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Revolucion Iraní

En el año 1953 Mohammad Reza Pahlevi logra establecerse nuevamente en el trono de Irán, luego
de haber sido destituido brevemente por M. Mossadeqh. Consolidado en el poder, Pahlevi
comienza en el año 1963 la denominada Revolución Blanca: un proceso de reformas políticas y
desarrollo económico. El sha intentó sacar a Irán de la época feudal redistribuyendo las tierras, lo
cual supuestamente beneficiaría a la gran masa de campesino, sin embargo esto ayudó mas a los
campesinos ricos que a los pobres. Además redujo el analfabetismo y disminuyó la represión
tradicional que sufría la mujer-la cuales ahora tenían derecho a votar-. Empleó los ingresos
provenientes de las abundantes explotaciones de petróleo con que contaba la nación, para
diversificar la industria y construir viviendas. Sin embargo, concedió libertades políticas a los
iraníes y, al mismo tiempo, los aterrorizó con una policía secreta entrenada por la CIA. Otro punto
de peso dentro de las reformas fue la gradual introducción de costumbres occidentales, como en
la moda o la música. Su campaña de occidentalización cultural ofendió a la poderosa casta
religiosa musulmana chiíta, que había perdido buena parte de sus propiedades con la reforma
agraria y que con el paso del tiempo se convirtió en el principal opositor del régimen vigente.

En 1964 las quejas que el futuro líder Ayatolá Jomeini disparó sobre la política de tierras de Reza
Pahlevi y su afinidad con las potencias y costumbres occidentales le valieron la expulsión de Irán y
posterior asilo en Francia. 

El resto de la población (chiíta en un 80%) tampoco estaba conforme con los resultados obtenidos
por la Revolución Blanca, ya que vieron cómo las ganancias derivadas del petróleo eran mal
distribuidas. En 1978, empezaron a realizarse manifestaciones masivas protagonizadas por
musulmanes fundamentalistas, izquierdistas y defensores de los derechos humanos que pedían la
expulsión del Sha. Las protestas estaban organizadas desde Francia por el Ayatollah Jomeini, quien
criticaba la pérdida de la moral religiosa que Mohammad Reza Pahlevi había permitido mediante
la intromisión de potencias americanas. Pese a la brutal represión de las fuerzas policiales, largos
meses de protestas desencadenaron la huida del Sha en enero de 1979 y el fracaso del intento de
mantener un régimen pro-occidental bajo el primer ministro Bajtiar. El Ayatollah Jomeini retornó
desde su exilio francés el 1 de febrero de 1979 formó un gobierno provisional. En abril, tras unas
elecciones fraudulentas, que fueron boicoteadas por los partidarios del laicismo, proclamó la
República Islámica de Irán.

Jomeini dejó en claro fueron sus intenciones de crear una República basada en la religión islámica:
la redacción de la nueva Constitución estaría a cargo del reciente partido político "Revolución
Islámica", cuyos hombres eran religiosos de la rama chiíta.

El nuevo régimen ejecutó a cientos de funcionarios del Sha y combatió a los izquierdistas y a las
minorías que se oponían. Proliferaron las medidas dictatoriales,  se prohibió la música laica, se
obligó a las mujeres a llevar la cabeza cubierta y la blasfemia se convirtió en un delito capital. Sin
embargo, la ira más encendida fue para Estados Unidos, el principal aliado de Reza Pahlevi.

El sentimiento antiamericano se desbordó el 4 de noviembre de 1979 con el asalto por estudiantes


islámicos de la embajada de EE.UU de Teherán. Los que no eran estadounidenses, y la mayoría de
las mujeres fueron liberados enseguida, pero 66 personas fueron retenidas durante 444 días
(hasta el 20 de enero de 1981).
Este incidente trajo serios roces con el gobierno del presidente Carter. Los islámicos le pedían la
extradición del Sha (quien se encontraba momentáneamente en Nueva York) hacia Irán para que
sea juzgado por los crímenes cometidos contra su pueblo. Carter decidió entonces romper las
relaciones diplomáticas con Irán e impuso un fuerte embargo comercial.

Esta disputa afianzó al Ayatolá en el poder. Los ideales islámicos se enraizaron con la política
nacional y se adoptó el término de "Gran Satán" para referirse a Estados Unidos. Los cambios
políticos que se introdujeron en la sociedad iraní como consecuencia de la Revolución Islámica
fueron tan fuertes que todavía hoy en día siguen repercutiendo en su política interior e exterior.

