz “una lucha de vieja data: la que
Itbraban en sordina los cuadros que que-
rian una politica de masas y el niicleo
foquista que manejaba el aparato"”. Des-
angrado por el terrorismo de Estado y —lo
que es mas grave— abandonado aun por
sus militantes mas fieles, Montoneros yano
era una organizacién de masas, ni un ejér-
cito aiin en retirada, ni un partido. Era un
sello vacio.
A MODO DE FINAL
Deciamos en un trabajo anterior: “lo que
diferencié a Montoneros de otros grupos
guerrilleros fue su capacidad de convocato-
ria para actividades de superficie. Su apti
tud movilizadora fue muy superior a la de
cualquier oiro grupo juvenil (guerrillero 0
no, peronista o no peronista). Su respuesta
atraia porque combinaba ‘el poder del fusil”
con la practica social, con el activismo de
base y —sobre todo— con un movimiento
mayoritario de base trabajadora. Por eso, el
montonerismo tif la campaha presiden-
cial del 73y concité la adhesion de miles de
militantes y adherentes... Crecieron entre
e170 y el 73 explosivamente. Pasaron a ser
—de tina célula terrorista— una organiza-
cién de masas. Esta conjuncién politico-
militar era dificil de mantener: optaron por
lo militar, La eleccién fue, obviamente, la-
mentable”"*. Tras la contraofensiva, Mon-
toneros sélo prolongé su muerte anuncia-
da, Brauna supuesta organizacién de masas
EL contralmirante
César Augusto
Guzzettijuraelcar-
go de ministro de
Relaciones Exterio-
res en el gobierno
defacto encabeza-
do por el general
Videla. A ta dere-
cha de Videla, el
aimirante Massera
y el general
Harguindeguy.
sin contacto con su pueblo, cuya conduc-
cidn estaba integrada exclusivamente por
exiliados, cuyas instancias organizativas
en la Argentina eran casi nulas. Una orga-
nizactén politico-militar que incluia un par-
tido que evitaba todo debate y expulsaba a
muchos de sus cuadros, y un eército ant-
quilado, Habia generado un abismo entre
sus militantes, los que resistieron como
pudieron, muchos de los cuales fueron tor-
turados o asesinados, y un punado de jefes
que participaba frivolamente del jet-set po-
Titico internacional. Después de las san-
sgrias internas del 79 y el 80, s6lo les queda-
riaunabanal adhesiénal deiriode Malvinas,
que nadie tomé en cuenta, y torpes intentos
desumarse al peronismo, el quelos rechaz6
enérgicamente: ya contaba con bastantes
piantavotos.
La dictadura militar iba epilogando. En
1983 habria elecciones, una nueva etapa
democratica, con muchas diferencias con la
iniciada en 1973 abortada en 1976. Entre
llas:la perdurabilidad delas instituciones,
la alternancia politica, el repudio colectivo
ala violencia. Y claro, la ausencia de los
Montoneros que —aunque no surja tanto de
esta nota centrada en sus peores afios, que
fueron, también, los peores de la Argenti-
na— fueron protagonistas ineludibles de los
setenta;cifraron, entre 1970y 1980, mucho
de lo peor y mucho de lo mejor ocurrido en
Ja Argentina en esa década febril.
NOTAS
1, Documento publicado en revista Evita
Montonera 15, Mexico, 1977.
‘2. Ivaweicx, Norserto y WaInrev>, MARio:
“Bl gobierno peronista 1973-1976: los Mon-
toneros”, Publicado en revista Unidosen tres
partes: nimero 2 (julio de 1983}; ntimero 6
{agosto 1985) y niimero 7/8 (diciembre de
1985}.
3, Wa.omavn, Peter, Ensayos sobre palitioa
y sociedad en América latina, Editorial Alfa,
1983, pp. 172/178.
4. Testimonio de Graciela Iturraspe en la
pelicula Cazadores de Utopias.
5, La historia del ERP y la de la vida y
muerte de Santucho tiene’ riguroso trata-
miento en Todo 0 Nada, de Maria Seoane,
Bait, Planeta, Espejo de la Argentina, 1991.
6. Gaseauni, Juat, Montoneros, final de
cuentas, PuntoSur, 1988.