Temerosos de que el ejemplo de Irán cundiera en otros lugares, los Estados Unidos armaron a
Sadam Husein para que en septiembre de 1980 Iraq emprendiera una guerra de desgaste contra
Irán, que duró hasta 1988.

Guerra Iran-Irak

Esta guerra entre Irak e Irán tuvo su origen en una antigua disputa territorial litigio fronterizo entre
ambas naciones sobre la posesión de varias pequeñas islas en el Golfo Pérsico y una franja de
tierra limítrofe a ambas naciones en el sureste y noroeste de Irak e Irán respectivamente. Los
antecedentes inmediatos de esta disputa se remontan a 1971 cuando Irán, entonces bajo el
gobierno de Sha Muhammad Reza Pahlevi ocupo dos de estas islas militarmente. En 1975 un
acuerdo de demarcación de límites firmado por ambas naciones en los acuerdos de Argel pareció
poner fin al conflicto, con ventajas territoriales para Irán. 

La causa principal que reactualizó el conflicto para dar paso a la guerra en 1980 fue la caída del
régimen del Sha en febrero de 1979. Los convulsionantes sucesos llevaron a la pérdida de todo
respaldo militar por parte de los EE.UU. debido a la crisis diplomática desatada con la toma de
rehenes estadounidenses en la embajada de EE.UU. en noviembre de 1979 por parte de grupos
radicalizados iraníes. Esta situación y los inevitables relevos producidos en los mandos de las
fuerzas armadas luego de la caída del Sha, de formación occidental, sugirieron al régimen de
Saddam Hussein la oportunidad de reivindicar militarmente la disputa territorial.

El conflicto se inició con la irrupción el 22 de setiembre de 1980 a través de su frontera sur de seis
divisiones armadas iraquíes precedidas por un sorpresivo ataque aéreo, no fue suficiente para
doblegar la resistencia de las milicias iraníes formadas por los Guardianes de la Revolución. Dos
años una contraofensiva iraní llevo la línea del frente nuevamente a las posiciones iniciales.

Desde 1982 hasta 1986 ambos bandos no lograron ventajas posicionales significativas incurriendo
en una costosa guerra de desgaste en hombres y equipos que llevó finalmente a ataques directos
blancos civiles en lo que se dió en llamar la 'Guerra de las Ciudades', tan solo Teheran llevó a
recibir el impacto de 140 misiles iraquíes. Los ataques realizados con misiles de mediano alcance
procuraron sin éxito lograr socavar el apoyo de las respectivas poblaciones. La situación escaló
simultáneamente en una nueva etapa de destrucción de estratégicas instalaciones petroleras para
quebrar las fuentes de recursos que respaldaban el esfuerzo bélico.

A partir de 1984 el conflicto amenazo internacionalizarse en lo que se llamo la ' Guerra de los
petroleros'.

En cuanto a la posición que tomaron las potencias mundiales respecto a este conflicto, la Unión
Soviética, Francia y los demás estados árabes fueron los principales proveedores de armamento
del régimen iraqui que conto ademas con el respaldo logístico de Arabia Saudita y Kuwait fue
tácitamente apoyado por los EE.UU. y la URSS. Mientras, Irán sólo contó con el apoyo de Siria y
Libia, estados árabes enfrentados a Saddam Hussein.

Pese a ser visto como un freno a la expansión del islamismo radical de Jomeini, el régimen de
Saddam Hussein empezó a ser cuestionado internacionalmente ante la evidencia de la utilización
de armas químicas contra los iraníes y contra la propia población kurda del norte de Irak.

En 1987 Irán acordó aceptar la resolución 598 del 20 de julio del Consejo de Seguridad de la ONU
exhortando al fin de las hostilidades. Pocos meses mas tarde las partes pusieron fin
definitivamente al conflicto en julio de 1988.

La guerra acabó en un práctico empate pero las pérdidas humanas fueron enormes. Se habla de
un millón de bajas, pero hay que fuentes que doblan esa cifra. Quizá se pueda cifrar las muertes
en medio millón de seres humanos, con Irán como el país que sufrió más duras pérdidas.

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