Ty 8. Waist, Roootro, “Aporte a la discu-
sin del informe del Consejo", noviembre de
1976; “Aporte a una hipstesis de resisten-
cia’, enero de 1977, reproducidas en Uni-
dos, ntimero 5 {abril 1985) y ntimero 6.
20 + TODO ES HISTORIA - N° 347Elatentado en que perdié ta vida el empresario
Francisco Soldati fue uno de los més cruentos y
espectaculares operativos concretados por Mon-
toneros durante la dictadura militar.
9. La entrevista aparece en un video
sobre historia argentina reciente dirigido por
Felipe Pigna y realizado por alumnos y do-
centes del Colegio Nacional Carlos Pellegrini
que no ha tenido distribucién comercial.
10. Revista Bohemia, La Habana, Cuba,
1981.
11. Giuesete, Ricarp, Soldados de Perén.
Los Montoneros, Grijalbo, 1987, p.300.
12. Gasearnt, op, cit, p. 154.
13. Bonasso, Micuet, Recuerddde la muer-
te, Bruguera, 1984. La ética de ese campo de
‘conceniracién imponia cooperar con los ma-
rinos, pero sin comprometer a otros compa-
eros sin prestarse a delatarlos (una de las
tareas cra “ser dedo”: salir a la calle a
identificar compafieros). Recuerdo..., un im-
ponente relato historico rigurosamente do-
cumentado, tiene como protagonista a Jai-
me Dri, ex diputado peronista por el Chaco.
Para Dri, su identidad montonera se demos-
traba preservandose para fugar. Lo logré,
aun discutiendo con algunos de sus compa-
fieros de encierro, quienes temian que una
fuga individual pusieraen riesgoal conjunto.
Dri fue juzgado por un tribunal montonero y
absuelto, En 1980 romperia con la organiza
eign.
14, Video de Felipe Pigna citado en nota
9.
15, Entrevista a Natalio Botana, marzo
de 1996.
16. Carta abierta firmada por Rodolfo
Galimberti y Juan Gelman, citada en Giue-
ste, op. cit.
17. Bowasso, Micue., op. cit., pp. 405/406,
18. Ivancicu y Wainreio, op. cit., Unidos pp.
7-8, 148-149.
Maria Martinez, la esposa de Mario Firmenich,
Jotografiada en Rio de Janeiro mientras se trami-
‘taba la extradicién de Firmenich, reclamado por
el gobierno de Alfonsin en febrero de 1984.
‘AGRADECEMOS LA GENTIL COLABORACION DEL
‘ARCHIVO FOTOGRAFICO DEL DIARIO CLARIN.
RECUADROS: JOSE NATANSON.
ALGO DE PELICULA
Nila literatura nf el cine argentino han dado atin demastada
cuenta de los hechos que heme resedado. Seguramentc, eon
‘muy cercanos y muy dolorosos. Dos novelas pueden citarse como
valiosas excepclones: la ya menclonada Recuerdo de la muerte y
No velas a tus muertos, de Martin Caparrés.
La historia de los Montoneros en el Proceso ha sido aborda-
da desde diversos angulos en tres filmes cuya vision —por decir
poco—ayudara a entender mejor los hechos que aqui narramos.
Un muro de silencio (1994), dirigida por Lita Stantic, es la
adaptacién en fleci6n de la historia de un militante desaparecido
que aparentemente regresa.
El documental Montoneros, una historia (1994), dirigido por
‘Andrés di Tella, es mas una pelicula sobre la condicién humana
que un informe sobre los Montoneros. El testimonio principal es
elde Ana Maria Testa, quien, con frescura y honestidad envidia-
bles, cuenta la historia de su paso por Montoneros: larelacién con
su pareja —un cuadro montonero—, su paso por la ESMA, el
enamoramiento de uno de sus torturadores y su actual amistad
con un compare a quien ela delat
de utopias (1996), de David Blaustein, asume
una visi6n més subjetiva de la historia de Montoneros. Es la
historia de la organizacion contada por sus proplos militantes. Al
precio de omitir clertas cuestiones més o menos basicas —como
Jas divistones internas y el accionar de otras organizaciones
guerrilleras— se centra én testimonios de 34 cuadros medios de
Ia organizacién, mechados con imagenes de archivo, que le dan
un valor testimonial sin precedentes.
IN.
N° 347- TODO ES HISTORIA + 21